PRÓLOGO
Kim Jaejoong miró a su padre por encima de las anotaciones contables.
A su lado estaba Chae Young, su madre.
El muchacho no sentía miedo alguno de aquel hombre, pese a todo lo
que él había hecho, de año en año, para atemorizarlo. Le vio los ojos
enrojecidos, rodeados de grandes ojeras. Jaejoong sabía que aquel rostro desolado
se debía al dolor de haber perdido a sus amados hijos: dos hombres ignorantes y
crueles, replicas exactas del padre.
Jaejoong estudió a Kim Tae Woong con una vaga curiosidad.
Normalmente no dedicaba tiempo alguno a su hijo menor.