viernes, 11 de abril de 2014

Epílogo

EPÍLOGO


—Está hablando por teléfono, señor Jung —dice la secretaria de Yunho—. Pero me ha dicho que lo hiciera pasar en cuanto llegara usted.
Estoy en las oficinas que Yunho tiene, en un rascacielos de aluminio y cristal que parece dos piezas de rompecabezas ensambladas.
—Gracias —le digo a la secretaria, y me encamino hacia el despacho de mi marido y entro.
Yunho está sentado detrás de su escritorio, la chaqueta tirada de cualquier manera encima de un asiento. Se ha aflojado el nudo de la corbata y su camisa arremangada revela unos antebrazos musculosos, como si no acabara de sentirse cómodo en su atuendo de hombre de negocios. «Cateto mío», pienso, con una punzada de placer posesivo.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 16

CAPÍTULO 16


Cuando te encuentras repentinamente en una situación peligrosa, tu cerebro se escinde en dos partes: la que se dedica a experimentar la situación, y la que se mantiene en un segundo plano y trata de entender qué está sucediendo. Y esas partes no tienen por qué compartir información. Así que tardé unos segundos en ser consciente de lo que estaba diciendo Siwon.
—No puedes ignorarme, zorra. No puedes darme con la puerta en las narices si quiero verte.
Quería dejarme claro que no había nada que estuviera fuera de su alcance. También quería demostrarme que él siempre podría más que yo.
La boca se me había quedado reseca y el rostro se perlaba de sudor.
—Sí —dije con voz ahogada—. No cabe duda de que has encontrado una manera de verme. ¿Cómo te las has arreglado? No puedes haber adivinado la combinación de la cerradura.
—Usé una tarjeta canceladora.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 15

CAPÍTULO 15


—Es que no tiene pies ni cabeza, de verdad —dije en cuanto He Yi hubo acabado de leer el mensaje de Siwon. Lo había impreso y le pedí que le echara una mirada durante nuestra sesión de terapia del sábado—. Le ha dado la vuelta a todo. Vamos, que lo cuenta exactamente al revés de cómo sucedió realmente. Parece Alicia en el País de las Maravillas.
El mensaje, de diez páginas, estaba repleto de acusaciones y mentiras. Leerlo me había hecho sentir sucio y mezquino, pero por encima de todo, profundamente indignado. Era como si Siwon hubiera rodado una nueva versión de nuestro matrimonio, una en la que él interpretaba el papel de víctima y yo el de antagonista. Según decía, yo había sido un esposo trastornado, histriónico e infiel, y él había intentado en vano aplacarme y amoldarse a mis continuos cambios de humor y arranques de mal genio. Y al final, aquella noche en que acabó perdiendo los estribos conmigo, fue porque yo había colmado su paciencia con mi obstinado rechazo de sus sinceros esfuerzos por subsanar todo lo que iba mal en nuestra relación.
—Lo que más me cabrea —continué con indignación— es lo detallado y convincente que le ha quedado... como si él fuese el primero en creerse sus propias gilipolleces. Pero no es así, ¿verdad? ¿Y por qué me lo ha enviado? ¿Acaso piensa que voy a tragarme algo de lo que pone ahí?

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 14

CAPÍTULO 14


Yo le había pedido al conserje que me avisase en cuanto viera llegar a Yunho. «Da igual la hora que sea», le había dicho. Si el portero lo encontró un poco raro, o se preguntó por qué yo no parecía esperar que Yunho contactara conmigo personalmente, no hizo ningún comentario al respecto.
Cuando puse el contestador, sólo tenía un par de llamadas sin mensaje, ambas de un número. Siwon. Yo había cortado cualquier clase de contacto con el resto de mis conocidos, la gente con la que había trabajado en el hotel, y las amistades de Siwon que me habían conocido. Siwon estaba furioso conmigo por haberlo rechazado, por no haber mostrado interés en recuperar la pulsera de la tía Yoo Sun. Por haber seguido adelante con mi vida. Esperé que ignorarlo haría que se diera por vencido. Si insistía en tratar de contactar conmigo, entonces me vería obligado a hacer algo al respecto. ¿Tal vez solicitar una orden de alejamiento?
Pero no había olvidado el cínico comentario de Yunho: «Una orden de alejamiento sólo funciona si te esposas a un poli.»

El diablo de los ojos cafes: Capítulo 13

CAPÍTULO 13


—Vamos a ver si lo he entendido bien —le dije a Hyun Joong, plantado ante la puerta de su apartamento—. ¿Sigues emperrado en no dejarle pasar una a Yunho aunque me salvó la vida hace dos semanas? ¿Qué tiene que hacer para que lo trates con un mínimo de educación?... ¿Encontrar una cura para el cáncer? ¿Salvar al mundo del impacto de un asteroide?
Mi hermano me miró con exasperación.
—Tampoco he dicho que no fuera a ser educado con él. Hasta ahí puedo llegar.
—Caray, eso es todo un detalle por tu parte.
Aquella noche Yunho y yo íbamos a ir a una fiesta «torres como arrecifes» patrocinada por dos grandes compañías petroleras.
«Torres como arrecifes» era un programa en el que las compañías petroleras cortaban la parte superior de las torres en desuso y la dejaban en el fondo marino para crear un arrecife artificial.

El diablo de los ojos cafes: Capítulo 12

CAPÍTULO 12


Cuando entré en el trabajo a la mañana siguiente sabía que no podía tener peor aspecto, con mis aparatosas ojeras y todas las rojeces en el cuello allí donde me había restregado contra la incipiente barba de Yunho. Pero me daba igual. Me sentía más en paz conmigo mismo de lo que me había sentido en meses. Años. Tal vez nunca.
Aún percibía la huella del cuerpo de Yunho en el mío, aparte de las leves molestias en mis partes íntimas que me recordaban todo lo que habíamos hecho. Y pese a todas las cosas que deberían estar preocupándome, decidí disfrutar la simple satisfacción humana de que te hayan hecho el amor a conciencia.
—Llama y di que no te encuentras bien —me había susurrado Yunho por la mañana—. Pasa el resto del día en la cama conmigo.
—No puedo —había protestado yo—. Me necesitan en el trabajo.
—Más te necesito yo.
Eso me había hecho sonreír.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 11

CAPÍTULO 11


Yo no tenía ningunas ganas de hablar de aquello. Ahora lo único que me apetecía era que Yunho se fuese y me dejara a solas, para poder llorar tranquila. Quería dejar correr las lágrimas y luego irme a dormir, y no despertar nunca. Pero estaba claro que él no iría a ninguna parte hasta que hubiera recibido una explicación. Y Dios sabía que yo le debía una.
Señalé torpemente una silla al otro lado de la mesa auxiliar.
—Si no te importa... me será más fácil hablar de esto si te sientas ahí.
Yunho sacudió la cabeza. La única señal de emoción en su rostro era un leve ceño.
—No puedo —dijo con voz ronca—. Creo que ya sé qué es lo que me vas a contar. Y no quiero estar lejos de ti cuando lo expliques.
Aparté la mirada, y me encogí un poco más dentro de su camisa. Estaba tan fuera de mí que cuando empecé a hablar, las palabras me salieron a borbotones.

lunes, 7 de abril de 2014

El conquistador: Capítulo 4

Capítulo 4


— ¿Qué le hiciste?
Jaejoong permaneció detrás de Yunho mientras él se curvaba sobre Changmin, quien estaba profundamente dormido. Yunho se enderezó y giró, horrorizado y  enojado.
—Respóndeme, muchacho.
Jaejoong dio un paso atrás, su corazón comenzando a latir violentamente. Yunho dio un paso hacia él.

Promesa audaz: Capítulo 3

Capítulo 3


La luz del sol entraba a torrentes por las ventanas abiertas y caía oblicuamente sobre el suelo cubierto de juncos, jugando con las pequeñas motas de polvo que centelleaban como partículas de oro. Era un perfecto día de primavera; el primero de mayo. Brillaba el sol y en el aire flotaba esa dulzura que só1o la primavera puede aportar. La habitación, grande y abierta, ocupaba la mitad del cuarto piso. Sus ventanas daban al sur y dejaban entrar luz suficiente para calentar la estancia. El ambiente era sencillo, pues Kim Tae Woong no gustaba de malgastar el dinero en cosas que le parecían frívolas, como alfombras y tapices.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 10

CAPÍTULO 10


Retrocedí mientras trataba de soltarme, pero él me siguió a través del umbral. La sonrisa no abandonó sus labios ni un solo instante. Le aparté la mano de un golpe y me encaré con él, tratando de que no se me notara lo alarmado que estaba.
Me sentía como atrapado en una pesadilla. Lo primero que pensé fue que aquello no podía ser real, pero el miedo, la furia y la impotencia zumbaban en torno a mí como un enjambre de insectos, y aquella sensación me era demasiado familiar. Había sido mi realidad cotidiana durante casi dos años.
Siwon tenía un aspecto magnífico, bronceado y en forma, aunque me pareció que pesaba un poco más que cuando estábamos casados. La nueva redondez de su cara le confería ese aire juvenil que luego va desentonando cada vez más conforme pasan los años. Pero en conjunto parecía el vivo retrato del hombre responsable, que ha sabido sentar cabeza y se gana muy bien la vida.
Sólo alguien que lo conociera como yo sabría que dentro llevaba un monstruo.
—Quiero que te vayas, Siwon.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 9

CAPÍTULO 9


Al día siguiente llegué al trabajo a eso de las ocho y media, y Hae, Na Ri, Hyuk y Goo enseguida hicieron corro en torno a mí. Todos se mostraron aliviados al ver que no me había pasado nada, y luego me preguntaron por la inundación y lo que había sentido durante mi encierro en el ascensor, y quisieron saber cómo me las había arreglado para salir de allí.
—Conseguí llamar a un amigo antes de que mi móvil se quedara sin batería—expliqué—. Él apareció y... Bueno, después todo fue sobre ruedas.
—Llamaste al señor Jung, ¿verdad? —Preguntó Goo—. Alguien me dijo que fue él quien te sacó de ahí.
— ¿Nuestro residente el señor Jung? —preguntó Hae, y sonrió al ver que yo asentía de mala gana.
Moo Kyul vino a mi cubículo, con cara de preocupación.

El diiablo tiene ojos cafes: Capítulo 8

CAPÍTULO 8


—Siwon. —Sentí que se me helaba la sangre—. ¿Cómo has conseguido mi número? ¿Qué quieres?
—Sólo saber qué es de tu vida.
Su voz me resultaba tan familiar... Oírla hizo que los últimos siete meses se evaporasen de golpe, como si sólo hubieran sido un sueño. Si cerraba los ojos, casi podía creer que volvía a estar en el apartamento y Siwon no tardaría en regresar del trabajo.
Así que mantuve los ojos bien abiertos, como si el menor parpadeo pudiera matarme. Clavé la mirada en la funda color crema del sofá hasta que cada una de sus hebras adquirió una extraña nitidez.
—Estoy muy bien —dije entonces—. ¿Y tú?
—No tanto. —Hubo un largo silencio—. Todavía estoy intentando obligarme a creer que lo nuestro ha terminado. Te echo de menos.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 7

CAPÍTULO 7


Kang Moo Kyul me lanzó una mirada que yo ya conocía muy bien, la que decía que no quería que lo interrumpieran. Pero habló en un tono de lo más afable.
— ¡Jaejoong, qué alegría verte aquí! ¿Te estás divirtiendo?
—No tengo palabras para describir lo mucho que me estoy divirtiendo —dije. De todas las personas con las que podía ocurrírsele entablar conversación a Yunho, había tenido que elegir precisamente a mi demonio de jefe. Estaba claro que el destino se había empeñado en que aquella noche resultara un desastre.

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 6

CAPÍTULO 6


— ¡Y un cuerno va a vivir aquí, joder! —dijo Hyun Joong con indignación mientras se paseaba por mi despacho, hecho una furia, ese mismo día.
Se había pasado por allí un momento para ver cómo iba todo.
Aunque eso era algo que mi hermano no reconocería jamás, tuve la impresión de que se llevó una alegría en cuanto vio que Moo Kyul no había venido a trabajar. Cuando andaba por ahí, mi jefe no dejaba de enviar discretas señales de que le habría encantado que Hyun Joong y él iniciaran alguna clase de relación que fuese más allá del ámbito estrictamente profesional. Gracias a Dios, mi hermano no parecía tener el menor interés en que eso llegara a ocurrir.
Mientras Hyun Joong seguía echando chispas por lo de Yunho, yo no levantaba la cabeza de mi ordenador portátil, ocupado en tratar de encontrarle un poco de lógica a un nuevo programa que se negaba a obedecerme.