El Conquistador: Capitulo 1

CAPÍTULO 1

Junio de 1069

— ¿Mi lord ?—

—Despierta a todos los aldeanos.

Jung Yunho observó inexpresivamente como su vasallo Changmin maniobraba girando su enorme caballo, llamando a los caballeros. Él se quedó sentado inmóvil en su garañón gris en medio del camino. Se quitó el yelmo; que colocó en la curva de su brazo izquierdo. Su cabello, castaño, estaba oscuro y húmedo  por el sudor. Su cota de malla se pegaba a la  extensa estructura de su cuerpo, y su mano derecha descansaba relajadamente en la empuñadura de  su espada.

Él observó a sus hombres despertando a los restantes aldeanos. Sólo tuvo que girar su cabeza ligeramente a la izquierda para ver la docena rebeldes muertos, sus  cuerpos ya emanaban ese peculiar hedor de muerte con el cálido sol de Junio. Su sangre todavía corría por la batalla reciente, sus músculos todavía estaban calientes por la lucha. Otro nido de rebeldes, y sin embargo el rey no estaría satisfecho. Lejos de eso. La guerra en estos climas  salvajes parecía ser interminable. Habían pasado quince días desde que el puño de hierro de Siwon descendió lo suficientemente fuerte como para sacudir la mesa mientras  estaba sentado con sus vasallos. Ellos acababan de derrotar a los invasores, y habían  retomado, habían hecho que los rebeldes huyesen a tierras lejanas. Esa fue la segunda insurrección en muchos años, y el rey Siwon había estado furioso, especialmente  porque los Lords Yoochun y Hyun Joong habían  escapado. Nuevamente.

—Nada de clemencia, — él rugió. — ¡Les quemaremos todos los cultivos hasta que esos bárbaros aprendan quien es el santo rey elegido!

Las órdenes  permanecieron firmes.

Yunho vio a sus hombres arreando a una docena de aldeanos, hombres y mujeres, lejos de la aldea. Como la mayoría de sus pueblos estos consistían en una decena de pequeñas cabañas de techo de paja, un molino de agua, algunas pasturas para las ovejas, un campo sembrado, y  terrenos donde cultivaban verdura. Un grito de afrenta lo hizo girar la cabeza.

— ¡No!— Un hombre joven sujetó el brazo de Changmin mientras él levantaba su espada para partir la cabeza de un cerdo. Él gritó otra vez; Changmin decapitó al animal fácilmente. La sangre salpicó el caballo, su vestido y a Changmin.

Yunho observó con un poco de interés. Él no estaba seguro si su interés era debido a su osadía e idiotez de oponerse a Changmin, o a su cabello, la melena más magnífica y asombrosa que él jamás hubiese visto. El color oscuro de su cabello brilló con la luz del sol. La trenza era tan gruesa como la cola de su enorme caballo.

El joven permaneció en estado de shock, abrazándose a sí mismo. Changmin vino trotando por el camino. Por un momento Yunho no quitó sus ojos de él, sintió la tensión en su miembro y tomó otra decisión. Changmin frenó su caballo mientras el muchacho era llevado hacia el grupo de pálidos aldeanos por unos campesinos. Él se preguntó cómo se vería el muchacho de cerca, luego descartó la pregunta por innecesaria. No importaba; él serviría.

— ¿Mi lord ?— Changmin  preguntó.

Dos bueyes y una docena de ovejas habían sido sacrificados, lo suficiente como para alimentar a sus hombres por unas semanas. Él esperó un rato, hasta que uno de los caballeros arrastró al cerdo sacrificado a un lado, luego perforó a Changmin con sus fríos ojos.

—Quema todo.

— ¿Los cultivos?

La mandíbula de Yunho se apretó. Sin su ganado y sin sus cultivos, los campesinos sufrirían hambre  ese invierno. Pero  no darían refugio a  más rebeldes.

—Todo.

Changmin se dio vuelta con un grito. No era grito de guerra, sino una orden seca de aniquilación. Sus hombres no eran saqueadores, no como muchos de los mercenarios que venían. Sus hombres estaban altamente entrenados, constituían una fuerza de elite, las tropas personales del rey. Ellos habían sido endurecidos por años de guerra para establecer a Siwon en el ducado, habían resistido la invasión, y habían conquistado y conservado. Sólo en las colinas, los valles y los bosques de  tierras de las fronteras, Yunho pensó, ellos realmente eran guerreros  muy expertos.

Yunho no tuvo que mirar para percibir la agitación que venía de los campesinos, pues sus sentidos eran agudos. Pero mirar fue lo que él hizo. Vio a una mujer vieja y un hombre sujetando al muchacho de cabello oscuro, que estaba luchando para librarse. Él lo observó. El joven se deslizo del asimiento de ellos y, con sus faldas levantadas, le permitió ver sus pies desnudos y sucios y sus pantorrillas esbeltas y bien formadas, el joven se apresuró yendo hacia él.

Lujuria, espesa y caliente, llenó su falo, apretándolo, haciéndolo pesar. Él lo observó  aproximándose.

—Mi lord, por favor, — el joven rogó, sus manos apretadas contra su pecho. — ¡Por favor, deténgalos, no es demasiado tarde!

Por un instante, Yunho no pudo responder. El joven estaba sucio, su rostro manchado de barro, lo mismo que su túnica y sus manos. Pero él apenas vio su suciedad. Yunho estaba mirando su rostro perfecto, sus mejillas altas y aristocráticas, su nariz, y sus grandes ojos oscuros. Y esa boca. Muy llena, su única imperfección, una boca que favorecía el placer de un hombre. Seguramente es el amante de algún lord, Yunho pensó, y sabiendo lo que estaba por venir, la línea dura de sus labios se aflojó. Sus amigos sabían que él estaba complacido.

Yunho ignoró su pedido, por supuesto, y giró su cabeza ligeramente para observar una cabaña prendiéndose fuego. Fue instantáneo, debido al techo de paja, seguida por otra. No sintió satisfacción. No había ninguna satisfacción que sentir. Yunho era un hombre del rey, él era un  vasallo juramentado, él estaba cumpliendo con su deber. Y como el caballero mas confiado por Siwon, él sabía de la razonabilidad de ejecutar esa política. Quemar las villas eventualmente iba a terminar con la rebelión.

El joven se agarró  a su pie.

Azorado, Yunho se movió, mientras su caballo se encabritaba furiosamente y entonces comenzó a lanzar coces. El joven saltó hacia atrás mientras Yunho luchaba por controlar el garañón enloquecido, que era un animal malhumorado y que probablemente podría aplastar a un hombre. Cuando tuvo su caballo bajo control él lo perforó con una mirada que combinaba rabia e incredulidad.

—Por favor no quemes los cultivos, — el joven lloró. Lágrimas rodaban por sus mejillas sucias. —Por favor, mi lord, por favor.

El joven pasaría hambre junto con la gente de su aldea, él pensó, y un músculo se tensó en su mandíbula. Yunho miró nuevamente y observó como los campos ardían. Oyó su gemido con un sollozo sofocado. Luego supo que el joven se estaba yendo. Se sintió compelido a mirarlo, corriendo, tropezando, pasándolo por al lado de los aldeanos y entrando en el bosque. Observó sus caderas. El peso de su miembro crecía. El humo se elevaba encima de la aldea; las mujeres viejas estaban sollozando. Sus caballeros terminaron el trabajo, y Yunho vio dos de ellos dándose vuelta y yendo en persecución detrás del muchacho, sin duda con la misma intención de acostarse con él que Yunho tenía. Inmediatamente la adrenalina invadió cada fibra de su ser y Yuhno se inclinó sobre el cuello de su caballo, espoleándolo.

Changmin y Beltain iban adelante de él, persiguiéndolo a un ritmo cómodo, y oyó a Beltain reírse. Yunho sonrió, debajo de él, su enorme caballo empezaba a galopar. Los dos hombres lo oyeron y lo miraron sorprendidos dándose vuelta, delante de ellos Yunho vio al muchacho desaparecer. El joven sabía que estaba siendo perseguido y sus pies parecían tener alas. Yunho alcanzó a sus hombres y se puso entre ellos. Estaba vagamente consciente que ellos habían suspendido la persecución, como Yunho sabía que ellos harán. El muchacho apareció a la vista nuevamente.

Cada músculo del cuerpo de Yunho se endureció con tensión y expectativa. Él estaba erecto y preparado debajo de su túnica. Él casi podía sentir el suave cuerpo del joven debajo del suyo, el calor pegajoso de su vaina  alrededor de su falo.  

El joven gritó cuando cayó, miró hacia atrás, y lo  vio. En un segundo el muchacho estaba de pie y corriendo nuevamente. Yunho iba detrás de él. Al lado de él. Fácilmente Yunho lo tomó en sus brazos y lo alzó colocándolo sobre sus muslos. El joven gritó nuevamente, agarrándose, pero sin luchar, mientras su enorme caballo aceleraba a un galope, el joven supo que una caída desde allí sería su última caída. Yunho lo colocó sobre su regazo, boca abajo, y sintió su pecho contra su muslo, sus costillas contra su miembro duro. Detuvo al caballo inmediatamente.

El joven se estaba retorciendo salvajemente, y su codo casi golpeaba su miembro mientras  intentaba enderezarse y escaparse, pero Yunho era mucho más rápido y mucho más fuerte. Se deslizó  fuera del caballo con él en sus  brazos, se arrodilló en el suelo, y lo puso de espaldas.

Por un momento, sus ojos se encontraron.

Los del joven asustados y furiosos, los de Yunho calientes y brillantes.

Tenía que poseerlo, y ahora. Yunho agarró su trenza por la nuca, y mientras se inclinaba sobre él para tomar sus labios sus manos estaban bajando su camisa y su túnica hasta la cintura. El joven se debatía pero una mano de él fue suficiente para contenerlo.

Con sus rodillas Yunho separó sus muslos esbeltos.

—Mis hermanos, —  el joven dijo, jadeando. —Mis hermanos quieren...

Su boca fue cerrada con la de Yunho, su lengua cavó profundamente en el espacio que el joven ofreció cuando abrió la boca para hablar. Yunho pasó su mano por su pecho. Su mano no se detuvo. Yunho despegó su boca y pasó a tocar entre sus piernas; él joven se arqueó con pánico bajo su contacto.

—Ellos te  matarán, —  el joven gritó, su cuerpo levantándose del suelo para intentar escapar de su contacto. Pero Yunho aún tenía la nuca y la cabeza de él firmemente agarradas; el joven no se iría a ningún lado. No hasta que Yunho lo permitiese.

El joven yacía abierto delante de él, y la imagen de la carne rosada lo empujó al borde de la locura. Yunho soltó sus muñecas, violentamente rasgó el escote de la camisa, exponiendo su pecho y una pequeña bolsita que el joven llevaba colgada de una cadena delgada. La imagen momentáneamente lo congeló. Con un grito agudo, sus uñas volaron hacia su rostro, pero los reflejos de Yunho eran agudos por los años de batallas, y Yunho  agarró  sus  manos nuevamente, apretándolo cruelmente, haciéndolo gritar. Ya su miembro estaba rígido y grueso, empujando su pantalón, pronto estallaría. Yunho transfirió las dos manos del joven a una de él, acomodándolas con facilidad encima de su cabeza, aunque  él todavía se resistía. Y entonces Yunho tomo un pezón con su boca.

El joven comenzó a retorcerse nuevamente. Yunho descendió sobre él, sus brazos rodeándolo como grilletes de acero, y Yunho sintió su calor contra la dureza de su miembro. Yunho se apretó contra él, gruñendo con placer. El joven sollozaba entremezclando el llanto con su respiración forzada. Pero eso no fue lo que lo detuvo. Fue el sonido de caballos galopando. Un momento más y Yunho estaría enterrado muy profundamente dentro de él. Pero en un segundo Yunho se puso de pie, con su espada en la mano listo para la batalla.

—Yunho, mi lord, ¡para!

Changmin frenó su caballo, y Yunho, parado allí con la espada levantada, estuvo al borde de matar a su mejor vasallo. Changmin sabía eso, pues él gritó.

— ¡Él es el hermano de Hyun Joong! ¡Dios Santo, él es el hermano de Hyun Joong!—

— ¿Qué?

—Él es el hermano, Yunho, el hermano de Yoochun. El hermano de Yoochun y Hyun Joong.

Yunho se dio vuelta, perplejo, mirando al muchacho que yacía enrollado en el suelo, el muchacho que él había estado a punto de violar. Su prometido.