Capítulo 2
Era ya muy tarde cuando Yunho se acercó al castillo de Jung.
Aunque todas sus propiedades les habían sido robadas por un rey codicioso,
aquellas murallas seguían siendo de la familia. Desde hacía más de
cuatrocientos años habitaba allí un Jung.
Con el paso de los siglos el castillo había sufrido ampliaciones,
refuerzos y remodelaciones, hasta que sus murallas, de cuatro metros de
anchura, llegaron a encerrar más de una hectárea. Dentro, la tierra se dividía
en dos partes: el baluarte exterior y el interior. El baluarte exterior
albergaba a los Sirvientes, a los caballeros de la guarnición y a los cientos
de personas y animales necesarios para mantener el castillo; además, protegía
el recinto interior, donde estaban las casas de los cuatro hermanos Jung y sus
servidores privados. Todo el conjunto ocupaba la cumbre de una colina y se
recostaba contra un río. En ochocientos metros a la redonda no se permitía el
crecimiento de ningún árbol; cualquier enemigo tenía que acercarse a campo
abierto.
Durante cuatro siglos, los Jung habían defendido esa fortaleza de
un rey avaricioso y de las guerras entre caballeros feudales. Yunho miró con
orgullo los altos muros que constituían su hogar, y condujo a su caballo hacia
el río.
Luego desmontó para llevarlo de la brida por el estrecho paso del
río. Aparte del enorme portón principal, esa era la única entrada. El portón
principal estaba cubierto por una reja terminada en picas, que se podía
levantar o bajar por medio de cuerdas. A esas horas, siendo ya de noche, los
guardias habrían tenido que despertar a cinco hombres para levantarla. Por lo
tanto, Yunho se encaminó hacia la estrecha puerta excusada. Unos cuatrocientos
metros de muralla de dos metros y medio de altura conducían a ella; arriba
caminaban varios guardias, paseándose durante toda la noche. Ningún hombre que
apreciara su vida se quedaba dormido estando de guardia.
El padre de Yunho había construido una fuerte y cómoda casa
solariega para sus cinco hijos, pero siempre dentro de las murallas del
castillo.
Una vez dentro de la fortificación, Yunho cayó en la cuenta de que
reinaba allí una gran actividad.
– ¿Qué ha pasado?–Preguntó al palafrenero que se hizo cargo de su
caballo.
–Los amos acaban de regresar de un incendio en la aldea.
– ¿Grave?
–No, señor. Sólo algunas casas de comerciantes. No hacía falta que
los amos se molestaran. –Y el muchacho se encogió de hombros, como para expresar
que no había modo de comprender a los nobles.
Yunho lo dejó para entrar en la casa solariega, construida contra
la antigua torre de piedra que ahora sólo se usaba como depósito. Los cuatro
hermanos varones preferían la comodidad de la gran casa. Varios de los
caballeros se estaban arrellanando para dormir. Yunho saludó a algunos mientras
subía apresuradamente la ancha escalera de roble, rumbo a sus propias
habitaciones del segundo piso.
–He aquí a nuestro caprichoso hermano–le saludó Taecyeon,
alegremente–. ¿Puedes creer, Changmin, que pasa las noches cabalgando por la
campiña, sin atender a sus responsabilidades? Si nosotros actuáramos a su
manera, media aldea se habría quemado hasta los cimientos.
Taecyeon era el tercero de los varones: el más bajo y fornido de
los cuatro, un hombre poderoso. Su aspecto habría sido formidable (y en el
campo de batalla lo era, por cierto), pero sus ojos estaban siempre danzando y
las mejillas se le llenaban de profundos hoyuelos.
Yunho miró a sus hermanos menores sin sonreír. Changmin, con las
ropas ennegrecidas por el hollín, llenó una copa de vino y se la ofreció.
– ¿Has recibido malas noticias?
Changmin era el menor, muchacho serio, de penetrantes ojos a los
que nada pasaba inadvertido. Rara vez se le veía sonreír.
Taecyeon se arrepintió de inmediato.
– ¿Ocurre algo malo?
Yunho tomó la copa y se hundió pesadamente en una silla de nogal
tallado, frente al fuego. La habitación en donde estaban era amplia; el suelo
de roble estaba cubierto en parte por alfombras. De las paredes pendían tapices
de lana con escenas de cacerías. El techo mostraba fuertes vigas arqueadas, tan
decorativas como prácticas; entre una y otra la superficie era de yeso. El
mobiliario oscuro, de intrincadas tallas, terminaba de darle un aspecto masculino.
En el extremo sur se veía una profunda ventana salediza, con asientos rojos.
Los tres hermanos vestían ropas sencillas y oscuras: camisas de
hilo, flojamente fruncidas en el cuello y ajustadas al cuerpo; largos chalecos
de lana que les llegaban hasta el muslo y una pesada chaqueta, corta y de
mangas largas. Las piernas quedaban expuestas desde el muslo, envueltas en
calzas de lana oscura que ceñían los gruesos músculos. Yunho calzaba botas
hasta la rodilla y lucía una espada a la cadera, con tahalí incrustado de
piedras preciosas.
Bebió largamente el vino y guardó silencio mientras Changmin
volvía a llenarle la copa. No podía compartir su desdicha amorosa, ni siquiera
con sus hermanos.
Como él no respondía, Changmin y Taecyeon intercambiaron una mirada.
Sabían adónde había ido el hermano mayor, y no les costaba adivinar qué noticia
le daba ese aire de fatalidad. Taecyeon, presentado cierta vez a Yoon Ji ante
la discreta insistencia de Yunho, veía en ella una frialdad que no le gustaba.
Pero para el embrujado muchacho ella era la mujer perfecta; Taecyeon, pese a
sus opiniones, sintió pena por él.
Changmin. No lo conmovía el menor rastro de amor por una mujer.
Para él eran todas iguales y servían al mismo propósito.
–Kim Tae Woong ha enviado hoy a otro mensajero–dijo,
interrumpiendo el silencio–. Creo que le preocupa la posibilidad de que su hijo
muera sin dejarle herederos.
– ¿Está enfermo?–Preguntó Taecyeon, que era el humanitario de la
familia; se preocupaba por cualquier yegua herida, por cualquier siervo
enfermo.
–No tengo noticias de que así sea–respondió el menor–Pero el
hombre está enloquecido por la pérdida de sus hijos y porque sólo le queda un
solo muchacho.
Dicen que castiga regularmente a su esposa por no haberle dado más
hijos varones.
Taecyeon frunció el ceño ante su copa de vino. No le gustaba que
se castigara a las mujeres.
– ¿Le darás respuesta?–Insistió Changmin, puesto que Yunho no
respondía.
–Que uno de ustedes lo tome por esposo–propuso Yunho–. Hagan que Han
Sun vuelva. O tú, Taecyeon; necesitas una esposa o esposo.
–Kim quiere sólo al hijo mayor–replicó Taecyeon, sonriendo–. De lo
contrario, me declararía más que dispuesto.
– ¿Por que tanta resistencia?–Objetó Changmin, enfadado–. Ya
tienes veintisiete años y necesitas casarte. Ese Kim Jaejoong es rico. Te
aportará el título de conde. Tal vez gracias a él los Kim comenzaremos a
recuperar lo que perdimos.
Yoon Ji estaba perdida. Cuanto antes lo aceptara, antes comenzaría
a curar. Yunho se decidió:
–Está bien. Acepto el casamiento.
De inmediato Taecyeon y Changmin exhalaron el aliento que estaban
conteniendo sin saberlo.
Changmin dejó su copa.
–Pedí al mensajero que pasara aquí la noche, con la esperanza de
poder darle tu respuesta.
Mientras el hermano menor abandonaba la sala, Taecyeon dejó que se
impusiera su sentido del humor.
–Dicen que no levanta sino esto del suelo–indicó, poniendo la mano
cerca de su cintura–y que tiene dientes de caballo. Por lo demás...
* * *
La vieja torre estaba llena de corrientes de aire; el viento
silbaba en las rendijas. El papel engrasado que cubría las ventanas no ayudaba
a evitar el frío.
Yoon Ji durmió cómodamente, desnuda bajo los cobertores de hilo
rellenos de plumón.
–Mi señora–susurró Sung–, él ha venido.
La joven se dio la vuelta, soñolienta.
– ¿Cómo te atreves a despertarme?–Dijo en feroz siseo– ¿Y a quién
te refieres?
–Al hombre de la casa Kim. Ha...
– ¡Kim!– Yoon Ji se incorporó, ya del todo despierta. –Tráeme una
bata y haz que venga a verme.
– ¿Aquí?– Sung se mostró horrorizada. –No, señora, no puede ser.
Alguien podría oíros.
–Sí–reconoció Yoon Ji, distraída–, el riesgo es demasiado grande.
Deja que me vista, y me reuniré con él bajo el olmo de la huerta.
– ¿De noche? Pero...
– ¡Ve! Dile que pronto estaré con él.
Yoon Ji se enfundó apresuradamente los brazos en una bata de
terciopelo carmesí, forrada con pieles de ardilla gris.
Después de atarse un ancho cinturón, deslizó los pies en suaves
zapatillas de cuero dorado.
Hacía casi un mes que no veía a Yunho ni tenía noticias suyas.
Pero, pocos días después de aquella cita en el bosque, había sabido que iba a
casarse con el heredero de Kim. Por todo el país se estaba anunciando un torneo
para celebrar las bodas. Todos los hombres importantes estaban recibiendo
invitaciones; todo caballero de cierta habilidad era instado a participar. Con
cada noticia, Yoon Ji sentía aumentar sus celos. ¡Cuánto le habría gustado
sentarse junto a un esposo como Yunho para presenciar un torneo organizado para
celebrar sus propios esponsales! Pero
su boda pasaría sin tales festejos.
Sin embargo, pese a los planes conocidos, nadie podía decirle una
palabra sobre el tal Kim Jaejoong. El muchacho era un nombre sin rostro ni
figura. Dos semanas antes, Yoon Ji había concebido la idea de contratar a un
espía para que hiciera averiguaciones sobre ese esquivo Jaejoong; quería saber
cómo era y con qué se veía obligada a competir. Sung tenía órdenes de
advertirla sobre la llegada de ese hombre, fuera la hora que fuese.
Corrió por el sendero de la huerta invadida por la hierba, con el
corazón palpitante. Ese tal Jaejoong tenía que ser un verdadero sapo. Era
preciso.
–Ah, señora mía–dijo el espía al verla–. Su belleza opaca el
fulgor de la luna.
Y le tomó la mano para besársela.
Ese hombre le daba asco, pero no conocía a otro que tuviera acceso
a la familia Kim. ¡Y se había visto forzada a pagarle un precio indignante! Era
un hombre furtivo y aceitoso, pero al menos hacía bien el amor. Quizá como
cualquiera.
– ¿Qué noticias tienes?–Preguntó, impaciente, mientras le retiraba
la mano–. ¿Lo has visto?
–No... De cerca no.
– ¿Lo has visto o no?–Interrogó Yoon Ji, mirándolo a los ojos.
–Si, lo he visto–respondió él con firmeza–, pero lo custodian
celosamente.
Quería complacer a esa bella rubia, y para eso debía ocultar la
verdad, obviamente. Sólo había visto a Kim Jaejoong desde lejos, mientras él se
alejaba a caballo de la casa solariega, rodeado de sus damas de compañía. Ni
siquiera estaba seguro de cuál, entre todas aquellas siluetas abrigadas,
correspondía al heredero.
– ¿Por qué lo custodian tanto? ¿Acaso no tiene la mente sana,
puesto que no lo dejan moverse en libertad?
De pronto, el hombre tuvo miedo de aquella mujer, que lo
interrogaba con tanta agudeza. Había poder en aquellos fríos ojos.
–Corren rumores, ciertamente. Sólo se deja ver por sus doncellas y
su madre. Ha pasado la vida entera entre ellas, preparándose para el convento.
– ¿El convento?– Yoon Ji comenzaba a tranquilizarse.
Era bien sabido por todos que, cuando una familia adinerada tenía
una hija o hijo deforme o retardado, se le otorgaba al pobre una pensión y se
le entregaba al cuidado de las monjas.
– ¿Piensas, por ventura, que es débil mental o que padece alguna
malformación?
– ¿Por qué otro motivo se le mantendría tan oculto, señora? Kim
Tae Wong es hombre duro. Su esposa aún renquea desde que él la arrojó escaleras
abajo. No querrá que el mundo vea a un hijo monstruoso.
–Pero no estás seguro de que esa sea la razón de su encierro.
Él sonrió. Se sentía más a salvo.
– ¿Qué otro motivo podría haber? Sí el muchacho estuviera sano,
¿por qué no mostrarlo al mundo? ¿No lo habría ofrecido en matrimonio antes de
verse obligado a ello por la muerte de sus hijos? ¿Qué hombre dedicaría a su
único hijo a la Iglesia? Eso sólo se lo permiten las familias que tienen muchos
hijos.
Yoon Ji contempló la noche en silencio. El hombre fue cobrando
audacia. Se acercó un poco más, le cubrió una mano con los dedos y le susurró
al oído:
–No tiene motivo alguno para sentir miedo, señora. No habrá bello
novio que aleje a Lord Yunho de usted.
Sólo la brusca respiración de Yoon Ji dio señales de que ella
hubiera escuchado esas palabras. ¿Acaso hasta el último de los plebeyos sabia
de sus relaciones con Yunho? Con toda la habilidad de una gran actriz, se
volvió para sonreírle.
–Has hecho un buen trabajo y serás... debidamente recompensado.
No quedaba duda alguna sobre el significado de sus palabras. El se
inclinó para besarla en el cuello. Yoon Ji se apartó, disimulando su
repugnancia.
–No, esta noche no–susurró en tono íntimo–. Mañana. Se dispondrá
todo para que podamos pasar más tiempo juntos. –Deslizó una mano bajo el
tabardo, a lo largo del muslo, y sonrió seductoramente al ver que él quedaba sin
aliento. –Tengo que irme–agregó con aparente renuencia.
Pero cuando dio la espalda a su espía, no quedaron en su cara
rastros de la sonrisa. Tenía una diligencia más que cumplir antes de volver a
la cama. El palafrenero la ayudaría de buen grado. No debía permitir que hombre
alguno hablara libremente de sus relaciones con Yunho... y el que lo hiciera
pagaría caro sus palabras.
–Buenos días, padre–saludó Yoon Ji alegremente, mientras se
inclinaba para rozar con los labios la mejilla de aquel viejo sucio y
contrahecho.
Estaban en el primer piso de la torre, que constituía una sola
estancia abierta. Era el gran salón, utilizado para comer, para que durmieran
los Sirvientes del castillo y para todas las actividades cotidianas. La
muchacha reparó en la copa de su padre, que estaba vacía.
– ¡Eh, tú!–Dijo ásperamente a un Sirviente que pasaba–Trae más
cerveza para mi padre.
El hombre tomó la mano de su hija entre las suyas y la miró con
gratitud.
–Eres la única que se interesa por mí, mi encantadora Yoon Ji. Todas
las otras, tu madre y tus hermanas, tratan de impedirme que beba. Pero tú sabes
que eso me reconforta.
Ella se apartó, disimulando la sensación que le provocaba aquel
contacto.
–Desde luego, querido padre. Y es porque sólo yo te amo.
Y le sonrió con dulzura.
Después de tantos años, el hombre aún se maravillaba de que él y
su fea mujercita hubieran podido dar vida a una niña tan encantadora. La belleza
de Yoon Ji formaba un notable contraste. Y cuando las otras lo regañaban y le
ocultaban el licor, Yoon Ji le alcanzaba subrepticiamente una botella. Era
cierto: lo amaba, sí. Y él también la amaba. ¿Acaso no le daba para ropas las
pocas monedas que hubiera? Su encantadora Yoon Ji vestía de seda, mientras que
sus hermanas usaban telas caseras. Habría hecho por ella cualquier cosa. ¿Por
ventura no negaba su mano a Jung Yunho, siguiendo las indicaciones de Yoon Ji?
Por su parte, no lograba comprender que una muchacha no quisiera
casarse con un hombre fuerte y rico como Yunho.
Pero Yoon Ji tenía razón. El hombre tomó la copa rebosante y la
bebió. Yoon Ji tenía razón, sí; ahora iba a casarse con un conde. Claro que Kwang
Gyu no se parecía en nada a los apuestos Jung, pero Yoon Ji siempre sabía lo
que era mejor.
–Padre–dijo ella, sonriendo–, necesito pedirte un favor.
Él bebió la tercera copa de cerveza. A veces no era fácil
satisfacer las peticiones de su hija. Trató de cambiar de tema.
– ¿Sabes que anoche un hombre cayó desde el muro? Un desconocido.
Al parecer, nadie sabe de dónde vino.
Cambió la expresión de la joven. Ahora el espía no podría revelar
sus relaciones con Yunho ni su interés por saber del heredero Kim. Se apresuró
a descartar la idea; la muerte de aquel hombre no tenía la menor importancia
para ella.
–Quiero asistir a la boda de Yunho con el Kim.
– ¿Quieres una invitación a la boda del hijo de un conde?–Se
extrañó su padre.
–Sí.
– ¡Es que no puedo! ¿Qué pretendes de mí?
Esta vez Yoon Ji despidió al Sirviente y llenó la copa de su padre
con sus propias manos.
–Tengo un plan–dijo de inmediato, con su sonrisa más dulce.
* * *
El fuego ascendía por el muro de piedra y devoraba la planta alta
de la tienda, construida en madera. El aire estaba denso de humo; los hombres y
las mujeres que formaban cola para pasar los cántaros de agua ya estaban
negros. Sólo ojos y dientes se mantenían blancos.
Yunho, desnudo de la cintura hacia arriba, usaba enérgicamente el
hacha de mango largo para destruir la tienda vecina de la incendiada. El vigor
con que trabajaba no permitía sospechar que llevaba dos días completos
esforzándose de ese modo.
La ciudad en donde ardía el edificio (y donde había otros tres
reducidos a cenizas) le pertenecía. La circundaban murallas de tres metros y
medio, que descendían por la colina desde el gran castillo Jung. Sus impuestos
constituían el ingreso de los hermanos; a cambio, los caballeros protegían y
defendían a sus habitantes.
– ¡Yunho!–Aulló Taecyeon por encima del rugir de las llamas.
También estaba sucio de humo y sudor–. ¡Baja de ahí! ¡El fuego está demasiado
cerca!
Yunho pasó por alto la advertencia de su hermano. Ni siquiera miró
la pared incendiada que amenazaba caer sobre él. Sus hachazos se tornaron más
vigorosos, mientras luchaba por dar la vuelta a la madera seca que recubría el
muro de piedra, para que el hombre que esperaba abajo pudiera empaparla de
agua.
Taecyeon sabía que era inútil seguir gritando. Hizo una señal
cansada a los exhaustos hombres que lo acompañaban para que continuaran arrancando
la madera de la pared. Estaba ya agotado, aunque había dormido cuatro horas:
cuatro más que Yunho. Sabía por experiencia que, mientras un centímetro
cuadrado de la propiedad de Yunho estuviera en peligro, su hermano no dormiría
ni se permitiría descansar.
Permaneció abajo, conteniendo el aliento, mientras Yunho trabajaba
junto a la pared en llamas. Se derrumbaría en cualquier momento. Sólo cabía
esperar que acabara pronto con su tarea y descendiera la escalerilla hasta un
lugar seguro. Taecyeon murmuró todos los juramentos que conocía, en tanto su
hermano coqueteaba con la muerte. Mercaderes y siervos ahogaron una exclamación
al ver que el muro ígneo se tambaleaba. Taecyeon habría querido bajar a Yunho
por la fuerza, pero sabía que sus fuerzas no superaban a las de su hermano
mayor.
De pronto, los maderos cayeron dentro de los muros de piedra.
Inmediatamente Yunho se lanzó por la escalerilla. Apenas tocó tierra, su
hermano se arrojó contra él para derribarlo, poniéndolo lejos de la cortina de
fuego.
– ¡Maldito seas, Taecyeon!–Aulló Yunho junto al oído de Taecyeon,
aplastado por su peso–. ¡Me estás asfixiando! ¡Apártate!
El otro estaba demasiado habituado a sus reacciones como para
ofenderse. Se levantó con lentitud; le dolían los músculos por el trabajo
realizado en esos últimos días.
– ¿Así me agradeces que te haya salvado la vida? ¿Por qué demonios
te has entretenido tanto tiempo allí arriba? En pocos segundos más te habrías
asado.
Yunho se incorporó con prontitud y volvió la cara ennegrecida
hacia el edificio que acababa de abandonar. El incendio ya estaba contenido
dentro de los muros de piedra y no pasaría a la construcción vecina. Seguro ya
de que los edificios estaban a salvo, se volvió hacia su hermano.
– ¿Y qué podía hacer? ¿Dejar que se incendiara todo?–Preguntó,
flexionando el hombro; lo tenía desarrollado y cubierto de sangre, allí donde Taecyeon
lo había hecho rodar por entre escombros y grava–. O bien detenía el incendio,
o bien me quedaba sin ciudad.
Los ojos de Taecyeon despedían chispas.
–Pues yo preferiría perder cien edificios y no a ti.
Yunho sonrió, haciendo brillar sus dientes blancos y parejos
contra la negrura de la cara sucia.
–Gracias–dijo serenamente–, pero creo que yo prefiero perder un
poco de piel y no otro edificio.
Volvió la espalda a su hermano y fue a dirigir la actividad de
otros hombres, que estaban empapando de agua los edificios contiguos al
derribado.
Taecyeon se encogió de hombros y optó por alejarse. Yunho era el
amo de las fincas familiares desde los dieciséis años y se tomaba muy en serio
la responsabilidad. Lo suyo era suyo, y combatiría a muerte por conservarlo.
Sin embargo, hasta el siervo más indigno y el peor de los ladrones recibían de
él un trato justo mientras residieran en la propiedad Jung.
Yunho volvió a la casa solariega ya avanzada la noche.
Se encaminó hacia el salón de invierno, un cuarto contiguo a la
gran estancia que servía como comedor familiar. El suelo estaba cubierto de
gruesas alfombras de Antioquía. Aquel cuarto era un agregado reciente,
recubierto por un nuevo tipo de tallas realizadas en nogal que parecían la
ondulación de una tela. Un extremo estaba ocupado por una chimenea enorme. En
la repisa de piedra lucían los leopardos heráldicos de la familia Jung.
Taecyeon ya estaba allí, limpio y vestido de lana negra; ante sí
tenía una enorme bandeja de plata, cargada de cerdo asado, trozos de pan
caliente, manzanas y melocotones secos. Pensaba comer hasta la última migaja.
Con un gruñido gutural, señaló una gran tina de madera, llena de agua humeante,
que habían instalado ante la gran hoguera.
La fatiga estaba venciendo a Yunho, que se quitó las calzas y las
botas para deslizarse en la tina. El agua causó un desagradable efecto en sus
ampollas y sus desolladuras recientes. Una joven criada salió de entre las
sombras para lavarle la espalda.
– ¿Dónde está Changmin? – Preguntó Taecyeon, entre un bocado y
otro.
–Lo envié a casa de Kim cuando me recordó que hoy debía efectuarse
el compromiso. Ha ido en representación mía.
Yunho se inclinó hacia adelante, dejando que la muchacha lo
lavara. No miraba a su hermano. Taecyeon estuvo a punto de atragantarse con el
cerdo.
– ¿Qué has hecho?
Yunho levantó la vista, sorprendido;
–Envié a Changmin como representante para el compromiso con el
heredero de Kim.
– ¡Por Dios, hombre! ¿No tienes un poco de sentido común? ¿No
puedes enviar a otra persona, como si fueras a comprar una yegua de primera
clase? ¡Se trata de una persona!
Yunho miró fijamente a su hermano. La luz del fuego destacó los
profundos huecos de sus mejillas, mientras él apretaba los dientes.
–Sé perfectamente que se trata de una persona. De lo contrario no
se me obligaría a casarme con él.
– ¿Que se te obliga?
Taecyeon se echó atrás en la silla, incrédulo. En verdad, los tres
hermanos menores habían viajado libremente por el país, visitando castillos y
mansiones solariegas, mientras Yunho permanecía encadenado a los registros
contables. Tenía veintisiete años y hacía once que apenas abandonaba su
heredad, excepto por el alzamiento. Ignoraba que sus hermanos disculpaban con
frecuencia lo que tomaban por ignorancia, puesto que el primogénito no había
tratado más amantes que las vulgares.
–Yunho–comenzó otra vez con paciencia–, Kim Jaejoong es hijo de un
conde. Se le ha enseñado a esperar ciertas cosas de ti, tales como cortesía y
respeto. Deberías haber ido en persona a decirle que deseas casarte con él.
Yunho estiró el brazo para que la criada le pasara el paño
enjabonado. La pechera empapada de la muchacha se adhería a sus pechos llenos.
Él la miró a los ojos y le sonrió, sintiendo los primeros impulsos del deseo.
Después volvió los ojos a Taecyeon.
–Es que no quiero casarme con él. No ha de ser tan ignorante como
para pensar que me caso con él por algo más que sus tierras.
– ¡No puedes decirle eso! Debes hacerle la corte y...
Yunho se puso de pie en la bañera. La muchacha se subió a un
banquillo y le echó agua caliente en la cabeza para enjuagarlo.
–Será mío –dijo
secamente–Hará lo que yo le diga. He visto a demasiados de su alcurnia y sé
cómo son. Pasan la vida sentados en sus habitaciones, cosiendo y chismorreando;
comen frutas almibaradas y engordan. Son perezosos y estúpidos; tienen todo
cuanto desean. Sé cómo tratar a esas personas. Hace una semana mandé traer algunos
tapices; escenas tontas, como nínfulas correteando por los bosques, para que no
lo asusten las escenas de guerra. Las colgaré en sus habitaciones; después
pondré a su disposición todos los hilos de seda y las agujas de plata que pueda
necesitar. Y estará satisfecho.
Taecyeon permaneció en silencio, pensando en las mujeres y hombres
a los que había conocido durante sus viajes. La mayoría de ellos respondían a
la descripción de Yunho, pero también los había de fogosa inteligencia, que
eran casi como compañeros de sus esposos.
– ¿Y si desea intervenir en las cuestiones de la finca?
Yunho salió de la tina y tomó la suave toalla de algodón que le
entregaba la criada.
–No se entrometerá en lo que es mío. Hará lo que yo le diga o
tendrá que lamentarlo.
Wowwwwwwwww!!1 soy la primera en comentar, que emoción aunque debo decirte que 100pre me daba mis vueltas por el blog para ver si habia actualizacion :).
ResponderEliminarNo puede ser ya me quede con las ganas de seguir leyendo sin parar pero sé que debo esperar pacientemente :).
Me quede sin palabras que gran comienzo estoy muy ansiosa por saber como sera su primer encuentro aunque a mi parecer este Yunho se esta portando como un desconsiderado que ni siquiera fue a dar sus respetos a Jae por su compromiso, no me quiero imaginar como lo va a tratar cuando se casen.
Ojala que no sea muy cruel con él por que Jae no es nada de lo que el dijo sino todo lo contrario, pero al parecer su relacion va a ser conflictiva y para colmo esta esa tipa que solo piensa en sus ambiciones y no ama de verdad a Yunho T_T.
Creo que Jae va a sufrir mucho por el desamor de Yunho solo espero que al final puedan amarse y comprenderse como la verdadera pareja que son :).
Gracias unnie por actulizar estaba esperando con ansias poder leer tus historias, imagino que debes estar muy ocupada para actualizar pero no te preocupes aqui estaremos para ser pacientes ya que con unas adaptaciones como estas quien no esperaría :), bye.
P.D: Unnie yo estaba comentando en tu otro blog con el nick de Lourdes YJ pero al acceder a tu nuevo blog privado me lo cambie a Lourdes Mota (sobrenombre que mis amigas me han puesto :)) pero en realidad no me gusta nada como nick asi que volvere a comentar como Lourdes YJ que creo que es mi nick caracteritico jajajaj, ya lo sabes unnie si ves mis comentarios con Lourdes Mota ahora los colocaré como Lourdes YJ siii. No te olvides y me vayas a sacar de tu blog :) Ahora a leer las siguientes actualizaciones.
woooo maldito yunho ojala se lleve una buena sorpresa cuando conozca a JJ xD ojala no sea un sumiso y lo ponga en su lugar bn merecido lo vaa tener asdasda
ResponderEliminargracias x la actu espero el sig con ansias :)
Me gustaría meterme en la historia y cachetear a Yunho, se nota que va hacer sufrir a Jae y eso es lo que menos quiero T.T, pero bueno como lo dije en un principio lo leere de inicio a fin <3
ResponderEliminarcreo que se quedara con las ganas de manipularlo pues jae no creo que se deje y el que terminara asiendo lo que el quiera sera yunho casi lo puedo ver pues nomas conocerlo se olvidará hasta de como se llama es que ha yunho le gusta la belleza y jae es bello le gusta la perfección y jae es perfecto y le gusta mandar y que le obedezcan pues ha jae no le gusta que le impongan nada y creo que habrá que ver quien domina a quien y casi puedo asegurar que sera jae el que mande y yunho el obediente XD creo
ResponderEliminarㄱㄱ YunHo malo!!!!
ResponderEliminarpero espero que se te pase todo al ver a Jaejoong...como se le ocurre enviar a Changmin en su reemplazo???? se nota que esta cegado por la p.... esa ㄱㄱ
"Será mío y tendrá que hacer lo que yo quiero"
será verdad????? o.O
Holis♥
ResponderEliminarAnte todo lo primero agradecerte por a verme aceptado en tu blog privado muchísimas gracias :)
bueno a comentar el capitulo me pareció muy bueno ojala yunho se arrepienta de todo lo que esta haciendo a jae y mas juzgarlo sin conocerlo, todo por la maldita bruja que no mas quiere su dinero y no ama a yunho ojala se de cuenta y la deje yo se que jae lo va a dejar impresionado por su belleza y ojala le quite el encanto que parece que la chica lo a hechizado por que no mas no entiendo su comportamiento de tonto ; ni siquiera le dio su respeto ya que son comprometidos y también como se le ocurre mandar en su reemplazo a chagmin se nota que esa chica lo tiene mas tonto que nunca ...bueno sin mas que escribir me despido por que si no voy a seguir despotricando mi cólera contra yunni pero también se que al final van a terminar felices pero hasta que eso suceda yo la veo muy verde pero bueno me despido y de nuevo gracias por aceptarme en tu blog y esperare con ansias tus actualizaciones bye :)
ah yunho,yunho tan cruel tú sin conocer a jaejoong espero y te lleves una gran sorpresa cuando lo conozcas y veas como es, que es diferente a todo lo que pensaste y que caigas antes sus naturales encantos y te enamores de él, ya quiero ver eso y espero sea así con un final feliz que ambos estén juntos, se nota que pasaran por varias dificultades pero espero las superen como se debe, por fas actualiza pronto este fic esta cardíaco, ya quiero que ambos se conozcan y ver que pasa, gracias por actualizar :)
ResponderEliminaryunho no quier conocer a jae y piensa que el como una persoa que se quedara en su habitacion cociendo y ara lo que diga jajajajaj cuando se de cuenta que jae tiene educacion y sabe leer y organizar las cosas del castillo y lo hermoso que es , a estera un nuevo capi . a si gracias
ResponderEliminarCreo que este fic es el que me a dejado mas expectante, espero que luego puedas subir un nuevo capitulo *w*
ResponderEliminarYunho y su amante se caeran al ver lo lindo que es Jaejoong <3
Gracias ^^
ay Yunho, eso de no ir tu compromiso ya es mucho.
ResponderEliminarnadie conoce a Jae, y se llevará una sorpresa cuando lo vean y más el novio renuente. jajaj.
gracias
Por lo que viene lo que espero es que Jae no sufra tanto por Yunho eso es todo lo que pido-
ResponderEliminarA tenido un mal padre para su infancia espero que almenos tenga un buen marido para su futuro
Ese Yunho es un malhumorado ¬¬! ya me imagino al pobre de jaejoong aguantándolo o Jaejoong también le dará la batalla en discusiones ... esto se pone interesante ^^
ResponderEliminarEsa Yoon Ji es una z...a!!! Como pudo Yunho enamorarse de una mujer asi ? Yunho tonto!! Ademas el concepto preconcebido que tiene de Jae no tiene nada que ver con la realidad Jae tiene mas personalidad de lo que el piensa ... va querer que Jae sea un mueble mas de su casa... Yunho malo!!!
ResponderEliminarVuelvo a decirlo...Yunho rs un bruto salvaje en esta historia y se q hara sufrir a mi Jae...pero espero q Jae lo haga sufrir despues para merecer su perdón
ResponderEliminarHay Yunho me hace hervir la sangre, es tan bobo...
ResponderEliminarEn fin ¡ya quiero que el yunjae se conozca! Estoy ansiosa por ese momento.
¡gracias por compartir!
Se lee interesante me intriga cuando conozca Jae y me asusta que ara su brutal amante, presiento que mi ángel va a sufrir....gracias
ResponderEliminarEs una verdadera arpia la amantes de Yunho, en verdad que esta ciego Yunho, y para mi que no era virgen cuando se entregó a él, de seguro se puso sangre para que el otro lo creyera, es una prostipirugolfa esa amantes de Yunho.
ResponderEliminarUna verdadera sorpresa se llevarán todos cuando conozcan a Jae, sobre todo Yunho, lo malo es que esta supuestamente enamorado de esa tipa.
Gracias!!! 💗💕💞