CAPÍTULO 5
Cuando un apartamento
quedaba disponible, nunca permanecía vacío mucho tiempo aunque su precio fuese
de millones. Daba igual que sólo tuviera setenta metros cuadrados —las
dimensiones del apartamento que le habían adjudicado a mi jefe, que me encantaba
porque me parecía de lo más acogedor— o ciento cincuenta, porque siempre
disponías de las mejores vistas. También contabas con los beneficios
adicionales de tener un conserje y un servicio de tintorería disponible las
veinticuatro horas del día, cocinas de diseño abarrotadas de cuarzo y granito,
apliques en cristal de Murano, cuartos de baño con suelos de mármol travertino
y bañeras dignas de un patricio romano, armarios tan grandes que habrías podido
aparcar un coche dentro de ellos, y la tarjeta de miembro del club para
residentes ubicado en el sexto piso, que ofrecía una piscina de dimensiones
olímpicas, un gimnasio y tu propio preparador personal.
Pese a todos aquellos
servicios, Yoochun y Junsu se habían mudado. Junsu les tenía un poco de manía a
los rascacielos, y ambos pensaban que Chul y Junho necesitaban vivir en una casa
con jardín. Ya eran propietarios de un rancho, pero quedaba demasiado lejos de
la ciudad y de las oficinas de Yoochun para que pudieran utilizarlo como residencia
principal. Así que se buscaron un terreno en la urbanización y se hicieron construir
una casita familiar al estilo europeo.
Apenas un apartamento
quedaba vacío, nuestra agente inmobiliaria, Na Ri, empezaba a enseñárselo a los
posibles interesados. Pero antes de que esas personas pudieran ver una vivienda
en el edificio, Na Ri tenía que haber obtenido una referencia de algún banco o bufete
legal para asegurarse de que eran gente normal. «Te asombraría —me había
contado— la cantidad de chalados que se mueren por echarle una miradita a un
apartamento de lujo.» También me reveló que alrededor de una tercera
parte de nuestros residentes habían pagado sus apartamentos en efectivo, al
menos la mitad de ellos eran altos ejecutivos, y casi tres cuartas partes eran
lo que Na Ri consideraba «nuevos ricos».
Una semana después de
que un mensajero llevara la chaqueta de Yunho a su oficina tras pasar por el
servicio de tintorería, recibí una llamada de Na Ri.
Parecía tensa y un
poco alterada.
—Jae, hoy no puedo ir
a trabajar. Mi padre ha tenido dolores en el pecho este fin de semana, y ahora
está en el hospital y le están haciendo pruebas.
—Oh, lo lamento. ¿Hay
algo que pueda hacer?
—Sí —gimió——. ¿Me
harías el favor de decírselo a Moo Kyul por mí? De verdad que me sabe fatal. Él
dejó claro que debíamos avisar con veinticuatro horas de antelación para
tomarnos un día libre.
—Moo Kyul no está —le
recordé—. Se tomó un fin de semana largo, ¿te acuerdas? —Por lo que sabía, Moo
Kyul estaba teniendo una aventura a larga distancia con un hombre, e iba a visitarlo
al menos una vez al mes. Se tenía muy callado su nombre y su profesión, pero a
mí me había dado a entender que era alguien muy rico y poderoso, y que estaba
colado por él, naturalmente.
Con quién estuviera
saliendo Moo Kyul era algo que no podía importarme menos, pero traté de parecer
adecuadamente impresionado para que no se sintiera ofendido. Moo Kyul parecía
esperar de mí que encontrara fascinantes todos los detalles de su existencia,
sin importar lo prosaicos que pudieran ser. A veces repetía las mismas
historias, como la de que había pasado un buen rato atrapado en un atasco de
tráfico, o que su masajista le había dicho que estaba en muy buena forma, dos o
tres veces, incluso cuando yo le recordaba que ya me las había contado. Estaba
seguro de que era algo deliberado por su parte, aunque no podía imaginar el
motivo, o por qué yo parecía ser la única persona del trabajo a la cual
martirizaba.
— ¿Algo más, Na Ri?
—pregunté.
—Te quedaría muy
agradecida si pudieras ir a mi ordenador e imprimir el último plan de marketing
para el señor Kim. Hoy va a pasarse por ahí, y tendría que echarle un vistazo.
—Me aseguraré de que
le llegue —dije.
—Y una cosa más... Un
tío irá ahí a las nueve para echarle una mirada al apartamento. ¿Podrías
enseñárselo por mí? Dile que siento no haber podido acudir a la cita, y que
estaré disponible por móvil para responder a cualquier pregunta.
—Claro. ¿Está
cualificado?
—Tanto que me dan
mareos sólo de estar en la misma habitación que él. —Un suspiro teatral—.
Soltero y forrado. ¡Maldita sea! Con las ganas que tenía yo de encargarme de
esa visita... Lo único que me consuela es saber que Moo Kyul tampoco podrá
verlo.
Me reí.
—Gracias. Y no te
olvides de darle el número de mi móvil.
—Entendido.
Mientras rumiaba la
frase «soltero y forrado», un
escalofrío raro me bajó por la espalda, y de alguna manera... lo supe. Supe
quién era el señor Soltero-y-Forrado, y me pregunté qué demonios podía estar
tramando.
—Na Ri —pregunté con
recelo—, ¿cómo se…?
—Tengo una llamada en
espera —dijo ella—. Es papá... Lo siento, pero he de colgar.
Volví a dejar el
teléfono en su sitio. Fui al ordenador de Na Ri, y estaba acabando de imprimir
su plan de marketing cuando el Conserje, habló por el intercomunicador.
—Na Ri, el señor Jung
está en el vestíbulo.
Cuando mi sospecha
quedó confirmada, por un momento me faltó la respiración. Sentí aturdimiento,
preocupación y una extraña diversión, todo al mismo tiempo.
—Na Ri no ha venido —
dije con una voz que me costó reconocer como la mía—. Dile al señor Jung que Kim
Jaejoong se encargará de enseñarle el apartamento. Enseguida bajo.
—Muy bien.
Efectué un rápido y
discreto repaso en el espejito de mano, me puse un poco de bálsamo labial y me
aparté el flequillo de la frente. Llevaba unos pantalones de lana marrón oscuro
y un suéter con escote en pico a juego con los pantalones. Ese día había
decidido ponerme unos zapatos de salón para estar cómodo en el trabajo. Si
hubiera sabido que iba a ver a Jung Yunho, unos zapatos más altos para reducir
un poco su ventaja en estatura.
Miré el expediente
que Na Ri había preparado sobre Yunho y leí el informe de precualificación, y
el expediente casi se me cayó de las manos en cuanto vi las cifras. Cuando
Yunho había dicho que su compañía estaba yendo «bien», se había olvidado de mencionar que iba camino de hacerse
asquerosamente rico. Esa propiedad de la que estaban obteniendo «unos resultados bastante buenos» debía
de haber sido todo un hallazgo. De marca mayor.
Jung Yunho iba a
convertirse en todo un magnate del petróleo. Yo no era la persona más adecuada
para echárselo en cara, naturalmente. Mi padre estaba muy vinculado con la
industria petrolera. E incluso mi hermano mayor, con su compañía de energías
alternativas, no había eliminado por completo los combustibles fósiles de su
repertorio de actividades. Con un suspiro, cerré el expediente y cogí el
ascensor para bajar al vestíbulo residencial.
Yunho estaba sentado
en un sillón de cuero negro cerca del escritorio del conserje, hablando con él.
Nada más verme se levantó del sillón, y el corazón empezó a latirme tan fuerte
que sentí que se me iba un poco la cabeza.
—Señor Jung.
—Hola, Kim.
Un enérgico e
impersonal apretón de manos, y nos quedamos de pie el uno frente al otro. Habríamos
podido ser dos perfectos desconocidos. Pero había un destello en sus ojos que
trajo un nuevo calor a mi piel.
—Lamento que Na Ri no
esté disponible esta mañana —dije.
—Yo no —repuso él, al
tiempo que me daba un rápido repaso—. Gracias por devolverme la chaqueta. No
hacía falta que la mandara a la tintorería.
Eso atrajo la
atención del conserje. Giró la cabeza hacia nosotros y sus ojos fueron del uno
al otro con un nada discreto interés.
—Me temo que lo único
que podré hacer —le dije a Yunho con mi mejor tono de eficiencia profesional—
será acompañarlo en un recorrido inicial para que pueda hacerse una idea del apartamento.
No soy agente de leasing, así que Na Ri es la que responderá a sus preguntas.
—Estoy seguro de que
usted será capaz de responder a cualquier pregunta por mi parte.
Nos dirigimos hacia
el ascensor, y un par de mujeres salieron de él, una bastante mayor, la otra
más o menos de mi edad. Parecían una madre y una hija que van de compras.
Cuando entré en el ascensor y me giré de cara a la puerta, vi que ambas volvían
la cabeza para echarle una buena mirada a Yunho.
Tuve que reconocer
que los vaqueros le sentaban de muerte. La pana vieja se le ceñía a las caderas,
y reseguía las largas líneas de aquellos músculos notables que tenía en los
muslos. Y aunque me aseguré de no comprobar qué aspecto tenía visto desde
atrás, mi visión periférica se lo estaba pasando en grande.
Pulsé el botón del
decimoctavo. Mientras el ascensor subía con silenciosa celeridad, Yunho y yo
ocupamos rincones separados.
Él me estudió con
franco interés. El suéter de cachemir azul que llevaba ceñía suavemente las duras
líneas de su torso.
—Le agradezco que me
dedique una parte de su tiempo, Kim.
Él pronunciaba «Kim» con un toque de respeto exagerado
que rayaba en la burla.
—Puede llamarme Jaejoong
—murmuré.
—Jaejoong —repitió.
Oír mi nombre pronunciado por aquella voz que era como alquitrán derretido me
hizo sentir una punzada de nervioso placer.
— ¿Qué está haciendo
aquí? — Repuse con bastante sequedad—. ¿Realmente está interesado en ese
apartamento?
— ¿Por qué no iba a
estarlo?
—Vi su dirección en
el impreso de precualificación. Ahora mismo está viviendo en en buen lugar. No
veo por qué querría mudarse de ahí hasta aquí.
—Ese sitio sólo lo
arriendo —respondió sin inmutarse—. No lo he comprado. Y me gusta más esta
zona.
Entorné los ojos.
—Supongo que sabrá
quiénes vivieron en este apartamento hasta hace poco, ¿no?
—Su hermano y su
cuñado. ¿Y qué?
—Que se me hace un
poco raro que quiera vivir en el antiguo hogar de Yoochun y Junsu.
—Si tiene disponible
algún otro apartamento, también le echaré una mirada.
Salimos del ascensor
a los pasillos, todos serenos en sus distintos tonos cremas y grises. Me volví
hacia Yunho, y el aire casi crepitó con la mirada retadora que le lancé.
—Este lugar no es
mucho mejor que donde vive —dije—. De hecho, en términos de lo que obtienes a
cambio de lo que pagas, probablemente haría mejor quedándose donde está.
Yunho enarcó una ceja
y me miró como si aquello le hiciera gracia.
— ¿Está intentando
aplicar alguna nueva táctica de ventas conmigo?
—No. Me estoy
preguntando cuál es su motivo oculto.
— ¿Cuál diría usted
que es?
Clavé la mirada en el
café insondable de aquellos ojos.
—Creo que no puede
olvidar a mi cuñado. — La sonrisa de Yunho huyó de sus labios.
—Está usted muy
equivocado. Su cuñado y yo ni siquiera llegamos a acostarnos. Le deseo lo mejor
del mundo a Junsu, pero le aseguro que no sueño con él. —Se me acercó un poco
más, sin llegar a tocarme, pero sentí como si fuera a… Bueno, no habría sabido
decir a qué. Un escalofrío me bajó por la espalda—. Así que mejor lo intenta
otra vez —dijo——. Si realmente quiere mantenerme alejado de este edificio,
tendrá que encontrar una buena razón.
Retrocedí un poco y
tragué aire con un jadeo entrecortado.
—Usted siempre anda
buscando problemas —dije—. Eso es una buena razón.
Él volvió a sonreír.
—Aprendí a dejar de
buscarlos en cuanto hube cumplido los veinte.
—Tiene cara de que
todavía le gusta armarla de vez en cuando.
—No. Me he vuelto de
lo más manso.
Por un instante pude
ver cómo debía de haber sido cuando hacía travesuras en el colegio, y me lo
imaginé intentando convencer a su profesor de que era inocente. Y su sinuoso
encanto era tan irresistible que tuve que girar la cabeza para ocultar la
sonrisa que acudió a mis labios.
—Seguro que sí —dije
mientras lo acompañaba hacia el apartamento.
Me detuve ante la
puerta y empecé a teclear números en la cerradura de combinación. Era intensamente
consciente de la presencia de Yunho junto a mí. Ahí estaba ese olor otra vez,
tan omnipresente que hacía que me costara pensar con claridad.
Apreté el último botón,
apenas consciente de lo que hacía. Aunque había utilizado aquel teclado mil
veces durante el tiempo que había vivido allí con Yoochun y Junsu, debí de
darle a un número equivocado, porque en lugar de abrirse con un suave
chasquido, la cerradura emitió unos pitidos.
—Lo siento —dije con
un hilo de voz, tratando de mirar cualquier cosa que no fuera Jung Yunho —. He
apretado los botones que no debía. Cuando ocurre eso, la cerradura tarda unos segundos
en borrar los datos erróneos y reiniciarse. Puede cambiar la combinación
poniendo cualquier número que…
—Jaejoong —musitó él.
Me agarré al pomo
como si me fuera la vida en ello. Luego tuve que carraspear antes de que me
fuera posible emitir un sonido.
— ¿Qué?
— ¿Por qué lo pongo
tan nervioso? —Su voz era muy suave, y la sentí llegar hasta una parte de mí
que todavía estaba en carne viva. Una sonrisa burlona aleteó en sus labios—.
¿Teme que intente propasarme con usted?
No pude responder. «No
aguanto más», pensé con desesperación. Una oleada de calor fluyó por mi
cuerpo, otra capa de color superponiéndose a la primera. El corazón me latía
tan fuerte que me dolía. Lo único que pude hacer fue mirar a Yunho sin
pestañear, la espalda pegada a la puerta mientras él se inclinaba sobre mí. Se
acercó un poco más, impartiendo gradualmente la presión de su cuerpo hasta que
sentí el contacto de sus duros músculos en varios sitios a la vez. Cerré los
ojos, avergonzado por la rapidez con que me había puesto a jadear.
—Entonces acabemos de
una vez —murmuró—, y así podrá dejar de preocuparse.
Su oscura cabeza se
inclinó y acercó su boca a la mía. Yo alcé los puños, los brazos tensos sobre
el pecho en una rígida barricada. No podía decidirme a apartarlo, pero tampoco
podía dejar que tomara posesión de mí de aquella manera. Sus brazos subieron
alrededor de mí, el abrazo firme pero delicado, como si tuviera cuidado de no
llegar a aplastarme. Nuestros alientos se mezclaron, y sentí que el calor
palpitaba nerviosamente en mi entrepierna.
La boca de Yunho se
movió, tomando mi labio superior primero y el inferior después, para abrirlos
suavemente. Cada vez que yo pensaba que el beso podía cesar, se prolongaba y se
tornaba aún más profundo, y el paladar empezó a cosquillearme como si me
estuvieran dando a comer algo inmensamente dulce. Sentí la sedosa caricia de su
lengua... un lento saborear… Otro… Y mi cuerpo se aflojó contra el suyo,
disolviéndose en un mar de sensaciones.
Su ternura me había
dejado tan desarmado que por un instante casi me olvidé del nudo de miedo que
notaba en el estómago. Me quedé inmóvil, respirando a Yunho, sintiéndolo a mí alrededor…
Pero era como si él estuviera en todas partes, y yo sabía que no le costaría
nada imponerme su voluntad. Daba igual lo tierno y delicado que pudiera llegar
a mostrarse, porque la sensación de desamparo me era de todo punto
insoportable. Apartando la boca de la suya, puse punto final al beso con algo
parecido a un gimoteo.
Sentí que sus labios
me rozaban la coronilla, y luego me soltó muy despacio. Bajó la mirada hacia
mí, y el café de sus ojos me pareció más intenso.
—Ahora enséñeme el
apartamento —susurró.
Por puro azar —aún no
era capaz de extraer un solo pensamiento coherente de mi cerebro— conseguí
marcar la combinación correcta y abrir la puerta.
Como no estaba seguro
de cuánta distancia podría recorrer sin caer redondo, dejé que Yunho explorara
el apartamento por su cuenta. Fue por los tres dormitorios, examinando los acabados,
los apliques y las vistas. En la sala, una pared toda de ventanales ofrecía una
espectacular panorámica, con la ciudad extendiéndose en una mixtura de bloques
de oficinas, centros comerciales, mansiones y pequeñas casas, lo humilde y lo
suntuoso coexistiendo tranquilamente.
Mientras contemplaba
la larga y esbelta forma de Yunho silueteada contra aquellos ventanales, pensé que el apartamento le iba que ni pintado. Él quería que la
gente viera que había triunfado. Y tampoco podías culparlo por eso. Si querías
que te hicieran un sitio en la mesa, necesitabas tener ropas de diseño, coches
de lujo, un ático dúplex en un rascacielos, una mansión y una esposa o esposo
parecido a un modelo.
Tenía que romper el
silencio, y al final decidí hablar.
—Junsu me contó que
usted había trabajado en muchas torres de perforación —dije, y me apoyé en la
encimera de la cocina sin dejar de observarlo—. ¿Qué hacía exactamente?
Él me miró por encima
del hombro.
—Era soldador.
«No me extraña», pensé, y no
me di cuenta de que también lo había dicho en voz alta hasta que lo oí hablar.
— ¿Por qué no le
extraña?
—Lo decía por... por
sus hombros y sus brazos —murmuré, apurado.
—Oh. —Se volvió hacia
mí, las manos aún metidas en los bolsillos—. Pues sí, cuando eres un poco
corpulento y estás trabajando en una torre de perforación, siempre te eligen
para las labores más pesadas; las soldaduras y todo eso que los subcontratistas
no pueden hacer. Así que los días en que me tocaba ir torre arriba y torre
abajo, tenía que llevar a cuestas los cincuenta kilos que pesa un especial... y
le aseguro que eso pone en forma a cualquiera.
— ¿Un especial es
algún tipo de generador?
Yunho asintió con la
cabeza.
—Los últimos modelos
tienen las asas más separadas, de manera que se pueden llevar entre dos. Pero
la versión más antigua, la que yo tenía que transportar de un lado a otro, sólo
podía ser llevada por un hombre. Dios, acababa con los músculos tan hechos
papilla que… —Sonrió y se frotó la nuca, como si recordara dolores de un pasado
ya lejano—. Pero tendría que haber visto a los otros soldadores. Comparado con
ellos yo parecía lo que se dice un fideo.
—Vaya —dije.
Se acercó sonriendo y
se apoyó en el otro extremo de la encimera.
— ¿Le gustaba ser
soldador? —pregunté, otra vez un poco nervioso—. Quiero decir, ¿era lo que
usted quería hacer?
—Quería hacer
cualquier cosa que me llevara fuera.
— ¿De donde creció?
El asintió.
—Me rompí una rodilla
jugando al fútbol, así que no había posibilidad de conseguir una beca. Y si no
llegas a ir a la universidad, tus opciones están muy limitadas. Yo sabía
soldar, por mi época de poner vallados. No me costó demasiado conseguir el
certificado profesional. Y por un amigo que trabajaba en los pozos supe que los
soldadores ganaban ochenta la hora.
— ¿Se imaginó alguna
vez que seguiría progresando hasta… esto? —pregunté, mientras abarcaba con un
movimiento de la mano el apartamento impecable que nos rodeaba.
—No. Nunca imaginé
que yo… —Pero entonces me miró a los ojos y se quedó callado. Por un momento
pareció estar sopesando las implicaciones de sus palabras, preguntándose cuál
sería mi reacción si me decía la verdad—. Sí, siempre supe —dijo finalmente,
casi en un susurro— que haría lo que hiciera falta. Vivir en un parque para
caravanas, corretear con una pandilla de chicos descalzos... Ya me habían
organizado la vida, y no me hacía ninguna gracia cómo pintaba. Así que siempre
supe que aprovecharía la ocasión en cuanto se presentara. Y si no se
presentaba, ya me encargaría yo de hacer que ocurriera algo.
Yo estaba empezando a
entender la tremenda dosis de impulso y energía que habría necesitado, y por
eso me sorprendió aquel atisbo de algo parecido a la vergüenza o el ponerse a
la defensiva que había en su tranquila admisión.
— ¿Por qué le molesta
reconocer que era ambicioso?
Yunho me miró con
perplejidad, como si fuera una pregunta que nunca le habían hecho antes. Hubo
una pausa cargada de recelo, y luego dijo:
—Enseguida aprendí a
guardármelo dentro. La gente se ríe de ti si no lo haces.
— ¿Por qué?
—Es como los
cangrejos en una caja. —Vio que yo no entendía y se explicó—: Puedes meter un
montón de cangrejos en un recipiente pequeño, y ninguno de ellos se escapará.
Porque en cuanto uno de ellos intenta subir por las paredes para salir, los
demás tiran de él hasta que vuelve a acabar dentro.
Nos miramos a los
ojos, con los antebrazos apoyados en la encimera que se interponía entre nosotros.
Su presencia me resultaba demasiado próxima, demasiado intensa, como si alguna corriente
hubiera empezado a fluir entre nosotros. Retrocedí y aparté la mirada, cortando
la conexión.
— ¿Qué hacía usted,
cuando se caso? —preguntó.
—Estuve trabajando en
un hotel por poco tiempo. Luego me quedé en casa alrededor de un año.
Un destello burlón
brilló en sus ojos.
— ¿Haciendo qué? ¿Ser
un esposo trofeo, quizá? — Habría preferido morir antes que responder a aquella
pregunta, así que me limité a murmurar:
—Sí, era bastante
aburrido.
— ¿Por eso se acabó
su matrimonio? ¿Lo encontraba demasiado aburrido?
—Más o menos. —Le leí
la expresión, y más que preguntar, dije—: Piensa que he estado demasiado mimado,
¿verdad?
Yunho no se molestó
en tratar de negarlo.
—Lo que pienso es que
debería haberse casado con alguien que hubiera sabido tenerlo un poco más
entretenido.
—Nunca debí haberme casado.
No tengo madera de esposo.
—Eso nunca se sabe.
Puede que algún día quiera volver a intentarlo.
Sacudí la cabeza.
—Ningún hombre
volverá a tener esa clase de poder sobre mí nunca más.
—Pero si el que tenía
todo el poder era usted, querido —dijo Yunho, ahora con una sombra de desprecio
en la voz—. Es hijo de un hombre rico.
Por supuesto. Eso era
lo que parecía desde fuera. Nadie podía saber que yo no había tenido ningún
poder sobre nada.
—Todo el tema del
matrimonio es aburrido —dije—. Especialmente el mío. Y preferiría que dejara de
llamarme «querido». —Salí de detrás
de la encimera, los brazos cruzados sobre el pecho—. ¿Qué le parece el
apartamento?
—Me gusta.
—Es mucho espacio
para un hombre solo, ¿no?
—Crecí en una familia
de cinco que vivía en una caravana. Después de eso, no me importa tener mucho
espacio.
Intenté recordar lo
que me había contado Junsu acerca de su familia.
—Dos hermanos y una
hermana, ¿no?
—Sí. —Una sombra
cruzó por su rostro—. Mi hermana murió el año pasado de cáncer de pecho. Luchó
hasta el último momento. Dos mastectomías, cuatro meses de quimioterapia. Yo la
habría llevado a cualquier rincón del mundo, pero todos decían que ya la
estaban tratando en el mejor sitio. Al final empezaron a darle Arimidex, que
ella decía era peor que la quimioterapia. Nada de lo que probaron pudo evitar
que los análisis fueran saliendo cada vez peor.
—Lo siento. —Me hubiera
gustado hacerle sentir hasta qué punto lo entendía, incluso las cosas que él no
había dicho. Me encontré yendo hacia él, y acabé apoyándome en el mismo lado de
la encimera—. Sé lo que es perder a alguien de esa manera. Mi madre también
murió de cáncer de pecho. Con la diferencia de que ella nunca llegó a pasar por
la quimioterapia. Se lo descubrieron demasiado tarde. Estaba en la fase cuatro
con metástasis pulmonares. Mi madre prefirió vivir
menos
tiempo, con una mejor calidad de vida, a prolongar la cosa y pasar por toda la
cirugía y los tratamientos, que de todas formas tampoco hubieran servido de
nada.
— ¿Qué edad tenía
usted? —preguntó Yunho en voz baja.
—Quince años.
Sin dejar de mirarme,
extendió la mano hacia mí para apartarme el flequillo, que me había caído
encima de un ojo.
—Jaejoong... dígame
que no coja el apartamento, y no lo cogeré. De otro modo, lo quiero. De usted
depende.
Abrí mucho los ojos.
—Yo... yo... Su
decisión no tiene nada que ver conmigo. No me haga parte de ella.
— ¿Le molestaría
tenerme viviendo aquí?
—Claro que no —dije
demasiado deprisa. Yunho sonrió con indolencia.
—No soy un hombre de
demasiados talentos... pero los pocos que tengo resultan útiles. Por ejemplo,
siempre sé darme cuenta si me están mintiendo.
No me quedó más remedio
que afrontar la verdad.
—Vale. Podría
molestarme un poco.
— ¿Por qué?
Sabía cogerme
desprevenido. Pude sentir cómo se me aceleraba el pulso. No hubiese sabido decir
qué tenía Yunho que siempre conseguía atravesar mis defensas. Maldición, era
astuto. Agresivo, avasallador, pero lo bastante inteligente para cubrirlo todo
con una capa de don de gentes. Era diez veces más hombre que Siwon, y era
simplemente demasiado, demasiado en todos los aspectos. Si dejaba que se me
acercara alguna vez, me tendría más que merecido lo que sucediera, y sabía que
los resultados no serían nada agradables.
—Oiga —dije
secamente—, tanto si se viene a vivir aquí como si no, debería tener muy claro
que no estoy interesado en ninguna clase de… lo que sea… con usted.
No apartó los ojos de
mí. Se le oscureció la mirada.
—Defina «lo que sea».
—En este caso
significa sexo.
—Ése es uno de mis
talentos —me informó él.
Nervioso como estaba,
casi sonreí.
—Estoy seguro de que
eso hará muy felices a algunos residentes. —Hice una pausa para dar más énfasis
a lo que me disponía a decir, y añadí—: Pero yo no figuraré entre ellos.
—Entendido. Bueno, Jaejoong,
¿dónde voy a tener que residir? ¿Aquí?
Hice un gesto de
impaciencia para indicar que me daba absolutamente igual.
—Múdese aquí si quiere.
Estamos en un país libre.
—De acuerdo. Lo haré.
No me gustó la forma
en que lo dijo. Como si acabáramos de hacer alguna clase de trato.
y jae por que no quiere tenerlo tan cerca acaso tiene miedo de que lo conquiste pues si ya lo a echo a jae le gusta yunho por eso lo pone taaaan nervioso y si a yunho le gusta jae pues que se deje llevar por lo que sienten el uno por el otro jae no debería de tenerle miedo a yunho si con el sera feliz no como le fue con el sinvergüenza de siwon yunho es diferente y sera tierno y cuidara de jae
ResponderEliminarOww! Muy candente el asunto del departamento! Aunque se ve a leguas que Yunho ha tenido una vida dura y que le ha costado llegar hasta donde está, bien por él! Aunque lo que desee ahora sea a JaeJoong, quien está más perdido que los niños perdidos de peter pan, pero espero que juntos encuentren un camino donde Jae pueda superar todos sus traumas.
ResponderEliminarPD. Que fogoso beso!!!
Jae apesar de que siente atraccion por Yunho, el miedo a que le pase lo mismo que le paso con Siwon no lo deja avanzar.
ResponderEliminarAmbos han pasado por cosas muy dolorosas y con esto del departamento, me da que fue como una especie de reto: "me quedo y te conquisto" "haber si lo logras" xDD
Me encanto el capo y el beso mas!!!
Y de alguna forma u otra yunho y jaejoong siempre se encuentran y pasan por cada cosas, jae a leguas se nota que se siente atraído por yunho y viceversa aun le cuesta trabajo aceptarlo luego de todo lo que pasi debido a siwon ah, y yunho sin saberlo y tener otra impresió. Espero las cosas avancen entre estos dos, gracias por actualizar ! ^^
ResponderEliminarwow interesante el capi
ResponderEliminaryo creo ke los sentimientos los tienen alli es mas ke la primera vex ke se conocieron solo ke ahora se estan mostrando mas
y jae tambien lo sabe solo ke tiene miedo
y mas el beso wow
de echo yunho le ensenhara lo ke en verdad es el amor
:D estaba esperando co ansias las continuacones de las historias todas estan muy interesantes ....
ResponderEliminarPero definitivamente Jae debe tomerlo con mas calma que tal si lo intenta con Yunho, claro con mas tiempo, se nota que le tiene unas ganas que no se haga el desentendido :).
Y yunho me mata con su actitud tan genial y sexy jajajaj, yo que tu Jae ya hubiera atracado jajaajj.
Ojala pronto haya continuacion, bye unnie.
Me alegra que actualizaras, me gustaria que Jae le diga la verdad a Yunho ya que parece que el esta mal interpretando todo y cree que Jae se divorcio por un berrinche de niño rico, ojala arreglen sus diferencias y Jae pueda superar el trauma que le dejo siwon
ResponderEliminarjae tiene miedo toda via no supera su matrimonio y yunho. piensa que jae es un niño Nimado que no tenia nada que hacer en su matrimonio , gracias por el capitulo
ResponderEliminarOhhhh, pobre Jae asustadito :C
ResponderEliminarGracias por el capitulo, espero que pronto puedes subir uno nuevo ^^
Waaaa no entendí w.w eso significa q yunho y Jae van a vivir en el mismo departamento?? Alguien me puede ayudar por favor? Y bueno esta historia cada vez se va poniendo más interesante solo espero q Jae ya no sufra
ResponderEliminarhay jae dale una oportunidad a yunni se que te va ser feliz el no te va a ser nada malo como el desgraciado de siwon y también se jae que aunque lo niegues tu ya te estas enamorando de yunni y sin saberlo o no saber pero lo quieres negar me muero por saber que mas pasara y mas si van a vivir en el mismo departamento bueno estaré esperando con ansias el siguiente capitulo bye :)
ResponderEliminarOOOOOh cada vez estan mas cerca uno al otro ^-^ No tengas miedo de avanzar animos hahah XD
ResponderEliminarjuntitos siiiiiii
ResponderEliminarya los quiero ver con algo mas serio xd
continuare leyendo n,n
se besaron...! (*w*)
ResponderEliminarme imagino que poco a poco se le va ir el miedo que jaejoong le tiene a Yunho , Jae merece darse una nueva oportunidad para el amor :3 y quien mejor que yunho <3 <3 <3
xD
ResponderEliminarSolo dire que me encanto,,,,,,,,*w*
Me encanta la química que tienen los dos XD
ResponderEliminarkyaaa Me encanta! Me encanta!!!!! *W* Y se volvieron a besar... asjdbsajdbk De a poco Joongie va a sentirse cada vez mas seguro con el...
ResponderEliminarbueeenooo.... ese par va progresando xD
ResponderEliminarMuero está demasiado interesante *----* se nota la tensión entre ellos!!1Gracias
ResponderEliminarYunho practicamente le pidio permiso a Jae para comprar el departamento ... y es obvio que algo se trae entre manos .
ResponderEliminar.Esta muy interesante
Yunho tiene un concepto de Jae como que es un mimado, temo que le haga daño si se vinculan por eso conceptos preconcebidos,,, no quiero que Jae siga sufriendo. no es un mimado ni un bueno para nada, no entiendo por qué tiene pinta de eso si nunca lo demostró. solo tuvo la desdicha o dicha, según cómo se vea, de nacer en cuna de oro.
ResponderEliminarojalá Yunho no sea déspota y lo trate desdeñosamente por eso. gracias por el capitulo
Están tan atraídos el uno del otro, pero Jae está muy lastimado y con terror a abrir su corazón.
ResponderEliminarYunho debería investigar bien a Jae para se de cuenta que no es ningún niño mimado y que su matrimonio fue una pesadilla por culpa de Siwon.
Gracias!!! 💗💕💞
Hmm, JJ tiene una muralla de miedo. No permite que se le acerque porque le hace sentir lo que nunca a sentido, y teme que YH lo controle aun mas de lo que hizo Siwon. Bueno YH, paciencia y lo lograrás.
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