CAPÍTULO 9
Al día siguiente
llegué al trabajo a eso de las ocho y media, y Hae, Na Ri, Hyuk y Goo enseguida
hicieron corro en torno a mí. Todos se mostraron aliviados al ver que no me
había pasado nada, y luego me preguntaron por la inundación y lo que había
sentido durante mi encierro en el ascensor, y quisieron saber cómo me las había
arreglado para salir de allí.
—Conseguí llamar a un
amigo antes de que mi móvil se quedara sin batería—expliqué—. Él apareció y...
Bueno, después todo fue sobre ruedas.
—Llamaste al señor Jung,
¿verdad? —Preguntó Goo—. Alguien me dijo que fue él quien te sacó de ahí.
— ¿Nuestro residente
el señor Jung? —preguntó Hae, y sonrió al ver que yo asentía de mala gana.
—Jaejoong, ¿te
encuentras bien? Me telefonearon para contarme lo que sucedió ayer.
—Me encuentro
perfectamente —dije—. Listo para trabajar, como de costumbre.
Mi jefe rió. Quizá
fui el único que percibió la sombra de condescendencia que hubo en su risa.
—Veo que eres un
hombre de recursos, Jaejoong. Bravo.
—Por cierto —me dijo Hae
—, esta mañana hemos tenido media docena de llamadas, todas preguntando si el
hombre del ascensor eras tú. Supuse que los medios de comunicación locales querían
sacarle todo el jugo posible al hecho de que seas un Kim. Así que me hice la
tonta y dije que no, que era otro hombre.
—Gracias —dije,
consciente de que Moo Kyul entornaba los ojos. Por mal que me cayera ser un
Kim, a él le caía aún peor.
—Bueno, gente —dijo Moo
Kyul —, a trabajar. —Esperó a que los demás hubieran salido de mi cubículo
antes de decir, en un tono la mar de dulce—: Jaejoong, ven a mi despacho y
tomaremos un café mientras me cuentas qué tal fue tu reunión.
—Moo Kyul, lo siento,
pero no voy a poder recordar todas las cosas que hablamos.
—Pero lo tendrás
guardado en tu ordenador ¿verdad?
—No tengo el
ordenador. El pobrecito se ahogó.
Moo Kyul suspiró.
—Oh, Jaejoong. Me gustaría que tuvieras un poco más de cuidado con el material de
la empresa.
—Lo siento, pero es
que no hubo manera de salvarlo. El nivel del agua no paraba de subir y...
—Consulta tus notas,
entonces. Porque supongo que tomaste notas, ¿verdad?
—Sí, pero las llevaba
en mi maletín… y todo lo que había dentro de él se estropeó. Llamaré e
intentaré reconstruir la reunión lo mejor que pueda, pero...
—Perdona que te lo
diga, Jaejoong, pero no entiendo por qué no estuviste más pendiente de tu maletín
—dijo, al tiempo que me reñía suavemente con la mirada—. Supongo que te dejaste
llevar por el pánico y todo se te cayó de las manos, ¿no?
—Moo Kyul, la
filtración dentro del ascensor era algo más que un charquito en el suelo. —
Estaba claro que él no entendía lo que había sucedido allí abajo, pero lo
último que se le podía decir a mi jefe era que no entendía algo.
Él puso los ojos en
blanco y sonrió como si yo fuera un niño que trataba de excusarse exagerando
las cosas.
—Con el talento que
tienes para el melodrama, cualquiera sabe lo que sucedió realmente.
—Hola —nos
interrumpió una voz profunda y melodiosa. Mi hermano Hyun Joong entró en el cubículo.
Moo Kyul se giró
hacia él y se remetió detrás de la oreja un mechón de perfecto cabello que se
había salido del sitio.
—Hola, Hyun Joong.
—Hola, Moo Kyul. —Mi
hermano fue hacia mí, me hizo un rápido repaso visual y luego me apretó contra
su pecho en un breve abrazo. Yo me envaré un poco—. Sí, ya lo sé, pero me
importa un rábano que no te guste que te toquen —dijo, sin dejar de abrazarme—.
Menudo susto me diste anoche. Pasé por tu apartamento hace unos minutos y no
contestó nadie. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Trabajo aquí—dije
con una sonrisa.
—Hoy no. Vas a
tomarte el día libre.
—No necesito tomarme
el día libre —protesté, consciente de que Moo Kyul nos estaba observando con
una expresión pétrea.
Hyun Joong me soltó
por fin.
—Y tanto que sí.
Relájate. Echa una buena siesta. Y asegúrate de llamar a Yoochun, Changmin,
papá y Seung... Todos quieren hablar contigo. Nadie llamó a tu apartamento por
si estabas durmiendo.
Puse mala cara.
— ¿Estás diciendo que
voy a tener que repetir toda la historia cuatro veces?
—Me temo que sí.
—Hyun Joong
—intervino Moo Kyul suavemente—, no creo que haga falta obligarlo a que se tome
el día libre. Cuidaremos de él. Y tener cosas que hacer seguramente lo ayudará
a olvidarse del contratiempo.
Hyun Joong lo miró
como si no entendiera a qué venía aquello.
—Fue algo más que un
contratiempo —le dijo—. Mi hermanito supo lo que se siente siendo un boquerón
metido en un cubo. He hablado con el tío que lo sacó de allí anoche. Dijo que
en la cabina el agua casi llegaba hasta el techo, y que la oscuridad era
absoluta. Y todavía estaba admirado de que Jae hubiera sido capaz de tener
tanto aguante.
¿Yunho había dicho
eso de mí? Me sentí complacido y halagado, así como fascinado por las rápidas y
sutiles contorsiones que experimentó el rostro de Moo Kyul.
—Bien, pues por
supuesto que deberías tomarte el día libre —lo oí exclamar finalmente, y acto
seguido me dejó atónita pasándome un brazo por los hombros—. No sabía que
hubiera sido tan espantoso, Jaejoong. Deberías habérmelo dicho. —Me dio un
afectuoso apretón. El aroma de su perfume, seco y carísimo, se combinó con la
sensación de su brazo alrededor de mis hombros para ponerme carne de gallina—.
Pobrecito mío. Vete a casa y descansa. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—Gracias, pero el
caso es que no —dije mientras retrocedía unos centímetros—. Me encuentro bien,
de verdad. Y quiero quedarme.
Hyun Joong me miró
con ternura.
—No le des más
vueltas, cariño. Hoy te tomas el día libre.
—Pero es que tengo un
montón de cosas que hacer —repliqué.
—Me da igual. Tampoco
se van a mover del sitio, y ya las harás mañana. ¿No es así, Moo Kyul?
—Claro —dijo él
alegremente—. Tranquilo, seguro que sabremos arreglárnoslas sin Jaejoong. —Me
dio una palmadita en la espalda—. Cuídate, bonito. Llámame si necesitas algo.
Sus zapatons dejaron
un rastro de marcas en la moqueta cuando salió del cubículo.
—Oye, de verdad que
debería quedarme —le dije a Hyun Joong.
Mi hermano me miró
con una expresión que no admitía réplica.
—Ve a visitar a papá —dijo—.
Se muere de ganas de verte. Y tanto a ti como a él les sentaría muy bien hablar
como dos personas civilizadas, aunque sólo fuese para variar.
Suspiré.
—Lo que tú digas.
Como si no hubiera tenido bastantes emociones en los dos últimos días, ¿eh?
Hyun Joong metió las
manos en los bolsillos y me miró con los ojos entornados.
—Oye... —dijo,
bajando la voz—. ¿Jung intentó propasarse contigo la otra noche?
— ¿Me lo preguntas en
calidad de hermano o en calidad de amigo?
Se lo pensó un
momento antes de responder.
—En calidad de amigo,
supongo.
—Vale —dije, y
continué con un susurro de complicidad—. Pues en realidad el que intentó propasarse
fui yo, y él me rechazó. Dijo que no quería aprovecharse de mí.
Hyun Joong parpadeó.
—Quién lo diría.
—Vamos, que casi daba
la impresión de que le había faltado al respeto —expliqué, torciendo el gesto—.
Y todo ese rollo suyo de que «Aquí el hombre soy yo, así que lo haremos
cuando yo diga»... Bueno, el caso es que no me va.
—Jae, te recuerdo que
si lo que estás buscando es un tío con un poco de tacto, consíguete un metrosexual.
No pude evitar
sonreír.
—Sospecho que ni
siquiera tienes idea de lo que es un metrosexual, Hyun Joong.
—Lo que sí tengo muy
claro es que yo no lo soy. —Sonrió y se sentó en el borde de mi mesa —. Mira, Jae,
todos saben que Jung Yunho me cae fatal. Pero en este caso, no me queda más remedio
que ponerme de su parte. Jung se comportó como un caballero.
— ¿Cómo puedes
defenderlo?
Una chispa de
diversión brilló en sus ojos.
—Hay que ver cómo son
los chicos como tu —dijo—. Se cabrean cuando se les intenta pasar a mayores con
ustedes, pero se enfadan todavía más en cuanto desiste. Es que no hay manera de
tenerlos contentos, vamos....
* * *
Hay hombres que
sienten debilidad por sus hijos y muestran una evidente parcialidad hacia ellos.
Mi padre no era de ésos. Si hubiéramos pasado más tiempo juntos durante mi
infancia, quizás habríamos llegado a coincidir en algunas cosas, pero él
siempre andaba ocupado, siempre pendiente de alcanzar los objetivos que se
había marcado a sí mismo. Había confiado la responsabilidad de criar un hijo a
mi madre, y aunque ella dedicó todo su tiempo a pulir y recortar, nunca pudo
lograr que una clavija cuadrada encajara en un agujero redondo.
Mi actitud había ido
empeorando cuanto más se empeñaba mamá en hacer de mí la clase de hijo adecuado.
Las dos hermanas de
mamá se compadecían de sus apuros, dado que era evidente que yo no tenía
remedio.
Yo siempre había
sabido que nunca habría ido a la universidad si mi madre aún estuviera viva.
Fuese por la razón
que fuese, el caso era que mamá y yo siempre habíamos tenido nuestras diferencias.
Yo me sentía culpable porque su muerte me había permitido seguir mis propias convicciones
e ir a la universidad en la que quería estudiar. A papá no le había hecho
ninguna gracia, claro está, pero la pérdida de su esposa fue un golpe tan duro
que en aquel momento no pudo protestar en voz alta. Y tenerme fuera
probablemente había sido un alivio para él.
Llamé a papá de
camino para asegurarme de que estaba en casa. Como la inundación del garaje
había hecho que mi coche quedara inservible, conducía un vehículo alquilado.
Fui recibido en la puerta principal por el ama de llaves, Cecily. Llevaba
trabajando para los Kim hasta donde llegaba mi memoria. De pequeño yo ya la
veía mayor, la cara surcada por unas arrugas tan profundas que podías encajar
una moneda en ellas.
Mientras Cecily
volvía a la cocina, yo fui en busca de papá, que estaba descansando en el salón.
La habitación estaba flanqueada por unas chimeneas tan grandes que podías
entrar en ellas, y era tan inmensa que habrías podido aparcar una furgoneta. Mi
padre estaba en un extremo, apoltronado en un sofá con los pies en alto.
Papá y yo no habíamos
estado a solas desde mi divorcio. Sólo nos habíamos visto en el curso de breves
visitas, con otras personas presentes. Era como si ambos intuyéramos que para
lo que acabaríamos sacando en claro de una conversación privada, era preferible
ahorrarse el mal trago de mantenerla.
Nada más verlo, me di
cuenta de que mi padre se estaba haciendo viejo. Tenía el pelo más blanco que
gris y el antiguo moreno color tabaco de su piel se había desvanecido, una evidencia de que ahora ya no pasaba tanto tiempo al aire libre
como antes. Y también tenía un cierto aire casero, el de un hombre que ya no se
pasa la vida corriendo en pos de sus metas.
—Hola, papá. —Me
incliné para besarle la mejilla, y me senté a su lado.
Me miró de arriba
abajo.
—Vaya, parece que has
salido razonablemente entero de la batalla.
—Sí. —Sonreí—.
Gracias a Jung Yunho.
—Lo llamaste,
¿verdad?
Adiviné adónde quería
ir a parar.
—Sí. Menos mal que
tenía el móvil. —Antes de que siguiera con aquella línea de interrogatorio,
intenté cambiar de tema—. Supongo que tendré una buena historia que contarle a
He Yi cuando haya vuelto de las vacaciones. He Yi es mi terapeuta, ¿sabes?
Frunció el ceño en
señal de desaprobación, como cabía esperar.
—Basta con tumbarse y
ella hace el resto del trabajo, ¿eh?
— ¡Por Dios, papá! No
se te ocurra decir esas cosas en un sitio donde haya gente joven, porque
pensarán que te estás refiriendo a otra clase de terapia.
— ¿Como cuál?
—La que les aplican a
los hombres en los dormitorios cuando quieren pasar un buen rato sin tener que
hacer ejercicio físico. Ya me entiendes.
Mi padre sacudió la
cabeza.
—Esta juventud de
ahora...
Le sonreí.
—Eh, sólo intento
ponerte al día para que luego no te saquen los colores en público. Digamos que...
pues sí, me tumbo en el diván de He Yi para que ella haga todo el trabajo, y la
verdad es que me está sentando muy bien.
—Qué manera más tonta
de tirar el dinero, pagarle a alguien para que te escuche quejarte. Lo único
que hacen es decirte lo que quieres oír.
Que yo supiera, papá
era un completo ignorante en cuestiones de terapia mental.
—No sabía que te
habías doctorado en psicología.
Él gruñó.
—No se te ocurra
contarle a la gente que estás yendo a ver a una terapeuta. Pensarán que no te
funciona bien la cabeza.
—No me avergüenza que
alguien sepa que tengo algunos problemas.
—Los únicos problemas
que tienes son los que te has buscado tú mismo. Por ejemplo, cuando te
emperraste en casarte con Choi Siwon, aunque yo me harté de repetirte que no
debías hacerlo.
Sonreí con expresión
compungida mientras pensaba que mi padre nunca pasaba por alto una ocasión de
aplicarte el mira-que-te-lo-había-dicho.
—Oye, ya he admitido
que tenías más razón que un santo en lo que a Siwon se refiere. Puedes seguir
recordándomelo a cada momento, y yo puedo seguir admitiendo que estaba
equivocado, pero no creo que eso vaya a servirnos de mucho. Además, lo que sí
está claro es que te equivocaste a la hora de gestionar el asunto.
Papá me miró con una
chispa de enfado.
—Me atuve a mis
principios. Lo volvería a hacer.
Me pregunté de dónde
habría sacado sus ideas sobre la paternidad. Quizá pensaba que poder contar con
el ejemplo de autoridad que él nunca había tenido resultaría beneficioso para sus
hijos. Su negativa a admitir que se había equivocado en algo, daba igual lo que
fuera, debía de parecerle un rasgo de carácter admirable en una figura paterna.
A mí me parecía un grave defecto.
—Papá —dije, sin
saber muy bien cómo empezar—, daría lo que fuese por saber que no me darás la
espalda incluso cuando me equivoco. Ojalá pudieras quererme incluso cuando
estoy metiendo la pata.
—Esto no tiene nada
que ver con querer o dejar de querer. Deberías aprender que en la vida todo
tiene sus consecuencias, Jae.
—Eso ya lo sé. —Yo
había tenido que hacer frente a consecuencias de las que papá no sabía nada. Si
él y yo hubiéramos tenido otro tipo de relación, me habría encantado tenerlo
por confidente. Pero para eso hacía falta una clase de confianza que se tardaba
años en acumular—. No debería haberme casado con Siwon tan precipitadamente
—admití—. Tendría que haber reflexionado un poco. Pero no soy el único hombre
de la historia que se ha enamorado de la persona equivocada.
—Toda tu vida —dijo
él con amargura— sólo has pensado en hacer lo contrario de lo que decíamos yo o
tu madre. Eras más terco que nuestros tres hijos mayores juntos.
—No era mi intención.
Sólo quería que me hicieras un poco de caso. Habría hecho cualquier cosa con
tal de poder pasar algún rato contigo.
—Ya eres mayorcito, Jaejoong.
Deja de darle vueltas a lo que hiciste o dejaste de hacer cuando eras pequeño,
y ve acostumbrándote a que eres un hombre adulto.
—Lo estoy haciendo.
Ya he dejado de esperar que seas diferente a como eres. Me gustaría que tú
hicieras lo mismo por mí, y entonces a lo mejor podremos dejar de sentirnos tan
decepcionados el uno con el otro. A partir de ahora, procuraré elegir mejor.
Pero si eso significa hacer algo que te cabree, lo siento. Tampoco hace falta
que me quieras. Yo te quiero de todos modos.
Papá no pareció oír
esto último. Tenía toda la atención concentrada en averiguar algo.
—Quiero saber qué hay
exactamente entre tú y Jung Yunho. ¿Hasta dónde piensas llegar con él?
Esbocé una sonrisa
—Eso es asunto mío.
—Piensa en la
reputación que tiene ese hombre — me advirtió—. Jung Yunho es de los que creen
que puede salir con cualquier hombre que se le ponga a tiro. No está hecho para
el matrimonio.
—Lo sé —murmuré—. Yo
tampoco.
—Te lo advierto, Jaejoong,
ese hombre no va a tener miramientos contigo. No me proporciones otra razón
para decir mira-que-te-lo-había-dicho.
Suspiré y miré a ese padre
siempre convencido de saber qué era lo mejor para mí.
—Dime una cosa,
papá... ¿Quién crees tú que sería el hombre adecuado para mí? Dame un ejemplo
de alguien que merecería tu aprobación.
Él se retrepó en el
sofá, y empezó a tamborilearse el estómago con sus dedos.
—Fisher. Cualquier
día de éstos heredará un montón de dinero. Es de fiar. Viene de una familia
como Dios manda. Y además es guapo.
Me quedé patidifusa.
Yo había ido al instituto con Fisher.
—Papá, pero si tiene
menos personalidad que una lombriz de tierra. Si Fisher fuera un plato de sopa,
sería aguada.
Papá sacudió la
cabeza con una mueca de disgusto.
— ¿Se puede saber qué
les pasa a los jóvenes de ahora?
—Ni idea, oye. Pero
si ésos son los mejores candidatos al matrimonio que puedes sugerirme... bueno,
pues ese palurdo que encuentras tan despreciable les gana de calle.
—Si entablas una
relación con él —dijo mi padre—, asegúrate de dejarle claro que nunca podrá
tocar mi dinero.
—Yunho no necesita tu
dinero —dije, disfrutando con cada palabra—. Él ya tiene el suyo, papá.
—Querrá más.
* * *
Después de almorzar
con mi padre, volví a mi apartamento y me eché una siesta. Desperté con la
conversación que habíamos mantenido rondándome la cabeza, y me puse a rumiar la
falta de interés en cualquier auténtica comunicación padre-hijo que
caracterizaba a papá. Nunca conseguiría recibir de él la clase de amor que yo
estaba dispuesto a dar, y eso me deprimió. Así que llamé a Seung y le hablé de
la visita.
—Hay una cosa en la
que sí he de darte la razón —dije—. Tengo un complejo de papaíto como una
catedral de grande.
—Todo el mundo lo
tiene, cariño. Tampoco te pienses que eres tan especial.
Me reí.
— ¿Quieres venir a
tomar una copa en el bar?
—No puedo. Esta noche
he quedado.
— ¿Con quién?
—Con una mujer
sensacional —dijo Seung —. Hemos estado trabajando juntos en algunos encargos.
¿Y tú? ¿Todavía no has sellado el acuerdo con Yunho?
—No. Se suponía que
tenía que llamarme hoy, pero de momento... —Me callé cuando oí el pitido de una
llamada en espera...... Ése podría ser él. Tengo que colgar.
—Buena suerte, bonito.
Pasé la línea a la
segunda llamada.
— ¿Diga?
— ¿Cómo estás? —El
sonido de aquella voz grave y pausada hizo que me entraran escalofríos.
—Muy bien —dije, y me
apresuré a carraspear porque me había salido voz de pito—. ¿Y tú?
¿Algún tirón muscular
por lo de ayer?
—No. Todo sigue en su
sitio.
Cerré los ojos y dejé
escapare el aliento que había retenido mientras absorbía el cálido silencio
expectante entre nosotros.
— ¿Aún estás enfadado
conmigo? —preguntó.
Sonreí.
—Supongo que no.
— ¿Entonces saldrás a
cenar conmigo esta noche?
—Sí —respondí
mientras apretaba el teléfono. Me pregunté qué estaba haciendo, accediendo a
una cita con Jung Yunho. Mi familia se habría subido por las paredes—. Me gusta
cenar temprano —añadí.
—A mí también.
— ¿Te pasas por mi
apartamento a las seis?
—Ahí estaré.
Después de colgar, me
quedé sentado unos minutos, pensando. Sabía que papá habría dicho que no sabía
en qué me estaba metiendo al salir con Jung Yunho. Pero cuando empiezas a salir
con alguien, nunca puedes estar seguro de en qué te estás metiendo. Tienes que
darle una oportunidad de que te muestre quién es realmente... y creer en él
cuando lo haga.
Me puse unos
vaqueros, zapatos y una playera de color narciso.
Me sorprendió que
estuviera más nervioso ante la idea de acostarme con Yunho de lo que lo había
estado con Siwon, a pesar de que entonces era virgen. Probablemente porque con
el primero, tenias la impresión de que haber enseñado el carné de principiante
ayudaría a que no te exigieran demasiado. Con el segundo, sin embargo, ya se
esperaría que dieras algo más de ti. Tampoco me había ayudado demasiado el que
unos días atrás se me hubiese ocurrido rellenar un cuestionario de una revista
que llevaba por título « ¿Eres bueno en
la cama?» y la puntuación obtenida correspondiera a la categoría de
Principiante Inhibido, lo que hizo que me apresurara a leer el recuadro de
sugerencias para mejorar mis «habilidades
carnales». No hubiese debido hacerlo, porque la mayoría de ellas me
parecieron antihigiénicas, incómodas o simplemente contraproducentes.
Cuando oí sonar el
timbre unos minutos antes de las seis, tenía tanta tensión acumulada que sentía
como si me hubieran reforzado el esqueleto con remaches de acero. Abrí la puerta.
Pero no era Yunho.
El que estaba allí
era mi ex marido, con traje y corbata, y sonriendo.
—Sorpresa —dijo, y me
agarró del brazo sin darme tiempo a reaccionar.
o por dios siwon a dado con el espero y yunho llegué pronto al rescate de jae antes de que este lo quiera lastimar de nuevo por si lo rechaza
ResponderEliminaromo 0_0 no me lo puedo creer... como se atreve ese hombre a aparecer frente a Jae despiues de todo lo que le hizo .... noooo ojala Yunho llegue pronto y lo deje ensu sitio por atrevido e idiota ...
ResponderEliminarwow me voy a leer la continuacion que se pone interesante
Oh no esto no es bueno, Siwon va a meter su cucharota de nuevo. Se pone bueno este asunto
ResponderEliminarSiwon no puedes dejae de traumar a pobre jae..... Yunho jae esta en peligro,,,,,
ResponderEliminarQue rayos hace Siwon ahi!!!!!!
ResponderEliminarEspero que Yunho vaya llegando y los vea!
No lo puedo creer!!! Y ahora que quiere siwon??? Y justo cuando venía lo bueno!
ResponderEliminarPor todos los cielos! que hace siwon ahi! ¬¬
ResponderEliminarque yunho llegue pronto pero no se si eso sera bueno o malo.?
put* Siwon que malogra todo ( "¬¬)
Siwon es un incordio, debería entender que solo está perdiendo su tiempo. Ahora va a arruinar la cita no Jae tsk
ResponderEliminaromg noooo y ahora que quiere? yunhoo apuratee >.<
ResponderEliminarwaaaaaaaaaaa nooo Siwon maldito volvió! Que es lo que quiere ahora???
ResponderEliminarAy nooooooo ojalá no le pase nada. Ahora que querrá ese hombre. cada vez mugre cae peor el jade de Jae simplemente no lo aguanto es un manipulador. en fin ojalá no le pase nada a jae
ResponderEliminarquéeeeééé´!!!!!! el pesado de Siwon?' qué pinta aquí??
ResponderEliminaray no, que no venga a molestar . y si lo hace que venga Yunho y le de un derechazo en la mandíbula y lo desmaye.
gracias por el capítulo
Ay no puede ser...Ese Siwon no conoce la decencia después de todo lo q le hizo a Jae llega como si nada...
ResponderEliminarQue cinismo el de Siwon, y además se hace el inocente de lo que hizo echándole la culpa a Jae. A ver si un día el padre de Jae es comprensivo y sabe escuchar a su hijo. Que triste pasado el de Yunho, que horrible padre le tocó.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞