Capítulo 4.
Soy
la voz tu hambre y dolor.
Soy
la voz que siempre está llamándote.
PRIMAVERA, 2011.
Jaejoong gritó cuando
el Picasso C4 derrapó fuera de control sobre el asfalto de la autopista e
impactó contra el vehículo que conducía Yunho.
Ambos coches salieron
catapultados contra la mediana a la vez que el camión que iba tras ellos
maniobraba intentando evitar el choque. Fue imposible. Aplastó con sus enormes
ruedas delanteras el capó del automóvil en el que estaba el bisnieto de Beom
Soo y justo después comenzó a salir humo del motor.
El etéreo joven bajó
veloz de la nube desde la que observaba el desastre sin siquiera preocuparse de
que alguien pudiera verlo. Yunho parecía estar inconsciente. Una sombra a su lado
le indicó que no estaba solo, Antares descendía con vertiginosa rapidez a su
lado mientras Jaejoong susurraba con fuerza el nombre de sus otros hermanos sin
dejar de mirar a la carretera.
Los coches que la transitaban se habían detenido y sus ocupantes se acercaban corriendo hacia el lugar del accidente. Jaejoong pudo distinguir a su hermano Merak emergiendo de la tierra al otro lado del arcén, menos mal que nadie más se fijó en eso. Ailean, más discreto, cayó en forma de lluvia tras el Picasso C4 y allí oculto tomó forma sólida. Simba apareció tras uno de los raquíticos arbustos que decoraban la mediana.
En el mismo momento en
que tocó el suelo sus hermanos lo rodearon protectores.
—¡Tenéis que sacar a Yunho
del coche! —les exigió.
—No debemos hacernos
notar ante los humanos —siseó Merak mirando a su alrededor, había demasiada
gente rodeándoles como para hacer trucos de magia. Madre los mataría si les descubrían.
—¡Ya os habéis hecho
notar más de una vez ante Beom Soo! —replicó Jaejoong aterrorizado sin dejar de
mirar al joven atrapado en el interior del coche.
—¡Beom Soo es nuestro
amigo! —rebatió Ailean indignado.
—Y todos los hombres a
los que les pasan cosas raras cuando se acercan a mí, ¿también son vuestros
amigos?
—No. No lo son. Por
eso les pasan cosas raras —apuntó Antares. Luego dirigió la mirada hacia sus
hermanos—. Seamos discretos.
Los hermanos
asintieron con la cabeza y se encaminaron con rapidez hacia los coches
accidentados. En ese momento una llamarada emanó del motor del vehículo de Yunho
alejando a quienes intentaban ayudarle. Ailean posó la mano sobre el capó, una
gruesa capa de agua se extendió rápidamente por la carrocería, filtrándose por
cada rendija que encontró y apagando el pequeño incendio. Simba, Merak y
Antares unieron la fuerza de sus energías para liberar al joven de su cárcel de
metal. El calor geotérmico que emanaba de las palmas de Merak tornó maleables
los hierros que aprisionaban las piernas del muchacho, mientras, la brisa helada
creada por Antares alejaba ese calor mortal de su piel. Simba hizo que el
resplandor de los rayos solares se posara sobre la cara de los humanos que
habían acudido a ayudar, obligándoles a desviar la mirada y, mientras tanto, Jaejoong
fluyó a través de una de las ventanas y se sentó en el asiento del copiloto,
susurrando palabras de ánimo al aturdido Yunho sin dejar de acariciar sus
manos, el único lugar de su cuerpo que no estaba lastimado.
Cuando los bomberos
llegaron al lugar del accidente se sorprendieron al ver el estado en que se
encontraba el coche, pero a la vez suspiraron agradecidos, si no fuera por la
extraña deformidad del motor, hubiera sido muy difícil sacar al joven. Los
testigos del suceso les dieron cuenta de que cuatro hombres de apariencia
inusitada y un hombre que parecía un ángel habían estado haciendo algo al
automóvil, pero nadie fue capaz de encontrarlos para interrogarlos.
OTOÑO, 2011.
Jaejoong esperó hasta
que la familia de Yunho abandonara la habitación del hospital y tras comprobar
que no hubiera humanos cerca que pudieran verlo, dejó que su cuerpo, convertido
en una difusa bruma hasta ese momento, tomara solidez sobre el alféizar de la
ventana. Puede que no tuviera la fuerza y poderes de sus hermanos, pero podía
hacer ciertos truquitos… Abrió un poco la ventana y se coló en la habitación.
Yunho estaba en la
cama, dormido. Su cuerpo oculto por blancas sabanas con el logotipo del
hospital. Se acercó a él observándole en silencio. No parecía el mismo de
siempre. De hecho, ya no era el joven divertido y agradable de hacía unos
meses. Se había dejado crecer el pelo para ocultar en lo posible las quemaduras
del lado izquierdo de su rostro. Sus rasgos dulces y cálidos habían dado paso a
facciones afiladas por la delgadez y el dolor. Sus ojos estaban hundidos,
enmarcados por profundas ojeras, y sus labios siempre sonrientes ahora se
mostraban rígidos y áridos, fruncidos en una mueca de desesperación. Su cuerpo
también había cambiado, la fibrosa dureza de sus músculos de bailarín había
dado paso a una consumida languidez que se había ido acentuando con el paso del
tiempo y las operaciones.
Jaejoong levantó
lentamente la sábana que le cubría, el camisón azul del hospital resaltaba su
palidez y su rodilla izquierda estaba cubierta por blancos apósitos que poco a
poco comenzaban a teñirse de rojo. Era la segunda vez que le operaban y
esperaba que fuera la definitiva. El accidente de coche le había provocado el
hundimiento de los huesos de la rodilla y la rotura del cartílago y los
ligamentos cruzados… Con una exhaustiva rehabilitación podría volver a andar
sin problemas, pero no bailaría nunca más. Y eso estaba acabando con él. Ya no
era el joven agradable y cariñoso que ambicionaba volar aún más alto sobre el escenario,
si no un hombre huraño y malhumorado que más que hablar gruñía. Y eso, cuando
tenía un buen día.
Le tapó de nuevo y
observó las cicatrices que atravesaban su mejilla derecha, luego su mirada ascendió
hasta sus ojos cerrados, solo cuando estaba dormido su rostro volvía a tener la
placidez de antaño. Y no siempre. En ese momento sus parpados se apretaban y
relajaban a la vez que su frente se fruncía. Le acarició las arrugas que
recorrían su faz hasta que estas parecieron aliviarse y luego recorrió con las
yemas de los dedos la sien hasta acabar posándolos sobre la mejilla derecha. Yunho,
aún dormido, inclinó la cabeza haciéndola reposar sobre su mano, meciéndose lentamente
contra ella en una tímida caricia. El pelo, empapado en sudor, cayó sobre la
almohada dejando ver con claridad los surcos que recorrían el lado izquierdo de
su rostro. Como si se hubiera dado cuenta de ello, Yunho emitió un desesperado
gruñido y giró de golpe la cara, ocultando de nuevo las cicatrices que tanto le
avergonzaban.
—Tranquilo —susurró Jaejoong
en su oído—, para mí siempre serás hermoso.
El joven volvió a
fruncir el ceño a la vez que negaba con la cabeza.
—Sí lo eres. Yo no te
miro con los ojos de la cara, si no con los del corazón, y estos no se dejan
engañar por la belleza exterior —murmuró besándole en la frente. Yunho sonrió
en sueños—. Y tú eres muy guapo por dentro, pero si sigues comportándote tan
mal como hasta ahora, ignorando a todo aquel que se atreve a visitarte y
gruñendo a tu familia, sobre todo a Beom Soo, dejarás de ser hermoso y te
convertirás en un ser horroroso…
—Yo no gruño a bisa Beom
Soo —musitó él con los ojos cerrados.
—Si la gruñes. Gruñes
a todo el mundo, y eso está muy feo. Se preocupan por ti y tú les tratas mal…
No me gusta que seas así.
—Intentaré ser más
agradable —murmuró inclinando de nuevo la cabeza para apoyarla en la mano de su
novio mágico.
—Eso espero porque si
no lo haces, te enfrentarás a mi ira —le amenazó divertido.
—Qué miedo… ¿Harás que
me salgan cuernos o algo por el estilo? Quedarían perfectos con mis nuevas
cicatrices, así seré un monstruo por completo —musitó entre sueños.
—No eres un monstruo, Yunho,
y nunca lo serás —replicó Jaejoong acariciándole la mejilla mutilada.
Yunho no contestó,
simplemente giró la cabeza hasta que la parte izquierda de su rostro quedó
hundida en la almohada.
Jaejoong negó con la
cabeza y tomándole de la mano se sentó en la incómoda butaca que había junto a
la cama. Yunho había echado de la habitación a todos sus familiares, negándose
a que se quedaran a dormir con él, pero no podía echar a Jaejoong y, en el
remoto caso de que lo intentara, él simplemente no le haría ni caso. La
terquedad era una cualidad que ambos compartían.
Solo que Jaejoong era un
semidios, y él no. Por tanto, Jaejoong ganaba.
Mantuvo su vigilancia
durante toda la noche, atento a sus gemidos cuando las pesadillas arreciaban.
Pesadillas que él curaba con sus caricias y su voz. Y al llegar la madrugada
sus cuatro hermanos los visitaron. Merak y Ailean fueron los primeros en
llegar, aparecieron de repente en el baño. Jaejoong sonrió al ver la cara
enfadada de Ailean, no le gustaba usar las cañerías del agua para llegar a los
sitios, eran lugares demasiado oscuros para él.
Ailean observó al
prometido de su hermano, intrigado por los dibujos que trazaban surcos en su
rostro. No eran arrugas como las de los humanos que habían vivido muchos años.
Las acarició con las yemas de los dedos antes de que el muchacho girara la
cabeza con fuerza.
—No hagas eso, no le
gusta —le reprendió Jaejoong. Ailean asintió dando un paso atrás.
—¿Le duelen? —preguntó
con curiosidad señalando las cicatrices.
—No físicamente…
Ailean frunció el
ceño, incapaz de entender lo que su hermano le decía.
—No preguntes, son
cosas de humanos. Nunca podrás entenderlos —dijo Merak en el momento en que
Ailean abrió la boca para preguntar. Al mediano de los hermanos le fastidiaba
mucho la necesidad de su hermano menor de entender a los hombres.
—Quizá si te
molestaras en intentar comprenderlos, te gustarían un poco más… —murmuró Jaejoong
enfurruñado. Merak era duro e inconmovible, como los elementos que dominaba. A
veces pensaba que su corazón estaba hecho de las mismas rocas que manejaba a su
antojo.
—No necesito que me
gusten —rebatió apático—. ¿Se recuperará?
—¿Acaso te importa?
—inquirió Jaejoong molesto.
—No. Pero a ti y a Beom
Soo sí, lo que hace que sea importante para mí — replicó Merak observando con
fingida indiferencia al humano. No entendía que veían Jaejoong y Ailean en unos
seres tan sosos. Solo Beom Soo merecía ser su amigo, el resto eran aburridos
hasta cansar.
—Los médicos dicen que
podrá volver a andar, pero no bailará nunca más —musitó él entristecido.
—Enséñale a volar… así
podrá bailar —sentenció Merak yendo hacía el baño. Ya resuelto el motivo de su
visita, no le apetecía pasar más tiempo alejado del ígneo y maravilloso núcleo
de la tierra.
Ailean se encogió de
hombros y, tras hacer un gesto de despedida con la cabeza, acompañó a su
hermano.
Poco tiempo después
Antares se coló en la habitación flotando sobre la brisa nocturna. Observó al
humano tendido en la cama y luego escrutó el rostro preocupado de su hermano
pequeño. No le gustó ver la preocupación y el cansancio en él.
—Deberías ir a
descansar —indicó acariciándole el pelo antes de tomarlo por los hombros.
—Ni se te ocurra
alejarme de él —le advirtió Jaejoong. Su mandón hermano mayor tenía la
costumbre de transformarlo en viento y sacarlo de los sitios sin su
consentimiento. Y él no estaba dispuesto a permitirlo.
Antares asintió con la
cabeza y se sentó en el suelo, junto a los pies del joven. Durante las horas
que estuvo acompañándolo no dijo una sola palabra más, se limitó a crear
pequeñas nubes algodonosas y darlas formas divertidas mientras que, de vez en
cuando, una ligera y fresca brisa acariciaba los rostros de Jaejoong y del
hombre dormido en la cama. Se marchó poco antes del amanecer. Y apenas unos
segundos después Simba irrumpió en la habitación, su sonrisa iluminando cada
rincón de la estancia.
Jaejoong sonrió
agradecido. Por mucho que sus hermanos se empeñaran en intentar disimularlo,
sabía que estaban preocupados por Yunho y por él.
Se aseguraban de que
no estuviera solo durante toda la noche y sabía por Beom Soo, que las horas que
no estaban con él en el hospital, estaban en la casa de su amigo, en su
habitación, vigilando su sueño las escasas horas en las que el anciano
conseguía dormir, y contándole las más extrañas historias cuando estaba
despierto. Incluso el huraño Merak se preocupaba por Beom Soo y se esforzaba,
con escaso éxito, en ser agradable.
Simba parloteó sin
parar sobre lo que había visto en el otro extremo de la tierra, amenizando con
sus risas y exageraciones cada instante que estuvo allí, hasta que un gruñido
de dolor procedente de la cama le hizo detener su última y exagerada narración.
Jaejoong se levantó
presto de la butaca y acarició con ternura la frente de Yunho.
—Parece que le duele…
—comentó Simba acercándose a ellos.
—Sí. La enfermera le
ha puesto algo a medianoche, ya debe estar pasándose el efecto — explicó Jaejoong
observando con atención el gotero que colgaba de una extraña percha junto a la
cama.
—Deberíamos irnos
—musitó Simba mirando por la ventana—. Antares se enfadará mucho si viene
alguien y nos encuentra aquí.
Jaejoong asintió con
la cabeza y acto seguido oprimió el botón que había visto pulsar en infinidad
de ocasiones a la madre de Yunho cuando este se quejaba. No sabía cómo, pero
cuando lo tocaban la enfermera acudía en pocos minutos. Luego se sentó en la
cama y acarició lentamente la frente empapada en sudor del joven.
—¡Vámonos! —Simba, al
ver que no pensaba hacerle caso, suspiró sonoramente y se dirigió a la puerta
de la habitación—. En cuanto vea aparecer a la mujer de blanco por el pasillo
te hago desaparecer —le advirtió. Jaejoong sonrió antes de asentir y comenzar a
difuminarse.
Yunho gimió con fuerza
a la vez negaba con la cabeza, el dolor en la rodilla era cada vez más fuerte,
y ni siquiera las mágicas caricias del hombre de sus sueños parecía calmarlo.
Abrió los ojos lentamente y vio su silueta desdibujada frente a él. Parpadeó
intentando enfocar la mirada, pero fue inútil, él aparecía borroso, como el
sueño que era.
—Tranquilo… la
enfermera está a punto de llegar, ella te quitará el dolor —escuchó su voz con
claridad. La misma voz que lo acompañaba desde que tenía recuerdos. La misma
voz que le regañaba cada noche desde el accidente. La misma voz que le había
dado fuerza y consuelo mientras estaba atrapado en el coche.
—No te vayas… —susurró
a la vez que intentaba sujetar su nebulosa mano. Pero, como todas las
madrugadas, él parecía convertirse en bruma y fundirse con la brisa que
refrescaba la habitación.
—Siempre estaré a tu
lado… solo tienes que prestar atención y escucharás mi voz —le contestó un instante
antes de que entrara la enfermera. —¿Has tocado el timbre? —le preguntó este al
ver el gesto aturdido del muchacho.
—No. Pero, me duele…
—murmuró Yunho mirando a su alrededor. La silueta difusa de su ángel mágico
había desaparecido. Se había marchado sin que él pudiera verlo, como siempre.
—No te preocupes,
ahora mismo te voy a poner otra dosis de calmante en el gotero —le indicó la
enfermera mirándole intrigada.
Recordaba al muchacho
de la anterior operación y también del tiempo que estuvo ingresado tras el
accidente que le había destrozado la rodilla.
De hecho, todas las
enfermeras de la planta sabían quién era. No porque fuera especialmente amable,
que no lo era, en absoluto. Sino porque ocurrían cosas extrañas en torno a él.
La botella de agua de su mesilla siempre estaba fría, daba igual que llevara
todo el día allí. Su habitación era la que tenía la temperatura más agradable
de toda la planta, a pesar de ser pleno invierno y de que siempre tuviera la
ventana abierta. Y daba igual cuantas veces la cerraran a lo largo del día, al
instante siguiente volvía a estar abierta. Y, lo más extraño de todo, en las
noches más tranquilas, si se acercaban a la puerta cerrada y prestaban
atención, podían escuchar voces procedentes del interior. Pero, cuando entraban
para investigar quién estaba allí a deshoras, solo se encontraban a Yunho
dormido…
PRIMAVERA, 2012.
Yunho subió por
tercera vez en esa mañana los 162 escalones que conformaban las escaleras del
edificio en el que vivía, se detuvo unos instantes en el rellano de la novena
planta para recuperar el aliento e, ignorando las protestas en forma de chasquidos
de su rodilla izquierda, comenzó a bajar las escaleras de nuevo. En esta
ocasión no fue capaz de llegar hasta el bajo. Enfadado por la dolorosa torpeza
de sus movimientos interrumpió el ejercicio en la quinta planta y entró en
casa.
Beom Soo despertó
sobresaltado del duermevela en el que estaba sumido al escuchar un fuerte
portazo. Se levantó con gran esfuerzo del sillón en el que estaba sentado y
apoyándose en el bastón caminó lentamente hasta la habitación de su bisnieto.
Lo encontró en el umbral de la puerta, acostado en el suelo. La pierna derecha
doblada con la planta del pie firmemente apuntalada en el suelo, el trasero
cerca del marco de la puerta y la pierna izquierda elevada y muy estirada, con
el talón apoyado en la pared.
—¿Cuántas veces has
bajado las escaleras hoy? —le, preguntó observándole con atención. Tenía la
frente perlada en sudor, los dientes apretados en una mueca feroz y los brazos
extendidos en cruz sobre la mullida alfombra mientras las manos en forma de
garras intentaban asirse a esta.
—Pocas. No las
suficientes —gruñó Yunho pegando el trasero aún más a la pared para estirar el
ligamento de la corva.
—Para ti nunca son
suficientes —le regañó Beom Soo—. El doctor dijo que no forzaras demasiado la
rodilla y que si te dolía pararas de inmediato…
—Y eso he hecho. Estoy
parado, ¿no? —siseó el joven cortante, golpeando el suelo con el puño al
moverse un poco más contra la pared.
—Te dijo que tuvieras
cuidado al bajar escaleras, que la rodilla se podía resentir… ¿Por qué no te
sientas un poco y te pones un poco de hielo? El doctor dijo…
—El doctor dijo esto,
el doctor dijo lo otro… —lo interrumpió imitando con sorna su voz—. ¡Deja de
repetirme lo que dijo o no dijo! ¡El matasanos no sabe una mierda! —Dio una
patada a la pared con la pierna sana, alejándose de esta para a continuación
ponerse en pie y encararse al anciano—. Solo yo sé lo que tengo que hacer para
que mi puñetera rodilla vuelva a funcionar, así que ¡déjame en paz! —exclamó
antes de dirigirse cojeando a la ventana.
—Abuelo, deja
tranquilo a Yunho… bastante tiene encima como para que le des la lata —les
llegó la voz de la madre de este desde la cocina—. Cariño, ¿qué te apetece
comer hoy?
—Mierda… me apetece
comer mierda —gritó Yunho antes de abrir la ventana y asomarse al exterior como
si necesitara respirar aire fresco desesperadamente.
Beom Soo cerró los
ojos al escuchar las voces lejanas de su nieta y su marido discutiendo. El
pretendía regañar a Yunho por responder así a su madre y a su bisabuelo, pero
su nieta, como era habitual, le rogó que lo dejara correr pues el muchacho
estaba pasando un momento muy difícil y debían ser comprensivos. Y, como
siempre sucedía desde el accidente, Yunho se quedó sin su regañina. Negó con la
cabeza. Yunho no necesitaba que le permitieran hacer su santa voluntad, sino
todo lo contrario. Necesitaba que le regañaran, que le espolearan a actuar de
otra manera, que le retaran, que le llevaran la contraria, pero no que le
consintieran todo.
Le observó golpear el
alféizar de la ventana varias veces antes de darse la vuelta y encaminarse de
nuevo hacia la puerta. La rodilla rígida. Los labios apretados.
—¿Por qué no te duchas
y después nos vamos al parque? —le preguntó esbozando una cariñosa sonrisa.
—¿Para qué? —masculló
él acostándose de nuevo en el suelo, frente a la puerta.
—Para disfrutar del
maravilloso día que hace, para acompañar a tu viejísimo bisabuelo y cuidar de
que no se caiga, para estar al aire libre en vez de pasarte el día encerrado en
casa…
—Me gusta estar
encerrado en casa —rezongó apoyando la pierna lastimada en la pared para volver
a hacer los estiramientos—. Además, no siempre estoy en casa, también subo y bajo
escaleras —apuntó burlón— y eso me ha dado la oportunidad de descubrir un nuevo
mundo artístico, el de los felpudos. Disfruto muchísimo tropezándome con ellos
en los descansillos —gruñó irónico—, es mucho más divertido que ir al Museo.
—Se sentó en el suelo y lo observó con los ojos entornados.
Beom Soo suspiró, cada
vez que su nieto adoptaba esa mirada desdeñosa las palabras que a continuación
abandonaban sus labios solo servían para herirse a su mismo. Y a él.
—¿Sabes que, bisa?
Deberías dejar de insistir en que vaya al parque a aterrorizar a los niños con
mi monstruosa cara y acompañarme a subir y bajar escaleras, es muy instructivo
escuchar las conversaciones de los vecinos. ¿Sabías que la del tercero se acuesta
con alguien cuando su marido no está en casa? Imagino que el pobre cornudo no
da la talla y ella se ha buscado un sustituto… Y la verdad, la entiendo. ¿Para
qué follarte a un monstruo cuando puedes tener a un semental en la cama?
—musitó con los ojos cerrados tendiéndose en el suelo.
—Yunho, no voy a
consentir que hables así —le reprendió Beom Soo. Desde que Da Hae le había
explicado que no podían seguir saliendo juntos porque él ya no era el novio que
se esperaba de una primera bailarina, la actitud de Yunho había ido de mal en
peor.
—Perdona bisa —se
disculpó sin ganas—. Solo pensaba en voz alta. Creo que voy a seguir tu consejo
y ducharme. ¿Quién sabe? Quizá tenga suerte y hoy sea el día elegido por Da Hae
para hacer su obra de caridad del mes… no queremos que me vea sucio y sudoroso,
¿verdad?, ya tengo suficiente con esta cara, no sería bueno que además apestara
a cloaca — afirmó a la vez que se levantaba del suelo y lo esquivaba para
dirigirse al baño.
—Lo único positivo del
accidente de coche ha sido que esa zorrona te ha dejado en paz… —musitó Beom
Soo entre dientes.
—¿Zorrona? — Yunho se
detuvo en mitad del pasillo y se giró lentamente para mirar al anciano—. Nunca
te ha caído bien, ¿verdad?
—No es una buena
chica, no te merece. Por su culpa hiciste sufrir a Jaejoong.
—Jaejoong, mi novio
mágico… hacía tiempo que no me hablabas de él — replicó socarrón. En realidad Beom
Soo mencionaba al onírico hombre a cada momento—. ¿Y porque se supone que
sufría? —preguntó intrigado.
—¿Por qué iba a ser?
Porque la besabas a ella, la abrazabas a ella, la querías a ella… y Jaejoong lo
veía y sabía lo mala que era Da Hae, y el daño que te haría —replicó el anciano
con voz triste—. Y aún así, respetó tus deseos y siguió cuidando de ti en
silencio. Ese si es un buen hombre para ti, y no la otra. Deberías esforzarte
en conquistarlo en vez de regodearte en tus heridas.
—Claro, no te
preocupes, esta noche cuando me visite en sueños seré el hombre más atento y
dulce del mundo —murmuró burlón antes de entrar en el cuarto de baño.
«Estás loco, bisa, y me estás
volviendo loco a mí» pensó mientras se colocaba bajo el tibio chorro
de agua de la ducha. Tanto le había hablado su bisabuelo de Jaejoong que había
acabado por ser real en sus sueños hasta el punto de que ya no solo escuchaba
su voz de vez en cuando. Desde el accidente lo sentía cerca en todo momento, y
lo que era peor, cada noche se dormía esperando verlo en sueños, hablar con él
escuchar sus regañinas, reírse con las estrambóticas historias que le contaba
sobre seres mágicos…
Era el mejor momento
del día, y también el más irreal. Su novio imaginario se estaba convirtiendo en
una obsesión de la que no quería deshacerse. Al fin y al cabo él no huiría
espantado al ver su rostro mutilado y la inutilidad de su pierna pues era una
invención de su mente, y él no iba a permitirse imaginar que lo abandonaba
asqueado, tal y como había hecho su exnovia real.
Pobre Yunho :( ahora ya no podrá bailar, ese si debe ser como un castigo para él....y Jae también debe estar sufriendo por las cosas que le estan pasando a Yunho.
ResponderEliminarAunque como dijo su abuelo, lo unico bueno que Yunho saco del accidente es que esa zorra de su novia lo haya dejado, Yunho no merecía alguien así....ahora Yunho debe pensar mas las cosas, tratar de reponerse y comenzar a creer en las palabras de su abuelo. Solo así podrá conocer a Jaejoong.
Gracias por actualizar, ya estaba extrañando las continuaciones de los fics
fue feo lo que le a pasado a yunho pero lo único bueno de todo esto es que yunho se esta dando cuenta que su novio mágico ya lo quiere a su lado y no quiere separarse de el aun que el piense que es imaginación ya lo echa de menos y anhela con que sea de noche para que aparezca de nuevo a su lado
ResponderEliminarGracias por el capitulo estaré esperando por mas no tardes por fa siiiiiiiiiiiii
El bisabuelo es una ternura, siempre hablando de Jaejoong. U.u me da penita, ya esta viejito.....muy viejito y Yunho es un majadero con el. Los hermanos de Jae son un caso jajaja .... T_T pobre Jae, no solo sufria cuando Yunho lo rechazo, despues la dichosa novia, y ahora esto.... Buuuuu . Gracias Paty por el capi :) :-)
ResponderEliminarVivan los viejitos. El bisabuelo de YunHo merece más años de vida ♡
ResponderEliminarMe da tristeza la situación de YunHo y realmente espero y se recupere pronto, si es posible que vuelva a bailar D:
Me parte el corazoncito ver que se lamenta de sí mismo u.u
Espero la actualización♡
Yunho esta tan herido emocionalmente :'( jaejoong tiene que endulzarle el alma y alegrarle los días aawww! :3
ResponderEliminarEl bisabuelo de Yunho es un amor.! pero ese bisabuelito ya parece inmortal cuantos años ya tiene?! ^^ .
Yunho mas respeto al al bisabuelo caracho ^^
Gracias por los capítulos! lo leí sin parar , esperare ansiosa nuevo capitulo ;)
el bisabuelo de Yunho es tan guay hihihih <3
ResponderEliminarJae pobre tiene que sufrir tanto.
Yunho no podra bailar mas es tan triste, espero que se pueda recuperar algun dia.
que buen capítulo un poco triste pero que bueno que Jae este ahi y le muestre su apoyo. pobre Yunho todo lo que tiene que sufrir.
ResponderEliminarque bisabuelo tan bonachon.
muy buen capitulo, muy bonita la historia, gracias por compartirla
Todo lo que le ocurrio a Yunho, no es para menos que este triste, pero no puede dirigirse ni comportarse asi con aquellos que lo quieren .... el deberia de dejar de sentir lastima por el y ver las cosas buenas como por ejemplo que aun sigue vivo y otra que como dijo Bisa que ya no esta con la zorrona (?) xD .... me encanta Beom Soo es tan pillin
ResponderEliminarPor ultimo otra cosa buena que paso aunq el mismo Yunho no lo sepa es que ahora es mas conciente de Jaejoong espero que pronto se encuentren cara a cara quisisera saber que es lo que pasaria para que se diera ese momento
Muchisimas gracias linda y espero que pronto actualices esta adaptacion
Nos leemos
Novio imaginario??? Aish solo Yunho no puede verlo o qué??? Jae es amor del bueno!!
ResponderEliminarMe puse como loca a buscar el cuarto capitulo 😅
ResponderEliminarSucede que adoro a Beom Soo, es un bisabuelo genial, realmente se esta robando mi corazon. Me irrita un poco que Yunho se moleste con el siendo que bueno solo quiere lo mejor para él.
Y Jaejoong me encanta tambien, realmente es un angel, su amor es tan puro y tan lindo... Me encanta, tambien sus hermanos...
¡gracias! Tu trabajo es hermoso TwT
Yunho esta siendo muy grosero con todos los que están alrededor de él. Lo bueno es que esa zorrona ya no está con él.
ResponderEliminarJae debería presentarse de nuevo a él, que se de cuenta que no es imaginario, si no real.
Gracias!!! ❤️💕💞