CAPÍTULO 16
Cuando te encuentras
repentinamente en una situación peligrosa, tu cerebro se escinde en dos partes:
la que se dedica a experimentar la situación, y la que se mantiene en un
segundo plano y trata de entender qué está sucediendo. Y esas partes no tienen
por qué compartir información. Así que tardé unos segundos en ser consciente de
lo que estaba diciendo Siwon.
—No puedes ignorarme,
zorra. No puedes darme con la puerta en las narices si quiero verte.
Quería dejarme claro
que no había nada que estuviera fuera de su alcance. También quería demostrarme
que él siempre podría más que yo.
La boca se me había
quedado reseca y el rostro se perlaba de sudor.
—Sí —dije con voz
ahogada—. No cabe duda de que has encontrado una manera de verme. ¿Cómo te las
has arreglado? No puedes haber adivinado la combinación de la cerradura.
Cada apartamento del
edificio disponía de dos tarjetas canceladoras, por si se producía alguna
emergencia, o alguien olvidaba su código del teclado de la cerradura. Una
estaba depositada en una habitación detrás del mostrador del conserje; la otra
estaba guardada bajo llave en el despacho de la administración.
—Te la dio Moo Kyul
—dije con incredulidad. Eso era ilegal, algo denunciable ante los tribunales.
¿Tanto me odiaba que estaba dispuesto a correr el riesgo de acabar en la cárcel
sólo para hacerme pagar que la hubieran despedido? Aparentemente sí.
—Le
dije que necesitaba pasar por aquí para devolverte unas cosas.
—Bueno, pues ya me
las has devuelto —dije con un hilo de voz—. Gracias por la pulsera. Pero no
hacía falta que trajeras la pistola, Siwon.
—Me has estado
ignorando...
—Lo siento.
—... tratándome como
si yo no significara nada para ti. —El cañón se apretó contra mi sien con
fuerza suficiente para dejarme un morado. Permanecí inmóvil, sintiendo que los
ojos se me llenaban de lágrimas—. Pero seguro que ahora sí significo algo,
¿verdad?
—Claro —susurré.
Quizá su intención inicial era sólo asustarme, pero ahora se estaba cabreando
por momentos tal como había hecho siempre, dejando que la ira creciese dentro de él. Cuando Siwon empezaba a ponerse furioso, el proceso
era como una avalancha. No podías hacer nada para contenerlo.
—Me chuleaste a
conciencia en el divorcio, y me dejaste tirado, con todo el mundo preguntando
qué había pasado, dónde estabas... ¿Cómo crees que me sentó eso? ¿O es que te
importaba una mierda lo mal que pudiera estar pasándolo yo?
Intenté acordarme de
lo que me había dicho He Yi, que un narcisista necesitaba sentir que se había
alzado con la victoria.
—Por supuesto que me
importaba —dije con voz entrecortada—. Pero todo el mundo sabía que podías
aspirar a algo mejor. Todo el mundo sabía que yo no era lo bastante bueno para
ti.
—Desde luego. Nunca
volverás a tener lo que tuviste cuando estabas conmigo. —Me empujó tan fuerte
que choqué contra la pared, y boqueé con jadeos sibilantes. El cañón de la
pistola me tocó la cabeza. Oí el chasquido del seguro al ser quitado—. Nunca lo
intentaste —masculló Siwon, al tiempo que me sobaba el trasero con las caderas.
Un acceso de náuseas me revolvió el estómago al notar su abultada erección—.
Nunca te esforzaste lo suficiente. Hacen falta dos personas para construir un
matrimonio, y tú nunca estuviste por la puta labor. Deberías haber hecho más.
—Lo siento —dije mientras
tragaba saliva nerviosamente.
—Me dejaste. Te
largaste de ese apartamento para ir descalzo por la calle, como un maldito
pordiosero, porque pensabas que cuanta más pena dieras mejor. Para dejarme en
mal lugar ante la gente. Y luego recurriste al cabrón de tu hermano Yoochun para
que te tramitara un divorcio a medida. Creíste que bastaba con arrojarme a la
cara un puñado de dinero para que yo desapareciera. Pues entérate de que los
documentos legales y toda esa mierda no significan nada para mí. Aún puedo
hacer lo que me dé la gana contigo.
—Siwon —conseguí
musitar—, iremos a sentarnos y estaremos hablando todo el rato que quieras si
guardas esa... —Gemí de dolor al recibir un golpe detrás de mi oreja, y luego
oí un zumbido. Un hilillo de líquido caliente me corrió por detrás de la oreja
y bajó por el cuello. Siwon me había golpeado con la culata de la pistola.
— ¿A cuántos hombres
te has tirado? —inquirió con voz amenazadora.
No había ninguna
respuesta buena a esa pregunta. Cualquier cosa que le dijera acabaría en el tema
Yunho, y entonces la sensación de furia humillada de Siwon llegaría al
paroxismo. Tenía que tranquilizarlo, aliviar su ego herido.
—Tú eres el único que
me importa —susurré.
—Y que lo digas. —Me
agarró del pelo con la mano libre—. Vas vestido como una puta, haces que te
corten el pelo como a una puta. Antes al menos te veias decente. Un respetable hombre
casado. Pero ahora ni siquiera eres capaz de aparentar. Mírate.
—Siwon...
— ¡Cierra el pico!
Sólo sabes decir mentiras. Cada vez que te tomabas una de esas píldoras, era
una mentira. Yo estaba intentando darte un niño. Quería que tuviéramos una
familia, pero tú sólo querías largarte. ¡Furcio embustera!
Me tiró del pelo
hasta hacerme tender en el suelo. Su furia había alcanzado el punto de ebullición,
y me gritaba un insulto tras otro mientras apretaba la pistola contra mi
cabeza. Mi mente, mis emociones, se distanciaron de lo que estaba sucediendo,
aquel anuncio de la violencia íntima que no iba a tardar en llegar. Igual que
antes, sólo que ahora con una pistola apuntándome. Me pregunté confusamente si Siwon
apretaría el gatillo. Su cuerpo aplastó el mío y me inmovilizó con su peso. El
aliento le apestaba a alcohol cuando acercó los labios a mi oreja para musitar:
—No grites o te
mataré.
Yo estaba rígido,
todos los músculos tensados al máximo. Lo único que quería era sobrevivir. Sabores
salados inundaron mi boca. El contacto horrendamente familiar de la mano de Siwon
me paralizó cuando empezó a bajarme el pantalón.
Ambos estábamos tan
absortos en nuestra salvaje pugna, uno inclinado sobre el suelo para infligir dolor, el otro resistiéndose en
cuerpo y alma, que ninguno de los dos oyó abrirse la puerta.
Entonces el aire
vibró con un sonido inhumano y toda la habitación pareció hacer explosión, como
si el caos acabara de ser liberado. Conseguí mirar hacia arriba, pese al dolor
del cuello, y vi que una silueta se abalanzaba sobre Siwon, y el frío metal
dejó de hacer mella en mi cráneo cuando mi ex levantó la pistola y disparó.
Silencio.
Mis oídos habían
quedado aturdidos temporalmente, mi cuerpo resonaba con el frenético palpitar
de mi corazón desbocado por el terror. El peso que me oprimía había
desaparecido. Rodé sobre el costado y abrí los ojos velados por el llanto. Vi a
dos hombres enfrentados en una brutal pelea a puñetazo limpio, y las gotas de
sangre y sudor volaban con cada nuevo impacto de sus puños.
A horcajadas encima
de Siwon, Yunho le asestaba un puñetazo tras otro. Mi ex no tardó en dejar de
oponer resistencia a medida que quedaba cada vez más maltrecho, y aun así Yunho
no dejaba de golpearlo. Había sangre por todas partes, y Yunho tenía el costado
izquierdo manchado de rojo.
— ¡Yunho! —Grité
poniéndome de rodillas en el suelo—. Yunho, ¡¡¡basta!!!
Pero él no me oyó.
Había perdido el juicio y sólo quería destruir a Siwon, matarlo. La pistola, arrancada
de la mano de Siwon, había resbalado un par de metros por el suelo. Me arrastré
hacia ella y la cogí.
— ¡Yunho, no le
pegues más! ¡Ya está bien! ¡Se acabó! Yunho...
Pero nada de cuanto
pudiera decir o hacer serviría de algo. Yunho tenía tanta adrenalina corriéndole
por las venas que lo arrasaría todo a su paso. Yo nunca había visto tanta
sangre. No podía creer que aún no hubiera perdido el conocimiento.
— ¡Maldita sea, Yunho,
te necesito! —grité.
Él se detuvo y me
miró, jadeando entrecortadamente. Vi que tenía los ojos un poco desenfocados.
—Te necesito —repetí,
levantándome del suelo. Fui hacia él con paso tambaleante y lo agarré del
brazo—. Ven, vamos al sofá.
Él se resistió y bajó
la mirada hacia Siwon, quien yacía inconsciente en el suelo, con las facciones
deformadas por la paliza.
—Ya no hace falta que
sigas —le dije a Yunho, sin dejar de tirar de él—. Está inconsciente. Se acabó.
Ven conmigo. Vamos. —Repetí las palabras varias veces, combinando la persuasión
con las órdenes mientras lo llevaba lentamente hacia el sofá.
Yunho estaba lívido,
y una serie de espasmos le recorrieron el rostro cuando el instinto asesino se
disipó y el dolor de la herida empezó a ejercer sus efectos. Trató de sentarse
pero el esfuerzo fue demasiado y acabó dejándose caer en el sofá, los puños
suspendidos en el aire a mitad de camino. La bala le había dado en el costado,
pero había tanta sangre que no podía ver el punto exacto por el que había
entrado o la magnitud de la herida.
Sin soltar la
pistola, corrí a la encimera y cogí un puñado de paños de cocina limpios. Dejé
la pistola encima de la mesilla del café y le abrí la camisa a Yunho,
arrancándole los botones con las prisas.
—Jae —dijo él,
respirando con visible dificultad—, ¿te ha hecho daño? ¿Te...?
—No; estoy bien.
—Limpié la sangre y dejé al descubierto la herida, un orificio sorprendentemente
pequeño y redondo. Pero no pude ver ninguna herida de salida, lo que significaba
que la bala había entrado y se había desviado para alojarse en el costado,
causando lesiones en los órganos... Quise llorar, pero contuve las lágrimas y
cubrí la herida con los paños de cocina—. No te muevas. Voy a apretarte el
costado para contener la hemorragia.
Yunho dejó escapar un
gemido cuando apreté los paños. Los labios se le estaban poniendo grises.
—Tú oreja...
—No es nada. Siwon me
pegó con la pistola, pero no fue...
—Lo mataré...
—Intentó levantarse del sofá.
Volví a sentarlo de
un empujón.
— ¡Estate quieto! Te
han disparado. —Le cogí la mano y se la puse encima de los paños para que
siguiera haciendo presión mientras yo iba por el teléfono—. Aguanta así.
Llamé a la policía,
al portero y a Hyun Joong, todo ello sin dejar de mantener los paños firmemente
apretados sobre la herida.
Hyun Joong fue el
primero en llegar.
—Dios mío —dijo en
cuanto vio la escena, mi ex marido que empezaba a recuperarse en el suelo, Yunho
y yo en el sofá—. Jae, ¿estás...?
—Estoy bien.
Asegúrate de que Siwon no hace nada más.
Hyun Joong fue hacia
mi ex marido y se detuvo junto a él con una expresión que yo nunca le había visto.
—A la primera ocasión
—le dijo en un susurro letal—, te llevaré de vuelta al pozo de mierda del que
saliste y te arrancaré las tripas.
Entonces llegaron los
de la ambulancia, seguidos poco después por la policía, mientras los guardias
de seguridad del edificio se encargaban de impedir que ningún curioso entrara
en el apartamento. No me di cuenta del momento exacto en que los policías se
llevaron del apartamento a Siwon, porque estaba pendiente de Yunho. Él caía en
la inconsciencia y salía de ella, respiraba muy deprisa, y la piel se le había
cubierto de un sudor frío. Parecía bastante desorientado, porque me preguntó al
menos tres veces qué había pasado, y si me encontraba bien.
—Todo va bien
—murmuré, acariciándole el pelo alborotado al tiempo que le apretaba la mano
mientras un enfermero le inyectaba suero—. No te muevas.
—Jae... quería
decirte que...
—Ya me lo dirás
después.
—Cometí un...
error...
—Lo sé. No te
preocupes. Ahora estate calladito y no te muevas. — Intentó decir algo más, pero
el otro enfermero le puso la mascarilla de oxígeno y unos parches para un
monitor cardíaco, y luego ajustó un tablero estabilizador para transportarlo.
Eran rápidos y eficientes. Lo que los profesionales de la atención sanitaria
llaman la «hora crítica», que va desde el momento en que una persona
recibe un disparo hasta que llega a un centro hospitalario, había empezado a
correr. Si transcurren más de sesenta minutos antes de que esa persona sea
atendida por un equipo médico, sus probabilidades de sobrevivir disminuyen en
picado.
Acompañé a Yunho en
la ambulancia mientras Hyun Joong nos seguía en su coche. Fue sólo por el bien
de Yunho que conseguí mantener una apariencia de calma. Por dentro, sentía una
angustia demasiado inmensa para que un corazón humano fuera capaz de
soportarla.
Llegamos a la entrada
de ambulancias, y los enfermeros pusieron a Yunho encima de una camilla para
transportarlo.
Junsu y Yoochun ya
estaban en urgencias, avisados por Hyun Joong. Supuse que el resto de mi familia
no tardaría en aparecer. No se me había ocurrido pensar en mi aspecto, con los
ojos desorbitados y todo manchado de sangre, pero adiviné por sus expresiones
que era muy preocupante. Junsu se quitó la chaqueta para ponérmela sobre los
hombros y me limpió la cara con unos pañitos para bebés que llevaba en su
bolso. Cuando descubrió el bulto detrás de mi oreja, él y Yoochun insistieron
en que me examinara un médico, a pesar de mis protestas.
—No pienso ir a
ninguna parte, me quedaré aquí hasta que sepa cómo está Yunho...
—Jae —dijo Yoochun,
plantado ante mí—, ahora va a pasar un buen rato antes de que tengan algo que
decirnos. Están comprobando su grupo sanguíneo, haciéndole radiografías y
pasándolo por el escáner... No te perderás nada, confía en mí. Ahora deja que
alguien le eche una mirada a esa cabezota tan dura que tienes. Por favor.
Fui limpiado y
vendado, y enviado de regreso a la sala de espera. Como había predicho Yoochun,
aún no se sabía nada. Yunho estaba en el quirófano, aunque nadie quiso decirnos
para qué lo habían llevado allí exactamente, o el tiempo que iba a durar la
operación. Me quedé sentado en un rincón de la sala y miré la televisión sin
verla, preguntándome si debería llamar a la madre de Yunho. Finalmente decidí
esperar hasta tener alguna información sobre su estado —ojalá fuese tranquilizadora—
para comunicarla junto con la noticia de que le habían disparado.
Mientras esperaba, la
culpa tiró de mí como las arenas movedizas. Nunca habría imaginado que Yunho
acabaría cargando con las consecuencias de mis errores pasados. Si yo nunca
hubiera tenido nada que ver con Siwon... si nunca hubiera iniciado una relación
con Yunho...
—No pienses eso —oí
la dulce voz de Junsu a mi lado.
— ¿Qué es lo que no
he de pensar? —pregunté con voz átona, mientras cruzaba las piernas sobre la
dura silla de plástico.
—Lo que sea que ha
hecho que se te ponga esa cara. —Me pasó el brazo por los hombros—. Tú no
tienes la culpa de nada. Eres lo mejor que le ha ocurrido nunca a Yunho.
—Oh, evidentemente
—musité, lanzando una mirada de soslayo a las puertas que conducían al
quirófano.
Junsu me apretó los
hombros con el brazo.
—Cuando los vi juntos
en la fiesta de las petroleras la otra noche, al principio no pude creer lo
mucho que había cambiado Yunho. Nunca lo había visto tan relajado y feliz. Como
si por fin se sintiera a gusto consigo mismo. Con lo convencido que estaba yo
de que nadie podría hacer eso por él.
—Junsu... algo ha ido
muy mal durante los últimos dos días. Papá y el tío T.J. se...
—Sí, ya estoy al
corriente de eso. Joon Gyu me lo contó todo. También me habló de algo que había
sucedido hoy, algo que realmente necesitas saber.
— ¿Qué es?
—Creo que debería ser
Joon Gyu quien te lo contara. —Me empujó suavemente los hombros con el codo
para que volviera la vista hacia la entrada de visitantes, por la que justo
entonces estaban entrando Changmin y mi padre. Junsu se levantó y le hizo una
seña con la mano para que viniera hacia nosotros, y papá se instaló en el
asiento contiguo al mío. Y pese a toda mi ira y mi sensación de haber sido
traicionado, me apoyé en él y puse la cabeza en su hombro, aspirando aquel olor
a cuero que para mí siempre sería olor-de-papá.
— ¿Qué ha pasado,
bichito? —preguntó.
Mantuve la cabeza
apoyada en su hombro mientras se lo contaba. De vez en cuando él levantaba la
mano y me daba unas palmaditas en el brazo. Parecía asombrado de que Siwon hubiera
llegado a hacer semejante disparate, y me preguntó qué había pasado para que se
le cruzaran los cables de aquella manera. En un primer momento pensé explicarle
que Siwon siempre había sido así, que eran sus malos tratos los que habían
destruido nuestro matrimonio. Pero luego decidí dejar esa conversación para un
lugar y un momento más adecuados. Así que me limité a sacudir la cabeza,
encogerme de hombros y decir que no tenía ni idea.
Y entonces papá me
sorprendió diciendo:
—Yo sabía que Yunho
iba a ir a verte esta noche.
Levanté la cabeza
para mirarlo a los ojos.
— ¿Lo sabías? ¿Cómo
te enteraste?
—Él me llamó a eso de
las cinco. Me explicó que sentía haber aceptado el trato para arrendar los
terrenos, y que ya le había dicho a T. J. que lo dejara correr. Dijo que el
sábado no tenía la cabeza del todo clara, y que había sido una equivocación por
ambas partes: nuestra por ofrecérselo, y suya por aceptarlo.
—Tenía razón —me
limité a decir.
—Así que ya no hay
trato —dijo papá.
— ¡Eso es lo que tú
crees! Quiero que cumplas con tu parte del trato. Asegúrate de que Yunho consigue
el arrendamiento al precio justo que había ofrecido inicialmente, y dile a T.
J. que se olvide de la bonificación. Y si haces lo que te pido, significará que
estás dispuesto a hacer otro intento de que tú y yo tengamos una relación
padre-hijo como es debido.
Estaba decidido a que
por una vez en su vida, Jung Yunho fuera tratado con un mínimo de decencia.
— ¿Y tú seguirás
viendo a Jung?
—Sí.
Mi padre sonrió
levemente.
—Probablemente será
lo mejor para todos, teniendo en cuenta lo que él me contó sobre ti.
— ¿Qué te contó?
Mi padre sacudió la
cabeza.
—Jung me pidió que lo
guardara en secreto. Y he decidido que ya no interferiré. Aunque...
Dejé escapar una
risita temblorosa.
— ¿Aunque qué?
Maldita sea, papá, ¿por qué tienes que dejar de interferir justo cuando por fin
tienes algo que quiero oír?
—Una cosa sí que
puedo decirte. He hablado con dos hombres que querían explicarme lo que sentían
por mi hijo. Uno de ellos era Siwon. Y no creí ni una palabra de todo lo que me
dijo. No porque tú no merezcas que se te quiera. Siwon sencillamente no sentía
nada por ti. Pero Jung Yunho..., aunque es un sinvergüenza y un cateto... hoy
creí lo que me dijo. No estaba tratando de venderme nada. Se limitó a decirme
cómo estaban las cosas. Yo respeto eso. Y sea lo que sea lo que decidas hacer
acerca de él, también lo respetaré.
* * *
Pasaron dos horas. Me
paseé por la sala de espera, estuve sentado, vi la televisión, y me bebí no sé
cuántos cafés que sabían fatal por mucha cantidad de sacarina y leche en polvo
que llegara a echarles. Cuando pensaba que iba a estallar por la tensión, la
puerta de la entrada se abrió. Un cirujano muy alto de pelo blanco se asomó y
escrutó la sala de espera con la mirada.
— ¿Hay aquí algún
familiar de Jung Yunho?
Corrí hacia él.
—Soy su prometido
—dije, pensando que eso podría proporcionarme más información—. Kim Jaejoong.
—Soy el doctor
Whitfield.
Nos dimos la mano.
—El señor Jung se ha
gastado todas las reservas de suerte con ésta — dijo el cirujano—. La bala le
rozó el bazo, pero ningún otro órgano resultó afectado. Casi un milagro. Lo
lógico habría sido que la bala le perforara algún órgano vital, pero
afortunadamente no fue así. Se la hemos extraído y hemos procedido a una
reparación de sutura relativamente simple en el bazo para salvárselo. Dada la
edad del señor Jung y su excelente estado de salud, no hay razón para que surjan
complicaciones de ninguna clase. Así que yo diría que pasará alrededor de una
semana en el hospital, y luego se requerirán entre tres a cuatro semanas de
reposo hasta que se encuentre completamente recuperado.
La nariz y los ojos
habían empezado a escocerme. Me pasé la manga por los ojos para secármelos.
— ¿Así que no tendrá
problemas a causa de esto en el futuro? ¿Insuficiencia de bazo o algo así?
—No. Se recuperará
completamente.
—Oh, Dios mío.
—Exhalé un trémulo suspiro. Fue uno de los momentos más gloriosos de mi vida.
No, sin lugar a dudas el más glorioso de todos. Me notaba electrizada y débil
al mismo tiempo, y noté que me faltaba la respiración—. Siento un alivio tan
grande que me duele un poco el estómago. ¿Es posible eso?
—Es alivio —dijo el
doctor con una sonrisa de comprensión—, o el café de la sala de espera. Más
probablemente el café.
El hospital permitía
que los pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos pudiesen
recibir visitas las veinticuatro horas del día. Pero sólo podías quedarte
quince minutos por hora, salvo en circunstancias especiales y autorizadas
previamente por el personal de enfermería. Pedí a Yoochun que tirara de todos
los hilos a su alcance para asegurar que yo pudiera entrar y salir de allí a
voluntad. Mi hermano pareció encontrar gracioso que le viniera con ésas, y me
recordó que en una ocasión yo había protestado airadamente ante la sugerencia
de usar el poder y el dinero para obtener un tratamiento especial. Le dije que
cuando uno estaba enamorado, la hipocresía tenía preferencia sobre los
principios. Y Yoochun me aseguró que lo entendía, y me consiguió un permiso
especial para pasar todo el tiempo que quisiera con Yunho.
Pasé la mayor parte
de aquella noche echando cabezadas en un asiento reclinable en la habitación de
Yunho. Un hospital es el peor sitio del mundo si quieres dormir. Las enfermeras
entraban cada hora para cambiar las bolsas del suero, comprobar los monitores y
tomarle la temperatura y la presión sanguínea. Pero yo encajaba con sumo
deleite cada una de aquellas interrupciones, porque me encantaba enterarme una
y otra vez de lo bien que se estaba recuperando Yunho.
Yoochun fue al
hospital al clarear el día y me dijo que me llevaría en coche a mi apartamento para
que pudiera ducharme y cambiarme de ropa. Yo no quería separarme de Yunho, pero
debía de parecer algo sacado del cubo de la basura, y probablemente era una
buena idea asearme un poco.
Yunho había
despertado cuando regresé a las siete, y no se mostró nada contento, por decirlo
suavemente, cuando se vio en una cama de hospital con una serie de monitores
conectados a su cuerpo. Entré justo a tiempo de oírlo discutir con una
enfermera, a la que exigía que le quitara el suero al tiempo que se negaba en
redondo a tomarse el calmante prescrito. No quería que lo examinaran y le
hicieran ninguna prueba, dijo. Se encontraba perfectamente. Lo único que necesitaba
era un vendaje y una bolsa de hielo.
Pude ver que la
enfermera disfrutaba de lo lindo discutiendo con aquel hombretón de ojos cafes que
se hallaba a su merced, y no se lo reproché en lo más mínimo. Yunho parecía
perdido y un poco preocupado, y entre una cosa y otra la verdad es que estaba
para comérselo.
Y era mío.
—Jung Yunho —dije
entrando en la habitación—, pórtate bien o te piso el tubo.
La enfermera pareció
un poco sorprendida por aquella salida surrealista.
Pero la mirada de Yuhno
sostuvo la mía en un instante de alto voltaje y enseguida lo vi relajarse,
tranquilizado de una forma que nunca estaría al alcance de las muestras de conmiseración
expresadas con voz cantarina.
—Ese truco sólo
funciona cuando el tubo sirve para darte oxígeno —dijo.
Fui hacia la bandeja
que había encima de la mesilla y cogí las pastillas de Vicodina que la enfermera
había intentado hacerle tomar con un trago de agua.
—Tómatelas —dije——.
Sin rechistar.
Yunho obedeció,
lanzándole una mirada de soslayo a la enfermera, que tenía las cejas ligeramente
enarcadas.
—Es menudo —le dijo
él—, pero tiene muy malas pulgas.
La enfermera se fue,
sin duda preguntándose por qué semejante pedazo de tío no había podido
encontrar un amiguito más simpático. Cuando la puerta se hubo cerrado, dediqué
unos momentos a ocuparme de Yunho, alisándole las sábanas y ahuecándole la
almohada. La mirada de él no se apartó de mi cara ni un solo instante.
—Jae —me dijo en voz
baja cuando hube acabado—, sácame de aquí. Nunca había estado en un hospital.
No aguanto estar enchufado a todos estos cacharros. Lo único que necesito es...
—Deja de resistirte
—le dije—, y saldrás de aquí mucho antes. —Le besé la frente—. ¿Te portarás
bien si me meto ahí contigo?
Sin ninguna
vacilación, Yunho se escurrió hacia un lado de la cama, con un gemido de dolor
a causa del esfuerzo. Yo me quité los zapatos y subí a la cama con cuidado,
apoyando la cabeza en el hueco del brazo de Yuhno. Él suspiró profundamente, un
sonido de pura satisfacción.
Rocé su cálido cuello
con los labios y aspiré su aroma. Tenía un olor entre antiséptico y medicinal,
como si lo hubieran rociado con alguna colonia de hospital. Pero bajo aquel
vacío esterilizado enseguida encontré esa fragancia suya que había llegado a
resultarme tan familiar.
—Yunho —murmuré,
acariciándole la muñeca—, ¿por qué aceptaste ese ridículo trato que te ofrecieron
T. J. y papá? ¿Y por qué te echaste atrás después?
Su mano encontró la
mía, y sus largos dedos se cerraron sobre mi palma.
—Me puse un poco
fuera de mí después de ver a mi padre la noche del viernes.
— ¿Sí? Pues no me di
cuenta.
—Le pagué la fianza y
lo dejé en un motel con algo de dinero. Y le dije que se largara con viento
fresco. Pero lo que no te conté... debería haberlo hecho… es que él y yo
estuvimos hablando durante unos minutos. Y me dijo... — Yunho me apretó la mano
más fuerte.
Esperé sin decir nada
mientras él respiraba hondo con inspiraciones entrecortadas.
—Mi padre se cabreó
bastante cuando le dije lo que le haría si volvía a llamar a mamá — musitó
finalmente—. Dijo que le hacía mucha gracia oírme decir eso, porque yo había
sido la razón de que se casaran. Mamá había dejado de salir con mi padre, pero
entonces tuvo que volver a juntarse con él porque se había quedado embarazada.
Yo tuve la culpa de que acabara teniendo que vivir con ese hijo de perra. Toda
su vida ha sido un infierno por mi culpa. Ha sufrido...
—No, Yunho. —Me
incorporé sobre el codo y clavé la mirada en el café de sus ojos—. Tú sabes que
eso no es cierto. Sabes que no tuviste la culpa.
—Pero eso no quita que,
si no hubiera aparecido yo, mamá nunca se habría casado con él. Y en cuanto mi
padre la tuvo a su merced, le arruinó la vida.
Yo entendía sus
sentimientos pese a que discrepara bastante de su lógica. Pero su angustia y
esa culpa irracional que sentía no podían ser disipadas con unos tópicos dichos
para cubrir el expediente. Yunho necesitaba tiempo y amor para lograr hacer las
paces con la verdad. Y yo tenía más que suficiente de ambas cosas para darle.
Me besó la cabeza.
—Odio ser su hijo
—dijo con la voz más profunda y ronca que escuchara últimamente—. Odio la mitad
de mí que es él, y puedo sentirla, esa parte que es un sucio hijo de perra que
sólo sabe hacer daño a quienes lo rodean, y cuando Joon Gyu y T. J. vinieron a
mí con ese trato, pensé que por qué no. Iba a tener que dejarte de todas
maneras. Porque te amaba demasiado para arrastrarte al fondo del pozo conmigo.
Levanté la mano para
acariciarle la rígida mandíbula.
— ¿Por qué cambiaste
de opinión? —susurré.
—En cuanto me hube
calmado un poco y tuve ocasión de pensar, me dije que... te amaba lo suficiente
para tratar de merecerte. Yo haría cualquier cosa, sería cualquier cosa, por
ti. Anoche fui a tu apartamento para suplicarte que me dieras otra oportunidad.
Estaba muerto de miedo, porque pensaba que a lo mejor no me perdonarías lo que
pasó la noche del viernes.
El cuerpo se le había
puesto tan caliente que me pregunté si no se estaría sonrojando también.
—Temía que pudieras
pensar que me había pasado de la raya. La verdad es que estuve demasiado brutal
contigo. Y después de todo lo que habías tenido que aguantar con Siwon...
Bueno, tenía miedo de que no quisieras volver a hacerme un hueco en tu vida.
Así que decidí ir a tu apartamento para decirte lo mucho que lo sentía. Lo
delicado que iba a ser de ahora en adelante. E incluso si no querías volver a
hacerlo conmigo, pensaba que ojalá me permitieras... aunque sólo fuera estar
cerca de ti, al menos. Por si alguna vez te hacía falta para algo.
Nunca le había oído
hablar con semejante humildad, nunca había imaginado que eso fuera posible.
Guié su cara hacia la mía hasta que nuestras narices casi se tocaron.
—Me haces falta para
muchas cosas, Yunho. Para una vida entera de cosas.
Él me besó con un
vigor sorprendente, su boca cálida y exigente.
— ¿Sabes? —Dije,
arqueándome un poco mientras me besaba el cuello—, les he dicho a las enfermeras
que estábamos prometidos, para que me dejaran quedarme aquí contigo.
—Odiaría hacerte
quedar como un mentiroso —repuso él mientras me alisaba los cabellos—. Pero
después de lo que sucedió anoche, te sientes enormemente agradecido y no quiero
aprovecharme de ello. Así que mañana, cuando la gratitud se haya disipado...
probablemente te pediré que te cases conmigo.
—Y yo probablemente
te responderé que sí.
Yunho atrajo mi frente
hacia la suya, y me sumergí en las brillantes profundidades cafes de sus ojos.
— ¿Pronto? —susurró
él contra mis labios.
—Cuando tú quieras.
Cuando me puse a
pensar en ello después, se me ocurrió que probablemente debería haber estado
nervioso ante la perspectiva de volver a casarme, vista mi experiencia
anterior. Pero todo era diferente con Yunho. Su amor carecía completamente de
condiciones, lo que me parecía el regalo más grande que un ser humano puede
hacerle a otro.
— ¿Sabes? —le dije en
nuestra noche de bodas—, soy igual cuando estoy contigo que cuando estoy sin
ti.
Y porque él entendía
lo que yo quería decir con eso, me tomó en sus brazos, muy cerca de su corazón.
hermoso muy hermoso me encanta se casaron por fin que bueno que se aclaro todo y que yunho salio bien librado de el encuentro que tubo con siwon y que no paso a mayores y jae ton contento por que por fin su familia acepto a yunho como parte de ella y todos felices y yo también :)
ResponderEliminar:) kyaaaaa al final Yunho salio bien librado del disparo que recibio y con Jae a su lado de seguro que termina por recuperarse....
ResponderEliminarY que bueno que la familia de Jae parece que ya han aceptado a Yunho en su familia :) y tambien se dieron cuenta que Yunho es muchoooooooooo mejor que Siwon ..... y por ultimo estoy muy feliz que se pudieran casar... ahora solo falta leerme el epilogo :) gracias
Lo sabía, Yunho se sentía culpable y por ello fue a ver a Jaejoong y salvarlo, un poco brutal pero a fin de cuentas creo que todos nos podemos comportar de esa manera si se llega a amenazar al ser querido. Lo mejor es que ahora son totalmente felices :)
ResponderEliminaryeah que suenen kas campanas ya habra boda yupiiiiii
ResponderEliminarque bien que todo se aclaro y sobre todo que yunho no haya tenido complicaciones en su herida ojala y siwon lo metan a prision y nuca mas salga de alli
Wiiiiiiii al fiiinn la familia de Jae acepto a Yunho!!!
ResponderEliminarBueno, es que si con esto no lo hacian pecarian de soberbios.
Ojala Siwon se pudra en la carcel pagando por todo lo que le hizo a Jae.
YH llego justo a tiempo u.u
ResponderEliminargracias por el capi.....
Yo creo que para que termine con broche de oro debe de haber un heredero jung kim xD gracias por el fic!
ResponderEliminarBendito sea Yunho por llegar a tiempo n.n
ResponderEliminarmenos mal la bala no le causo daños graves fiiuuu..!
se van a casar ? Wiii.!! <3 <3 <3
y que alegría que la familia de Jaejoong ya lo acepte :3.
Espero que Siwon y Moo Kyul se pudran en la cárcel.!
wuauuuu menos mal que no paso nada grave y gracias a siwon yunho se volvio un herora para Jae hahahaa
ResponderEliminarespero que se case pronto asi se olvidara pronto de todo lo malo haha XD
Es tan bonito ;;
ResponderEliminarQuiero ver su boda
felizmente todo salio bien =) siwon preso, yunho fuera de peligro y jae con sus amenazas de pisarle el tubo xD solo falta la boda >_<
ResponderEliminarkyaaaaaaaaa Todo termino bien *v* Por suerte Yunho llego a tiempo y le dio lo que merecía a la plaga maldita... Y se recupero bien del disparo y no fue nada grave :3 También Jae y su padre se entendieron de nuevo y hasta acepto a Yunho... Quiero mas detalles de la boda >3<
ResponderEliminarMe encanto! Muchas Gracias por compartirlo!!! ^ ^
por fin todo va Por el camino correcto. Me gustaría saber que pasó con Siwon y el desgraciado del ex jefe
ResponderEliminarHermosa historia...... al final Jae obtuvo otra perspectiva del amor
ResponderEliminarHermosa historia...... al final Jae obtuvo otra perspectiva del amor
ResponderEliminarHermosa historia...... al final Jae obtuvo otra perspectiva del amor
ResponderEliminarHermosa historia...... al final Jae obtuvo otra perspectiva del amor
ResponderEliminarHermosa historia...... al final Jae obtuvo otra perspectiva del amor
ResponderEliminarpor fin Yunho se le declaró, que duro fue el chaval en decirle sus sentimientos a este Jae tan necesitado de amor
ResponderEliminarquiero saber qué pasó con Siwon si fue a la cárcel y también quiero saber qué castigo recibió el ex jefe de Jae por darle a Siwon la tarjeta para entrar a la casa de Jae
Sencillamente hermosa historia.....gracias
ResponderEliminarEspero que redundan en la cárcel a Siwon y al exjefe de Jae. Yunho afortunadamente no tuvo serias consecuencias por el disparo y creo ahora toda la familia de Jae lo ama o eso espero.
ResponderEliminarGracias!!!💗💕💞
Ahh.. que hermoso, por fin. Espero que Siwon este en la cárcel por un buen tiempo, al igual que el ex-jefe de JJ, lo que hizo, podia haberle costado la. Ida a JJ y YH.
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