lunes, 7 de abril de 2014

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 9

CAPÍTULO 9


Al día siguiente llegué al trabajo a eso de las ocho y media, y Hae, Na Ri, Hyuk y Goo enseguida hicieron corro en torno a mí. Todos se mostraron aliviados al ver que no me había pasado nada, y luego me preguntaron por la inundación y lo que había sentido durante mi encierro en el ascensor, y quisieron saber cómo me las había arreglado para salir de allí.
—Conseguí llamar a un amigo antes de que mi móvil se quedara sin batería—expliqué—. Él apareció y... Bueno, después todo fue sobre ruedas.
—Llamaste al señor Jung, ¿verdad? —Preguntó Goo—. Alguien me dijo que fue él quien te sacó de ahí.
— ¿Nuestro residente el señor Jung? —preguntó Hae, y sonrió al ver que yo asentía de mala gana.
Moo Kyul vino a mi cubículo, con cara de preocupación.
—Jaejoong, ¿te encuentras bien? Me telefonearon para contarme lo que sucedió ayer.
—Me encuentro perfectamente —dije—. Listo para trabajar, como de costumbre.
Mi jefe rió. Quizá fui el único que percibió la sombra de condescendencia que hubo en su risa.
—Veo que eres un hombre de recursos, Jaejoong. Bravo.
—Por cierto —me dijo Hae —, esta mañana hemos tenido media docena de llamadas, todas preguntando si el hombre del ascensor eras tú. Supuse que los medios de comunicación locales querían sacarle todo el jugo posible al hecho de que seas un Kim. Así que me hice la tonta y dije que no, que era otro hombre.
—Gracias —dije, consciente de que Moo Kyul entornaba los ojos. Por mal que me cayera ser un Kim, a él le caía aún peor.
—Bueno, gente —dijo Moo Kyul —, a trabajar. —Esperó a que los demás hubieran salido de mi cubículo antes de decir, en un tono la mar de dulce—: Jaejoong, ven a mi despacho y tomaremos un café mientras me cuentas qué tal fue tu reunión.
—Moo Kyul, lo siento, pero no voy a poder recordar todas las cosas que hablamos.
—Pero lo tendrás guardado en tu ordenador ¿verdad?
—No tengo el ordenador. El pobrecito se ahogó.
Moo Kyul suspiró.
—Oh, Jaejoong. Me gustaría que tuvieras un poco más de cuidado con el material de la empresa.
—Lo siento, pero es que no hubo manera de salvarlo. El nivel del agua no paraba de subir y...
—Consulta tus notas, entonces. Porque supongo que tomaste notas, ¿verdad?
—Sí, pero las llevaba en mi maletín… y todo lo que había dentro de él se estropeó. Llamaré e intentaré reconstruir la reunión lo mejor que pueda, pero...
—Perdona que te lo diga, Jaejoong, pero no entiendo por qué no estuviste más pendiente de tu maletín —dijo, al tiempo que me reñía suavemente con la mirada—. Supongo que te dejaste llevar por el pánico y todo se te cayó de las manos, ¿no?
—Moo Kyul, la filtración dentro del ascensor era algo más que un charquito en el suelo. — Estaba claro que él no entendía lo que había sucedido allí abajo, pero lo último que se le podía decir a mi jefe era que no entendía algo.
Él puso los ojos en blanco y sonrió como si yo fuera un niño que trataba de excusarse exagerando las cosas.
—Con el talento que tienes para el melodrama, cualquiera sabe lo que sucedió realmente.
—Hola —nos interrumpió una voz profunda y melodiosa. Mi hermano Hyun Joong entró en el cubículo.
Moo Kyul se giró hacia él y se remetió detrás de la oreja un mechón de perfecto cabello que se había salido del sitio.
—Hola, Hyun Joong.
—Hola, Moo Kyul. —Mi hermano fue hacia mí, me hizo un rápido repaso visual y luego me apretó contra su pecho en un breve abrazo. Yo me envaré un poco—. Sí, ya lo sé, pero me importa un rábano que no te guste que te toquen —dijo, sin dejar de abrazarme—. Menudo susto me diste anoche. Pasé por tu apartamento hace unos minutos y no contestó nadie. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Trabajo aquí—dije con una sonrisa.
—Hoy no. Vas a tomarte el día libre.
—No necesito tomarme el día libre —protesté, consciente de que Moo Kyul nos estaba observando con una expresión pétrea.
Hyun Joong me soltó por fin.
—Y tanto que sí. Relájate. Echa una buena siesta. Y asegúrate de llamar a Yoochun, Changmin, papá y Seung... Todos quieren hablar contigo. Nadie llamó a tu apartamento por si estabas durmiendo.
Puse mala cara.
— ¿Estás diciendo que voy a tener que repetir toda la historia cuatro veces?
—Me temo que sí.
—Hyun Joong —intervino Moo Kyul suavemente—, no creo que haga falta obligarlo a que se tome el día libre. Cuidaremos de él. Y tener cosas que hacer seguramente lo ayudará a olvidarse del contratiempo.
Hyun Joong lo miró como si no entendiera a qué venía aquello.
—Fue algo más que un contratiempo —le dijo—. Mi hermanito supo lo que se siente siendo un boquerón metido en un cubo. He hablado con el tío que lo sacó de allí anoche. Dijo que en la cabina el agua casi llegaba hasta el techo, y que la oscuridad era absoluta. Y todavía estaba admirado de que Jae hubiera sido capaz de tener tanto aguante.
¿Yunho había dicho eso de mí? Me sentí complacido y halagado, así como fascinado por las rápidas y sutiles contorsiones que experimentó el rostro de Moo Kyul.
—Bien, pues por supuesto que deberías tomarte el día libre —lo oí exclamar finalmente, y acto seguido me dejó atónita pasándome un brazo por los hombros—. No sabía que hubiera sido tan espantoso, Jaejoong. Deberías habérmelo dicho. —Me dio un afectuoso apretón. El aroma de su perfume, seco y carísimo, se combinó con la sensación de su brazo alrededor de mis hombros para ponerme carne de gallina—. Pobrecito mío. Vete a casa y descansa. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—Gracias, pero el caso es que no —dije mientras retrocedía unos centímetros—. Me encuentro bien, de verdad. Y quiero quedarme.
Hyun Joong me miró con ternura.
—No le des más vueltas, cariño. Hoy te tomas el día libre.
—Pero es que tengo un montón de cosas que hacer —repliqué.
—Me da igual. Tampoco se van a mover del sitio, y ya las harás mañana. ¿No es así, Moo Kyul?
—Claro —dijo él alegremente—. Tranquilo, seguro que sabremos arreglárnoslas sin Jaejoong. —Me dio una palmadita en la espalda—. Cuídate, bonito. Llámame si necesitas algo.
Sus zapatons dejaron un rastro de marcas en la moqueta cuando salió del cubículo.
—Oye, de verdad que debería quedarme —le dije a Hyun Joong.
Mi hermano me miró con una expresión que no admitía réplica.
—Ve a visitar a papá —dijo—. Se muere de ganas de verte. Y tanto a ti como a él les sentaría muy bien hablar como dos personas civilizadas, aunque sólo fuese para variar.
Suspiré.
—Lo que tú digas. Como si no hubiera tenido bastantes emociones en los dos últimos días, ¿eh?
Hyun Joong metió las manos en los bolsillos y me miró con los ojos entornados.
—Oye... —dijo, bajando la voz—. ¿Jung intentó propasarse contigo la otra noche?
— ¿Me lo preguntas en calidad de hermano o en calidad de amigo?
Se lo pensó un momento antes de responder.
—En calidad de amigo, supongo.
—Vale —dije, y continué con un susurro de complicidad—. Pues en realidad el que intentó propasarse fui yo, y él me rechazó. Dijo que no quería aprovecharse de mí.
Hyun Joong parpadeó.
—Quién lo diría.
—Vamos, que casi daba la impresión de que le había faltado al respeto —expliqué, torciendo el gesto—. Y todo ese rollo suyo de que «Aquí el hombre soy yo, así que lo haremos cuando yo diga»... Bueno, el caso es que no me va.
—Jae, te recuerdo que si lo que estás buscando es un tío con un poco de tacto, consíguete un metrosexual.
No pude evitar sonreír.
—Sospecho que ni siquiera tienes idea de lo que es un metrosexual, Hyun Joong.
—Lo que sí tengo muy claro es que yo no lo soy. —Sonrió y se sentó en el borde de mi mesa —. Mira, Jae, todos saben que Jung Yunho me cae fatal. Pero en este caso, no me queda más remedio que ponerme de su parte. Jung se comportó como un caballero.
— ¿Cómo puedes defenderlo?
Una chispa de diversión brilló en sus ojos.
—Hay que ver cómo son los chicos como tu —dijo—. Se cabrean cuando se les intenta pasar a mayores con ustedes, pero se enfadan todavía más en cuanto desiste. Es que no hay manera de tenerlos contentos, vamos....

* * *

Hay hombres que sienten debilidad por sus hijos y muestran una evidente parcialidad hacia ellos. Mi padre no era de ésos. Si hubiéramos pasado más tiempo juntos durante mi infancia, quizás habríamos llegado a coincidir en algunas cosas, pero él siempre andaba ocupado, siempre pendiente de alcanzar los objetivos que se había marcado a sí mismo. Había confiado la responsabilidad de criar un hijo a mi madre, y aunque ella dedicó todo su tiempo a pulir y recortar, nunca pudo lograr que una clavija cuadrada encajara en un agujero redondo.
Mi actitud había ido empeorando cuanto más se empeñaba mamá en hacer de mí la clase de hijo adecuado.
Las dos hermanas de mamá se compadecían de sus apuros, dado que era evidente que yo no tenía remedio.
Yo siempre había sabido que nunca habría ido a la universidad si mi madre aún estuviera viva.
Fuese por la razón que fuese, el caso era que mamá y yo siempre habíamos tenido nuestras diferencias. Yo me sentía culpable porque su muerte me había permitido seguir mis propias convicciones e ir a la universidad en la que quería estudiar. A papá no le había hecho ninguna gracia, claro está, pero la pérdida de su esposa fue un golpe tan duro que en aquel momento no pudo protestar en voz alta. Y tenerme fuera probablemente había sido un alivio para él.
Llamé a papá de camino para asegurarme de que estaba en casa. Como la inundación del garaje había hecho que mi coche quedara inservible, conducía un vehículo alquilado. Fui recibido en la puerta principal por el ama de llaves, Cecily. Llevaba trabajando para los Kim hasta donde llegaba mi memoria. De pequeño yo ya la veía mayor, la cara surcada por unas arrugas tan profundas que podías encajar una moneda en ellas.
Mientras Cecily volvía a la cocina, yo fui en busca de papá, que estaba descansando en el salón. La habitación estaba flanqueada por unas chimeneas tan grandes que podías entrar en ellas, y era tan inmensa que habrías podido aparcar una furgoneta. Mi padre estaba en un extremo, apoltronado en un sofá con los pies en alto.
Papá y yo no habíamos estado a solas desde mi divorcio. Sólo nos habíamos visto en el curso de breves visitas, con otras personas presentes. Era como si ambos intuyéramos que para lo que acabaríamos sacando en claro de una conversación privada, era preferible ahorrarse el mal trago de mantenerla.
Nada más verlo, me di cuenta de que mi padre se estaba haciendo viejo. Tenía el pelo más blanco que gris y el antiguo moreno color tabaco de su piel se había desvanecido, una evidencia de que ahora ya no pasaba tanto tiempo al aire libre como antes. Y también tenía un cierto aire casero, el de un hombre que ya no se pasa la vida corriendo en pos de sus metas.
—Hola, papá. —Me incliné para besarle la mejilla, y me senté a su lado.
Me miró de arriba abajo.
—Vaya, parece que has salido razonablemente entero de la batalla.
—Sí. —Sonreí—. Gracias a Jung Yunho.
—Lo llamaste, ¿verdad?
Adiviné adónde quería ir a parar.
—Sí. Menos mal que tenía el móvil. —Antes de que siguiera con aquella línea de interrogatorio, intenté cambiar de tema—. Supongo que tendré una buena historia que contarle a He Yi cuando haya vuelto de las vacaciones. He Yi es mi terapeuta, ¿sabes?
Frunció el ceño en señal de desaprobación, como cabía esperar.
—Basta con tumbarse y ella hace el resto del trabajo, ¿eh?
— ¡Por Dios, papá! No se te ocurra decir esas cosas en un sitio donde haya gente joven, porque pensarán que te estás refiriendo a otra clase de terapia.
— ¿Como cuál?
—La que les aplican a los hombres en los dormitorios cuando quieren pasar un buen rato sin tener que hacer ejercicio físico. Ya me entiendes.
Mi padre sacudió la cabeza.
—Esta juventud de ahora...
Le sonreí.
—Eh, sólo intento ponerte al día para que luego no te saquen los colores en público. Digamos que... pues sí, me tumbo en el diván de He Yi para que ella haga todo el trabajo, y la verdad es que me está sentando muy bien.
—Qué manera más tonta de tirar el dinero, pagarle a alguien para que te escuche quejarte. Lo único que hacen es decirte lo que quieres oír.
Que yo supiera, papá era un completo ignorante en cuestiones de terapia mental.
—No sabía que te habías doctorado en psicología.
Él gruñó.
—No se te ocurra contarle a la gente que estás yendo a ver a una terapeuta. Pensarán que no te funciona bien la cabeza.
—No me avergüenza que alguien sepa que tengo algunos problemas.
—Los únicos problemas que tienes son los que te has buscado tú mismo. Por ejemplo, cuando te emperraste en casarte con Choi Siwon, aunque yo me harté de repetirte que no debías hacerlo.
Sonreí con expresión compungida mientras pensaba que mi padre nunca pasaba por alto una ocasión de aplicarte el mira-que-te-lo-había-dicho.
—Oye, ya he admitido que tenías más razón que un santo en lo que a Siwon se refiere. Puedes seguir recordándomelo a cada momento, y yo puedo seguir admitiendo que estaba equivocado, pero no creo que eso vaya a servirnos de mucho. Además, lo que sí está claro es que te equivocaste a la hora de gestionar el asunto.
Papá me miró con una chispa de enfado.
—Me atuve a mis principios. Lo volvería a hacer.
Me pregunté de dónde habría sacado sus ideas sobre la paternidad. Quizá pensaba que poder contar con el ejemplo de autoridad que él nunca había tenido resultaría beneficioso para sus hijos. Su negativa a admitir que se había equivocado en algo, daba igual lo que fuera, debía de parecerle un rasgo de carácter admirable en una figura paterna. A mí me parecía un grave defecto.
—Papá —dije, sin saber muy bien cómo empezar—, daría lo que fuese por saber que no me darás la espalda incluso cuando me equivoco. Ojalá pudieras quererme incluso cuando estoy metiendo la pata.
—Esto no tiene nada que ver con querer o dejar de querer. Deberías aprender que en la vida todo tiene sus consecuencias, Jae.
—Eso ya lo sé. —Yo había tenido que hacer frente a consecuencias de las que papá no sabía nada. Si él y yo hubiéramos tenido otro tipo de relación, me habría encantado tenerlo por confidente. Pero para eso hacía falta una clase de confianza que se tardaba años en acumular—. No debería haberme casado con Siwon tan precipitadamente —admití—. Tendría que haber reflexionado un poco. Pero no soy el único hombre de la historia que se ha enamorado de la persona equivocada.
—Toda tu vida —dijo él con amargura— sólo has pensado en hacer lo contrario de lo que decíamos yo o tu madre. Eras más terco que nuestros tres hijos mayores juntos.
—No era mi intención. Sólo quería que me hicieras un poco de caso. Habría hecho cualquier cosa con tal de poder pasar algún rato contigo.
—Ya eres mayorcito, Jaejoong. Deja de darle vueltas a lo que hiciste o dejaste de hacer cuando eras pequeño, y ve acostumbrándote a que eres un hombre adulto.
—Lo estoy haciendo. Ya he dejado de esperar que seas diferente a como eres. Me gustaría que tú hicieras lo mismo por mí, y entonces a lo mejor podremos dejar de sentirnos tan decepcionados el uno con el otro. A partir de ahora, procuraré elegir mejor. Pero si eso significa hacer algo que te cabree, lo siento. Tampoco hace falta que me quieras. Yo te quiero de todos modos.
Papá no pareció oír esto último. Tenía toda la atención concentrada en averiguar algo.
—Quiero saber qué hay exactamente entre tú y Jung Yunho. ¿Hasta dónde piensas llegar con él?
Esbocé una sonrisa
—Eso es asunto mío.
—Piensa en la reputación que tiene ese hombre — me advirtió—. Jung Yunho es de los que creen que puede salir con cualquier hombre que se le ponga a tiro. No está hecho para el matrimonio.
—Lo sé —murmuré—. Yo tampoco.
—Te lo advierto, Jaejoong, ese hombre no va a tener miramientos contigo. No me proporciones otra razón para decir mira-que-te-lo-había-dicho.
Suspiré y miré a ese padre siempre convencido de saber qué era lo mejor para mí.
—Dime una cosa, papá... ¿Quién crees tú que sería el hombre adecuado para mí? Dame un ejemplo de alguien que merecería tu aprobación.
Él se retrepó en el sofá, y empezó a tamborilearse el estómago con sus dedos.
—Fisher. Cualquier día de éstos heredará un montón de dinero. Es de fiar. Viene de una familia como Dios manda. Y además es guapo.
Me quedé patidifusa. Yo había ido al instituto con Fisher.
—Papá, pero si tiene menos personalidad que una lombriz de tierra. Si Fisher fuera un plato de sopa, sería aguada.
Papá sacudió la cabeza con una mueca de disgusto.
— ¿Se puede saber qué les pasa a los jóvenes de ahora?
—Ni idea, oye. Pero si ésos son los mejores candidatos al matrimonio que puedes sugerirme... bueno, pues ese palurdo que encuentras tan despreciable les gana de calle.
—Si entablas una relación con él —dijo mi padre—, asegúrate de dejarle claro que nunca podrá tocar mi dinero.
—Yunho no necesita tu dinero —dije, disfrutando con cada palabra—. Él ya tiene el suyo, papá.
—Querrá más.

* * *

Después de almorzar con mi padre, volví a mi apartamento y me eché una siesta. Desperté con la conversación que habíamos mantenido rondándome la cabeza, y me puse a rumiar la falta de interés en cualquier auténtica comunicación padre-hijo que caracterizaba a papá. Nunca conseguiría recibir de él la clase de amor que yo estaba dispuesto a dar, y eso me deprimió. Así que llamé a Seung y le hablé de la visita.
—Hay una cosa en la que sí he de darte la razón —dije—. Tengo un complejo de papaíto como una catedral de grande.
—Todo el mundo lo tiene, cariño. Tampoco te pienses que eres tan especial.
Me reí.
— ¿Quieres venir a tomar una copa en el bar?
—No puedo. Esta noche he quedado.
— ¿Con quién?
—Con una mujer sensacional —dijo Seung —. Hemos estado trabajando juntos en algunos encargos. ¿Y tú? ¿Todavía no has sellado el acuerdo con Yunho?
—No. Se suponía que tenía que llamarme hoy, pero de momento... —Me callé cuando oí el pitido de una llamada en espera...... Ése podría ser él. Tengo que colgar.
—Buena suerte, bonito.
Pasé la línea a la segunda llamada.
— ¿Diga?
— ¿Cómo estás? —El sonido de aquella voz grave y pausada hizo que me entraran escalofríos.
—Muy bien —dije, y me apresuré a carraspear porque me había salido voz de pito—. ¿Y tú?
¿Algún tirón muscular por lo de ayer?
—No. Todo sigue en su sitio.
Cerré los ojos y dejé escapare el aliento que había retenido mientras absorbía el cálido silencio expectante entre nosotros.
— ¿Aún estás enfadado conmigo? —preguntó.
Sonreí.
—Supongo que no.
— ¿Entonces saldrás a cenar conmigo esta noche?
—Sí —respondí mientras apretaba el teléfono. Me pregunté qué estaba haciendo, accediendo a una cita con Jung Yunho. Mi familia se habría subido por las paredes—. Me gusta cenar temprano —añadí.
—A mí también.
— ¿Te pasas por mi apartamento a las seis?
—Ahí estaré.
Después de colgar, me quedé sentado unos minutos, pensando. Sabía que papá habría dicho que no sabía en qué me estaba metiendo al salir con Jung Yunho. Pero cuando empiezas a salir con alguien, nunca puedes estar seguro de en qué te estás metiendo. Tienes que darle una oportunidad de que te muestre quién es realmente... y creer en él cuando lo haga.
Me puse unos vaqueros, zapatos y una playera de color narciso.
Me sorprendió que estuviera más nervioso ante la idea de acostarme con Yunho de lo que lo había estado con Siwon, a pesar de que entonces era virgen. Probablemente porque con el primero, tenias la impresión de que haber enseñado el carné de principiante ayudaría a que no te exigieran demasiado. Con el segundo, sin embargo, ya se esperaría que dieras algo más de ti. Tampoco me había ayudado demasiado el que unos días atrás se me hubiese ocurrido rellenar un cuestionario de una revista que llevaba por título « ¿Eres bueno en la cama?» y la puntuación obtenida correspondiera a la categoría de Principiante Inhibido, lo que hizo que me apresurara a leer el recuadro de sugerencias para mejorar mis «habilidades carnales». No hubiese debido hacerlo, porque la mayoría de ellas me parecieron antihigiénicas, incómodas o simplemente contraproducentes.
Cuando oí sonar el timbre unos minutos antes de las seis, tenía tanta tensión acumulada que sentía como si me hubieran reforzado el esqueleto con remaches de acero. Abrí la puerta. Pero no era Yunho.
El que estaba allí era mi ex marido, con traje y corbata, y sonriendo.
—Sorpresa —dijo, y me agarró del brazo sin darme tiempo a reaccionar.


14 comentarios:

  1. o por dios siwon a dado con el espero y yunho llegué pronto al rescate de jae antes de que este lo quiera lastimar de nuevo por si lo rechaza

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  2. omo 0_0 no me lo puedo creer... como se atreve ese hombre a aparecer frente a Jae despiues de todo lo que le hizo .... noooo ojala Yunho llegue pronto y lo deje ensu sitio por atrevido e idiota ...
    wow me voy a leer la continuacion que se pone interesante

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  3. Oh no esto no es bueno, Siwon va a meter su cucharota de nuevo. Se pone bueno este asunto

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  4. Siwon no puedes dejae de traumar a pobre jae..... Yunho jae esta en peligro,,,,,

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  5. Que rayos hace Siwon ahi!!!!!!

    Espero que Yunho vaya llegando y los vea!

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  6. No lo puedo creer!!! Y ahora que quiere siwon??? Y justo cuando venía lo bueno!

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  7. Por todos los cielos! que hace siwon ahi! ¬¬
    que yunho llegue pronto pero no se si eso sera bueno o malo.?
    put* Siwon que malogra todo ( "¬¬)

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  8. Siwon es un incordio, debería entender que solo está perdiendo su tiempo. Ahora va a arruinar la cita no Jae tsk

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  9. omg noooo y ahora que quiere? yunhoo apuratee >.<

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  10. waaaaaaaaaaa nooo Siwon maldito volvió! Que es lo que quiere ahora???

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  11. Ay nooooooo ojalá no le pase nada. Ahora que querrá ese hombre. cada vez mugre cae peor el jade de Jae simplemente no lo aguanto es un manipulador. en fin ojalá no le pase nada a jae

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  12. quéeeeééé´!!!!!! el pesado de Siwon?' qué pinta aquí??
    ay no, que no venga a molestar . y si lo hace que venga Yunho y le de un derechazo en la mandíbula y lo desmaye.
    gracias por el capítulo

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  13. Ay no puede ser...Ese Siwon no conoce la decencia después de todo lo q le hizo a Jae llega como si nada...

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  14. Que cinismo el de Siwon, y además se hace el inocente de lo que hizo echándole la culpa a Jae. A ver si un día el padre de Jae es comprensivo y sabe escuchar a su hijo. Que triste pasado el de Yunho, que horrible padre le tocó.

    Gracias!!! 💗💕💞

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