Capítulo 2.
Soy
la voz del pasado que siempre será.
Tráeme
tu paz mis heridas se cerraran.
VERANO, 1933.
—Mi próximo bebé será
varón —afirmó Beom Soo observando a su mejor amigo.
Hacía apenas un mes
que había dado a luz a su primer hijo, que resultó ser una hermosa niña de ojos
castaños. Jaejoong estaba sentado junto a la cuna de la pequeña, contemplando
embelesado sus dulces rasgos a la vez que asentía con la cabeza.
—Beom Soo, tu hija es
preciosa, seguro que cuando tengas al niño, será tan hermoso que todos los
chicos del pueblo me lo querrán quitar —bromeó Jaejoong.
Beom Soo sonrió
entristecido, su amigo se había convertido en un hermoso joven que vivía en un
mundo aparte. Un mundo en el que la realidad no tenía cabida. Un mundo de
dioses, dueños del poder de los elementos que aterrorizaba a los hombres y
mujeres de la aldea.
Y Beom Soo deseaba con todo su ser tener un hijo al que poder contar los misterios que rodeaban a su amigo, un hijo que supiera ver lo maravilloso que era Jaejoong, que no huyera espantado a la vez que gritaba que el joven pelinegro estaba poseído por el demonio.
Y Beom Soo deseaba con todo su ser tener un hijo al que poder contar los misterios que rodeaban a su amigo, un hijo que supiera ver lo maravilloso que era Jaejoong, que no huyera espantado a la vez que gritaba que el joven pelinegro estaba poseído por el demonio.
Con el transcurso de
los años, Jaejoong se había dado cuenta de que era distinto al resto de los
humanos, que el miedo brillaba en sus miradas cuando él se olvidaba de fingir
que era como ellos. Quizá por eso pasaba la mayor parte del tiempo alejado del
mundo de los hombres, jugando con los vendavales que Antares provocaba,
buceando junto a Merak en sus océanos de magma, nadando rodeado de extraños
animales que solo vivían en lo más profundo de los mares junto a Ailean o
bailando al son de los reflejos hipnóticos que Simba creaba con sus rayos de
sol, siempre bajo la atenta mirada de Madre.
Pero Jaejoong jamás se
olvidó de Beom Soo.
Cuando la noche se
cernía sobre la aldea, Jaejoong aparecía montado sobre un rayo de luz de luna y
se colaba por la ventana de la casa de Yun Soo. Y hablaban. Jaejoong relataba
todas aquellas cosas extraordinarias que Beom Soo solo podía imaginar, y Beom Soo
le contaba a Jaejoong todas aquellas cosas asombrosas que sucedían en el mundo
real, esas con las que Jaejoong solo podía soñar.
Porque sus mundos eran
demasiado diferentes. Realidad y fantasía. Magia y certeza.
Beom Soo no podía
volar sobre corrientes de aire, de la misma manera que Jaejoong no podía vivir
en la aldea sin llamar la atención y ser tachado de brujo por las cosas
extrañas que sucedían a su alrededor, sobre todo cuando se abstraía tanto que
se olvidaba de ocultar el resplandor luminoso que emanaba de su cabello, o peor
todavía, cuando sin darse cuenta comenzaba a flotar en el aire.
Por eso Jaejoong escuchaba
embelesado a su amigo cuando éste le contaba su vida de recién casado, como
había sido su parto o lo que pensaba hacer con lo que sacaran por la última
cosecha. ¡Era tan apasionante! Cuando se casara con el hijo de Beom Soo, él
también tendría una vida real de la que disfrutar.
INVIERNO, 1958.
Beom Soo estaba
asomado a la ventana esperando, como cada noche de luna nueva, el resplandor en
el horizonte que le indicara que Jaejoong pronto llegaría a casa. Se miró sus
manos, manchadas por la edad y acarició con dedos temblorosos las arrugas que
marcaban sendas imborrables en las comisuras de sus labios. Sonrió. El tiempo
pasaba rápido en el pueblo.
—Beom Soo —susurró Jaejoong
tras la ventana abierta y a continuación se abalanzó sobre su mejor amigo.
Beom Soo abrió los
brazos y acogió en ellos al hermoso joven montado en un soplo de viento que
poco después tomó la forma de un hombre.
Antares esperó a que
su hermano entrara en la casa de su amigo, luego guiñó un ojo a ambos y se
evaporó, dejándolos solos. Volvería al amanecer.
Jaejoong ya no
visitaba a Beom Soo tan a menudo como antes. El hombre había formado una
familia, una familia humana que no entendería las cosas extrañas que sucedían
alrededor de Jaejoong. Pero ambos habían ideado hacía años la manera de seguir
viéndose sin despertar sospechas.
—Tengo una nieta
—anunció Beom Soo, apenado y orgulloso a la vez—.Nació hace dos días.
—¡Qué maravilla!
—exclamó Jaejoong entusiasmado —. Mañana, en cuanto se haga de noche me asomaré
por su ventana y disfrutaré de sus risas… pero ahora, cuéntame todo lo que ha
pasado durante este mes —animó a su amigo tomándolo de las manos con verdadero
cariño.
Beom Soo suspiró y lo
miró afable. Sabía que Jaejoong no estaba decepcionado porque aún no hubiera
nacido un varón en su familia, un hombre con el que pudiera casarse. Jaejoong tenía
todo el tiempo del mundo, tiempo que él veía agotarse ante sus ojos. Y deseaba
más que nada ver a su amigo unido a uno de sus descendientes.
VERANO, 1986.
Los párpados cansados
de Beom Soo temblaron, resistiendo a duras penas el impulso de caer y cerrarse
para gozar de un sueño reparador. Irguió la espalda y miró por la ventana del apartamento
de su nieta.
El paso del tiempo
había cambiado a las personas y su manera de vivir la vida. Ya no se trabajaba
al ritmo de las estaciones, ni se disfrutaba de las tardes alrededor de una
chimenea. Ahora la vida era un cúmulo de carreras apresuradas por llegar antes
a ningún lugar.
Su única hija había
muerto hacía unos años y de la familia que había formado con tanta ilusión solo
quedaba su querida nieta, que era quien lo cuidaba ahora que la vida en la
aldea casi se había extinguido. Los jóvenes se habían marchado, abandonando la
paz del campo, y él había hecho lo mismo. Se había mudado con su nieta a la
ciudad, dejando atrás las verdes praderas en las que jugaba de niño con su
mejor amigo y las oscuras noches de luna nueva en las que ya de adultos se
murmuraban sus secretos. Pero Jaejoong regresaba una y otra vez a su lado. No
le importaba la claridad luminosa de las noches ni el alboroto ajetreado del
tráfico.
Podía aparecer en
cualquier momento inesperado; caminando por las entrañas del metro junto a
Merak o emergiendo del río Manzanares junto a Ailean, y desaparecía de la misma
manera, montado sobre un soplo de viento con Antares o desvaneciéndose con los
últimos rayos del sol de la tarde junto a Simba.
Sonrío divertido, cada
vez que se encontraba solo su amigo aparecía como por ensalmo. La única
explicación que el joven semidios le había dado era que siempre lo estaba
observando y así podía saber en qué momento del día estaba solo. Beom Soo
intuía que Jaejoong se preocupaba por él, la edad no perdona a los mortales.
Pero no debía temer nada, aún le quedaban muchos años por vivir. Los necesarios
para ver realizado su sueño.
—¿Cómo se encuentra
hoy el mejor amigo que nadie pueda tener? — preguntó de repente Jaejoong deslizándose
sobre un rayo de luna que se deslizaba por el cielo cuajado de luces de la
cuidad.
Beom Soo sonrió al
escuchar la voz de su amigo, por fin había llegado.
—Mi nieta ha dado a
luz un niño esta mañana. Se llama Yunho y es el niño más hermoso del mundo.
* * *
—¿Sabes que eres una
monada? Tan adorable que ahora mismo me comería enteritos estos piececitos tan
bonitos y estas manitas tan perfectas y esta naricita tan pequeñita…
Jaejoong miraba
arrobado al recién nacido a la vez que acariciaba cada parte del cuerpo que
nombraba. De repente el bebé abrió los ojitos, frunció su preciosa boquita y
sonrió. Y en ese preciso instante, Jaejoong supo que dedicaría toda la
eternidad a amarle.
INVIERNO, 1992.
—No te muevas, Yunho,
casi he terminado de peinarte.
—No quiero peinarme.
—¿En serio? Qué crees
va a pensar tu novio de ti si vas a conocerlo con enredines en el pelo…
—Pues péiname con el
peine al revés para no tirarme —murmuró malhumorado el pequeño—. Además, yo no
quiero tener novio. No me gustan los chicos. Son tontos, dicen cosas tontas y
siempre están contándose secretitos. Son muy aburridos.
—Bueno… eso son los
chicos de tu clase. Pero Jaejoong es especial. Es muy guapo.
—¿Cómo de guapo? —lo
interrumpió Yunho con curiosidad;
—Muy, pero que muy
guapo.
—¿Sabe bailar?
—Claro que sí. Baila
de puntillas sobre el agua de los ríos mientras los rayos de sol la iluminan y
el viento la rodea.
—Nadie puede bailar
sobre el agua, bisa —replicó Yunho mirándolo como si lo hubiera pillado en la
mentira más grande del mundo mundial.
Beom Soo se rio al ver
la seriedad con que su bisnieto de seis años se tomaba todo lo concerniente al
baile. No cabía duda de que sabía lo que quería… de la misma manera que no
cabía duda de que Jaejoong podía bailar incluso sobre los rayos de luna.
—Pues tu novio sí
puede, ya sabes que es mágico…
—Sí, es verdad —sonrió
encantado—, pues si baila bien, entonces lo dejaré que sea mi novio —afirmó
tirando del diminuto cuello de la camisa que le molestaba horrores. ¡Odiaba
tener que ponerse elegante!
—Ya estás listo; el
niño más guapo del mundo —aseveró Beom Soo observando la apostura del pequeño—.
Ve a despedirte de tu madre, y recuerda… es nuestro secreto —apuntó en tono
confidente.
El niño sonrió con
picardía a la vez que asentía con rapidez, luego giró sobre sus talones y salió
despedido como alma que lleva el diablo al comedor. Se despidió de sus padres
contando una verdad a medias: iba al parque con el Bisa Beom Soo. Pero lo que
en realidad iban a hacer, era ir al Retiro para conocer a su novio por fin… Y
ese era el gran secreto. Un gran secreto que nadie debía saber, y menos que
nadie sus padres. Se enfadaban mucho cuando Beom Soo hablaba de Jaejoong,
decían que era una locura de su bisabuelo… ¡más se enfadarían si se enteraban
que era su novio!
De la mano de Beom Soo
recorrió las calles hasta llegar al parque, atento en todo momento a la
presencia de un niño de ojos oscuros y pelo negro. Así era como lo había
descrito Bisa y, aunque fingiera mostrarse enfurruñado por eso de tener novia,
en realidad estaba encantado. ¡Era el único chico del colegio que lo tenía! Y
además, Jaejoong era muy especial. Le visitaba en sueños por las noches. Cuando
cerraba los ojos y estaba a punto de dormirse escuchaba su voz contándole
cuentos sobre cuatro hermanos refunfuñones que vigilaban a un niño desde el
aire, el agua, el sol y la tierra… y eran muy divertidos, porque el niño se lo
hacía pasar muy mal con sus travesuras. También escuchaba su voz entre sueños
cuando tenía pesadillas, y cuando las brujas o el hombre del saco se escondían
bajo su cama, él le susurraba que no se preocupara y hacía que las sábanas se levantaran
y pequeños remolinos salían de debajo de su cama llevándose a los malos para
siempre. Tenía una voz muy bonita, era… suave. Cariñosa. Agradable. Cantarina.
Y estaba deseando
conocerlo. Si tenía una voz tan bonita, seguro que el niño era igual de
precioso.
Llegaron por fin al
estanque del Retiro, pero por mucho que Yunho miraba por todos los lados, no
veía a ningún niño pelinegro con ojos oscuros.
Miró a Beom Soo un
poco asustado, se había vestido con el pantalón negro de tela en vez de con los
vaqueros, se había puesto la camisa blanca que debía tener cuidado de no
manchar y que le apretaba el cuello, y la cazadora de los domingos, con la que
estaba prohibido jugar al fútbol, al rescate y a cualquier otra cosa divertida…
En definitiva se había puesto guapo e incómodo para conocer a su novio y ahora
él no aparecía. Un puchero comenzó a formarse en sus labios.
—No te preocupes,
cariño. Jaejoong vendrá… lo que pasa es que hay mucha gente y estará pensando
en cómo hacer para pasar desapercibido — murmuró Beom Soo apretándole de la
mano. No se le había ocurrido pensar que El Retiro estaría tan lleno de
personas a esas horas. Y eso era un gran problema.
Yunho inspiró hondo,
decidido a ser fuerte y aguantar la humillación sin derramar una sola lágrima,
al menos hasta que llegara al refugio de su habitación. Y en ese mismo momento,
una tímida gota de agua cayó sobre su nariz.
—Bisa… ¿Está
lloviendo?
—No mi cielo —objetó
Beom Soo mirando el cielo azul sin nubes.
—Pues me ha caído una
gota en la nariz…
Beom Soo observó intrigado
a su nieto y, un instante después, un aguacero de proporciones descomunales
descargó sobre el Retiro, empapando a todos los presentes. .. A todos, menos a
él y a su bisnieto. Las gotas parecían esquivarles mientras que caían con
fuerza sobre aquellos valientes que intentaban protegerse bajo los árboles. Al
cabo de unos minutos no quedaba nadie en el parque. Nadie excepto ellos dos… y
un joven pelinegro de ojos oscuros.
—Uf, no imaginaba que
hubiera tanta gente aquí, menos mal que Ailean nos ha ayudado —comentó
avanzando hacia ellos mientras saludaba con la mano a… ¡las nubes!—. Hola Yunho,
estás guapísimo —le saludó agachándose para que su rostro quedara a la altura
del de el niño.
—¿Tú quién eres?
—preguntó este retrocediendo hasta quedar escondido tras de Beom Soo.
—¿No reconoces mi voz?
—preguntó el hombre con suavidad.
Yunho negó con la
cabeza repetidamente. Sí que conocía la voz… pero no quería conocerlo.
—Cariño, es Jaejoong —le
indicó Beom Soo tirando de él para que se colocara frente a él —. No seas
tímido.
—Él no puede ser mi
novio —murmuró el pequeño en voz baja.
—Claro que sí, has
visto que guapo es… —replicó Beom Soo a la vez que miraba a Jaejoong con un
gesto de sorpresa. No había esperado esa reacción de su nieto, no era un niño
retraído, sino todo lo contrario.
—No es guapo. ¡Es un
viejo! —chilló Yunho empezando a llorar—. ¡No quiero tener un novio viejo!
—Pero cariño… Jaejoong
no es viejo, es muy joven —musitó Beom Soo totalmente sorprendido. En realidad,
Jaejoong tenía su misma edad, ochenta y cuatro años, pero su apariencia era el
de un hombre de apenas veinte.
—¡Sí lo es, es muy
viejo! —gritó el pequeño llorando inconsolable y abrazándose a su bisabuelo.
Beom Soo miró a Jaejoong
compungido, sin saber qué hacer. Jaejoong observó a su amigo, sonrió con una
sonrisa que no llegó a sus ojos y encogiéndose de hombros se arrodilló ante el
niño.
—No te preocupes, Yunho,
no tenemos porqué ser novios… podemos ser solo amigos.
—¡No! No quiero un
amigo tan viejo, todos en clase se reirán de mí. No quiero volver a verte.
¡Vete!
Y eso hizo Jaejoong.
Desapareció en medio de un resplandor dorado.
Beom Soo abrazó con
fuerza a su sollozante e histérico bisnieto y cuando consiguió tranquilizarle
regresaron a casa.
* * *
—Jaejoong, no puedes
hacer caso de las lágrimas de un niño de seis años… Míralo, ya se le ha
olvidado —dijo señalando al pequeño que dormía plácidamente.
—No, Beom Soo. La
promesa que hicimos fue una tontería de crías… no puedes decidir el futuro de Yunho
en base a ella.
—Tú eres el futuro de Yunho.
—No. Está decidido.
—Pero…
—¿Sabes lo que hace
tan especiales a los humanos, Beom Soo? Su capacidad para tomar decisiones, ya
sean acertadas o equivocadas… no le prives a Yunho de ese derecho. Además,
pienso seguir cuidándole sin que él lo sepa —afirmó con una sonrisa pícara
abandonando el cuarto del pequeño para dirigirse junto a Beom Soo a la
habitación de este. Era de noche y todos estaban dormidos, nadie descubriría su
presencia.
Horas después Jaejoong
observó a su amigo meterse en la cama y taparse con las mantas, esperó hasta
que escuchó su respiración pausada, y cerrando la ventana, se marchó. Se
deslizó entre corrientes de aire por la fachada del edificio hasta llegar a la
ventana del cuarto infantil, y a través del cristal observó al niño que dormía
plácidamente. Siempre estaría con él, pero no se inmiscuiría en su vida. Le
cuidaría entre las sombras, sin mostrarse jamás, sin exigir el cumplimiento de
una promesa infantil hecha por dos niños ingenuos.
Noooooo, Jae no te fijes en las palabras de un niño que aun no sabe nada, cuando haya crecido sabra que eres una hermosa persona y te amara ya lo veras!!! solo espero que Jae no cumpla lo que dijo, Yunho debe conocerlo :)
ResponderEliminarEsperare esta continuación, todas las historias son tan emocionantes :)
YH es solo un BB jaja debe crecer un poco y caera rendido a los pies de JJ owwwwww Gracias por la actu <33333
ResponderEliminarawch que triste jae fue rechazado por yunho
ResponderEliminarpero aun es un niño y no sabe que dentro de unos años lo vera como la cosa mas hermosa que exista sobre la faz de la tierra y entonces si que estará orgulloso de el
y mas siendo su novio ahora el no lo comprende espera y ya veras
Bem Soo y Jae siguen siendo amigos a pesar de los años su amistad se fortalecio y Jae estuvo al pendiente de su amigo
ResponderEliminarEl momento que Jae tanto espero al fin llego Yunho nacio y ahora que se conocieron el rechazo a Jae y Jae se ha tomado en serio lo que le dijo Yunho
mini Yunho cruel! como le va a decir viejo a jaejoong?
ResponderEliminarBueno cuando Yunho este mayor si va querer ser novio de jaejoong <3 <3
lo bueno es que Jaejoong no envejece ^^.
el bisabuelo de Yunho Beom Soo esta ya muy viejito me va dar penita que se muera T^T.
hahahha Vaya Yunho decir que Jae es un novio viejo haha Xd
ResponderEliminarpero bueno aun asi tampoco acepta un amigo viejo pero si la amistad y amor no tiene edad hahah C: con el tiempo que pasa Yunho ya acabara entendiendo, pero Jae ama a Yunho o solo por la promesa?¿?¿
Gracias por compartir
Yunho se asusto pobrecito ... pero todavia es un niño cuando crezca seguro cambia de opinon ... por otro lado en verdad admiro la amistad de Beom Soo y Jaejoong
ResponderEliminarjajaja Yunho es todo una ternurita y se asusto porque Jae es mucho mayor que el pero ya crecera y pues ahi no se podra resistir
ResponderEliminarQ tristeza me dió q Yunho despreciara a Jae... Siendo q le gustaba q lo cuidará y hablara con él pero como siempre los humanos somos caprichosos y nos guiamos x el q dirán y Yunho así lo hizo..Q pensaría los demás de que él tuviera un novio grande...Pobre Jae quedó triste ya que él entrego su corazón en cuanto vio Al bebé Yunho... Veremos q continua
ResponderEliminarDu! Tan bonito que era todo... Me encanta Jae es muy dulce y su amistad con Beom Soo es tan tierna. Yunho siempre regandola en los fics xD
ResponderEliminar¡gracias!
Me encanta esta historia! ❤️
ResponderEliminarPobre Jae, le dijieron viejo, pero que no se preocupe Jae, él será joven por siempre y Yunho ya crecerá y verá lo hermoso que es Jae.
Gracias!!!❤️💕💞