Capítulo 4
Preparado puntualmente a las siete, Jaejoong esperó
nervioso la llegada de Yunho. Vestido de acuerdo al clima caluroso de agosto.
Había soñado con una maravillosa noche, y de hecho, resultó un sueño muy
agradable —si mal no recordaba, soñó con Yunho. Algo así como una calurosa
noche y un paseo por el bosque, que terminó con un apasionado interludio al
lado de un fresco riachuelo.
Todo en el sueño pareció vívido y real, excepto por Yunho
y él mismo. Sabía que era él, pudo sentirle y saborearle, pero no pudo verle.
Excepto sus ojos. Ojos de un dorado ámbar, que brillaba con una luminiscencia
sobrenatural. Aquellos ojos deberían haberle provocado miedo, pero resultaron
extrañamente irresistibles.
Jaejoong alejó esos pensamientos cuando vio aparecer
el coche de Yunho. Sintió como se tensaban sus entrañas. Había pensado que
terminaría superando el estremecimiento que le recorría el estómago cada vez
que le veía. Pero por lo visto no sucedería esa noche.
Yunho salió ágilmente del coche y se dirigió hacia el
porche donde Jaejoong le esperaba en un silencioso aturdimiento.
—Ah Dios mío —suspiró. La realidad de la situación lo
golpeó como si fuera una avalancha—. Estoy saliendo con un bombón.
Yunho caminaba con el suave y confiado deslizamiento
de un depredador seguro de su dominio. Iba vestido de manera sencilla,
conjuntando el blanco y el negro. Unas botas negras, unos vaqueros negros
ajustados y una holgada camisa blanca con el cuello abierto.
El sol del atardecer se reflejó en su cabello, mostrando
destellos. Llegó hasta Jaejoong y se quitó las gafas de sol que protegían sus
ojos, observando su absoluta inmovilidad, envolviéndolo en el marrón calor de
su mirada.
Un temblor de reconocimiento lo recorrió —el inherente
reconocimiento de un hombre ante la presencia de un macho alfa. Los machos alfa
exigían sumisión. Comenzaron a embargarlo necesidades que nunca había llegado a
admitir o explorar. Imaginarse siendo dominado y con una total pérdida de
control le causó una agitación y confusión irritante.
Jaejoong se encontró sumido en una serie de emociones
contrapuestas, de una pura y primaria lujuria a un miedo que instigaba su
instinto de conservación. Ponerse en manos de este hombre, darle su confianza,
era lo más tentador y lo más aterrador que había tenido que afrontar en toda su
vida.
Se obligó a permanecer de pie, aunque sintiera el
impulso de girar y echar a correr para buscar la seguridad, la suya y la de Yunho.
Valientemente encontró su mirada de admiración.
Yunho se acercó al porche y estudió a Jaejoong. Se le
veía dulce e inocente en su diáfano vestuario color melocotón. Su cabello oscuro,
junto con su ropa, destacaban el pálido color de su suave y cálida piel. Sin
embargo, un silencioso gruñido retumbó en su pecho. Sabía la pasión que
encubría ese exterior tan cándido. El gran y perverso lobo estaba ansioso por
jugar. Para un observador normal Jaejoong parecería tranquilo y sereno, pero Yunho
podía sentir su confusión interior. Su aguda visión detectó la dilatación de sus
pupilas y el oscurecimiento del iris mientras sus emociones giraban. Pudo oler
el inicio de su deseo, así como el miedo que lo corrompía.
La instintiva necesidad de tomar al chico de su
elección le sacudió con fuerza. Si hubiera sido cualquier otro hombre habría
dejado que su naturaleza dominante le gobernara y tomara lo que quería. Sus
antiguos compañeros habían comprendido sus necesidades y deseos, y sabían que
lo suyo solo era un arreglo temporal. No hubo necesidad de ningún tipo de
precaución o cautela. Los apetitos habían sido saciados, siendo satisfechos por
ambas partes, y la relación finalizaba sin ningún tipo de cólera o
recriminación.
Jaejoong era impredecible. Que se tratara de su
compañero resultaba indiscutible, y su derecho a tomarlo innegable, pero a
pesar de mostrar a veces un difícil y espinoso exterior, poseía un corazón sensible
y un alma apacible. Y lo habían hecho daño. Su confianza traicionada y su
seguridad en sí mismo minada.
El lobo reconocía su necesidad de ser dominado y
controlado. El hombre reconocía su necesidad de ternura y seguridad. Presionar
en cualquiera de las dos direcciones llevaría consigo el fracaso. Juntos, los
dos lados de su naturaleza, buscarían un equilibrio que le conseguiría como
recompensa el amor y la confianza de Jaejoong.
Yunho subió hasta el porche, con sus ojos mostrando
confianza y firmeza, se detuvo ante Jaejoong.
—Estás precioso, cariño.
—Gracias —contestó tímidamente, contento ante sus
palabras de alabanza.
—Ahora relájate. No tienes que tomar ninguna decisión
trascendental. No va a pasar nada malo. Nos vamos a conocer un poco mejor y,
siendo optimistas, disfrutaremos de nuestra mutua compañía. ¿De acuerdo?
Jaejoong hizo un gesto afirmativo y se relajó un poco,
hasta que su mano le cubrió la barbilla y su boca bajó posándose en la de Jaejoong.
Su nivel de tensión subió por las nubes, después se detuvo y cayó en picado
cuando se derritió con el calor de su tierno beso. Sus labios se movieron
lentamente sobre los suyos, frotaron y se deslizaron hasta fundirse a la
perfección. Los labios de Jaejoong se abrieron con un suspiro y la lengua de
Yunho se deslizó en su interior lánguidamente, explorando lentamente la cálida
caverna de su boca. Su lengua rozó la de Jaejoong, acariciando y animando para
que participase. Jaejoong accedió de buen grado y le siguió hacia su boca para
iniciar sus propias lentas y calurosas exploraciones.
Yunho gruñó su aprobación y de mala gana se retiró,
dando por finalizado el beso.
—A no ser que quieras que esta tarde termine ahora mismo,
conmigo tomándote aquí sobre el porche, te sugiero que nos vayamos —le
advirtió, con el humor tiñendo su tono y una sonrisa en los labios.
Jaejoong se ruborizó mientras recordaba el sexo
telefónico de la noche anterior.
—Vámonos —le insistió Jaejoong.
Conociendo demasiado bien lo rápido que Yunho podía
despertar su deseo, le agarró de la mano y le arrastró por el porche bajando
los escalones.
—A propósito, he olvidado darte las gracias —dijo con
una sonrisa rápida.
— ¿Por qué? —preguntó Jaejoong mientras Yunho lo
acomodaba en el asiento del pasajero. Vio como daba la vuelta hacia el otro
lado del coche y se sentaba en el lado del conductor. — ¿Por qué? —preguntó de
nuevo, frunciendo el ceño desconcertado.
Yunho arrancó el coche y echó marcha atrás por el
camino de la entrada.
—Porque no creo que nadie me haya dicho nunca que soy
un bombón.
Un estupefacto silencio llenó el coche, al momento Jaejoong
comenzó a balbucear.
— ¡Cómo… no has podido oír… Yunho!
La risa de Yunho llenó el coche mientras aceleraba, deslizándole
suavemente calle abajo.
* * * * *
Varias horas más tarde, cuando los restos de la cena fueron retirados de la mesa, Jaejoong dirigió una mirada pensativa a Yunho. Era un cambio refrescante en comparación con sus otras citas. Sus modales eran intachables, se mostraba cortés y considerado de una manera natural. Su sentido del humor era agudo y encantador. Se expresaba con inteligencia e ingenio sobre una variedad de temas. Su naturaleza inquisitiva se dejó ver mientras se exploraban con preguntas cuidadosamente formuladas.
Todo eso provocó en su interior un nivel tan alto de excitación que le costó mantener el control. La calidez de su mirada recorrió su piel como si se tratara de dedos fantasmales, haciendo que se sintiera chamuscado. La anticipación lo llenó de emoción y todo su nerviosismo desapareció mientras contemplaba las diferentes posibilidades.
El lugar había sido la elección perfecta para su primera cita. Los reservados eran altos y acogedores, dando a los comensales una ilusión de aislamiento. La decoración era elegante, pero no fría. En cuanto a la vestimenta, uno podía ser tan formal o informal como lo deseara. Y la comida era de lo mejor del mundo. Pero lo que más valor tenía para Jaejoong era la familiaridad que se respiraba. En esta situación, con la excitante y enervante presencia de Yunho, la familiaridad lo ayudaba a mantenerse tranquilo.
La camarera se acercó para rellenar sus tazas de té helado, provocando una pausa en la conversación. Jaejoong descansó la barbilla sobre su mano y le estudió pensativo.
— ¿Qué profundo y oscuro pensamiento vaga por tu cabeza, dulzura? —preguntó Yunho con una sonrisa.
— ¿Por qué tengo la impresión de que a veces puedes leerme la mente? —Preguntó a su vez Jaejoong con absoluta seriedad, preguntándose también, de manera absurda, si podría imaginarse las ideas que tomaban forma en su cabeza—. No puedes ¿Verdad?
Yunho se burló.
—Con mucha dificultad.
Extendió la mano y acarició con los dedos la sedosa piel de su mejilla.
— Tienes unos ojos muy expresivos. Y soy un experto en leer el lenguaje corporal.
— ¿Oh? — Jaejoong estaba intrigado— ¿Qué te dice el lenguaje de mi cuerpo?
Yunho se puso serio mientras lo consideraba.
—Te relajas, tus movimientos son naturales, no tensos ni estudiados. Tus ojos se encuentran con los míos directamente, sin vergüenza, y con cierta reflexión. Tu conversación es suave, no afectada. Te abres a mí, revelándote. Diría que estás perdiendo el miedo a lo que nos sucede. Disfrutas de mi compañía. Eres feliz. Y por el leve oscurecimiento de tus ojos, cosa que sucede de vez en cuando, diría que te preguntas como será cuando hagamos el amor.
Jaejoong le escuchó en un asombrado silencio. Parecía haber examinado su alma. Parecía mentira que una conexión tan abierta y fácil, se hubiera formado en tan poco tiempo. Sintió como el rubor le cubría las mejillas y un temblor le recorrió los nervios comprimiendo su pecho, cuando su último comentario acertó por completo.
— ¿Cómo de cerca me he quedado? —Lo observó, pues a pesar de ser en tono de broma, le exigía la verdad.
—Cerca, muy cerca —admitió Jaejoong valerosamente.
—Tengo la intención de ponerme aún más cerca, Jaejoong —prometió Yunho. El ardor en su voz la acarició.
—Yunho, yo… —comenzó, pero después se detuvo, cuando la atención de Yunho se desvió hacia una pareja que se acercaba. Jaejoong notó como se le dilataban las fosas nasales y el destello cauteloso en sus ojos. Para Jaejoong eran desconocidos, pero al parecer Yunho si los conocía. Observó cómo se levantaba, mostrando una postura claramente agresiva.
—Yunho, se te ve más hermoso que nunca. —La mujer que le habló se apoyó en él, dándole un beso en la mejilla.
—Sung Hee. —Su expresión permaneció neutra mientras se giraba hacia el hombre que la acompañaba—. No creo que me hayan presentado a tu amigo, aunque me parece familiar.
Las palabras de Yunho poseían un sutil desafío. Jaejoong le observó, desconcertado por su actitud.
El hombre le ofreció la mano.
—Lee Won Jong —se presentó a sí mismo—. Y tiene razón, nunca hemos sido presentados formalmente.
Jaejoong examinó, curioso, a la pareja.
La mujer era alta y morena de rasgos exóticos, con la suave melena a media altura y unos elegantes rizos. Llevaba un corto y muy ajustado vestido de color negro que lucía una coqueta abertura, revelando sus esculturales piernas. Los tacones de ocho centímetros —según Jaejoong, zapatos de mujerzuela— le daban una imagen general de profesional del sexo.
El hombre la igualaba en altura y se le veía sano y hermoso. Encontró curioso el respeto con el que se dirigía a Yunho.
Tomando posesión del brazo de Yunho, Sun Hee giró su atención hacia Jaejoong.
—Preséntame a tu compañero, Yunho —le ordenó alegremente.
—Kim Jaejoong, te presento a Ko Sung Hee y su amigo, Lee Won Jong.
—No solo eres una cosita muy dulce —declaró Sung Hee con un dulzor que goteaba veneno—, sino que, además, llevas un vestuario que me encanta, querido. Tienes la buena suerte de ser capaz de parecer un maestro con él.
En vez de enfadarse, Jaejoong burbujeó de diversión, ante la doble intencionalidad de su elogio.
—Bueno, gracias —le devolvió Jaejoong—. Yo también te envidio, aunque tu ropa es muy llamativa. Otra mujer sin tu clase y sofisticación se parecería exactamente a una puta de lujo.
Dos bufidos ahogados de diversión masculina encolerizaron a Sung Hee, que se enderezó y dirigió su atención hacia otra dirección. Estaba determinada a humillar totalmente a este débil humano.
—Te he echado de menos, Yunho. Espero con ansia la próxima noche que pasemos juntos.
Un remolino de diferentes emociones emanó de los cuatro, lanzados repentinamente dentro de un congelado cuadro.
La reacción de Jaejoong fue de una dolorosa punzada que rápidamente ocultó. Una veloz ojeada hacia Yunho le reveló que la diversión había desaparecido de su rostro, siendo sustituida por cólera y repugnancia. Comprendió que el pasado de Yunho no era asunto suyo. A pesar de eso, saber que había tenido una relación con esa hermosa y totalmente maliciosa hembra, resultó un golpe. Evitó la mirada que envió en su dirección.
En lugar de eso volvió su atención a Sung Hee y quedó algo sorprendido al ver un destello de pesar en sus ojos mientras miraba a Won Jong. La reacción de Sung Hee parecía revelar cierto sentimiento hacia el hombre. ¿Entonces por qué lo humillaba de esta manera?
De Won Jong emanaban disgusto y decepción. La cólera bulló en sus ojos mientras alejaba a Sung Hee de Yunho.
—Vamos Sung Hee —la empujó, rompiendo la silenciosa quietud—. Estoy seguro de que Jaejoong y Yunho tienen mejores cosas que hacer que aguantar el parloteo de una muchachita charlatana.
Girando debido al leve empujón de Won Jong, Sung Hee dejó caer su bolso, derramando su contenido. Dio un consternado grito.
— ¡Oh querido, que torpe soy!
Yunho y Sung Hee se agacharon para recuperar las dispersas pertenencias, deseosos, por diferentes motivos, de que Sung Hee siguiera su camino.
—Jaejoong, querido, hay un lápiz de labios junto a tu pie, si fueras tan amable… —le indicó dulcemente.
Antes de que ingeniosamente volcara su bolso, Sung Hee había cogido un pequeño frasco que mantuvo en la mano. Con la atención de todos dispersa, nadie notó como lo vertía, con subrepticia rapidez, en la copa de Jaejoong. Su expresión mostró una presumida diversión aun antes de que se vaciara el frasco.
Con todos sus bienes en su sitio, Sung Hee tomó el brazo de Won Jong, agradeciéndoles su ayuda.
—Que tengan una maravillosa tarde —gorgojeó. La satisfecha sonrisa que le produjo su secreto conocimiento quedó oculta al girarse y llevarse a Won Jong.
Yunho volvió a ocupar su asiento y encontró la mirada expectante de Jaejoong.
—Fue una noche, hace dos años —declaró, con cierto nerviosismo se pasó una inquieta mano por el cabello—. Demonios, ni siquiera era de noche. Supe que fue un error en cuanto sucedió.
—Al parecer le causaste una gran impresión —le dijo Jaejoong, bebiendo inconsciente el brebaje que se ocultaba en su té.
Yunho hizo una mueca.
—Sung Hee no es impresionable. Se dedica a coleccionar hombres. Le intriga que alguien pueda rechazarla. Se le llama síndrome del «deseo inalcanzable». Si la hubiera seguido por todos lados adulándola, se hubiera deshecho de mí. —Hizo una pausa, pensativo—. Si Lee quiere que le tome en serio, le valdría más comenzar a demostrar un poquito más de dureza. Sung Hee no responde a la bondad, es demasiado dominante. Necesita a alguien que la iguale en fuerza.
Jaejoong elevó las cejas ante el profundo análisis que Yunho le había hecho a Sung Hee.
—Parece que la conoces de algo más que unas pocas horas. —Su tono goteaba sarcasmo.
Yunho sonrió ampliamente, imperturbable a la punzante observación de Jaejoong y, en su interior, contento del posesivo comportamiento de su compañero.
—También soy un estudiante muy observador de la naturaleza humana, cariño.
Su «hum» estaba lleno de incertidumbre, pero cambió de tema. El tono de Yunho mostraba sinceridad y sus ojos mantenían una verdad incuestionable. Se inclinó hacia delante, capturándole con la mirada.
—Yunho ¿Qué es lo que haces?
— ¿Hago? —«Allá vamos», pensó. Va a ser bastante difícil.
—Ya sabes, de profesión. No te he oído mencionar a qué te dedicas.
Yunho cruzó los dedos mentalmente.
—Imagino que tú le llamarías profesión independiente.
— ¿Pero cuál? —preguntó Jaejoong.
—Soy una especie de consultor —adornó Yunho, contento de poder decir algo que bordeaba la verdad.
Jaejoong continuó sondeando.
— ¿Quién te consulta y sobre qué?
Yunho sabía que no podría esquivar sus preguntas con vagas generalidades durante mucho tiempo.
—En cuanto a qué, me consultan sobre muchos temas, soy algo así como un especialista en diagnóstico de problemas. Y sobre quién, por ahora va a tener que seguir siendo confidencial.
La frente de Jaejoong se frunció ante su sonrisa.
—Me intrigas, Yunho. ¿No serás un espía, verdad?
Yunho se rió y negó la acusación.
—Te lo diré con el tiempo, dulzura —le prometió—, pero primero tú y yo tenemos que mantener una muy seria discusión. —Evitando cualquier nueva pregunta, Yunho se levantó y cogió su cartera para pagar la cuenta pendiente—. ¿Estás preparado para que nos vayamos?
—Lo estoy —admitió, aceptando la poco satisfactoria explicación. Siguiendo el ejemplo de Yunho, se levantó de su silla. Mientras él sacaba el dinero para pagar la cuenta, Jaejoong tomó la copa de té helado y se tomó el resto del contenido.
El aire nocturno había refrescado y dio la bienvenida al calor del brazo de Yunho que le cubría los hombros mientras salían del restaurante. Andando hacia el coche, sintió un repentino mareo. Se sujetó a su brazo hasta que se le pasó.
— ¿Qué pasa, cariño? —La preocupada cara de Yunho ocupó el foco de su visión.
—He sentido un pequeño mareo durante unos momentos. Espero no haber pillado ninguna enfermedad —comentó, disgustado ante esa idea—. Odio estar enfermo.
—Si enfermas, jugaremos a los médicos hasta que estés mejor —bromeó con una exagerada mirada lasciva que provocó unas risillas a Jaejoong.
Yunho abrió la puerta del coche y la colocó cuidadosamente en su interior. Algo iba definitivamente mal. Sintió como sus movimientos eran lentos e inseguros. Sus manos se agitaron cuando se deterioró su coordinación. Tenía problemas con el cinturón de seguridad y cuando se acercó para ayudarlo, sus grandes ojos mostraron la creciente angustia.
—Sujétate, amor, te llevaré a casa —lo calmó mostrando tranquilidad.
Jaejoong hizo un gesto afirmativo mientras Yunho cerraba su puerta y daba la vuelta al coche. Un temblor sacudió su cuerpo cuando un fuerte calambre se aferró a su estómago. Tragó con fuerza, mortificado ante la idea de vomitar en el hermoso coche.
—Deprisa, Yunho —suplicó—. Empiezo a sentirme realmente enfermo.
—Intenta relajarte. Apoya la cabeza y cierra los ojos, llegaremos enseguida —se esforzó en continuar con el tono tranquilo, ocultando su preocupación.
Yunho condujo con rápida eficacia, la hora tardía ayudaba, pues la ausencia de tráfico mantuvo despejado su camino. Deteniéndose lo suficiente como para asegurarse de que el camino estaba despejado, pasó de largo todas las señales de Stop y los semáforos en rojo.
Jaejoong prorrumpió en un sudor frío, y suaves gemidos pasaron por sus labios de manera inconsciente, mientras luchaba por mantener el control. Había olvidado todo lo que la rodeaba.
Sin que Jaejoong se percatara, su repentina enfermedad había levantado las sospechas de Yunho.
Sacó su teléfono móvil e hizo una llamada.
El coche redujo la marcha y entró en una larga y sinuosa vereda. Jaejoong abrió los ojos y luchó por enfocar la mirada.
—Esta no es mi casa —murmuró, cuando la fachada de ladrillo y piedra nadó ante su vista.
—No, es la mía. Era la más cercana, cariño, y el doctor Jang ya está de camino.
Desorientado y luchando contra las náuseas, Jaejoong no protestó cuando Yunho, con mucho cuidado, lo cogió en brazos y lo llevó hacia su casa. La ingravidez, junto con el ligero movimiento durante el traslado, casi fue su perdición.
—El baño, deprisa —gritó.
Se aguantó mientras Yunho subía los escalones de dos en dos, depositándolo en el baño justo a tiempo. Jaejoong cayó de rodillas ante el inodoro y perdió la lucha. Unos minutos después se percató de que Yunho todavía estaba con él.
—Dios, Yunho, sal de aquí —jadeó cuando sintió otro calambre.
—Imposible. Limítate a dejarlo estar, cariño. Me quedo donde estoy.
Jaejoong sintió como su brazo le rodeaba la cintura, extendiendo la mano sobre el diafragma, y le realizaba un ligero masaje. Su otra mano trataba de que su cabello no tocara su rostro. Canturreó suaves y reconfortantes palabras, mientras Jaejoong soportaba cada espasmo.
Cuando la crisis fue remitiendo, Yunho cogió una manopla y la humedeció con agua fresca. Jaejoong cerró los ojos mientras se la pasaba por el rostro. Sus párpados y labios estaban levemente hinchados, su tez más pálida. Cuando abrió los ojos, Yunho sonrió comprensivo.
—Esta es la experiencia más humillante de mi vida —le reveló Jaejoong. Estaba exhausto y aturdido.
— ¡Yunho!
Una fuerte voz de hombre llamó desde abajo.
—Es el doctor Jang —le explicó Yunho, presionándole el hombro. Entró en el dormitorio para gritar hacia abajo—: Arriba, doc.
El doctor Jang entró en el baño con un aire de calmada confianza.
— ¿Cuál es el problema? —preguntó y escuchó la explicación de Yunho. Miró a Jaejoong, observando las pupilas dilatadas, la piel húmeda y su movimiento vacilante. Cuando se inclinó para escuchar su corazón con el estetoscopio, captó un olor débil pero familiar.
— ¿Has tomado algún tipo de medicamento, ya sea con receta o sin ella, durante las últimas horas, Jaejoong? —Ante la respuesta negativa, preparó una jeringuilla— Te voy a tomar una pequeña muestra de sangre —le explicó.
Mirando la aguja, sintió como su estómago se tensaba de nuevo.
— ¿Podría salir un minuto, por favor? —le suplicó.
—He visto casi todo lo que el cuerpo humano puede excretar. Haz lo que tengas que hacer.
Desvalidamente, Jaejoong se giró y saludó de nuevo al que parecía ser su nuevo y mejor amigo.
Después, Yunho le volvió a limpiar la cara.
—Este se está convirtiendo en un día verdaderamente memorable para mí —dijo sarcástico pese a su incomodidad—. Ahora he vomitado ante dos hermosos hombres en vez de uno. —Lentas lágrimas de frustración e impotencia cayeron por sus pálidas mejillas.
—Está bien, cariño —lo calmó Yunho abrazándolo y meciéndolo lentamente.
—No me acunes, Yunho —le pidió Jaejoong, mientras luchaba por mantener el control—. Es como estar sobre un barco. También me mareo —le advirtió, mientras Yunho le impelía a que se sentara al borde de la bañera.
El doctor Maigrey se rió ante su comentario, mientras tomaba una muestra de su sangre, después llenó otra jeringuilla con el líquido de un pequeño frasco.
—Te voy a poner una inyección que debería detener las náuseas —le explicó.
—Bendito seas —suspiró con sinceridad, estremeciéndose ligeramente ante el pequeño pinchazo de la aguja. El alivio relajó sus tensos músculos.
—Esto debería lograrlo, querido. Quiero que descanses y bebas mucho líquido en cuanto tu estómago se asiente. Tienes que recuperar lo que has perdido —le ordenó con amabilidad.
—Gracias, Dr. Maigrey —contestó, con evidente gratitud—. Realmente aprecio su ayuda. No creí que los médicos siguieran haciendo visitas a domicilio.
—Bueno, Yunho y yo nos conocemos desde hace algunos años y le debo un par de favores. Cuídate, Jaejoong. Te haré saber el resultado de los análisis de sangre. —Subrepticiamente le hizo señas a Yunho para que le siguiera fuera del cuarto de baño.
—Tengo que hablar contigo —le explicó John quedamente, mientras se dirigía hacia la puerta del dormitorio.
—Deja que acomode a Jaejoong y enseguida bajo —concordó Yunho —. Sírvete una copa o asalta la cocina si te apetece.
Alisó el ceño y volvió al cuarto de baño para encontrar a Jaejoong todavía sentado al borde de la bañera. Se arrodilló ante él, y le pasó la mano por el pelo.
— ¿Te sientes mejor, cariño?
Hizo un gesto afirmativo.
—Sí. —Sus ojos parecían enormes en la pálida cara, y estaban surcados por sombras oscuras bajo ellos. Jaejoong extendió su temblorosa mano y le acarició la cálida piel de su mejilla—. Gracias.
Yunho sintió como si hubiera tocado su misma alma con sus ojos, sus gestos y sus sencillas palabras.
Capturó las heladas manos de Jaejoong y le transfirió su calor.
—Siempre te cuidaré, Jaejoong —le prometió.
Jaejoong se rió.
— ¿Ahora me vas a llevar a casa?
—No, cariño, te quedarás aquí donde pueda vigilarte. Y puedes ahorrarte la discusión. No es negociable —le advirtió Yunho con tranquila determinación.
Consideró sus opciones y cedió sin lucha.
—De acuerdo ¿Tienes un cepillo de dientes que pueda usar?
Yunho sonrió y lo sujetó juguetonamente la barbilla.
—Muchacho listo.
Rió entre dientes cuando Jaejoong le sacó la lengua. Le dio el cepillo de dientes y desapareció en el dormitorio, para reaparecer con una camiseta y una bata que su madre le había regalado en navidad y que raras veces utilizaba.
—He pensado que quizás podrías usar esto —explicó, poniéndolo sobre la encimera del lavabo—. ¿Quieres tomar un baño o una ducha antes de acostarte? —Ante su gesto afirmativo, sacó un par de toallas limpias del armario. —Deberías tomar un baño —le sugirió—. Es posible que te dé un mareo estando bajo la ducha, o —se calló e intentó adoptar un gesto inocente pero falló totalmente cuando una malvada sonrisa cubrió sus labios— podrías esperarme y nos duchamos juntos. Solo para asegurarme que no te caes —dijo de manera inteligente.
Jaejoong frunció el ceño.
—Ya has tenido el privilegio de verme vomitar —dijo sarcásticamente—. Solo permito un número limitado de intimidades por día. ¡Sal de aquí!
Yunho se sintió aliviado ante su capacidad de bromear. Ya estaba mejor.
—Me iré —la concedió, depositando un beso sobre su frente—. Pero ten cuidado.
Cuando la puerta se cerró tras él, Jaejoong se encorvó sobre el borde de la bañera, sintiendo las rodillas inestables. Juntando las restantes y menguantes fuerzas, se cepilló los dientes y lentamente se desnudó. Ajustando la temperatura del agua, entró en la ducha y suspiró mientras el agua caliente caía en torrente sobre su dolorido cuerpo. Su mente desconectó durante un momento y se sorprendió balanceándose. Pensar lo que Yunho le diría si se caía en la bañera, lo acicateó para que terminara lo más rápidamente posible. Se secó y se puso la camisa, encogiéndose de hombros ante la ausencia de ropa interior limpia. La suave camisa le llegaba casi a las rodillas. Cubriéndose con la bata, salió del cuarto de baño y entró en la habitación, preguntándose dónde dormiría. No dispuesto a meterse en la que podía ser la cama de Yunho, se estableció sobre la cómoda silla junto a la ventana y casi de inmediato se quedó dormido.
* * * * *
Escaleras
abajo, en la cocina, el Dr. Jang se aplicaba a fondo en un emparedado cuando Yunho
entró. Le saludo con su emparedado y tragó.
—Confío plenamente en que un lupino disponga de la
mejor ternera. Esta se la compraste a Ahn Dong Chool, ¿verdad?
—Culpable. Nadie posee terneras como las de Dong Chool
—reconoció Yunho. Se sentó a la mesa, enfrente de John—. Cuéntame.
—Lo drogaron —declaró Won Young sin rodeos—. ¿Notaste
ese débil, pero penetrante olor? —Ante la afirmación de Yunho, continuó—: Es
una mezcla especial de distintas hierbas y drogas. Ha estado recorriendo todas
las zonas que suelen visitar los jóvenes lupinos, que lo utilizan para aumentar
su diversión. Para nuestra raza es relativamente inofensivo, considerando la
resistencia que tenemos a las sustancias adictivas. ¿Para un humano…? Bueno, ya
has visto el resultado.
—Hija de puta. —La calmada ira de Yunho, hizo que casi
sintiera pena por el culpable. Casi.
—Por suerte, lo puso enfermo antes de que su sistema
lo absorbiera por completo. Juzgando la dilatación de sus pupilas y la perdida
de funcionalidad motora, diría que si no se hubiera deshecho del contenido de
su estómago, en estos momentos habría estado en una condición mucho más seria.
Yunho se levantó y comenzó a pasearse por la cocina.
—Voy a matar a esa puta —juró.
— ¿A quién? — Won Young mantuvo un tono estable. Nunca
había visto a Yunho tan cerca de perder el control. Pensó que las consecuencias
no serían nada buenas.
—A Ko Sung Hee. —Escupió el nombre con un juramento—.
Se presentó mientras Jaejoong y yo cenábamos. Dejó caer su bolso cuando se
marchaba después de su, eh, cordial visita. Tuvo que ser cuando le echó lo que
fuera a la copa de Jaejoong. Estábamos distraídos recogiendo su mierda del
suelo. Ella y su amigo Lee Won Jong eran los únicos que se encontraban cerca, y
él en ningún momento se acercó lo suficiente como para poder haberlo hecho,
estoy seguro.
—Esto es muy serio, pero no puedes echarte encima de
ellos medio en guerra —le aconsejó Won Young —, haciendo acusaciones sin
pruebas, pues lo único que traería serían problemas.
—Lo sé —concedió Yunho—. Pero no puedo dejar que esto
quede impune.
—Ya pensarás algo. Por ahora, estate tranquilo y usa
la cabeza. —Suspiró y recogió su maletín, dirigiéndose a la puerta—. Me voy a
la cama.
Yunho le palmeó en el hombro.
—Gracias, Doc, realmente te agradezco que vinieras.
—Hizo una pausa, pensativo—. Y por el buen consejo.
—No importa, Yunho. Vigila a Jaejoong durante un par
de días. El único problema que preveo puede ser por algún trastorno en el
estómago, dejé algunas píldoras arriba, sobre la mesilla. Mantenlo vigilado por
si acaso.
—Ah, tengo la intención de cuidarlo —sonrió Yunho—. Es
mío, mi compañero.
Won Young se mostró encantado.
— ¡Felicidades! No está marcado. No tenía ni la menor
idea.
—Él tampoco, todavía —confesó Yunho con una nerviosa
sonrisa.
Won Young rió entre dientes.
—Buena suerte, amigo. Presiento que cuando está en
condiciones debe mostrarse bastante batallador.
—Oh, sí —estuvo de acuerdo Yunho—. Mi Jaejoong puede
ser verdaderamente explosivo.
—Bien por él. Esto hace que aumente la pasión. — Won
Young hizo una pausa y dijo las palabras ceremoniales—: Que disfruten de la
cacería.
—Gracias compañero —contestó Yunho, ofreciéndole la
mano como despedida.
Cerró y regresó arriba, deseoso de comprobar como
estaba Jaejoong. Lo encontró profundamente dormido en la silla de su
dormitorio. Se acercó silenciosamente a él, contento de ver cómo había
regresado algo de color a sus mejillas.
Cuando se inclinó y lo levantó en sus brazos, Jaejoong
se revolvió irritado.
— ¿Por qué no te has metido en la cama, cariño? —le
preguntó suavemente.
—No sabía dónde querías que lo hiciera —masculló
bostezando.
—Debajo de mí sería estupendo —murmuró.
— ¿Umm?
Yunho sonrió. Era bueno que estuviera soñoliento, pensó.
Le quitó la bata y lo acostó en la cama. Apagó las luces, se desnudó con
rapidez y se unió a él. Un profundo suspiro de satisfacción escapó de sus
labios cuando Jaejoong inmediatamente se acurrucó contra él. Admitió la buena
voluntad de su cuerpo, por permitir su presencia en la cama sin tener que
luchar con sus habituales deseos sexuales. La preocupación por lo que había
sufrido, junto con sus instintos protectores, al parecer, mantenían su libido
controlado. Acercó su cara al pelo de Jaejoong, durmiéndose con la seguridad de
que se encontraba mejor y estaba donde debía estar.
Unas horas más tarde, no estuvo tan seguro. Jaejoong comenzó
a retorcerse y se despertó, inmediatamente preocupado.
— ¿Estás bien, cariño? — Susurró, inclinándose hacia Jaejoong,
que tiraba de la camiseta que llevaba puesta—. Tengo calor, no quiero esto
—refunfuñó mientras luchaba contra la ropa.
—Espera, dulzura, yo te lo quito. — Yunho suspiró y consiguió desenredar la camisa,
sacándosela limpiamente por la cabeza.
Inmediatamente Jaejoong se relajó, cayendo de nuevo en
el sueño. E inmediatamente Yunho se excitó.
—Ten compasión —gimió respetuosamente, tragando cuando
Jaejoong se estiró en pacifico abandono. Su estupenda visión nocturna le
permitió verlo con bastante claridad. Hermoso, era la palabra que le venía a la
cabeza. Su cuerpo era suave, redondeado y con curvas en los sitios
correspondientes.
Extendió la mano y la colocó ligeramente en la
plenitud firme de su pecho. Al instante el pezón se erizó contra su palma.
Arrastró la mano lentamente hacia su abdomen. Su piel era suave y cálida, seda
y raso bajo el lento deslizar de sus dedos. Se detuvo al llegar a los suaves
rizos que coronaban sus esculturales muslos, cuando Jaejoong se revolvió
agitado.
Cernido sobre Jaejoong, quedó hipnotizado por su olor.
Su nariz siguió la huella que su mano había dejado, mientras inspiraba el intoxicante
aroma de su compañero. Al llegar a su monte, cerró los ojos e inhaló
profundamente. Se imaginó abriendo su delicado miembro, su lengua deslizándose
por su hinchada carne y los finos tejidos interiores repletos de néctar. Un
gruñido bajo surgió de su garganta, haciéndole regresar al presente.
«Ha estado enfermo, ha estado enfermo,
ha estado enfermo», se repitió una y otra vez, y con un
doloroso gemido retiró la mano, cubriendo la tentación de su cuerpo con las
mantas. Yunho se tumbó en su lado, esperando que haber ocultado la tentación
visual, le ayudara.
Su esperanza fue efímera. Jaejoong se le acercó de
nuevo. Los dos picos de sus pezones se clavaron en su espalda, mientras sus
suaves curvas se pegaban a Yunho. Podía sentir la caricia del pelo pubiano
contra sus nalgas.
—Señor bendito —gimió, endureciéndose para aguantar
toda la noche esa frustrante tortura.
* * * * *
Jaejoong despertó
bruscamente y a solas muy temprano. Se sentó en la cama, aturdido y confundido,
con una vaga noción de necesitar volver a casa, rondándolo por la cabeza. Se
vistió temblorosamente con la bata que habían dejado a los pies de la cama y se
quedó erguido con total desamparo en mitad de la habitación, sin saber que más
hacer.
Habiendo escuchado los débiles movimientos en el piso
de arriba, Yunho subió para comprobar su estado.
— ¿Vas a algún sitio, pequeño? —preguntó con cariño.
Se la veía atractivo y, aún así, dulce, todo soñoliento y despeinado.
Jaejoong se pasó indeciso la mano por el pelo.
—Pensé que debía irme a casa… pero estoy tan
desorientado —se quejó irritado.
— ¡Ah!, cariño, ¡ven aquí! — Yunho se acercó,
ofreciendo sus brazos. Jaejoong se dejó llevar a su abrazo.
Sentándose al borde de la cama, lo colocó sobre su
regazo.
— ¿Te duele
algo en particular?
—El estómago me duele un poco —le contestó—. Pero por
encima de todo me siento hecho polvo. —Descansó la cabeza sobre su hombro.
—Doc ha dejado algunas pastillas para tu estómago. —
Yunho le indicó el frasquito que había encima de la mesilla—. Dijo que era
posible que lo necesitaras. Voy a meterte de nuevo en la cama. —Lo levantó y se
dirigió al lazo que anudaba la bata que llevaba.
— ¡Hey! Alto ahí —dijo, dando un paso atrás.
—Jaejoong, sabes que no te gusta dormir con ropa, por
lo que es mejor que te quites la bata ahora —le dijo de manera razonable.
Jaejoong le dedicó un feroz ceño.
—Yo sé que
no me gusta dormir con nada pero, ¿cómo lo sabes
tú? —En cuanto hizo la pregunta, el
recuerdo de un cálido y desnudo cuerpo pegado al suyo, apareció en su memoria—
¡Dormiste conmigo! —le acusó.
—Sí, lo hice —admitió Yunho con calma. Lo observó con
una seria y fija mirada—. Te puedes ir acostumbrando, porque va a pasar
bastante a menudo de ahora en adelante.
Abrió la boca, para hablar, pero solo pudo emitir
ruidos incoherentes.
Yunho ladeó la cabeza.
—Pareces un pescado.
—Tú… tú no puedes haber
dicho eso —jadeó indignado.
—Bueno, dulzura, hacías los mismos gestos de un
pescado —bromeó deliberadamente, imitando los gestos con su boca.
—Ya sabes lo que quiero decir, ese comentario de
«dormir juntos» —siseó.
Yunho sonrió, pero después reconsideró su mal humor.
—Entre nosotros está ocurriendo algo especial Jaejoong
—declaró de manera solemne—. Sé que lo percibes igual que yo. —Esperó
expectante su admisión. Jaejoong hizo un gesto afirmativo, poco dispuesto pero,
sin embargo de aceptación—. Sé que esto no es fácil para ti, cariño. La
traición es algo a lo que es difícil reponerse. Pero Jaejoong… — Yunho tomó la
cara de Jaejoong entre sus manos—… si me das el beneficio de la duda, te
demostraré que puedes confiar en mí, tal como voy a confiar en ti. —Sus labios
tocaron suavemente los de Jaejoong —. Pero por ahora, vamos a centrarnos en que
te recuperes, ¿De acuerdo?
—De acuerdo —concordó. Jaejoong se sentía hipnotizado
por Yunho. Su pero y su por, lo desarmaban, se encontró cada vez
más dispuesto a creer en Yunho.
Cogió las píldoras que le ofreció y se las tomó con un
vaso entero de agua, sin haberse dado cuenta hasta entonces de lo sediento que
estaba.
— ¿Más? —le ofreció, indicando la jarra de agua—. Won
Young dijo que necesitarías muchos líquidos.
—Creo que por ahora es suficiente. Gracias —le
contestó, permaneciendo torpemente de pie a la espera de que se marchase.
Yunho sofocó una sonrisa.
—Ya sabes que te he visto desnudo —le recordó.
—Sí, pero yo no te he visto verme desnudo, y si no te
importa, quiero aplazar esa experiencia un poco más. —Un atractivo rubor
iluminó sus mejillas.
—Es un progreso. —La sonrisa cariñosa de Yunho, junto
con la calidez de sus ojos, mantuvieron cautivo a Jaejoong.
— ¿El qué? —preguntó ligeramente molesto.
—Que admitas que estaremos desnudos juntos. A eso le
llamo definitivamente un progreso —le dijo, con un pícaro guiño.
Jaejoong sintió una punzada de emoción por su
comentario, mientras una sonrisa escapaba a sus labios.
—Márchate, Yunho —le pidió.
—Estaré abajo por si necesitas algo —le informó con
una sonrisa burlona. Plantó un rápido beso en sus labios y lo dejó para que se
desvistiera en la intimidad.
Jaejoong se acurrucó bajo las cálidas mantas. Una
somnolienta satisfacción lo cubrió mientras las medicinas asentaban su
estómago. Bostezando, se colocó de lado y se adormeció con una diminuta sonrisa
en los labios.
Escaleras abajo, Yunho se movió por la cocina con
experta facilidad. Se preparó café y una tortilla de jamón y queso, tarareando
todo el rato una desafinada melodía. Sus pensamientos centrados en el hombre
que en esos momentos calentaba su cama.
Jaejoong constituía
un intrigante contraste. Dulce, tímido, ingenuo e inocente y sexy, de vez en
cuando exasperante, obstinado e impetuosamente independiente. Le estimulaba y
desafiaba como ningún otro hombre lo había hecho. Su mente y su cuerpo vibraban
con una avalancha de emociones que Jaejoong le provocaba.
Yunho pensó en sus padres y supo indudablemente que
esto era lo que ellos tenían, lo que sentían el uno por el otro. Sabía lo
contentos que se pondrían cuando supieran que había encontrado a su compañero.
Su madre seguramente lloraría, pensó con una sonrisa. Era bastante emocional,
como Jaejoong, y no lo cambiaría por nada del mundo.
Pensó en llamarlos, pero descartó esa idea. Era mejor
esperar, hasta comunicarle a Jaejoong su condición de hombre lobo. Exhaló un
profundo suspiro. Decir que estaba preocupado, era decir poco. Jaejoong debería
tratar con una revelación bastante traumática. Dependía de su naturaleza
inteligente, compasiva y del creciente afecto que sentía por él, que pudiera
aceptar la verdad de su doble naturaleza.
Haría cualquier cosa que tuviera que hacer para
ayudarlo a aceptar una realidad que rompería todas sus ideas preconcebidas. Si
al final le rechazaba, tendría que dejarlo ir. Pero de esa manera perdería dos
partes cruciales de su mismo ser, que nunca recuperaría, su corazón y su alma.
Que bueno que ya esta mejor Jae
ResponderEliminarYunho si debe de poner a esa mujer en su lugar por lastimar a su hermoso Jae
Espero que Jae si asepte a Yunho como su pareja y siempre esten juntos
Gracias por el capitulo
Gracias por actualizar :3
ResponderEliminarEsa tipa como se atrevió a intentar hacerle daño a Jaejoong, esta muy equivocada y estoy segura que Yunho se encargará de vengar esa osadía.
ResponderEliminarY por otro lado ambos están avanzando poco a poco pero por lo menos ahora Jae puede aceptar que siente algo por Yunho y que su relación puede mejorar :)
Gracias por la actualización
Odie a Sung Hee esa mujer esta loca!! pero esto no se queda así seguro y Yunho se las cobra ... Jaejoong tuvo suerte y tuvo mayores consecuencias.
ResponderEliminarYa quiero que Yunho le confiese su pequeño secreto a Jaejoong quiero saber como lo va tomar ... no quiero ni imaginar que lo rechace.
Gracias por la actualización !!!
yunho debe poner en su lugar a la vieja esa grrr debe cuidar a jae por sobre todo :C las cosas avanzan espero q pronto puedan estar bien asdada gracias x compartir ^^
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarEspero que actualices, tienes unas historias realmente buenas y seria una pena que quedaran inconclusas, al menos yo tengo muchas ganas de seguir disfrutando de tus historias.
Lo repito en este comentario... ojalá y todavía estés por aquí.
Esperando con ansias tus actualizaciones; así que, por favor actualiza.
Saludos y que estés muy bien.
Siempre tiene q haber un pelo en la sopa y esa tipa q se cree..ae q yunho es calidad de hombre pero eso fue una sola noche...q se olvide de él..ella ya tiene otro...aish mujer loca, atreverse a lastimar a mi JJ...ay pobre yunho como hara para confesarle su secreto q Jae?? No puede perderlo ahora q ya casi lo tiene
ResponderEliminarMugre vieja, lo que es la envidia y la maldad. Lo bueno es que no tuvo toda la reacción que quería esa droga y Jae parece estar mejor, y eso ha hecho acercar más rápido a Jae y Yunho.
ResponderEliminarGracias!!! 💕💞