Capítulo 4
Siempre nos sentamos en la esquina cerca
de las ventanas y lejos del ventilador. Así tienes una buena vista del parking
y el Cinema que hay al lado, donde la gente de nuestro instituto a veces
alquila películas.
—Y agua con gas, por favor —dice cuando
ya había terminado.
— ¿Te refieres a agua carbonatada?
—pregunta la camarera. La camarera siempre pregunta lo mismo, pero Junsu sigue
pidiéndola de la misma forma.
—Sí —dice Junsu, poniendo los ojos en
blanco—. Lo que sea.
—Aquí hace mucho frío. — Heechul se
arrima a Junsu y empieza a rozar la nariz con su hombro. Heechul siempre tiene
frío.
Fuimos a esquiar el año pasado y se negó
a salir siquiera. Se quedó en la sala de estar durante los cuatro días bebiendo
chocolate caliente y coqueteando con los profesores de esquí que estaban
descansando.
—Oh, dios mío. ¿Han visto a Darcy
Sugarman hoy? — Pregunta Junsu —. Prácticamente estaba restregándose con Yoochun
después de la tercera hora. — Junsu menea los hombros para que Heechul se
aparte.
—Eso es asqueroso —dice Heechul.
—Es una guarra —dice Junsu. Darcy
Sugarman es la chica que pensábamos que tuvo algo con el señor Davis. — ¿Por
qué todo el mundo quiere a mi novio? —gime Junsu, poniendo las manos sobre la
cabeza como si se estuviese cayendo el techo.
— ¿Así que ahora utilizamos la palabra
“novio”? —pregunto.
—Te dije esta mañana que las cosas van
bien. Y no te pongas celoso sólo porque ustedes tengan que ponerse al día.
—Eres asqueroso —le digo.
—Será mejor que lo aproveches, bonito.
Puede que Changmin no esté siempre ahí.
Heechul sonríe con la comisura de los
labios y Junsu gira el cuerpo como si estuviese intentando montarse a la mesa.
Supongo que este es tan buen momento como cualquier otro para contarles lo de
principios de verano y lo de esta mañana, pero cuando abro la boca, lo único
que sale es una especie de gorjeo. No sé por qué dudo tanto si contárselo o no.
Son mis mejores amigos. Deberían saberlo. Quiero decir, es importante. A menos
que lo de esta mañana haya sido una fantasía mía. Quizás pensó que mi pierna
era el borde de la silla. Es completamente posible. Puede que ni se haya dado
cuenta de que nos estábamos tocando. O que haya intentado apartarse pero no
quería ser descortés. ¿Y ese comentario sobre no haber visto a nadie este
verano? Está claro que le he dado demasiada importancia. Me lo cuenta todo. Por
supuesto que Changmin me diría si ha salido con alguien este verano. Fui el
primera al que le contó que había besado a una chica jugando a la botella.
Recuerdo que me dijo que sabía a periódico.
—Entonces, ¿vas a contarnos lo de comerte
la boca de mi hermano o no? —dice Junsu. Cruza los brazos y levanta una ceja
mirando a Heechul. Heechul se muerde el labio de abajo. Está nervioso, es
obvio.
—Ya se los he dicho esta mañana. ¿Qué más
quieren saber? —Toma un pequeño sorbo de agua.
—No te hagas el tonto —dice Junsu —.
Todavía no nos has contado cómo empezó.
Heechul mira hacia el techo y luego baja
la mirada otra vez a su vaso.
— ¿De verdad quieres saberlo?
—Sí. Y todavía no se me ha pasado. ¿Desde
cuándo puedes guardar un secreto? ¿Durante dos meses?
Heechul me dirige una mirada nerviosa,
buscando ayuda.
—No estábamos seguros de que fuese a
llegar a algo.
Sé que Junsu puede ser intimidante, pero
creo que eso se deriva de lo mucho que se preocupa. Aunque es duro con Heechul.
Especialmente porque esto no puede haber sido un shock total para él. Quiero
decir, yo mismo los vi enrollarse muchas veces este verano. Estaba claro que
estaban avanzando. No me creo que Junsu no lo viese venir.
—No puedo creerme que te hayas liado con
mi hermano —dice Junsu.
—Besa bien.
Los ojos de Junsu se abren y levanta la
mano abierta como diciendo “para”.
—He mentido. No tengo ningún interés en
oírlo.
Heechul se sonríe y le da un codazo, pero
Junsu no cambia su expresión.
—Sigo estando ofendido porque me hayas
mentido, ¿eh?
Heechul pone cara de cachorro abandonado,
lo que significa que no le preocupa demasiado. A mí tampoco. De hecho, todavía
recuerdo una cosa del baile de promoción de nuestro segundo año. Cuando Heechul
fue con Seung Hoon y tuvieron una gran pelea cuando estábamos allí porque él
quería fumar y él se cabreó, y Junsu dijo (lo recuerdo específicamente) “mi
hermano nunca aparecería colocado.”
—Tengo una cita con Changmin esta noche
—digo. Sus cabezas se giran para mirarme. A la vez, como en una película de
miedo—. Eeeh, sí —digo—. Vamos a salir, o algo así.
— ¿Románticamente? —dice Heechul.
—Sí, puede. No lo sé. —y entonces todo
sale rápidamente. Lo de primavera y nuestra despedida y sus cartas.
—Te lo dije —dice Junsu —. Te ha echado
de menos.
Y entonces, nuestras
rodillas esta mañana. Heechul se emociona del todo.
—Entonces, ¿ha dicho literalmente salir a
cenar?
—Sí —digo—. Ha sido bastante específico
sobre esa parte.
— ¿A qué hora?
—Supongo que se pasará.
—No puede pasarse. —Dice Junsu —. Si es
una cita, debería recogerte... en un coche. No sólo cruzar por el césped y
tocar en tu ventana.
Me mira y levanta una ceja, dándose en la
nariz con un dedo. Es lo que hacemos cuando los dos estamos pensando lo mismo.
Ahora mismo sé que él está pensando en aquella vez en sexto grado cuando Changmin
hizo un agujero en la valla metálica que separa nuestras casas para que no tuviésemos
que ir hasta la puerta del otro. Era Halloween, y vino vestido con una máscara
de psicópata. Apareció por el lado de la casa, y Junsu y yo gritamos como locos.
Parecía muerto de verdad.
Nuestra comida llega, y Heechul empieza a
poner patatas en su servilleta. Siempre lo hace. Como si tuviese miedo de que
nos las fuésemos a comer todas y dejarle sin. En su defensa diré que come muy
despacio.
— ¿Vamos a ir de paseo este fin de
semana? —pregunto, intentando cambiar de tema. No estoy seguro de cómo seguir
hablando de ello. No es como hablar de una cita normal con un chico normal. Es Changmin.
Por suerte, Junsu y Heechul se distraen fácilmente hoy. Sospecho que las dos
siguen pensando un poco en Junho. Me limpio las puntas de los dedos en la
esquina de la servilleta. Las patatas son caseras y las hacen deliciosamente
aceitosas.
— ¡Sí! —dice Heechul —. Vayamos.
Heechul tiene una casa de la playa que
sus padres nunca usan. Está a unos cuarenta y cinco minutos, pero siempre
hacemos fiestas allí. Heechul ha sobornado siempre a su ama de llaves desde los
quince años y solía llevarnos ilegalmente. Teníamos una complicada red
telefónica preparada para asegurarnos de que nuestros padres nunca averiguasen
que nos habíamos ido.
—Este fin de semana no podemos —dice Junsu,
metiéndose una patata bañada en queso en la boca.
— ¿Por qué?—pregunta Heechul.
— ¿Hola? ¿El baile de Otoño? De verdad,
¿había alguien prestando atención ahí dentro? —hincha los mofletes y mira al
techo. Hasta cierra los ojos un momento para añadir efecto.
— ¿Y el fin de semana que viene?
—pregunta Heechul, ignorándolo.
—Ya veremos.
— ¿Tienes otros planes? —le doy un
golpecito con el codo, y él encoge los hombros.
—Puede —a Junsu le encanta ser la que
sugiere cosas. El año pasado tuvimos una fiesta de Nochevieja en la casa de Heechul
y Junsu por casi no viene por no consultarle antes. Aunque estuvo,
técnicamente, visitando a la familia hasta el treinta. Pero por supuesto que
vino.
— ¿Por qué no lo dejamos en sí y vemos
cómo va? Los chicos vendrán, ¿verdad? — Heechul se gira hacia mí.
—Supongo —intento sonar lo más
despreocupado posible. La verdad es que la idea de un fin de semana entero en la
playa con Changmin me ha provocado cosquilleos.
—Claro —dice Junsu —. Si Yoochun decide
comportarse una semana más —saca su teléfono, lo mira y lo tira hacia atrás con
una rabieta.
— ¿Estás bien? —pregunto—. Pareces de los
nervios.
—Estoy bien —suspira—. Sólo cansado.
—Sólo es el primer día —le digo—. Las
cosas se normalizarán.
—Eso es exactamente lo que Junho me ha
dicho hoy—dice Heechul —. Estaba súper alterado porque no tenemos cálculo
juntos, y…
Pero estoy mirando a Junsu, que ha dejado
de escuchar y está señalando un periódico que hay en la mesa de al lado de la
nuestra. Hace un amago de levantarse.
—Cuidado —dice Heechul. —Son nuevos.
Hello —señala sus zapatos. Unos Burberry planos con la marca en la parte
inferior.
Junsu lo ignora y coge el periódico. Lo
pone en nuestra mesa, tirando las patatas cuidadosamente amontonadas de Heechul.
Es el periódico local, y Junsu apunta con el dedo a las palabras VUELVE EL
SENADOR. Y justo debajo del titular hay una foto de mi tío, su mujer y un chico
que no he visto en diez años.
— ¿Es esa tu familia? —pregunta Junsu.
—Sí —digo mirando fijamente.
—“El senador y su familia vuelven después
de casi una década” —lee Junsu. Tiene los codos en la mesa y está inclinado
sobre el diario, como un niño pequeño en la biblioteca—. “Esta es la primera
vez que vuelven a nuestro pueblo desde que se marcharon.
Junsu mira hacia arriba. Heechul también
me está mirando.
—Es raro —digo, porque no estoy seguro de
qué decir. ¿Lo sabe mi padre? ¿Está molesto por ello? ¿A qué instituto va a ir
él? ¿Al mío?
—“Él único hijo del senador” —continúa Junsu
— “está encantado con la mudanza. «Estoy ansioso por pasar mi último año en un
sitio nuevo» dice. «Me muero de ganas de que sea mi hogar.»
— ¿Cómo se llama? —pregunta Heechul.
—Karam —contesto. Junsu observa el diario
entrecerrando los ojos y me vuelve a mirar—. Su nombre es Karam.
¿Qué hay en su nombre? Yo te lo diré:
todo.
* * *
—Puedes solo enseñarle el suéter a tu
primo —dice mi madre—. No hace falta que te lo pongas.
Es la víspera de Navidad y estoy sentado
en el asiento trasero de nuestro coche con los brazos cruzados, las gotas de
sudor rodando por mí frente a los siete años. Llevo mi nuevo suéter de renos,
el que insistí en comprar para nuestro viaje. Es de lana y sarnoso, pero tiene
cuernos y campanas en él. Campanas reales. Y por eso, creo que es espectacular.
—Él tiene que vérmelo puesto —digo por,
probablemente, décima vez.
Mi madre asiente con la cabeza y se da la
vuelta al asiento delantero, mirando a mi padre. Esta agarrando el volante con
fuerza, la mandíbula tensa. Hemos estado en el coche mucho rato y la tensión es
muy alta.
Miro por la ventana y veo la costa pasar.
Estamos a noventa y cinco grados, lo más caluroso que ha habido en la historia
durante las últimas décadas en diciembre. No me molesta, sin embargo. Solo he
viajado allí un par de veces en mi corta vida y estoy muy emocionado. Sobre
todo porque vamos a pasar la Nochebuena con mi primo, Karam. Se fue de nuestra
ciudad hace dos meses y no puedo esperar a verlo. Somos mejores amigos. Karam, Changmin y yo hemos jugado juntos en nuestros
patios traseros prácticamente desde que nacimos y aunque me gusta Changmin y
me estoy acostumbrando a las cosas, echo mucho de menos a Karam.
Subimos a casa de Karam y mi mamá saca un
trozo de papel con algunos números en él y se lo entrega a mi papá. El los
teclea en un teclado. Enormes puertas se abren y conducimos camino arriba,
alrededor de una carretera bordeada de rosales.
Su casa es gigante. No se parece a la
otra casa de Karam. Se parece más a la biblioteca donde mi madre y yo vamos los
sábados. Una con grandes columnas blancas y tantas salas que es imposible no
perderse en el interior. Los jardines que la rodean están llenos de rosas y hay
cerezos que pasan sobre ambos lados de la calzada. Es como entrar en un cuento
de hadas y es cuando pienso en la suerte que tengo de que mi primo viva aquí.
Ya que somos familia, es como si casi fuera mi casa también.
Mi mamá hace un intento de arreglar mi
ropa, cosa que nunca suele hacer. Me pide una vez más que me saque el suéter,
pero niego con la cabeza. Lo hago en la puerta delantera de la casa de Karam.
Lo sigo llevando. Sé que a Karam le encantará.
Tocamos el timbre y nos responde Lucinda.
La llaman un ama de casa, pero es como una gran abuela. Pongo mis brazos
alrededor de ella y ella me abraza alrededor de mi cintura. La llamamos Lucy,
pero no cuando está cerca la mamá de Karam. A mi tía no le gusta.
Lucy nos conduce a través de lo que
parece un laberinto de mármol y cristal hasta llegar a una gran sala de estar.
Hay enormes ventanas que van desde el suelo hasta el techo en tres paredes de
la sala y un televisor que parece una pantalla de cine. Entonces lo encuentro. Karam
está sentado en el suelo, jugando con una gigantesca colección de animales
disecados. Deben ser nuevos. Nunca los había visto antes.
Corro y tiro mis brazos alrededor de él.
Comienzo a balbucear acerca la ida y nuestra casa del árbol y como lo he echado
de menos. Me tiro lo suficiente hacia atrás para que pueda ver mi suéter de
renos por debajo de su nariz.
—Mira —declaro en voz alta.
Karam aparta su pelo oscuro corto de su
cara. Siempre fue un poco más bajo que yo y ahora su pelo está más corto que el
mío también. Sin embargo, no me importa. Apuesto a que todavía podríamos usar
nuestras ropas a juego y parecer gemelos.
Lucy se va y la madre de Karam se levanta
del sofá. Ni siquiera la había visto ahí. Su vestido parece del mismo tejido
que el sofá.
—Estoy tan contenta de que lo hicieras
—dice.
La madre de Karam lo llama, pero él no va
de inmediato. Me está mirando por encima, sus ojos fijos en las campanas de mi
suéter. Él no parece impresionado, sin embargo y de repente desearía no estar
llevándolo. O que fuera gigante, así podría esconderme en él y desaparecer.
Algo iba mal.
—Karam —dice su madre, un poco más fuerte—.
Por favor, saluda a tu primo.
Karam hace el esfuerzo de levantarse, arrastrando
un caballo con melena de peluche. Estamos cara a cara, pero él todavía no se
mueve para abrazarme. Ni siquiera sonríe.
—Hola —le digo.
—Hola —dice él.
— ¿Puedo jugar contigo? —Pregunto.
—He terminado.
¿Cómo puede Karam haber terminado de jugar?
Solíamos jugar durante horas. Fuera, dentro. En mi casa, en su casa, en casa de
Changmin. En nuestros caminos, en nuestras salas de estar.
—Karam —intento— Vamos a jugar —. Él gira
su cabeza y no me mira — ¿Joo Joo? —Todavía nada. Entonces pienso en ello: está
enfadado conmigo. El problema es que no sé qué he hecho mal.
Para el momento en el que el padre de Karam
llega a casa me muero de hambre y mi estómago está haciendo fuertes sonidos
guturales cuando nos sentamos a cenar. Nadie está realmente hablando. Me he
dejado mi suéter puesto por que la casa está congelada. Está tan fría como la
sección de helados de la tienda de comestibles.
Después de la cena mi padre dice que
deberíamos abrir un regalo esta noche. Es una tradición en nuestra casa. Un regalo
en la víspera de Navidad, el resto en el Día de Navidad.
Mi madre empieza a decir que no
deberíamos, porque tenemos que conducir de vuelta esta noche y lo podemos hacer
en casa, pero mi padre la convence.
—Vamos —dice—. Solo uno.
Karam coge el suyo de debajo del árbol. Él
escoge uno gigantesco. Una caja tan grande que ocupa todo el lado izquierdo del
árbol. Entonces mi madre me coge de la mano y por la forma en la que está
sonriendo sé que ella sabía durante todo este rato que abriríamos un regalo
aquí. Es una caja pequeña, larga y el papel de regalo es brillante debajo de
las luces blancas de Navidad. Se lo cojo a mi madre, con suavidad y le doy la
vuelta.
Karam ya está rasgando el papel,
extrayendo y tirando.
—Tu turno —me susurra mi padre. Me quito
el pelo de la cara y me centro en el regalo entre mis manos. Doblo las esquinas
con cuidado del mismo modo que mamá lo hace, con cuidado de no romper nada.
Ella siempre guarda el papel de envolver para más adelante.
—Date prisa —se queja Karam. Él todavía
tiene las manos en sus caderas y sus cejas están fruncidas.
Cuando finalmente veo lo que hay en el
interior, mi boca se abre. Es exactamente lo que yo esperaba que fuera.
Empiezo a gritar y a rasgar la tapa. Mi
padre pone su brazo alrededor de mi madre.
Karam no parece contento. Él está mirando
mi regalo en mis manos, inclinándose hacia delante hasta el momento en el que
se aguanta en un solo pie.
—Déjame ver —dice con firmeza.
Estoy sosteniendo mi regalo en mis brazos
y no quiero renunciar a él, pero también quiero gustarle a Karam de nuevo.
Quiero que me lleve hasta su nueva habitación y me enseñe todas sus cosas.
Quiero que juguemos en el suelo del mismo modo que solíamos hacerlo. Quiero que seamos mejores amigos, como solíamos
serlo. Y puesto que el jersey de renos no ha conseguido el truco, el regalo
puede ser mi única opción.
—Está bien —le digo—. Ten cuidado—. Es lo
que mi madre dice siempre que me da algo que realmente le importa. Al igual que
la buena vajilla para poner la mesa o el cepillo de mango de porcelana que
conserva en su tocador.
Karam toma mi regalo y lo mira. Entonces,
con un movimiento rápido, él rompe mi regalo. Pasa tan rápido, que ni siquiera
estoy seguro si debería estar triste. Él solo lo toma, lo mira y lo destroza en
dos.
Todo el mundo empieza a hablar a la vez.
Mi padre está gritando y mi madre está murmurando algo y la madre de Karam habla
por encima de todos, diciendo que ella piensa que se puede arreglar. Yo no digo
nada. No lloro, o trato de arrebatar el muñeco y alejarlo. En lugar de eso miro
a Karam. Él me mira como si acabara de ganar un juego de etiqueta. Al igual que
si me hubiera golpeado. Luego tira las dos mitades al suelo y sale de la
habitación.
El padre de Karam lo sigue, pero no antes
de volverse hacia mi padre y decirle un montón de cosas, terminando con una
palabra que nunca antes había oído. Traidor.
Nos dirigimos de regreso esa noche. Finjo
dormir en el coche, pero no puedo. Todo lo que puedo ver es la cara de Karam antes
de salir de la habitación. Determinado. Enojado. Al igual que si yo le hubiera
quitado algo, no al revés.
* * *
Changmin podría llegar en cualquier
momento para recogerme para nuestra cena y me encuentro mal. Estoy seguro de
que en parte tiene que ver con toda esa cantidad de queso que inhalé después de
clase, pero en su mayor parte se debe al hecho de que mi mejor amigo está a
punto de llevarme a una cita. Eso podría acabar en un beso. Changmin. Beso.
Necesito sentarme en la cama para evitar que mi cabeza explote.
Quería preguntarles a mis padres por Karam.
Incluso llevé el periódico a casa para enseñárselo, pero no están aquí. Mi
padre a veces da clases por la noche y el horario de las clases de yoga de mi
madre es imposible de recordar, pero está bien. Ahora es suficiente pensar en Changmin.
Junsu y Heechul están por aquí, los dos
tirados en mi cama, mirando el anuario del año pasado. Es una tradición que
tenemos, mirar el anuario del año pasado a principio del curso. Normalmente lo
hacemos justo antes y decidimos quién habrá mejorado, quién empeorado, quién
estará más elegante, quién habrá cambiado más, etc.
—Creo que Yoochun está más mono —dice Junsu.
Sus pies están colgando y él está tumbado boca arriba, con el anuario en sus manos.
—Sí —dice Heechul —. Supongo que tiene
buen cuerpo.
—Surfea — Junsu se gira y levanta las
cejas. Conozco esa mirada. Intenta decirme que Changmin también tiene buen
cuerpo.
Me lanzo a mi armario ruborizado.
— ¿Dónde esta mi ropa? —grito.
—En la cama —dice Junsu —. Relájate.
—Suenas como tu novio —dice Heechul,
doblando una revista y dándole con ella en la cabeza—. Relájate, tío.
Junsu pone los ojos en blanco.
—Lo que tú digas.
Me lanza la ropa y yo me lo pongo.
— ¿Qué piensan? —deslizo los brazos por
mis lados para añadir efecto.
—Que estás bueno —dice Heechul. Junsu
muestra su acuerdo levantando los pulgares.
—Tengo la cara hinchada —. Miro a Heechul
y Junsu sentados en la cama, atractivos sin esfuerzo, y luego de nuevo al
espejo. Él te llamó bonito, me recuerdo. A ti. A nadie más.
—Tómate dos Tylenol y un poco de zumo de
naranja —dice Heechul.
Junsu le lanza una mirada como si hubiese
sugerido que llevase rombos. Hay pocas cosas en este mundo que Junsu odie más
que los cuadros escoceses. Una de ellas son los rombos.
— ¿Qué? —Dice Heechul—. Funciona.
Encuentro dos Tylenol y me los trago con
un poco de agua del grifo del baño. Espero que sea suficiente.
—Estás genial, en serio —dice Junsu—.
Palabra de Scout.
—Estoy de acuerdo —dice Heechul. Se pone
de lado y me analiza— Estoy muy orgulloso.
Se oye la bocina de un coche. Junsu y yo
intercambiamos una mirada y al segundo estamos todos en la ventana, mirando al
volvo plateado de Changmin. Veo cómo se abre la puerta y me aparto de la
ventana antes de que pueda verlo salir. Siento que por dentro de mí hay una
carrera y los coches van a cientos de kilómetros por hora por mi estómago y mi
pecho.
— ¡Está aquí! —chilla Heechul.
Junsu me acerca a él y pone la cara seria
que utiliza en la clase de historia.
—Me alegro mucho por ti —dice—. Este es
un momento muy importante, Changmin es el mejor y quiero que lo pases muy bien.
—Momento kodak — Heechul sonríe y hace
como que saca una foto.
—Somos adorables —digo inexpresivamente,
abrazando a Junsu. Me quedo así un minuto más de lo que pretendía. Supongo que
estoy algo nervioso.
—De acuerdo, lapa —Junsu me separa de él—
Machácalos.
—Estarás genial —dice Heechul— ¡No hagas
nada que yo no haría!
—O hazlo —dice Junsu —. Es mucho más
divertido.
Cojo la almohada de mi mesa y se la
lanzo.
—Adiós.
—Ciao —dicen los dos a la vez. Puedo oír
a Junsu maldecir y a Heechul empezar a quejarse.
Bajo las escaleras corriendo y me paro en
la puerta, intentado recobrar el aliento. Sólo es Changmin, me recuerdo a mí
mismo. Sólo una cita. Sólo Changmin.
Abro la puerta todavía intentando que mi
pulso vuelva a la normalidad. Ya casi está en la puerta, y se detiene cuando me
ve. Entonces sonríe y es como si su cara iluminase todo el camino de entrada.
Yo me quedo ahí plantado, mirándolo como un idiota.
—Estás guapísimo —dice, lo que hace que
mi corazón de un salto hasta casi salirse de mi pecho. No puedo creer que sea
la segunda vez que me dice eso. Es como si pensase que es cierto o algo.
—Tú también —él se ríe y yo me corrijo—
ya sabes a lo que me refiero.
—Lo sé —dice— ¡Ah! estas son para ti
—Saca un ramo de rosas de su espalda—Tus favoritas—dice—.Rosas para Jae.
Respiro hondo y dejo que mis pies me
lleven hasta él, que me da las flores y me abraza. Es breve, pero su olor es
abrumador. Manzanas y jabón, como siempre.
—Siento llegar tarde —dice.
—No dijimos ninguna hora —contesto—. No
puedes llegar tarde.
—Supongo que quería verte antes.
Dejo las flores dentro y cierro la
puerta, después camino junto a él hasta el coche. Me abre la puerta del
copiloto. Le cuesta un poco llegar al tirador y cuando lo hace se ríe
nerviosamente.
—Tengo que arreglar eso.
Dentro de su coche huele a pino. Lleva
oliendo así desde que fuimos a buscar uno las navidades pasadas. Por alguna
razón, pensamos que sería buena idea meterlo en el asiento trasero en vez de
atarlo encima del coche. Fuimos a ese sitio junto a la playa donde los venden.
Los pinos, me refiero. Me sorprende que el olor haya aguantado todo el verano,
aunque siguiésemos encontrando hojas en mayo.
— ¿Y cómo ha ido el primer día?
—Bastante bien —le digo—. Lo normal.
Excepto por Bio, que es ridículo—. Hago ademán de subir las rodillas al
salpicadero pero me detengo. No estaría bien ser tan informal esta noche.
— ¿La Sra. Barch?
—Ahá.
—Al menos quedará bien en la solicitud
para la universidad —separa una mano del volante y se la pasa por la frente.
— ¿Incluso si cateo?
Changmin utiliza su mano libre para dar
unas palmaditas en mi rodilla.
—Tú nunca cateas. Eres Jae.
—Adivina quién ha vuelto —le digo al
recordar que no le he contado a Changmin lo del artículo del periódico.
— ¿Eminem?
—Qué gracioso. No. Karam.
Changmin frunce el ceño.
— ¿Tu primo?
—Exacto.
—Guau. ¿Y cómo es que han vuelto?
—No lo sé. No les he preguntado a mis
padres aún —digo encogiéndome de hombros.
— ¿No tuvieron tus padres una discusión
con ellos?
—Sí y no creo que haya visto a Karam en
una década.
—Yo tampoco.
—Bueno, obvio —le doy un pequeño codazo y
los dos empezamos a reír. Hace que me relaje.
Conducimos en silencio durante unos
minutos. Me planteo la idea de coger su iPod, pero no lo hago. No quiero que
esta sea como cualquier otra noche de miércoles. No quiero que sea sólo Changmin
y Jae pasando un rato. Esto es una cita. Tiene que ser diferente. E igual que
no puedo apoyar mis piernas en el salpicadero, tampoco puedo ser el que ponga
la música.
— ¿Quieres ir al restaurate italiano? — pregunta
rompiendo el silencio. Me sorprende que Changmin. No se lo recuerdo, porque
parece un buen sitio para ir en una cita y esta noche las cosas tienen que ser
diferentes.
—Claro —le digo.
Él no dice nada y de repente me doy
cuenta de que estamos los dos solos, juntos. Hemos estado solos cientos de
veces antes. Miles, incluso. Pero esta es la primera vez que me he dado cuenta.
Cedo y jugueteo nervioso con su iPod hasta poner algo de música. Ni siquiera sé
qué es lo que suena. Pero tampoco importa. Mis oídos siguen zumbando a su
propio ritmo acorde a mi acelerado pulso.
Abro la boca, pero no estoy seguro de qué
decir. No parece haber nada sin importancia que decir. Es como si en el momento
en el que puso su rodilla
junto a la mía esta mañana, o incluso antes de eso, quizás cuando puso sus
manos en mi cara en mayo, hubiese aniquilado todo lo trivial. Ya no somos dos
amigos hablando de su día. Lo cual está bien, me alegra. Quiero esto. Solo que
siento que estoy sentado al lado de un extraño.
—Sí que Junho y Heechul —dice Changmin—
¿Cuándo ha pasado eso?
— ¡No lo sé! —digo prácticamente
gritando. Estoy tan agradecido de que haya dicho algo que las palabras salen de
mi boca aceleradas, casi frenéticas—. Este verano. En la playa, quizás. No lo
sé. ¡No lo sé!
Él ríe. Me hace calmarme un poco. El nudo
de mi estómago empieza a aflojarse.
—Creo que a él le gusta de verdad.
—Es mutuo —digo chillando— ¿Por qué nunca
dijiste nada?
—Es el código moral de los amigos —Aparta
los ojos de la carretera y me mira—. Además, él nunca pensó que tuviese alguna
oportunidad.
La discusión de Junho y Heechul nos
acompaña todo el camino hasta el restaurante. Hay un pequeño inconveniente
cuando Changmin, vuelve a abrir la puerta y hago lo mismo, pero las cosas
parecen estar mejorando a medida que camina.
— ¿Recuerdas cuando solíamos pasar el
rato en esa cosa? —dice Changmin cuando estamos dentro.
Él señala hacia el tanque de la langosta
gigantesca, por el stand de anfitriones, donde la gente puede venir y elegir
cuál desea para la cena.
Changmin y yo estábamos obsesionados con
él cuando éramos más jóvenes. El padre de Changmin siempre nos mandaba a
"elegir la más grande".
Hay un niño pequeño en frente de él
ahora, golpeando en el cristal. Su madre está trás de él, tirando de su
camiseta.
—Sí, —le digo—.Estábamos tan locos por
esas cosas.
—Ni siquiera me gusta la langosta. —
Changmin me da una sonrisa ladeada—. Debe haber sido todo tú.
Nos sentamos en una mesa en la esquina
trasera izquierda. Nunca me había fijado antes, pero es algo romántico. Hay
velas e iluminación algo oscura.
— ¿Está bien, verdad? —He pensado en lo
que una cita con Changmin sería. Mucho. Probablemente desde que la escuela
secundaria comenzó, tal vez incluso antes. En realidad, nunca importó porque no
creí que realmente fuera a suceder, pero tengo las fantasías. Incluso viene con
los equipos pequeños, como si fuéramos pequeños muñecos de papel de recortes.
Cuando no puedo dormir y estoy tumbado en la cama, me imagino a Changmin y a mí
en una de nuestras citas de fantasía. Solos, juntos.
Ayuda a pensar en él. Siempre ha sido
así.
Algo sobre estar tan cerca de él me hace
sentir tranquilo. Es la única cosa en la vida en la que realmente puede
confiar.
El Changmin en mis fantasías nunca se
pone nervioso. Él siempre está seguro de sí mismo. Pero el Changmin sentado
frente a mí parece un poco asustado. Pensé que habíamos trabajado todo esto en
el coche antes, pero tan pronto como nos sentamos, él se acuerda de que estamos
en una cita y se congela inmediatamente. Bebió un sorbo de agua y tosió. Changmin
se sobresalta, y me mira con esa mezcla de confusión y sorpresa. Genial. Esto
no es lo que esperaba. Apuesto a que ni siquiera va a besarme ahora.
Pero Changmin llega a través de la mesa y
pone sus dedos justo al lado de mi plato. Él me mira, mordiéndose el labio
inferior, como si no estuviera seguro de que fuera la decisión correcta. En
cierto modo apoyo mis dedos sobre la mesa, para animarlo, y luego me acerco.
Esto es raro. Esto es raro, ¿no? Quiero decir, no están las manos de Changmin,
justo en frente de mí, y estoy tratando de averiguar dónde poner las mías, cómo
sostener su dedo, si eso es lo que quiere. (Aunque, si no era lo que quería,
¿por qué iba a estar llegando a mi plato? ¿Por qué ha inclinado su rodilla
contra la mía en la asamblea esta mañana? ¿Por qué deberíamos siquiera estar
aquí?) Esto parece ridículo, tamborileo mis dedos. En mis fantasías siempre
sólo coge mi mano con firmeza. No hay palmas sudorosas. No hay torpeza. Sin
incertidumbre.
Finalmente lleva el pulgar a la mano. De
todos los dedos para agarrar, no habría sido el que yo habría elegido, pero lo
que sea. Él simplemente me tiene entre su dedo pulgar y el índice. Lo cual, a decir
verdad, no es muy sexy. Deberíamos haber actuado de manera diferente con todo
esto. Quiero pedir un tiempo de espera y empezar de nuevo. Las primeras citas
son importantes. Quiero conseguir que esta salga bien.
—Entonces, ¿qué vas a pedir? —pregunto.
Él todavía está sosteniendo mi pulgar y mi otra mano está tendida, así que lo
utilizo para recoger mi vaso de agua.
—Pasta —dice. Está estudiando mi pulgar
ahora. Me está mirando. Pasando dedo índice por el costado.
—Bien.
—Pedirás la pizza Caprese, ¿no?
—No sé. —Mi menú está debajo de la
debacle general, y aunque por lo general quiero la pizza Caprese, aún así me
gustaría verlo. Todo lo demás es diferente esta noche. No hay razón para que mi
pedido no deba serlo también.
Deja caer el pulgar y coge su vaso de
agua. Parece orgulloso de sí mismo, lo que es desconcertante. ¿Cree que sólo ha
ido bien? Me entierro en mi menú y pretendo considerar seriamente otra opción
además de la pizza Caprese. No encuentro ninguna.
— ¿Han decidido? —Me guiña el camarero, y
por un segundo veo a Changmin y a mí a través de sus ojos: una joven pareja
enamorada. Tal vez un poco torpe, pero definitivamente no sólo amigos. Me lo
llevo.
— ¿Qué te gustaría? —pregunta Changmin.
—La Caprese.
Changmin se ríe y niega con la cabeza.
— Gracias por darme un mal rato, Kim.
—Tendrá la pasta boloñesa —disparo de
nuevo.
Changmin abre la boca para protestar,
pero lo corta el camarero con:
— La cita tiene muy buen gusto.
Changmin sonríe y pone sus manos en alto.
— No puedo discutir con eso. — Cuando él
se va, Changmin vuelve a poner sus manos sobre la mesa, pero esta vez coge las
mías entre las suyas en un movimiento limpio y rápido. No se parece incómodo,
simplemente agradable. Creo que tal vez estamos mejorando en esto. La
interacción con el camarero nos pareció dar cierta confianza.
—Todavía no me has dicho sobre el verano.
—Trato de mantener mi voz firme porque es una distracción, tener sus dedos
sobre los míos. Pero una distracción en el buen sentido. Al igual que una
canción realmente genial sonando cuando estás tratando de estudiar para un
examen de Inglés.
—Fue bueno. —Se encoge de hombros—. Sabes,
no hay mucho que informar. Nunca cambia. Larry sigue ahí, y es tan loco como
siempre. — Larry es el director del campamento. Nadie sabe exactamente cuántos
años tiene. A veces parece de ochenta, y a veces parece de cuarenta. Es la cosa
más rara. No está casado, así que no es como si pudiera decirle a su esposa ni
nada, y por lo que yo sé que no tiene hijos.
—Cool.
—Llovió mucho. —se pausa Changmin,
considerándolo—. Sí, era un poco molesto, en realidad. Sólo pudimos estar en el
interior, practicamente.
El camarero se acerca con nuestro pan,
pero Changmin no suelta inmediatamente mis manos. En su lugar, les da la vuelta
en la suya y dibuja pequeños círculos en mis palmas. Traza las líneas de mis
venas como si fuera un adivino.
— ¿Qué ves? —Miro en sus dedos.
—Vas a vivir una larga vida, —dice con su
mejor voz de Dumbledore.
— ¿Eso es todo?
— ¿Qué más se puede pedir? —Él me mira,
su voz Changmin de nuevo.
—Es mi destino. Algo bueno.
Aparto las manos y trato de alcanzar un
pedazo de pan. Changmin empieza a hablar de Yoochun y si su rutina de surf
antes de la escuela va a funcionar este otoño o no.
—Creo que Yoochun, probablemente, se
dirigirá a CC el próximo año —dice.
CC es la universidad comunitaria aquí. Es
diferente de la gran universidad de la ciudad, donde mi papá enseña. CC no es
una gran universidad, pero Yoochun tampoco es exactamente un estudiante
excepcional. Creo que esto realmente molesta a Junsu.
— ¿Cuando son nuestras solicitudes?
—Creo que finales de septiembre, —dice—.
Se está solicitando temprano, ¿no?
— ¿Hay que preguntar? —Él sonríe, se
estira, y me aprieta la mano. Está empezando a sentirse normal ahora.
— ¿Crees que esto va a funcionar?, ¿no?
—pregunto—. Quiero decir, es tan supercompetitivo estos días.
Changmin gira su mano para cerrar el
comentario.
— Estamos bien. A menos que Luhan decida
renunciar a Harvard. Entonces estamos jodidos.
Me río, pero puedo sentir el pan girando
en mi estómago. Ni siquiera había pensado en la solicitud. ¿Qué está deteniendo
Luhan de estar en nuestro lugar?
— ¿Crees que van a cogernos a los dos?
—Parpadea durante medio segundo. Apenas registro que es duda, antes de que
desaparezca—. No creo que tengamos nada de qué preocuparnos.
Nuestra comida llega, y sigue la charla. Changmin
quiere saber de mis padres y de si finalmente o no se va a construir la piscina
de la que hemos estado hablando durante años.
— Honestamente, creo que deberían
invertir en el aire acondicionado primero. —Coge mis aceitunas, cojo sus
cebollas. Para cuando la hora de la cena ha terminado, no estoy realmente
nervioso. Siento que estoy con Changmin. Mi mejor amigo Changmin, que sabe que
odio los pimientos amarillos y que cada vez que perdía un diente solía dormir
en su casa la noche siguiente porque pensaba que podía engañar al hada de los
dientes.
Compartimos un pastel de postre de
chocolate con helado de vainilla y cuando la factura llega, Changmin lo coge.
— De ninguna manera —dice—. Esto es mío.
Caminamos hacia el coche, y está un poco
fuera de combate. No he traído un suéter, y rodeo mis brazos alrededor sobre
mí. Changmin me tira la camiseta desde el asiento trasero. La cojo, y cuando me la
pongo, él sonríe.
— ¿Qué?
Niega con la cabeza.
— Nada. Sólo se ve bonita en ti.
El comentario hace que mi corazón se
acelere y mis manos se adormezcan.
—No me quiero ir a casa todavía—continúa.
Él pone su mano suavemente sobre mi rodilla. Es cálida y seca, y la deja ahí.
Es una sensación muy diferente a la de esta mañana. Más definitiva, porque no
tengo más preguntas. Ahora lo sé. Changmin y yo nos vamos a besar antes de esta
noche haya terminado.
—Está bien.
— ¿Hay que ir a los acantilados? —Su mano
todavía está en mi rodilla, y asiente con la cabeza. Los acantilados siempre ha
sido un lugar donde he ido con Changmin. Nuestro lugar. Es tranquilo y pacífico,
y todo lo que puedes oír, además del coche en movimiento, ocasionalmente, es el
sonido de las olas al romper. He pasado toda mi vida viviendo en el agua, y
aunque no navego y, sí, mi piel es más blanca que una hoja de papel, hay algo
reconfortante en ese sonido. Es tan eterno. Al igual que Changmin, una de esas
cosas que sólo puedes contar.
Puedo mantener mi ventana bajada, y
cuando me mojo los labios, puedo saborear el aire salado. Changmin y yo estamos
tranquilos en el camino otra vez, pero es un buen momento tranquilo, un lugar
tranquilo al que estamos acostumbrados. Ver películas, estudiar en mi mesa de
la cocina. Ese tipo de silencio.
Nos lleva cerca de diez minutos llegar
allí, y todo el tiempo que está conduciendo con la ventana abajo, con la música
reproduciéndose y el aire salado que se deposita en la piel, tiene su mano
sobre mi rodilla. Está simplemente descansando allí, como cabe. Como si
fuéramos dos piezas rompecabezas que finalmente han sido agrupadas.
Nos detenemos en el aparcamiento, y Changmin
apaga el motor. Está tranquilo, tan tranquilo que se puede oír el silbido del
viento entre la hierba fuera. Changmin sujeta su mano suavemente lejos y luego
sale. Esta vez espero que venga, y cuando lo hace, me abre la puerta con
facilidad, en el primer intento.
Abrazo la camiseta más cerca sobre mí.
—Vamos, —dice, cogiendo mi mano.
Caminamos a través de la hierba a este
lugar al final del cementerio, donde hay dos grandes rocas que están tan cerca
del borde de los acantilados, siento como que está literalmente colgando sobre
el agua. Siempre he tenido miedo a las alturas. Yo era ese niño que se negó a
ir en las barras y a la gimnasia odiada. Todavía ni siquiera me gusta volar.
Ser monstruos altos. Todo ese espacio. Toda esa posibilidad de una catástrofe
completa y total. Un movimiento en falso, y todo cambia.
—Nada va a pasarte. —dice Changmin. Es lo
mismo que ha estado diciendo durante años. Cada vez que me acerco a las rocas,
es un poco petrificado. No puedo evitarlo. Hay un largo camino hasta el agua.
Si supiera algo acerca de las matemáticas o la geografía, probablemente sabría
los metros.
—Lo sé. Sólo dame un minuto.
—Está bien. —Se encuentra en una de las
rocas, los brazos extendidos como si estuviera volando—. Mira, Jae. Sin manos.
—Por favor para. —Mi corazón se acelera y
mi sangre está golpeando tan fuerte, que puedo escucharla en mis oídos. Siento
como que va a golpear directamente de mi cuerpo.
Entonces Changmin camina, y está
literalmente a unos centímetros del borde, su torso tan echado adelante que
juro que va a caer. En un pequeño momento, y aterrorizado empiezo a gritar.
Changmin se echa hacia atrás.
— Relax, Jae. No hay problema. —Trata de
coger mi mano, pero yo la retiro lejos.
—No es gracioso. —Sé que suena petulante,
como un niño pequeño, pero no puedo evitarlo—. No me gusta cuando haces eso.
—Está bien, está bien, —dice,
ablandándose. Él trae una mano a mi cintura y pone la otra debajo de mi
barbilla, inclinando mi cabeza hacia él—. Lo siento, —dice, y puedo advertir
por la mirada en sus ojos que lo dice en serio.
Yo me quejo.
— Está bien, —y dejo que me conduzca a la
roca justo detrás de la que él estaba parado, donde nos quedamos al lado de la
otra. Él señala hacia el cielo. Las estrellas son brillantes, tan específicas
que es como que si lo intentara, podría contarlas. Y desde nuestro sitio, sobre
la roca que parece que están a nuestro alrededor. Incluso debajo de nosotros.
Como estamos en un universo compuesto en su totalidad de las estrellas.
— ¿Qué es eso? —pregunto, señalando a una
constelación circular. Changmin se ha movido un poquito detrás de mí para que
mi espalda esté apoyada medio en su pecho y medio en el hombro.
—No estoy seguro. Nunca fui demasiado
bueno en la astronomía.
—Yo tampoco.
Pasa la mano por mi brazo y luego me
rodea. Mi corazón comienza a acelerarse de nuevo, como un corredor en la última
milla de una maratón. Justo cuando no creía que pudiera más, logro recuperarme.
—Esto es extraño, ¿eh? —dice. Se aclara
la garganta—. Sólo quiero decir, tú y yo.
— ¿Extraño?
—Bueno, no, no, extraño. Sólo diferente.
—Bueno, sí. Quiero decir, por lo general
no estamos sentados así.
Hago un gesto con su brazo que todavía
está descansando a mi lado.
—No, por lo general no es así. —Él no
quita su mano. En lugar de eso me presiona más cerca.
Algo está burbujeando hacia arriba y
fuera de mí, y aunque me desea mantenerlo dentro, descansar la cabeza sobre el
pecho de Changmin y simplemente disfrutar de lo bonito que se siente al estar
cerca de él, sé que tengo que decir. Me doy la vuelta para mirarlo.
—Estoy preocupado, —le digo.
— ¿Sobre qué? —Sujeta su otra mano y
aparta un poco el pelo de mi cara como lo hizo en la fiesta de graduación del
año pasado.
—Eres mi mejor amigo, —le susurro—. ¿Y si
esto no funciona?
— ¿Ya estás planeando nuestra muerte?
—No es muerte. —Exhalo—. Estoy preocupado,
es todo.
Coge mi mano en la suya y presiona su
pulgar en la palma de mi mano. Siento sus manos fuertes y suaves.
— Lo sé —dice. Y luego, con el pulgar
todavía en mi palma, añade—: Pero ni siquiera te he besado todavía.
Dejo que mis ojos desciendan a la peña,
pero sé sin mirarle que está mirándome, y cuando suelta mi mano, pone las suyas
en los lados de la cara y levanta mi cabeza, me va a besar.
Se inclina lentamente. Así que poco a
poco siento como si estuviéramos en cámara lenta. Y luego sus labios están en
los míos. Son tan suaves y cálidos, y hasta que se retira suavemente no me doy
cuenta de lo mucho que he querido que me besara. De cómo es realmente la única
cosa que he querido.
—Vamos a averiguarlo, Jae, —dice,
acariciando mi mejilla—. Te lo prometo. —Y entonces él me besa de nuevo, y me
siento tan bien de estar cerca de él, con las manos en la espalda, sus labios
sobre los míos, que no puedo creer que hubo un tiempo antes en el que no
estábamos así.
y el beso tan esperado por Jae a sido dado por Min
ResponderEliminarpero Yunho en donde esta no quiero que este Jae con Min
bueno espero y que mas adelante haga acto de presencia
Gracias por el capitulo
wow se besaron :( supongo que Yunho pronto aparecerá para hacerse notar porque Jae debe ser de Yunho he dicho jajajjaja
ResponderEliminarYunho aun no se hace presente pero pronto llegará
Gracias por actualizar la historia :)
ya se besaron y aunque me gusta esta pareja, no quiero que Jae sufra, vendrá su primo y le quitará el amor que siente.
ResponderEliminarpobrecito Jae y eso que no leo nada aún.
gracias