jueves, 18 de junio de 2015

When You Were Mine: Capítulo 4

Capítulo 4

Siempre nos sentamos en la esquina cerca de las ventanas y lejos del ventilador. Así tienes una buena vista del parking y el Cinema que hay al lado, donde la gente de nuestro instituto a veces alquila películas.
La camarera se acerca y Junsu pide por nosotros. Junsu siempre es el que pide.
—Y agua con gas, por favor —dice cuando ya había terminado.
— ¿Te refieres a agua carbonatada? —pregunta la camarera. La camarera siempre pregunta lo mismo, pero Junsu sigue pidiéndola de la misma forma.
—Sí —dice Junsu, poniendo los ojos en blanco—. Lo que sea.
—Aquí hace mucho frío. — Heechul se arrima a Junsu y empieza a rozar la nariz con su hombro. Heechul siempre tiene frío.
Fuimos a esquiar el año pasado y se negó a salir siquiera. Se quedó en la sala de estar durante los cuatro días bebiendo chocolate caliente y coqueteando con los profesores de esquí que estaban descansando.
—Oh, dios mío. ¿Han visto a Darcy Sugarman hoy? — Pregunta Junsu —. Prácticamente estaba restregándose con Yoochun después de la tercera hora. — Junsu menea los hombros para que Heechul se aparte.
—Eso es asqueroso —dice Heechul.
—Es una guarra —dice Junsu. Darcy Sugarman es la chica que pensábamos que tuvo algo con el señor Davis. — ¿Por qué todo el mundo quiere a mi novio? —gime Junsu, poniendo las manos sobre la cabeza como si se estuviese cayendo el techo.
— ¿Así que ahora utilizamos la palabra “novio”? —pregunto.
—Te dije esta mañana que las cosas van bien. Y no te pongas celoso sólo porque ustedes tengan que ponerse al día.
—Eres asqueroso —le digo.
—Será mejor que lo aproveches, bonito. Puede que Changmin no esté siempre ahí.
Heechul sonríe con la comisura de los labios y Junsu gira el cuerpo como si estuviese intentando montarse a la mesa. Supongo que este es tan buen momento como cualquier otro para contarles lo de principios de verano y lo de esta mañana, pero cuando abro la boca, lo único que sale es una especie de gorjeo. No sé por qué dudo tanto si contárselo o no. Son mis mejores amigos. Deberían saberlo. Quiero decir, es importante. A menos que lo de esta mañana haya sido una fantasía mía. Quizás pensó que mi pierna era el borde de la silla. Es completamente posible. Puede que ni se haya dado cuenta de que nos estábamos tocando. O que haya intentado apartarse pero no quería ser descortés. ¿Y ese comentario sobre no haber visto a nadie este verano? Está claro que le he dado demasiada importancia. Me lo cuenta todo. Por supuesto que Changmin me diría si ha salido con alguien este verano. Fui el primera al que le contó que había besado a una chica jugando a la botella. Recuerdo que me dijo que sabía a periódico.
—Entonces, ¿vas a contarnos lo de comerte la boca de mi hermano o no? —dice Junsu. Cruza los brazos y levanta una ceja mirando a Heechul. Heechul se muerde el labio de abajo. Está nervioso, es obvio.
—Ya se los he dicho esta mañana. ¿Qué más quieren saber? —Toma un pequeño sorbo de agua.
—No te hagas el tonto —dice Junsu —. Todavía no nos has contado cómo empezó.
Heechul mira hacia el techo y luego baja la mirada otra vez a su vaso.
— ¿De verdad quieres saberlo?
—Sí. Y todavía no se me ha pasado. ¿Desde cuándo puedes guardar un secreto? ¿Durante dos meses?
Heechul me dirige una mirada nerviosa, buscando ayuda.
—No estábamos seguros de que fuese a llegar a algo.
Sé que Junsu puede ser intimidante, pero creo que eso se deriva de lo mucho que se preocupa. Aunque es duro con Heechul. Especialmente porque esto no puede haber sido un shock total para él. Quiero decir, yo mismo los vi enrollarse muchas veces este verano. Estaba claro que estaban avanzando. No me creo que Junsu no lo viese venir.
—No puedo creerme que te hayas liado con mi hermano —dice Junsu.
—Besa bien.
Los ojos de Junsu se abren y levanta la mano abierta como diciendo “para”.
—He mentido. No tengo ningún interés en oírlo.
Heechul se sonríe y le da un codazo, pero Junsu no cambia su expresión.
—Sigo estando ofendido porque me hayas mentido, ¿eh?
Heechul pone cara de cachorro abandonado, lo que significa que no le preocupa demasiado. A mí tampoco. De hecho, todavía recuerdo una cosa del baile de promoción de nuestro segundo año. Cuando Heechul fue con Seung Hoon y tuvieron una gran pelea cuando estábamos allí porque él quería fumar y él se cabreó, y Junsu dijo (lo recuerdo específicamente) “mi hermano nunca aparecería colocado.”
—Tengo una cita con Changmin esta noche —digo. Sus cabezas se giran para mirarme. A la vez, como en una película de miedo—. Eeeh, sí —digo—. Vamos a salir, o algo así.
— ¿Románticamente? —dice Heechul.
—Sí, puede. No lo sé. —y entonces todo sale rápidamente. Lo de primavera y nuestra despedida y sus cartas.
—Te lo dije —dice Junsu —. Te ha echado de menos.
Y entonces, nuestras rodillas esta mañana. Heechul se emociona del todo.
—Entonces, ¿ha dicho literalmente salir a cenar?
—Sí —digo—. Ha sido bastante específico sobre esa parte.
— ¿A qué hora?
—Supongo que se pasará.
—No puede pasarse. —Dice Junsu —. Si es una cita, debería recogerte... en un coche. No sólo cruzar por el césped y tocar en tu ventana.
Me mira y levanta una ceja, dándose en la nariz con un dedo. Es lo que hacemos cuando los dos estamos pensando lo mismo. Ahora mismo sé que él está pensando en aquella vez en sexto grado cuando Changmin hizo un agujero en la valla metálica que separa nuestras casas para que no tuviésemos que ir hasta la puerta del otro. Era Halloween, y vino vestido con una máscara de psicópata. Apareció por el lado de la casa, y Junsu y yo gritamos como locos. Parecía muerto de verdad.
Nuestra comida llega, y Heechul empieza a poner patatas en su servilleta. Siempre lo hace. Como si tuviese miedo de que nos las fuésemos a comer todas y dejarle sin. En su defensa diré que come muy despacio.
— ¿Vamos a ir de paseo este fin de semana? —pregunto, intentando cambiar de tema. No estoy seguro de cómo seguir hablando de ello. No es como hablar de una cita normal con un chico normal. Es Changmin. Por suerte, Junsu y Heechul se distraen fácilmente hoy. Sospecho que las dos siguen pensando un poco en Junho. Me limpio las puntas de los dedos en la esquina de la servilleta. Las patatas son caseras y las hacen deliciosamente aceitosas.
— ¡Sí! —dice Heechul —. Vayamos.
Heechul tiene una casa de la playa que sus padres nunca usan. Está a unos cuarenta y cinco minutos, pero siempre hacemos fiestas allí. Heechul ha sobornado siempre a su ama de llaves desde los quince años y solía llevarnos ilegalmente. Teníamos una complicada red telefónica preparada para asegurarnos de que nuestros padres nunca averiguasen que nos habíamos ido.
—Este fin de semana no podemos —dice Junsu, metiéndose una patata bañada en queso en la boca.
— ¿Por qué?—pregunta Heechul.
— ¿Hola? ¿El baile de Otoño? De verdad, ¿había alguien prestando atención ahí dentro? —hincha los mofletes y mira al techo. Hasta cierra los ojos un momento para añadir efecto.
— ¿Y el fin de semana que viene? —pregunta Heechul, ignorándolo.
—Ya veremos.
— ¿Tienes otros planes? —le doy un golpecito con el codo, y él encoge los hombros.
—Puede —a Junsu le encanta ser la que sugiere cosas. El año pasado tuvimos una fiesta de Nochevieja en la casa de Heechul y Junsu por casi no viene por no consultarle antes. Aunque estuvo, técnicamente, visitando a la familia hasta el treinta. Pero por supuesto que vino.
— ¿Por qué no lo dejamos en sí y vemos cómo va? Los chicos vendrán, ¿verdad? — Heechul se gira hacia mí.
—Supongo —intento sonar lo más despreocupado posible. La verdad es que la idea de un fin de semana entero en la playa con Changmin me ha provocado cosquilleos.
—Claro —dice Junsu —. Si Yoochun decide comportarse una semana más —saca su teléfono, lo mira y lo tira hacia atrás con una rabieta.
— ¿Estás bien? —pregunto—. Pareces de los nervios.
—Estoy bien —suspira—. Sólo cansado.
—Sólo es el primer día —le digo—. Las cosas se normalizarán.
—Eso es exactamente lo que Junho me ha dicho hoy—dice Heechul —. Estaba súper alterado porque no tenemos cálculo juntos, y…
Pero estoy mirando a Junsu, que ha dejado de escuchar y está señalando un periódico que hay en la mesa de al lado de la nuestra. Hace un amago de levantarse.
—Cuidado —dice Heechul. —Son nuevos. Hello —señala sus zapatos. Unos Burberry planos con la marca en la parte inferior.
Junsu lo ignora y coge el periódico. Lo pone en nuestra mesa, tirando las patatas cuidadosamente amontonadas de Heechul. Es el periódico local, y Junsu apunta con el dedo a las palabras VUELVE EL SENADOR. Y justo debajo del titular hay una foto de mi tío, su mujer y un chico que no he visto en diez años.
— ¿Es esa tu familia? —pregunta Junsu.
—Sí —digo mirando fijamente.
—“El senador y su familia vuelven después de casi una década” —lee Junsu. Tiene los codos en la mesa y está inclinado sobre el diario, como un niño pequeño en la biblioteca—. “Esta es la primera vez que vuelven a nuestro pueblo desde que se marcharon.
Junsu mira hacia arriba. Heechul también me está mirando.
—Es raro —digo, porque no estoy seguro de qué decir. ¿Lo sabe mi padre? ¿Está molesto por ello? ¿A qué instituto va a ir él? ¿Al mío?
—“Él único hijo del senador” —continúa Junsu — “está encantado con la mudanza. «Estoy ansioso por pasar mi último año en un sitio nuevo» dice. «Me muero de ganas de que sea mi hogar.»
— ¿Cómo se llama? —pregunta Heechul.
—Karam —contesto. Junsu observa el diario entrecerrando los ojos y me vuelve a mirar—. Su nombre es Karam.
¿Qué hay en su nombre? Yo te lo diré: todo.

* * *

—Puedes solo enseñarle el suéter a tu primo —dice mi madre—. No hace falta que te lo pongas.
Es la víspera de Navidad y estoy sentado en el asiento trasero de nuestro coche con los brazos cruzados, las gotas de sudor rodando por mí frente a los siete años. Llevo mi nuevo suéter de renos, el que insistí en comprar para nuestro viaje. Es de lana y sarnoso, pero tiene cuernos y campanas en él. Campanas reales. Y por eso, creo que es espectacular.
—Él tiene que vérmelo puesto —digo por, probablemente, décima vez.
Mi madre asiente con la cabeza y se da la vuelta al asiento delantero, mirando a mi padre. Esta agarrando el volante con fuerza, la mandíbula tensa. Hemos estado en el coche mucho rato y la tensión es muy alta.
Miro por la ventana y veo la costa pasar. Estamos a noventa y cinco grados, lo más caluroso que ha habido en la historia durante las últimas décadas en diciembre. No me molesta, sin embargo. Solo he viajado allí un par de veces en mi corta vida y estoy muy emocionado. Sobre todo porque vamos a pasar la Nochebuena con mi primo, Karam. Se fue de nuestra ciudad hace dos meses y no puedo esperar a verlo. Somos mejores amigos. Karam,  Changmin y yo hemos jugado juntos en nuestros patios traseros prácticamente desde que nacimos y aunque me gusta Changmin y me estoy acostumbrando a las cosas, echo mucho de menos a Karam.
Subimos a casa de Karam y mi mamá saca un trozo de papel con algunos números en él y se lo entrega a mi papá. El los teclea en un teclado. Enormes puertas se abren y conducimos camino arriba, alrededor de una carretera bordeada de rosales.
Su casa es gigante. No se parece a la otra casa de Karam. Se parece más a la biblioteca donde mi madre y yo vamos los sábados. Una con grandes columnas blancas y tantas salas que es imposible no perderse en el interior. Los jardines que la rodean están llenos de rosas y hay cerezos que pasan sobre ambos lados de la calzada. Es como entrar en un cuento de hadas y es cuando pienso en la suerte que tengo de que mi primo viva aquí. Ya que somos familia, es como si casi fuera mi casa también.
Mi mamá hace un intento de arreglar mi ropa, cosa que nunca suele hacer. Me pide una vez más que me saque el suéter, pero niego con la cabeza. Lo hago en la puerta delantera de la casa de Karam. Lo sigo llevando. Sé que a Karam le encantará.
Tocamos el timbre y nos responde Lucinda. La llaman un ama de casa, pero es como una gran abuela. Pongo mis brazos alrededor de ella y ella me abraza alrededor de mi cintura. La llamamos Lucy, pero no cuando está cerca la mamá de Karam. A mi tía no le gusta.
Lucy nos conduce a través de lo que parece un laberinto de mármol y cristal hasta llegar a una gran sala de estar. Hay enormes ventanas que van desde el suelo hasta el techo en tres paredes de la sala y un televisor que parece una pantalla de cine. Entonces lo encuentro. Karam está sentado en el suelo, jugando con una gigantesca colección de animales disecados. Deben ser nuevos. Nunca los había visto antes.
Corro y tiro mis brazos alrededor de él. Comienzo a balbucear acerca la ida y nuestra casa del árbol y como lo he echado de menos. Me tiro lo suficiente hacia atrás para que pueda ver mi suéter de renos por debajo de su nariz.
—Mira —declaro en voz alta.
Karam aparta su pelo oscuro corto de su cara. Siempre fue un poco más bajo que yo y ahora su pelo está más corto que el mío también. Sin embargo, no me importa. Apuesto a que todavía podríamos usar nuestras ropas a juego y parecer gemelos.
Lucy se va y la madre de Karam se levanta del sofá. Ni siquiera la había visto ahí. Su vestido parece del mismo tejido que el sofá.
—Estoy tan contenta de que lo hicieras —dice.
La madre de Karam lo llama, pero él no va de inmediato. Me está mirando por encima, sus ojos fijos en las campanas de mi suéter. Él no parece impresionado, sin embargo y de repente desearía no estar llevándolo. O que fuera gigante, así podría esconderme en él y desaparecer.
Algo iba mal.
—Karam —dice su madre, un poco más fuerte—. Por favor, saluda a tu primo.
Karam hace el esfuerzo de levantarse, arrastrando un caballo con melena de peluche. Estamos cara a cara, pero él todavía no se mueve para abrazarme. Ni siquiera sonríe.
—Hola —le digo.
—Hola —dice él.
— ¿Puedo jugar contigo? —Pregunto.
—He terminado.
¿Cómo puede Karam haber terminado de jugar? Solíamos jugar durante horas. Fuera, dentro. En mi casa, en su casa, en casa de Changmin. En nuestros caminos, en nuestras salas de estar.
—Karam —intento— Vamos a jugar —. Él gira su cabeza y no me mira — ¿Joo Joo? —Todavía nada. Entonces pienso en ello: está enfadado conmigo. El problema es que no sé qué he hecho mal.
Para el momento en el que el padre de Karam llega a casa me muero de hambre y mi estómago está haciendo fuertes sonidos guturales cuando nos sentamos a cenar. Nadie está realmente hablando. Me he dejado mi suéter puesto por que la casa está congelada. Está tan fría como la sección de helados de la tienda de comestibles.
Después de la cena mi padre dice que deberíamos abrir un regalo esta noche. Es una tradición en nuestra casa. Un regalo en la víspera de Navidad, el resto en el Día de Navidad.
Mi madre empieza a decir que no deberíamos, porque tenemos que conducir de vuelta esta noche y lo podemos hacer en casa, pero mi padre la convence.
—Vamos —dice—. Solo uno.
Karam coge el suyo de debajo del árbol. Él escoge uno gigantesco. Una caja tan grande que ocupa todo el lado izquierdo del árbol. Entonces mi madre me coge de la mano y por la forma en la que está sonriendo sé que ella sabía durante todo este rato que abriríamos un regalo aquí. Es una caja pequeña, larga y el papel de regalo es brillante debajo de las luces blancas de Navidad. Se lo cojo a mi madre, con suavidad y le doy la vuelta.
Karam ya está rasgando el papel, extrayendo y tirando.
—Tu turno —me susurra mi padre. Me quito el pelo de la cara y me centro en el regalo entre mis manos. Doblo las esquinas con cuidado del mismo modo que mamá lo hace, con cuidado de no romper nada. Ella siempre guarda el papel de envolver para más adelante.
—Date prisa —se queja Karam. Él todavía tiene las manos en sus caderas y sus cejas están fruncidas.
Cuando finalmente veo lo que hay en el interior, mi boca se abre. Es exactamente lo que yo esperaba que fuera.
Empiezo a gritar y a rasgar la tapa. Mi padre pone su brazo alrededor de mi madre.
Karam no parece contento. Él está mirando mi regalo en mis manos, inclinándose hacia delante hasta el momento en el que se aguanta en un solo pie.
—Déjame ver —dice con firmeza.
Estoy sosteniendo mi regalo en mis brazos y no quiero renunciar a él, pero también quiero gustarle a Karam de nuevo. Quiero que me lleve hasta su nueva habitación y me enseñe todas sus cosas. Quiero que juguemos en el suelo del mismo modo que solíamos hacerlo. Quiero que seamos mejores amigos, como solíamos serlo. Y puesto que el jersey de renos no ha conseguido el truco, el regalo puede ser mi única opción.
—Está bien —le digo—. Ten cuidado—. Es lo que mi madre dice siempre que me da algo que realmente le importa. Al igual que la buena vajilla para poner la mesa o el cepillo de mango de porcelana que conserva en su tocador.
Karam toma mi regalo y lo mira. Entonces, con un movimiento rápido, él rompe mi regalo. Pasa tan rápido, que ni siquiera estoy seguro si debería estar triste. Él solo lo toma, lo mira y lo destroza en dos.
Todo el mundo empieza a hablar a la vez. Mi padre está gritando y mi madre está murmurando algo y la madre de Karam habla por encima de todos, diciendo que ella piensa que se puede arreglar. Yo no digo nada. No lloro, o trato de arrebatar el muñeco y alejarlo. En lugar de eso miro a Karam. Él me mira como si acabara de ganar un juego de etiqueta. Al igual que si me hubiera golpeado. Luego tira las dos mitades al suelo y sale de la habitación.
El padre de Karam lo sigue, pero no antes de volverse hacia mi padre y decirle un montón de cosas, terminando con una palabra que nunca antes había oído. Traidor.
Nos dirigimos de regreso esa noche. Finjo dormir en el coche, pero no puedo. Todo lo que puedo ver es la cara de Karam antes de salir de la habitación. Determinado. Enojado. Al igual que si yo le hubiera quitado algo, no al revés.

* * *

Changmin podría llegar en cualquier momento para recogerme para nuestra cena y me encuentro mal. Estoy seguro de que en parte tiene que ver con toda esa cantidad de queso que inhalé después de clase, pero en su mayor parte se debe al hecho de que mi mejor amigo está a punto de llevarme a una cita. Eso podría acabar en un beso. Changmin. Beso. Necesito sentarme en la cama para evitar que mi cabeza explote.
Quería preguntarles a mis padres por Karam. Incluso llevé el periódico a casa para enseñárselo, pero no están aquí. Mi padre a veces da clases por la noche y el horario de las clases de yoga de mi madre es imposible de recordar, pero está bien. Ahora es suficiente pensar en Changmin.
Junsu y Heechul están por aquí, los dos tirados en mi cama, mirando el anuario del año pasado. Es una tradición que tenemos, mirar el anuario del año pasado a principio del curso. Normalmente lo hacemos justo antes y decidimos quién habrá mejorado, quién empeorado, quién estará más elegante, quién habrá cambiado más, etc.
—Creo que Yoochun está más mono —dice Junsu. Sus pies están colgando y él está tumbado boca arriba, con el anuario en sus manos. 
—Sí —dice Heechul —. Supongo que tiene buen cuerpo.
—Surfea — Junsu se gira y levanta las cejas. Conozco esa mirada. Intenta decirme que Changmin también tiene buen cuerpo.
Me lanzo a mi armario ruborizado.
— ¿Dónde esta mi ropa? —grito.
—En la cama —dice Junsu —. Relájate.
—Suenas como tu novio —dice Heechul, doblando una revista y dándole con ella en la cabeza—. Relájate, tío.
Junsu pone los ojos en blanco.
—Lo que tú digas.
Me lanza la ropa y yo me lo pongo.
— ¿Qué piensan? —deslizo los brazos por mis lados para añadir efecto.
—Que estás bueno —dice Heechul. Junsu muestra su acuerdo levantando los pulgares.
—Tengo la cara hinchada —. Miro a Heechul y Junsu sentados en la cama, atractivos sin esfuerzo, y luego de nuevo al espejo. Él te llamó bonito, me recuerdo. A ti. A nadie más.
—Tómate dos Tylenol y un poco de zumo de naranja —dice Heechul.
Junsu le lanza una mirada como si hubiese sugerido que llevase rombos. Hay pocas cosas en este mundo que Junsu odie más que los cuadros escoceses. Una de ellas son los rombos.
— ¿Qué? —Dice Heechul—. Funciona.
Encuentro dos Tylenol y me los trago con un poco de agua del grifo del baño. Espero que sea suficiente.
—Estás genial, en serio —dice Junsu—. Palabra de Scout.
—Estoy de acuerdo —dice Heechul. Se pone de lado y me analiza— Estoy muy orgulloso.
Se oye la bocina de un coche. Junsu y yo intercambiamos una mirada y al segundo estamos todos en la ventana, mirando al volvo plateado de Changmin. Veo cómo se abre la puerta y me aparto de la ventana antes de que pueda verlo salir. Siento que por dentro de mí hay una carrera y los coches van a cientos de kilómetros por hora por mi estómago y mi pecho.
— ¡Está aquí! —chilla Heechul.
Junsu me acerca a él y pone la cara seria que utiliza en la clase de historia.
—Me alegro mucho por ti —dice—. Este es un momento muy importante, Changmin es el mejor y quiero que lo pases muy bien.
—Momento kodak — Heechul sonríe y hace como que saca una foto.
—Somos adorables —digo inexpresivamente, abrazando a Junsu. Me quedo así un minuto más de lo que pretendía. Supongo que estoy algo nervioso.
—De acuerdo, lapa —Junsu me separa de él— Machácalos.
—Estarás genial —dice Heechul— ¡No hagas nada que yo no haría!
—O hazlo —dice Junsu —. Es mucho más divertido.
Cojo la almohada de mi mesa y se la lanzo.
—Adiós.
—Ciao —dicen los dos a la vez. Puedo oír a Junsu maldecir y a Heechul empezar a quejarse.
Bajo las escaleras corriendo y me paro en la puerta, intentado recobrar el aliento. Sólo es Changmin, me recuerdo a mí mismo. Sólo una cita. Sólo Changmin.
Abro la puerta todavía intentando que mi pulso vuelva a la normalidad. Ya casi está en la puerta, y se detiene cuando me ve. Entonces sonríe y es como si su cara iluminase todo el camino de entrada. Yo me quedo ahí plantado, mirándolo como un idiota.
—Estás guapísimo —dice, lo que hace que mi corazón de un salto hasta casi salirse de mi pecho. No puedo creer que sea la segunda vez que me dice eso. Es como si pensase que es cierto o algo.
—Tú también —él se ríe y yo me corrijo— ya sabes a lo que me refiero.
—Lo sé —dice— ¡Ah! estas son para ti —Saca un ramo de rosas de su espalda—Tus favoritas—dice—.Rosas para Jae.
Respiro hondo y dejo que mis pies me lleven hasta él, que me da las flores y me abraza. Es breve, pero su olor es abrumador. Manzanas y jabón, como siempre.
—Siento llegar tarde —dice.
—No dijimos ninguna hora —contesto—. No puedes llegar tarde.
—Supongo que quería verte antes.
Dejo las flores dentro y cierro la puerta, después camino junto a él hasta el coche. Me abre la puerta del copiloto. Le cuesta un poco llegar al tirador y cuando lo hace se ríe nerviosamente.
—Tengo que arreglar eso.
Dentro de su coche huele a pino. Lleva oliendo así desde que fuimos a buscar uno las navidades pasadas. Por alguna razón, pensamos que sería buena idea meterlo en el asiento trasero en vez de atarlo encima del coche. Fuimos a ese sitio junto a la playa donde los venden. Los pinos, me refiero. Me sorprende que el olor haya aguantado todo el verano, aunque siguiésemos encontrando hojas en mayo.
— ¿Y cómo ha ido el primer día?
—Bastante bien —le digo—. Lo normal. Excepto por Bio, que es ridículo—. Hago ademán de subir las rodillas al salpicadero pero me detengo. No estaría bien ser tan informal esta noche.
— ¿La Sra. Barch?
—Ahá.
—Al menos quedará bien en la solicitud para la universidad —separa una mano del volante y se la pasa por la frente.
— ¿Incluso si cateo?
Changmin utiliza su mano libre para dar unas palmaditas en mi rodilla.
—Tú nunca cateas. Eres Jae.
—Adivina quién ha vuelto —le digo al recordar que no le he contado a Changmin lo del artículo del periódico.
— ¿Eminem?
—Qué gracioso. No. Karam.
Changmin frunce el ceño.
— ¿Tu primo?
—Exacto.
—Guau. ¿Y cómo es que han vuelto?
—No lo sé. No les he preguntado a mis padres aún —digo encogiéndome de hombros.
— ¿No tuvieron tus padres una discusión con ellos?
—Sí y no creo que haya visto a Karam en una década.
—Yo tampoco.
—Bueno, obvio —le doy un pequeño codazo y los dos empezamos a reír. Hace que me relaje.
Conducimos en silencio durante unos minutos. Me planteo la idea de coger su iPod, pero no lo hago. No quiero que esta sea como cualquier otra noche de miércoles. No quiero que sea sólo Changmin y Jae pasando un rato. Esto es una cita. Tiene que ser diferente. E igual que no puedo apoyar mis piernas en el salpicadero, tampoco puedo ser el que ponga la música.
— ¿Quieres ir al restaurate italiano? — pregunta rompiendo el silencio. Me sorprende que Changmin. No se lo recuerdo, porque parece un buen sitio para ir en una cita y esta noche las cosas tienen que ser diferentes.
—Claro —le digo.
Él no dice nada y de repente me doy cuenta de que estamos los dos solos, juntos. Hemos estado solos cientos de veces antes. Miles, incluso. Pero esta es la primera vez que me he dado cuenta. Cedo y jugueteo nervioso con su iPod hasta poner algo de música. Ni siquiera sé qué es lo que suena. Pero tampoco importa. Mis oídos siguen zumbando a su propio ritmo acorde a mi acelerado pulso.
Abro la boca, pero no estoy seguro de qué decir. No parece haber nada sin importancia que decir. Es como si en el momento en el que puso su rodilla junto a la mía esta mañana, o incluso antes de eso, quizás cuando puso sus manos en mi cara en mayo, hubiese aniquilado todo lo trivial. Ya no somos dos amigos hablando de su día. Lo cual está bien, me alegra. Quiero esto. Solo que siento que estoy sentado al lado de un extraño.
—Sí que Junho y Heechul —dice Changmin— ¿Cuándo ha pasado eso?
— ¡No lo sé! —digo prácticamente gritando. Estoy tan agradecido de que haya dicho algo que las palabras salen de mi boca aceleradas, casi frenéticas—. Este verano. En la playa, quizás. No lo sé. ¡No lo sé!
Él ríe. Me hace calmarme un poco. El nudo de mi estómago empieza a aflojarse.
—Creo que a él le gusta de verdad.
—Es mutuo —digo chillando— ¿Por qué nunca dijiste nada?
—Es el código moral de los amigos —Aparta los ojos de la carretera y me mira—. Además, él nunca pensó que tuviese alguna oportunidad.
La discusión de Junho y Heechul nos acompaña todo el camino hasta el restaurante. Hay un pequeño inconveniente cuando Changmin, vuelve a abrir la puerta y hago lo mismo, pero las cosas parecen estar mejorando a medida que camina.
— ¿Recuerdas cuando solíamos pasar el rato en esa cosa? —dice Changmin cuando estamos dentro.
Él señala hacia el tanque de la langosta gigantesca, por el stand de anfitriones, donde la gente puede venir y elegir cuál desea para la cena.
Changmin y yo estábamos obsesionados con él cuando éramos más jóvenes. El padre de Changmin siempre nos mandaba a "elegir la más grande".
Hay un niño pequeño en frente de él ahora, golpeando en el cristal. Su madre está trás de él, tirando de su camiseta.
—Sí, —le digo—.Estábamos tan locos por esas cosas.
—Ni siquiera me gusta la langosta. — Changmin me da una sonrisa ladeada—. Debe haber sido todo tú.
Nos sentamos en una mesa en la esquina trasera izquierda. Nunca me había fijado antes, pero es algo romántico. Hay velas e iluminación algo oscura.
— ¿Está bien, verdad? —He pensado en lo que una cita con Changmin sería. Mucho. Probablemente desde que la escuela secundaria comenzó, tal vez incluso antes. En realidad, nunca importó porque no creí que realmente fuera a suceder, pero tengo las fantasías. Incluso viene con los equipos pequeños, como si fuéramos pequeños muñecos de papel de recortes. Cuando no puedo dormir y estoy tumbado en la cama, me imagino a Changmin y a mí en una de nuestras citas de fantasía. Solos, juntos.
Ayuda a pensar en él. Siempre ha sido así.
Algo sobre estar tan cerca de él me hace sentir tranquilo. Es la única cosa en la vida en la que realmente puede confiar.
El Changmin en mis fantasías nunca se pone nervioso. Él siempre está seguro de sí mismo. Pero el Changmin sentado frente a mí parece un poco asustado. Pensé que habíamos trabajado todo esto en el coche antes, pero tan pronto como nos sentamos, él se acuerda de que estamos en una cita y se congela inmediatamente. Bebió un sorbo de agua y tosió. Changmin se sobresalta, y me mira con esa mezcla de confusión y sorpresa. Genial. Esto no es lo que esperaba. Apuesto a que ni siquiera va a besarme ahora.
Pero Changmin llega a través de la mesa y pone sus dedos justo al lado de mi plato. Él me mira, mordiéndose el labio inferior, como si no estuviera seguro de que fuera la decisión correcta. En cierto modo apoyo mis dedos sobre la mesa, para animarlo, y luego me acerco. Esto es raro. Esto es raro, ¿no? Quiero decir, no están las manos de Changmin, justo en frente de mí, y estoy tratando de averiguar dónde poner las mías, cómo sostener su dedo, si eso es lo que quiere. (Aunque, si no era lo que quería, ¿por qué iba a estar llegando a mi plato? ¿Por qué ha inclinado su rodilla contra la mía en la asamblea esta mañana? ¿Por qué deberíamos siquiera estar aquí?) Esto parece ridículo, tamborileo mis dedos. En mis fantasías siempre sólo coge mi mano con firmeza. No hay palmas sudorosas. No hay torpeza. Sin incertidumbre.
Finalmente lleva el pulgar a la mano. De todos los dedos para agarrar, no habría sido el que yo habría elegido, pero lo que sea. Él simplemente me tiene entre su dedo pulgar y el índice. Lo cual, a decir verdad, no es muy sexy. Deberíamos haber actuado de manera diferente con todo esto. Quiero pedir un tiempo de espera y empezar de nuevo. Las primeras citas son importantes. Quiero conseguir que esta salga bien.
—Entonces, ¿qué vas a pedir? —pregunto. Él todavía está sosteniendo mi pulgar y mi otra mano está tendida, así que lo utilizo para recoger mi vaso de agua.
—Pasta —dice. Está estudiando mi pulgar ahora. Me está mirando. Pasando dedo índice por el costado.
—Bien.
—Pedirás la pizza Caprese, ¿no?
—No sé. —Mi menú está debajo de la debacle general, y aunque por lo general quiero la pizza Caprese, aún así me gustaría verlo. Todo lo demás es diferente esta noche. No hay razón para que mi pedido no deba serlo también.
Deja caer el pulgar y coge su vaso de agua. Parece orgulloso de sí mismo, lo que es desconcertante. ¿Cree que sólo ha ido bien? Me entierro en mi menú y pretendo considerar seriamente otra opción además de la pizza Caprese. No encuentro ninguna.
— ¿Han decidido? —Me guiña el camarero, y por un segundo veo a Changmin y a mí a través de sus ojos: una joven pareja enamorada. Tal vez un poco torpe, pero definitivamente no sólo amigos. Me lo llevo.
— ¿Qué te gustaría? —pregunta Changmin.
—La Caprese.
Changmin se ríe y niega con la cabeza.
— Gracias por darme un mal rato, Kim.
—Tendrá la pasta boloñesa —disparo de nuevo.
Changmin abre la boca para protestar, pero lo corta el camarero con:
— La cita tiene muy buen gusto.
Changmin sonríe y pone sus manos en alto.
— No puedo discutir con eso. — Cuando él se va, Changmin vuelve a poner sus manos sobre la mesa, pero esta vez coge las mías entre las suyas en un movimiento limpio y rápido. No se parece incómodo, simplemente agradable. Creo que tal vez estamos mejorando en esto. La interacción con el camarero nos pareció dar cierta confianza.
—Todavía no me has dicho sobre el verano. —Trato de mantener mi voz firme porque es una distracción, tener sus dedos sobre los míos. Pero una distracción en el buen sentido. Al igual que una canción realmente genial sonando cuando estás tratando de estudiar para un examen de Inglés.
—Fue bueno. —Se encoge de hombros—. Sabes, no hay mucho que informar. Nunca cambia. Larry sigue ahí, y es tan loco como siempre. — Larry es el director del campamento. Nadie sabe exactamente cuántos años tiene. A veces parece de ochenta, y a veces parece de cuarenta. Es la cosa más rara. No está casado, así que no es como si pudiera decirle a su esposa ni nada, y por lo que yo sé que no tiene hijos.
—Cool.
—Llovió mucho. —se pausa Changmin, considerándolo—. Sí, era un poco molesto, en realidad. Sólo pudimos estar en el interior, practicamente.
El camarero se acerca con nuestro pan, pero Changmin no suelta inmediatamente mis manos. En su lugar, les da la vuelta en la suya y dibuja pequeños círculos en mis palmas. Traza las líneas de mis venas como si fuera un adivino.
— ¿Qué ves? —Miro en sus dedos.
—Vas a vivir una larga vida, —dice con su mejor voz de Dumbledore.
— ¿Eso es todo?
— ¿Qué más se puede pedir? —Él me mira, su voz Changmin de nuevo.
—Es mi destino. Algo bueno.
Aparto las manos y trato de alcanzar un pedazo de pan. Changmin empieza a hablar de Yoochun y si su rutina de surf antes de la escuela va a funcionar este otoño o no.
—Creo que Yoochun, probablemente, se dirigirá a CC el próximo año —dice.
CC es la universidad comunitaria aquí. Es diferente de la gran universidad de la ciudad, donde mi papá enseña. CC no es una gran universidad, pero Yoochun tampoco es exactamente un estudiante excepcional. Creo que esto realmente molesta a Junsu.
— ¿Cuando son nuestras solicitudes?
—Creo que finales de septiembre, —dice—. Se está solicitando temprano, ¿no?
— ¿Hay que preguntar? —Él sonríe, se estira, y me aprieta la mano. Está empezando a sentirse normal ahora.
— ¿Crees que esto va a funcionar?, ¿no? —pregunto—. Quiero decir, es tan supercompetitivo estos días.
Changmin gira su mano para cerrar el comentario.
— Estamos bien. A menos que Luhan decida renunciar a Harvard. Entonces estamos jodidos.
Me río, pero puedo sentir el pan girando en mi estómago. Ni siquiera había pensado en la solicitud. ¿Qué está deteniendo Luhan de estar en nuestro lugar?
— ¿Crees que van a cogernos a los dos? —Parpadea durante medio segundo. Apenas registro que es duda, antes de que desaparezca—. No creo que tengamos nada de qué preocuparnos.
Nuestra comida llega, y sigue la charla. Changmin quiere saber de mis padres y de si finalmente o no se va a construir la piscina de la que hemos estado hablando durante años.
— Honestamente, creo que deberían invertir en el aire acondicionado primero. —Coge mis aceitunas, cojo sus cebollas. Para cuando la hora de la cena ha terminado, no estoy realmente nervioso. Siento que estoy con Changmin. Mi mejor amigo Changmin, que sabe que odio los pimientos amarillos y que cada vez que perdía un diente solía dormir en su casa la noche siguiente porque pensaba que podía engañar al hada de los dientes.
Compartimos un pastel de postre de chocolate con helado de vainilla y cuando la factura llega, Changmin lo coge.
— De ninguna manera —dice—. Esto es mío.
Caminamos hacia el coche, y está un poco fuera de combate. No he traído un suéter, y rodeo mis brazos alrededor sobre mí. Changmin me tira la camiseta desde el asiento trasero. La cojo, y cuando me la pongo, él sonríe.
— ¿Qué?
Niega con la cabeza.
— Nada. Sólo se ve bonita en ti.
El comentario hace que mi corazón se acelere y mis manos se adormezcan.
—No me quiero ir a casa todavía—continúa. Él pone su mano suavemente sobre mi rodilla. Es cálida y seca, y la deja ahí. Es una sensación muy diferente a la de esta mañana. Más definitiva, porque no tengo más preguntas. Ahora lo sé. Changmin y yo nos vamos a besar antes de esta noche haya terminado.
—Está bien.
— ¿Hay que ir a los acantilados? —Su mano todavía está en mi rodilla, y asiente con la cabeza. Los acantilados siempre ha sido un lugar donde he ido con Changmin. Nuestro lugar. Es tranquilo y pacífico, y todo lo que puedes oír, además del coche en movimiento, ocasionalmente, es el sonido de las olas al romper. He pasado toda mi vida viviendo en el agua, y aunque no navego y, sí, mi piel es más blanca que una hoja de papel, hay algo reconfortante en ese sonido. Es tan eterno. Al igual que Changmin, una de esas cosas que sólo puedes contar.
Puedo mantener mi ventana bajada, y cuando me mojo los labios, puedo saborear el aire salado. Changmin y yo estamos tranquilos en el camino otra vez, pero es un buen momento tranquilo, un lugar tranquilo al que estamos acostumbrados. Ver películas, estudiar en mi mesa de la cocina. Ese tipo de silencio.
Nos lleva cerca de diez minutos llegar allí, y todo el tiempo que está conduciendo con la ventana abajo, con la música reproduciéndose y el aire salado que se deposita en la piel, tiene su mano sobre mi rodilla. Está simplemente descansando allí, como cabe. Como si fuéramos dos piezas rompecabezas que finalmente han sido agrupadas.
Nos detenemos en el aparcamiento, y Changmin apaga el motor. Está tranquilo, tan tranquilo que se puede oír el silbido del viento entre la hierba fuera. Changmin sujeta su mano suavemente lejos y luego sale. Esta vez espero que venga, y cuando lo hace, me abre la puerta con facilidad, en el primer intento.
Abrazo la camiseta más cerca sobre mí.
—Vamos, —dice, cogiendo mi mano.
Caminamos a través de la hierba a este lugar al final del cementerio, donde hay dos grandes rocas que están tan cerca del borde de los acantilados, siento como que está literalmente colgando sobre el agua. Siempre he tenido miedo a las alturas. Yo era ese niño que se negó a ir en las barras y a la gimnasia odiada. Todavía ni siquiera me gusta volar. Ser monstruos altos. Todo ese espacio. Toda esa posibilidad de una catástrofe completa y total. Un movimiento en falso, y todo cambia.
—Nada va a pasarte. —dice Changmin. Es lo mismo que ha estado diciendo durante años. Cada vez que me acerco a las rocas, es un poco petrificado. No puedo evitarlo. Hay un largo camino hasta el agua. Si supiera algo acerca de las matemáticas o la geografía, probablemente sabría los metros.
—Lo sé. Sólo dame un minuto.
—Está bien. —Se encuentra en una de las rocas, los brazos extendidos como si estuviera volando—. Mira, Jae. Sin manos.
—Por favor para. —Mi corazón se acelera y mi sangre está golpeando tan fuerte, que puedo escucharla en mis oídos. Siento como que va a golpear directamente de mi cuerpo.
Entonces Changmin camina, y está literalmente a unos centímetros del borde, su torso tan echado adelante que juro que va a caer. En un pequeño momento, y aterrorizado empiezo a gritar.
Changmin se echa hacia atrás.
— Relax, Jae. No hay problema. —Trata de coger mi mano, pero yo la retiro lejos.
—No es gracioso. —Sé que suena petulante, como un niño pequeño, pero no puedo evitarlo—. No me gusta cuando haces eso.
—Está bien, está bien, —dice, ablandándose. Él trae una mano a mi cintura y pone la otra debajo de mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia él—. Lo siento, —dice, y puedo advertir por la mirada en sus ojos que lo dice en serio.
Yo me quejo.
— Está bien, —y dejo que me conduzca a la roca justo detrás de la que él estaba parado, donde nos quedamos al lado de la otra. Él señala hacia el cielo. Las estrellas son brillantes, tan específicas que es como que si lo intentara, podría contarlas. Y desde nuestro sitio, sobre la roca que parece que están a nuestro alrededor. Incluso debajo de nosotros. Como estamos en un universo compuesto en su totalidad de las estrellas.
— ¿Qué es eso? —pregunto, señalando a una constelación circular. Changmin se ha movido un poquito detrás de mí para que mi espalda esté apoyada medio en su pecho y medio en el hombro.
—No estoy seguro. Nunca fui demasiado bueno en la astronomía.
—Yo tampoco.
Pasa la mano por mi brazo y luego me rodea. Mi corazón comienza a acelerarse de nuevo, como un corredor en la última milla de una maratón. Justo cuando no creía que pudiera más, logro recuperarme.
—Esto es extraño, ¿eh? —dice. Se aclara la garganta—. Sólo quiero decir, tú y yo.
— ¿Extraño?
—Bueno, no, no, extraño. Sólo diferente.
—Bueno, sí. Quiero decir, por lo general no estamos sentados así.
Hago un gesto con su brazo que todavía está descansando a mi lado.
—No, por lo general no es así. —Él no quita su mano. En lugar de eso me presiona más cerca.
Algo está burbujeando hacia arriba y fuera de mí, y aunque me desea mantenerlo dentro, descansar la cabeza sobre el pecho de Changmin y simplemente disfrutar de lo bonito que se siente al estar cerca de él, sé que tengo que decir. Me doy la vuelta para mirarlo.
—Estoy preocupado, —le digo.
— ¿Sobre qué? —Sujeta su otra mano y aparta un poco el pelo de mi cara como lo hizo en la fiesta de graduación del año pasado.
—Eres mi mejor amigo, —le susurro—. ¿Y si esto no funciona?
— ¿Ya estás planeando nuestra muerte?
—No es muerte. —Exhalo—. Estoy preocupado, es todo.
Coge mi mano en la suya y presiona su pulgar en la palma de mi mano. Siento sus manos fuertes y suaves.
— Lo sé —dice. Y luego, con el pulgar todavía en mi palma, añade—: Pero ni siquiera te he besado todavía.
Dejo que mis ojos desciendan a la peña, pero sé sin mirarle que está mirándome, y cuando suelta mi mano, pone las suyas en los lados de la cara y levanta mi cabeza, me va a besar.
Se inclina lentamente. Así que poco a poco siento como si estuviéramos en cámara lenta. Y luego sus labios están en los míos. Son tan suaves y cálidos, y hasta que se retira suavemente no me doy cuenta de lo mucho que he querido que me besara. De cómo es realmente la única cosa que he querido.

—Vamos a averiguarlo, Jae, —dice, acariciando mi mejilla—. Te lo prometo. —Y entonces él me besa de nuevo, y me siento tan bien de estar cerca de él, con las manos en la espalda, sus labios sobre los míos, que no puedo creer que hubo un tiempo antes en el que no estábamos así.

3 comentarios:

  1. y el beso tan esperado por Jae a sido dado por Min
    pero Yunho en donde esta no quiero que este Jae con Min
    bueno espero y que mas adelante haga acto de presencia


    Gracias por el capitulo

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  2. wow se besaron :( supongo que Yunho pronto aparecerá para hacerse notar porque Jae debe ser de Yunho he dicho jajajjaja

    Yunho aun no se hace presente pero pronto llegará

    Gracias por actualizar la historia :)

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  3. ya se besaron y aunque me gusta esta pareja, no quiero que Jae sufra, vendrá su primo y le quitará el amor que siente.
    pobrecito Jae y eso que no leo nada aún.
    gracias

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