viernes, 11 de abril de 2014

El diablo de los ojos cafes: Capítulo 12

CAPÍTULO 12


Cuando entré en el trabajo a la mañana siguiente sabía que no podía tener peor aspecto, con mis aparatosas ojeras y todas las rojeces en el cuello allí donde me había restregado contra la incipiente barba de Yunho. Pero me daba igual. Me sentía más en paz conmigo mismo de lo que me había sentido en meses. Años. Tal vez nunca.
Aún percibía la huella del cuerpo de Yunho en el mío, aparte de las leves molestias en mis partes íntimas que me recordaban todo lo que habíamos hecho. Y pese a todas las cosas que deberían estar preocupándome, decidí disfrutar la simple satisfacción humana de que te hayan hecho el amor a conciencia.
—Llama y di que no te encuentras bien —me había susurrado Yunho por la mañana—. Pasa el resto del día en la cama conmigo.
—No puedo —había protestado yo—. Me necesitan en el trabajo.
—Más te necesito yo.
Eso me había hecho sonreír.
—De momento ya has tenido bastante.
Él me había estrechado contra su pecho y me había besado apasionadamente.
—Ni siquiera he empezado —había dicho después—. De hecho, he estado conteniéndome porque sabía que andabas muy falta de práctica.
Al final acordamos que ambos iríamos a trabajar, ya que era viernes y los dos teníamos que atender asuntos impostergables. Pero a las cinco y media de la tarde empezaría el fin de semana.
Antes de que Yunho se fuera al trabajo, le hice una tortilla de cinco huevos con queso y espinacas, acompañada por una buena loncha de beicon y tres tostadas. No dejó nada en el plato. Cuando comenté que acababa de zamparse todo lo que había en la nevera, dijo que satisfacerme daba mucho trabajo y que un hombre tenía que reponer fuerzas.
Entré en mi cubículo con una sonrisa en los labios y abrí mi portátil. Me encontraba de tan buen humor que nada podría agriarme el día.
Entonces apareció Moo Kyul.
—Te he enviado unos correos electrónicos sobre los últimos contratos de mantenimiento — dijo sin más.
—Buenos días, Moo Kyul.
—Imprime los anexos y haz copias. Los quiero encima de mi mesa dentro de una hora.
—Ahí estarán. —Se dio la vuelta para irse—. Espera, Moo Kyul. Hay una cosa de la que tenemos que hablar.
Mi jefe giró la cabeza hacia mí, sorprendido por lo cortante de mi tono y, pensé, más que nada por la ausencia del «por favor» habitual.
— ¿Sí? —dijo con peligrosa suavidad.
—No quiero que vayas dando información personal sobre mí a la gente. Así que si alguien pregunta por mi dirección o mi número de teléfono, no se te ocurra dárselos a menos que antes hayas hablado conmigo. Creo que a partir de ahora eso debería ser una práctica habitual en el departamento por la seguridad de todos.
Él enarcó las cejas.
—Sólo intentaba hacerte un favor, Jaejoong. Tu ex marido dijo que quería devolverte algunas cosas. Evidentemente dejaste al pobre hombre con tantas prisas, que te olvidaste de recogerlo todo. —Luego suavizó la voz, como si estuviera tratando de explicarle algo a un niño pequeño —. No intentes involucrarme en tus problemas personales. Eso es muy poco profesional.
Tragué saliva y apreté los dientes para reprimir el impulso de replicarle que yo no había dejado al pobre hombre, sino que él me había dado una paliza y luego me había echado de casa. Pero uno de los ardides favoritos de Moo Kyul era lanzarme acusaciones en su tono más dulce hasta que yo, tratando de defenderme, acababa diciéndole cosas que no había tenido intención de decir. Pero no volvería a morder el anzuelo. Había unas cuantas cuestiones en mi vida privada que iban a seguir siendo privadas.
—No me hiciste ningún favor—dije sin inmutarme—. Siwon no tiene en su poder nada que yo quiera. Y te aseguro que no estás involucrado en nada, Moo Kyul.
Él sacudió la cabeza y me lanzó una mirada bastante gélida barnizada con una gota de compasión.
—Me contó algunas cosas —dijo después—. Sobre el trato que había recibido. Me pareció un tío encantador. Y si quieres que te diga la verdad, se lo veía un poco triste.
Estuve a punto de sonreír con amargura, pero logré contenerme a tiempo. ¿Qué trato había recibido él, precisamente él? Bueno, era justo lo que cabía esperar de un narcisista. Le daba la vuelta a las cosas y te acusaba de haber hecho lo que había hecho él, y podía llegar a ser tan convincente que a veces al final hasta tú mismo empezabas a dudar de quién había hecho qué. Estaba seguro de que Siwon le habría dicho a la gente que yo lo había tratado de pena, que lo había abandonado. Pero no podía controlar lo que fuera diciendo él, o si otras personas se lo creían o no.
—Sí, Siwon puede ser encantador —admití—. Todas las arañas saben cómo tejer una tela.
—Todas las historias tienen dos versiones, Jaejong —repuso Moo Kyul, rezumando condescendencia en cada sílaba como miel putrefacta.
—Por supuesto. Pero eso no significa que las dos versiones sean válidas. —Supongo que debería haber mantenido la boca cerrada, pero no pude contenerme de añadir—: Y algunas personas son malas hasta la médula, Mo Kyul. A Siwon no se lo deseo a ningun hombre. —«Ni siquiera a ti», pensé para mis adentros.
—Vaya, no me había dado cuenta de lo ingenuo que eres. Espero que algún día aprendas a ver el mundo con un poco más de refinamiento.
—Me esforzaré en conseguirlo —musité, e hice girar mi asiento para darle la espalda.
No me sorprendí cuando Siwon telefoneó a mitad de la jornada. Ya me había imaginado que habría obtenido mi número de teléfono de Moo Kyul. Pero aun así oír su voz hizo que notara una punzada en el estómago.
— ¿Cómo fue tu cita de anoche? —Preguntó——. Apuesto a que no hubo mucha conversación después de que me fui.
—No me llames al trabajo —repliqué en un tono seco—. Ni a casa, ¿vale?
—Sólo hay una cosa que un hombre pueda querer de una rata de gimnasio como ésa — continuó Siwon —, y no tiene nada que ver con la conversación.
Sonreí levemente, encantado de que mi ex marido se sintiera tan intimidado por Yunho.
—Jung Yunho no es ninguna rata de gimnasio —dije—. Da la casualidad de que es muy inteligente. Y un buen oyente, lo que es un cambio agradable para variar.
Siwon no pareció entender este último comentario.
—Ni siquiera saliste. Te quedaste en el apartamento y dejaste que él pasara la noche follándote, ¿verdad?
Me pregunté si Siwon se habría dedicado a vigilar mi apartamento, y sentí un estremecimiento sólo de pensarlo.
—Eso no te incumbe —dije.
—Ah, qué no habría dado yo por que hubieras tenido tantas ganas de follar cuando estábamos casados... Basta con que te pongan un anillo de boda, y te vuelves frígido.
Hubo un tiempo en el que ese comentario me habría dolido, e incluso podría haber creído que yo era frígido. Ahora sabía que no era así. Y tenía muy claro lo que era Siwon: un narcisista al que sólo le importaba él mismo. Yo nunca podría cambiarlo, o hacer que llegara a ser consciente de sus propios defectos. Siwon quería lo que quería... Era incapaz de entenderse a sí mismo, de la misma manera que un tiburón no sabe por qué quiere cazar la presa y comérsela. Simplemente lo hace.
—Bueno, pues menos mal que te has librado de mí —dije—. Haznos un favor a los dos y no vuelvas a llamar, Siwon.
— ¿Y qué me dices de tus cosas? ¿Qué pasa con esa pulsera de tu tía que...?
—Si recuperarla significa tener que volver a verte, no merece la pena.
—La tiraré al puto contenedor de la basura —me amenazó—. La haré trocitos y...
—Tengo mucho trabajo. —Y colgué, sintiéndome triunfante y disgustado al mismo tiempo.
Decidí que no le hablaría a Yunho, ni a nadie, de la llamada de Siwon. No quería darle motivos a Yunho para que fuera en busca de mi ex y lo borrara de la faz de la Tierra.
Y aunque no me importaría nada que Siwon desapareciese para siempre, no me ilusionaba nada tener que visitar a Yunho en la cárcel.
En el curso de las dos semanas siguientes descubrí muchas cosas sobre Yunho. Pasábamos juntos el mayor tiempo posible, no porque así lo hubiéramos planeado. Simplemente él se había convertido en la persona con quien más me apetecía estar. Y lo más asombroso era que él parecía sentir lo mismo con respecto a mí.
—Casi resulta demasiado fácil —le dije a Seung por teléfono una noche, mientras estaba esperando a que Yunho volviera a casa del trabajo—. Sin jueguecitos mentales, ¿entiendes? Él llama a la hora en que había dicho que iba a llamar. Aparece a la hora en que había dicho que iba a llegar. Y me escucha de verdad. Yunho es, bueno, se podría decir que perfecto. Tanto que a ratos casi me preocupa.
—Nadie es perfecto. Hay algo que te estás callando. ¿Qué es? Seguro que es uno de esos tíos capaces de cepillarse a un harén entero en una sola noche.
—No. En todo caso, diría que Yunho peca de lo contrario.
Hubo un silencio.
— ¿Seung? ¿Sigues ahí?
—Sí. Sólo me estaba devanando los sesos a ver si encuentro alguna buena razón para que sigamos siendo amigos.
Sonreí.
—Los celos no resultan nada atractivos, Seung.
—Quizás ayudaría un poco que pudieras decirme algo que no esté bien. Un defecto. ¿Mal aliento? ¿Verrugas? ¿Algún problema de piel que requiera el uso de fungicidas? Jae—dijo Seung, ahora en tono más serio—. Acuérdate de lo que te dije acerca de él.
— ¿Lo de que tiene entresijos ocultos? ¿Que en el fondo es un poco retorcido?
—Sí, eso. Mis presentimientos nunca me han fallado. Así que ándate con cuidado, cariño. Diviértete, pero mantén los ojos bien abiertos.
Después de aquella conversación me puse a pensar en lo que significaba mantener los ojos abiertos en una relación. Yo no creía estar idealizando a Yunho..., era sólo que había muchas cosas que me gustaban en él. Me gustaba la forma en que me hablaba y, todavía más, la forma en que me escuchaba. Una cosa que me gustaba especialmente era que fuese tan aficionado a tocar, lo que se dice un tocón infatigable. De pronto me frotaba los hombros, me sentaba en su regazo, jugaba con mi pelo, me cogía las manos. Los Kim siempre hemos dado mucho valor al espacio personal, por lo que yo no había crecido en una familia dada a las muestras de afecto. Y después de mi experiencia con Siwon, nunca me había pasado por la cabeza que podría soportar que volvieran a tocarme.
Yunho era la persona más encantadora que había conocido en mi vida. Sabía bromear y siempre tenía ganas de jugar, pero en primer lugar y por encima de todo era un caballero. Te abría las puertas, te llevaba los paquetes, pagaba la cena. Después de haber vivido con un marido que invertía la mayor parte de su tiempo en hinchar su frágil ego, yo apreciaba enormemente la tranquila seguridad en sí mismo de Yunho. Él no tenía problemas en admitir que había cometido un error o que no entendía algo, y lo único que hacía era convertir esa falta de comprensión en una oportunidad de formular preguntas.
Rara vez, si es que nunca, había conocido yo a un hombre con unas energías tan ilimitadas o unos apetitos tan intensos. En mi fuero interno admitía que mi padre probablemente estaba en lo cierto cuando dijo que Yunho siempre quería más... y ese querer más no se detenía en el dinero. Yunho quería respeto, poder, éxito, todas las cosas que debía de haber anhelado con tanta desesperación cuando el mundo lo consideraba un don nadie. Pero la opinión del mundo no lo había aplastado. Había algo en él, un impulso interior alimentado por el orgullo y la ira, que insistía tercamente en que él se merecía más.
En el fondo no era tan distinto de mi padre, quien también había empezado desde cero. Eso me daba un poco de miedo. Yo estaba iniciando una relación con un hombre que podía acabar resultando tan ambicioso e intratable como Kim Joon Gyu. ¿Cómo haces para vivir con alguien así? ¿Cómo puedes evitar que eso llegue a suceder?

* * *

Yunho pensaba que yo siempre había estado demasiado resguardado del mundo. Comparado con él, probablemente fuese cierto. Cuando yo había salido, iba acompañado por amigos de la universidad y me alojaba en hoteles pagados con la tarjeta de crédito de mi padre. Cuando Yunho había salido, era para trabajar en torres de perforación. Catorce días trabajando en la torre de perforación, catorce días de descanso. Había aprendido a adaptarse rápidamente a las culturas y las costumbres extranjeras. Y yo tenía la impresión de que ahora estaba aplicando ese mismo método a la sociedad. Aprender las costumbres. Adaptarse. Encontrar un hueco.
Solíamos hablar hasta bien entrada la noche, intercambiando historias sobre lo que había significado crecer, nuestras antiguas relaciones, las cosas que nos habían cambiado. Yunho siempre se mostraba muy abierto sobre la mayoría de los temas, pero había algunos de los que no quería hablar. Su padre, por ejemplo, y lo que fuese que había hecho aquel hombre para acabar en la cárcel. Y prefería mantener la boca cerrada sobre su antigua vida amorosa, lo que me volvía loco de curiosidad.
—No entiendo por qué nunca te acostaste con Junsu —le dije una noche—. ¿No lo deseabas? Porque tuviste que desearlo, ¿no?
Yunho me acomodó contra su pecho. Estábamos en su cama, un lecho digno de un rey con almohadas de plumón. Estaba cubierta por finas sábanas de hilo y la colcha era de seda cruda.
—Cariño, cualquier varón que tenga más de doce años se sentiría tentado por Junsu.
— ¿Entonces por qué no lo hiciste?
Yunho me acarició la columna, investigando delicadamente las pequeñas hondonadas de las vértebras.
—Te estaba esperando a ti.
—Ja. Se rumorea que estuviste muy atareado con los chicos.
—No me acuerdo de ninguno de ellos —dijo él con voz indiferente.
—Beebe. ¿Te suena de algo?
Yunho se puso alerta.
— ¿Por qué lo mencionas?
—Porque alardeó ante Seung de que se había acostado contigo durante su luna de hiel.
El guardó silencio mientras me acariciaba el pelo.
— ¿Estás celoso?
Sí, qué demonios, claro que estaba celoso. De hecho, me asombró la cantidad de veneno emocional que podía producir de sólo imaginármelo en la cama con Beebe.
Asentí contra su pecho.
Yunho me dejó acostado boca arriba y me miró. La luz de la lámpara corría como oro líquido sobre sus facciones, y arrancó destellos a la leve sonrisa que acababa de aparecer en sus labios.
—Podría pedir disculpas por todos los hombres que he conocido antes de ti. Pero no lo voy a hacer.
—Tampoco te he pedido eso —repuse con hosquedad.
Deslizó la mano bajo la sábana, y me la pasó por el cuerpo en una suave caricia.
—He aprendido algo de cada uno de los hombres con que he estado. Y tuve que aprender mucho antes de estar preparado para conocerte.
Lo miré con ceño.
— ¿Por qué? ¿Porque soy muy complicado? ¿Difícil de tratar, tal vez? —pregunté, y tuve que concentrarme en respirar con normalidad cuando él me rodeó un pecho con la mano y empezó a moldeármelo al tiempo que sacudía la cabeza en una lenta negativa.
—Porque quiero hacer mucho por ti —dijo—. Muchas formas de dar placer que quiero aplicar contigo... —Se inclinó para besarme y me frotó juguetonamente la nariz con la suya—. Esos hombres fueron un mero entrenamiento para ti.
—Bonita lisonja —admití de mala gana.
Su mano me cubrió el corazón con una suave y cálida presión.
—Desde que tengo memoria, siempre he querido llegar a alguna parte, ser alguien. Veía a esos bastardos que lo tenían todo; un coche caro, una gran casa, un esposo precioso. Y me decía a mí mismo: «Que les den. Algún día yo también tendré todo eso, y encima seré feliz.» —Una mueca le frunció los labios—. Pero durante los últimos dos años he llegado a tener las cosas que quería entonces, y me he dado cuenta de que no bastan. Continuaba siendo una mierda de tío. Pero cuando estoy contigo...
— ¿Qué? —quise saber.
—Cuando estoy contigo, siento como si por fin tuviera lo que me hace falta. Puedo relajarme y ser feliz. —Me acarició el pecho con un dedo—. Contigo puedo ir más despacio.
— ¿En el buen sentido, quieres decir?
—En el buen sentido.
—Yo nunca he sido un freno para nadie —dije—. Soy una persona bastante inquieta.
Una sonrisa perezosa le cruzó por los labios.
—No sabría decir cómo lo haces, pero el caso es que a mí me funciona.
Me besó el cuello y murmuró que yo era precioso y que me deseaba. Me estremecí cuando sentí la suave caricia de su pecho con el mio.
— ¿Yunho?
— ¿Mmm?
Le rodeé el cuello con los brazos.
—Me ha dado la sensación de que te contienes sexualmente. Retrocedió un poco para contemplarme, acariciándome con la mirada.
—Contigo siempre procuro no ir deprisa —admitió.
—No tienes por qué hacerlo. Confío en ti. Si me explicas lo que quieres, lo haré. Quiero decir, cualquier cosa que hicierais tú y Beebe...
Una chispa de diversión brilló en sus ojos.
—Olvídate de Beebe, cariño. Pasé una noche con ella y nunca se me ocurrió repetir.
—Bueno, aun así... —dije, porque de pronto me sentía competitivo —. Tampoco hace falta que vayas con tanto cuidado. Puedo aguantarlo.
La chispa de diversión se convirtió en una sonrisa.
—De acuerdo.
Le tomé la cabeza entre las manos, atrayéndolo hacia mí. Busqué su boca, y lo besé ardientemente. Él respondió sin titubear, y su lengua exploró las profundidades de mi boca hasta que a ambos nos faltó la respiración.
Entonces me pasó los brazos por la espalda y me puso de rodillas sobre la cama, sosteniéndome con una cariñosa fortaleza. Su mirada quemaba, pero cuando habló su voz era pura suavidad.
— ¿Quieres probar algo nuevo, Jae?
Tragué saliva y asentí, al tiempo que adelantaba las caderas en un sutil movimiento que no le pasó desapercibido. Vi lo excitado que estaba, y eso me llenó de deseo. Sus manos se deslizaron hacia mis muñecas. Me levantó los brazos, y me los llevó suavemente hacia el cabezal de la cama.
Yunho me miró a los ojos hasta que sentí que me ahogaba en aquella profundidad café. Su aliento era una cálida caricia en mis labios.
—Agárrate bien —susurró, cerrándome los dedos sobre el extremo del cabezal.
Y los minutos siguientes me proporcionaron una intimidad abrasadora, de un delicioso tormento que llevó a una fiebre de deseo. Fiebre que llevó a una inmensa ternura. Yunho estaba en todas partes, una presencia ubicua alrededor de mí. Sobreviví sin saber muy bien cómo, por los pelos. Cuando Yunho hubo acabado de ocuparse de mí, mis uñas habían dejado marcas en el cabezal, y ya no me acordaba ni de mi nombre. Me dejé caer lentamente en sus brazos, todo mi cuerpo estremecido de placer.
—Sólo tú — dijo él cuando hubo recuperado el aliento—. Eres todo lo que quiero.
Sentí que caía a través de un mar de nubes mientras él me empujaba suavemente hacia las almohadas. Muy deprisa, en un vertiginoso descenso. Y no parecía haber nada que yo pudiera hacer al respecto.

14 comentarios:

  1. hermoso me encanta lo cariñoso y comprensivo que es yunho con jae
    y poco a poco lo esta pervirtiendo
    eso es lo que le asía falta a jae un yunho que lo lleve asta el cielo de ida y regreso
    me encanta muy lindos y tiernos y que bueno que jae no se deja intimidar por siwon que lo mande a la fregada y que siga en el disfrute de su terapia de amor que yunho le esta brindando como cura a sus traumas

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  2. lindos ambos, parecen que lo estan pasadon muy bien con la vuelta a la vida intima de Jae jajajaja Jae esta mas que dispuesto a estar con Yunho y a enamorarse de él....
    Aunque a mi tambien me parece que ahi falta enterarnos del pasado de Yunho, parece que esconde algo..... solo espero que no sea nada malo que al final lo separe de Jae ....

    Gracias por actualizar :)

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  3. No había dicho esto, pero como me cae mal ese Moo Kyu, tan estresante el tipo de esos que quieres zarandear para que se deje de sus #$@& Y Siwon queriendose meter de nuevo. Lo bueno es la ternura con la que yunho maneja todo el asunto con jae.

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  4. wow jae y yunho son pura miel ahora jejejejeje
    que ya siwon deje tranquilo a jae
    aishhh ojala y moo kyul tenga un escarmiento es que es bien metiche y altanero aishhh

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  5. Insisto... Yunho es un amor con Jae!!!!

    Me encanta como lo trata y lo va llevando poco a poco a explorar mas intimamente.

    Y tambien me dio mucho gusto que le este perdiendo el miedo a Siwon.

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  6. Enserio me encanta la relación que tienen estos dos pero me preocupa que yunho tenga algo oculto y meta la pata

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  7. ooowwww!! Jaejoong y Yunho son una linda pareja <3 <3 <3.
    El jefe de Jaejoong el tal Moo Kyul me revienta el hígado! no se como jaejoong puede soportarlo...
    Que tenga su merecido muy pronto ese tipo ¬¬

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  8. Ahora la parejita esta muy bien
    Siwon tiene que olvidar a Jae y ir a buscar su nueva vida que no venga a molestar a nuestro YunJae

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  9. Yunho es una fiera XD
    Pero me pregunto si Seung tiene razón sobre él

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  10. a mi tambien me preocupa yunho, esconde algo no se... talvez eso que oculta se convierta en el mayor obstaculo de su relacion

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  11. Me preocupa eso que Yunho esconde... Lo que dijo Seung... Solo espero que no le haga daño a Jae... El quedo con muchas secuelas por culpa del malnacido... Por otro lado, me encanta que se estén entendiendo tan bien en la cama...

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  12. Que bien que Yunho apoye así a Jae. Ojalá ya no haya más problemas...

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  13. estos dos me matan de amor.
    quiero que sean felices
    temo que vengan nubes negras en su cielo de amor
    ojalá Yunho no salga con un martes 13.
    Jae no podría soportarlo.
    gracias por el capítulo

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  14. Al fin pueden demostrar el gran amor que se tienen, aún quiero que le den una paliza a Siwon pero estaría bien si solo se casa con el jefe de Jae. 😁😁😁

    Gracias!!! 💗💕💞

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