CAPÍTULO 14
Yo le había pedido al
conserje que me avisase en cuanto viera llegar a Yunho. «Da igual la hora que
sea», le había dicho. Si el portero lo encontró un poco raro, o se preguntó por
qué yo no parecía esperar que Yunho contactara conmigo personalmente, no hizo
ningún comentario al respecto.
Cuando puse el
contestador, sólo tenía un par de llamadas sin mensaje, ambas de un número. Siwon.
Yo había cortado cualquier clase de contacto con el resto de mis conocidos, la
gente con la que había trabajado en el hotel, y las amistades de Siwon que me
habían conocido. Siwon estaba furioso conmigo por haberlo rechazado, por no
haber mostrado interés en recuperar la pulsera de la tía Yoo Sun. Por haber
seguido adelante con mi vida. Esperé que ignorarlo haría que se diera por
vencido. Si insistía en tratar de contactar conmigo, entonces me vería obligado
a hacer algo al respecto. ¿Tal vez solicitar una orden de alejamiento?
Pero no había
olvidado el cínico comentario de Yunho: «Una orden de alejamiento sólo funciona si
te esposas a un poli.»
Me pregunté qué
estaría haciendo Yunho en aquellos momentos, con qué clase de problema estaría
lidiando. La tentación de llamarlo era tremenda, pero lo único que le faltaba al
pobre era que su móvil empezara a sonar en el momento más inoportuno. Así que
me di un baño bien largo y luego me puse unos pantalones de chándal y una
camiseta que me venía grande, e intenté ver la tele. Probé suerte con un
centenar de canales por cable, pero ninguno merecía la pena.
Me sumí en una
especie de duermevela, los oídos alerta para captar cualquier sonido. Y entonces
ocurrió: el teléfono sonó estridentemente una vez antes de que yo lo cogiera.
— ¿Sí?
—Joven Kim. El señor Jung
acaba de cruzar el vestíbulo. Ahora mismo está subiendoen el ascensor.
—Perfecto. Gracias.
—Miré el reloj y vi que faltaba poco para la una y media de la madrugada—. Por
cierto, ¿parecía encontrarse bien? ¿Dijo algo?
—No, joven Kim, no
dijo nada. Parecía... un poco cansado.
—Gracias.
—No hay de qué.
Colgué y me quedé
sentado con el teléfono en el regazo, apremiándolo a que sonara. Pero el maldito
cacharro permaneció mudo. Esperé hasta que estuve seguro de que Yunho había
tenido tiempo de llegar a su apartamento, y entonces marqué su número. Me salió
un mensaje grabado.
Me repantigué en el
sofá y miré el techo con cansada impaciencia. Tenía que hacer algo, así que
llamé al móvil de Yunho.
Otro mensaje grabado.
¿Qué estaba pasando?
¿Estaría bien Yunho?
—No pienses más en él
—dije en voz alta—. Vete a la cama. Deja que lo consulte con la almohada. Ya
llamará mañana cuando tenga ganas de hablar.
Pero ni siquiera
prestaba atención a mi propia voz. Estaba demasiado preocupado por Yunho.
Estuve un cuarto de
hora dando vueltas por mi apartamento, Y al final volví a llamar.
Nada.
—Mierda —mascullé, al
tiempo que me frotaba los ojos con los puños medio apretados. Estaba tenso,
cansado y nervioso. Sabía que no iba a poder pegar ojo hasta haberme asegurado de
que Yunho se encontraba bien.
Sólo una llamadita a
su puerta. Tal vez un abrazo. Tal vez unos mimos en la cama. No le pediría que
hablara. Nada de presiones. Sólo quería que él supiera que yo estaba ahí en
caso de que me necesitara.
Me calcé unos zapatos
de suela dura, salí al pasillo y cogí el ascensor para subir al apartamento de Yunho.
La atmósfera elegantemente aséptica del pasillo me pareció un poco fría. Con un
estremecimiento, fui hasta su puerta y llamé al timbre.
Quietud. Silencio. Y
entonces oí movimientos en el interior del apartamento. Esperé, esperé, y al
final comprendí con un espasmo de incredulidad que Yunho no iba a abrirme. Una
mueca de impaciencia me ensombreció el rostro. Bueno, pues tanto peor para él.
Decidí que si no había más remedio, me quedaría plantado ante su puerta
pulsando el timbre toda la noche.
Volví a apretar el
botón.
De súbito se me
ocurrió que Yunho podía no estar solo. ¿Qué otra razón podía haber para su
obstinada negativa a verme? Pero no podía creer que él...
La puerta se abrió.
Tenía ante mí una
versión de Yunho inédita hasta entonces. Su apartamento estaba casi a oscuras,
con una tenue iluminación procedente de la sala de estar, donde el horizonte
urbano derramaba una claridad artificial a través de los ventanales. Yunho vestía
una camiseta blanca y vaqueros, e iba descalzo. Parecía enorme, oscuro y
temible. Y olí en su aliento una vaharada agridulce de tequila barato, de ese
al que recurres cuando quieres emborracharte deprisa, lo más a fondo posible.
Yo había visto beber
a Yunho con anterioridad, pero nunca en exceso. Me había dicho que no le
gustaba perder el control de sus actos. Lo que no había llegado a decirme, pero
aun así entendí, era que no soportaba la idea de ser vulnerable, ya fuera
física o emocionalmente.
Mis ojos fueron de su
rostro envuelto en sombras al vasito vacío que tenía en la mano. Un estremecimiento
me recorrió los hombros.
—Hola —conseguí
decir, y la voz me salió como un jadeo ahogado—. Sólo quería confirmar que
estabas bien.
—Estoy bien. —Me miró
como si no nos conociéramos de nada—. Ahora no puedo hablar.
Empezó a cerrar la
puerta, pero yo me colé. No me atrevía a dejarlo solo; no me gustaba nada la
expresión extraña y vacía que había en sus ojos.
—Déjame prepararte
algo para comer. Unos huevos con tostadas...
—Jae... —Hablar
pareció exigirle un terrible esfuerzo de concentración—. No necesitocomida. Ni
compañía.
— ¿No puedes contarme
qué ha pasado? —Sin pararme a pensar en lo que hacía, extendí la mano para
acariciarle el brazo, y él dio un paso atrás. Me quedé atónito. Era como si de
pronto se hubieran cambiado las tornas, después de todas las veces que yo les
había hecho eso mismo a otras personas, apartándome de ellas en un reflejo
condicionado de miedo. Nunca me había parado a pensar en cómo podían haberse
sentido aquellas personas—. Está bien —dije en voz baja—, me iré. Te lo
prometo. Pero antes cuéntame qué ha pasado. En cuatro palabras, para que lo entienda.
Podía sentir la ira
que irradiaba de él. El apartamento estaba demasiado oscuro para ver el café de
sus ojos, pero brillaban con algo que rayaba en la malevolencia. Me pregunté nerviosamente
adónde había ido a parar el verdadero Yunho. Tenía que haber sido reemplazado por
un gemelo malvado.
—No sé cómo coño
podrías entenderlo —dijo con voz pastosa—, si ni yo mismo lo entiendo.
—Yunho, vamos a la
sala, al sofá —dije.
Él se quedó
completamente inmóvil donde estaba, cortándome el paso.
—No te conviene,
créeme.
— ¿Oh? —Me obligué a
sonreír escépticamente—. ¿Qué hay ahí dentro a lo que deba tener tanto miedo?
—Yo.
Su respuesta me
produjo un escalofrío de inquietud. Pero no me moví.
— ¿Qué has hecho esta
noche? —insistí—. ¿Para qué te llamó tu madre?
Yunho bajó la cabeza.
Tenía el pelo alborotado, como si se hubiera tirado de él repetidamente. Yo
quería alisar aquellos mechones relucientes y acariciarle la tensa curva de su nuca.
Anhelaba calmarlo, consolarlo de alguna manera. Pero lo único que podía hacer
era esperar, con una paciencia que nunca ha sido mi fuerte.
—Me pidió que fuera a
pagar la fianza de mi padre. Esta noche lo detuvieron por conducir borracho.
Sabía que no le convenía llamarla, claro. Le he estado dando dinero durante los
dos últimos años. Le pago para que se mantenga alejado de mamá y los chicos.
—Creía que tu padre
estaba en la cárcel. Pero supongo que... ¿ya ha salido?
Yunho asintió,
todavía sin mirarme. Su mano libre apretaba la jamba de la puerta. Se me revolvió
el estómago cuando vi lo brutalmente fuertes que eran aquellos dedos.
— ¿Qué hizo —pregunté
en voz baja— para acabar en la cárcel?
No estaba seguro de
que fuera a responderme, pero lo hizo. A veces los secretos más celosamente
guardados pueden salir a la luz sólo con que hagas la pregunta adecuada en el momento
adecuado.
Yunho habló en el
susurro carente de inflexiones de un criminal que ha acudido al confesionario.
Supe que yo estaba oyendo cosas que nunca le había revelado a nadie.
—Le cayeron quince
años por violación con agravantes. Mi padre es un violador en serie... Les hace
cosas horribles a las mujeres... Nunca le concedieron la libertad condicional,
sabían que no se había enmendado. Pero cumplió su condena y tuvieron que
dejarlo salir. Volverá a hacerlo. No está en mis manos impedirlo. No puedo
permanecer pendiente de él a cada segundo. Apenas si soy capaz de mantenerlo
alejado de mi propia familia...
—No —dije con un hilo
de voz—, tampoco tienes ninguna obligación de ser el guardián de tu padre. Mis
hermanos están saliendo a él. Lo llevan en las venas, y ya se les nota. El mes
pasado tuve que pagarle la fianza a mi hermano y darle una buena suma en
efectivo a la familia de una chica, para que no presentaran cargos contra él...
—Eso no es culpa tuya
—dije, pero Yunho no me escuchaba.
—Unos cabrones, eso
es lo que somos todos. Basura blanca que...
—No.
Cada inhalación era
como un chirrido en su garganta.
—Antes de que lo
dejara alojado en un hotel esta noche, papá me dijo... —Se calló, con un estremecimiento
que lo recorrió de arriba abajo. Vi lo mucho que le costaba tenerse en pie.
Dios, estaba tan
borracho...
— ¿Qué te dijo tu
padre? Cuéntamelo.
Él sacudió la cabeza
y dio un paso atrás.
—Jae —dijo con voz
gutural—. Vete de aquí. Si te quedas... no me siento capaz de controlarme. Me
serviré de ti. Te haré daño, ¿entiendes? Vete ahora mismo.
No creía que Yunho
fuera capaz de hacerme daño, ni a mí ni a ningun hombre, pero lo cierto era que
ya no estaba del todo seguro. Verlo así me hacía pensar en una fiera que está
sufriendo muchísimo, tanto que es capaz de hacer pedazos al primero que se le
aproxime. Y el caso era que tampoco hacía tanto de mi divorcio. No me sentía
con valor para quedarme. Todavía me estaba debatiendo con mi propia ira, mis
propios miedos.
Pero hay ciertos
momentos de la vida en que tienes que dar un paso al frente si no quieres dejar
pasar la ocasión. Si Yunho era capaz de hacerme daño, no iba a tardar en
averiguarlo.
La adrenalina pareció
arder en mis venas. La sensación fue tan intensa que sentí que me daba vueltas
la cabeza. «De acuerdo, capullo»,
pensé con una mezcla de furia, desesperación y amor. Fui presa de un amor
absoluto y abrasador hacia Yunho, justo cuando más lo necesitaba y menos
dispuesto estaba a aceptarlo él.
Me adentré en la
oscuridad y cerré la puerta detrás de mí. Yunho vino a mi encuentro apenas sonó
el chasquido de la cerradura. Oí el ruido que hizo el vasito cuando lo dejó
caer al suelo. Me vi agarrado, obligado a girar bruscamente y aplastado contra
la puerta por un macho que respiraba con jadeos entrecortados. Yunho estaba
temblando, boqueando como si se ahogara mientras me apretaba con fuerza. Me
besó con un ardor devastador, lascivamente y en toda la boca, y luego continuó
besándome durante muchos minutos hasta que los estremecimientos fueron cesando
y sentí que su erección me apretaba la ingle. Todas las emociones que se
agolpaban en su interior, ira, pena, repugnancia hacia sí mismo, necesidad, acababan
de encontrar una válvula de escape en el deseo salvaje.
Me sacó la camiseta
de un tirón y la lanzó a un lado. Mientras él se quitaba la suya, fui dando traspiés
hacia la sala, no porque quisiera alejarme de Yunho sino en un intento de
encontrar algún sitio que fuera más cómodo que el suelo de la entrada. Oí un
gruñido posesivo a espaldas mías, y me vi súbitamente agarrado por detrás.
Yunho me empujó hacia
el respaldo del sofá, inclinándome hacia delante. Me bajó los pantalones del
chándal. Sentí que se me ponía la carne de gallina, y el pánico fue como un
bloque de hielo en mi estómago. Aquello se parecía tanto a lo que me había
hecho Siwon... Otra regresión al pasado se mantenía al acecho, a la espera de
hacer presa en mí. Pero apreté los dientes y planté los pies
en el suelo, tensando todos los músculos.
Cuando Yunho se me
puso detrás, sentí el contacto de una piel tan caliente que parecía quemar y,
una fracción de segundo después, el roce de su miembro viril contra mis nalgas.
Me pregunté si estaría demasiado fuera de sí para recordar que me asustaba
hacerlo de aquella manera, que era precisamente así como me habían violado.
Pensé que quizá lo estaba haciendo a propósito, para castigarme, para hacer que
lo odiara. Entonces sentí que una mano corría por la rígida superficie de mi
espalda, y oí cómo su respiración cambiaba súbitamente.
—Sigue, maldito seas
—dije. Se me quebró la voz—. Vamos, hazlo.
Pero Yunho se mantuvo
inmóvil salvo por la mano que me había puesto en la espalda. Su palma subió y
bajó lentamente por ella, y luego fue alrededor de mi cintura hasta mi
estómago. Se inclinó un poco más y me rodeó el. Luego sentí su boca sobre los
hombros, en la espalda, y me besó entre gemidos mientras sus dedos iban
trabajando más abajo. Empecé a respirar con jadeos entrecortados y sentí que mi
cuerpo se relajaba, rindiéndose a su contacto. Imaginé la mano de Yunho. Y
recordarlo me humedeció el sexo, en una respuesta incontenible al contacto, el
olor y el calor que tan familiares habían llegado a serme.
—Hazlo —repetí, sin
dejar de jadear.
Él pareció no oírme,
concentrado en acariciarme el miembro. Sus piernas se deslizaron entre las
mías, haciendo que mi postura inclinada hacia delante se volviera más pronunciada.
Los últimos vestigios
de miedo se evaporaron de golpe. Eché las caderas atrás, y me estremecí al
sentir el rígido y turgente miembro. Pero en lugar de darme lo que yo anhelaba,
se limitó a restregarlo contra mí con una torturante lentitud, hasta que me
encontré arañando el terciopelo del sofá, la respiración convertida en un jadeo
entrecortado.
La oscuridad nos
envolvió, fresca y reconfortante, mientras Yunho centraba el cuerpo detrás de
mí. Gimoteé, todo mi ser concentrado en el punto donde sentía la presión de su
virilidad desbocada, mi miembro temblando lleno de húmeda expectación.
Entonces me penetró y
me corrí al sentir el inmenso placer de ser empalado, y su miembro se abrió
paso dentro de mí mientras su mano seguía sobre mi sexo, acariciando y
acariciando. Me inclinó poco a poco hasta dejarme arrodillado en el suelo, la
espalda contra su pecho. Incliné la cabeza hacia atrás hasta que mi nuca
encontró su hombro. Un instante después fui levantado e incorporado, gimiendo
al compás de las profundas embestidas hasta que el goce se hizo incontenible y
se propagó por todo mi cuerpo para inundarme con una nueva oleada de calor.
Yunho me dejó
descansar un rato sobre sus muslos, los brazos alrededor de mi cuerpo. Cuando
la respiración se me hubo normalizado un poco, me llevó al dormitorio. La
firmeza con que me tenía cogido de la mano dejaba muy claro que se sentía más dominador que nunca. Y eso resultaba primitivo e incluso un poco
amenazador, pero al mismo tiempo hacía que me sintiera increíblemente excitado,
cosa que me asombró. Tendría que determinar a qué podía deberse aquella
reacción por mi parte... Necesitaba entenderlo... pero ahora no podía pensar,
con Yunho apremiándome. Se arrodilló sobre la cama y pasó los brazos por debajo
de mi trasero para levantarme las caderas del colchón.
Fui penetrado con una
lenta embestida, mientras una mano avanzaba hacia el triángulo entre mis
muslos. Los movimientos de su miembro, mientras me sujetaba erguido con sus brazos,
crearon una nueva oleada de sensaciones que crecieron incontroladamente. Cuando
alcancé el clímax, Yunho me empujó para tenderme sobre el colchón, los brazos y
las piernas extendidos, y entonces se corrió en mi interior con un violento
palpitar. Curvé los brazos en torno a él, deleitándome con la sensación de su
cuerpo estremeciéndose sobre el mío.
Con un jadeo ahogado,
se tendió a mi lado y quedamos de costado. Pronunció mi nombre en un murmullo
entrecortado. Luego me mantuvo abrazado durante largo rato sin decir palabra.
Sus manos me apretaban el cuerpo a intervalos irregulares, como empeñadas en
amoldarlo a los contornos del suyo.
Apoyé la cabeza en el
hueco de su brazo y dormí un rato. Aún estaba oscuro cuando desperté. La
tensión que percibí en el cuerpo de Yunho me dijo que él también estaba
despierto. Me mecí lentamente contra el insistente palpitar de su erección,
sintiendo que me encendía más con cada vaivén. La boca de Yunho fue hacia mi
cuello y mi hombro, besando la suave piel, saboreándola y acariciándola con los
labios.
Le empujé los hombros
y él se dejó caer hacia atrás, permitiendo que me pusiera encima. Cerré la mano
alrededor de su sexo, lo puse vertical y me dejé caer lentamente sobre él. Oí
el tenue siseo de su aliento a través de los dientes. Luego me sostuvo las
caderas con las manos, dejando que fuera encontrando mi propio ritmo. Ahora me
pertenecía por completo... Lo supe, lo sentí en ese momento de rendición
masculina. Estaba montándolo, dándole placer, y él gemía y arqueaba las caderas
para recibir cada nuevo descenso de mi cuerpo. Sus manos subieron por mis muslos
en dirección al centro de mi sexo y lo acarició hasta que me corrí, y eso hizo
que él también llegara al clímax. Se envaró debajo de mí, en el momento culminante
del placer. Me puso la mano detrás de la nuca y tiró suavemente de mí para que
lo besara. Un beso apremiante, sazonado por la desesperación.
—No te preocupes
—susurré después en el silencio del dormitorio, porque quería consolarlo de
alguna forma—. No pasa nada. Todo está bien.
Ya era casi mediodía
cuando desperté. La sábana y la colcha habían sido extendidas con mucho cuidado
sobre mí, y la ropa que había tirado al suelo la noche anterior estaba
pulcramente extendida sobre el respaldo de una silla. Llamé a Yunho con voz
adormilada, porque quería que volviera a la cama. Pero cuando sólo me respondió
el silencio, comprendí que se había marchado del apartamento.
Me puse boca abajo,
con una mueca de incomodidad cuando noté leves tirones y
molestias
en los músculos. Una sonrisa avergonzada se extendió por mis labios mientras recordaba la noche anterior. Podría haber pensado que
sólo había sido un largo sueño erótico, si no fuera porque mi cuerpo me estaba
haciendo saber que había sucedido realmente.
Me sentía
curiosamente ligero y exultante, casi ebrio de felicidad.
La noche anterior
había sido diferente de todo cuanto había experimentado yo antes. Sexo a un
nuevo nivel más profundo, más intenso, que me abría tanto emocional como
físicamente. Y había afectado a Yunho de la misma manera que me afectó a mí,
cosa que probablemente le habría dejado asustadísimo.
Comprendí que Siwon siempre
había considerado el sexo una especie de acto de anexión. Para él yo nunca
había sido una persona, ciertamente no alguien cuyos pensamientos o
sentimientos tuvieran importancia. Lo que significaba que cuando Siwon practicaba
el sexo conmigo, en realidad era una forma de masturbación.
Mientras que Yunho,
incluso en el desenfreno de su deseo, le había hecho el amor a mi mente y a mi
cuerpo, a mí. Y me había dejado pasar a través de sus defensas, por muy involuntariamente
que lo hubiese hecho.
Yo ya no creía en las
almas gemelas, o en el amor a primera vista. Pero estaba empezando a creer que
en ciertos momentos muy especiales de la vida, si tenías suerte, podías conocer
a la persona adecuada para ti. No porque esa persona ni tú fuesen perfectos,
sino porque la combinación de los defectos de ambos creaba una estructura
especial que permitía que esos dos seres encajaran el uno en el otro.
Con Yunho nunca sería
fácil mantener una relación. Era complejo, terco y un poco atormentado. Pero yo
adoraba esas «cualidades» suyas. Estaba más que dispuesto a aceptarlo tal como
era. Y daba gracias al cielo de que él también pareciera dispuesto a aceptarme
tal como era.
Bostecé, fui al
cuarto de baño, encontré su albornoz y me lo puse. La cafetera estaba lista para
ser utilizada en la cocina, con una taza y una cuchara limpias al lado. Apreté
un botón, y el silencio quedó roto por el alegre gorgoteo del café goteando de
la espita.
Cogí el teléfono fijo
y marqué el número de su móvil.
No hubo respuesta.
Colgué.
—Cobarde —dije sin
mayor vehemencia—. Puedes correr todo lo que quieras, Jung Yunho, pero no
pienses que podrás esconderte eternamente.
Pero Yunho se las
arregló para rehuirme durante todo el sábado. Y aunque me moría de ganas de
hablar con él, mi orgullo me impedía correrle detrás como un quinceañero loco
de amor. Así que le dejé un par de mensajes intrascendentes en el contestador y
decidí esperar a que se dignara aparecer.
Mientras esperaba,
recibí un correo electrónico de Siwon.
primero yunho lo ayudo a salir de el poso negro donde se encontraba jae ahora es el turno de jae ayudar a yunho y sacarlo del hueco donde se refugia de los temores que tiene a ser un violador que no lo creo que sea su caso el es diferente a su padre y sus hermanos y ahora el siwon de nuevo fregando este no entiende o que le pasa a de querer que le den una paliza para que deje en paz a jae
ResponderEliminaromo se pone tan interesante....
ResponderEliminarJae tiene mucha razon cuando dice:
"Yo ya no creía en las almas gemelas, o en el amor a primera vista. Pero estaba empezando a creer que en ciertos momentos muy especiales de la vida, si tenías suerte, podías conocer a la persona adecuada para ti. No porque esa persona ni tú fuesen perfectos, sino porque la combinación de los defectos de ambos creaba una estructura especial que permitía que esos dos seres encajaran el uno en el otro"
No existen las parejas que sean perfectas ino que ambos se complementan bien y eso les permite estar juntos amandose....
Ahora es el turno de jae de ayudar a Yunho a superar sus demonios del pasado, con sua yuda Yunho puede salir adelante como el lo hizo :) a segur leyendo ...
Todos tienen sus propios demonios, pero el hecho de que Yunho tenga un mal padre ni significa que él sea igual. Imagino que eso es lo que lo tortura. Ojalá Jaejoong lo ayude
ResponderEliminarjejeerjeje ahora es yunho quien se esconde wow jae despues de lo que paso se quedo en las nubes espero que yunho logre solucionar las cosas con su familia y que logre matar los demonios y pensamientos malos que tiene pensndo de que el tambien es mlo porque su padre es asi eso claro que no es verdad cada persona tienes sus ideales y no porque su padre fuese asi el tambien lo sera claro que no e verdad
ResponderEliminarBueno, ahora es turno de Jae ayudar a Yunho a que comprenda que él no es como su padre y si sus hermanos estan haciendo lo mismo que él es porque asi lo quieren y se les hace mas facil.
ResponderEliminarPero sé que Yunho no es asi y tu Jae se lo harás saber.
y ahora que demonios querra Siwon
No entiendo porque yunho se le corre a Jae???? Y el correo que mando siwon me trae una mala espina
ResponderEliminarno entiendo como a un hombre con las características del papa de Yunho no este en la cárcel.! como pueden dejarlo libre en la calle si tiene varias acusaciones! ¬¬
ResponderEliminary el hermano de yunho también que horror...
pobre yunho :'( que le habrá dicho el bastardo de su padre para que este tan afectado.. :'(
Siwon es un pesado
ResponderEliminarPobre Yunho como puede tener un padre asi
Jae tienes poblemas con Siwon y ahora tambien tiene que preocuparse por Yunho
Ahora Jaejoong será quien ayude a Yunho...Solo espero que Siwon no la fastidie más
ResponderEliminaren lugar de darle dinero a su papa y hermanos, debería pagarle a alguien para que desaparezca al papa y le de un buen escarmiento a los hermanos ¬¬` me alegra que jae haya tomado la iniciativa y vencido sus miedos, pero ahora yunho es el que se corre -_- y siwon que ya cansa....
ResponderEliminarEsa plaga maldita de Siwon de enserio que no se cansa nunca ¬¬ No va a estar feliz hasta fastidiar de nuevo la vida de Jae >:( Por otro lado... Ya llego el turno de Jae para ayudar a Yunho... Que sera que el padre de Yunho le dijo que lo trastorno tanto?? otra cosa... Como es que su padre desgraciado esta libre por ahí con todo lo que hizo????
ResponderEliminarLa buena noticia es que parece que Jae logro supera su trauma. La mala es que Yunho esta en el peor momento con los suyos ojalá Jae lo ayude y no lo deje sólo. Que vida querrá ahora Siwon ya me molesto ese hombre parece que no tiene vida
ResponderEliminarqué pesadito es el ex marido por Dios, yo que Jae le doy un buen patadón en las bolas y que desaparezca de una buena vez de su vida.
ResponderEliminarestos dos están tan enamorados( al yunjae digo) Yunho huye de Jae por temor a abrirse y que Jae se asuste de él. y Jae es tan amoroso y lo espera con tanta paciencia.
ojalá esto termine bien.
gracias
Pobre Yunho, que familia le ha tocado, pero ahí en cierta forma también tiene la culpa la madre por seguir solapado al padre y a ese otro hijo que salió igual al padre, y lo malo es de cómo afecta y afectará a Yunho si no los protege. Jae has dado un paso más para tu recuperación y otro para tu relación con Yunho por apoyarlo. Y ahora que quiere ese mugre de Siwon?
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞