viernes, 11 de abril de 2014

El diablo tiene ojos cafes: Capítulo 14

CAPÍTULO 14


Yo le había pedido al conserje que me avisase en cuanto viera llegar a Yunho. «Da igual la hora que sea», le había dicho. Si el portero lo encontró un poco raro, o se preguntó por qué yo no parecía esperar que Yunho contactara conmigo personalmente, no hizo ningún comentario al respecto.
Cuando puse el contestador, sólo tenía un par de llamadas sin mensaje, ambas de un número. Siwon. Yo había cortado cualquier clase de contacto con el resto de mis conocidos, la gente con la que había trabajado en el hotel, y las amistades de Siwon que me habían conocido. Siwon estaba furioso conmigo por haberlo rechazado, por no haber mostrado interés en recuperar la pulsera de la tía Yoo Sun. Por haber seguido adelante con mi vida. Esperé que ignorarlo haría que se diera por vencido. Si insistía en tratar de contactar conmigo, entonces me vería obligado a hacer algo al respecto. ¿Tal vez solicitar una orden de alejamiento?
Pero no había olvidado el cínico comentario de Yunho: «Una orden de alejamiento sólo funciona si te esposas a un poli.»
Me pregunté qué estaría haciendo Yunho en aquellos momentos, con qué clase de problema estaría lidiando. La tentación de llamarlo era tremenda, pero lo único que le faltaba al pobre era que su móvil empezara a sonar en el momento más inoportuno. Así que me di un baño bien largo y luego me puse unos pantalones de chándal y una camiseta que me venía grande, e intenté ver la tele. Probé suerte con un centenar de canales por cable, pero ninguno merecía la pena.
Me sumí en una especie de duermevela, los oídos alerta para captar cualquier sonido. Y entonces ocurrió: el teléfono sonó estridentemente una vez antes de que yo lo cogiera.
— ¿Sí?
—Joven Kim. El señor Jung acaba de cruzar el vestíbulo. Ahora mismo está subiendoen el ascensor.
—Perfecto. Gracias. —Miré el reloj y vi que faltaba poco para la una y media de la madrugada—. Por cierto, ¿parecía encontrarse bien? ¿Dijo algo?
—No, joven Kim, no dijo nada. Parecía... un poco cansado.
—Gracias.
—No hay de qué.
Colgué y me quedé sentado con el teléfono en el regazo, apremiándolo a que sonara. Pero el maldito cacharro permaneció mudo. Esperé hasta que estuve seguro de que Yunho había tenido tiempo de llegar a su apartamento, y entonces marqué su número. Me salió un mensaje grabado.
Me repantigué en el sofá y miré el techo con cansada impaciencia. Tenía que hacer algo, así que llamé al móvil de Yunho.
Otro mensaje grabado.
¿Qué estaba pasando? ¿Estaría bien Yunho?
—No pienses más en él —dije en voz alta—. Vete a la cama. Deja que lo consulte con la almohada. Ya llamará mañana cuando tenga ganas de hablar.
Pero ni siquiera prestaba atención a mi propia voz. Estaba demasiado preocupado por Yunho.
Estuve un cuarto de hora dando vueltas por mi apartamento, Y al final volví a llamar.
Nada.
—Mierda —mascullé, al tiempo que me frotaba los ojos con los puños medio apretados. Estaba tenso, cansado y nervioso. Sabía que no iba a poder pegar ojo hasta haberme asegurado de que Yunho se encontraba bien.
Sólo una llamadita a su puerta. Tal vez un abrazo. Tal vez unos mimos en la cama. No le pediría que hablara. Nada de presiones. Sólo quería que él supiera que yo estaba ahí en caso de que me necesitara.
Me calcé unos zapatos de suela dura, salí al pasillo y cogí el ascensor para subir al apartamento de Yunho. La atmósfera elegantemente aséptica del pasillo me pareció un poco fría. Con un estremecimiento, fui hasta su puerta y llamé al timbre.
Quietud. Silencio. Y entonces oí movimientos en el interior del apartamento. Esperé, esperé, y al final comprendí con un espasmo de incredulidad que Yunho no iba a abrirme. Una mueca de impaciencia me ensombreció el rostro. Bueno, pues tanto peor para él. Decidí que si no había más remedio, me quedaría plantado ante su puerta pulsando el timbre toda la noche.
Volví a apretar el botón.
De súbito se me ocurrió que Yunho podía no estar solo. ¿Qué otra razón podía haber para su obstinada negativa a verme? Pero no podía creer que él...
La puerta se abrió.
Tenía ante mí una versión de Yunho inédita hasta entonces. Su apartamento estaba casi a oscuras, con una tenue iluminación procedente de la sala de estar, donde el horizonte urbano derramaba una claridad artificial a través de los ventanales. Yunho vestía una camiseta blanca y vaqueros, e iba descalzo. Parecía enorme, oscuro y temible. Y olí en su aliento una vaharada agridulce de tequila barato, de ese al que recurres cuando quieres emborracharte deprisa, lo más a fondo posible.
Yo había visto beber a Yunho con anterioridad, pero nunca en exceso. Me había dicho que no le gustaba perder el control de sus actos. Lo que no había llegado a decirme, pero aun así entendí, era que no soportaba la idea de ser vulnerable, ya fuera física o emocionalmente.
Mis ojos fueron de su rostro envuelto en sombras al vasito vacío que tenía en la mano. Un estremecimiento me recorrió los hombros.
—Hola —conseguí decir, y la voz me salió como un jadeo ahogado—. Sólo quería confirmar que estabas bien.
—Estoy bien. —Me miró como si no nos conociéramos de nada—. Ahora no puedo hablar.
Empezó a cerrar la puerta, pero yo me colé. No me atrevía a dejarlo solo; no me gustaba nada la expresión extraña y vacía que había en sus ojos.
—Déjame prepararte algo para comer. Unos huevos con tostadas...
—Jae... —Hablar pareció exigirle un terrible esfuerzo de concentración—. No necesitocomida. Ni compañía.
— ¿No puedes contarme qué ha pasado? —Sin pararme a pensar en lo que hacía, extendí la mano para acariciarle el brazo, y él dio un paso atrás. Me quedé atónito. Era como si de pronto se hubieran cambiado las tornas, después de todas las veces que yo les había hecho eso mismo a otras personas, apartándome de ellas en un reflejo condicionado de miedo. Nunca me había parado a pensar en cómo podían haberse sentido aquellas personas—. Está bien —dije en voz baja—, me iré. Te lo prometo. Pero antes cuéntame qué ha pasado. En cuatro palabras, para que lo entienda.
Podía sentir la ira que irradiaba de él. El apartamento estaba demasiado oscuro para ver el café de sus ojos, pero brillaban con algo que rayaba en la malevolencia. Me pregunté nerviosamente adónde había ido a parar el verdadero Yunho. Tenía que haber sido reemplazado por un gemelo malvado.
—No sé cómo coño podrías entenderlo —dijo con voz pastosa—, si ni yo mismo lo entiendo.
—Yunho, vamos a la sala, al sofá —dije.
Él se quedó completamente inmóvil donde estaba, cortándome el paso.
—No te conviene, créeme.
— ¿Oh? —Me obligué a sonreír escépticamente—. ¿Qué hay ahí dentro a lo que deba tener tanto miedo?
—Yo.
Su respuesta me produjo un escalofrío de inquietud. Pero no me moví.
— ¿Qué has hecho esta noche? —insistí—. ¿Para qué te llamó tu madre?
Yunho bajó la cabeza. Tenía el pelo alborotado, como si se hubiera tirado de él repetidamente. Yo quería alisar aquellos mechones relucientes y acariciarle la tensa curva de su nuca. Anhelaba calmarlo, consolarlo de alguna manera. Pero lo único que podía hacer era esperar, con una paciencia que nunca ha sido mi fuerte.
—Me pidió que fuera a pagar la fianza de mi padre. Esta noche lo detuvieron por conducir borracho. Sabía que no le convenía llamarla, claro. Le he estado dando dinero durante los dos últimos años. Le pago para que se mantenga alejado de mamá y los chicos.
—Creía que tu padre estaba en la cárcel. Pero supongo que... ¿ya ha salido?
Yunho asintió, todavía sin mirarme. Su mano libre apretaba la jamba de la puerta. Se me revolvió el estómago cuando vi lo brutalmente fuertes que eran aquellos dedos.
— ¿Qué hizo —pregunté en voz baja— para acabar en la cárcel?
No estaba seguro de que fuera a responderme, pero lo hizo. A veces los secretos más celosamente guardados pueden salir a la luz sólo con que hagas la pregunta adecuada en el momento adecuado.
Yunho habló en el susurro carente de inflexiones de un criminal que ha acudido al confesionario. Supe que yo estaba oyendo cosas que nunca le había revelado a nadie.
—Le cayeron quince años por violación con agravantes. Mi padre es un violador en serie... Les hace cosas horribles a las mujeres... Nunca le concedieron la libertad condicional, sabían que no se había enmendado. Pero cumplió su condena y tuvieron que dejarlo salir. Volverá a hacerlo. No está en mis manos impedirlo. No puedo permanecer pendiente de él a cada segundo. Apenas si soy capaz de mantenerlo alejado de mi propia familia...
—No —dije con un hilo de voz—, tampoco tienes ninguna obligación de ser el guardián de tu padre. Mis hermanos están saliendo a él. Lo llevan en las venas, y ya se les nota. El mes pasado tuve que pagarle la fianza a mi hermano y darle una buena suma en efectivo a la familia de una chica, para que no presentaran cargos contra él...
—Eso no es culpa tuya —dije, pero Yunho no me escuchaba.
—Unos cabrones, eso es lo que somos todos. Basura blanca que...
—No.
Cada inhalación era como un chirrido en su garganta.
—Antes de que lo dejara alojado en un hotel esta noche, papá me dijo... —Se calló, con un estremecimiento que lo recorrió de arriba abajo. Vi lo mucho que le costaba tenerse en pie.
Dios, estaba tan borracho...
— ¿Qué te dijo tu padre? Cuéntamelo.
Él sacudió la cabeza y dio un paso atrás.
—Jae —dijo con voz gutural—. Vete de aquí. Si te quedas... no me siento capaz de controlarme. Me serviré de ti. Te haré daño, ¿entiendes? Vete ahora mismo.
No creía que Yunho fuera capaz de hacerme daño, ni a mí ni a ningun hombre, pero lo cierto era que ya no estaba del todo seguro. Verlo así me hacía pensar en una fiera que está sufriendo muchísimo, tanto que es capaz de hacer pedazos al primero que se le aproxime. Y el caso era que tampoco hacía tanto de mi divorcio. No me sentía con valor para quedarme. Todavía me estaba debatiendo con mi propia ira, mis propios miedos.
Pero hay ciertos momentos de la vida en que tienes que dar un paso al frente si no quieres dejar pasar la ocasión. Si Yunho era capaz de hacerme daño, no iba a tardar en averiguarlo.
La adrenalina pareció arder en mis venas. La sensación fue tan intensa que sentí que me daba vueltas la cabeza. «De acuerdo, capullo», pensé con una mezcla de furia, desesperación y amor. Fui presa de un amor absoluto y abrasador hacia Yunho, justo cuando más lo necesitaba y menos dispuesto estaba a aceptarlo él.
Me adentré en la oscuridad y cerré la puerta detrás de mí. Yunho vino a mi encuentro apenas sonó el chasquido de la cerradura. Oí el ruido que hizo el vasito cuando lo dejó caer al suelo. Me vi agarrado, obligado a girar bruscamente y aplastado contra la puerta por un macho que respiraba con jadeos entrecortados. Yunho estaba temblando, boqueando como si se ahogara mientras me apretaba con fuerza. Me besó con un ardor devastador, lascivamente y en toda la boca, y luego continuó besándome durante muchos minutos hasta que los estremecimientos fueron cesando y sentí que su erección me apretaba la ingle. Todas las emociones que se agolpaban en su interior, ira, pena, repugnancia hacia sí mismo, necesidad, acababan de encontrar una válvula de escape en el deseo salvaje.
Me sacó la camiseta de un tirón y la lanzó a un lado. Mientras él se quitaba la suya, fui dando traspiés hacia la sala, no porque quisiera alejarme de Yunho sino en un intento de encontrar algún sitio que fuera más cómodo que el suelo de la entrada. Oí un gruñido posesivo a espaldas mías, y me vi súbitamente agarrado por detrás.
Yunho me empujó hacia el respaldo del sofá, inclinándome hacia delante. Me bajó los pantalones del chándal. Sentí que se me ponía la carne de gallina, y el pánico fue como un bloque de hielo en mi estómago. Aquello se parecía tanto a lo que me había hecho Siwon... Otra regresión al pasado se mantenía al acecho, a la espera de hacer presa en mí. Pero apreté los dientes y planté los pies en el suelo, tensando todos los músculos.
Cuando Yunho se me puso detrás, sentí el contacto de una piel tan caliente que parecía quemar y, una fracción de segundo después, el roce de su miembro viril contra mis nalgas. Me pregunté si estaría demasiado fuera de sí para recordar que me asustaba hacerlo de aquella manera, que era precisamente así como me habían violado. Pensé que quizá lo estaba haciendo a propósito, para castigarme, para hacer que lo odiara. Entonces sentí que una mano corría por la rígida superficie de mi espalda, y oí cómo su respiración cambiaba súbitamente.
—Sigue, maldito seas —dije. Se me quebró la voz—. Vamos, hazlo.
Pero Yunho se mantuvo inmóvil salvo por la mano que me había puesto en la espalda. Su palma subió y bajó lentamente por ella, y luego fue alrededor de mi cintura hasta mi estómago. Se inclinó un poco más y me rodeó el. Luego sentí su boca sobre los hombros, en la espalda, y me besó entre gemidos mientras sus dedos iban trabajando más abajo. Empecé a respirar con jadeos entrecortados y sentí que mi cuerpo se relajaba, rindiéndose a su contacto. Imaginé la mano de Yunho. Y recordarlo me humedeció el sexo, en una respuesta incontenible al contacto, el olor y el calor que tan familiares habían llegado a serme.
—Hazlo —repetí, sin dejar de jadear.
Él pareció no oírme, concentrado en acariciarme el miembro. Sus piernas se deslizaron entre las mías, haciendo que mi postura inclinada hacia delante se volviera más pronunciada.
Los últimos vestigios de miedo se evaporaron de golpe. Eché las caderas atrás, y me estremecí al sentir el rígido y turgente miembro. Pero en lugar de darme lo que yo anhelaba, se limitó a restregarlo contra mí con una torturante lentitud, hasta que me encontré arañando el terciopelo del sofá, la respiración convertida en un jadeo entrecortado.
La oscuridad nos envolvió, fresca y reconfortante, mientras Yunho centraba el cuerpo detrás de mí. Gimoteé, todo mi ser concentrado en el punto donde sentía la presión de su virilidad desbocada, mi miembro temblando lleno de húmeda expectación.
Entonces me penetró y me corrí al sentir el inmenso placer de ser empalado, y su miembro se abrió paso dentro de mí mientras su mano seguía sobre mi sexo, acariciando y acariciando. Me inclinó poco a poco hasta dejarme arrodillado en el suelo, la espalda contra su pecho. Incliné la cabeza hacia atrás hasta que mi nuca encontró su hombro. Un instante después fui levantado e incorporado, gimiendo al compás de las profundas embestidas hasta que el goce se hizo incontenible y se propagó por todo mi cuerpo para inundarme con una nueva oleada de calor.
Yunho me dejó descansar un rato sobre sus muslos, los brazos alrededor de mi cuerpo. Cuando la respiración se me hubo normalizado un poco, me llevó al dormitorio. La firmeza con que me tenía cogido de la mano dejaba muy claro que se sentía más dominador que nunca. Y eso resultaba primitivo e incluso un poco amenazador, pero al mismo tiempo hacía que me sintiera increíblemente excitado, cosa que me asombró. Tendría que determinar a qué podía deberse aquella reacción por mi parte... Necesitaba entenderlo... pero ahora no podía pensar, con Yunho apremiándome. Se arrodilló sobre la cama y pasó los brazos por debajo de mi trasero para levantarme las caderas del colchón.
Fui penetrado con una lenta embestida, mientras una mano avanzaba hacia el triángulo entre mis muslos. Los movimientos de su miembro, mientras me sujetaba erguido con sus brazos, crearon una nueva oleada de sensaciones que crecieron incontroladamente. Cuando alcancé el clímax, Yunho me empujó para tenderme sobre el colchón, los brazos y las piernas extendidos, y entonces se corrió en mi interior con un violento palpitar. Curvé los brazos en torno a él, deleitándome con la sensación de su cuerpo estremeciéndose sobre el mío.
Con un jadeo ahogado, se tendió a mi lado y quedamos de costado. Pronunció mi nombre en un murmullo entrecortado. Luego me mantuvo abrazado durante largo rato sin decir palabra. Sus manos me apretaban el cuerpo a intervalos irregulares, como empeñadas en amoldarlo a los contornos del suyo.
Apoyé la cabeza en el hueco de su brazo y dormí un rato. Aún estaba oscuro cuando desperté. La tensión que percibí en el cuerpo de Yunho me dijo que él también estaba despierto. Me mecí lentamente contra el insistente palpitar de su erección, sintiendo que me encendía más con cada vaivén. La boca de Yunho fue hacia mi cuello y mi hombro, besando la suave piel, saboreándola y acariciándola con los labios.
Le empujé los hombros y él se dejó caer hacia atrás, permitiendo que me pusiera encima. Cerré la mano alrededor de su sexo, lo puse vertical y me dejé caer lentamente sobre él. Oí el tenue siseo de su aliento a través de los dientes. Luego me sostuvo las caderas con las manos, dejando que fuera encontrando mi propio ritmo. Ahora me pertenecía por completo... Lo supe, lo sentí en ese momento de rendición masculina. Estaba montándolo, dándole placer, y él gemía y arqueaba las caderas para recibir cada nuevo descenso de mi cuerpo. Sus manos subieron por mis muslos en dirección al centro de mi sexo y lo acarició hasta que me corrí, y eso hizo que él también llegara al clímax. Se envaró debajo de mí, en el momento culminante del placer. Me puso la mano detrás de la nuca y tiró suavemente de mí para que lo besara. Un beso apremiante, sazonado por la desesperación.
—No te preocupes —susurré después en el silencio del dormitorio, porque quería consolarlo de alguna forma—. No pasa nada. Todo está bien.
Ya era casi mediodía cuando desperté. La sábana y la colcha habían sido extendidas con mucho cuidado sobre mí, y la ropa que había tirado al suelo la noche anterior estaba pulcramente extendida sobre el respaldo de una silla. Llamé a Yunho con voz adormilada, porque quería que volviera a la cama. Pero cuando sólo me respondió el silencio, comprendí que se había marchado del apartamento.
Me puse boca abajo, con una mueca de incomodidad cuando noté leves tirones y molestias en los músculos. Una sonrisa avergonzada se extendió por mis labios mientras recordaba la noche anterior. Podría haber pensado que sólo había sido un largo sueño erótico, si no fuera porque mi cuerpo me estaba haciendo saber que había sucedido realmente.
Me sentía curiosamente ligero y exultante, casi ebrio de felicidad.
La noche anterior había sido diferente de todo cuanto había experimentado yo antes. Sexo a un nuevo nivel más profundo, más intenso, que me abría tanto emocional como físicamente. Y había afectado a Yunho de la misma manera que me afectó a mí, cosa que probablemente le habría dejado asustadísimo.
Comprendí que Siwon siempre había considerado el sexo una especie de acto de anexión. Para él yo nunca había sido una persona, ciertamente no alguien cuyos pensamientos o sentimientos tuvieran importancia. Lo que significaba que cuando Siwon practicaba el sexo conmigo, en realidad era una forma de masturbación.
Mientras que Yunho, incluso en el desenfreno de su deseo, le había hecho el amor a mi mente y a mi cuerpo, a mí. Y me había dejado pasar a través de sus defensas, por muy involuntariamente que lo hubiese hecho.
Yo ya no creía en las almas gemelas, o en el amor a primera vista. Pero estaba empezando a creer que en ciertos momentos muy especiales de la vida, si tenías suerte, podías conocer a la persona adecuada para ti. No porque esa persona ni tú fuesen perfectos, sino porque la combinación de los defectos de ambos creaba una estructura especial que permitía que esos dos seres encajaran el uno en el otro.
Con Yunho nunca sería fácil mantener una relación. Era complejo, terco y un poco atormentado. Pero yo adoraba esas «cualidades» suyas. Estaba más que dispuesto a aceptarlo tal como era. Y daba gracias al cielo de que él también pareciera dispuesto a aceptarme tal como era.
Bostecé, fui al cuarto de baño, encontré su albornoz y me lo puse. La cafetera estaba lista para ser utilizada en la cocina, con una taza y una cuchara limpias al lado. Apreté un botón, y el silencio quedó roto por el alegre gorgoteo del café goteando de la espita.
Cogí el teléfono fijo y marqué el número de su móvil.
No hubo respuesta.
Colgué.
—Cobarde —dije sin mayor vehemencia—. Puedes correr todo lo que quieras, Jung Yunho, pero no pienses que podrás esconderte eternamente.
Pero Yunho se las arregló para rehuirme durante todo el sábado. Y aunque me moría de ganas de hablar con él, mi orgullo me impedía correrle detrás como un quinceañero loco de amor. Así que le dejé un par de mensajes intrascendentes en el contestador y decidí esperar a que se dignara aparecer.

Mientras esperaba, recibí un correo electrónico de Siwon.

14 comentarios:

  1. primero yunho lo ayudo a salir de el poso negro donde se encontraba jae ahora es el turno de jae ayudar a yunho y sacarlo del hueco donde se refugia de los temores que tiene a ser un violador que no lo creo que sea su caso el es diferente a su padre y sus hermanos y ahora el siwon de nuevo fregando este no entiende o que le pasa a de querer que le den una paliza para que deje en paz a jae

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  2. omo se pone tan interesante....
    Jae tiene mucha razon cuando dice:
    "Yo ya no creía en las almas gemelas, o en el amor a primera vista. Pero estaba empezando a creer que en ciertos momentos muy especiales de la vida, si tenías suerte, podías conocer a la persona adecuada para ti. No porque esa persona ni tú fuesen perfectos, sino porque la combinación de los defectos de ambos creaba una estructura especial que permitía que esos dos seres encajaran el uno en el otro"

    No existen las parejas que sean perfectas ino que ambos se complementan bien y eso les permite estar juntos amandose....

    Ahora es el turno de jae de ayudar a Yunho a superar sus demonios del pasado, con sua yuda Yunho puede salir adelante como el lo hizo :) a segur leyendo ...

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  3. Todos tienen sus propios demonios, pero el hecho de que Yunho tenga un mal padre ni significa que él sea igual. Imagino que eso es lo que lo tortura. Ojalá Jaejoong lo ayude

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  4. jejeerjeje ahora es yunho quien se esconde wow jae despues de lo que paso se quedo en las nubes espero que yunho logre solucionar las cosas con su familia y que logre matar los demonios y pensamientos malos que tiene pensndo de que el tambien es mlo porque su padre es asi eso claro que no es verdad cada persona tienes sus ideales y no porque su padre fuese asi el tambien lo sera claro que no e verdad

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  5. Bueno, ahora es turno de Jae ayudar a Yunho a que comprenda que él no es como su padre y si sus hermanos estan haciendo lo mismo que él es porque asi lo quieren y se les hace mas facil.

    Pero sé que Yunho no es asi y tu Jae se lo harás saber.

    y ahora que demonios querra Siwon

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  6. No entiendo porque yunho se le corre a Jae???? Y el correo que mando siwon me trae una mala espina

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  7. no entiendo como a un hombre con las características del papa de Yunho no este en la cárcel.! como pueden dejarlo libre en la calle si tiene varias acusaciones! ¬¬
    y el hermano de yunho también que horror...
    pobre yunho :'( que le habrá dicho el bastardo de su padre para que este tan afectado.. :'(

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  8. Siwon es un pesado
    Pobre Yunho como puede tener un padre asi
    Jae tienes poblemas con Siwon y ahora tambien tiene que preocuparse por Yunho

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  9. Ahora Jaejoong será quien ayude a Yunho...Solo espero que Siwon no la fastidie más

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  10. en lugar de darle dinero a su papa y hermanos, debería pagarle a alguien para que desaparezca al papa y le de un buen escarmiento a los hermanos ¬¬` me alegra que jae haya tomado la iniciativa y vencido sus miedos, pero ahora yunho es el que se corre -_- y siwon que ya cansa....

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  11. Esa plaga maldita de Siwon de enserio que no se cansa nunca ¬¬ No va a estar feliz hasta fastidiar de nuevo la vida de Jae >:( Por otro lado... Ya llego el turno de Jae para ayudar a Yunho... Que sera que el padre de Yunho le dijo que lo trastorno tanto?? otra cosa... Como es que su padre desgraciado esta libre por ahí con todo lo que hizo????

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  12. La buena noticia es que parece que Jae logro supera su trauma. La mala es que Yunho esta en el peor momento con los suyos ojalá Jae lo ayude y no lo deje sólo. Que vida querrá ahora Siwon ya me molesto ese hombre parece que no tiene vida

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  13. qué pesadito es el ex marido por Dios, yo que Jae le doy un buen patadón en las bolas y que desaparezca de una buena vez de su vida.
    estos dos están tan enamorados( al yunjae digo) Yunho huye de Jae por temor a abrirse y que Jae se asuste de él. y Jae es tan amoroso y lo espera con tanta paciencia.
    ojalá esto termine bien.
    gracias

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  14. Pobre Yunho, que familia le ha tocado, pero ahí en cierta forma también tiene la culpa la madre por seguir solapado al padre y a ese otro hijo que salió igual al padre, y lo malo es de cómo afecta y afectará a Yunho si no los protege. Jae has dado un paso más para tu recuperación y otro para tu relación con Yunho por apoyarlo. Y ahora que quiere ese mugre de Siwon?

    Gracias!!! 💗💕💞

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