CAPÍTULO 7
Kang Moo Kyul me
lanzó una mirada que yo ya conocía muy bien, la que decía que no quería que lo
interrumpieran. Pero habló en un tono de lo más afable.
— ¡Jaejoong, qué
alegría verte aquí! ¿Te estás divirtiendo?
—No tengo palabras
para describir lo mucho que me estoy divirtiendo —dije. De todas las personas
con las que podía ocurrírsele entablar conversación a Yunho, había tenido que
elegir precisamente a mi demonio de jefe. Estaba claro que el destino se había
empeñado en que aquella noche resultara un desastre.
Yunho dejó su vaso en
la barra.
—Jae...
—Hola, señor Jung
—dije en un tono frío—. Que lo pasen bien. Ya me iba.
Sin darles ocasión
para que pudieran reaccionar, di media vuelta y empecé a abrirme paso entre el
gentío. Mareado y lívido de furia, admití que mi familia tenía toda la razón
del mundo acerca de Yunho. Aquel hombre significaba problemas, y yo ya tenía
bastantes sin él.
Llevaba recorrida la
mitad de la distancia que me separaba de la salida cuando lo sentí detrás de
mí, y su mano me tocó el brazo.
Me envaré y giré
rápidamente hacia él. Su rostro lucía una expresión pétrea.
—Vuelve con Moo Kyul
—le dije—. Como a mi jefe se le ocurra pensar que me he hecho contigo cuando él
ya te tenía a tiro, pasaré la semana que viene limpiando los lavabos del departamento.
—No estaba con tu
jefe. Estaba tomando una copa. ¿O es que se suponía que tenía que esperar solo
en un rincón mientras ustedes dilucidaban qué opinión les merezco?
—En un rincón no
—murmuré lanzándole una mirada asesina—. Pero al menos podrías haber tenido la
decencia de dejar pasar cinco minutos antes de buscarte un reemplazo.
—Moo Kyul no era
ningún reemplazo. Te estaba esperando a ti. Y has tardado mucho más de cinco minutos
en decidir si querías bailar conmigo. No pienso aguantar esa clase de
cabronadas ni de ti ni de tu familia, Jaejoong.
—Después de las cosas
que nos has hecho en el pasado, ¿qué esperabas? ¿Flores y un desfile de honor?
Mis hermanos tienen todo el derecho del mundo a desconfiar de tus motivos.
— ¿Y tú qué piensas?
¿Cuáles crees que son mis motivos?
—No creo que quieras
que responda a eso en público.
—Entonces iremos a
algún sitio donde podamos hablar en privado —dijo él apretando los dientes—.
Porque no pienso salir de aquí sin haber obtenido una respuesta, por Dios.
—Perfecto. —La mente
se me quedó en blanco, paralizado por un ataque de pánico, cuando sentí que me
agarraba de la muñeca. La última vez que me las había visto con un hombre
furioso había acabado en el hospital. Pero la presa de Yunho, con todo lo firme
que era, no me hacía ningún daño. Me obligué a relajarme y a ir con él mientras
me guiaba a través del gentío.
Una cantante
interpretaba Summertime, y la triste melodía flotaba en el aire como oscuras volutas
de humo alrededor de nosotros.
Estaba tan aturdido
que apenas si me enteré de que salíamos por la puerta y nos abríamos paso entre
el gentío del vestíbulo. Llegamos a unas puertas, donde nos vimos obligados a detenernos
ante alguien que se interpuso en nuestro camino. Era Yoochun. Un resplandor
iluminó sus ojos cuando nos escrutó en un rápido repaso general que no pasó por
alto ningún detalle, incluido el hecho de que Yunho me tenía agarrado por la
muñeca.
— ¿Me necesitas?
—preguntó sin levantar la voz.
Yunho lo miró como si
fuera a matarlo en cualquier momento.
—Se encuentra
perfectamente —dijo.
Mi hermano hizo como
si no lo oyera y no dejó de mirarme. Se lo agradecí inmensamente, porque sabía
lo difícil que tenía que resultar para él dejarme marchar con un hombre al que despreciaba.
Pero Yoochun sabía que eso me correspondía decidirlo a mí. Él estaba allí sólo
para ofrecerme ayuda en caso de que la necesitara.
—No pasa nada —le
dije—. No necesito nada.
Mi hermano asintió,
aunque era evidente que quería intervenir. Cuando nos fuimos, me miró con una
cara como si me estuviera viendo ir con el mismísimo Lucifer. Temía por mí. Mi
hermano no confiaba en Jung Yunho.
Bien mirado, yo
tampoco.
Yunho me condujo por
las puertas, doblamos una esquina, adentrándonos en el edificio hasta que
finalmente nos detuvimos en el pozo de lo que parecía una escalera de
mantenimiento, un espacio que olía a cemento y metal y oscuridad un poco
mohosa. Había silencio, roto únicamente por un tenue sonido de goteras y
nuestras respiraciones entrecortadas. Una luz en algún lugar de arriba
proyectaba una incierta fluorescencia sobre nosotros.
Yunho se encaró
conmigo, enorme y oscuro contra un fondo de cemento.
—Ahora —dijo
bruscamente—, cuéntame eso que no querías decir ahí dentro.
Así que se lo dije.
—Pienso que si yo no
fuera un Kim, no te dignarías a decirme ni la hora. Pienso que quieres hacerle
pagar caro a mi hermano Yoochun que se quedara con Junsu, y has decidido que la
mejor manera es acostándote con su hermano. Pienso que tienes tantos motivos
ocultos que ni siquiera tú te acuerdas de todos. Pienso que...
Me interrumpí con un
jadeo ahogado cuando él me agarró. Una sensación muy extraña vibró en mi
interior, una mezcla de ira y miedo e, increíblemente, pura excitación sexual.
—Estás muy equivocado
—masculló, el acento más marcado que nunca y la voz ensombrecida por el
desdén—. No soy tan complicado, Jaejoong. La verdad es que no he dejado de
desearte desde que te conocí en aquella maldita bodega de vinos. Porque esos
cinco minutos me hicieron sentirme más vivo de lo que me he sentido nunca con
ningún hombre antes o después. No hay ningún plan secreto contra tu familia, Jaejoong.
No hay motivos ocultos. Pura y simplemente, lo único que quiero es follarte hasta
dejarte exhausto.
Me lo quedé mirando
con una mueca de perplejidad ofendida. Antes de que hubiera tenido tiempo de
pronunciar dos sílabas coherentes, Yunho me besó. Lo aparté con las manos y su
boca musitó algo que sonó obsceno, pero no pude llegar a oírlo del todo porque
el pulso me palpitaba ruidosamente en los oídos.
Me tomó la cabeza
entre las manos, curvando los dedos alrededor de mi cráneo, y sus labios volvieron
a encontrar los míos. Su sabor y calor me resultaron insoportablemente
deliciosos cuando su lengua se adentró en mi boca. El placer despertó a través
de mi cuerpo y fue como si mi anhelo colisionara con otro anhelo igual de
intenso, creando una súbita deflagración. Me abrí a él, temblando con una
violencia que apenas me dejaba tenerme en pie. El brazo de Yunho me rodeó, escudando
mi espalda de la fría presión del cemento, mientras su otra mano descendía suavemente
por mi torso. Le devolví el beso, lamiéndole el interior de la boca tal como
estaba haciendo él con la mía. Las sensaciones eran demasiado intensas y supe
que estaba a punto de perder el control.
La boca de Yunho se
apartó de la mía y me exploró un lado del cuello. El roce de su mandíbula
afeitada produjo descargas de deleite que sentí estallar en mi vientre. Le oí
murmurar que ya que había estudiado en una universidad elegante al menos
debería notar cuándo un hombre quería acostarse conmigo. Sólo que él lo expresó
con mucha más crudeza.
—No soy ningún
caballero —dijo después, estrechándome hasta que sentí el fuego de su aliento en
la piel—. No puedo conquistarte con palabras hermosas o modales elegantes. Lo
único que puedo decirte es que te deseo más de lo que he deseado a ningún hombre
en mi vida. Sería capaz de infringir cualquier ley con tal de poseerte. Si
hubieras venido conmigo la noche en que nos conocimos, te habría llevado y te
habría tenido durante una semana. Y me habría asegurado de que nunca quisieras
marcharte.
Cuando el brazo que
me había pasado por la espalda se tensó para arquear mi torso hacia arriba,
reparé en que había logrados desnudarme el pecho. Yunho ciñó con la mano uno y
su pulgar acarició el pezón hasta dejarlo erecto, y entonces se inclinó para
tocarlo con la lengua. Di un grito ahogado mientras él besaba el pezón erecto y
cerraba la boca sobre la tensa carne. Sus labios tiraron rítmicamente de ella,
y sentí que oleadas de placer fluían a través de mi cuerpo cuando alternó cada
suave tirón con un lametón. Apreté su cabeza contra mi pecho y sentí un escozor
de lágrimas en los ojos, tan deliciosa era la sensación.
Él levantó la cabeza
y su boca volvió a descender sobre la mía, en un beso voluptuoso y embriagador.
—Acuéstate conmigo
—murmuró—. Lo haremos como tú quieras... despacio, con pasión, tiernamente, por
etapas... Qué demonios, incluso trataré de comportarme como un caballero, si es
eso lo que te excita. ¿Piensas que quiero acostarme contigo porque eres un Kim?
Ojalá no fueras un maldito Kim. Llevan toda la vida menospreciándome.
—Yo nunca te he menospreciado
—protesté, estremecido por la frustración y el deseo—. Si me conocieras un
poco, no pensarías eso.
— ¿Entonces cuál es
el problema? —gruñó—. ¿Tu ex marido? ¿Aún sientes algo por él?
—No. —Puse las manos
sobre las solapas de su esmoquin, y apreté la suave tela.
—Dime que no me
deseas. Dímelo, y te dejaré en paz.
— ¡Pero es que esto
no se me da nada bien! —casi grité—. Por Dios, ¿acaso no resulta evidente? Siwon
es el único hombre con el que me he acostado. No puedo fingir que sólo se trata
de pasar un buen rato.
Nunca había tenido
intención de admitirlo. Pero no podía más, me había quedado sindefensas y temía
no poder soportar que me hicieran daño del modo en que iba a hacérmelo Yunho. La
excitación, el miedo y la pena se me entremezclaban. Yunho se quedó inmóvil. En
un momento devastador, todo cambió. Rodeándome la nuca con la mano, me obligó a
levantar la cara percibía el café de sus ojos incluso en la oscuridad, mientras
me miraba fijamente. Entonces la presa con que me tenía sujeto fue aflojándose
poco a poco, volviéndose protectora, y me acarició la carne de gallina del
brazo con la mano libre. Comprendí que estaba atónito. No se le había ocurrido
que yo pudiera ser novato en aquella clase de juego.
—Jaejoong... —La
nueva suavidad que oí en su voz hizo que me estremeciera aún más—. Te juro que no
lo sabía. Pensaba que...
— ¿Que soy un ricachon
malcriado? ¿Un esnob que...?
—Calla.
—Pero es que yo...
—Calla.
Guardé silencio y
dejé que me abrazara. Fui engullido en su abrazo, estrujado contra aquel pecho
tan duro. Una parte de mí quería salir huyendo, pero otra anhelaba aquello, que
me abrazaran, que me tocaran. Yunho me acarició el pelo, pasándome suavemente
las yemas de los dedos por el cuero cabelludo. Sentí que algo cedía dentro de
mí, como si una tensión interior empezara a disolverse.
Por un instante ambos
nos tambaleamos, como si la sensación fuera una corriente marina que tirase de
nuestros cuerpos. Yunho me rozó el cuello con los labios. Me acomode para encontrar
su boca, y él me dio lo que quería, besándome con lenta avidez hasta que me
sentí mareado. El brazo con que me rodeaba era firme, su fuerza extrañamente
reconfortante con la mano libre, metió los dedos entre los pliegues de mi pantalón
que se habían soltado y fue bajándolo con lentitud.
Di un brinco cuando
su mano se posó sobre mi cadera desnuda. Yunho me besó el cuello y dijo cosas
que sólo oí a medias, palabras cariñosas y delicadas promesas, que me ayudaron
a relajarme mientras él me separaba los muslos. Luego me tocó con delicadeza y
sentí cómo la yema de uno de sus dedos me abría poco a poco, moviéndose en
círculos cada vez más pequeños hasta que acabó llegando al centro. Me estremecí
mientras él acariciaba ese punto palpitante, una y otra vez, y cada vez que la
callosidad de su dedo cruzaba mi húmedo miembro, un grito de placer me subía
por la garganta.
Me derretí sobre él,
gimiendo, mientras la necesidad de hacerlo, de ser colmado, palpitaba por todo
mi cuerpo. Volví mi boca hacia la suya y dejé que me besara hasta tan adentro
como quisiera, acogiendo con deleite la agresiva acometida de su lengua. Su
mano se apartó de mí, buscó la cremallera de su pantalón... y entonces fue
cuando sobrevino el desastre.
En cuanto sentí la
primera presión de aquel miembro tan enorme y duro, todo el placer desapareció.
Sencillamente se evaporó. De pronto lo único que pude ver, oír, sentir, fue
aquella última vez con Siwon, las punzadas de dolor que me desgarraban por
dentro, las brutales acometidas mitigadas únicamente por el lubricante de mi
propia sangre. Un acceso de náuseas me revolvió el estómago y el cuerpo
masculino que se apretaba contra el mío se tornó repugnante, su peso
insoportable, y empecé a debatirme desesperadamente sin pensar.
—No —jadeé,
apartándolo con las manos mientras me retorcía—. ¡No! No quiero hacerlo. No puedo.
Yo... —Mi voz estaba a punto de convertirse en un alarido, y me obligué a
callar mordiéndome el labio.
— ¿Qué pasa?
—preguntó Yunho con voz ronca.
Yo estaba temblando,
lleno de hostilidad, con cada célula de mi cuerpo dispuesto a entrar en acción
para salvarme.
— ¡Quiero estar solo!
—espeté—. No me toques. —Traté de ponerme bien la ropa, pero se me escurría
entre los dedos.
—Jae... —Le temblaba
la voz—. ¿Te he hecho daño? ¿Qué te pasa?
—No me gusta follar
en lugares públicos —dije fríamente, yendo hacia la puerta. Si volvía a tocarme,
me vendría abajo... Enloquecería—. Y no me gusta que me agobien.
— ¿Quién te agobia?
Tú tenías tantas ganas como yo.
—Lo que pasa es que
te crees irresistible, Yunho.
Él me lanzó una
mirada iracunda. Por un momento temí que iba a perder los estribos, pero logró
controlarse y empezó a ponerse la ropa. Cuando volvió a hablar, fue en voz baja
y controlada.
—Hay una palabra, Jae,
para un hombre que hace lo que estás haciendo tú ahora.
—Oh, estoy seguro de
que tienes un vocabulario de lo más interesante —dije—. Quizá deberías ir a
recitárselo a algún hombre que esté interesado en oírlo.
Y antes de que él
pudiera replicar, huí del pozo de aquella escalera como un recluso que se fuga
de la cárcel.
Sin saber muy bien
cómo, encontré el camino de vuelta al teatro, entre las risas y el ruido de
gente que bailaba. Ahora era consciente de todo lo que iba mal en mí, de que
era incapaz de algo tan normal como practicar el sexo con un hombre que me
atraía, y eso me aterraba. Y además me sentía humillado por mi comportamiento
de hacía unos instantes. Yunho tendría que estar pensando que yo era una
calientabraguetas, una zorra que iba por ahí provocando a los hombres para
luego echarse atrás en el último momento. A partir de ahora no querría verme ni
en pintura. Pensarlo me proporcionó cierto alivio, pero al mismo tiempo me
provocó ganas de llorar.
Seung estaba hablando
con alguien en el bar, observando el gentío como si tal cosa, cuando me vio
entrar. Vino hacia mí, la mirada centrada en mi rostro pálido y mis labios
hinchados por los besos de Yunho.
—Parece como si
acabaras de cepillarte a los Dallas Cowboys —dijo—. A todo el equipo, suplentes
incluidos.
—Por favor, ¿podrías
pedirme un taxi? —murmuré.
Un destello de
preocupación brilló en sus ojos.
—Te llevaré a casa,
cariño. Espera, apóyate en mí.
Pero yo me encogí
cuando trató de pasarme el brazo por los hombros.
—Vale, vale — dijo Seung
sin inmutarse, como si no se hubiera percatado de mi extraña reacción—. ¿Por
qué no me coges del brazo y salimos por la puerta lateral?
Me llevó al
departamento en su BMW cupé, sin hacerme ninguna pregunta, manteniendo un cómodo
silencio hasta que llegamos. Seung lo había decorado
con
una ecléctica mezcla de mobiliario de anticuario y un par de los muebles que no
había llegado a utilizar en otros encargos. Los blancos y cremas quedaban
equilibrados por los tonos oscuros de la madera. Y Seung había añadido unos
cuantos toques personales, como cubrir el panel interior de la entrada con una
antigua pantalla de bambú que mostraba a una bailarina hawaiana.
Viendo mi expresión
abatida, Seung cogió el cubrecama de felpilla verde que adornaba mi sofá y me
envolvió con él. Me acurruqué en una esquina del sofá, recogiendo los pies para
dejarle sitio.
—Debe de haber sido
un baile de los que marcan época —dijo Seung mientras se desataba la pajarita.
Dejó que le colgara a los lados del cuello, y se acomodó en el sofá con su
habitual gracia felina—. ¿Qué pasó?
—No llegamos a bailar
— dije como atontado.
— ¿Oh?
—Me llevó a un rincón
oscuro. El pozo de una escalera de mantenimiento.
—Sólo para que me
haga una idea de cómo las gasta ese tío, cuéntame... ¿Estuvo bien?
Sentí que me
sonrojaba.
— ¿Tanto? —preguntó Seung.
Solté una carcajada
temblorosa. No estaba seguro de si sería capaz de expresarlo con palabras.
— ¿Sabes cuando
alguien te besa y notas que sólo es un preliminar antes de pasar al plato fuerte?
¿Como si sólo quisieran cubrir el expediente? Bueno, pues Yunho besa como si
fuese lo único que quisiera hacer en el mundo. Cada beso es un acto sexual
completo. —Cerré los ojos por un instante, recordando—. Y te toma la cara entre
las manos mientras te besa.
—Mmmm, adoro que
hagan eso. Y entonces alguno de tus hermanos los pilló con las manos en la
masa, ¿verdad?
—No; fui yo. Se me
cruzaron los cables en pleno beso.
Hubo un largo
silencio.
— ¿Cómo que se te
cruzaron los cables? ¿Qué...? Jae, baja las manos y mírame. Soy Seung. Cuéntamelo.
—Me asusté.
Muchísimo, no te puedes imaginar cuánto. Lo aparté de un empujón y escapé de allí.
— ¿Qué fue lo que te
asustó?
—Sentí su... Ya
sabes, su...
Seung me lanzó una
mirada sardónica mientras yo intentaba dar con un eufemismo.
— ¿Erección?
—sugirió—. ¿Aparato? ¿Tranca? Venga, Jae, que ya no somos críos.
—Las erecciones no
son un tema habitual en mis conversaciones —dije, poniéndome a la defensiva.
—Lástima —dijo él—.
Las mejores conversaciones siempre las incluyen. Continúa, cariño.
Respiré hondo.
—Mientras nos
estábamos besando, sentí su erección, y mi deseo simplemente se volatilizó. Puf.
Después de haber pasado lo que tuve que pasar con Siwon, sentir eso tiene
muchas connotaciones negativas para mí.
— ¿Qué pasó
exactamente con Siwon? —Preguntó él sin levantar la voz—. Nunca me lo has contado.
Aunque confieso que he tenido mis sospechas al respecto.
—La noche que lo
dejé... —evité mirarlo a la cara mientras me obligaba a decirlo en voz alta—,
antes lo hicimos en plan salvaje.
— ¿Lo hicieron en
plan salvaje? ¿O te violó?
—No lo sé —murmuré,
más avergonzado que nunca—. Quiero decir que, bueno, estábamos casados. Pero yo
no quería hacerlo y él me obligó, así que supongo...
—Fue una violación
—dijo él rotundamente—. Da igual si estaban casados o no. Si tú no quieres
hacerlo y alguien te obliga a que lo hagas, es violación. Joder, no sabes
cuánto me alegraría matar a ese bastardo. —Una furia que nunca había visto
antes en él ensombreció el rostro de Seung. Pero cuando me miró, su expresión
cambió—. Jae, cariño… tú sabes que si un hombre está dispuesto, excitado, no le
va a doler. Especialmente si el hombre sabe lo que se hace, algo de lo que no
me cabe la menor duda en el caso de Yunho.
—Sí, pero aunque mi
mente lo sabe, mi cuerpo no. Así que en cuanto sentí aquella cosa tan enorme
contra la ingle, caí preso del pánico. Te juro que me entraron náuseas. Dios.
—Tensé el cubrecama verde alrededor de mi cuerpo, envolviéndome como si fuera
un capullo protector.
— ¿Has hablado de
esto con la terapeuta?
Sacudí la cabeza.
—Todavía estamos
trabajando mi capacidad para marcar los límites. Y se va a tomar dos semanas de
vacaciones, así que tendré que esperar a que regrese a la consulta para que me
ayude con esto.
— ¿El sexo no es una
cuestión de límites?
—Digamos que
últimamente he tenido que atender asuntos más importantes que el sexo — dije
con voz malhumorada.
Seung abrió la boca
como para decirme que no había asunto más importante que ése, pero pareció
pensárselo mejor y volvió a cerrarla. Pasados unos instantes dijo:
—Así que justo cuando
la cosa empezaba a ponerse interesante, le dijiste a Yunho que parara.
—Sí. —Apoyé el mentón
en las rodillas dobladas—. Y... y me temo que no estuve demasiado simpático a
la hora de decírselo.
— ¿Qué dijo él? ¿Cuál
fue su reacción?
—No dijo gran cosa.
Pero se cabreó bastante.
—Sí, bueno, los tíos
tienden a quedarse bastante frustrados cuando les cortan el rollo sexual. Pero
ahora lo que de verdad importa es que Yunho en ningún momento llegó a ponerse violento
contigo, ¿verdad? No te pegó y no intentó obligarte a hacer nada que tú no
quisieras hacer.
—Pues no.
—Yo diría que eso
significa que no corres demasiado peligro con él.
—No es así como me
siento.
—Me parece que en
este momento, la seguridad ya no es tanto una sensación como un proceso. Que
empieza con la confianza. ¿Por qué no pruebas a contarle algo de lo que me has contado
a mí?
—No será capaz de
aceptarlo. Sé que no será capaz. Estará yendo hacia la puerta de salida antes
de que acabe de explicarle que soy un caso perdido.
—Tú no eres ningún
caso perdido, Jae, y Yunho tampoco es de los que tiran la toalla a la primera
de cambio. Creo que te atrae tanto porque en el fondo de tu corazón sabes que Yunho
puede aguantar el tipo por mucho que le hagas.
—Pero ¿y si no quiere
aguantar el tipo?
—Tienes dos opciones:
puedes darle una oportunidad de demostrar que tiene lo que hay que tener, o
puedes irte sin haber llegado a descubrirlo. Y entonces tendrás que pasar por
la misma situación con el próximo tío que te resulte atractivo.
—O…
— ¿O qué?
Estaba tan nervioso
que tuve que humedecerme los labios para poder hablar.
—Podría practicar
contigo antes.
Fue la primera vez
que vi a Seung quedarse sin palabras. Me miró con los ojos como platos y luego
boqueó igual que un pez, durante lo que me pareció una eternidad.
— ¿Me estás pidiendo que
me acueste contigo? —consiguió murmurar finalmente.
Asentí.
—Si he de vomitar o
montar un escándalo, prefiero que sea contigo. Y si consigo aguantar hasta el
final contigo, entonces sabré que soy capaz de hacerlo con Yunho.
—Oh, mierda —dijo Seung,
y luego no pudo contener la risa mientras me cogía la mano y me besaba la
palma—. Cariño. Jae. No. —Me apretó la mano y apoyó la mejilla en mi palma—. Me
encantaría ayudarte a superarlo, y no sabes lo que me honra que me lo hayas
pedido. Pero lo que tú necesitas no es un polvo-entre-colegas. Tú quieres mucho
más que eso. Y en algún sitio, no lejos de aquí, hay un pedazo de obrero de
ojos cafés que se muere de ganas de enseñarte a disfrutar en la cama. Yo
probaría. —Sonrió con malicia mientras añadía—: Si eres capaz de cerrar los
ojos al hecho de que Yunho sea tan feo y tan basto, quiero decir.
Cuando me soltó la
mano, cerré los dedos alrededor de su palma como si su beso fuera una moneda de
la suerte.
—Seung, cuando
bailaste con Junsu... ¿dijo alguna cosa sobre Yunho?
Él asintió.
—Me contó que pese a
lo que pasó con ese trato que estaba negociando Yoochun, no ve que haya ningún
peligro en que tú y Yunho sientes un interés mutuo. Por lo que llegó a saber de
él cuando los dos vivían en ese pueblucho de mierda...
— Pues… basándose en
eso, Junsu cree que Yunho nunca sería capaz de hacerte daño. Dijo que nunca le había
hecho falsas promesas, y que se había esforzado en todo por ayudarlo. De hecho,
cree que incluso les sentaría bien estar juntos.
—Me cuesta de
imaginar —dije con una mueca de desánimo—, cuando ni siquiera soy capaz de
estar cerca de su erección sin que me dé un ataque de pánico.
Seung sonrió.
—Una relación es algo
más que una erección. Aunque, si quieres saber mi opinión, pensar en qué vas a
hacer con una és la clase de problema que da gusto resolver.
* * *
Después de que Seung se
hubiera ido me di un baño muy largo, me puse un pijama de franela y me serví
una copa de vino. Luego empecé a pensar dónde estaría Yunho, si se habría
quedado en el teatro después de que yo me fuera.
La tentación de
telefonearle era casi irresistible, pero no estaba seguro de qué le diría, de hasta
dónde sería capaz de explicarle lo que me pasaba.
Volví a ocupar el
sitio en la esquina del sofá y miré el teléfono.
Quería oír la voz de Yunho.
Pensé en aquellos minutos febriles en la escalera de mantenimiento antes de que
me entrara el pánico cuando sus manos y su boca estaban por todas partes,
lentas y cariñosas y sabias... una sensación deliciosa. Increíblemente deliciosa.
Entonces sonó el
teléfono.
Sobresaltado, dejé la
copa con tanta prisa que casi la derramé. Cogí el teléfono y respondí, tan
esperanzado que apenas podía respirar.
Pero la voz que oí no
fue la de Yunho.
—Hola.
pobre jae la experiencia que tubo con siwon si que lo dejo marcado pero debería de hablar con yunho y a lo mejor el lo puede ayudar a que pierda el miedo de estar con otra persona que no sea siwon y que mejor que sea yunho el es el indicado perfecto para que jae termine con sus traumas
ResponderEliminaromo ayer no pude continuar pero me quedaron unas ganaslocas de seguir leyendolo .... pobre de Jae mira que tener que despreciar qa ese hombre en el mejor momento porque recordo al babaso de Siwon, .... no se que pensará Yunho ahora de Jae capaz y se molesto mucho con él ...
ResponderEliminarBueno ya me voy a seguir leyendo, ojala que Jae pueda superar sus miedos en brazos de Yunho :)
Si. Yunho es todo un pedazo de hombre! Y Jaejoong está que se derrite por él. Uba verdadera lástima que no esté listo para todo lo que implica Yunho. Siwon lo dejó marcado de muy mala manera
ResponderEliminarhauaaaaaaaaaa jae todavía no puede superar el trauma que vivió con siwon pero creo que mejor sera que hable con yunho asi no va ver malos entendidos , y jae que se muere por estar con yunni pero no puede por que le atacan los recuerdos que vivió con siwon hay ese desgraciado lo dejo marcado a jae pero yo se que va a poder superar su trauma jae es fuerte y va a poder ser feliz con yunnni pero me quede en ascuas me pregunto quien habrá sido quien llamo a jae bueno sin mas estaré esperando con ansias el siguiente capitulo bye :)
ResponderEliminarJae sige sin poder olvidar lo que le hizo Siwon... Jae deja el pasado y anda hacia el futuro que x eso esta yunho <3 <3 <3
ResponderEliminarUufff pobre Jae, en serio lo dejo suuper afectado lo que pasó con Siwon.
ResponderEliminarYo tambien soy de la opinion de que deberia sincerarse con Yunho, asi el sabrá como tratarlo.
:O .! quien Llamo a jaejoong ? cruzo los dedos para que no sea el maldito de siwon !
ResponderEliminarPobre Yunho lo dejaron con las ganas.. ojala no este muy enojado.
Jaejoong debería de contarle sus problemas a Yunho para que el le ayude espantar esos temores..
Seung el amigo de Jae da risa , me cae muy bien :)
No, no!!!! Que no se el fei de Siwon.....T^T
ResponderEliminar*se va al sgntr cap, sta impaciente.. jeje*
No, no!!!! Que no se el fei de Siwon.....T^T
ResponderEliminar*se va al sgntr cap, sta impaciente.. jeje*
Oh dios, no puede terminar así el capítulo. ¿Quién será?
ResponderEliminarPoco a poco Joongie... Tal vez ayude si Yunho sabe lo que te hizo el maldito... Hablando de él ojala no sea el desgraciado el de la llamada... ¬¬
ResponderEliminarpobre yunho, lo dejaron con ganas >_< no se porque presientooo que es el desgraciado de siwon quien llamo
ResponderEliminaroh Dios, Jae está más traumado de lo que pensé.
ResponderEliminarqué hará ahora Yunho?? espero que no lo trate mal pensando que Jae es un calienta pollas.
y quién lo llama ahora a Jae?? será el insufrible y envidioso de su jefe===??? Lo que faltaba. el jefe pedorro éste.
gracias por el capítulo
Ay cosonas de mí Jae sigue sufriendo pero como Yunho no sabe xq creerá q Jae solo juega con él y eso no es así
ResponderEliminar...Tienen tantas cosas q hablar y superar juntos...
Pues Jae si debería hablarlo con Yunho, contarle lo que le paso con Siwon, y estoy segura que el lo comprenderá y no sólo eso, lo ayudará a salir de ese trauma. Quien habrá tocado su puerta, espero no sea Siwon.
ResponderEliminarGracias!!!💗💕💞