martes, 11 de noviembre de 2014

El ángel caído: Capítulo 3

CAPÍTULO 3

           
Yunho cerró la puerta después de entrar y se dirigió a la enorme biblioteca del sótano, oculta bajo la elegante belleza de una cabaña. El fuego que ardía en la chimenea era la única fuente de iluminación aparte de los candelabros de las paredes, que creaban más sombras que luz. El lugar irradiaba una sensación de antigüedad, de sosegada sabiduría, que indicaba que había estado allí mucho antes de que la casa actual se construyera encima.

—Está hecho —dijo mientras se sentaba en el semicírculo de sillones que había frente al fuego. Hacía demasiado calor para él, pero algunos de sus hermanos llegaban de climas más cálidos y sentían la inminencia del otoño en los huesos.

—Cuéntanos —dijo Charisemnon—. Háblanos sobre el cazador.
Tras reclinarse en el sillón, Yunho echó un vistazo a los que estaban acomodados en la estancia. Era una sesión del Grupo de los Diez, aunque incompleta.

—Habrá que sustituir a Chul Min.

—Todavía no. No hasta después de... —susurró Hye Ji con una expresión azorada—. ¿Es realmente necesario darle caza?

Neha colocó la mano sobre el hombro de la arcángel.

—Sabes que no tenemos elección. No podemos dejar que satisfaga sus nuevos apetitos. Si los humanos llegan a descubrirlo... —Sacudió la cabeza, y sus ojos estaban cargados de oscuros conocimientos—. Nos tomarían por monstruos.

—Ya lo hacen —dijo Siwon—. Para ostentar el poder, todos debemos convertirnos en algo parecido a monstruos.

Yunho estaba de acuerdo. Siwon era uno de los más longevos. Había gobernado de un modo u otro durante milenios, y sus ojos aún no mostraban la menor señal de tedio. Quizá fuera porque Siwon tenía algo que los demás no poseían: un amante cuya lealtad era incuestionable. Siwon y Heechul llevaban juntos novecientos años.

—No obstante —observó Zhou Lijuan—, es diferente ser temido y respetado que ser totalmente aborrecido.

Yunho no tenía claro que existiera aquella diferencia, pero Lijuan era una arcángel de otra época. Gobernaba en Asia a través de una red de matriarcados que inculcaban en sus hijos el respeto hacia ella, y así había sido durante eones. Si Siwon era viejo, Siwon era toda una anciana: se había fundido con el tejido de su patria, China, y el de las tierras que la rodeaban. Se narraban historias sobre Lijuan entre susurros, y era considerada una semidiosa. En cambio, Yunho solo había gobernado durante quinientos años, un brevísimo lapso de tiempo. Aunque aquello podía resultar una ventaja.

A diferencia de Lijuan, Yunho no había ascendido tanto como para dejar de comprender a los mortales. Incluso antes de su transformación de ángel a arcángel, había elegido el caos de la vida y no la elegante paz de sus hermanos. Ahora vivía en una de las ciudades más ajetreadas del mundo y vigilaba a sus ciudadanos sin que estos se dieran cuenta. Igual que había vigilado a Kim Jaejoong aquel mismo día.

—No es necesario que discutamos sobre la discreción —dijo, interrumpiendo los suaves sollozos de Hye Ji—. Nadie puede saber en qué se ha convertido Chul Min. Ha sido así desde que existimos.

El comentario fue seguido por una ronda de asentimientos. Incluso Chul Min se enjugó las lágrimas y se apoyó en el respaldo, con los ojos despejados y las mejillas sonrojadas. Su belleza no tenía parangón. Incluso entre los ángeles, siempre había sido la más brillante de las estrellas, y nunca había carecido de amantes o de atenciones. En aquel momento, sus miradas se encontraron y en los ojos de Chul Min apareció un interrogante sensual que Yunho decidió no responder. Así que era eso... No lo sentía por Chul Min; lo sentía por ella. Aquello encajaba mucho mejor con su personalidad.

— ¿Lo has elegido por algún motivo? —dijo ella un segundo después, con un tono algo molesto Yunho se preguntó si debía avisar a Jaejoong de aquella nueva amenaza. A Hye Ji no le gustaba la competencia, y había sido la amante de Chul Min durante casi medio siglo, un compromiso sorprendente para alguien de una naturaleza tan voluble.

— Lo elegí porque puede detectar una esencia que nadie más puede percibir.

—Vaya, en ese caso, ¿por qué esperar? —preguntó Min Jae, con un tono suave que no encajaba con su musculoso cuerpo. Parecía un hombre esculpido en azabache, tan tosco como el baluarte de la montaña que él consideraba su hogar.

—Porque... —respondió Yunho —... Chul Min aún no ha atravesado la última frontera.

Silencio.

— ¿Estás seguro? —inquirió Ji Won en tono afable. Era la más joven de todos, y sus ideas se parecían más a las de los mortales que la de cualquiera de ellos. Su corazón y su alma habían salido ilesos del inexorable paso del tiempo—. Si todavía no ha...

—Tienes demasiadas esperanzas —la interrumpió Tae Sung con su característico tono brusco—. Mató a todos sus sirvientes y criados la noche que se marchó de Europa.

—En ese caso, ¿cómo es que no ha atravesado el límite... que jamás debemos atravesar? —preguntó Ji Won, que no estaba dispuesta a echarse atrás. Aquella era la razón por la que, a pesar de su juventud, gobernaba Persia. Se doblaba, pero no se rompía. Jamás—. ¿Seguro que no puede recuperarse?

—Sí, seguro —replicó Neha, que era tan fría como Ji Won amable. En su hogar, en la India, las serpientes eran consideradas diosas, y a Neha la adoraban como la Reina de las Serpientes—. Les he hecho unas discretas preguntas a nuestros doctores. Es demasiado tarde. Su sangre es veneno.

— ¿No pueden haberse equivocado? —preguntó Hye Ji, y quizá su tono mostró una leve pizca de preocupación.

—No. —Los ojos de Neha recorrieron la estancia—. También le envié una muestra a Siwon.

—Hice que Heechul le echara un vistazo —dijo Siwon —. Neha tiene razón. Es demasiado tarde para Chul Min.

—Es un arcángel. El cazador no podrá matarlo, ni aun en el caso de que lo encuentre —aseguró Lijuan, y su resplandeciente pelo blanco ondeó sin el menor atisbo de brisa. La edad proporcionaba unos poderes tan extraordinarios que parecer «humano» en algún sentido rozaba lo imposible. Los ojos de Lijuan tenían un extraño color gris perla que tampoco existía en la tierra—. Uno de nosotros debe encargarse de eso.

— ¡Tú solo lo quieres muerto porque puso en peligro tu poder! —exclamó Hye Ji.

Lijuan pasó por alto su comentario, tal como Yunho habría hecho con el de un humano. Lijuan había visto cómo los arcángeles iban y venían. Solo ella permanecía. Chul Min había sido uno de sus más próximos contemporáneos.

— ¿Yunho?

—Al cazador se le ha encargado el trabajo de localizar a Chul Min—respondió mientras recordaba el terror que había asomado a los ojos de Jaejoong cuando le habló de su tarea—. Yo lo ejecutaré. ¿Cuento con el beneplácito del Grupo?

Uno por uno, todos dijeron: «Sí». Incluso Hye Ji. La arcángel valoraba su vida mucho más que la de Chul Min. Hasta donde ellos sabían, Chul Min estaba cerca por Hye Ji. Si cruzaba la frontera final, su antigua amante se convertiría en su principal objetivo.

Así que ya estaba hecho.

Yunho se quedó en la sala mientras el resto del Grupo se marchaba. Era insólito que todos los miembros se reunieran en un mismo lugar. Sus poderes eran inconmensurables, pero era mejor no tentar a los jóvenes. Algunos aspiraban a ocupar una vacante tras una muerte. Siempre eran los jóvenes los que albergaban semejantes ilusiones. Los mayores eran lo bastante sabios para saber que la condición para convertirse en arcángel era renunciar a una parte del alma.

Poco después, solo Siwon estaba con él en la habitación, en la parte opuesta del semicírculo.

— ¿No vas a volver a casa con Heechul?

Las alas blancas de Siwon se removieron durante unos instantes cuando estiró las piernas y se apoyó en el respaldo del asiento.

—Él está siempre conmigo, da igual adónde vaya.

Yunho no sabía si hablaba de forma literal. Se rumoreaba que algunas de las parejas angelicales más antiguas compartían un vínculo mental libre de los límites del tiempo o la distancia, pero si era cierto, ninguno hablaba sobre ello.

—En ese caso, sin duda estás bendecido.

—Así es. — Siwon se inclinó hacia delante para apoyar los codos sobre las rodillas—. ¿Cómo es posible que le haya ocurrido algo así a Chul Min? ¿Por qué nadie se dio cuenta?

Yunho comprendió que el otro hombre no sabía realmente nada.

—No estaba emparejado, y a Hye Ji no le importa nadie salvo ella misma.

—Eso es cruel. —Sin embargo, no discutió la afirmación.

—Tú tienes a Heechul, que te advierte si te acercas al límite. Chul Min estaba solo.

—Tenía sirvientes, ayudantes, otros ángeles...

—Chul Min nunca fue compasivo —dijo Yunho—. Recompensaba cualquier pequeño agravio con la tortura. Como resultado, su castillo estaba lleno de gente que lo odiaba o lo temía. Gente a la que le daba igual si él vivía o moría.

Siwon levantó la vista. Sus ojos claros parecían casi humanos.

—Harías bien en aprender esa lección, Yunho.

—Te comportas como si fueras mi hermano mayor.

Siwon se echó a reír; era el único arcángel aparte de Ji Won capaz de reírse de verdad.

—No, solo veo un líder en ti. Ahora que Chul Min se ha marchado, es posible que el Grupo se fragmente... y ya sabes lo que ocurrió la última vez que nos separamos.

La Edad Oscura de los hombres y los ángeles, una época en que los vampiros se bañaban en sangre y los ángeles estaban demasiado ocupados peleando entre ellos como para impedirlo.

— ¿Por qué yo? Soy más joven que tú, y más que Lijuan.

—Lijuan... ya no pertenece a este mundo. —Su frente se llenó de arrugas de preocupación—. Según creo, ella es la arcángel de mayor edad que existe. Está más allá de las insignificancias.

—Esto no es ninguna insignificancia. —No obstante, comprendía lo que Siwon quería decir. Lijuan ya no tenía los ojos puestos en el mundo. Su mirada estaba orientada en algún punto lejano de la distancia—. Si no es Lijuan, ¿por qué no tú? Eres el más estable de todos nosotros.

Siwon sacudió las alas mientras reflexionaba.

—Mi reino en Sudamérica jamás se ha visto amenazado. Es cierto que me encargo de los disidentes con mano de hierro, pero... —negó con la cabeza—... no siento ningún deseo de matar ni de derramar sangre. Para mantener el Grupo unido, el líder debe ser más peligroso que cualquiera de los demás.

— ¿Me estás llamando déspota a la cara? —señaló Yunho con voz amable.

Siwon encogió los hombros.

—Tú inspiras miedo sin necesidad de ser tan cruel como Tae Sung, ni tan caprichoso como Hye Ji. Por esa razón chocaste con Chul Min: estabas demasiado cerca de apoderarte de lo que era suyo. El liderazgo ya es tuyo, lo sepas o no.

—Y ahora ha empezado la caza de Chul Min. —De repente, Yunho vio su futuro. Ser rastreado como un animal. Por un hombre con el cabello del color del anochecer y los ojos oscuros —. Vuelve a casa con Heechul, Siwon. Me encargaré de hacer lo que sea necesario. —Derramar sangre, acabar con la vida de un inmortal. Aunque, por supuesto, aquel era un término equivocado. Un arcángel podía morir... aunque solo a manos de otro arcángel.

— ¿Descansarás esta noche? —preguntó Siwon cuando ambos se pusieron en pie.

—No. Debo hablar con el cazador.

Con Jaejoong.

* * *

Jaejoong terminó la búsqueda preliminar sobre Chul Min y se apoyó en el respaldo de la silla con las náuseas atascadas en la garganta. Chul Min había gobernado (y hasta donde el resto del mundo sabía, seguía gobernando) en las zonas del este de Europa y en las regiones vecinas de Rusia. Bueno, al igual que Estados Unidos, esos países tenían sus propios presidentes y primeros ministros, sus parlamentos y senados, pero todo el mundo sabía que el verdadero poder estaba en manos de los arcángeles. El gobierno, los negocios, el arte... no había nada que se librara de su influencia, ya fuera directa o indirecta.

Y, según parecía, Chul Min era un tipo muy influyente.

La primera historia relacionada con él la había encontrado en un artículo de prensa sobre el presidente de un diminuto país que en su día había formado parte de la Unión Soviética. Dicho presidente, un tal Chernoff, había cometido el error de desafiar públicamente a Chul Min y de incitar a los ciudadanos a boicotear los negocios draconianos del arcángel, así como los de sus «hijos vampiro», y a apoyar las empresas dirigidas por humanos. Jaejoong no estaba de acuerdo con el presidente. Ser humanocéntrico también era una especie de prejuicio. ¿Qué pasaba con todos esos pobres vampiros que solo se dedicaban a sus familias? La mayoría de los vampiros no adquirían poder con la transformación; eso llevaba siglos. Y algunos siempre eran débiles.

Después de leer los primeros párrafos del artículo, que resumían la política del presidente Chernoff, Jaejoong supuso que la historia terminaría con la noticia sobre las preparaciones de su funeral. Para su sorpresa, descubrió que el presidente seguía con vida... si podía decirse así.

Poco después de sus polémicas declaraciones, el señor Chernoff había sufrido un trágico accidente de coche: su chófer había perdido el control de la dirección y se había estrellado con un camión que venía de frente. El conductor había salido del coche sin un arañazo, un hecho calificado de «milagro». El presidente no había sido tan afortunado. Tenía tantos huesos rotos que los médicos aseguraban que jamás recuperaría el uso de sus extremidades por completo. Sus cuencas oculares habían estallado «desde dentro», lo que había destruido sus ojos. Y su garganta había sufrido una lesión tan grave que sus cuerdas vocales habían quedado inservibles... pero no suficiente para matarlo.

No volvería a escribir, ni a mano ni a máquina.
No volvería a hablar.
No volvería a ver.

Nadie se había atrevido a afirmarlo, pero el mensaje era alto y claro: si alguien desafiaba a Chul Min, sería silenciado. El político que había ocupado el puesto de Chernoff había jurado lealtad a Chul Min antes incluso de tomar posesión del cargo.

Di lo que quieras sobre Yunho, pensó de pronto, pero él al menos no es un tirano.

Estaba claro que gobernaba en Estados Unidos con mano de hierro, pero no se entrometía en los intrascendentes asuntos humanos. Unos cuantos años atrás, había aparecido un candidato a alcalde que prometía no acatar las leyes de los arcángeles si salía elegido. Yunho le había permitido seguir con su campaña, y solo había respondido con una pequeña sonrisa cuando algún reportero se atrevió a acercarse a él.

Aquella sonrisa, aquel gesto que indicaba que toda la situación le parecía ridícula, había hundido las esperanzas del candidato a alcalde como si fueran el Titanic. El tipo había desaparecido del mapa sin dejar rastro. Yunho había conseguido la victoria sin derramar ni una gota de sangre. Y había conservado su poder a los ojos de la población.

—Eso no lo convierte en alguien bueno —murmuró, preocupado por la dirección que tomaban sus pensamientos. Tal vez Yunho destacaba si se lo comparaba con Chul Min, pero eso no era decir mucho.

Había sido Yunho quien había amenazado con hacer daño a la pequeña Junho, él y nadie más.

—Cabrón... —susurró, repitiendo el insulto que había utilizado Junsu.

Aquella amenaza lo colocaba en el mismo peldaño que ocupaba Chul Min. El arcángel europeo había destruido en una ocasión un colegio lleno de niños de entre cinco y diez años cuando los ciudadanos de la localidad le pidieron que su vampiro mascota no anduviera entre ellos.

Jaejoong habría encontrado absurda aquella petición si el vampiro no hubiera estado consumiendo sangre por la fuerza. Lo cierto era que había violado a varias mujeres de la localidad y las había dejado destrozadas. Los ciudadanos habían acudido a Chul Min en busca de ayuda. Y él había respondido matando a sus hijos y robándoles a sus mujeres. Aquello había ocurrido unos treinta años atrás, y nadie había vuelto a ver a ninguna de aquellas mujeres. El pueblo ya no existía.

Chul Min era, sin lugar a duda, un ser terrible. Y él...

Algo dio unos golpecitos en la ventana del mirador.

Tras deslizar la mano hacia abajo para coger la daga oculta bajo la mesita de café, Jaejoong levantó la vista... y sus ojos se clavaron en los de un arcángel. Su silueta recortada contra el brillante perfil de la ciudad debería dar la impresión de un ente más pequeño, pero era incluso más hermoso que a la luz del día. El hecho de que apenas tuviera que mover las alas para mantener la posición no era más que una prueba de su poder, ese poder absoluto que emanaba de su cuerpo y lo abrumaba incluso a través del cristal.

Señaló hacia arriba. Jaejoong abrió los ojos de par en par.

—El tejado no es... —empezó a decir, pero Yunho ya se había marchado—. ¡Hay que joderse!

Furioso con Yunho por haberlo pillado desprevenido, por provocarle aquella nefasta atracción, volvió a guardar la daga, cerró el portátil y salió de su apartamento.

Tardó varios minutos en llegar a la azotea y abrir la puerta.

— ¡No pienso salir ahí fuera! —gritó. Se había asomado y no lo había visto por ningún sitio. La azotea de su edificio había sido diseñada por algún arquitecto vanguardista que pensaba en la forma más que en la funcionalidad: delante de Jaejoong solo había una serie de picos dentados e irregulares. Era imposible caminar por allí sin resbalar y caer hacia una muerte segura—. No, gracias —murmuró al sentir cómo el viento le apartaba el cabello de la cara mientras aguardaba con la puerta entreabierta—. ¡Yunho!

Tal vez, pensó, el arquitecto no fuera en absoluto vanguardista. A lo mejor solo odiaba a los ángeles. En aquel momento, le cuadraba. Quizá a Jaejoong le gustaran sus alas, pero no se hacía ilusiones en cuanto a su supuesta bondad interior.

—Bondad interior... ¡Ja! —exclamó.

Justo entonces, el arcángel aterrizó delante de él, bloqueando con las alas su campo de visión.

Retrocedió un paso sin darse cuenta, y para el momento en que se recuperó, Yunho ya había entrado en el edificio y había cerrado la puerta. Mierda... odiaba que pudiera hacerlo reaccionar como si fuera un novato a la caza de su primer vampiro. Si aquello continuaba así mucho más tiempo, perdería todo el respeto por sí mismo.

— ¿Qué pasa? —preguntó al tiempo que cruzaba los brazos.

— ¿Así es como recibes a todos tus invitados? —Sus labios no mostraban el menor asomo de sonrisa, aunque eran la encarnación de la sensualidad, la lujuria y la seducción más absoluta.
Jaejoong dio otro paso hacia atrás.

—Deja de hacer eso.

— ¿El qué? —Un brillo de auténtica confusión apareció en sus ojos marrones y perfectos.

—Da igual. —Contrólate, Jaejoong, se dijo él—. ¿Por qué has venido?

Yunho lo miró durante varios segundos.

—Quería hablar contigo sobre la caza.

—Pues empieza.

El arcángel observó el descansillo que nadie usaba jamás. La escalera de metal estaba oxidada; no había más que una única bombilla, y estaba a punto de fundirse. Parpadeo. Parpadeo. Un apagón de dos segundos. Y luego dos nuevos parpadeos. El patrón se repetía una y otra vez, y lo estaba volviendo loco. Era obvio que Yunho tampoco estaba muy impresionado.

—Aquí no, Jaejoong. Muéstrame tus aposentos.

Jaejoong frunció el ceño al escuchar la orden.

—No. Esto es trabajo... Iremos a las oficinas del Gremio y utilizaremos una de las salas de reuniones.
—A mí me da igual. —Se encogió de hombros, y aquel gesto concentró la atención de Jaejoong en la amplitud de aquellos hombros, en el poderoso arco de sus alas—. Llegaré allí volando en unos minutos. Pero tú tardarás al menos media hora, quizá más: se ha producido un accidente en la carretera que lleva al Gremio.

— ¿Un accidente? —Su mente se llenó de los horribles detalles de lo que acababa de leer sobre el «accidente»—. ¿Estás seguro de que no ha sido cosa tuya?

El arcángel lo miró con expresión divertida.

—Si lo deseara, podría obligarte a hacer todo lo que me viniera en gana. ¿Por qué iba a tomarme la molestia de organizar algo semejante?

Aquella descarada manera de establecer lo enorme que era su poder (y lo diminuto que era el de Jaejoong), hizo que Jaejoong deseara coger una de sus dagas.

—No deberías mirarme así, Jaejoong.

— ¿Por qué? —inquirió Jaejoong, invadido por un impulso suicida que hasta ese momento desconocía—. ¿Te asusta?

Yunho se inclinó un poco más hacia delante.

—Mis amantes siempre han sido guerreros. La fuerza me intriga.

Jaejoong no podía permitir que jugara con él de aquella forma, aunque su cuerpo se opusiera. Con vehemencia.

— ¿También te intrigan los cuchillos? Porque si me tocas, te haré pedazos. Me importa un bledo que después me arrojes desde el balcón más cercano.

Aquello pareció detenerlo, como si se lo estuviera pensando.

—No elegiría ese castigo para ti. Sería demasiado rápido.

Fue entonces cuando Jaejoong recordó que no se enfrentaba a un macho humano. Aquel era Yunho, el arcángel que le había roto todos y cada uno de los huesos a un vampiro para demostrar su poder.

—No te dejaré entrar en mi casa, Yunho.

Su hogar era su guarida.

Se produjo un largo silencio cargado con la aplastante presión de una amenaza oculta. Jaejoong se quedó muy quieto, a sabiendas de que ya lo había presionado suficiente aquella noche. Y aunque era consciente de su propia valía, también sabía que para un arcángel era, al fin y al cabo, prescindible.

Los ojos marrones de Yunho estaban consumidos por las llamas, y su poder cargaba el aire de electricidad. Jaejoong estaba a punto de arriesgarse a salir corriendo hacia los estrechos confines de la escalera cuando él habló por fin.

—En ese caso, iremos a tu Gremio.

Jaejoong parpadeó, incrédulo.

—Te seguiré en coche. —Tenía un vehículo del Gremio. Al igual que la mayoría de los cazadores, salía tanto del país que no le merecía la pena tener coche propio.

—No. —La mano de Yunho se cerró sobre su muñeca—. No deseo esperar. Iremos volando.

El corazón de Jaejoong se detuvo de pronto. Cuando empezó a latir de nuevo, seguía sin ser capaz de hablar.

— ¿Qué? —Más que una pregunta, fue un chillido indignado.

No obstante, el arcángel ya había abierto la puerta y tiraba de él.

Jaejoong clavó los talones en el suelo.

— ¡Espera!

—Volaremos o iremos a tu casa. Elige.

La arrogancia de su voz era sobrecogedora. Al igual que su furia. Al arcángel no le gustaba que le dijeran que no.

—No elijo ninguna de las dos cosas.

—Inaceptable. —Volvió a tirar de él.

Jaejoong se resistió. Deseaba volar más que ninguna otra cosa en el mundo, pero no quería hacerlo en brazos de un arcángel que, en su actual estado de ánimo, podría dejarlo caer sin problemas.

— ¿A qué viene tanta prisa?

—No te dejaré caer... Esta noche no. —Su rostro era tan perfecto que podría haber pertenecido a algún dios de la antigüedad, pero carecía por completo de compasión. Aunque lo cierto era que no podía decirse que los dioses fueran compasivos—. Ya es suficiente.

Y de pronto Jaejoong se encontró en la azotea, sin saber cómo se había alejado del descansillo. La furia lo inundó como una abrupta onda expansiva semejante a un relámpago, pero Yunho lo rodeó con los brazos y se elevó con Jaejoong antes de que pudiera abrir la boca. Los instintos de supervivencia entraron en juego. Con fuerza. Le rodeó el cuello con los brazos y se agarró a Yunho con firmeza mientras sus alas se batían con energía y el tejado se alejaba a una velocidad vertiginosa.

El cabello se sacudía con fuerza alrededor de su rostro, y el viento arrancaba lágrimas de sus ojos. Luego, cuando por fin alcanzó la altura que deseaba, Yunho cambió la posición de vuelo y lo protegió del viento. Jaejoong se preguntó si lo habría hecho a propósito, y luego se dio cuenta de que intentaba humanizarlo. Aquel ser no era humano. Ni de lejos.

No vio otra cosa que sus alas hasta que se atrevió a volver la cabeza para contemplar el paisaje. No había mucho que ver, ya que Yunho se había elevado por encima de la capa de nubes. Le castañeteaban los dientes, pero tenía que hablar, soltar la furia que lo invadía antes de que le hiciera un agujero en el alma.

— ¿No te dije... —inquirió con los dientes apretados—... que no jugaras con mi mente?

Yunho bajó la mirada.

— ¿Tienes frío?

— ¡Premio para el caballero! —Exclamó Jaejoong, y su aliento formó una nube de vapor—. No estoy hecho para volar.

El arcángel bajó en picado sin avisar. El estómago de Jaejoong se encogió de pronto mientras una euforia salvaje inundaba su torrente sanguíneo. ¡Estaba volando! Tal vez no había sido elección suya, pero no iba a tirar piedras contra su propio tejado. Se agarró con fuerza y disfrutó de cada segundo de la experiencia, almacenando los recuerdos sensoriales para saborearlos más tarde. Fue entonces cuando comprendió que no tenía motivos para temer una caída accidental: los brazos de Yunho eran como cinturones de piedra a su alrededor; irrompibles, inamovibles. Se preguntó si Yunho notaría su peso. Se suponía que los ángeles eran mucho más fuertes que los humanos o los vampiros.

— ¿Mejor así? —preguntó Yunho con los labios pegados a su oreja.

Sorprendido por el timbre cálido de su voz, Jaejoong parpadeó y se dio cuenta de que en aquellos momentos volaban justo por encima de los rascacielos.

—Sí. —No pienso darle las gracias, se dijo con rebeldía. No le había pedido permiso para lanzarse con Jaejoong al vacío—. No me has respondido.

—En mi defensa —dijo Yunho con tono divertido—, debo decir que no fue tanto una pregunta como una afirmación.

Jaejoong entrecerró los párpados.

— ¿Por qué sigues metiéndote en mi cabeza?

—Es más cómodo que desperdiciar el tiempo intentando convencerte de las cosas.

—Es una especie de violación.

Un gélido silencio. Se le puso la carne de gallina de nuevo.

—Cuidado con las acusaciones.

—Es la verdad —insistió Jaejoong, aunque se le había hecho un nudo en el estómago—. ¡Te dije que no lo hicieras! Y te ha dado igual. ¿Cómo coño llamarías tú a algo así?

—La humanidad no significa nada para nosotros —replicó—. Son como hormigas que se aplastan sin problemas y se sustituyen con facilidad.

Jaejoong se estremeció; aquella vez fue a causa del miedo.

—En ese caso, ¿por qué nos permiten seguir con vida?

—Porque de vez en cuando nos divierten. Resultan de alguna utilidad.

—Como alimento para sus vampiros, por ejemplo —señaló Jaejoong, que se sintió asqueado por haber visto algo de humanidad en él—. Lo que... hacen es mantener una prisión llena de «aperitivos» para sus mascotas, ¿no es cierto?

Yunho apretó los brazos y lo dejó sin aliento.

—No es necesario. Los aperitivos se ofrecen a sí mismos en bandejas de plata. Pero tú ya lo sabes... Después de todo, tu hermano está casado con un vampiro.

La indirecta no podría haber sido más clara. Había llamado a su hermana, Eun Joo, «zorra de vampiros». Aquel término despectivo se utilizaba para describir tanto a las mujeres como a los hombres que seguían a los vampiros a todas partes y les ofrecían sus cuerpos como alimento a cambio de cualquier efímero placer que los chupasangre se dignaran ofrecerles. Cada vampiro se alimentaba de forma diferente, hacía daño o daba placer de manera distinta. Y algunas de las zorras de vampiros parecían decididas a saborear, y a ser saboreadas, por todos y cada uno de ellos.

—Deja a mi hermano fuera de esto.

— ¿Por qué?

—Ya estaba con Joon Seok antes de que él se convirtiera en vampiro. No es ninguna zorra.

El arcángel se rió entre dientes, pero fue el sonido más frío y peligroso que Jaejoong hubiera oído jamás.

—Esperaba algo más de ti, Jaejoong. ¿No es cierto que tu familia te considera una abominación? Creí que te compadecerías de aquellos que aman a los vampiros.

De haberse atrevido a apartar los brazos de su cuello, le habría clavado las uñas en la cara.

—No pienso hablar de mi familia contigo. —Ni con él, ni con nadie.

«Me das asco.» Esas habían sido prácticamente las últimas palabras que le había dicho su padre.

Kim Wong Bong nunca había sido capaz de entender cómo era posible que hubiera engendrado a una «criatura» como él, una «abominación» que se negaba a seguir los dictados de su familia de sangre azul y a venderse en matrimonio a fin de extender el imperio Kim. Le había exigido que renunciara a la caza de vampiros, sin escucharlo, sin entender que pedirle que renunciara a sus habilidades era pedirle que matara algo dentro de él.

«Entonces lárgate, ve a revolcarte en el fango. Y no te molestes en volver.»

—Debió de producirse una situación de lo más... interesante cuando tu cuñado se decidió por el vampirismo —comentó Yunho, pasando por alto su advertencia—. Aunque tu padre no desheredó a Eun Joo, y tampoco a Joon Seok.

Jaejoong tragó saliva. Se negaba a recordar la patética esperanza que había sentido cuando Joon Seok volvió a ser aceptado en el seno de la familia. Había deseado creer que su padre había cambiado, que finalmente podría mirarlo con el mismo amor que a Eun Joo y a los otros dos hijos que había tenido con su segunda esposa, Se Hong. Su primera esposa, Ji Yun, la madre de Jaejoong y de Eun Joo, jamás era mencionada. Era como si jamás hubiera existido.

—Mi padre no es asunto tuyo —dijo con una voz dura cargada de emociones contenidas.

Kim Wong Bong no había cambiado. Ni siquiera se había molestado en devolverle la llamada. Fue entonces cuando Jaejoong comprendió que Joon Seok había sido aceptado de nuevo porque era el vástago de una corporación gigantesca que mantenía estrechos vínculos con la Kim Enterprises. A Wong Bong no le servía para nada un hijo que había decidido satisfacer su «vergonzosa e inhumana» habilidad para rastrear vampiros.

— ¿Y qué pasa con tu madre? —preguntó el arcángel en un siniestro susurro.

Algo se rompió en su interior. Se soltó de su cuello y lo empujó con las piernas al mismo tiempo que elevaba los brazos para destrozar aquella cara perfecta. Fue un acto suicida, pero si había un tema con el que Jaejoong no se mostraba racional, era su madre. El hecho de que aquel arcángel, aquel inmortal al que le importaban una mierda los pormenores de la vida humana, se atreviera a utilizar la efímera existencia de Kim JI Yun contra él le resultaba insoportable. Quería hacerle daño, aunque fuera inútil.

—No te atrevas jamás a...

Lo dejó caer.

7 comentarios:

  1. o no no creo que yunho se atreva a dejar que jae muera es mas bien como asustarlo para que le tema
    pues aun que yunho no se de cuenta el a de sentir algún interés por jae
    pues no mas anda siguiéndolo a todas partes y jae muy nerviosa por estar en los brazos de ese arcángel pero ya lo saco de quicio y jae lo quiere dañar pero lo único que sacara es un susto pues yunho no lo creo que lo mate no a el si que le interesa jae aun que diga que los humanos son insignificantes el esta interesado en jae
    GRACIAS por el capitulo espero por los siguientes no tardes pues desespero XD no aquí te espero para seguir leyendo bye

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  2. noooo porque lo dejas ahi... :( no puede ser se quedo en suspenso...
    ¿que habra pasado? bueno Yunho lo dejo caer al parecer pero no creo que termine asi cierto?

    Bueno solo me queda esperar a la próxima actualizacion auqnue este muriendo de curiosidad.... esos dos se llevan tan bien, notese el sarcasmo

    Gracias por actualizar :)

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  3. mrda D: noo me dejes asi sube el sig pronto plissss ><
    no creo q yunho deje q muera pero seguro jae se las arreglo para cabrearlo enserio aunq yunho tenga la culpa! asdada gracias x la actu espero el sig con ansias !!

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  4. Ayyy Dios!!! Como que lo dejo caer!!! Yunho se esta pasando de pesado!!! Gracias ppor el capitulo actualizalo pronto ... como nos vas a dejar asi!!! Actu pronto por favor!!

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  5. Ahhh xq lo dejaste allí ahhh (corré como loca x toda la habitación)....Dios x favor tienes q seguir con esta historia.....x favor *_*

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  6. Conti please!! XD
    Ya en serio... Esta historia necesita ser continuada, por favor no lo dejes así... Estoy por demás intrigada con esta, ¿La seguirás algún día? Vamos anímate, dale fin a tu trabajo... Estaré haciéndote porras para que la inspiración te llegue...

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  7. Ohh noo!!! Porfavor siguelaa que esta re buenaaa!!!!

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