CAPÍTULO 3
Yunho cerró
la puerta después de entrar y se dirigió a la enorme biblioteca del sótano,
oculta bajo la elegante belleza de una cabaña. El fuego que ardía en la
chimenea era la única fuente de iluminación aparte de los candelabros de las
paredes, que creaban más sombras que luz. El lugar irradiaba una sensación de
antigüedad, de sosegada sabiduría, que indicaba que había estado allí mucho
antes de que la casa actual se construyera encima.
—Está hecho —dijo mientras se sentaba en el semicírculo de sillones que había frente al fuego. Hacía demasiado calor para él, pero algunos de sus hermanos llegaban de climas más cálidos y sentían la inminencia del otoño en los huesos.
—Está hecho —dijo mientras se sentaba en el semicírculo de sillones que había frente al fuego. Hacía demasiado calor para él, pero algunos de sus hermanos llegaban de climas más cálidos y sentían la inminencia del otoño en los huesos.
—Cuéntanos
—dijo Charisemnon—. Háblanos sobre el cazador.
Tras
reclinarse en el sillón, Yunho echó un vistazo a los que estaban acomodados en
la estancia. Era una sesión del Grupo de los Diez, aunque incompleta.
—Habrá que
sustituir a Chul Min.
—Todavía
no. No hasta después de... —susurró Hye Ji con una expresión azorada—. ¿Es
realmente necesario darle caza?
Neha colocó
la mano sobre el hombro de la arcángel.
—Sabes que
no tenemos elección. No podemos dejar que satisfaga sus nuevos apetitos. Si los
humanos llegan a descubrirlo... —Sacudió la cabeza, y sus ojos estaban cargados
de oscuros conocimientos—. Nos tomarían por monstruos.
—Ya lo
hacen —dijo Siwon—. Para ostentar el poder, todos debemos convertirnos en algo
parecido a monstruos.
Yunho estaba
de acuerdo. Siwon era uno de los más longevos. Había gobernado de un modo u
otro durante milenios, y sus ojos aún no mostraban la menor señal de tedio.
Quizá fuera porque Siwon tenía algo que los demás no poseían: un amante cuya
lealtad era incuestionable. Siwon y Heechul llevaban juntos novecientos años.
—No
obstante —observó Zhou Lijuan—, es diferente ser temido y respetado que ser
totalmente aborrecido.
Yunho no
tenía claro que existiera aquella diferencia, pero Lijuan era una arcángel de
otra época. Gobernaba en Asia a través de una red de matriarcados que
inculcaban en sus hijos el respeto hacia ella, y así había sido durante eones.
Si Siwon era viejo, Siwon era toda una anciana: se había fundido con el tejido
de su patria, China, y el de las tierras que la rodeaban. Se narraban historias
sobre Lijuan entre susurros, y era considerada una semidiosa. En cambio, Yunho
solo había gobernado durante quinientos años, un brevísimo lapso de tiempo.
Aunque aquello podía resultar una ventaja.
A
diferencia de Lijuan, Yunho no había ascendido tanto como para dejar de
comprender a los mortales. Incluso antes de su transformación de ángel a
arcángel, había elegido el caos de la vida y no la elegante paz de sus
hermanos. Ahora vivía en una de las ciudades más ajetreadas del mundo y
vigilaba a sus ciudadanos sin que estos se dieran cuenta. Igual que había
vigilado a Kim Jaejoong aquel mismo día.
—No es
necesario que discutamos sobre la discreción —dijo, interrumpiendo los suaves
sollozos de Hye Ji—. Nadie puede saber en qué se ha convertido Chul Min. Ha
sido así desde que existimos.
El
comentario fue seguido por una ronda de asentimientos. Incluso Chul Min se
enjugó las lágrimas y se apoyó en el respaldo, con los ojos despejados y las
mejillas sonrojadas. Su belleza no tenía parangón. Incluso entre los ángeles,
siempre había sido la más brillante de las estrellas, y nunca había carecido de
amantes o de atenciones. En aquel momento, sus miradas se encontraron y en los
ojos de Chul Min apareció un interrogante sensual que Yunho decidió no
responder. Así que era eso... No lo sentía por Chul Min; lo sentía por ella.
Aquello encajaba mucho mejor con su personalidad.
— ¿Lo has
elegido por algún motivo? —dijo ella un segundo después, con un tono algo
molesto Yunho se
preguntó si debía avisar a Jaejoong de aquella nueva amenaza. A Hye Ji no le
gustaba la competencia, y había sido la amante de Chul Min durante casi medio
siglo, un compromiso sorprendente para alguien de una naturaleza tan voluble.
— Lo elegí
porque puede detectar una esencia que nadie más puede percibir.
—Vaya, en
ese caso, ¿por qué esperar? —preguntó Min Jae, con un tono suave que no
encajaba con su musculoso cuerpo. Parecía un hombre esculpido en azabache, tan
tosco como el baluarte de la montaña que él consideraba su hogar.
—Porque...
—respondió Yunho —... Chul Min aún no ha atravesado la última frontera.
Silencio.
— ¿Estás
seguro? —inquirió Ji Won en tono afable. Era la más joven de todos, y sus ideas
se parecían más a las de los mortales que la de cualquiera de ellos. Su corazón
y su alma habían salido ilesos del inexorable paso del tiempo—. Si todavía no
ha...
—Tienes
demasiadas esperanzas —la interrumpió Tae Sung con su característico tono
brusco—. Mató a todos sus sirvientes y criados la noche que se marchó de
Europa.
—En ese
caso, ¿cómo es que no ha atravesado el límite... que jamás debemos atravesar?
—preguntó Ji Won, que no estaba dispuesta a echarse atrás. Aquella era la razón
por la que, a pesar de su juventud, gobernaba Persia. Se doblaba, pero no se
rompía. Jamás—. ¿Seguro que no puede recuperarse?
—Sí, seguro
—replicó Neha, que era tan fría como Ji Won amable. En su hogar, en la India,
las serpientes eran consideradas diosas, y a Neha la adoraban como la Reina de
las Serpientes—. Les he hecho unas discretas preguntas a nuestros doctores. Es
demasiado tarde. Su sangre es veneno.
— ¿No
pueden haberse equivocado? —preguntó Hye Ji, y quizá su tono mostró una leve
pizca de preocupación.
—No. —Los
ojos de Neha recorrieron la estancia—. También le envié una muestra a Siwon.
—Hice que Heechul
le echara un vistazo —dijo Siwon —. Neha tiene razón. Es demasiado tarde para Chul
Min.
—Es un
arcángel. El cazador no podrá matarlo, ni aun en el caso de que lo encuentre
—aseguró Lijuan, y su resplandeciente pelo blanco ondeó sin el menor atisbo de
brisa. La edad proporcionaba unos poderes tan extraordinarios que parecer «humano»
en algún sentido rozaba lo imposible. Los ojos de Lijuan tenían un extraño
color gris perla que tampoco existía en la tierra—. Uno de nosotros debe
encargarse de eso.
— ¡Tú solo
lo quieres muerto porque puso en peligro tu poder! —exclamó Hye Ji.
Lijuan pasó
por alto su comentario, tal como Yunho habría hecho con el de un humano. Lijuan
había visto cómo los arcángeles iban y venían. Solo ella permanecía. Chul Min había
sido uno de sus más próximos contemporáneos.
— ¿Yunho?
—Al cazador
se le ha encargado el trabajo de localizar a Chul Min—respondió mientras
recordaba el terror que había asomado a los ojos de Jaejoong cuando le habló de
su tarea—. Yo lo ejecutaré. ¿Cuento con el beneplácito del Grupo?
Uno por
uno, todos dijeron: «Sí». Incluso Hye Ji. La arcángel valoraba su vida mucho más
que la de Chul Min. Hasta donde ellos sabían, Chul Min estaba cerca por Hye Ji.
Si cruzaba la frontera final, su antigua amante se convertiría en su principal
objetivo.
Así que ya
estaba hecho.
Yunho se
quedó en la sala mientras el resto del Grupo se marchaba. Era insólito que
todos los miembros se reunieran en un mismo lugar. Sus poderes eran
inconmensurables, pero era mejor no tentar a los jóvenes. Algunos aspiraban a
ocupar una vacante tras una muerte. Siempre eran los jóvenes los que albergaban
semejantes ilusiones. Los mayores eran lo bastante sabios para saber que la
condición para convertirse en arcángel era renunciar a una parte del alma.
Poco
después, solo Siwon estaba con él en la habitación, en la parte opuesta del
semicírculo.
— ¿No vas a
volver a casa con Heechul?
Las alas
blancas de Siwon se removieron durante unos instantes cuando estiró las piernas
y se apoyó en el respaldo del asiento.
—Él está
siempre conmigo, da igual adónde vaya.
Yunho no
sabía si hablaba de forma literal. Se rumoreaba que algunas de las parejas
angelicales más antiguas compartían un vínculo mental libre de los límites del
tiempo o la distancia, pero si era cierto, ninguno hablaba sobre ello.
—En ese
caso, sin duda estás bendecido.
—Así es. —
Siwon se inclinó hacia delante para apoyar los codos sobre las rodillas—. ¿Cómo
es posible que le haya ocurrido algo así a Chul Min? ¿Por qué nadie se dio
cuenta?
Yunho
comprendió que el otro hombre no sabía realmente nada.
—No estaba
emparejado, y a Hye Ji no le importa nadie salvo ella misma.
—Eso es
cruel. —Sin embargo, no discutió la afirmación.
—Tú tienes
a Heechul, que te advierte si te acercas al límite. Chul Min estaba solo.
—Tenía
sirvientes, ayudantes, otros ángeles...
—Chul Min nunca
fue compasivo —dijo Yunho—. Recompensaba cualquier pequeño agravio con la tortura.
Como resultado, su castillo estaba lleno de gente que lo odiaba o lo temía.
Gente a la que le daba igual si él vivía o moría.
Siwon levantó
la vista. Sus ojos claros parecían casi humanos.
—Harías
bien en aprender esa lección, Yunho.
—Te
comportas como si fueras mi hermano mayor.
Siwon se
echó a reír; era el único arcángel aparte de Ji Won capaz de reírse de verdad.
—No, solo
veo un líder en ti. Ahora que Chul Min se ha marchado, es posible que el Grupo
se fragmente... y ya sabes lo que ocurrió la última vez que nos separamos.
La Edad
Oscura de los hombres y los ángeles, una época en que los vampiros se bañaban
en sangre y los ángeles estaban demasiado ocupados peleando entre ellos como
para impedirlo.
— ¿Por qué
yo? Soy más joven que tú, y más que Lijuan.
—Lijuan...
ya no pertenece a este mundo. —Su frente se llenó de arrugas de preocupación—.
Según creo, ella es la arcángel de mayor edad que existe. Está más allá de las
insignificancias.
—Esto no es
ninguna insignificancia. —No obstante, comprendía lo que Siwon quería decir.
Lijuan ya no tenía los ojos puestos en el mundo. Su mirada estaba orientada en
algún punto lejano de la distancia—. Si no es Lijuan, ¿por qué no tú? Eres el
más estable de todos nosotros.
Siwon sacudió
las alas mientras reflexionaba.
—Mi reino
en Sudamérica jamás se ha visto amenazado. Es cierto que me encargo de los
disidentes con mano de hierro, pero... —negó con la cabeza—... no siento ningún
deseo de matar ni de derramar sangre. Para mantener el Grupo unido, el líder
debe ser más peligroso que cualquiera de los demás.
— ¿Me estás
llamando déspota a la cara? —señaló Yunho con voz amable.
Siwon encogió
los hombros.
—Tú
inspiras miedo sin necesidad de ser tan cruel como Tae Sung, ni tan caprichoso
como Hye Ji. Por esa razón chocaste con Chul Min: estabas demasiado cerca de
apoderarte de lo que era suyo. El liderazgo ya es tuyo, lo sepas o no.
—Y ahora ha empezado la caza de Chul
Min. —De repente, Yunho vio su futuro. Ser rastreado como un animal. Por un
hombre con el cabello del color del anochecer y los ojos oscuros —. Vuelve a
casa con Heechul, Siwon. Me encargaré de hacer lo que sea necesario. —Derramar
sangre, acabar con la vida de un inmortal. Aunque, por supuesto, aquel era un
término equivocado. Un arcángel podía morir... aunque solo a manos de otro
arcángel.
— ¿Descansarás
esta noche? —preguntó Siwon cuando ambos se pusieron en pie.
—No. Debo
hablar con el cazador.
Con Jaejoong.
* * *
Jaejoong terminó
la búsqueda preliminar sobre Chul Min y se apoyó en el respaldo de la silla con
las náuseas atascadas en la garganta. Chul Min había gobernado (y hasta donde
el resto del mundo sabía, seguía gobernando) en las zonas del este de Europa y
en las regiones vecinas de Rusia. Bueno, al igual que Estados Unidos, esos
países tenían sus propios presidentes y primeros ministros, sus parlamentos y
senados, pero todo el mundo sabía que el verdadero poder estaba en manos de los
arcángeles. El gobierno, los negocios, el arte... no había nada que se librara
de su influencia, ya fuera directa o indirecta.
Y, según
parecía, Chul Min era un tipo muy influyente.
La primera
historia relacionada con él la había encontrado en un artículo de prensa sobre
el presidente de un diminuto país que en su día había formado parte de la Unión
Soviética. Dicho presidente, un tal Chernoff, había cometido el error de
desafiar públicamente a Chul Min y de incitar a los ciudadanos a boicotear los
negocios draconianos del arcángel, así como los de sus «hijos vampiro», y a
apoyar las empresas dirigidas por humanos. Jaejoong no estaba de acuerdo con el
presidente. Ser humanocéntrico también era una especie de prejuicio. ¿Qué
pasaba con todos esos pobres vampiros que solo se dedicaban a sus familias? La
mayoría de los vampiros no adquirían poder con la transformación; eso llevaba
siglos. Y algunos siempre eran débiles.
Después de
leer los primeros párrafos del artículo, que resumían la política del
presidente Chernoff, Jaejoong supuso que la historia terminaría con la noticia
sobre las preparaciones de su funeral. Para su sorpresa, descubrió que el
presidente seguía con vida... si podía decirse así.
Poco
después de sus polémicas declaraciones, el señor Chernoff había sufrido un
trágico accidente de coche: su chófer había perdido el control de la dirección
y se había estrellado con un camión que venía de frente. El conductor había
salido del coche sin un arañazo, un hecho calificado de «milagro». El presidente
no había sido tan afortunado. Tenía tantos huesos rotos que los médicos
aseguraban que jamás recuperaría el uso de sus extremidades por completo. Sus
cuencas oculares habían estallado «desde dentro», lo que había
destruido sus ojos. Y su garganta había sufrido una lesión tan grave que sus
cuerdas vocales habían quedado inservibles... pero no suficiente para matarlo.
No volvería
a escribir, ni a mano ni a máquina.
No volvería
a hablar.
No volvería
a ver.
Nadie se
había atrevido a afirmarlo, pero el mensaje era alto y claro: si alguien
desafiaba a Chul Min, sería silenciado. El político que había ocupado el puesto
de Chernoff había jurado lealtad a Chul Min antes incluso de tomar posesión del
cargo.
Di lo que quieras sobre Yunho, pensó de
pronto, pero él al menos no es un tirano.
Estaba
claro que gobernaba en Estados Unidos con mano de hierro, pero no se entrometía
en los intrascendentes asuntos humanos. Unos cuantos años atrás, había
aparecido un candidato a alcalde que prometía no acatar las leyes de los
arcángeles si salía elegido. Yunho le había permitido seguir con su campaña, y
solo había respondido con una pequeña sonrisa cuando algún reportero se atrevió
a acercarse a él.
Aquella
sonrisa, aquel gesto que indicaba que toda la situación le parecía ridícula,
había hundido las esperanzas del candidato a alcalde como si fueran el Titanic.
El tipo había desaparecido del mapa sin dejar rastro. Yunho había conseguido la
victoria sin derramar ni una gota de sangre. Y había conservado su poder a los
ojos de la población.
—Eso no lo
convierte en alguien bueno —murmuró, preocupado por la dirección que tomaban
sus pensamientos. Tal vez Yunho destacaba si se lo comparaba con Chul Min, pero
eso no era decir mucho.
Había sido Yunho
quien había amenazado con hacer daño a la pequeña Junho, él y nadie más.
—Cabrón...
—susurró, repitiendo el insulto que había utilizado Junsu.
Aquella
amenaza lo colocaba en el mismo peldaño que ocupaba Chul Min. El arcángel
europeo había destruido en una ocasión un colegio lleno de niños de entre cinco
y diez años cuando los ciudadanos de la localidad le pidieron que su vampiro
mascota no anduviera entre ellos.
Jaejoong habría
encontrado absurda aquella petición si el vampiro no hubiera estado consumiendo
sangre por la fuerza. Lo cierto era que había violado a varias mujeres de la
localidad y las había dejado destrozadas. Los ciudadanos habían acudido a Chul
Min en busca de ayuda. Y él había respondido matando a sus hijos y robándoles a
sus mujeres. Aquello había ocurrido unos treinta años atrás, y nadie había
vuelto a ver a ninguna de aquellas mujeres. El pueblo ya no existía.
Chul Min
era, sin lugar a duda, un ser terrible. Y él...
Algo dio
unos golpecitos en la ventana del mirador.
Tras
deslizar la mano hacia abajo para coger la daga oculta bajo la mesita de café, Jaejoong
levantó la vista... y sus ojos se clavaron en los de un arcángel. Su silueta
recortada contra el brillante perfil de la ciudad debería dar la impresión de
un ente más pequeño, pero era incluso más hermoso que a la luz del día. El
hecho de que apenas tuviera que mover las alas para mantener la posición no era
más que una prueba de su poder, ese poder absoluto que emanaba de su cuerpo y
lo abrumaba incluso a través del cristal.
Señaló
hacia arriba. Jaejoong abrió los ojos de par en par.
—El tejado
no es... —empezó a decir, pero Yunho ya se había marchado—. ¡Hay que joderse!
Furioso con
Yunho por haberlo pillado desprevenido, por provocarle aquella nefasta
atracción, volvió a guardar la daga, cerró el portátil y salió de su
apartamento.
Tardó
varios minutos en llegar a la azotea y abrir la puerta.
— ¡No
pienso salir ahí fuera! —gritó. Se había asomado y no lo había visto por ningún
sitio. La azotea de su edificio había sido diseñada por algún arquitecto
vanguardista que pensaba en la forma más que en la funcionalidad: delante de Jaejoong
solo había una serie de picos dentados e irregulares. Era imposible caminar por
allí sin resbalar y caer hacia una muerte segura—. No, gracias —murmuró al
sentir cómo el viento le apartaba el cabello de la cara mientras aguardaba con
la puerta entreabierta—. ¡Yunho!
Tal vez, pensó, el arquitecto no fuera en absoluto vanguardista.
A lo mejor solo odiaba a los ángeles. En aquel momento, le cuadraba. Quizá
a Jaejoong le gustaran sus alas, pero no se hacía ilusiones en cuanto a su
supuesta bondad interior.
—Bondad
interior... ¡Ja! —exclamó.
Justo
entonces, el arcángel aterrizó delante de él, bloqueando con las alas su campo
de visión.
Retrocedió
un paso sin darse cuenta, y para el momento en que se recuperó, Yunho ya había
entrado en el edificio y había cerrado la puerta. Mierda... odiaba que pudiera
hacerlo reaccionar como si fuera un novato a la caza de su primer vampiro. Si
aquello continuaba así mucho más tiempo, perdería todo el respeto por sí mismo.
— ¿Qué
pasa? —preguntó al tiempo que cruzaba los brazos.
— ¿Así es
como recibes a todos tus invitados? —Sus labios no mostraban el menor asomo de
sonrisa, aunque eran la encarnación de la sensualidad, la lujuria y la
seducción más absoluta.
Jaejoong dio
otro paso hacia atrás.
—Deja de
hacer eso.
— ¿El qué?
—Un brillo de auténtica confusión apareció en sus ojos marrones y perfectos.
—Da igual.
—Contrólate, Jaejoong, se dijo él—.
¿Por qué has venido?
Yunho lo
miró durante varios segundos.
—Quería
hablar contigo sobre la caza.
—Pues
empieza.
El arcángel
observó el descansillo que nadie usaba jamás. La escalera de metal estaba oxidada;
no había más que una única bombilla, y estaba a punto de fundirse. Parpadeo.
Parpadeo. Un apagón de dos segundos. Y luego dos nuevos parpadeos. El patrón se
repetía una y otra vez, y lo estaba volviendo loco. Era obvio que Yunho tampoco
estaba muy impresionado.
—Aquí no, Jaejoong.
Muéstrame tus aposentos.
Jaejoong frunció
el ceño al escuchar la orden.
—No. Esto
es trabajo... Iremos a las oficinas del Gremio y utilizaremos una de las salas
de reuniones.
—A mí me da
igual. —Se encogió de hombros, y aquel gesto concentró la atención de Jaejoong en
la amplitud de aquellos hombros, en el poderoso arco de sus alas—. Llegaré allí
volando en unos minutos. Pero tú tardarás al menos media hora, quizá más: se ha
producido un accidente en la carretera que lleva al Gremio.
— ¿Un
accidente? —Su mente se llenó de los horribles detalles de lo que acababa de
leer sobre el «accidente»—. ¿Estás
seguro de que no ha sido cosa tuya?
El arcángel
lo miró con expresión divertida.
—Si lo
deseara, podría obligarte a hacer todo lo que me viniera en gana. ¿Por qué iba
a tomarme la molestia de organizar algo semejante?
Aquella
descarada manera de establecer lo enorme que era su poder (y lo diminuto que
era el de Jaejoong), hizo que Jaejoong deseara coger una de sus dagas.
—No deberías
mirarme así, Jaejoong.
— ¿Por qué?
—inquirió Jaejoong, invadido por un impulso suicida que hasta ese momento
desconocía—. ¿Te asusta?
Yunho se
inclinó un poco más hacia delante.
—Mis
amantes siempre han sido guerreros. La fuerza me intriga.
Jaejoong no
podía permitir que jugara con él de aquella forma, aunque su cuerpo se
opusiera. Con vehemencia.
— ¿También
te intrigan los cuchillos? Porque si me tocas, te haré pedazos. Me importa un
bledo que después me arrojes desde el balcón más cercano.
Aquello pareció
detenerlo, como si se lo estuviera pensando.
—No
elegiría ese castigo para ti. Sería demasiado rápido.
Fue
entonces cuando Jaejoong recordó que no se enfrentaba a un macho humano. Aquel
era Yunho, el arcángel que le había roto todos y cada uno de los huesos a un
vampiro para demostrar su poder.
—No te
dejaré entrar en mi casa, Yunho.
Su hogar
era su guarida.
Se produjo
un largo silencio cargado con la aplastante presión de una amenaza oculta. Jaejoong
se quedó muy quieto, a sabiendas de que ya lo había presionado suficiente
aquella noche. Y aunque era consciente de su propia valía, también sabía que
para un arcángel era, al fin y al cabo, prescindible.
Los ojos marrones
de Yunho estaban consumidos por las llamas, y su poder cargaba el aire de
electricidad. Jaejoong estaba a punto de arriesgarse a salir corriendo hacia
los estrechos confines de la escalera cuando él habló por fin.
—En ese
caso, iremos a tu Gremio.
Jaejoong
parpadeó, incrédulo.
—Te seguiré
en coche. —Tenía un vehículo del Gremio. Al igual que la mayoría de los
cazadores, salía tanto del país que no le merecía la pena tener coche propio.
—No. —La
mano de Yunho se cerró sobre su muñeca—. No deseo esperar. Iremos volando.
El corazón
de Jaejoong se detuvo de pronto. Cuando empezó a latir de nuevo, seguía sin ser
capaz de hablar.
— ¿Qué?
—Más que una pregunta, fue un chillido indignado.
No
obstante, el arcángel ya había abierto la puerta y tiraba de él.
Jaejoong clavó
los talones en el suelo.
— ¡Espera!
—Volaremos
o iremos a tu casa. Elige.
La arrogancia
de su voz era sobrecogedora. Al igual que su furia. Al arcángel no le gustaba
que le dijeran que no.
—No elijo
ninguna de las dos cosas.
—Inaceptable.
—Volvió a tirar de él.
Jaejoong se
resistió. Deseaba volar más que ninguna otra cosa en el mundo, pero no quería
hacerlo en brazos de un arcángel que, en su actual estado de ánimo, podría
dejarlo caer sin problemas.
— ¿A qué
viene tanta prisa?
—No te
dejaré caer... Esta noche no. —Su rostro era tan perfecto que podría haber
pertenecido a algún dios de la antigüedad, pero carecía por completo de
compasión. Aunque lo cierto era que no podía decirse que los dioses fueran
compasivos—. Ya es suficiente.
Y de pronto
Jaejoong se encontró en la azotea, sin saber cómo se había alejado del
descansillo. La furia lo inundó como una abrupta onda expansiva semejante a un
relámpago, pero Yunho lo rodeó con los brazos y se elevó con Jaejoong antes de
que pudiera abrir la boca. Los instintos de supervivencia entraron en juego.
Con fuerza. Le rodeó el cuello con los brazos y se agarró a Yunho con firmeza
mientras sus alas se batían con energía y el tejado se alejaba a una velocidad
vertiginosa.
El cabello
se sacudía con fuerza alrededor de su rostro, y el viento arrancaba lágrimas de
sus ojos. Luego, cuando por fin alcanzó la altura que deseaba, Yunho cambió la
posición de vuelo y lo protegió del viento. Jaejoong se preguntó si lo habría
hecho a propósito, y luego se dio cuenta de que intentaba humanizarlo. Aquel
ser no era humano. Ni de lejos.
No vio otra
cosa que sus alas hasta que se atrevió a volver la cabeza para contemplar el
paisaje. No había mucho que ver, ya que Yunho se había elevado por encima de la
capa de nubes. Le castañeteaban los dientes, pero tenía que hablar, soltar la
furia que lo invadía antes de que le hiciera un agujero en el alma.
— ¿No te
dije... —inquirió con los dientes apretados—... que no jugaras con mi mente?
Yunho bajó
la mirada.
— ¿Tienes
frío?
— ¡Premio
para el caballero! —Exclamó Jaejoong, y su aliento formó una nube de vapor—. No
estoy hecho para volar.
El arcángel
bajó en picado sin avisar. El estómago de Jaejoong se encogió de pronto
mientras una euforia salvaje inundaba su torrente sanguíneo. ¡Estaba volando!
Tal vez no había sido elección suya, pero no iba a tirar piedras contra su propio
tejado. Se agarró con fuerza y disfrutó de cada segundo de la experiencia,
almacenando los recuerdos sensoriales para saborearlos más tarde. Fue entonces
cuando comprendió que no tenía motivos para temer una caída accidental: los
brazos de Yunho eran como cinturones de piedra a su alrededor; irrompibles,
inamovibles. Se preguntó si Yunho notaría su peso. Se suponía que los ángeles
eran mucho más fuertes que los humanos o los vampiros.
— ¿Mejor
así? —preguntó Yunho con los labios pegados a su oreja.
Sorprendido
por el timbre cálido de su voz, Jaejoong parpadeó y se dio cuenta de que en
aquellos momentos volaban justo por encima de los rascacielos.
—Sí. —No pienso darle las gracias, se dijo con
rebeldía. No le había pedido permiso para lanzarse con Jaejoong al vacío—. No
me has respondido.
—En mi
defensa —dijo Yunho con tono divertido—, debo decir que no fue tanto una
pregunta como una afirmación.
Jaejoong
entrecerró los párpados.
— ¿Por qué
sigues metiéndote en mi cabeza?
—Es más
cómodo que desperdiciar el tiempo intentando convencerte de las cosas.
—Es una
especie de violación.
Un gélido
silencio. Se le puso la carne de gallina de nuevo.
—Cuidado
con las acusaciones.
—Es la
verdad —insistió Jaejoong, aunque se le había hecho un nudo en el estómago—.
¡Te dije que no lo hicieras! Y te ha dado igual. ¿Cómo coño llamarías tú a algo
así?
—La
humanidad no significa nada para nosotros —replicó—. Son como hormigas que se
aplastan sin problemas y se sustituyen con facilidad.
Jaejoong se
estremeció; aquella vez fue a causa del miedo.
—En ese
caso, ¿por qué nos permiten seguir con vida?
—Porque de
vez en cuando nos divierten. Resultan de alguna utilidad.
—Como
alimento para sus vampiros, por ejemplo —señaló Jaejoong, que se sintió asqueado
por haber visto algo de humanidad en él—. Lo que... hacen es mantener una
prisión llena de «aperitivos» para sus mascotas, ¿no es cierto?
Yunho
apretó los brazos y lo dejó sin aliento.
—No es
necesario. Los aperitivos se ofrecen a sí mismos en bandejas de plata. Pero tú
ya lo sabes... Después de todo, tu hermano está casado con un vampiro.
La
indirecta no podría haber sido más clara. Había llamado a su hermana, Eun Joo, «zorra
de vampiros». Aquel término despectivo se utilizaba para describir
tanto a las mujeres como a los hombres que seguían a los vampiros a todas
partes y les ofrecían sus cuerpos como alimento a cambio de cualquier efímero
placer que los chupasangre se dignaran ofrecerles. Cada vampiro se alimentaba
de forma diferente, hacía daño o daba placer de manera distinta. Y algunas de
las zorras de vampiros parecían decididas a saborear, y a ser saboreadas, por
todos y cada uno de ellos.
—Deja a mi
hermano fuera de esto.
— ¿Por qué?
—Ya estaba
con Joon Seok antes de que él se convirtiera en vampiro. No es ninguna zorra.
El arcángel
se rió entre dientes, pero fue el sonido más frío y peligroso que Jaejoong hubiera
oído jamás.
—Esperaba
algo más de ti, Jaejoong. ¿No es cierto que tu familia te considera una
abominación? Creí que te compadecerías de aquellos que aman a los vampiros.
De haberse
atrevido a apartar los brazos de su cuello, le habría clavado las uñas en la
cara.
—No pienso
hablar de mi familia contigo. —Ni con él, ni con nadie.
«Me das
asco.» Esas habían sido prácticamente las últimas palabras que le había dicho
su padre.
Kim Wong
Bong nunca había sido capaz de entender cómo era posible que hubiera engendrado
a una «criatura» como él, una «abominación» que se negaba a seguir
los dictados de su familia de sangre azul y a venderse en matrimonio a fin de
extender el imperio Kim. Le había exigido que renunciara a la caza de vampiros,
sin escucharlo, sin entender que pedirle que renunciara a sus habilidades era
pedirle que matara algo dentro de él.
«Entonces
lárgate, ve a revolcarte en el fango. Y no te molestes en volver.»
—Debió de
producirse una situación de lo más... interesante cuando tu cuñado se decidió
por el vampirismo —comentó Yunho, pasando por alto su advertencia—. Aunque tu
padre no desheredó a Eun Joo, y tampoco a Joon Seok.
Jaejoong tragó
saliva. Se negaba a recordar la patética esperanza que había sentido cuando Joon
Seok volvió a ser aceptado en el seno de la familia. Había deseado creer que su
padre había cambiado, que finalmente podría mirarlo con el mismo amor que a Eun
Joo y a los otros dos hijos que había tenido con su segunda esposa, Se Hong. Su
primera esposa, Ji Yun, la madre de Jaejoong y de Eun Joo, jamás era
mencionada. Era como si jamás hubiera existido.
—Mi padre
no es asunto tuyo —dijo con una voz dura cargada de emociones contenidas.
Kim Wong
Bong no había cambiado. Ni siquiera se había molestado en devolverle la
llamada. Fue entonces cuando Jaejoong comprendió que Joon Seok había sido
aceptado de nuevo porque era el vástago de una corporación gigantesca que
mantenía estrechos vínculos con la Kim Enterprises. A Wong Bong no le servía
para nada un hijo que había decidido satisfacer su «vergonzosa e inhumana»
habilidad para rastrear vampiros.
— ¿Y qué
pasa con tu madre? —preguntó el arcángel en un siniestro susurro.
Algo se
rompió en su interior. Se soltó de su cuello y lo empujó con las piernas al
mismo tiempo que elevaba los brazos para destrozar aquella cara perfecta. Fue
un acto suicida, pero si había un tema con el que Jaejoong no se mostraba
racional, era su madre. El hecho de que aquel arcángel, aquel inmortal al que
le importaban una mierda los pormenores de la vida humana, se atreviera a
utilizar la efímera existencia de Kim JI Yun contra él le resultaba
insoportable. Quería hacerle daño, aunque fuera inútil.
—No te
atrevas jamás a...
Lo dejó caer.
o no no creo que yunho se atreva a dejar que jae muera es mas bien como asustarlo para que le tema
ResponderEliminarpues aun que yunho no se de cuenta el a de sentir algún interés por jae
pues no mas anda siguiéndolo a todas partes y jae muy nerviosa por estar en los brazos de ese arcángel pero ya lo saco de quicio y jae lo quiere dañar pero lo único que sacara es un susto pues yunho no lo creo que lo mate no a el si que le interesa jae aun que diga que los humanos son insignificantes el esta interesado en jae
GRACIAS por el capitulo espero por los siguientes no tardes pues desespero XD no aquí te espero para seguir leyendo bye
noooo porque lo dejas ahi... :( no puede ser se quedo en suspenso...
ResponderEliminar¿que habra pasado? bueno Yunho lo dejo caer al parecer pero no creo que termine asi cierto?
Bueno solo me queda esperar a la próxima actualizacion auqnue este muriendo de curiosidad.... esos dos se llevan tan bien, notese el sarcasmo
Gracias por actualizar :)
mrda D: noo me dejes asi sube el sig pronto plissss ><
ResponderEliminarno creo q yunho deje q muera pero seguro jae se las arreglo para cabrearlo enserio aunq yunho tenga la culpa! asdada gracias x la actu espero el sig con ansias !!
Ayyy Dios!!! Como que lo dejo caer!!! Yunho se esta pasando de pesado!!! Gracias ppor el capitulo actualizalo pronto ... como nos vas a dejar asi!!! Actu pronto por favor!!
ResponderEliminarAhhh xq lo dejaste allí ahhh (corré como loca x toda la habitación)....Dios x favor tienes q seguir con esta historia.....x favor *_*
ResponderEliminarConti please!! XD
ResponderEliminarYa en serio... Esta historia necesita ser continuada, por favor no lo dejes así... Estoy por demás intrigada con esta, ¿La seguirás algún día? Vamos anímate, dale fin a tu trabajo... Estaré haciéndote porras para que la inspiración te llegue...
Ohh noo!!! Porfavor siguelaa que esta re buenaaa!!!!
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