Un extraño en mi ventana: Capítulo 2

Capítulo 2

Yunho corrió hacia la ventana, la abrió y lo agarró por la cintura. Tiró de él hacia dentro y cerró la ventana. El hombre no lo miraba, seguía como en estado de shock. Yunho no sabía que decir o hacer.

— ¿Te encuentras bien?

El hombre lo miró, pero no parecía tener miedo sino más bien curiosidad

— ¿Quieres un vaso de agua?

—No. —Respondió.

Su voz era suave, relajada y agradable. Yunho se acercó a él y lo ayudó a sentarse en la cama.

— ¡Dios estás congelado! Traeré una manta.

Abrió un armario y empezó a rebuscar. Tenía una asistente que le arreglaba el apartamento por las mañanas, por lo que no tenía ni idea de dónde encontrar una manta o algo que se le pareciese. Registró un par de bolsas grandes y encontró una manta no muy grande.

— ¡Servirá!

Cogió la manta y cubrió con ella al hombre.

— ¿Por qué estabas ahí fuera?

Él lo miró sin decir nada.

— ¿Quieres que llame a alguien?

Más silencio. Yunho se estaba empezando a sentir abrumado, con tanto silencio.

—Veo que no eres muy hablador. Pero bueno si yo hubiera estado ahí fuera, tampoco tendría muchas ganas de hablar.

Se agachó y le cogió la mano. Sus ojos oscuros contrastaban con su tez, parecía una de esas muñecas de porcelana.

—Bueno voy a llamar a la policía. Ellos sabrán cómo encontrar a tu familia.

Yunho se levantó y fue en ese momento cuando sintió como el hombre agarraba su brazo. Lo siguiente que recordó fue estar tumbado en la cama y el hombre de pie, observándole. No comprendía como aquel hombre de aspecto delicado, podía tener esa fuerza y rapidez. El  hombre saltó sobre él, sus brazos como dos columnas lo flanqueaban. Sus ojos oscuros, se convirtieron en rojo sangre y de su boca emergieron dos prominentes colmillos.

-— ¡Joder! Y yo que creía que los vampiros eran una mentira del cine. ¿Y ahora qué toca? ¿Beber mi sangre hasta qué muera?

—Así es. — Respondió él con frialdad.

—Sólo hay un fallo en tu plan. — Dijo Yunho.

— ¿Un fallo? ¿Cuál? — Preguntó extrañado el vampiro.

Hace tiempo sufrió un intento de secuestro, desde entonces siempre llevaba un arma encima. Tenía varias pistolas diseminadas por el apartamento, una de ellas bajo la almohada.

El vampiro sintió como Yunho clavaba el cañón de la pistola contra sus costillas.

—Eso no me matará. —Dijo el vampiro sonriendo.

—Es un mágnum cuarenta y cuatro, no te matará, pero te dejará mal durante horas. No creo que sea agradable para ti. Pero te propongo un trato.

— ¡Yo no hago tratos con humanos!

—Bien. Tú te lo pierdes. — Dijo Yunho amartillando el arma lista para disparar.

— ¡Espera! — Gritó el vampiro. — ¿Qué trato?

Lo cierto es que Yunho estaba cansado, la depresión lo consumía y deseaba la muerte, prueba de ello era lo que le había ocurrido durante el salto por la mañana. Cualquier otro hubiera sentido terror, ante la sola presencia de aquel bello demonio, pero él no. No tenía nada que perder.

—Si me dejas besarte, no ofreceré ninguna resistencia cuando quieras acabar conmigo.

— ¿Besarme?

El vampiro no podía salir de su asombro, le repugnaba la idea de besar a un humano. Era consciente de las relaciones sexuales entre vampiros, incluso sabía de vampiros que practicaban sexo con humanos. Pero él desde que fue convertido hace más de doscientos años, no pensaba en esos temas. En su cabeza sólo había odio y frialdad.

— ¡No!

—Eres un estúpido. ¿Prefieres que te vuele las costillas, por no dar un beso y luego a disfrutar del festín?

—Pero... ¿Por qué quieres besarme?

—La verdad no lo sé. Se me ha ocurrido ahora mismo sobre la marcha. Que quieres que le haga, soy un rico excéntrico. Me he acostado con todo tipo de hombres, pero mira por donde, nunca he besado a un vampiro.

— ¡Está bien!

—Perfecto entonces. Esto... ¿Te importa quitar esos ojos rojos tan feos? Es que me cortan el rollo, ya me entiendes.

El vampiro lo miró ofendido, se concentró no sin esfuerzo y sus ojos volvieron a ser oscuros.

—Eso está mucho mejor. —Pensó Yunho.

Con suavidad pasó una mano por su espalda mientras con la otra atraía la cabeza del vampiro hacia él. Cuando sus labios rozaron los de él, sintió una auténtica descarga de adrenalina. Eran suaves y delicados. Los besó lentamente, no en vano sería su último beso. Poco a poco consiguió que él abriera la boca y empezó a jugar con su lengua, rozando superficialmente sus dientes. Resultaba extraño, sentir aquellos colmillos.

Él sentía al principio una gran repulsión, pero unos minutos más tarde, notó como si algo despertara en su cuerpo. Guiado por un creciente deseo ya prácticamente desconocido por él. Sus lenguas se encontraron. Yunho no podía creerlo, la primera vez que un hombre le hacía sentir algo era con su asesino. Menuda jugada del destino.

Le costó terminar el beso, pero entendió que para él no debía ser agradable. Sus manos lo liberaron y él se limitó a cerrar los ojos. Giró el cuello para dejarlo a su disposición.

Él lo miró, estaba colapsado por emociones que creía muertas. Aquel maldito humano, había conseguido romper sus barreras. Se impulsó hacia atrás, como si la gravedad no le afectara. Abrió la ventana y saltó a la azotea de un rascacielos cercano.

Yunho abrió los ojos, no entendía porque seguía vivo. Pero se descubrió temblando y no era porque tuviera frío.

Se levantó, miró por la ventana y la cerró.

Cogió un slip de un cajón y se acostó en la cama. No tenía bastante con su estúpida vida y ahora se enteraba de que los vampiros existían. Suerte que él no era ni un cobarde, ni un temeroso. Quién sabe, a lo mejor eso le daba un punto de interés a su vida.

Una de sus empresas era de armamento, no era una de esas que aprovisionan al ejército a nivel global, pero tenía acceso a cualquier tipo de arma. Sería interesante investigar ese nuevo mundo y si las cosas se ponían feas, siempre podría acabar con alguno.

No conseguía quitarse de la cabeza el beso. Hasta para eso era raro, el único beso que le había puesto nervioso de verdad era de un vampiro. Por otro lado se preguntaba, si él aparecería otro día queriendo cobrar la deuda.

— ¿Cómo un ser tan bello podía ser tan malvado, sería una de sus armas inmortales? — Pensó.

El sueño empezaba a querer noquearlo, hasta que lo consiguió. Quedó profundamente dormido.

Desde la ventana el vampiro lo observaba.