jueves, 1 de junio de 2017

Promesa Audaz: Capítulo 18

Capítulo 18

– ¿Sabes lo del niño?–preguntó Han Sun a Yunho mientras caminaban juntos por el patio de Min Woo.
–He sido informado–replicó él, fríamente–. Sentémonos aquí, a la sombra. Aún no me acostumbro a la luz del sol.
– ¿Te tenían en un foso?
–Sí. Me tuvieron en uno casi una semana.
–No se te ve demasiado flaco. ¿Te daban de comer?
–No. Jae... mi esposo hacía que su doncella me llevara comida.
Han Sun echó una mirada a los restos de la vieja torre.
–Se arriesgó mucho al venir aquí.
–No se arriesgó en absoluto. Deseaba a Min Woo tanto como él a él.
–No tuve esa impresión cuando conversé con Jaejoong.
– ¡Pues te equivocas!–Afirmó Yunho con fuerza.
Han Sun se encogió de hombros.
–Él es asunto tuyo. Taecyeon dice que se os ha llamado a la Corte. Podemos viajar juntos, pues yo también debo presentarme al rey.
Yunho estaba cansado y sólo quería dormir.
– ¿Qué quiere el rey de nosotros?
–Ver a tu esposo y presentarme una a mí.
– ¿Vas a casarte?
–Sí, con una rica heredera escocesa que odia a todos los ingleses.
–Yo sé lo que significa verte odiado por tu esposa.
Han Sun sonrió.
–Pero la diferencia es que a ti te importa. A mí no. Si no se comporta como es debido, la encerraré para no verla nunca más. Diré que es estéril y adoptaré a un hijo que herede sus tierras. Si tanto te disgusta tu esposo, ¿por qué no haces otro tanto?
– ¡No verlo nunca más!–Exclamó Yunho.
Se contuvo al ver que su hermano se echaba a reír.
– ¿Te calienta la sangre? No hace falta que lo digas, porque lo he visto. ¿Sabes que estuve a punto de matarlo cuando le vi arrojarte vino a la cara? Él tomó mi puñal y me rogó que le diera muerte.
–Te engañó–dijo Yunho disgustado–, igual que a Taecyeon y a Changmin. Esos muchachos se sientan a sus pies y lo miran con ojos embobados.
–Hablando de ojos embobados, ¿qué piensas hacer con Won Bin?
–Debería casarlo con Lady Chae Young. Si se parece en algo a su hijo, hará de su vida un infierno. Sería poco castigo por su estupidez.
Han Sun bramó de risa.
–Estás cambiado, hermano. Jaejoong te obsesiona.
–Sí, como un grano en el trasero. Ven, apresuremos a estas gentes para salir de aquí.
El campamento dejado por Yunho estaba ante las murallas de Min Woo. Aunque Won Bin no lo supiera, Yunho estaba haciendo cavar un túnel bajo las murallas en el momento en que lo apresaron; el joven tenía por costumbre no revelar todos sus planes a ninguno de sus ayudantes. Mientras Won Bin volvía al castillo de Jung, los hombres elegidos por Yunho continuaban con la excavación. Habían tardado varios días, aunque ninguno de ellos dormía sino unas pocas horas diarias. Mientras iban avanzando en la perforación, sostenían la tierra sobre sus cabezas con fuertes maderos. Cuando estuvieron cerca del otro extremo, encendieron una hoguera dentro del túnel. Una vez quemadas las vigas, una parte de la muralla se derrumbó con un estruendo ensordecedor.
En la confusión que siguió a la toma del castillo, mientras el grupo establecía su campamento, Jaejoong consiguió escapar para estar solo un rato. Había un río en los bosques, detrás de las tiendas. Caminó entre los árboles hasta hallar un sitio cobijado donde estaría oculto pero podría disfrutar del sonido y la vista del agua.
Sólo entonces se dio cuenta de lo tenso que había estado durante la semana pasada. La mentira incesante, el disimulo ante Min Woo, lo habían agotado. Era un placer sentirse libre y en paz otra vez. Por un breve rato no pensaría en su esposo ni en ninguno de sus múltiples problemas.
–Buscas consuelo–dijo una voz tranquila.
Jaejoong no había oído aproximarse a nadie. Al levantar la vista se encontró con Taecyeon, que le sonreía.
–Me iré si quieres estar solo. No es mi intención molestarte.
–No me molestas. Ven a sentarte conmigo. Sólo quería alejarme del ruido y de la gente un rato.
Él se sentó a su lado, estirando las largas piernas, con la espalda contra una roca.
–Esperaba que las cosas hubieran mejorado entre mi hermano y tú, pero no parece que así sea–manifestó el joven, sin preámbulos–. ¿Por qué mataste a Min Woo?
–Porque no había otra escapatoria–dijo Jaejoong con la cabeza inclinada. Levantó la vista con los ojos llenos de lágrimas–. Es horrible quitar la vida a alguien.
Taecyeon se encogió de hombros.
–A veces es necesario. ¿Y Yunho? ¿No te lo explicó? ¿No te consoló por lo que hiciste?
–Casi no me ha dirigido la palabra–respondió él con franqueza–. Pero hablemos de otras cosas. ¿Tu pierna está mejor?
Taecyeon iba a responder, pero se oyó la carcajada de una mujer y ambos miraron hacia el río. Chae Young y Won Bin caminaban por la orilla del agua. Jaejoong iba a llamarla, pero Taecyeon se lo impidió, pensando que era mejor no molestar a los amantes.
–Won Bin–dijo Chae Young, mirándolo con amor–, creo que no podré soportarlo.
Él le apartó tiernamente un mechón de la mejilla. La mujer tenía un aspecto joven y radiante.
–Es preciso. Para mí no será más fácil perderte, verte casada con otro.
–Por favor–susurró ella–, no soporto siquiera la idea. ¿No habrá otra solución?
Won Bin le apoyó la punta de los dedos en los labios.
–No, no lo repitas. No podemos casarnos. Sólo nos quedan estas pocas horas. Es todo.
Chae Young le rodeó el pecho con los brazos, estrechándolo cuanto pudo. Won Bin la abrazó hasta casi aplastarla
–Dejaría todo por ti–susurró ella.
–Y yo daría cualquier cosa si pudiera tenerte–sepultó la mejilla en la cabellera de la mujer–. Vamos. Alguien podría vernos.
Ella asintió y los dos se alejaron lentamente, abrazados por la cintura.
–Yo no lo sabía–dijo Jaejoong por fin.
Taecyeon le sonrió.
–A veces sucede. Ya se les pasará. Yunho buscará otro esposo para tu madre y él llenará su lecho.
Jaejoong se volvió a mirarlo; sus ojos eran un rayo de oro.
– ¿Otro esposo?–Siseó–. ¿Alguien que llene su lecho? ¿Es que los hombres no piensan en otra cosa?
Taecyeon lo miró con fascinación. Era la primera vez que lo veía iracundo contra él. No lo fascinaba sólo por su belleza, sino por su temperamento. Una vez más sintió la sacudida del amor y sonrió.
–Tratándose de mujeres no hay mucho más en qué pensar–bromeó.
Jaejoong iba a replicar, pero vio la risa en los ojos del muchacho y los hoyuelos de sus mejillas.
– ¿No hay solución para ellos?
–Ninguna. Los padres de Won Bin no son siquiera de origen noble, y tu madre estuvo casada con un conde–le apoyó una mano en el brazo–. Yunho buscará a un hombre bueno que sepa administrar bien sus propiedades y la trate con bondad.
Jaejoong no respondió.
–Tengo que irme–dijo Taecyeon de repente. Se levantó con torpeza–. ¡Maldita sea esta herida!–Protestó vehemente–. Una vez me di un hachazo en la pierna, pero no dolió tanto como esta fractura.
–Al menos ha soldado correctamente–replicó él con un chisporroteo en los ojos.
Taecyeon hizo una mueca al recordar el dolor de su tratamiento.
–Si vuelvo a necesitar de un médico, tendré cuidado de no recurrir a ti. No soy tan hombre como para soportar tus atenciones. ¿Quieres volver al campamento?
–No. Prefiero estar solo un rato.
Él miró a su alrededor. El lugar parecía no ofrecer peligros, pero nunca se estaba seguro.
–Vuelve antes de que se ponga el sol. Si por entonces no te he visto, vendré a buscarte.
Jaejoong hizo un gesto de asentimiento y volvió la vista al agua, mientras él se alejaba. La preocupación de Taecyeon por él lo hacia sentir protegido. Recordó la alegría que le inspiraba verlo en el castillo. Entre sus brazos se sentía seguro.
Así las cosas, ¿por qué no lo miraba con pasión? Resultaba extraño experimentar sólo un afecto fraternal por aquel hombre que lo trataba con tanta bondad, mientras que por su esposo...
No quiso pensar en Yunho mientras estuviera en aquel lugar tranquilo: cualquier recuerdo de él lo enfurecía demasiado. Él había dado crédito a las palabras de Min Woo y estaba convencido de que estaba embarazado de ese hombre.
Jaejoong se llevó las manos al vientre, en un gesto protector. ¡Su propio hijo! Pasara lo que pasara, el bebé sería siempre suyo.
* * *
– ¿Qué planes tienes para él?–Preguntó Taecyeon mientras se sentaba ostentosamente en una silla, en la tienda de Yunho. Han Sun se acomodó a un lado para afilar un puñal.
Al otro lado estaba Yunho, comiendo. No había hecho otra cosa desde que saliera del castillo.
–Supongo que te refieres a mi esposo–dijo, ensartando un trozo de cerdo asado–. Pareces preocuparte mucho por él–acusó.
– ¡Y tú pareces ignorarlo!–Contraatacó Taecyeon–. Mató a un hombre por ti. Eso no es fácil para alguien como él, pero tú ni siquiera le has hablado del tema.
– ¿Qué consuelo podría darle después de que mis hermanos se han ocupado tanto de brindárselo?
–Pues no lo encuentra en otra parte.
– ¿Hago traer espadas?–Preguntó Han Sun, sarcástico–. ¿O preferís batiros con armadura completa?
Taecyeon se relajó de inmediato.
–Tienes razón, Han Sun. Ojalá este otro hermano mío fuera tan sensato como tú.
Yunho lo fulminó con la mirada y volvió a su comida.
Han Sun lo observó un momento.
–Taecyeon, ¿tratas de interponerte entre Yunho y su esposo?
El más joven se encogió de hombros y acomodó la pierna.
–El no lo trata como es debido.
Han Sun sonrió, comprensivo. Taecyeon había sido siempre el defensor de los oprimidos. Apoyaba cualquier causa que necesitara de él. El silencio se hizo denso, hasta que Taecyeon se levantó para salir de la tienda.
Yunho lo siguió con la vista. Después, ahíto por fin, apartó el plato y se levantó para acercarse a su catre.
–Está embarazado de ese hombre–dijo al cabo de un rato.
– ¿De Min Woo?–Preguntó Han Sun. Ante el asentimiento de su hermano, emitió un grave silbido–. ¿Qué vas a hacer con él?
Yunho se dejó caer en una silla.
–No sé–dijo en voz baja–. Taecyeon dice que no lo he consolado, pero ¿qué para decirle, si ha matado a su amante?
– ¿Fue obligado?
El mayor dejó caer la cabeza.
–No lo creo. No, no es posible. Podía ir y venir por el castillo a voluntad. Vino a verme hasta el foso y también cuando me encerraron en un calabozo de la torre. Si lo hubieran forzado, no le habrían dado tanta libertad.
–Eso es cierto, pero el hecho de que te visitara ¿no significa que deseaba ayudarte?
Los ojos de Yunho despidieron chispas.
–No sé qué deseaba. Parece estar de parte de quienquiera que la tenga. Cuando vino a mí dijo que lo había hecho todo por mi bien. Sin embargo, cuando estaba con Min Woo era todo suyo. Es astuto.
Han Sun deslizó un dedo a lo largo del puñal para probar el filo.
–Taecyeon parece tener muy buena opinión de él. Changmin también.
Yunho resopló.
–Changmin todavía es demasiado joven para saber que las mujeres y hombres como él tienen algo además del cuerpo. En cuanto a Taecyeon... hace tiempo que defiende la causa de Jaejoong.
–Podrías declarar que el niño es de otro y repudiarlo.
– ¡No!–Exclamó Yunho, casi con violencia. Después apartó la vista.
Han Sun se echó a reír.
– ¿Todavía ardes por él? Es hermoso, pero hay mujeres hermosas. ¿Qué me dices de Yoon Ji? Declaraste que la amabas.
Han Sun había sido el único confidente de Yunho en cuanto a Yoon Ji.
–Se casó hace poco con Kwang Gyu.
– ¡Kwang Gyu! ¡Esa bazofia! ¿No le ofreciste matrimonio?
El silencio fue la única respuesta. Han Sun envainó el puñal.
–Las mujeres no valen la pena de preocuparse tanto.
Llévate a la cama a tu esposo y no vuelvas a pensar en el asunto–se levantó–. Creo que me voy a dormir. Ha sido una jornada muy larga. Nos veremos mañana.
Yunho quedó solo en su tienda; la oscuridad se intensificaba rápidamente. “Repudiarlo”, pensó. Bien podía hacerlo, puesto que él estaba embarazado de otro. Pero no se imaginaba sin él.
–Yunho...–Taecyeon interrumpió sus pensamientos. – ¿Ha vuelto Jaejoong? Le dije que no debía demorarse hasta después de oscurecer.
Yunho se levantó con los dientes apretados.
–Piensas demasiado en mi esposo. ¿Dónde estaba? Iré a buscarlo.
El hermano le sonrió.
–Junto al arroyo, por allí–señaló.
* * *
Jaejoong estaba arrodillado junto al riachuelo, moviendo con la mano el agua clara y fresca.
–Es tarde. Tienes que volver al campamento.
Levantó la vista, sobresaltado. Yunho se erguía ante él en toda su estatura; sus ojos parecían muy oscuros en la penumbra del ocaso. Su expresión era hermética.
–No conozco estos bosques–continuó él–. Podría haber peligro.
Jaejoong se levantó con la espalda muy erguida.
–Eso te convendría, ¿verdad? Un esposo muerto ha de ser mejor que una deshonrada.
Recogió sus faldas y echó a andar a grandes zancadas.
Él lo sujetó por el brazo.
–Tenemos que hablar, seriamente y sin enfadarnos.
– ¿Qué ha habido siempre entre nosotros, aparte del enfado? Di lo que quieras. Me canso.
El suavizó la expresión.
– ¿Te cansa la carga del niño?
Las manos de Jaejoong volaron al vientre. Después se irguió, con el mentón en alto.
–Este bebé jamás será una carga para mí.
Yunho miró al otro lado del río, como si luchara con un gran problema.
–Por todo lo que ha ocurrido desde entonces, creo que cuando te entregaste a Min Woo lo hiciste con buenas intenciones. Sé que no me amas, pero él también tenía a tu madre. Sólo por ella habrías arriesgado lo que arriesgaste.
Jaejoong frunció el entrecejo e hizo una señal de asentimiento.
–No sé qué ocurrió después de que viniste al castillo. Tal vez Min Woo fue amable contigo y tú necesitabas amabilidad. Tal vez aun durante la boda te... te ofreció gentileza.
Jaejoong no podía hablar. Se le estaba revolviendo la bilis.
–En cuanto al niño, puedes conservarlo y no te repudiaré por ello, aunque tal vez debería hacerlo. Pues si, a decir verdad puedo tener parte de la culpa. Cuidaré del niño como si fuera mío y heredará algunas de tus tierras–Yunho hizo una pausa para mirarlo. – ¿No dices nada? He tratado de ser franco... y justo. Creo que no podrías pedir más.
Jaejoong tardó un momento en recobrarse. Habló con los dientes muy apretados.
– ¡Franco! ¡Justo! ¡No conoces el significado de esas palabras! Fíjate en lo que estás diciendo. Estás dispuesto a reconocer que vine al castillo por motivos honorables, pero después de eso me insultas horriblemente.
– ¿Que te insulto?–Se extrañó Yunho.
– ¡Me insultas, sí! ¿Me crees tan vil como para entregarme libremente al hombre que amenazó a mi madre y a mi esposo? ¡Porque ante Dios eso eres! Dices que yo necesitaba amabilidad. ¡Sí, la necesito, porque nunca la he recibido de ti! Pero no soy tan vano como para faltar a un juramento hecho ante Dios, por un par de atenciones. Una vez rompí un voto semejante, pero no volveré a hacerlo.
Apartó la cara, ruborizado por el recuerdo.
–No sé de qué hablas–empezó Yunho, perdiendo a su vez los estribos–. Hablas en acertijos.
–Sugieres que soy adúltero. ¿Eso es un acertijo?
–Llevas en el vientre el hijo de ese hombre. ¿De qué otro modo puedo llamarte? He ofrecido hacerme cargo del niño. Deberías agradecer que no te repudie.
Jaejoong lo miró con fijeza. El no preguntaba si la criatura era suya: daba por sentado que Min Woo había dicho la verdad. Tal como había dicho Chae Young el día de la boda: un hombre era capaz de dar crédito al más bajo de sus siervos antes que a su esposo. Y si Jaejoong negaba haberse acostado con Min Woo, ¿le creería él? No había modo de probar sus palabras.
– ¿No tienes más que decir?–Acusó Yunho, con los labios tensos.
Jaejoong lo fulminó con la vista, mudo.
– ¿Debo interpretar que estás de acuerdo con mis condiciones?
Jaejoong decidió seguirle el juego.
–Dices que darás tierras mías a mi hijo. Es poco lo que sacrificas.
– ¡Te retengo a mi lado! Podría repudiarte.
Jaejoong rió.
–Claro que podrías. Los hombres tienen ese derecho. Me retendrás mientras me desees. No soy tonto. Debería recibir algo más que una herencia para mi hijo.
– ¿Quieres una paga?
–Sí, por haber venido a buscarte al castillo.
Las palabras dolían. Estaba llorando por dentro, pero se negaba a dejarlo ver.
– ¿Qué deseas?
–Que mi madre sea dada en matrimonio a Won Bin.
Yunho dilató los ojos.
–Tú eres ahora su pariente masculino más cercano–señaló Jaejoong–. Tienes ese derecho.
–Pero Won Bin es...
–No me lo digas Lo sé demasiado bien. Pero, ¿no te das cuenta de que ella lo ama?
– ¿Qué tiene que ver el amor en esto? Hay que tener en cuenta las propiedades, las fincas.
Jaejoong le apoyó las manos en los brazos, suplicante.
–No sabes lo que significa vivir sin amor. Tú has entregado el tuyo y yo no tengo posibilidades de ganarlo. Pero mi madre nunca ha amado a un hombre como ama a Won Bin. Está en tu mano darle lo que más necesita. Te lo ruego, no dejes que tu animosidad contra mí te impida darle alguna felicidad.
Él lo observó. Era hermoso, pero también un joven solitario. ¿Habría sido él tan duro como para hacer que él necesitara a Min Woo, siquiera por algunos momentos? Él decía que Yunho había entregado su amor a otra, sin embargo, en esos momentos le era imposible recordar la cara de Yoon Ji.
Lo tomó en sus brazos, recordando lo asustado que lo había visto frente al ataque del cerdo salvaje. Pese a esa falta de valor, se había enfrentado a un enemigo como si fuera capaz de matar dragones.
–No te odio–susurró, estrechándolo contra sí para ocultar la cara en su pelo.
Cierta vez Taecyeon le había preguntado qué encontraba en él de malo; en ese momento Yunho se hizo la misma pregunta. Si él estaba embarazado de otro, ¿no era culpa de él por haberlo dejado sin protección? Durante toda su vida de casados recordaba haberlo tratado con gentileza una sola vez: el día que habían pasado juntos en el bosque. Le molestaba la conciencia por haber planeado ese paseo para ponerlo otra vez en el lecho nupcial. Había pensado sólo en sí mismo. Se sentó en la perfumada hierba, con la espalda contra un árbol, y la acomodó en su falda, acurrucada.
–Cuéntame qué pasó en el castillo–pidió con suavidad.
Jaejoong no confiaba en él. Cada vez que confiaba en él, Yunho le arrojaba las palabras a la cara. Pero su contacto físico la reconfortaba. “Esta sensación es todo cuanto compartimos”, pensó. “Entre nosotros sólo existe la lascivia, no hay amor ni comprensión, mucho menos confianza.”
Se encogió de hombros, negándose a revelarle nada.
Tenía los labios muy cerca del cuello de Yunho.
–Ya ha pasado todo. Es mejor olvidarlo.
Yunho frunció el ceño; quería obligarlo a hablar, pero su proximidad era más de lo que podía soportar.
–Jaejoong–susurró, buscándole la boca.
Jaejoong le rodeó el cuello con los brazos. Su mente había quedado en blanco. Olvidadas quedaban las ideas de comprensión y confianza.
–Te echaba de menos–susurró él contra su mejilla–. ¿Sabes que, cuando te vi en el foso de Min Woo, creí estar muerto?
Jaejoong apartó la cabeza para ofrecerle el fino arco del cuello.
–Eras como un ángel que llevara luz, aire y belleza a aquel... lugar. Temía tocarte por si no eras real... o por si eras real y yo resultaba destruido por haberme atrevido a tocarte.
Tiró de los lazos que le cerraban el costado.
–Pues soy muy real–sonrió Jaejoong.
Él estaba tan embrujado que lo atrajo hacia sí y lo besó profundamente.
–Tus sonrisas son más raras y más preciosas que los diamantes. He visto tan pocas...–de pronto se le oscureció la expresión ante el recuerdo–. Podría haberos matado a ambos cuando vi que Min Woo te tocaba.
Jaejoong lo miró con horror y trató de apartarlo.
– ¡No!–Exclamó él, reteniéndolo –. ¿Me darás a mí, tu marido, menos que a él?
Jaejoong estaba en una situación incómoda, pero logró echar la mano atrás y asestarle una bofetada.
Él le sujetó la mano con un chisporroteo en los ojos y le estrujó los dedos. De pronto le besó la mano.
–Tienes razón. Soy un tonto. Todo ha quedado atrás. Veamos sólo el futuro, esta noche.
Su boca atrapó la de él y Jaejoong abandonó la ira. En verdad, mientras aquellas manos vagaran bajo sus ropas no podía pensar en nada
Estaban hambrientos el uno del otro, más que hambrientos. Las privaciones que Yunho había experimentado en el foso no eran nada comparadas con lo que sentía por haber prescindido de su esposo.
El vestido de lana azul fue desgarrado, y también las enaguas de hilo. La tela rota aumentó la pasión y las manos de Jaejoong lucharon con las prendas de Yunho. Pero él fue más rápido. En un instante sus ropas formaron un montón con las de él.

Jaejoong, frenético, lo atrajo hacia él. Yunho igualó su ardor y lo superó también. A los pocos momentos consumaban el amor en un feroz estallido de estrellas que los dejó exhaustos.

3 comentarios:

  1. si Yunho se deja influenciar fácil por gente mal intencionada y no confía en Jae nunca sera feliz aun que lo ame y no lo reconozca Jae le importa mucho mas que esa fulana que el cree amar pues esa ya quedo en el olvido y quien reina en su corazón es Jae y Yunho no termina de darse cuenta de esto
    Gracias

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  2. Yunho es tan tonto, prefiere creer en lo que dice un loco que quizo robarle a su esposo y las tierras, como es una persona tan honesta, 😖😠😡. En verdad que Yunho se pasa de tonto.

    Gracias!!! ❤️💕💞

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  3. Pobre JJ, es que YH es tan denso.

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