Capítulo
Cinco
Jaejoong despertó con los primeros rayos del sol de la tarde
y la cálida brisa que se derramaba por las ventanas abiertas. Suspiró al
sentirse normal otra vez y se estiró totalmente relajado. Rodando hasta
acurrucarse sobre la almohada de Yunho, aspiró su olor acercándola a su cara.
Una lenta sonrisa de satisfacción estiró sus labios, cuando inhaló el aroma de
Yunho.
Obligándose a entrar en movimiento, se levantó de la cama y
miró alrededor con curiosidad. El dormitorio de Yunho. La verdad, no era como
había esperado acabar la noche cuando acordaron la cita. Admiró el alto
cabecero antiguo de la cama, mientras
pasaba su mano sobre la madera tallada. El aparador y la mesita de noche
eran de estilo antiguo —junto con un lavabo— a juego con la cama. Todos estaban
hechos con formidables piezas de roble color castaño claro.
La
gruesa alfombra marrón con tonos dorados, protegió sus pies desnudos mientras
caminaba alrededor. Echó un vistazo al armario abierto, para ver la ropa de Yunho
colgada en su interior. Por la razón que fuera, el verla agitó algo en su
interior. Su naturaleza inquieta hizo que se acercara a las puertas abiertas
que permitían el paso a un patio enorme en la parte trasera. Una pequeña fuente
se hallaba en el centro de un claro, cubierto de césped y rodeado por grandes
árboles. El agua se esparcía y centelleaba con la luz del sol, cuando esta se
derramaba hacía abajo formando una pequeña cascada y caía en un fondo rodeado
por rocas cubiertas de musgo. Jaejoong pudo distinguir las lisas y vistosas formas
de los peces moviéndose en el fondo. Alejándose de esta vista, decidió que
necesitaba una ducha. Comenzó a recoger la ropa que había llevado puesta, hasta
que reconoció la pequeña maleta abierta en el suelo, cerca de la silla donde
primeramente se había quedado dormido.
Varios pares de vaqueros y suéteres estaban extendidos en la
silla, junto con la ropa interior. También estaban su cepillo de dientes, el
del pelo, el champú y otros artículos de tocador.
Conmovido por la consideración de Yunho, tomó los utensilios
y rápidamente se introdujo en el cuarto de baño. Surgiendo limpio y renovado,
bajó las escaleras, admirando la casa mientras buscaba a Yunho.
Los cuartos estaban decorados con elegancia, cálidos y
acogedores. Nunca había prestado mucha atención a la decoración por estilos y
períodos, pero, aún así, reconocía que muchos de los adornos eran preciadas
antigüedades. Dando un toque de buen gusto y estilo.
Al escuchar un murmullo de voces, Jaejoong se detuvo cuando
recorría el pasillo. Echó una ojeada a la
puerta abierta y descubrió el despacho de Yunho, hallándole a él mismo detrás
de su escritorio, pero no vio a nadie más.
Le hizo señas para que entrara.
— ¿Te sientes mejor, cariño? —preguntó cuándo se levantó y se
le acercó.
—Divino de la muerte, amorcito. —Esa respuesta vino desde el
altavoz del teléfono, de una voz muy
sarcástica, y muy varonil.
—Tú no, estúpido. Acaba de entrar Jaejoong.
Yunho lo atrapó y le estampó un beso
caliente y muy lento sobre los labios, que Jaejoong le respondió con impaciencia.
—Mis orejas escucharon bien —dijo la voz.
Caminando hacia el escritorio, Yunho se
sentó y lo depositó en su regazo.
—Jaejoong, me gustaría presentarte a Shim
Changmin.
Afortunadamente no puedes verlo, porque si no, caerías enfermo de nuevo.
Jaejoong resopló intentando esconder la risa.
—Yunho, eres el mismísimo diablo, sabes que si me viera tu chico,
te abandonaría tan rápido que no sabrías quien te habría golpeado. Siempre esta
celoso de mí, dulzura —replicó Changmin.
—Me alegra conocerte, Changmin. — Jaejoong se rió—. Estoy
seguro de que Yunho solo exagera. —Se retorció cuando le hizo cosquillas en las
costillas como venganza.
— ¿Changmin, estás seguro
de querer participar en lo que estuvimos hablando?
Yunho regresó a los negocios,
impaciente por concluir los asuntos y así poder concentrarse en Jaejoong.
El doctor Won Young había llamado a Changmin para que se les
uniera y así poder extender de una manera más rápida algunos comentarios sobre
cierta medicina, que administrada por una
persona desconocida, había enfermado al compañero de Yunho. Como no era un tema
para tomarlo a broma, Won Young sintió la necesidad de concienciar a la
comunidad lupina sobre la potencial amenaza que esta medicina tenía para sus vecinos, los humanos.
Changmin llamó a Yunho, seguro de que la discreción del
doctor le había impedido revelar todos los hechos. La perfidia de Sung Hee no
le resultó ninguna sorpresa, en vista de su inclinación, bastante conocida,
hacia Yunho.
—Voy a hacerlo Yunho, definitivamente no queremos más
incidentes desagradables. Puedo dejar caer alguna especulación de una fuente
desconocida, si sabes lo que quiero decir. Esto debería conseguir que cierta
persona sea consciente del hecho de que sus acciones no han pasado
desapercibidas. Jaejoong, ha sido muy agradable hablar contigo. Estoy seguro de
que nos encontraremos en persona pronto, y así podrás comprobar que tengo mejor
planta que nuestro amigo Yunho.
—Ni en sueños —se mofó Yunho, cortando la comunicación.
Después de su terrible noche, estaba aliviado de encontrarse
en perfecto estado; descansó la cabeza sobre Jaejoong sintiéndose algo retozón.
Jaejoong pasó los brazos alrededor del cuello de Yunho y se puso a besarlo
hasta dejarlo sin sentido. Sus labios exploraron la boca de él con movimientos
entre juguetones y lentos, lánguidos, que le hicieron entrar en calor pero a
fuego lento. Cuando su lengua se deslizó entre sus labios separándolos para
luego introducirla, el calor comenzó a arremolinarse en su vientre. Y cuando Jaejoong
lo sorbió suavemente con la lengua y empezó a jugar con la suya, vamos, ya
estaba en estado de ebullición.
Jaejoong descubrió que su erección crecía contra su cadera, y
se contorsionó para acercarse. Jaejoong se deleitó ante la capacidad de incitar
su pasión. Tembló ante la sensación que le causó su mano, cuando se deslizo
hacia un lado y paso sobre su cadera hasta posarla en su tenso glúteo cubierto
con unos jeans, y lo masajeó con firmeza.
—Te sientes mejor —observó él ronco.
—Mucho mejor —contestó sucintamente, impaciente por seguir
con el juego.
Cuando los labios se cerraron sobre los de Yunho, su estómago
emitió una fuerte queja. Ambos se detuvieron, perplejos. Yunho sonrió abiertamente y Jaejoong se puso como las
amapolas, avergonzado ante las fuertes demandas de su estómago.
— ¿Esto significa que tengo que alimentarte antes de que
satisfagamos otras hambres, hum?
La mirada de Yunho se mostraba llena de una promesa al rojo
vivo.
—Hombre, podrías darme algo para comer —admitió Jaejoong,
frotando su estómago—. Después de todo, perdí esa maravillosa cena que me
preparaste anoche.
—No me lo recuerdes —lo reprendió Yunho fingiendo un escalofrió.
Se levantó de la silla y lo colocó sobre sus pies—. Voy a sufrir pesadillas con
ese tema.
Jaejoong apretó su brazo cuando lo
apartó entre risas.
—Te dije que te marcharas, pero nooo, tenías que ser noble y quedarte.
Le siguió por el pasillo hasta la cocina. Todas las
habitaciones estaban maravillosamente
diseñadas. Había una isleta colocada en el centro de la cocina. Era lo
suficientemente grande como para que una zona contuviera un fregadero y
en la otra se situaran tres sillas, de forma que pudiera servir ocasionalmente
como mesa para comer. Admiró el suelo de piedra y pasó una mano acariciando la
encimera de granito verde. Los muebles eran de madera natural, con todos los
electrodomésticos incorporados e invisibles.
—Tengo algo de rosbif por aquí —le sugirió Yunho,
inclinándose ante el refrigerador abierto. Luego se giró hacia Jaejoong —. ¿Emparedados
y ensalada de col? O si lo prefieres tengo pollo en el congelador, lo puedo
descongelar con el microondas.
—El rosbif es suficiente —estuvo de acuerdo, y le ayudó a
prepararlo; Yunho repartió los ingredientes que Jaejoong fue depositando sobre la
isleta. Le observó mientras comenzaba a poner la mesa—. Eres bastante práctico
en la cocina —comentó—. ¿Dónde están los platos?
Yunho fue a por ellos, mientras
contestaba a su observación.
—Un hombre tiene que ser capaz de
cuidarse a sí mismo. Me
lo enseñó mi padre. Por supuesto, esa creencia fue muy apoyada por mi madre
—añadió con una pesarosa sonrisa.
— ¿Dónde están tus padres, Yunho? —le preguntó, tomando un
cuchillo y cortando un tomate con cuidado.
—En este momento en Escocia —contestó—. Viajan mucho. Cuando
mi padre se retiró, decidieron que querían
visitar algunos de los lugares sobre los que habían leído. —Hizo una pausa—.
¿Caliente o frío? —preguntó, indicando el suculento plato de rosbif.
—Caliente, por favor. — Jaejoong sonrió—. Esta casa es
realmente hermosa, pero ¿no es terriblemente grande para ti solo?
Cuando la carne de vaca se calentó en el microondas, Yunho
extendió la mayonesa en las rebanadas de pan, pasándoselas a Jaejoong para que
colocara la lechuga y el tomate.
—Esta era la casa de mis padres. Éramos cinco, incluyendo a mi hermana y a mi hermano. Como soy
el mayor, decidieron dejarme esta propiedad a mí, mientras que a ellos les
dejaron otras propiedades. —Se agachó para darle un persistente beso en los
labios—. Si hubieras sido un chico de la localidad, ya sabrías todo esto.
Jaejoong saboreó su beso y retrocedió,
alzando una ceja en su dirección.
— ¿Supongo que todos los muchachos de
aquí se pelearían por ti?
—Bueno, ya sabes como es esto…
Yunho se atuso el pelo.
—No importa, Señor Modesto —se mofó Jaejoong.
Siguieron jugando y bromeando durante la comida, después se
dedicaron a recoger, haciendo que la tarde fuera agradable, relajante.
Cuando colocaron el último de los platos después de secarle, Jaejoong
le hizo una pregunta que lo había estado carcomiendo desde su conversación con Changmin.
—Yunho, sé que soy algo curioso, pero, ¿a qué se refería Changmin
con eso de que de esa manera cierta persona sería consciente de que sus
acciones no habían pasado desapercibidas? ¿Y qué incidentes desagradables están
tratando de evitar?
Yunho lo miro cariñosamente.
—Sí, es una conversación que debemos
tener. —Asintiendo con la cabeza prosiguió—: Ahora es un buen momento. Vamos a
mi despacho y nos pondremos cómodos.
Jaejoong le siguió algo dudoso. Sospechaba que esta
conversación iba a tratar algunas cuestiones serias y bastante sensibles. Solo
esperó que Yunho no fuera algo parecido a un emigrante ilegal.
Por su parte, Yunho
luchaba con algunas otras dudas bastante serias. Había llegado el momento de
ponerlo en antecedentes sobre su herencia, antes de que Jaejoong, sin
contar con el conocimiento de que era su compañero, empezara a preocuparse.
Sabía que le gustaba y que se sentía sexualmente atraído, pero quería algo más.
Quería su amor —el amor por parte de un compañero era de suma importancia,
vital. Solo con su amor Jaejoong seria capaz de aceptar al lobo.
Aun cuando había descubierto lo que Jaejoong representaba
para él, su primera atracción fue puramente física. Después de pasar cierto
tiempo con Jaejoong, aprendería cada una de las facetas que conformaban a Kim
Jaejoong. Ya lo encontraba fascinante y
estimulante, física, mental y emocionalmente.
Con sus amantes anteriores, había disfrutado de los
considerables encuentros físicos y apasionados. Con Jaejoong, Yunho había ido más allá de la unión física. Por primera vez en su vida, se encontró
queriendo más. Sus sentimientos iban más allá de la preocupación y el
afecto. Se vio pasando cada uno de sus días con Jaejoong. Compartiendo su vida con Jaejoong. Teniendo
hijos con Jaejoong. Amándolo. Comprender esto fue como recibir una patada en el estómago por
parte de una mula. Pensar que fuera incapaz de aceptar su doble naturaleza, que
lo despreciara, era intolerable. Su futuro
descansaba en sus manos, una vida llena de
amor, con su compañero y familia, o la existencia solitaria de estar sin Jaejoong. Nunca se había encontrado en
una situación donde no tuviera el control.
Le hacía sentir extraño e intranquilo.
Cuando entraron en el despacho, Yunho rezó para que los
sentimientos de Jaejoong hacia él fueran lo suficientemente fuertes como para
aceptar lo que le iba a revelar. Lo hizo sentarse en el sofá, mientras que Yunho
se sentó en la mesa del centro, tomando sus manos. Mirando profundamente en sus
ojos, comenzó:
—Los incidentes desagradables que queremos evitar son del
tipo de lo que te pasó anoche. Fuiste drogado, Jaejoong.
La confusión llenó sus ojos.
— ¿Drogado? Pero, ¿por qué?, ¿cómo?
—Ko Sung Hee —reveló Yunho, con un claro
tono condenatorio—. El cómo, lo sospecho, simplemente vertiendo una sustancia
en tu
té. ¿Recuerdas cuando dejó caer el bolso? Todos nos distrajimos. En cuanto al
por qué, unos pequeños celos. Lleva tiempo tratando de añadirme a su lista de
trofeos y yo no coopero.
Realmente lo siento, Jaejoong. Te
hizo daño por mi culpa.
Jaejoong pudo ver cólera mezclada con remordimiento y, como
no, ¿ansiedad? ¿Seguramente no pensaría que le iba a culpar?
—No es culpa tuya —le consoló, apretando sus manos—. ¿Pero no
deberíamos comunicárselo a la policía?
Yunho se levantó y comenzó a caminar
con pasos largos y pausados.
—Solo hay un problema con esto, amor.
No tenemos ninguna prueba. Ningún testigo, ningún «fue cogida con las manos en la masa», ninguna
huella digital en tu vaso, nada. Solo sería nuestra palabra contra la suya.
Se colocó delante de Jaejoong, sus ojos estaban llenos de
seriedad y preocupación, cosa que nunca le había visto antes.
—Hay otra razón por la que no querría comunicar esto, aunque
tuviéramos pruebas. —Ante el perplejo ceño fruncido de Jaejoong prosiguió—: Y
es debido a lo que es.
Pequeñas punzadas de ansiedad comenzaron a crearse dentro de Jaejoong.
— ¿Qué quieres decir con lo que es? —preguntó Jaejoong quedamente.
—Sung Hee es una mujer lobo, Jaejoong. Como yo.
Jaejoong contempló a Yunho mientras innumerables emociones
bullían en su interior. Una divertida incredulidad comenzó a destacar.
—Eres un hombre lobo —declaró rotundamente. Una repentina
cólera empezó a recorrerlo de pies a cabeza—. Esto me suena a finalizar una relación,
pero estoy algo perplejo porque me parece que me perdí la broma. —Se levantó y
anduvo con largos pasos mientras Yunho lo miraba silenciosamente. No podía
creerse lo que acababa de
contarle. Pero entonces, ¿por qué sino lo diría? Un dolor punzante comenzó a formarse en su interior. Parándose detrás
del sofá, fijó la mirada sobre Yunho. Su voz tembló con la emoción contenida—.
Dijiste que podría confiar en ti, y te creí. Creí en ti, pero desde el
principio solo has estado esperando el momento para ponerme en ridículo. —Hizo
una pausa, respirando con fuerza, rechazando las lágrimas que amenazaban con
salir—. Bueno, pues has tenido éxito. Solo
que no entiendo el porqué. ¿Por qué esta treta tan elaborada?
Incapaz de esperar una respuesta, se dio la vuelta
ciegamente, dejando salir las lágrimas que picaban sus ojos. Daño. Confusión.
Cólera. Desilusión. Todos entremezclados
dentro de Jaejoong como un guiso
burbujeante. Caminó hasta la puerta, desesperado por alejarse de la fuente de
su dolor.
Cuando llegó a la entrada, lo sujetó
por la muñeca.
—No te vayas.
Su voz era tranquila, controlada.
—Deja que me vaya, Yunho.
Jaejoong no pudo engañarle, notó su confusión.
—No puedo, Jaejoong, eres mi compañero —le comunicó.
Alzó la cabeza y sin pensárselo dos veces, levantó la mano y
le dio una bofetada. Jaejoong jadeó, incrédulo y horrorizado, se quedó inmóvil.
Un silencio sobrenatural llenó el cuarto mientras se contemplaban el uno al
otro.
Yunho rompió el silencio, hablando rotundamente, sin emoción.
—Creo que esto me da el permiso para acaparar un poco más de
tu tiempo.
La vergüenza y el remordimiento la desgarraron. Finalmente
asintió de forma inestable, sin saber a quien odiaba más, a sí mismo por
cometer este acto violento, o a Yunho por provocarlo.
Volviendo a sus posiciones iniciales, se sentaron uno
enfrente del otro, pero esta vez como adversarios. Yunho lo observó silenciosamente, todavía luchando con su
creciente dolor y cólera.
—Hace años, cuando un lobo encontraba a
su compañero lo tomaba. Sin ninguna explicación, sin ninguna disculpa. Se imponía la
rendición de las parejas. Ahora procuramos ser más civilizados y halagadores,
por lo que cortejamos a nuestros compañeros. Soy un alfa. —Su voz decayó
sonando como un profundo ronroneo, aunque la advertencia era claramente
evidente—. En esta situación solo puedo tolerar muy poca cantidad de
civilización.
Los ojos de Jaejoong se dilataron, mostrando su
incertidumbre. ¿Sería posible que le hubiera dicho la verdad? Unos momentos
antes, los ojos de Yunho habían mostrado un misterioso brillo. Pudo sentir las
ondas de calor que emitía y la clara intención escrita en su cara. También pudo
ver la erección estirando la tela de sus vaqueros. Una involuntaria onda de
excitación la recorrió cuando se encontró respondiendo a su dominio.
— ¿Qué vas a hacer?
Luchó por controlar su voz.
Yunho reconoció el leve temblor, su parte lobo se apaciguo
ante su inconsciente sumisión.
—Voy a demostrar que puedes confiar en mí. Que no te he
mentido. Que soy un hombre lobo, y —se inclinó acercándose, brillantes
chispas saltaban dentro de sus ojos— que
eres mi compañera. Voy a transformarme
para ti. Aquí. Ahora. En este momento.
Jaejoong sintió pánico.
— ¡Espera! —Gritó— Espera, por favor,
tengo que saber…
— ¿Qué necesitas saber? —preguntó con impaciencia.
—No, aunque no crea nada de lo que va a pasar, pero, aún así…
—se mordió el labio—… ¿Me reconocerás?
Yunho reconocido su miedo e
incertidumbre. Su necesidad de proteger y consolar se reafirmó en su interior.
Tomó su mano,
entrelazando los dedos con los de Jaejoong.
—Te reconoceré, Jaejoong. Mantenemos una completa conciencia.
Solo que de una manera diferente.
Reconfortado, se relajó volviendo a la normalidad y aprovechó
la oportunidad para preguntar:
— ¿No se parecerá a esas películas del cine clásico donde la
cara del tipo crece alargándose, y sus manos se convierten en garras o algo por
el estilo, verdad? Siempre me ha parecido un poco vulgar.
La tensión entre ellos se rompió. Yunho bufó divertido.
—No, ocurre muy rápido. Un
híbrido hombre lobo se transforma por entero, solo se es consciente de nuestra
energía cuando lo hacemos. Ahora mismo solo soy un hombre, al instante
cambio a lobo, con solo un parpadeo. —Se rió de Jaejoong —. ¿Preparado? —Ante
su gesto afirmativo, movió la mesa de centro hasta colocarla delante de la
chimenea, haciendo sitio.
Jaejoong siguió cada uno de los movimientos de Yunho,
tragando con fuerza cuando se situó de pie ante de él y comenzó a desnudarse.
— ¡Eh! ¿Te tienes que quitar la ropa?
Notó como se le secaba la boca.
Yunho asintió con la cabeza, un movimiento lento, atractivo,
ufano, que comunicaba riqueza en ese sentido. Tocando con la punta del pie las
botas, las desplazó a un lado. La mirada de
Jaejoong fue capturado cuando Yunho abrió el botón de su bragueta y despacio
bajó la cremallera por encima de su prominente erección. Jaejoong sintió como
el calor le subía a la cara mientras inconscientemente se retorcía en el sofá.
Habiendo casi olvidado la razón principal para que se desnudara,
Jaejoong miró con expectación cuando la ropa cayó. Incluso en estas
circunstancias, el ver a Yunho en cueros era una maldita compensación.
Lentamente se desabotonó la camisa, cada botón que se
deshacía revelaba más músculos, con un pecho ligeramente cubierto de vello
debajo. Con elegante facilidad tiró de los faldones de su camisa para sacarla
de los vaqueros y encogió sus amplios hombros para sacársela, dejándola caer
sobre la silla que había a su espalda.
Jaejoong permaneció pegado al sofá, luchando contra el
impulso de tirarse sobre él. Observó la flexión de los músculos de sus hombros
y brazos cuando enganchó sus pulgares en el cinturón de sus vaqueros y los bajó
hasta el suelo. La espera resultó interminable; hasta que los vaqueros
revelaron lentamente el tesoro escondido, fue una pura tortura. Jaejoong sintió
que ciertas partes de su cuerpo se contraían por la tensión, mientras que otras
se ponían al rojo vivo, humedeciéndose y abriéndose con creciente excitación.
Yunho se enderezó cuando sus vaqueros golpearon el suelo. Dio
un paso para salir de ellos, cada pulgada lista para un orgasmo, permaneció de
pie mostrando su cuerpo de manera orgullosa.
—Por todos los santos, eres Batman
—susurró reverente. Su aliento y el latido de su corazón comenzaron a ir más
rápido cuando un repentino acceso de calor barrió su cuerpo.
El paquete, en su totalidad, devastó
sus sentidos. Era como una estatua griega esculpida, no en mármol, sino en
carne, hueso y puro músculo. Y allí en el centro, exigiendo su atención, la más
larga, la más dura, y la más gruesa de las erecciones que Jaejoong hubiera
visto jamás. Una larga columna de marfil rodeada de venas palpitantes. La cabeza, en
forma de ciruela sonrojada por la sangre, sobresalía del sensible tejido. Aquella columna orgullosa,
descomunal, nunca podría ser ocultada por una hoja de parra.
Encantado por lo que veía, Jaejoong estaba impaciente por
olvidar todo lo referente a los hombres lobo y seguir con lo que le parecía más
interesante. Se esforzó por dejar de mirar la erección de Yunho y encontrar sus
ojos. El aliento se le quedó momentáneamente atascado ante el profundo brillo
de sus ojos. Oro líquido, caliente, incinerante, fundido. Cualquier idea que
tuviera de resistir desapareció cuando vio sus intenciones. Al contrario, esto
encendió su pasión, abasteciendo de combustible su necesidad, preparándolo para
la combustión.
— ¿Preparado? —repitió Yunho,
su voz fue un gruñido profundo, ronco.
Jaejoong tembló ante la impaciencia de su voz. Sabiendo que
solo esperaba su consentimiento, su mirada dio un nuevo barrido por su cuerpo. Excitada por la ola de calor que la recorrió
cuando lo hizo, asintió con la cabeza.
La imagen de Yunho vaciló, alterándose, brillando tenuemente…
transformándose. Jaejoong tuvo casi vértigo cuando sus ojos trataron de seguir
el aspecto borroso del movimiento. Parpadeó, sacudió la cabeza y volvió a
enfocar solo para encontrar un enorme lobo donde
antes había estado Yunho.
Se quedó paralizado. Cuando su vista se volvió borrosa,
comprendió que había olvidado respirar. Tomando aire, temeroso de hacer
cualquier movimiento, se humedeció los resecos labios con la lengua.
— ¿Yunho?
Su susurro tembló en el aire.
El lobo se acercó despacio a él y Jaejoong luchó contra el
abrumador impulso de echar a correr. El aliento se atascó en sus pulmones
cuando el hocico se aproximó a su cara. Cuando pensó que perdería la batalla
por no soltar un aterrorizado grito, una larga y áspera lengua acarició su
mejilla.
Parpadeó asombrado.
— ¿Yunho? —repitió Jaejoong.
El lobo acarició con el hocico la mano que tenía posada en el
muslo. Tentativamente, lo levantó, lo colocó sobre la cabeza y acarició
lentamente su cuello. Miró fijamente en las profundidades de sus dorados ojos y
le reconoció de manera indiscutible.
—Oh, Dios mío. Eres tú. Realmente eres tú. —Estaba
boquiabierto por la fascinación—. Eres hermoso —exclamó suavemente entre risas
y lágrimas. Ahora sus manos se movieron y se alzaron sobre la piel gruesa
alrededor de su cuello. Su cara, notando las marcas más oscuras que se
realzaban alrededor de sus ojos y hocico. Su grueso pelaje resultaba liso y saludable, suave y mullido bajo sus manos
errantes. La parte superior de su pelaje era igualita a la mata castaña de su
pelo, mezclado con mechas doradas y
ligeros toques de luz rojiza. Esta se entremezclaba con el ligero color que
fluía bajo sus patas, pecho y bajo vientre.
Jaejoong podía sentir cada uno de los músculos que había bajo
sus manos. Se maravilló de la criatura aparentemente salvaje que había ante él,
sabiendo que nunca le haría daño. Con esa revelación, llegó el conocimiento del hecho tan importante que había colocado en
sus manos. Confiaba en Jaejoong. Yunho había confiado en él para que conociera
quien y qué era.
Lo inundó una ola de gran emoción. Había muy pocas personas
en su vida que confiaran en él y en quien
él confiara. Sus padres, su hermana, Junsu y Yoochun. Cada uno de ellos,
además, acompañado por un amor incondicional. Gestos de Yunho, sus
palabras y acciones a lo largo de estos pocos días, fluían por su cabeza. Su
bondad y preocupación, su sonrisa, fuerza e inteligencia, la pasión que sentía
por él, la pasión que Yunho también causaba en él. Sus palabras «Eres
mi compañero» resonaron en su cabeza. Y ahora daban otro sentido a sus
acciones. A su amor.
—Eres mi compañero —le dijo en un suave murmullo—, me llenas
de asombro. —Levantándose, retrocedió ante el lobo y se quitó su camisa por la
cabeza—. Eres mi compañero —repitió con firmeza—. Transfórmate. Cambia ahora
mismo.
Sus manos fueron al botón de sus vaqueros, tirando hasta
abrirlo. Deslizando la cremallera hacia abajo, se quitó los vaqueros y los bóxer al mismo tiempo. Su mirada se quedó
prendada en Yunho hasta que comenzó un brillo y un ligero movimiento. Sequito el resto de la ropa.
Yunho estaba enfrente de él, maravillosamente desnudo y
totalmente erguido. Jaejoong se lanzó hacia sus brazos donde la esperaban su
calor, fuerza, protección y amor.
—Yunho, Yunho, Yunho.
Cantó su nombre como un rezo, mientras se presionaba
ferozmente.
Yunho pasó las manos sobre su pelo, trayéndolo hacia sí.
— ¿Me aceptas? —Exigió— ¿Tal como soy, Jaejoong?
— ¡Sí! Con todos tus
atributos. —Sus propias manos se alzaron, deslizándose por su pelo,
entrelazándolo, capturándolo—. Te amo y te quiero, te necesito ahora mismo, Yunho. Ahora.
Sus bocas se unieron salvajemente mientras luchaban por
acercarse todo lo que podían. Su apasionada confesión había puesto a Yunho por
las nubes. La necesidad primitiva de aparearse, llenó su cabeza con una neblina
roja que les hizo caer al suelo. Rodaron,
luchando para colocarse encima del otro.
Yunho lo fijó sobre la alfombra al tiempo que su boca lo
exploraba. Juguetonamente, le mordisqueó la mandíbula bajando por su garganta
mientras Jaejoong saltaba y luchaba bajo él. El placer y la frustración
hicieron que se retorciera gimiendo y soltado un quejido cuando la boca de Yunho
encontró su pezón. Sus dientes sujetaron ligeramente su endurecido pezón cuando
lo succionó.
Las uñas de Jaejoong se hincaron en sus hombros mientras
curvaba la espalda extasiado. Su boca se movió hacia el otro pecho,
succionándole vigorosamente, haciéndolo arquearse y morderle el hombro como
reacción. Un gruñido retumbó en las profundidades de su pecho.
Jaejoong le empujó con violencia.
—Déjame —jadeó, y Yunho cedió, rodando sobre su propia
espalda.
Jaejoong lo atacó sin vacilar. Recorrió con la lengua su
fuerte columna empezando por la garganta, lamiendo, mordiendo y seguidamente
calmando el dolor del mordisco con otra caricia de su lengua. Deslizó la mano hasta su pecho, pellizcando
ligeramente el pezón de Yunho. Colocó su boca sobre el otro pecho,
moviendo la lengua en perezosos y excitantes círculos, alrededor del endurecido
brote.
Le encantó cuando Yunho se estremeció gimiendo. Ver como se
retorcía bajo sus caricias y se tensaba mientras su mano se arrastraba hacia la
parte baja de su estómago y después a su ingle. Capturó su palpitante y sólido
mástil con la mano, apretándole fuertemente.
Sus caderas se alzaron del suelo de forma convulsiva.
Sintió un espasmo como reacción, al mismo tiempo que su sexo
se inundaba con su dulce crema. Con ciega lujuria se asentó a horcajadas sobre
sus caderas, disponiéndose a montar su sexo erecto. Su canal estaba abierto,
ansiando ser llenado. El olor acre de su
excitación llenó el aire.
—No —ordenó Yunho ronco, deteniendo su movimiento durante
solo un momento.
Apretó los muslos y desoyó su orden hasta que, girando su descomunal cuerpo, de nuevo se encontró sujeto al
suelo. Trató de luchar para quedar libre, pero fue en vano. Con un
gruñido de fracaso, reconoció su fuerza superior.
—Esta primera vez, será a mi manera —gruñó Yunho enigmáticamente,
haciéndolo rodar sobre su estómago. Jaejoong siguió cada una de las instrucciones, cuando lo impulsó sobre sus manos y
rodillas. Su duro cuerpo cubrió el suyo. Se sintió abrasado por el calor
que la piel de Yunho generaba contra la suya. La dura erección estaba anidada
en la hendidura de su trasero. Haciéndolo temblar.
Sintió su cuerpo apretarse con fuerza contra el suyo. Su
profundo gemido, entre jadeos, llenó su oído cuando su lengua lamió el orificio
tentándolo e incitándolo. Jaejoong intentó acallar fallidamente los ansiosos y
torturados gemidos de necesidad que desgarraban su garganta.
—Abajo —pidió Yunho bruscamente,
haciendo presión entre sus omóplatos. Cayó sobre sus codos, dejándolo totalmente expuesto. Su
consentimiento trajo un gruñido de aprobación, junto con un deslizante barrido
de su lengua a lo largo de su columna vertebral. Terminó el recorrido hundiendo
los dientes en un tenso glúteo, haciéndolo gritar sorprendido. Jaejoong abrió los muslos urgiéndole, entonces
sintió un breve cosquilleo producido por su pelo cuando se agachó para capturar
con su boca su hinchado sexo. Su lengua se deslizó por el, moviendo,
absorbiendo el hechicero olor de su excitación.
Jaejoong se alzó sobre sus brazos soltando un gemido que se
transformó en un grito ahogado cuando la palma de Yunho aterrizó en su glúteo
con un resonante golpe.
—Abajo —le ordenó de nuevo, con un tono enérgico. El de un
alfa que no toleraría ninguna desobediencia por su parte.
Gimiendo, obedeció, agachándose con sumisión. Sus muslos
temblaron por la anticipación y brincó cuando le sintió soltar el cálido
aliento sobre su empapado miembro. Unos suaves, pero firmes dedos, tocaron su
miembro y de nuevo su lengua comenzó la dulce tortura.
Jaejoong lanzó un grito, sus dedos se cerraron formando puños
mientras buscaba alguna manera de sostenerse. Las pasadas hábiles de la lengua
de Yunho contra su miembro ultrasensible lo conducía cada vez más y más alto.
Alternó la succión de su miembro y la
penetración de su lengua dentro de su canal, hasta que solo fue una masa
temblorosa de carne, al borde de la locura.
Yunho bebía el néctar de Jaejoong mientras fluía de su
interior. Estaba intoxicado por su gusto y olor. Sus gritos frenéticos, y la
demanda palpitante de su propio pene, consiguieron penetrar en su
subconsciente. Alzándose sobre Jaejoong, colocó la hinchada cabeza de su verga
en la entrada. Con un empujón rápido y poco profundo entró en Jaejoong mientras
lo cubría de nuevo
—Mi compañero —gruñó de manera firme y posesiva. Mordiéndolo
en el hombro, empujó.
Fluidos resbaladizos salieron a borbotones, desbordándose por
el invasor que perforaba su túnel. El gemido de placer de Jaejoong resonó
cuando su grueso miembro se deslizó más y más profundo, hasta que cada pulgada
fue sepultada en su interior. Su febril canal le dio la bienvenida. Primero
estirándose y temblando para acomodarlo, luego apretándole, aprisionándole. Se
meció lentamente contra Jaejoong, hacia
delante y hacia atrás, con profundos empujes. A su vez, Jaejoong empujaba hacia
atrás con fuerza, alentándole, exigiéndole más.
Yunho inició un ritmo diferente, profundizando aún más sus embestidas
y enviando su verga hasta lo más profundo de su centro. Empujó y se retiró, empujó y se retiró. Monótonamente, sin parar, una
y otra vez. Ambos perdidos en el calor primordial del acoplamiento. Los
gruñidos del esfuerzo acompañaron el sonido continuado de carne contra carne.
Resplandeciendo, la ardiente piel brilló debido al sudor, bajo la luz de la
lámpara. Los montículos curvilíneos, de las posaderas de Jaejoong se alzaban a
su encuentro, igualando el ritmo de avance de las caderas de Yunho. El peso de
sus testículos, cargados con la semilla, golpeaba rítmicamente contra su sexo.
Cada golpe de bombeo, conducía la cabeza palpitante de su eje a un mayor
contacto, dirigiéndole hasta su mismo centro. Sus gemidos apreciativos
acompañaban el movimiento exhaustivo de sus caderas cuando Jaejoong se alzaba
contra Yunho para obtener más.
Yunho los condujo más alto, hasta que
quedaron sobre el precipicio de un placer tan agudo, que solo una línea de
demarcación evitaba que fuera dolor. Su miembro convulsionándose, junto con sus frenéticos gritos,
anunciaron su inminente orgasmo. Yunho se hundió, humedeciendo las yemas de sus
dedos en sus jugos, buscó su miembro y aplicó una suave presión mientras
frotaba el endurecido miembro, enviando a Jaejoong, con un grito, el borde de
la locura. Quedando preso en aquel canal, su sitiado miembro explotó. Pronunció
un gutural e intenso gruñido, empujando profundamente, mientras la caliente
corriente de su espesa semilla cubrió las temblorosas paredes. Los músculos,
debilitados por liberación, perdieron fuerza haciéndole caer al suelo sobre Jaejoong.
Jaejoong siguió emitiendo pequeños gemidos cuando las ondas
de su orgasmo ordeñaron el duro eje, todavía sepultado en lo más profundo de su
sexo. Los murmullos ininteligibles de Yunho lo calmaron, al tiempo que Yunho
pasaba sus brazos a su alrededor, haciendo que sus cuerpos rodaran para quedar
de lado pero sin separarse. Yunho alzó una pierna por encima de su cuerpo. Una
mano se posó en su pecho, frotando el alargado pezón contra su palma. Su otra
mano se deslizó sensualmente hacia abajo, por su satinada y húmeda piel. Esto
desencadenó una nueva ola de expectación, desde su vientre hasta su entrada,
que todavía albergaba su semierguido pene.
Suavemente masajeó su miembro hinchado. Su dedo medio y
anular tocaron los límites que se ajustaban a su verga, que comenzó a llenarse y alargarse cuando ligeramente pellizcó las
dilatadas paredes que le rodeaban. Con la base de su mano aplicó presión
en el centro sensibilizado de su miembro. Escondido bajo sus labios, este hizo
que hondas de placer se extendieran por todo su cuerpo.
Jaejoong tembló y gimió bajo la caricia.
Jadeando, cuando Yunho comenzó a moverse con un golpe mesuradamente lento.
—Otra vez —exhaló sobre el oído de Jaejoong.
Un temblor bajó por su espalda cuando Yunho mordisqueó el
lóbulo de su oreja. Martirizó la sensible piel detrás de su oído. La mano
sujeta en su pecho se apretó y amasó aquella sensibilizada carne. Sus dedos
encontraron el hinchado pezón, apretándolo
ligeramente y tirando de él. Su verga, ahora totalmente erecta, quedó
firmemente asentada en su entrada.
El tiempo dejó de existir cuando se apropió de la flexible
carne que le daba la bienvenida. Ya no podía distinguir entre el toque de sus
manos o labios o lengua y la de su verga.
Cerrando los ojos, se abandonó a la cruda y dura sensación de su posesión.
Yunho bebió los gritos de placer de su compañero. El olor
acre del sexo llenó sus fosas nasales mientras sus manos se llenaban de su
carne. Moldeó su cuerpo alrededor del suyo, empujando con decidido vigor. Los
inequívocos zumbidos de la próxima liberación revoloteaban en la base de su
espalda. Extendió su entrada, haciendo que se abriera más a él. Baño los dedos
con la gruesa crema que encontró allí, luego los deslizó suavemente, una y otra
vez. Su cuerpo se puso rígido, luego convulsionó contra Yunho cuando Jaejoong explotó
en otro orgasmo. Su gemido implorante, cargado del placer atormentado, rasgó el
aire.
Yunho agarró sus caderas, gruñendo con cada empuje en su
palpitante y apretado canal. Conduciéndose por instinto, de nuevo presiono los
dientes en la suave carne entre cuello y hombro, manteniéndose silencioso con
empujes controlados. Recibió las pulsaciones directamente sobre su eje,
haciendo que una erupción de calor les diera la bienvenida.
Agotados, se amoldaron uno al lado del
otro. El tiempo pasó sin darse cuenta. Los latidos de sus corazones se
normalizaron. La tensión desapareció de sus músculos. Los alientos, antes
ásperos y jadeantes, volvieron a ser parejos. El sudor se enfrió y secó. Jaejoong suspiró,
temblando.
Los brazos de Yunho se apretaron
alrededor de Jaejoong.
— ¿Tienes frío? —preguntó Yunho.
—Uh-uh —contestó Jaejoong, acurrucándose hacia atrás en su
abrazo—. ¿Yunho?
— ¿Mmmm? —le contestó con
un estruendo bostezo.
—Me has mordido.
—Uh-huh —coincidió Yunho.
— ¿Ahora me voy a convertir en un hombre lobo? —preguntó Jaejoong.
—Uh-uh —negó Yunho.
—Ah.
La desilusión teñía su voz.
Yunho se apoyó sobre el codo, alzándose. Jaejoong se reclinó
hacia atrás para encontrar sus ojos y después los alzó para encararlo.
— ¿Quieres convertirte en lobo? —preguntó con
seriedad.
—Bueno… —comenzó, moviendo los dedos
ociosamente sobre la alfombra—… ¿Has tenido alguna vez un sueño, que estás
seguro no te va a ocurrir nunca?
Inclinando la cabeza en su dirección,
continuó.
—Eso es lo que me pasa. He leído libros
y me he imaginado lo que sentiría al ser un vampiro o un lobo o un cambiaformas
de alguna clase, o tener poderes mágicos. ¿Te parece extraño? —le preguntó, alzando la
vista hacia Yunho, dudoso, tímido.
Yunho sonrió.
—Para nada. —Se inclinó para pasar un
mechón de su pelo por detrás de su oreja—. Tienes una mente abierta en lo referente a las posibilidades de otras formas de
vida. En determinadas circunstancias, puede resultar algo muy conveniente.
Jaejoong le devolvió la sonrisa.
—De todos modos, pensaba que si tú me mordías, según lo que
he leído siempre parece ser la forma más habitual en que un humano se convierte
en hombre lobo, pues a mí no me importaría. —Su mirada se volvió pensativa—.
Pero creo que eso no es posible.
Yunho reconsideró esto durante un
momento.
—Es posible —admitió.
— ¿Lo es? — Jaejoong se sentó, su pecho se agito con su
entusiasmo— ¿Cómo?
Apartando los ojos de sus maravillosos pezones, le sugirió.
— ¿Por qué no nos duchamos y nos vestimos antes de que salte
otra vez sobre ti? Entonces tal vez pueda explicarte todos los detalles sin
babear.
Jaejoong sonrió descaradamente y alcanzó la camisa que Yunho
había dejado caer sobre la silla. Ya de pie, se la puso, abrochando los botones
más estratégicos.
— ¿Mejor?
—Algo —se quejó Yunho.
—Ven —le animó —. Compartiré la ducha
contigo.
Con una carcajada salió corriendo de la habitación. Yunho
saltó sobre sus pies y lo siguió. Las pisadas
resonaron por la escalera. Jaejoong chilló cuando lo alcanzó a la entrada del
dormitorio y atrapándolo con un gruñido, lo colocó sobre su hombro, haciéndolo reír mientras llevaba
su premio al cuarto de baño.
* * * * *
El agua tibia salpicó perezosamente en la bañera casi llena.
Deslizándose sedosamente por la ardorosa piel, refrescándolo y lavando la
sudoración de su encuentro sexual. Después de atrapar a su compañero, con su
excitación estimulada por la persecución, Yunho había tomado a Jaejoong de
nuevo. Fue duro y rápido, inclinados en la ducha, dejándoles débiles y sin
aliento. El contacto visual que habían mantenido gracias a su reflejo en el
espejo les resultó electrificante. El estímulo físico, realzado por la visión
del pecho de Jaejoong mientras Yunho lo penetraba una y otra vez, los había
hecho explotar con fuerza y rapidez.
Asentado entre sus muslos extendidos,
con la espalda contra el pecho de Yunho, Jaejoong vago en una nube de saciada
plenitud. Sus brazos
descansaban a lo largo del borde de la bañera, mientras lo rodeaba el abdomen
con un abrazo.
—Olvidé darte las gracias por traerme algo de ropa
y el resto de cosas, mientras dormía —murmuró Jaejoong perezosamente.
—No lo hice yo. Fue Junsu —lo informó, su profunda
voz sonó cansada, soñolienta.
— ¡Ah Dios mío, Junsu! ¡Me olvidé de Junsu! —
Jaejoong luchó por sentarse, un gesto inútil ya que los brazos de Yunho lo
apretaban como bandas de acero a su alrededor.
—Relájate, sabe dónde estás. —Se inclinó para
acariciarle el hombro con la boca—. Lo llamé mientras dormías. Trajo tus cosas
y hasta subió para verte, pero estabas tan profundamente dormido que no quiso
despertarte. —Con esta explicación, Jaejoong se tranquilizó, relajándose en sus
brazos—. Puedes llamarlo por la mañana. —Su cálido aliento recorrió su cuello y
hombro, causando un pequeño temblor. Su lengua comenzó un lento recorrido sobre
las pequeñas heridas causadas por sus incisivos al morderlo—. ¿Te dolió?
—preguntó suavemente, examinando las heridas con una combinación de orgullo y
pena. Orgullo por el hecho de que llevaba su marca y pena por el daño que lo
había infligido.
Jaejoong se estremeció bajo las pasadas solícitas
de su lengua.
—Mmmm, no —suspiró—. Si no paras con esto, voy a
necesitar esa lengua ingeniosa en otros lugares. Y pronto.
—Estaré más que feliz de amoldarme a tus
necesidades, dulzura —contestó ardorosamente.
Elevó las manos para acariciarle la cabeza, al
tiempo que enterraba los dedos en la sedosa masa de su pelo y sujetándolo de
manera más firme, tiró.
—Ow, ¿por qué hiciste eso?
Se alejó con el ceño fruncido y Jaejoong le dejó
ir.
—No es momento de jugar, no hasta que me contestes
a unas cuantas preguntas —declaró decidido.
—Vale —refunfuñó haciendo un mohín mientras frotaba
su dolorido cuero cabelludo—. Mientras pueda mantener mi pelo sobre la cabeza.
¿Cómo podría ser un alfa si estuviera calvo? Se reirían de la manada.
—Ah, eres un niño grande —se mofó Jaejoong. Luego
se dio la vuelta, levantándose sobre sus rodillas para enfrentarlo. Acunando su
cabeza entre las manos le acarició desde la boca hasta el pelo, colocando
pequeños y solícitos besos sobre su maltratado cuero cabelludo. Sus manos
vagaron hasta llegar a sus mejillas, elevando su cara hacia la suya. Repentinas
lágrimas llenaron sus ojos.
—Oye, solo estaba bromeando, no me hiciste daño —lo
calmó Yunho.
—Te golpeé. —Su aliento estaba atrapado en su
garganta—- Antes, no creí en ti y te golpeé. Lo siento tanto, Yunho. ¿Podrás
perdonarme?
Yunho lo acerco, la sensación de su carne desnuda
todavía húmeda contra la suya le hizo querer gemir.
—No hay nada que perdonar, amor. Fue solo la
impresión. Sé que no quisiste hacerlo. —Frotó su espalda, bajando con una
caricia, hasta la firme curva de su nalga—. Además, estamos empatados. Yo
también te golpeé.
Jaejoong retrocedió.
— ¿Quieres decir cuándo tú, cuando
estábamos…? —Un sonrojo acalorado impregnó sus mejillas.
Yunho asintió, con una sonrisa sardónica en sus
labios.
—Eso fue… vaya.
Jaejoong dejó
caer su cabeza, evitando el contacto de su mirada.
La
incipiente comprensión encendió sus ojos.
—Te gustó —declaró Yunho con suficiencia. Inclinó
la cabeza para encontrar su mirada—. ¿Le gusta a mi travieso niño que lo
zurren? —La ronquera en su voz hizo que su sexo se apretara.
— ¡No, y para ya! —exclamó, cuando se alzó sobre
sus pies y caminó fuera de la bañera. Una incontrolable excitación apretaba sus
entrañas mientras cogía una toalla y comenzaba a secarse enérgicamente.
Yunho lo siguió enseguida. Secándose, se acercó
furtivamente a su espalda.
—Puedo oler tu necesidad, Jaejoong —bromeó.
Jaejoong se giró para enfrentarle, haciéndole
retroceder; Yunho alzó las manos en son de disculpa, ante las chispas que
disparaban sus ojos.
— ¡No tiene ninguna gracia! —Gritó, luego giró alejándose
y murmurando—: Soy un enfermo. —La clara consternación se hizo evidente en su
voz.
Sin ninguna advertencia, Yunho lo levanto en sus
brazos, llevándolo con largas zancadas hasta el dormitorio. Lo dejó caer sobre
la cama, lanzándose sobre Jaejoong a continuación y sujetando su cuerpo sin admitir
ningún tipo de protesta.
—Deja de retorcerte —le pidió. Capturó sus muñecas
con una mano, y las subió por encima de su cabeza. Aprisionó la parte inferior
entre sus muslos y se elevó sobre Jaejoong —. Mírame —lo instó.
Derrotado, le miró con unos ojos totalmente
avergonzados.
Una suave sonrisa comprensiva curvaba sus labios.
—No estás enfermo —lo consoló—. Es retorcido. Me
encanta.
Con esta declaración se apretó más contra Jaejoong,
haciendo que Jaejoong frunciera el ceño.
— ¿Estás seguro? Nunca lo había hecho, ya sabes,
algo así. Pero he leído bastante sobre el tema y me estimula, ah. Me hace
sentir…
Se removió bajo Yunho.
— ¿Cachondo? —resumió Yunho con una sonrisa.
—Sí —confesó, plasmando una renuente mueca en sus
labios.
—Fue hermoso —lo dijo entusiasmado—. A mi dulce,
hermoso, inteligente y atractivo compañero, le gusta ser dominado. —Gruñó
ferozmente—. ¿Recuerdas lo que te conté sobre que soy un alfa? —Inclinando su
cabeza, continuó—: Los alfas somos dominantes, está en nuestra naturaleza.
—Bajó la cabeza hacia su abdomen jugueteó, lamiendo y mordiéndolo hasta que la
hizo reír y retorcerse.
Poniéndose serio, capturó la mirada de Jaejoong con
la propia. Un dulce brillo comenzó a extenderse en sus ojos.
—Hay algo que siempre he deseado probar —admitió.
Los ojos de Jaejoong se abrieron con alguna clase
de aprehensión, pero por encima de todo dominó la anticipación.
— ¿Qué? —preguntó entre jadeos.
—Te implica —se explicó—. Tendrías que estar
totalmente desnudo, a excepción de una capa y una capucha roja.
Jaejoong se deshizo entre risas que fue incapaz de
disimular.
— ¡Ay!, venga ya —urgió Yunho—. Siempre he querido
jugar a ser el lobo feroz.
— ¡No! —
Jaejoong siguió riendo.
—Lo digo en serio, tú y yo solos en los bosques.
—Alzó sus cejas con intención lasciva—. Podría ser entretenido. Prometo no
comerte… —lo intentó engatusar.
Perdió totalmente la partida, riéndose a carcajada
limpia hasta que las lágrimas corrieron por sus mejillas. Yunho esperó,
aparentando un gesto malhumorado.
—No lo encuentro tan gracioso —refunfuñó, alzándose
y quitándose de encima de Jaejoong.
Jaejoong intento explicarse. Se sentó, lanzando sus
brazos para abrazarle.
— ¡Ay!, cariño, no te enfades —le arrulló—. Si esto
significa tanto para ti, me lo pensaré. —Agachó la cabeza para tenerle cerca,
tratando de llamar su atención—. ¿Te parece bien?
—Vale —se quejó Yunho. Sus ojos encontraron los
suyos y, mientras una sonrisa lenta y atractiva se formaba en su cara, le guiñó
un ojo.
— ¡Tú, rata! —Grito, empujándolo hacia atrás— ¡Solo
estabas jugando conmigo!
Yunho cayó sobre la cama, aterrizando de espaldas.
—Te pillé —se rió—. A propósito, es lobo, no rata.
Si fuera rata, sería otro animal.
Jaejoong le fulminó con la mirada y dijo con
recelo.
— ¿Quieres decir que también hay ratas?
—Todo es posible —contestó encogiéndose de
hombros—. No conocías la existencia de hombres lobos hasta hace unas horas.
Nunca hay que poner límite a las posibilidades —lo aconsejó—. Es muy
imprudente.
Estuvo de acuerdo ante su manera de pensar.
—Hablando de hombres lobo —dijo, dirigiendo otra
vez la conversación hacia donde, desde un principio, quería llegar—. Ibas a
decirme cómo me vas a convertir.
Yunho rodó hacia un lado y lo miro seriamente.
—Solo es posible cuando el compañero se aparea en
su época fértil y está preparado para concebir un cachorro. —Ante su mirada
sobresaltada, se corrigió—: un niño, y no, no tendrías a un pequeño lobo —lo
tranquilizó—. Los hombres lobo tenemos el sentido del olfato intensificado.
Seré capaz de descubrir cuando estás ovulando. Esto provocará la liberación de,
por falta de un término mejor, un gen que hay en la saliva. Si nos apareáramos
en esas condiciones, mi mordedura te transferiría ese gen y te convertirás en
lobo.
Se sentó, sujetando las manos de Jaejoong entre las
suyas.
—Es una decisión muy importante, Jaejoong. Solo
puede ocurrir en ese preciso momento, porque el deseo de crear una nueva vida
juntos demuestra un mutuo compromiso. También es una forma de protección que
tienen los hombres lobo, ante las relaciones esporádicas. Permite que tengamos
sexo sin que lleguemos a transformar a nuestros amantes, si por casualidad les
mordemos durante el sexo. No ocurre siempre. Depende del amante, porque la
excitación y la pasión están totalmente vinculadas con el proceso. No es algo
que se pueda tomar a la ligera. Para nosotros esto significa la culminación de
un compromiso. A diferencia de los humanos, nos apareamos de por vida.
—No quiero quedarme embarazado cada vez que ovule
—dijo Jaejoong preocupado.
Yunho sonrió indulgentemente.
—Eso no va a pasar. Los hombres lobo estamos tan
informados sobre los métodos anticonceptivos como cualquier otra persona.
Estaremos bien abastecidos de condones —bromeó—. Por lo que sé, parece que
cuando seas fértil no seré capaz de mantener las manos lejos de ti. Es posible
que te tenga en la cama durante un ciclo entero.
Jaejoong enrojeció de placer.
—No creo que resulte muy duro. —Se inclinó hacia
delante para posar un beso sobre sus cálidos y complacientes labios—. Tengo
otra pregunta. —Inclinó la cabeza hacia un lado y prosiguió—: ¿Qué le impide a
un hombre lobo aparearse con una pareja fértil y morderla a pesar de no estar
comprometidos?
—El aroma —contestó—. Del mismo modo que nuestro
sentido del olfato nos conduce a nuestros compañeros, también es quien nos
impide aparearnos con una pareja fértil que no sea la nuestra. El olor fértil
de nuestra propia pareja es embriagador. Pero el olor de una que no lo es…
—arrugó la nariz—… es realmente bastante repugnante. Créeme, lo sé por
experiencia de primera mano. ¿Has tratado alguna vez de tener sexo con alguien
que huele fatal? —preguntó. Al ver que sacudía negativamente la cabeza le
explicó—: Es más o menos imposible conseguir una erección, y mucho menos
mantenerla, cuando tu nariz te grita que huyas.
Jaejoong se rió entre dientes. Un destello
sospechoso se encendió en sus ojos.
— ¿Quieres decir que sabías que yo era tu compañero
debido a cómo huelo?
Yunho se rió.
—Me preguntaba cuando te darías cuenta. Sí, así lo
hice —confesó.
— ¿De qué manera? —Preguntó Jaejoong tímidamente—
¿Cómo huelo?
Yunho cerró los ojos, inhalando, luego exhaló
despacio.
—Cautivador. —Sus ojos apresaron los suyos—.
Caliente, dulce, fresco, suculento, como una especia exótica para la cual no
hay ningún nombre. —Llevó las manos de Jaejoong a sus labios, colocando un beso
en cada palma—. Hueles como mi compañero. Sin lugar a dudas. Sin ninguna duda.
Solo mío. —Sus ojos brillaron con el fuego interior que comenzaba a encontrar
tan estimulante—. ¿Más preguntas? —preguntó suavemente.
El corazón de Jaejoong se hinchó con sus palabras,
el dolor en su pecho desapareció, dando la bienvenida al calor.
—Solo una —contestó—. Hasta ahora hemos hecho el
amor tres veces, y cada una de ellas te has colocado a mi espalda. ¿Los hombres
lobo hacen el amor alguna vez de frente?
—Ah, sí —gruñó.
Jaejoong se recostó hacia atrás, abriéndose para Yunho.
—Ven aquí y ámame.
Yunho se colocó entre sus muslos, hundiéndose
lentamente dentro de su cálida vaina, inundándolo.
—Lo hago, Jaejoong —gimió—. Te amo de verdad de la
buena.
Oh *o* q dulce capítulo...y caliente... ME ENCANTÓ!!!! Gracias x él
ResponderEliminarsi ahorita Yunho no puede mantener sus manos lejos de Jae quesera cuando sea fértil sera imposible y si por asares del destino tienen cachorritos que me regalen uno un niño lobo sera hermoso y mas siendo de ellos
ResponderEliminarGracias
Que bonito capítulo, tan informativo y candente. Jae quiere ser lobo, que lo transforme Yunho y serán inmensamente felices. Un lobito, mitad Jae, mitad Yunho, sería tan hermoso y oj
ResponderEliminarAla sea como los lobos, no uno sino más como una camada (aja, como yo no los voy a tener)😀😀😀
Gracias!!! 💕💞