martes, 21 de febrero de 2017

Confia en un lobo: Capítulo 5


Capítulo Cinco


Jaejoong despertó con los primeros rayos del sol de la tarde y la cálida brisa que se derramaba por las ventanas abiertas. Suspiró al sentirse normal otra vez y se estiró totalmente relajado. Rodando hasta acurrucarse sobre la almohada de Yunho, aspiró su olor acercándola a su cara. Una lenta sonrisa de satisfacción estiró sus labios, cuando inhaló el aroma de Yunho.

Obligándose a entrar en movimiento, se levantó de la cama y miró alrededor con curiosidad. El dormitorio de Yunho. La verdad, no era como había esperado acabar la noche cuando acordaron la cita. Admiró el alto cabecero antiguo de la cama, mientras pasaba su mano sobre la madera tallada. El aparador y la mesita de noche eran de estilo antiguo —junto con un lavabo— a juego con la cama. Todos estaban hechos con formidables piezas de roble color castaño claro.

La gruesa alfombra marrón con tonos dorados, protegió sus pies desnudos mientras caminaba alrededor. Echó un vistazo al armario abierto, para ver la ropa de Yunho colgada en su interior. Por la razón que fuera, el verla agitó algo en su interior. Su naturaleza inquieta hizo que se acercara a las puertas abiertas que permitían el paso a un patio enorme en la parte trasera. Una pequeña fuente se hallaba en el centro de un claro, cubierto de césped y rodeado por grandes árboles. El agua se esparcía y centelleaba con la luz del sol, cuando esta se derramaba hacía abajo formando una pequeña cascada y caía en un fondo rodeado por rocas cubiertas de musgo. Jaejoong pudo distinguir las lisas y vistosas formas de los peces moviéndose en el fondo. Alejándose de esta vista, decidió que necesitaba una ducha. Comenzó a recoger la ropa que había llevado puesta, hasta que reconoció la pequeña maleta abierta en el suelo, cerca de la silla donde primeramente se había quedado dormido.

Varios pares de vaqueros y suéteres estaban extendidos en la silla, junto con la ropa interior. También estaban su cepillo de dientes, el del pelo, el champú y otros artículos de tocador.

Conmovido por la consideración de Yunho, tomó los utensilios y rápidamente se introdujo en el cuarto de baño. Surgiendo limpio y renovado, bajó las escaleras, admirando la casa mientras buscaba a Yunho.

Los cuartos estaban decorados con elegancia, cálidos y acogedores. Nunca había prestado mucha atención a la decoración por estilos y períodos, pero, aún así, reconocía que muchos de los adornos eran preciadas antigüedades. Dando un toque de buen gusto y estilo.

Al escuchar un murmullo de voces, Jaejoong se detuvo cuando recorría el pasillo. Echó una ojeada a la puerta abierta y descubrió el despacho de Yunho, hallándole a él mismo detrás de su escritorio, pero no vio a nadie más.

Le hizo señas para que entrara.

— ¿Te sientes mejor, cariño? —preguntó cuándo se levantó y se le acercó.

—Divino de la muerte, amorcito. —Esa respuesta vino desde el altavoz del teléfono, de una voz muy sarcástica, y muy varonil.

—Tú no, estúpido. Acaba de entrar Jaejoong.

Yunho lo atrapó y le estampó un beso caliente y muy lento sobre los labios, que Jaejoong le respondió con impaciencia.

—Mis orejas escucharon bien —dijo la voz.

Caminando hacia el escritorio, Yunho se sentó y lo depositó en su regazo.

—Jaejoong, me gustaría presentarte a Shim Changmin. Afortunadamente no puedes verlo, porque si no, caerías enfermo de nuevo.

Jaejoong resopló intentando esconder la risa.

—Yunho, eres el mismísimo diablo, sabes que si me viera tu chico, te abandonaría tan rápido que no sabrías quien te habría golpeado. Siempre esta celoso de mí, dulzura —replicó Changmin.

—Me alegra conocerte, Changmin. — Jaejoong se rió—. Estoy seguro de que Yunho solo exagera. —Se retorció cuando le hizo cosquillas en las costillas como venganza.

¿Changmin, estás seguro de querer participar en lo que estuvimos hablando?

Yunho regresó a los negocios, impaciente por concluir los asuntos y así poder concentrarse en Jaejoong.

El doctor Won Young había llamado a Changmin para que se les uniera y así poder extender de una manera más rápida algunos comentarios sobre cierta medicina, que administrada por una persona desconocida, había enfermado al compañero de Yunho. Como no era un tema para tomarlo a broma, Won Young sintió la necesidad de concienciar a la comunidad lupina sobre la potencial amenaza que esta medicina tenía para sus vecinos, los humanos.

Changmin llamó a Yunho, seguro de que la discreción del doctor le había impedido revelar todos los hechos. La perfidia de Sung Hee no le resultó ninguna sorpresa, en vista de su inclinación, bastante conocida, hacia Yunho.

—Voy a hacerlo Yunho, definitivamente no queremos más incidentes desa­gradables. Puedo dejar caer alguna especulación de una fuente desconocida, si sabes lo que quiero decir. Esto debería conseguir que cierta persona sea consciente del hecho de que sus acciones no han pasado desapercibidas. Jaejoong, ha sido muy agradable hablar contigo. Estoy seguro de que nos encontraremos en persona pronto, y así podrás comprobar que tengo mejor planta que nuestro amigo Yunho.

—Ni en sueños —se mofó Yunho, cortando la comunicación.

Después de su terrible noche, estaba aliviado de encontrarse en perfecto estado; descansó la cabeza sobre Jaejoong sintiéndose algo retozón. Jaejoong pasó los brazos alrededor del cuello de Yunho y se puso a besarlo hasta dejarlo sin sentido. Sus labios exploraron la boca de él con movimientos entre juguetones y lentos, lánguidos, que le hicieron entrar en calor pero a fuego lento. Cuando su lengua se deslizó entre sus labios separándolos para luego introducirla, el calor comenzó a arremolinarse en su vientre. Y cuando Jaejoong lo sorbió suavemente con la lengua y empezó a jugar con la suya, vamos, ya estaba en estado de ebullición.

Jaejoong descubrió que su erección crecía contra su cadera, y se contorsionó para acercarse. Jaejoong se deleitó ante la capacidad de incitar su pasión. Tembló ante la sensación que le causó su mano, cuando se deslizo hacia un lado y paso sobre su cadera hasta posarla en su tenso glúteo cubierto con unos jeans, y lo masajeó con firmeza.

—Te sientes mejor —observó él ronco.

—Mucho mejor —contestó sucintamente, impaciente por seguir con el juego.

Cuando los labios se cerraron sobre los de Yunho, su estómago emitió una fuerte queja. Ambos se detuvieron, perplejos. Yunho sonrió abiertamente y Jaejoong se puso como las amapolas, avergonzado ante las fuertes demandas de su estómago.

¿Esto significa que tengo que alimentarte antes de que satisfagamos otras hambres, hum?

La mirada de Yunho se mostraba llena de una promesa al rojo vivo.

—Hombre, podrías darme algo para comer —admitió Jaejoong, frotando su estómago—. Después de todo, perdí esa maravillosa cena que me preparaste anoche.

—No me lo recuerdes —lo reprendió Yunho fingiendo un escalofrió. Se levantó de la silla y lo colocó sobre sus pies—. Voy a sufrir pesadillas con ese tema.

Jaejoong apretó su brazo cuando lo apartó entre risas.

—Te dije que te marcharas, pero nooo, tenías que ser noble y quedarte.

Le siguió por el pasillo hasta la cocina. Todas las habitaciones estaban maravillosamente diseñadas. Había una isleta colocada en el centro de la cocina. Era lo suficientemente grande como para que una zona contuviera un fregadero y en la otra se situaran tres sillas, de forma que pudiera servir ocasionalmente como mesa para comer. Admiró el suelo de piedra y pasó una mano acariciando la encimera de granito verde. Los muebles eran de madera natural, con todos los electrodomésticos incorporados e invisibles.

—Tengo algo de rosbif por aquí —le sugirió Yunho, inclinándose ante el refrigerador abierto. Luego se giró hacia Jaejoong —. ¿Emparedados y ensalada de col? O si lo prefieres tengo pollo en el congelador, lo puedo descongelar con el microondas.

—El rosbif es suficiente —estuvo de acuerdo, y le ayudó a prepararlo; Yunho repartió los ingredientes que Jaejoong fue depositando sobre la isleta. Le observó mientras comenzaba a poner la mesa—. Eres bastante práctico en la cocina —comentó—. ¿Dónde están los platos?

Yunho fue a por ellos, mientras contestaba a su observación.

—Un hombre tiene que ser capaz de cuidarse a sí mismo. Me lo enseñó mi padre. Por supuesto, esa creencia fue muy apoyada por mi madre —añadió con una pesarosa sonrisa.

— ¿Dónde están tus padres, Yunho? —le preguntó, tomando un cuchillo y cortando un tomate con cuidado.

—En este momento en Escocia —contestó—. Viajan mucho. Cuando mi padre se retiró, decidieron que querían visitar algunos de los lugares sobre los que habían leído. —Hizo una pausa—. ¿Caliente o frío? —preguntó, indicando el suculento plato de rosbif.

—Caliente, por favor. — Jaejoong sonrió—. Esta casa es realmente hermosa, pero ¿no es terriblemente grande para ti solo?

Cuando la carne de vaca se calentó en el microondas, Yunho extendió la mayonesa en las rebanadas de pan, pasándoselas a Jaejoong para que colocara la lechuga y el tomate.

—Esta era la casa de mis padres. Éramos cinco, incluyendo a mi hermana y a mi hermano. Como soy el mayor, decidieron dejarme esta propiedad a mí, mientras que a ellos les dejaron otras propiedades. —Se agachó para darle un persistente beso en los labios—. Si hubieras sido un chico de la localidad, ya sabrías todo esto.

Jaejoong saboreó su beso y retrocedió, alzando una ceja en su dirección.

— ¿Supongo que todos los muchachos de aquí se pelearían por ti?

—Bueno, ya sabes como es esto…

Yunho se atuso el pelo.

—No importa, Señor Modesto —se mofó Jaejoong.

Siguieron jugando y bromeando durante la comida, después se dedicaron a recoger, haciendo que la tarde fuera agradable, relajante.

Cuando colocaron el último de los platos después de secarle, Jaejoong le hizo una pregunta que lo había estado carcomiendo desde su conversación con Changmin.

—Yunho, sé que soy algo curioso, pero, ¿a qué se refería Changmin con eso de que de esa manera cierta persona sería consciente de que sus acciones no habían pasado desapercibidas? ¿Y qué incidentes desagradables están tratando de evitar?

Yunho lo miro cariñosamente.

—Sí, es una conversación que debemos tener. —Asintiendo con la cabeza prosiguió—: Ahora es un buen momento. Vamos a mi despacho y nos pondremos cómodos.

Jaejoong le siguió algo dudoso. Sospechaba que esta conversación iba a tratar algunas cuestiones serias y bastante sensibles. Solo esperó que Yunho no fuera algo parecido a un emigrante ilegal.

Por su parte, Yunho luchaba con algunas otras dudas bastante serias. Había llegado el momento de ponerlo en antecedentes sobre su herencia, antes de que Jaejoong, sin contar con el conocimiento de que era su compañero, empezara a preocuparse. Sabía que le gustaba y que se sentía sexualmente atraído, pero quería algo más. Quería su amor —el amor por parte de un compañero era de suma importancia, vital. Solo con su amor Jaejoong seria capaz de aceptar al lobo.

Aun cuando había descubierto lo que Jaejoong representaba para él, su primera atracción fue puramente física. Después de pasar cierto tiempo con Jaejoong, aprendería cada una de las facetas que conformaban a Kim Jaejoong. Ya lo encontraba fascinante y estimulante, física, mental y emocionalmente.

Con sus amantes anteriores, había disfrutado de los considerables encuentros físicos y apasionados. Con Jaejoong, Yunho había ido más allá de la unión física. Por primera vez en su vida, se encontró queriendo más. Sus sentimientos iban más allá de la preocupación y el afecto. Se vio pasando cada uno de sus días con Jaejoong. Compartiendo su vida con Jaejoong. Teniendo hijos con Jaejoong. Amándolo. Comprender esto fue como recibir una patada en el estómago por parte de una mula. Pensar que fuera incapaz de aceptar su doble naturaleza, que lo despreciara, era intolerable. Su futuro descansaba en sus manos, una vida llena de amor, con su compañero y familia, o la existencia solitaria de estar sin Jaejoong. Nunca se había encontrado en una situación donde no tuviera el control. Le hacía sentir extraño e intranquilo.

Cuando entraron en el despacho, Yunho rezó para que los sentimientos de Jaejoong hacia él fueran lo suficientemente fuertes como para aceptar lo que le iba a revelar. Lo hizo sentarse en el sofá, mientras que Yunho se sentó en la mesa del centro, tomando sus manos. Mirando profundamente en sus ojos, comenzó:

—Los incidentes desagradables que queremos evitar son del tipo de lo que te pasó anoche. Fuiste drogado, Jaejoong.

La confusión llenó sus ojos.

— ¿Drogado? Pero, ¿por qué?, ¿cómo?

—Ko Sung Hee —reveló Yunho, con un claro tono condenatorio—. El cómo, lo sospecho, simplemente vertiendo una sustancia en tu té. ¿Recuerdas cuando dejó caer el bolso? Todos nos distrajimos. En cuanto al por qué, unos pequeños celos. Lleva tiempo tratando de añadirme a su lista de trofeos y yo no coopero. Realmente lo siento, Jaejoong. Te hizo daño por mi culpa.

Jaejoong pudo ver cólera mezclada con remordimiento y, como no, ¿ansiedad? ¿Seguramente no pensaría que le iba a culpar?

—No es culpa tuya —le consoló, apretando sus manos—. ¿Pero no deberíamos comunicárselo a la policía?

Yunho se levantó y comenzó a caminar con pasos largos y pausados.

—Solo hay un problema con esto, amor. No tenemos ninguna prueba. Ningún testigo, ningún «fue cogida con las manos en la masa», ninguna huella digital en tu vaso, nada. Solo sería nuestra palabra contra la suya.

Se colocó delante de Jaejoong, sus ojos estaban llenos de seriedad y preocupación, cosa que nunca le había visto antes.

—Hay otra razón por la que no querría comunicar esto, aunque tuviéramos pruebas. —Ante el perplejo ceño fruncido de Jaejoong prosiguió—: Y es debido a lo que es.

Pequeñas punzadas de ansiedad comenzaron a crearse dentro de Jaejoong.

— ¿Qué quieres decir con lo que es? —preguntó Jaejoong quedamente.

—Sung Hee es una mujer lobo, Jaejoong. Como yo.

Jaejoong contempló a Yunho mientras innumerables emociones bullían en su interior. Una divertida incredulidad comenzó a destacar.

—Eres un hombre lobo —declaró rotundamente. Una repentina cólera empezó a recorrerlo de pies a cabeza—. Esto me suena a finalizar una relación, pero estoy algo perplejo porque me parece que me perdí la broma. —Se levantó y anduvo con largos pasos mientras Yunho lo miraba silenciosamente. No podía creerse lo que acababa de contarle. Pero entonces, ¿por qué sino lo diría? Un dolor punzante comenzó a formarse en su interior. Parándose detrás del sofá, fijó la mirada sobre Yunho. Su voz tembló con la emoción contenida—. Dijiste que podría confiar en ti, y te creí. Creí en ti, pero desde el principio solo has estado esperando el momento para ponerme en ridículo. —Hizo una pausa, respirando con fuerza, rechazando las lágrimas que amenazaban con salir—. Bueno, pues has tenido éxito. Solo que no entiendo el porqué. ¿Por qué esta treta tan elaborada?

Incapaz de esperar una respuesta, se dio la vuelta ciegamente, dejando salir las lágrimas que picaban sus ojos. Daño. Confusión. Cólera. Desilusión. Todos entremezclados dentro de Jaejoong  como un guiso burbujeante. Caminó hasta la puerta, desesperado por alejarse de la fuente de su dolor.

Cuando llegó a la entrada, lo sujetó por la muñeca.

—No te vayas.

Su voz era tranquila, controlada.

—Deja que me vaya, Yunho.

Jaejoong no pudo engañarle, notó su confusión.

—No puedo, Jaejoong, eres mi compañero —le comunicó.

Alzó la cabeza y sin pensárselo dos veces, levantó la mano y le dio una bofetada. Jaejoong jadeó, incrédulo y horrorizado, se quedó inmóvil. Un silencio sobrenatural llenó el cuarto mientras se contemplaban el uno al otro.

Yunho rompió el silencio, hablando rotundamente, sin emoción.

Creo que esto me da el permiso para acaparar un poco más de tu tiempo.

La vergüenza y el remordimiento la desgarraron. Finalmente asintió de forma inestable, sin saber a quien odiaba más, a sí mismo por cometer este acto violento, o a Yunho por provocarlo.

Volviendo a sus posiciones iniciales, se sentaron uno enfrente del otro, pero esta vez como adversarios. Yunho lo observó silenciosamente, todavía luchando con su creciente dolor y cólera.

—Hace años, cuando un lobo encontraba a su compañero lo tomaba. Sin ninguna explicación, sin ninguna disculpa. Se imponía la rendición de las parejas. Ahora procuramos ser más civilizados y halagadores, por lo que cortejamos a nuestros compañeros. Soy un alfa. —Su voz decayó sonando como un profundo ronroneo, aunque la advertencia era claramente evidente—. En esta situación solo puedo tolerar muy poca cantidad de civilización.

Los ojos de Jaejoong se dilataron, mostrando su incertidumbre. ¿Sería posible que le hubiera dicho la verdad? Unos momentos antes, los ojos de Yunho habían mostrado un misterioso brillo. Pudo sentir las ondas de calor que emitía y la clara intención escrita en su cara. También pudo ver la erección estirando la tela de sus vaqueros. Una involuntaria onda de excitación la recorrió cuando se encontró respondiendo a su dominio.

— ¿Qué vas a hacer?

Luchó por controlar su voz.

Yunho reconoció el leve temblor, su parte lobo se apaciguo ante su inconsciente sumisión.

—Voy a demostrar que puedes confiar en mí. Que no te he mentido. Que soy un hombre lobo, y —se inclinó acercándose, brillantes chispas saltaban dentro de sus ojos— que eres mi compañera. Voy a transformarme para ti. Aquí. Ahora. En este momento.

Jaejoong sintió pánico.

— ¡Espera! —Gritó— Espera, por favor, tengo que saber…

— ¿Qué necesitas saber? —preguntó con impaciencia.

—No, aunque no crea nada de lo que va a pasar, pero, aún así… —se mordió el labio—… ¿Me reconocerás?

Yunho reconocido su miedo e incertidumbre. Su necesidad de proteger y consolar se reafirmó en su interior. Tomó su mano, entrelazando los dedos con los de Jaejoong.

—Te reconoceré, Jaejoong. Mantenemos una completa conciencia. Solo que de una manera diferente.

Reconfortado, se relajó volviendo a la normalidad y aprovechó la oportunidad para preguntar:

— ¿No se parecerá a esas películas del cine clásico donde la cara del tipo crece alargándose, y sus manos se convierten en garras o algo por el estilo, verdad? Siempre me ha parecido un poco vulgar.

La tensión entre ellos se rompió. Yunho bufó divertido.

—No, ocurre muy rápido. Un híbrido hombre lobo se transforma por entero, solo se es consciente de nuestra energía cuando lo hacemos. Ahora mismo solo soy un hombre, al instante cambio a lobo, con solo un parpadeo. —Se rió de Jaejoong —. ¿Preparado? —Ante su gesto afirmativo, movió la mesa de centro hasta colocarla delante de la chimenea, haciendo sitio.

Jaejoong siguió cada uno de los movimientos de Yunho, tragando con fuerza cuando se situó de pie ante de él y comenzó a desnudarse.

— ¡Eh! ¿Te tienes que quitar la ropa?

Notó como se le secaba la boca.

Yunho asintió con la cabeza, un movimiento lento, atractivo, ufano, que comunicaba riqueza en ese sentido. Tocando con la punta del pie las botas, las desplazó a un lado. La mirada de Jaejoong fue capturado cuando Yunho abrió el botón de su bragueta y despacio bajó la cremallera por encima de su prominente erección. Jaejoong sintió como el calor le subía a la cara mientras inconscientemente se retorcía en el sofá.

Habiendo casi olvidado la razón principal para que se desnudara, Jaejoong miró con expectación cuando la ropa cayó. Incluso en estas circunstancias, el ver a Yunho en cueros era una maldita compensación.

Lentamente se desabotonó la camisa, cada botón que se deshacía revelaba más músculos, con un pecho ligeramente cubierto de vello debajo. Con elegante facilidad tiró de los faldones de su camisa para sacarla de los vaqueros y encogió sus amplios hombros para sacársela, dejándola caer sobre la silla que había a su espalda.

Jaejoong permaneció pegado al sofá, luchando contra el impulso de tirarse sobre él. Observó la flexión de los músculos de sus hombros y brazos cuando enganchó sus pulgares en el cinturón de sus vaqueros y los bajó hasta el suelo. La espera resultó interminable; hasta que los vaqueros revelaron lentamente el tesoro escondido, fue una pura tortura. Jaejoong sintió que ciertas partes de su cuerpo se contraían por la tensión, mientras que otras se ponían al rojo vivo, humedeciéndose y abriéndose con creciente excitación.

Yunho se enderezó cuando sus vaqueros golpearon el suelo. Dio un paso para salir de ellos, cada pulgada lista para un orgasmo, permaneció de pie mostrando su cuerpo de manera orgullosa.

—Por todos los santos, eres Batman —susurró reverente. Su aliento y el latido de su corazón comenzaron a ir más rápido cuando un repentino acceso de calor barrió su cuerpo.

El paquete, en su totalidad, devastó sus sentidos. Era como una estatua griega esculpida, no en mármol, sino en carne, hueso y puro músculo. Y allí en el centro, exigiendo su atención, la más larga, la más dura, y la más gruesa de las erecciones que Jaejoong hubiera visto jamás. Una larga columna de marfil rodeada de venas palpitantes. La cabeza, en forma de ciruela sonrojada por la sangre, sobresalía del sensible tejido. Aquella columna orgullosa, descomunal, nunca podría ser ocultada por una hoja de parra.

Encantado por lo que veía, Jaejoong estaba impaciente por olvidar todo lo referente a los hombres lobo y seguir con lo que le parecía más interesante. Se esforzó por dejar de mirar la erección de Yunho y encontrar sus ojos. El aliento se le quedó momentáneamente atascado ante el profundo brillo de sus ojos. Oro líquido, caliente, incinerante, fundido. Cualquier idea que tuviera de resistir desapareció cuando vio sus intenciones. Al contrario, esto encendió su pasión, abasteciendo de combustible su necesidad, preparándolo para la combustión.

¿Preparado? —repitió Yunho, su voz fue un gruñido profundo, ronco.

Jaejoong tembló ante la impaciencia de su voz. Sabiendo que solo esperaba su consentimiento, su mirada dio un nuevo barrido por su cuerpo. Excitada por la ola de calor que la recorrió cuando lo hizo, asintió con la cabeza.

La imagen de Yunho vaciló, alterándose, brillando tenuemente… transformándose. Jaejoong tuvo casi vértigo cuando sus ojos trataron de seguir el aspecto borroso del movimiento. Parpadeó, sacudió la cabeza y volvió a enfocar solo para encontrar un enorme lobo donde antes había estado Yunho.

Se quedó paralizado. Cuando su vista se volvió borrosa, comprendió que había olvidado respirar. Tomando aire, temeroso de hacer cualquier movimiento, se humedeció los resecos labios con la lengua.

— ¿Yunho?

Su susurro tembló en el aire.

El lobo se acercó despacio a él y Jaejoong luchó contra el abrumador impulso de echar a correr. El aliento se atascó en sus pulmones cuando el hocico se aproximó a su cara. Cuando pensó que perdería la batalla por no soltar un aterrorizado grito, una larga y áspera lengua acarició su mejilla.

Parpadeó asombrado.

— ¿Yunho? —repitió Jaejoong.

El lobo acarició con el hocico la mano que tenía posada en el muslo. Tentativamente, lo levantó, lo colocó sobre la cabeza y acarició lentamente su cuello. Miró fijamente en las profundidades de sus dorados ojos y le reconoció de manera indiscutible.

—Oh, Dios mío. Eres tú. Realmente eres tú. —Estaba boquiabierto por la fascinación—. Eres hermoso —exclamó suavemente entre risas y lágrimas. Ahora sus manos se movieron y se alzaron sobre la piel gruesa alrededor de su cuello. Su cara, notando las marcas más oscuras que se realzaban alrededor de sus ojos y hocico. Su grueso pelaje resultaba liso y saludable, suave y mullido bajo sus manos errantes. La parte superior de su pelaje era igualita a la mata castaña de su pelo, mezclado con mechas doradas y ligeros toques de luz rojiza. Esta se entremezclaba con el ligero color que fluía bajo sus patas, pecho y bajo vientre.

Jaejoong podía sentir cada uno de los músculos que había bajo sus manos. Se maravilló de la criatura aparentemente salvaje que había ante él, sabiendo que nunca le haría daño. Con esa revelación, llegó el conocimiento del hecho tan importante que había colocado en sus manos. Confiaba en Jaejoong. Yunho había confiado en él para que conociera quien y qué era.

Lo inundó una ola de gran emoción. Había muy pocas personas en su vida que confiaran en él y en quien él confiara. Sus padres, su hermana, Junsu y Yoochun. Cada uno de ellos, además, acompañado por un amor incondicional. Gestos de Yunho, sus palabras y acciones a lo largo de estos pocos días, fluían por su cabeza. Su bondad y preocupación, su sonrisa, fuerza e inteligencia, la pasión que sentía por él, la pasión que Yunho también causaba en él. Sus palabras «Eres mi compañero» resonaron en su cabeza. Y ahora daban otro sentido a sus acciones. A su amor.

—Eres mi compañero —le dijo en un suave murmullo—, me llenas de asombro. —Levantándose, retrocedió ante el lobo y se quitó su camisa por la cabeza—. Eres mi compañero —repitió con firmeza—. Transfórmate. Cambia ahora mismo.

Sus manos fueron al botón de sus vaqueros, tirando hasta abrirlo. Deslizando la cremallera hacia abajo, se quitó los vaqueros y los bóxer al mismo tiempo. Su mirada se quedó prendada en Yunho hasta que comenzó un brillo y un ligero movimiento. Sequito el resto de la ropa.

Yunho estaba enfrente de él, maravillosamente desnudo y totalmente erguido. Jaejoong se lanzó hacia sus brazos donde la esperaban su calor, fuerza, protección y amor.

—Yunho, Yunho, Yunho.

Cantó su nombre como un rezo, mientras se presionaba ferozmente.

Yunho pasó las manos sobre su pelo, trayéndolo hacia sí.

— ¿Me aceptas? —Exigió— ¿Tal como soy, Jaejoong?

¡Sí! Con todos tus atributos. —Sus propias manos se alzaron, deslizándose por su pelo, entrelazándolo, capturándolo—. Te amo y te quiero, te necesito ahora mismo, Yunho. Ahora.

Sus bocas se unieron salvajemente mientras luchaban por acercarse todo lo que podían. Su apasionada confesión había puesto a Yunho por las nubes. La necesidad primitiva de aparearse, llenó su cabeza con una neblina roja que les hizo caer al suelo. Rodaron, luchando para colocarse encima del otro.

Yunho lo fijó sobre la alfombra al tiempo que su boca lo exploraba. Juguetonamente, le mordisqueó la mandíbula bajando por su garganta mientras Jaejoong saltaba y luchaba bajo él. El placer y la frustración hicieron que se retorciera gimiendo y soltado un quejido cuando la boca de Yunho encontró su pezón. Sus dientes sujetaron ligeramente su endurecido pezón cuando lo succionó.

Las uñas de Jaejoong se hincaron en sus hombros mientras curvaba la espalda extasiado. Su boca se movió hacia el otro pecho, succionándole vigorosamente, haciéndolo arquearse y morderle el hombro como reacción. Un gruñido retumbó en las profundidades de su pecho.

Jaejoong le empujó con violencia.

—Déjame —jadeó, y Yunho cedió, rodando sobre su propia espalda.

Jaejoong lo atacó sin vacilar. Recorrió con la lengua su fuerte columna empezando por la garganta, lamiendo, mordiendo y seguidamente calmando el dolor del mordisco con otra caricia de su lengua. Deslizó la mano hasta su pecho, pellizcando ligeramente el pezón de Yunho. Colocó su boca sobre el otro pecho, moviendo la lengua en perezosos y excitantes círculos, alrededor del endurecido brote.

Le encantó cuando Yunho se estremeció gimiendo. Ver como se retorcía bajo sus caricias y se tensaba mientras su mano se arrastraba hacia la parte baja de su estómago y después a su ingle. Capturó su palpitante y sólido mástil con la mano, apretándole fuertemente. Sus caderas se alzaron del suelo de forma convulsiva.

Sintió un espasmo como reacción, al mismo tiempo que su sexo se inundaba con su dulce crema. Con ciega lujuria se asentó a horcajadas sobre sus caderas, disponiéndose a montar su sexo erecto. Su canal estaba abierto, ansiando ser llenado. El olor acre de su excitación llenó el aire.

—No —ordenó Yunho ronco, deteniendo su movimiento durante solo un momento.

Apretó los muslos y desoyó su orden hasta que, girando su descomunal cuerpo, de nuevo se encontró sujeto al suelo. Trató de luchar para quedar libre, pero fue en vano. Con un gruñido de fracaso, reconoció su fuerza superior.

—Esta primera vez, será a mi manera —gruñó Yunho enigmáticamente, haciéndolo rodar sobre su estómago. Jaejoong siguió cada una de las instrucciones, cuando lo impulsó sobre sus manos y rodillas. Su duro cuerpo cubrió el suyo. Se sintió abrasado por el calor que la piel de Yunho generaba contra la suya. La dura erección estaba anidada en la hendidura de su trasero. Haciéndolo temblar.

Sintió su cuerpo apretarse con fuerza contra el suyo. Su profundo gemido, entre jadeos, llenó su oído cuando su lengua lamió el orificio tentándolo e incitándolo. Jaejoong intentó acallar fallidamente los ansiosos y torturados gemidos de necesidad que desgarraban su garganta.

—Abajo —pidió Yunho bruscamente, haciendo presión entre sus omóplatos. Cayó sobre sus codos, dejándolo totalmente expuesto. Su consentimiento trajo un gruñido de aprobación, junto con un deslizante barrido de su lengua a lo largo de su columna vertebral. Terminó el recorrido hundiendo los dientes en un tenso glúteo, haciéndolo gritar sorprendido. Jaejoong abrió los muslos urgiéndole, entonces sintió un breve cosquilleo producido por su pelo cuando se agachó para capturar con su boca su hinchado sexo. Su lengua se deslizó por el, moviendo, absorbiendo el hechicero olor de su excitación.

Jaejoong se alzó sobre sus brazos soltando un gemido que se transformó en un grito ahogado cuando la palma de Yunho aterrizó en su glúteo con un resonante golpe.

—Abajo —le ordenó de nuevo, con un tono enérgico. El de un alfa que no toleraría ninguna desobediencia por su parte.

Gimiendo, obedeció, agachándose con sumisión. Sus muslos temblaron por la anticipación y brincó cuando le sintió soltar el cálido aliento sobre su empapado miembro. Unos suaves, pero firmes dedos, tocaron su miembro y de nuevo su lengua comenzó la dulce tortura.

Jaejoong lanzó un grito, sus dedos se cerraron formando puños mientras buscaba alguna manera de sostenerse. Las pasadas hábiles de la lengua de Yunho contra su miembro ultrasensible lo conducía cada vez más y más alto. Alternó la succión de su miembro y la penetración de su lengua dentro de su canal, hasta que solo fue una masa temblorosa de carne, al borde de la locura.

Yunho bebía el néctar de Jaejoong mientras fluía de su interior. Estaba intoxicado por su gusto y olor. Sus gritos frenéticos, y la demanda palpitante de su propio pene, consiguieron penetrar en su subconsciente. Alzándose sobre Jaejoong, colocó la hinchada cabeza de su verga en la entrada. Con un empujón rápido y poco profundo entró en Jaejoong mientras lo cubría de nuevo

—Mi compañero —gruñó de manera firme y posesiva. Mordiéndolo en el hombro, empujó.

Fluidos resbaladizos salieron a borbotones, desbordándose por el invasor que perforaba su túnel. El gemido de placer de Jaejoong resonó cuando su grueso miembro se deslizó más y más profundo, hasta que cada pulgada fue sepultada en su interior. Su febril canal le dio la bienvenida. Primero estirándose y temblando para acomodarlo, luego apretándole, aprisionándole. Se meció lentamente contra Jaejoong, hacia delante y hacia atrás, con profundos empujes. A su vez, Jaejoong empujaba hacia atrás con fuerza, alentándole, exigiéndole más.

Yunho inició un ritmo diferente, profundizando aún más sus embestidas y enviando su verga hasta lo más profundo de su centro. Empujó y se retiró, empujó y se retiró. Monótonamente, sin parar, una y otra vez. Ambos perdidos en el calor primordial del acoplamiento. Los gruñidos del esfuerzo acompañaron el sonido continuado de carne contra carne. Resplandeciendo, la ardiente piel brilló debido al sudor, bajo la luz de la lámpara. Los montículos curvilíneos, de las posaderas de Jaejoong se alzaban a su encuentro, igualando el ritmo de avance de las caderas de Yunho. El peso de sus testículos, cargados con la semilla, golpeaba rítmicamente contra su sexo. Cada golpe de bombeo, conducía la cabeza palpitante de su eje a un mayor contacto, dirigiéndole hasta su mismo centro. Sus gemidos apreciativos acompañaban el movimiento exhaustivo de sus caderas cuando Jaejoong se alzaba contra Yunho para obtener más.

Yunho los condujo más alto, hasta que quedaron sobre el precipicio de un placer tan agudo, que solo una línea de demarcación evitaba que fuera dolor. Su miembro convulsionándose, junto con sus frenéticos gritos, anunciaron su inminente orgasmo. Yunho se hundió, humedeciendo las yemas de sus dedos en sus jugos, buscó su miembro y aplicó una suave presión mientras frotaba el endurecido miembro, enviando a Jaejoong, con un grito, el borde de la locura. Quedando preso en aquel canal, su sitiado miembro explotó. Pronunció un gutural e intenso gruñido, empujando profundamente, mientras la caliente corriente de su espesa semilla cubrió las temblorosas paredes. Los músculos, debilitados por liberación, perdieron fuerza haciéndole caer al suelo sobre Jaejoong.

Jaejoong siguió emitiendo pequeños gemidos cuando las ondas de su orgasmo ordeñaron el duro eje, todavía sepultado en lo más profundo de su sexo. Los murmullos ininteligibles de Yunho lo calmaron, al tiempo que Yunho pasaba sus brazos a su alrededor, haciendo que sus cuerpos rodaran para quedar de lado pero sin separarse. Yunho alzó una pierna por encima de su cuerpo. Una mano se posó en su pecho, frotando el alargado pezón contra su palma. Su otra mano se deslizó sensualmente hacia abajo, por su satinada y húmeda piel. Esto desencadenó una nueva ola de expectación, desde su vientre hasta su entrada, que todavía albergaba su semierguido pene.

Suavemente masajeó su miembro hinchado. Su dedo medio y anular tocaron los límites que se ajustaban a su verga, que comenzó a llenarse y alargarse cuando ligeramente pellizcó las dilatadas paredes que le rodeaban. Con la base de su mano aplicó presión en el centro sensibilizado de su miembro. Escondido bajo sus labios, este hizo que hondas de placer se extendieran por todo su cuerpo.

Jaejoong tembló y gimió bajo la caricia. Jadeando, cuando Yunho comenzó a moverse con un golpe mesuradamente lento.

—Otra vez —exhaló sobre el oído de Jaejoong.

Un temblor bajó por su espalda cuando Yunho mordisqueó el lóbulo de su oreja. Martirizó la sensible piel detrás de su oído. La mano sujeta en su pecho se apretó y amasó aquella sensibilizada carne. Sus dedos encontraron el hinchado pezón, apretándolo ligeramente y tirando de él. Su verga, ahora totalmente erecta, quedó firmemente asentada en su entrada.

El tiempo dejó de existir cuando se apropió de la flexible carne que le daba la bienvenida. Ya no podía distinguir entre el toque de sus manos o labios o lengua y la de su verga. Cerrando los ojos, se abandonó a la cruda y dura sensación de su posesión.

Yunho bebió los gritos de placer de su compañero. El olor acre del sexo llenó sus fosas nasales mientras sus manos se llenaban de su carne. Moldeó su cuerpo alrededor del suyo, empujando con decidido vigor. Los inequívocos zumbidos de la próxima liberación revoloteaban en la base de su espalda. Extendió su entrada, haciendo que se abriera más a él. Baño los dedos con la gruesa crema que encontró allí, luego los deslizó suavemente, una y otra vez. Su cuerpo se puso rígido, luego convulsionó contra Yunho cuando Jaejoong explotó en otro orgasmo. Su gemido implorante, cargado del placer atormentado, rasgó el aire.

Yunho agarró sus caderas, gruñendo con cada empuje en su palpitante y apretado canal. Conduciéndose por instinto, de nuevo presiono los dientes en la suave carne entre cuello y hombro, manteniéndose silencioso con empujes controlados. Recibió las pulsaciones directamente sobre su eje, haciendo que una erupción de calor les diera la bienvenida.

Agotados, se amoldaron uno al lado del otro. El tiempo pasó sin darse cuenta. Los latidos de sus corazones se normalizaron. La tensión desapareció de sus músculos. Los alientos, antes ásperos y jadeantes, volvieron a ser parejos. El sudor se enfrió y secó. Jaejoong suspiró, temblando.

Los brazos de Yunho se apretaron alrededor de Jaejoong.

— ¿Tienes frío? —preguntó Yunho.

—Uh-uh —contestó Jaejoong, acurrucándose hacia atrás en su abrazo—. ¿Yunho?

¿Mmmm? —le contestó con un estruendo bostezo.

—Me has mordido.

—Uh-huh —coincidió Yunho.

— ¿Ahora me voy a convertir en un hombre lobo? —preguntó Jaejoong.

—Uh-uh —negó Yunho.

—Ah.

La desilusión teñía su voz.

Yunho se apoyó sobre el codo, alzándose. Jaejoong se reclinó hacia atrás para encontrar sus ojos y después los alzó para encararlo.

¿Quieres convertirte en lobo? —preguntó con seriedad.

—Bueno… —comenzó, moviendo los dedos ociosamente sobre la alfombra—… ¿Has tenido alguna vez un sueño, que estás seguro no te va a ocurrir nunca?

Inclinando la cabeza en su dirección, continuó.

—Eso es lo que me pasa. He leído libros y me he imaginado lo que sentiría al ser un vampiro o un lobo o un cambiaformas de alguna clase, o tener poderes mágicos. ¿Te parece extraño? —le preguntó, alzando la vista hacia Yunho, dudoso, tímido.

Yunho sonrió.

—Para nada. —Se inclinó para pasar un mechón de su pelo por detrás de su oreja—. Tienes una mente abierta en lo referente a las posibilidades de otras formas de vida. En determinadas circunstancias, puede resultar algo muy conveniente.

Jaejoong le devolvió la sonrisa.

—De todos modos, pensaba que si tú me mordías, según lo que he leído siempre parece ser la forma más habitual en que un humano se convierte en hombre lobo, pues a mí no me importaría. —Su mirada se volvió pensativa—. Pero creo que eso no es posible.

Yunho reconsideró esto durante un momento.

—Es posible —admitió.

¿Lo es? — Jaejoong se sentó, su pecho se agito con su entusiasmo— ¿Cómo?

Apartando los ojos de sus maravillosos pezones, le sugirió.

— ¿Por qué no nos duchamos y nos vestimos antes de que salte otra vez sobre ti? Entonces tal vez pueda explicarte todos los detalles sin babear.

Jaejoong sonrió descaradamente y alcanzó la camisa que Yunho había dejado caer sobre la silla. Ya de pie, se la puso, abrochando los botones más estratégicos.

— ¿Mejor?

—Algo —se quejó Yunho.

—Ven —le animó —. Compartiré la ducha contigo.

Con una carcajada salió corriendo de la habitación. Yunho saltó sobre sus pies y lo siguió. Las pisadas resonaron por la escalera. Jaejoong chilló cuando lo alcanzó a la entrada del dormitorio y atrapándolo con un gruñido, lo colocó sobre su hombro, haciéndolo reír mientras llevaba su premio al cuarto de baño.

 

* * * * *

 

El agua tibia salpicó perezosamente en la bañera casi llena. Deslizándose sedosamente por la ardorosa piel, refrescándolo y lavando la sudoración de su encuentro sexual. Después de atrapar a su compañero, con su excitación estimulada por la persecución, Yunho había tomado a Jaejoong de nuevo. Fue duro y rápido, inclinados en la ducha, dejándoles débiles y sin aliento. El contacto visual que habían mantenido gracias a su reflejo en el espejo les resultó electrificante. El estímulo físico, realzado por la visión del pecho de Jaejoong mientras Yunho lo penetraba una y otra vez, los había hecho explotar con fuerza y rapidez.

Asentado entre sus muslos extendidos, con la espalda contra el pecho de Yunho, Jaejoong vago en una nube de saciada plenitud. Sus brazos descansaban a lo largo del borde de la bañera, mientras lo rodeaba el abdomen con un abrazo.

—Olvidé darte las gracias por traerme algo de ropa y el resto de cosas, mientras dormía —murmuró Jaejoong perezosamente.

—No lo hice yo. Fue Junsu —lo informó, su profunda voz sonó cansada, soñolienta.

— ¡Ah Dios mío, Junsu! ¡Me olvidé de Junsu! — Jaejoong luchó por sentarse, un gesto inútil ya que los brazos de Yunho lo apretaban como bandas de acero a su alrededor.

—Relájate, sabe dónde estás. —Se inclinó para acariciarle el hombro con la boca—. Lo llamé mientras dormías. Trajo tus cosas y hasta subió para verte, pero estabas tan profundamente dormido que no quiso despertarte. —Con esta explicación, Jaejoong se tranquilizó, relajándose en sus brazos—. Puedes llamarlo por la mañana. —Su cálido aliento recorrió su cuello y hombro, causando un pequeño temblor. Su lengua comenzó un lento recorrido sobre las pequeñas heridas causadas por sus incisivos al morderlo—. ¿Te dolió? —preguntó suavemente, examinando las heridas con una combinación de orgullo y pena. Orgullo por el hecho de que llevaba su marca y pena por el daño que lo había infligido.

Jaejoong se estremeció bajo las pasadas solícitas de su lengua.

—Mmmm, no —suspiró—. Si no paras con esto, voy a necesitar esa lengua ingeniosa en otros lugares. Y pronto.

—Estaré más que feliz de amoldarme a tus necesidades, dulzura —contestó ardorosamente.

Elevó las manos para acariciarle la cabeza, al tiempo que enterraba los dedos en la sedosa masa de su pelo y sujetándolo de manera más firme, tiró.

—Ow, ¿por qué hiciste eso?

Se alejó con el ceño fruncido y Jaejoong le dejó ir.

—No es momento de jugar, no hasta que me contestes a unas cuantas preguntas —declaró decidido.

—Vale —refunfuñó haciendo un mohín mientras frotaba su dolorido cuero cabelludo—. Mientras pueda mantener mi pelo sobre la cabeza. ¿Cómo podría ser un alfa si estuviera calvo? Se reirían de la manada.

—Ah, eres un niño grande —se mofó Jaejoong. Luego se dio la vuelta, levantándose sobre sus rodillas para enfrentarlo. Acunando su cabeza entre las manos le acarició desde la boca hasta el pelo, colocando pequeños y solícitos besos sobre su maltratado cuero cabelludo. Sus manos vagaron hasta llegar a sus mejillas, elevando su cara hacia la suya. Repentinas lágrimas llenaron sus ojos.

—Oye, solo estaba bromeando, no me hiciste daño —lo calmó Yunho.

—Te golpeé. —Su aliento estaba atrapado en su garganta—- Antes, no creí en ti y te golpeé. Lo siento tanto, Yunho. ¿Podrás perdonarme?

Yunho lo acerco, la sensación de su carne desnuda todavía húmeda contra la suya le hizo querer gemir.

—No hay nada que perdonar, amor. Fue solo la impresión. Sé que no quisiste hacerlo. —Frotó su espalda, bajando con una caricia, hasta la firme curva de su nalga—. Además, estamos empatados. Yo también te golpeé.

Jaejoong retrocedió.

¿Quieres decir cuándo tú, cuando estábamos…? —Un sonrojo acalorado impregnó sus mejillas.

Yunho asintió, con una sonrisa sardónica en sus labios.

—Eso fue… vaya.

Jaejoong dejó caer su cabeza, evitando el contacto de su mirada.

La incipiente comprensión encendió sus ojos.

—Te gustó —declaró Yunho con suficiencia. Inclinó la cabeza para encontrar su mirada—. ¿Le gusta a mi travieso niño que lo zurren? —La ronquera en su voz hizo que su sexo se apretara.

— ¡No, y para ya! —exclamó, cuando se alzó sobre sus pies y caminó fuera de la bañera. Una incontrolable excitación apretaba sus entrañas mientras cogía una toalla y comenzaba a secarse enérgicamente.

Yunho lo siguió enseguida. Secándose, se acercó furtivamente a su espalda.

—Puedo oler tu necesidad, Jaejoong —bromeó.

Jaejoong se giró para enfrentarle, haciéndole retroceder; Yunho alzó las manos en son de disculpa, ante las chispas que disparaban sus ojos.

— ¡No tiene ninguna gracia! —Gritó, luego giró alejándose y murmurando—: Soy un enfermo. —La clara consternación se hizo evidente en su voz.

Sin ninguna advertencia, Yunho lo levanto en sus brazos, llevándolo con largas zancadas hasta el dormitorio. Lo dejó caer sobre la cama, lanzándose sobre Jaejoong a continuación y sujetando su cuerpo sin admitir ningún tipo de protesta.

—Deja de retorcerte —le pidió. Capturó sus muñecas con una mano, y las subió por encima de su cabeza. Aprisionó la parte inferior entre sus muslos y se elevó sobre Jaejoong —. Mírame —lo instó.

Derrotado, le miró con unos ojos totalmente avergonzados.

Una suave sonrisa comprensiva curvaba sus labios.

—No estás enfermo —lo consoló—. Es retorcido. Me encanta.

Con esta declaración se apretó más contra Jaejoong, haciendo que Jaejoong frunciera el ceño.

— ¿Estás seguro? Nunca lo había hecho, ya sabes, algo así. Pero he leído bastante sobre el tema y me estimula, ah. Me hace sentir…

Se removió bajo Yunho.

— ¿Cachondo? —resumió Yunho con una sonrisa.

—Sí —confesó, plasmando una renuente mueca en sus labios.

—Fue hermoso —lo dijo entusiasmado—. A mi dulce, hermoso, inteligente y atractivo compañero, le gusta ser dominado. —Gruñó ferozmente—. ¿Recuerdas lo que te conté sobre que soy un alfa? —Inclinando su cabeza, continuó—: Los alfas somos dominantes, está en nuestra naturaleza. —Bajó la cabeza hacia su abdomen jugueteó, lamiendo y mordiéndolo hasta que la hizo reír y retorcerse.

Poniéndose serio, capturó la mirada de Jaejoong con la propia. Un dulce brillo comenzó a extenderse en sus ojos.

—Hay algo que siempre he deseado probar —admitió.

Los ojos de Jaejoong se abrieron con alguna clase de aprehensión, pero por encima de todo dominó la anticipación.

— ¿Qué? —preguntó entre jadeos.

—Te implica —se explicó—. Tendrías que estar totalmente desnudo, a excepción de una capa y una capucha roja.

Jaejoong se deshizo entre risas que fue incapaz de disimular.

— ¡Ay!, venga ya —urgió Yunho—. Siempre he querido jugar a ser el lobo feroz.

— ¡No! — Jaejoong siguió riendo.

—Lo digo en serio, tú y yo solos en los bosques. —Alzó sus cejas con intención lasciva—. Podría ser entretenido. Prometo no comerte… —lo intentó engatusar.

Perdió totalmente la partida, riéndose a carcajada limpia hasta que las lágrimas corrieron por sus mejillas. Yunho esperó, aparentando un gesto malhumorado.

—No lo encuentro tan gracioso —refunfuñó, alzándose y quitándose de encima de Jaejoong.

Jaejoong intento explicarse. Se sentó, lanzando sus brazos para abrazarle.

— ¡Ay!, cariño, no te enfades —le arrulló—. Si esto significa tanto para ti, me lo pensaré. —Agachó la cabeza para tenerle cerca, tratando de llamar su atención—. ¿Te parece bien?

—Vale —se quejó Yunho. Sus ojos encontraron los suyos y, mientras una sonrisa lenta y atractiva se formaba en su cara, le guiñó un ojo.

— ¡Tú, rata! —Grito, empujándolo hacia atrás— ¡Solo estabas jugando conmigo!

Yunho cayó sobre la cama, aterrizando de espaldas.

—Te pillé —se rió—. A propósito, es lobo, no rata. Si fuera rata, sería otro animal.

Jaejoong le fulminó con la mirada y dijo con recelo.

— ¿Quieres decir que también hay ratas?

—Todo es posible —contestó encogiéndose de hombros—. No conocías la existencia de hombres lobos hasta hace unas horas. Nunca hay que poner límite a las posibilidades —lo aconsejó—. Es muy imprudente.

Estuvo de acuerdo ante su manera de pensar.

—Hablando de hombres lobo —dijo, dirigiendo otra vez la conversación hacia donde, desde un principio, quería llegar—. Ibas a decirme cómo me vas a convertir.

Yunho rodó hacia un lado y lo miro seriamente.

—Solo es posible cuando el compañero se aparea en su época fértil y está preparado para concebir un cachorro. —Ante su mirada sobresaltada, se corrigió—: un niño, y no, no tendrías a un pequeño lobo —lo tranquilizó—. Los hombres lobo tenemos el sentido del olfato intensificado. Seré capaz de descubrir cuando estás ovulando. Esto provocará la liberación de, por falta de un término mejor, un gen que hay en la saliva. Si nos apareáramos en esas condiciones, mi mordedura te transferiría ese gen y te convertirás en lobo.

Se sentó, sujetando las manos de Jaejoong entre las suyas.

—Es una decisión muy importante, Jaejoong. Solo puede ocurrir en ese preciso momento, porque el deseo de crear una nueva vida juntos demuestra un mutuo compromiso. También es una forma de protección que tienen los hombres lobo, ante las relaciones esporádicas. Permite que tengamos sexo sin que lleguemos a transformar a nuestros amantes, si por casualidad les mordemos durante el sexo. No ocurre siempre. Depende del amante, porque la excitación y la pasión están totalmente vinculadas con el proceso. No es algo que se pueda tomar a la ligera. Para nosotros esto significa la culminación de un compromiso. A diferencia de los humanos, nos apareamos de por vida.

—No quiero quedarme embarazado cada vez que ovule —dijo Jaejoong preocupado.

Yunho sonrió indulgentemente.

—Eso no va a pasar. Los hombres lobo estamos tan informados sobre los métodos anticonceptivos como cualquier otra persona. Estaremos bien abastecidos de condones —bromeó—. Por lo que sé, parece que cuando seas fértil no seré capaz de mantener las manos lejos de ti. Es posible que te tenga en la cama durante un ciclo entero.

Jaejoong enrojeció de placer.

—No creo que resulte muy duro. —Se inclinó hacia delante para posar un beso sobre sus cálidos y complacientes labios—. Tengo otra pregunta. —Inclinó la cabeza hacia un lado y prosiguió—: ¿Qué le impide a un hombre lobo aparearse con una pareja fértil y morderla a pesar de no estar comprometidos?

—El aroma —contestó—. Del mismo modo que nuestro sentido del olfato nos conduce a nuestros compañeros, también es quien nos impide aparearnos con una pareja fértil que no sea la nuestra. El olor fértil de nuestra propia pareja es embriagador. Pero el olor de una que no lo es… —arrugó la nariz—… es realmente bastante repugnante. Créeme, lo sé por experiencia de primera mano. ¿Has tratado alguna vez de tener sexo con alguien que huele fatal? —preguntó. Al ver que sacudía negativamente la cabeza le explicó—: Es más o menos imposible conseguir una erección, y mucho menos mantenerla, cuando tu nariz te grita que huyas.

Jaejoong se rió entre dientes. Un destello sospechoso se encendió en sus ojos.

— ¿Quieres decir que sabías que yo era tu compañero debido a cómo huelo?

Yunho se rió.

—Me preguntaba cuando te darías cuenta. Sí, así lo hice —confesó.

— ¿De qué manera? —Preguntó Jaejoong tímidamente— ¿Cómo huelo?

Yunho cerró los ojos, inhalando, luego exhaló despacio.

—Cautivador. —Sus ojos apresaron los suyos—. Caliente, dulce, fresco, suculento, como una especia exótica para la cual no hay ningún nombre. —Llevó las manos de Jaejoong a sus labios, colocando un beso en cada palma—. Hueles como mi compañero. Sin lugar a dudas. Sin ninguna duda. Solo mío. —Sus ojos brillaron con el fuego interior que comenzaba a encontrar tan estimulante—. ¿Más preguntas? —preguntó suavemente.

El corazón de Jaejoong se hinchó con sus palabras, el dolor en su pecho desapareció, dando la bienvenida al calor.

—Solo una —contestó—. Hasta ahora hemos hecho el amor tres veces, y cada una de ellas te has colocado a mi espalda. ¿Los hombres lobo hacen el amor alguna vez de frente?

—Ah, sí —gruñó.

Jaejoong se recostó hacia atrás, abriéndose para Yunho.

—Ven aquí y ámame.

Yunho se colocó entre sus muslos, hundiéndose lentamente dentro de su cálida vaina, inundándolo.

—Lo hago, Jaejoong —gimió—. Te amo de verdad de la buena.

3 comentarios:

  1. Oh *o* q dulce capítulo...y caliente... ME ENCANTÓ!!!! Gracias x él

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  2. si ahorita Yunho no puede mantener sus manos lejos de Jae quesera cuando sea fértil sera imposible y si por asares del destino tienen cachorritos que me regalen uno un niño lobo sera hermoso y mas siendo de ellos
    Gracias

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  3. Que bonito capítulo, tan informativo y candente. Jae quiere ser lobo, que lo transforme Yunho y serán inmensamente felices. Un lobito, mitad Jae, mitad Yunho, sería tan hermoso y oj
    Ala sea como los lobos, no uno sino más como una camada (aja, como yo no los voy a tener)😀😀😀

    Gracias!!! 💕💞

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