Un extraño en mi ventana: Capítulo 5

Capítulo 5

 

− Se hace tarde y tengo cosas que hacer. ¡Vayámonos! − Le urgió Jaejoong.

Yunho dio un beso en la frente a Junsu y se despidió de Yoochun, que lo abrazó amigablemente. Costaba trabajo creer que fueran vampiros sedientos de sangre. Salvo por Karsacry, a ese le partiría la cara sin dudarlo.

Jaejoong fue a coger a Yunho pero este dio un paso atrás

− ¡Otra vez en brazos no! − Gritó. − Déjame en alguna parada de taxi y ya me busco yo la vida.

− Por mí perfecto. − Respondió Jaejoong, mientras lo agarraba y saltaba a un tejado cercano.

Unos minutos después Jaejoong lo dejó en un callejón cerca de una parada de taxis. Lo miró fijamente y desapareció. Yunho seguía pensando en el beso, aquel vampiro borde le provocaba un extraño morbo que lo seducía. Pero era tan cortante y estúpido que difícilmente llegarían a caerse bien, mucho menos a intimar. Su móvil empezó a vibrar, con las prisas ni siquiera recordaba haberlo cogido, lo sacó del bolsillo y descolgó.

− Dime Chang Hak.

− Ya he trasladado todo el material y documentación a un almacén de nuestra propiedad.

− ¿El traje es operativo?

− Sí, totalmente operativo y sin necesidad de mantenimiento.

− Borra del sistema todo lo referente al traje y destruye toda la documentación y maquinaria con la que se creó. Por otro lado, necesito que crees una empresa, desde ella gestionaremos otros proyectos personales.

− Me pongo con ello ahora mismo.

− Chang Hak son las once de la noche. ¿Es que no tienes vida?

− Ya me conoces Yunho.

− Buenas noches Chang Hak.

Yunho colgó y guardó el teléfono en el bolsillo. Alzó la mano y llamó a un taxi.

Abrió la puerta y se sentó en el asiento trasero. Straush parecía un buen líder, pero no se engañaba, estaba seguro de que debía ser despiadado.

Jaejoong seguía siendo un enigma para él, mientras que Yoochun y Junsu e incluso Straush parecían aceptarle de buen grado, Jaejoong se mostraba frío y esquivo.

Pero en el fondo eso le gustaba, odiaba los chicos fáciles de conquistar.

− ¡Fáciles de conquistar! − Pensó.

− Creo que me estoy encaprichando con el chupa sangre.

− Señor a donde le llevo. − Preguntó el taxista.

− Si – le dio la dirección.

De vuelta al apartamento se desvistió y se tumbó en la cama. Estaba agotado, por lo que no tardó en quedarse dormido. En el salón Jaejoong entró por la ventana, se sentó en el sofá. Tenía la cabeza embotada, desde aquel beso no había vuelto a ser el mismo. Quizás todo fue casualidad, lo inusual del momento le provocó esa reacción. Se levantó y camino hacia el dormitorio, desde la puerta contempló a Yunho. Con sólo unos slip, podía apreciar todo su cuerpo.

“No está mal para ser un humano” pensó.

Se acercó a la cama y se tumbó junto a él. Verlo respirar y lleno de vida le recordó cuando era humano, pero él jamás volvería a sentir esas cosas. Se colocó encima de Yunho procurando no despertarle y lo besó. Se estremeció con el sólo roce de sus labios, podía sentir como el deseo empezaba a llenarlo. Su beso se hizo cada vez más intenso, como si lo que sentía dentro de él quisiera devorar a Yunho. Notó que estaba perdiendo el control, de un salto se alejó de la cama y corrió hacia la ventana del salón.

Yunho se despertó, se llevó la mano a los labios sin entender. Tenía la sensación de que lo habían besado, se dejó caer pesadamente en la cama, fue entonces cuando percibió el olor de la fragancia de Jaejoong.

− ¡Vaya con mi vampiro! − Dijo sonriendo.

Lejos de allí en una azotea, por primera vez en doscientos años, Jaejoong lloraba. Tenía claro que no era amor, Yunho sólo era un tipejo que apenas si conocía, pero era capaz de desatar una pasión y un deseo en él que no podía controlar. Le aterraba la idea de acabar enamorándose de él, el clan no lo permitiría.

Por la mañana Yunho montó en su ferrarí rojo y se dirigió al almacén donde Chang Hak ubicó su laboratorio secreto. Chang Hak le esperaba para probar el traje. Encendió la radio y conectó el mp3. Acdc le relajaba y le llenaba de energía para comenzar la mañana.

Por el camino pensó en el clan vampiro, ¿serían realmente tal y como se mostraban o todo era una trampa bien urdida?

− Jodido destino.

Aparcó y tocó al timbre del almacén. Chang Hak le abrió la puerta de carga y Yunho introdujo el coche en su interior.

− Bien ¿qué tenemos Chang Hak?

− El almacén tiene gruesos muros de hormigón, el techo esta reforzado, tanto la puerta de acceso como la de carga son blindadas y hay varios sistemas de alarma, incluido contramedidas.

− ¿Contramedidas?

− Si alguien intenta entrar, se disparará un gas que lo dejará sin sentido durante doce horas.

− ¡Genial! ¿En cuanto a la documentación y demás?

− Todo destruido o borrado del sistema, tal y como pediste.

− Ok.

Chang Hak agarró un maletín, lo colocó encima de una pequeña mesa y lo abrió.

− Aquí está el traje.

− ¿Ahí? Esperaba algo más grande.

− En realidad no es exactamente un traje. Es una sustancia que una vez inyectada en la sangre, refuerza el sistema inmune, la estructura ósea y muscular entre otras funciones.

− ¿Inyectar?

Chang Hak mostró una jeringuilla enorme, que contenía una sustancia de un color azul brillante.

− Esta es la única muestra del compuesto que queda. Pero te advierto, que no sabemos los efectos secundarios que pueda tener a largo plazo. Una vez inyectada, no hay vuelta atrás.

Yunho se remangó la camisa y extendió el brazo derecho. Chang Hak le colocó una gomilla para ver mejor las venas y con cuidado le inyectó el compuesto. No fue algo agradable, todo el cuerpo le ardía a medida que aquella sustancia invadía sus venas, la cabeza empezaba a darle vueltas.

− ¿Estás bien?

− Termina. − Ordenó Yunho.

Chang Hak retiró la jeringuilla y la dejó encima de la mesa. Ayudó a Yunho a sentarse en un sofá. Durante unas horas sería incapaz de moverse. Chang Hak le conectó una serie de electrodos y sensores, para monitorizarlo. Encendió el portátil y desde allí usando un programa especial, pudo ver como el cuerpo de Yunho empezaba a mutar. Se acarició el pelo nervioso. Yunho era su jefe, pero también su único amigo. Aún se acordaba cuando lo sacó de Microsoft y lo puso al frente de un equipo internacional de investigación.

Le debía todo.

Yunho se estremecía por el dolor, pero parecía incapaz de despertar del trance en el que había caído. Por unos momentos todas las venas que surcaban su cara se mostraron negras, casi como si fueran a explotar, pero rápidamente volvieron a recuperar su aspecto normal.

Dos días después Chang Hak regresó con un pedido de un burguer cercano. Cerró la puerta y dejó caer la comida al suelo. Yunho estaba frente a él con los ojos en blanco, su musculatura estaba más definida, pero por lo demás su aspecto era el de siempre.

− ¡Yunho estás bien! − Gritó Chang Hak zarandeándole en un intento por sacarlo del trance.

Los ojos de Yunho empezaron a aclararse, hasta que sus bellos ojos castaños reaparecieron.

− Estoy bien. − Respondió Yunho. Mientras se dirigía al centro del almacén, miró el sistema de vigas de acero que sostenía el techo, saltó hasta una de ellas. Fue pasando de viga en viga, con una agilidad y velocidad sobrenatural, hasta que se dejó caer al suelo. El impacto agrietó el suelo de cemento, pero él sonreía como si todo fuera un juego.

− ¡No está mal! ¿Qué más puedo hacer?

− Si te disparan o hieren, hasta cierto punto tu cuerpo se regenerará. Teóricamente tu fuerza ha de ser como mínimo el doble de lo normal.

Yunho caminó hacia el ferrarí e intentó levantarlo. Subestimó su fuerza y al agarrarlo se le escapó de las manos elevándose el coche varios metros en el aire, hasta que cayó al suelo. El ferrarí se destrozó, los cristales estallaron, el chasis se partió en dos y la carrocería se deformó por completo. Yunho miró a Chang Hak.

− ¡Joder! Ahora como vuelvo a casa, otra vez en taxi.

Chang Hak se rió, Yunho acababa de convertirse en el humano más poderoso del planeta y seguía siendo el mismo capullo arrogante.