miércoles, 8 de marzo de 2017

When you were mine: Capítulo 5


Capítulo 5


Cuando Changmin me deja, nos estamos cogiendo la mano en el asiento delantero, la palma de mi mano suavemente apoyada sobre la suya.

— ¿Debería entrar? —pregunta.

Miro desde nuestras manos entrelazadas a la puerta de mi casa.

—No —le digo—. ¿Por qué no reservamos esta conversación? Solo por un tiempo—.No habría nada extraño en que Changmin entrara… Changmin y yo hemos salido un montón de veces, y siempre se acerca después… pero no estoy seguro de cuanto saben mis padres y de cuanto estoy dispuesto a decirles.

Él sonríe y apaga el motor, liberando mi mano y apoyándose en su asiento. Besa mi sien, luego encima de mi nariz y luego uno suave sobre mis labios.

—Está bien —dice— Dulces sueños, Jae —es el mismo “buenas noches” que me ha estado dando desde que éramos niños, pero esta vez hace que mi corazón golpeé en mi pecho.

—Dulces sueños —le susurro. Tropiezo fuera del coche y entro en mi casa, mareado por sus labios.

La puerta principal se abre en la cocina. Mis padres siempre están ahí, bebiendo té y leyendo el diario en sus batas de baño hasta la medianoche. Juro que si no fuera por el hecho de que está oscuro fuera, uno pensaría que ya es de día.

Hoy, en cambio, cuando entro no están ahí. En su lugar, están en la sala de estar con los padres de Changmin. Están hablando en voz tan alta que no me oyen entrar.

—No sé qué decir —dice la madre de Changmin. Ella está sentada en el brazo del sillón del padre de Changmin. Tiene los codos en las rodillas y está sosteniendo su cabeza entre sus manos. Mi madre está de pie, sosteniendo un vaso, igual que mi padre, lo que es extraño, porque ellos nunca beben. Ni siquiera les gusta beber vino cuando estamos cenando.

— ¿Has hablado con ellos? —pregunta el padre de Changmin.

Mi padre niega con la cabeza.

—Le dejé un mensaje en la oficina, pero nadie me ha devuelto la llamada —él mira a mi madre— Ni siquiera tengo el teléfono de su casa.

— ¿Por qué llamar? —Pide la madre de Changmin — ¿No es mejor dejar las cosas como están?

—Es un pueblo pequeño. Lo sabes. Correremos hacia ellos tarde o temprano —dice mi papá.

—Esto es una pesadilla —dice el padre de Changmin. Parece enojado, lo que es nuevo en él. Tiene cuatro hijos y rara vez levanta la voz.

Mi mamá toma un sorbo de su bebida.

— ¿Por qué vuelven ahora? —dice.

— ¿No es obvio? —dice la madre de Changmin. Todos la miran fijamente, con la espalda erguida—. Ellos quieren venganza.

Las tablas del suelo eligen ese momento para crujir bajo mis pies, y cuatro cabezas se giran a mirarme en la puerta.

—Jae —dice mi mamá. Se da la vuelta y le debe enviar algún tipo de mirada a papá, porque justo después él deja el vaso sobre la mesa y se me acerca.

—Siento el alboroto —dice él.

—Hola —saludo a la familia de Changmin.

La madre de Changmin sonríe débilmente y su padre se levanta.

—Hey chico. ¿Cómo estuvo la cena?

Mis mejillas se ruborizan.

—Bien —digo—. Comimos italiano—. Todo el mundo asiente con la cabeza.

—Suena delicioso —dice el padre de Changmin.

— ¿Todo bien? —pregunto. Preguntarles a tus padres si todo está bien es un poco como preguntar al profesor de matemáticas si de verdad hará un examen sorpresa. Ya sabes la respuesta.

— ¡Oh, sí! —Dice mi madre—. Solo política.

Mi padre sonríe para secundar lo que ella ha dicho.

—Bueno, me voy a dormir —digo—. Biologia por la mañana —. Les hecho una mirada de “Tipico”, pero nadie se da cuenta.

—Buenas noches, galletita —dice mi papa. La sala estalla en un coro de buenas noches y me alejo de ellos, perplejo y subo las escaleras. No quiero pensar en la familia de Karam o averiguar por qué los padres de Changmin están involucrados en todo lo que fue mal. Esta noche es yo y Changmin. Solo quiero dormirme recordando sus besos.

 

* * *

 

—Ya voy —grité.

Junsu estaba tocando el claxon fuera, y yo corría frenéticamente por la cocina, cogiendo una tostada y diciendo adiós a mis padres. Los dos parecían un poco agotados esta mañana, y estaban encorvados sobre sus tazas, bebiendo a pequeños sorbos.

—Ten un buen día —dijo mi madre entre un bostezo. Me planteé preguntarles por Karam, pero no tenía tiempo, luego. Salí corriendo, con la tostada entre los dientes.

—Hola, cosa bonita —dice Junsu —. ¿Te divertiste anoche?

Puse los ojos en blanco y subí al coche. Heechul iba detrás, lo cual es novedad. Desde que Heechul tiene su HEECHUL16 no hemos ido juntos a clase.

— ¿Qué está pasando? —pregunté.

—Quiero oír lo de tu cita —comenta Heechul—. Además, Junho tiene mi coche.

Junsu hacía un ruido de enfurruñamiento, pero Heechul no parecía darse cuenta. Él rodeaba nuestros asientos con los brazos y se inclinó tan adelante que podía oler su perfume de fresa. Heechul llevaba el mismo perfume desde que lo conozco. Una vez estábamos comprando y él fue a buscar más. Resulta que es un spray para la casa. Del tipo que se rocía en el sofá para cubrir el olor a perro mojado. Se lo dijimos a Heechul y lo encontramos graciosísimo, pero Heechul se negó a cambiarlo.

—Eso es como usar Clorox como jabón de manos —dijo Junsu.

—Me da igual —dijo Heechul —. Me gusta y voy a seguir usándolo.

Esa es una de las cosas que me encantan de Heechul. Si es feliz, no le importa lo que la gente piense. Todavía sigue llevando los pijamas que tenía en quinto grado. Son demasiado cortos y demasiado anchos de cintura y tienen dibujos de caballos, pero él dice que son suaves y le ayudan a dormir. Seguro que si Junho se quedase a dormir, él los llevaría igualmente.

—Entonces, ¿qué pasó? —Preguntó Heechul —. Detalles.

—Fuimos a cenar —miré hacia la casa de Changmin mientras saliamos del camino de entrada de la mía, pero íbamos demasiado rápido para que pueda ver algo bien.

—Aburriiiido — Junsu golpeó el volante con la mano como si estuviese contando—. Pasa a lo bueno.

—Bueno, nos besamos.

Heechul gimió, y Junsu empezó a dar bocinazos. Hacía como que perdía el control del coche y giró bruscamente a la derecha. Me tapé los oídos y me hundí en el asiento.

— ¿Pueden calmarse, por favor? Me van a dejar sordo.

Heechul siguió repitiendo “¡Oh, dios mío! ¡Oh, dios mío!” hasta que Junsu le dedicó una mirada por el retrovisor y entonces se calló.

— ¿Fue bueno? —preguntó Junsu.

—Seh – me sonrojé y me giré.

— ¿”Seh”? — Junsu se puso las gafas de sol en la cabeza y me miró como si nunca hubiese estado tan decepcionado en su vida.

—Es Changmin —dije.

—Lo sabemos —contestó Heechul —. Pero eso no responde a mi pregunta.

—Estuvo bien, ¿vale? — Apoyé las rodillas contra el salpicadero y mantuve la vista fija hacia adelante—, Fue increíble.

—Lo sabía —chilló Heechul.

—Obviamente —dijo Junsu —. Es decir, es Changmin. Estaba claro que iba a serlo.

—Me encanta esto —dijo Heechul.

—Sí —dije—. Lo sé, pero ahora estoy algo preocupado. —Por un millón de cosas. Por ejemplo, ¿quiere decir esto que estamos juntos? ¿Debería preguntarle? ¿Va a besarme esta mañana? ¿Se lo ha dicho a sus amigos?

—Está claro que le gustas —dijo Heechul —. ¿De qué hay que preocuparse?

—Es mi mejor amigo —sonó peor de lo que pretendía, e inmediatamente noté que Heechul se echaba hacia atrás y Junsu me miraba fijamente—. Ya saben lo que quiero decir —añadí—. Mi mejor amigo desde hace más tiempo.

—Los mejores romances surgen de la amistad —comentó Heechul.

—Está bien.

—Es verdad —dijo Junsu —. Quiero decir, míranos a Yoochun y a mí. No podemos soportarnos, y está claro que no somos amigos. Dios, Yoochun —golpeó la palma de su mano contra el volante.

— ¿No van bien las cosas esta mañana? —pregunté.

—No —dijo—, es que no le importa —asintió y las gafas de sol volvieron a ocupar su lugar en la cara.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Heechul. Apoyó los codos en la guantera que hay entre nuestros asientos y me dedica una gran sonrisa. Tenía un trocito de arándano en uno de sus dientes y se lo comenté.

—No lo sé —dice Junsu —. Tiene un humor tan cambiante…

—Créeme, lo sé —dijo Heechul. Me giré y lo miro mordazmente. Lo último que Junsu quería oír era una lista de quejas sobre lo mal novio que es su hermano.

—Lo siento —articuló con los labios, con el dedo aún en la boca.

—Tengo una idea — dijo Junsu, echando un vistazo por la ventana y girando a la derecha.

— ¿Cuál? —pregunto.

— ¿Por qué no vamos al Baile de Otoño juntos, nosotros tres?

— ¿Qué quieres decir? —preguntó Heechul. Tenía un poquito de saliva en la cara y se pasó el dorso de la mano por la boca.

—Quiero decir que por qué no vamos sin los chicos — Junsu se giró e hizo sonar el claxon. Algunos estudiantes de primero se apartaron. Es ilegal pitar en los terrenos del instituto. Pero no es que eso la detenga alguna vez.

—Yo quería ir con Junho —comentó Heechul haciendo sobresalir el labio inferior, pero Junsu no se giró—. Jae, ¿tú no quieres ir con Changmin?

—Sí, claro, pero no es como si él no fuese a estar allí. Además, vamos a tener que ir antes para prepararlo todo.

— ¿Qué? —preguntó Heechul. Sonando totalmente en shock.

— ¿SAC? ¿Hola? —dijo Junsu. Aparcó y apagó el motor, pero ninguno nos movimos. Junsu desabrochó el cinturón de seguridad y se giró—. Lo que digo es que tenemos que estar juntos. Porque hay una guerra ahí fuera, y los hombres están completamente locos.

— ¿Eso lo has leído en el libro? —preguntó Heechul. Parecía dudoso.

—No —dijo Junsu bruscamente—, lo digo en serio. Somos amigos, ¿no?

Heechul se encogió de hombros.

—Yo creo que es un gran plan —comenté. Estaba intentando acabar con la conversación porque acababa de ver a Changmin. Estaba en la zona norte con Junho. El coche de Heechul estaba aparcado al lado del suyo, con las tablas de surf apiladas arriba, y Junho se estaba sacando la camiseta por la cabeza. Parecía que se iba a unir a hacer surf con Changmin y Yoochun. Había algo en sus posturas que me hacía sentir segura. Como si todos fuésemos un grupo.

Estaba a punto de sugerir que lo habláramos después cuando Heechul  salió disparado del coche y atacó a Junho. Él lo cogió en brazos en un abrazo gigante, levantándolo del suelo. Recordaban a ese póster de la pareja besándose en París. Lo tenía en la pared desde hace tiempo, pero Junsu dijo que asustaría a los chicos y tuve que quitarlo. No es que ningún chico además de Changmin hubiera estado nunca en mi habitación. Y él lo vio como un millón de veces y no pareció importarle.

—Abominable —dijo Junsu mientras caminábamos hacia ellos y me rodeaba los hombros con su brazo—. Ve a decir hola. Changmin no muerde. A menos que tengas suerte —contoneó su cadera como si estuviese moviendo un hula-hoop y puse los ojos en blanco.

— ¿Lo dices en serio?

—Mucho —me lanzó un beso—. Te veo en español.

—Eh, Junsu —dijo Changmin. Le dedicó a Charlie una sonrisa torcida mientras me rodeaba la cintura con el brazo. No podía creer que me estuviera tocando así. En público.

—Eh, tú. Yo me voy de aquí antes de que mi hermano le coma la boca —Junsu miró la mano de Changmin en mi cintura y entonces a mí. Agradecí en silencio que lleve puestas las gafas de sol porque las expresiones faciales de Junsu no ocultan demasiado lo que está pensando.

—Chico listo — Changmin me acercó un poco más a él mientras Junsu desaparecía. —Eh —dijo él.

Su cara estaba a escasos centímetros de la mía, e imágenes de la noche anterior venían a mí como si fuesen petardos. Su cálida sudadera y mi cabeza en su pecho. Sus manos en mi cara. Sus labios en los míos. Hoy estaba monísimo con sus pantalones cortos de color caqui y la camiseta azul. Su pelo estaba todavía húmedo después de haber estado haciendo surf, y había algunas gotitas de agua en la parte de atrás de su camiseta.

— ¿Cómo has dormido? —preguntó.

Me acerqué un poco más a él y farfullé:

—Bien, ¿y tú?

—Sí, también.

Ahueccó su mano amoldándola a mi codo, y juntó aún más nuestros torsos. Su cara estaba justo sobre la mía y la estaba moviendo hacia abajo para que nuestros labios estuvieran sólo a un susurro de distancia. Cerré los ojos, preparándome para que me besara, pero justo entonces Heechul pasó pavoneándose. Changmin apartó inmediatamente su mano de mi cintura, y yo debí parecer decepcionado porque Heechul se muestró avergonzado.

—Siento interrumpir —dijo— pero Junho te necesita.

—Tu novio es imposible —dijo Changmin, pero sonrió. Esa es una de las cosas que me encantan de él. Nada le molesta durante mucho tiempo.

— ¡No lo es! —chilló Heechul, pero era obvio que estaba contento. Nunca había llamado a nadie su novio, y no corrigió a Changmin esta vez.

—Son adorables —dijo cuando se va—. En serio, perfectos.

No dije nada, pero yo también estaba contento. Las cosas iban bien. Todos estábamos en el lugar adecuado. Estar con Changmin era lo que siempre me había faltado, lo que hace que mi vida, no sé, tenga sentido.

— ¿Quién es? —pregunta Heechul.

— ¿Quién?

Ahí —dijo señalando un Mercedes SUV blanco que acaba de aparcar junto al coche de Junsu. Demasiado cerca. Todo el mundo sabe que Junsu se pone histérico si alguien se acerca más de un metro a su Big Red. Y ese Mercedes no pertenece a ningún estudiante de último curso de nuestro instituto. Heechul tiene el mejor coche del campus.

—Probablemente algún padre —dijo encogiendo los hombros, pero Heechul sacudió la cabeza. Había un chico saliendo de él.

Heechul y yo nos miramos. Heechul dió un paso hacia mí.

—Trasladado. —comentó.

—Obviamente.

Él cruzó los brazos. No parece demasiado feliz. El chico nuevo, sea quien sea, será la competencia.

— ¿Quedaban nuevos estudiantes por llegar? —pregunté. Pero antes de que yo mismo tenga tiempo de pensar en mi pregunta, me doy cuenta de quién es. El chico del periódico. Mi primo. Karam.

— ¿Qué estás haciendo? —escupió Heechul, pero me siguió hasta el coche donde Karam estaba ocupado cogiendo los libros.

—Hola —no soy parte del habitual comité de bienvenida, de eso suele encargarse Junsu. Bueno, más bien lo que hace es aterrorizar a los nuevos. Junsu no es exactamente de los que te dicen “bienvenido a nuestro círculo”. Pero Karam es mi primo. Sólo porque no hayamos sido amigos la última década no significa que no podamos empezar a serlo ahora. Es la única familia que tengo, además de mis padres.

—Hola —contestó. Aunque llevaba gafas de sol puestas me di cuenta de que me estaba mirando de arriba abajo. Lentamente, eso sí, como si no intentase ocultarlo.

Continué y se me escapó:

— ¿Sabes quién soy? —Sacudí la cabeza—. No en ese sentido. Quiero decir, somos primos. ¿Kim Jaejoong? — me golpeé en el pecho como si llevase una etiqueta con mi nombre.

—Sí, lo sé.

Me sentí aliviado, hasta que me di cuenta que él no va a decir nada más.

—Este es Heechul —por decir algo.

—Hola —dijo Heechul. Con un ojo puesto en mí y el otro en Karam. Intenté ver lo que él veía. Karam es guapo. No guapo como Junsu, pero es atractivo. Siempre lo fue.

—Creo que no te había visto por aquí desde que teníamos unos siete años — arrastré mi pie de atrás hacia adelante por el asfalto. De repente no quería mirarlo. Me preguntaba si recordaría el incidente del regalo.

— ¿Todavía vive Changmin aquí?

— ¿Qué? —contestó Heechul por mí.

Karam me miró.

—¿Shim Chamgmin? Seguro que te acuerdas de él. Era tu mejor amigo.

—Claro, sí. Todavía vive aquí —sentí los ojos de Heechul clavados en mí, pero no le daría más información. De todas formas, no sabía qué decir. ¿Qué Chagmin es mi novio ahora? ¿Es eso cierto acaso?

—Ha pasado mucho tiempo —dijo, pero no tengo claro si me habla a mí o se lo recuerda a sí mismo.

— ¿Así que se han mudado? —pregunté, evitando seguir con Changmin como tema de conversación.

Él asiente.

— ¿Te lo han dicho tus padres?

Yo niego con la cabeza.

—En realidad, no. Lo vi en el periódico.

Él sonríe ligeramente y hace sonar un chasquido cuando cierra su coche.

—Tiene sentido.

—Esto es un poco raro —dije—. Han pasado siglos.

—Sí —dijo, pero una vez más, eso es todo.

Cuando era pequeño, solía pensar en este momento una y otra vez. Si alguna vez él volvía, si alguna vez lo veía de nuevo, qué le diría. Lo perdonaría o me disculparía o lo abrazaría y le rogaría que jugase conmigo. Pero ahora tenemos diecisiete años, no siete, y no estoy seguro de cómo debería actuar. A Changmin se le dan mejor estas cosas. Puede hablar con cualquiera, de cualquier cosa. Su sonrisa es de esas que hace que la gente se ablande. Siempre acaban hablando.

— ¿Y dónde van a vivir ahora? —preguntó Heechul.

—En la misma casa de la playa —dijo—. Está bien.

—Guay — Heechul me miró como diciendo “buena suerte con eso” y se giró para volver con Junho—. ¡Encantado de conocerte! —gritó por encima del hombro.

Karam sonrió, pero con una sonrisa falsa. Y ni siquiera le saludó con la mano.

— ¿Necesitas ayuda para encontrar las clases o algo? Los jueves no tenemos reunión, así que vamos directamente a la primera clase.

—Necesito encontrar… —hurgó en su gigante bolso hasta sacar un trozo de papel—. Al señor Johnson —dijo.

—Probablemente esté en su despacho —dije—. Ven, te enseñaré el camino.

Empezamos a andar. Changmin, Junho y Heechul estaban bajando por debajo de nosotros, pero decidí no llamarlos.

— ¿Y cómo es que empiezas hoy?

—Ayer estábamos en Italia —dijo—. Mi padre no podía volver.

Italia. Claro. Recuerdo cuando hacíamos pizzas en casa de Changmin los tres juntos. Supongo que la vida es bastante diferente ahora.

—Suena divertido.

—Supongo —dijo rotundamente.

— ¿Y qué los trae de vuelta?

—Mi madre quería un cambio. —se colocó bien el bolso.

—Apuesto a que sí.

— ¿Has vivido allí?

—Oh, no. Pero, ya sabes, lo entiendo. —Por supuesto que nunca había vivido allí. La hubiese llamado. Hubiésemos sido amigos, ¿o no?

Me dedicó una mirada que interpreté como que no lo entendía. Por suerte, estamos en el despacho del señor Johnson. Así que por ahora se acabó compartir tiempo con Karam.

—Esta es tu parada. Debería estar ahí —señalé a la izquierda, pasado el hall.

—Gracias.

—Normalmente almorzamos en el patio de fuera, por si quieres venir con nosotros. Y supongo que nuestras familias quedarán, así que ya te veré.

La silueta de Changmin y mis padres en nuestra sala de estar la noche anterior volvió a mi memoria. Algo me decía que ellos no estarían tan dispuestos a retomar la amistad como yo. Porque yo sí que lo estaba. Volver a verlo me hacía pensar en lo cercanas que éramos, y lo mucho que la echaba de menos, incluso después de todos esos años. Quizás una vez que él se instalara, bajaría la guardia.

—Seguro —dijo Karam. Sonreí y el gesto parecía genuino, o al menos lo más genuino hasta ahora. Miré mi reloj y ya llegaba un minuto tarde a español. Junsu me iba a matar. Abrí la boca para decir adiós, pero sólo encontré la puerta delante de mí. Él ya se había ido.

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