Capítulo 6
Yunho lo observó mientras él cabalgaba sobre
una mula a su lado, tan altivo y orgulloso como cualquier rey montado un pura
sangre. Y tan bonito. Su perfil le cortó
la respiración, y una vez más Yunho agradeció su suerte.
Pues era raro, muy raro, que
un hombre quisiera al hombre que
estaba destinado a ser su esposo. La noche anterior, después de haber
acompañado a Karam a la tienda, él había estado despierto e insomne. Incluso
habiendo aliviado su lujuria con la campesina, se sentía caliente y
excitado nuevamente. Nunca debería
haberlo tocado como había hecho, pero no había
podido refrenarse más de lo que
podía frenar una tormenta de verano. ¡Qué suerte!
Era de mañana temprano, y el pálido sol todavía
no eliminaba el frío de la noche. El
terreno era montañoso y rocoso, bueno para la cría de ovejas, lo que no era una novedad para Yunho.
No pudo evitar volver a mirar a Karam, de la
misma manera que no podía evitar los movimientos del sol. Karam no
lo miró, ni una vez en la última
hora. Eso lo enojaba. Yunho sabía que él
no era indiferente a él. Pero Karam
fingía eso. Él era un hombre de armas, no un poeta, ni un sacerdote, la conversación cortés no venía
fácilmente a sus labios. Pero Yunho estaba resuelto a intentarlo.
—'Todavía hace fresco. ¿Estás suficientemente
abrigado?— Karam cautelosamente le lanzó
una mirada.
—Sí. — vaciló. —Gracias. — Inmediatamente Yunho fue consciente, que él se negaba a tratarlo
correctamente. Ningún hombre se atrevería a mostrarle semejante falta de
respeto omitiendo llamarlo.
—Mi lord. — Pero él se atrevía. La noche
anterior, debido a las circunstancias, Yunho lo había dejado pasar. Hoy era
algo increíble e insostenible. Hoy no podía permitirle eso. Sus ojos lo
marcaron con fuerza. —Dilo, Karam. — él lo miró.
— ¿Decir qué?
—No te hagas el idiota confundido conmigo, —
él ordenó. —Dilo: mi lord. — él se puso rígido.
—Tú no eres mi lord. — Yunho
no podía creer lo que oía. Sus manos, en sus riendas, se pusieron muy
blancas. ¿Él lo estaba desafiando?
¿Abiertamente? ¿Él, su prometido? Yunho no sabía cuál de todos esos hechos lo
hacía peor!
Él giró su mirada furiosa hacia él, a punto de
parar la columna que avanzaba. Yunho vio
sus ojos, grandes y oscuros,
vio el miedo allí. Se le cruzó
por la mente avanzar suavemente, él
quien sólo sabía como esgrimir una espada. Y entonces una lluvia de flechas descendieron de los árboles.
—Emboscada!— Yunho rugió, girando su enorme
caballo para colocarse entre Jaejoong y la lluvia de
flechas. Una piedra golpeó contra su yelmo. De reojo que vio al perpetrador, y él estaba revoleando su hacha, parado sobre
los estribos. El sajón en el árbol encontró su mirada, vio su intención fatal,
y abrió su boca para gritar. El arma de Yunho lo alcanzó en el tórax,
partiéndolo y volteándolo del árbol. Yunho vio otro arquero, con la flecha preparada y el arco en tensión. Al mismo tiempo se dio cuenta que el
muchacho estaba justo detrás él, con su
mula asustada apretada contra su rodilla derecha.
—No te
alejes de mí, — él rugió sin quitar su
mirada de los sajones. Él lanzó su hacha cuando el sajón lanzaba la saeta. La flecha erró su
objetivo, pero Yunho no lo hizo.
Yunho había sido un soldado toda su
vida; había vivido mil batallas. Con una
mirada rápida vio el combate a su alrededor, percibió que sus hombres estaban en control, supo que
habían cinco sajones muertos o agonizantes, supo que casi equipaban al
número de hombre que estaban huyendo, y
algunos otros todavía en el proceso de ser derrotados. Él agarró
la rienda de la mula. El instinto
lo hizo girar para ver un enorme sajón con su espada de hoja
larga cargando a pie en dirección a él. Con un grito de guerra, Yunho levantó
su propia espada, como estaba más alto que el hombre y era más rápido, Yunho le asestó un golpe que lo
decapitó.
La batalla había terminado. El claro del bosque
estaba completamente quieto, excepto por los jadeos de los caballos y
sus propios hombres. Yunho inmediatamente notó que siete sajones yacían muertos y que todos sus hombres permanecían
sobre sus caballos. Él todavía estaba
sujetando la rienda de la mula, y
escudriñando el área una vez más,
giró hacia el hombre a su lado.
—Se
terminó, — él dijo secamente. —Estás
bien?
Sus
ojos bonitos estaban muy abiertos y muy
asustados. Él estaba jadeando, su mano en su regazo. Yunho apretó su
mandíbula, furiosa ahora. Él estaba enfurecido porque él había estado en medio
de ese ataque. Sus exploradores no le
habían advertido que ningún peligro los esperaba más adelante.
—Karam...
Con un grito,
él desmontó y se inclinó contra un árbol, intentando no vomitar. Yunho se
vio invadido por el deseo para ir con él
y de alguna manera ayudarlo, aunque no tenía la menor idea de lo que debería hacer,
y se sentía avergonzado por su propio deseo. Aforadamente, Changmin se acercó
cabalgando.
—Dos heridos, mi lord, pero no
están mal.
—Prisioneros?
—Ningunos.
—Cuántos escaparon?
—Seis, creo, mi lord.
—Envíame a Charles.
— Su tono era ominoso.
Yunho se dio vuelta hacia Karam, quien se
había enderezado y lo estaba enfrentando, pálido y agitaba, visiblemente
incómodo. Yunho bajó al suelo, limpió su espada en el pasto, y la envainó. Él caminó hacia
él. Allí vaciló.
—Ven, no nos demoramos aquí.
Jaejoong retrocedió. Parpadearon sus
lágrimas.
— No tienes ningún remordimiento?
Yunho lo miró fijamente.
Jaejoong sabía lo que había presenciado. Jaejoong
lo había visto, sacrificar rápida y eficazmente
a tres hombres. En su mente también sabía que él había sido atacado, que él había
luchado para defenderse a sí mismo, a sus
hombres, y a ella, aunque se negaba escuchar a esa voz de la razón. Él
era el invasor, el enemigo.
—Mataste a
tres hombres— Jaejoong susurró. —
no tienes ningún remordimiento?
—Ninguno, — Yunho dijo. —Porque si yo tuviese remordimientos, Karam, vos ahora estarías
llevando una flecha en tu bello pecho. — Yunho giró abruptamente alejándose.
—Es verdad, pero... — Jaejoong lo persiguió,
agarrando su manga. —Ellos eran gente de
mi pueblo mataste a mi gente. — Jaejoong sintió las lágrimas, y quería llorar,
llorar por los muertos, los siervos y
los campesinos que él conocía,
llorar la pérdida y su odio por la
guerra.
Yunho lo miró
pero no dijo nada.
Changmin se aproximó con otro soldado. Charles
tenía el rostro muy pálido y los ojos muy
ansiosos. Él cayó sobre una
rodilla, su cabeza, curvada.
—Fallaste en tu deber, — Yunho dijo.
—Fallaste en la tarea que te di, fuimos emboscados. Afortunadamente, sólo dos
de mis hombres sufrieron heridas.
Levántate. — Charles se puso de pie.
Yunho lo miró fijamente y vio que sus
ojos estaban rojos. Él le lanzó un vistazo a Changmin buscando confirmación. Changmin asintió. Yunho fue
apretado.
— Estuviste de juerga anoche, cierto? Tu codicia de mujeres
y vino te hicieron débil, no eres apropiado para ser uno de mis soldados. Toma tu espada y vete. Ya no estás a mi servicio.
—Pero..., Lord Yunho! Lo he seguido. Le he sido fiel, siempre fiel...
—Ningún hombre falla en su deber para
conmigo, ni una vez, nunca. Vete, no me
importa a donde. — Yunho se dio vuelta y el asunto quedó concluido.
Jaejoong observó, perplejo y horrorizado.
Charles cayó desplomado luego orgullosamente se dio vuelta. Cómo él podía ser
tan cruel, con su propio hombre? Verdaderamente Yunho no era humano. Jaejoong
giró y lo halló mirándolo inexpresivamente.
— No puedes mostrar algo de clemencia?— Jaejoong preguntó, incapaz de contenerse. Estaba
demasiado sorprendido para sentirse asustado de su propia audacia.
Jaejoong observó un espasmo en el músculo de su mejilla.
—Vos me cuestionas?
Jaejoong humedeció sus labios pero
permaneció donde estaba. Qué estaba haciendo? Él nunca habría
cuestionado a su padre o a sus hermanos, pero estaba cuestionado al normando!
—Él es tu hombre, normando.
—Me
estás desafiando abiertamente, cuestionándome, desaprobándome?
Jaejoong mordió su labio, jadeando levemente,
y logró no vacilar cuando Yunho dio otro
paso hacia él.
—Jaejoong, — Yunho dijo furioso. —Un soldado es sólo un soldado. Y
vos, sólo eres un hombre. — Él hizo una pausa para causar un efecto.
Era un bastardo! Jaejoong sintió miedo y
supo que debía capitular.
—Por lo menos, — Jaejoong dijo, y había un temblor muy leve en su voz, — no
soy normando. — Un cerdo normando, él quiso agregar, pero sabiamente se refrenó.
Su voz era baja y dura.
—Es verdad. Soy un normando, vos un,
sajón. Y... — su voz se elevó —porque vas a ser mi esposo, te
explicaré algo. Apenas logramos escapar de esta emboscada, zafamos sólo
porque mis hombres son los mejores del mundo.
Mis hombres saben lo que se espera de ellos, y no me fallan. Nunca. Si llegan a fallar, ellos no son los mejores. Y cuando
ellos no son los mejores, yo dejo de ser el
mejor hombre del rey Siwon. Si yo le falló a mi rey, me fallo mí mismo. Y yo soy Jung Yunho.
Jaejoong lo miró ardiendo de
rabia.
—Entiendes?—
—Sí.
— No soy un ogro, — él dijo, y su
mirada fue penetrante.
Jaejoong se enrojeció.
—Ahora a montar, — Yunho dijo rígidamente.
Aelfgar.
Yunho estaba sentado muy quieto. Debajo de él,
su enorme caballo gris se movía inquietamente. La sangre estaba latía en
los oídos de Yunho. Por
primera vez en ese día, él no estaba
consciente del bello hombre que cabalgaba a su lado. Sólo estaba
consciente de una cosa.
Aelfgar.
Aelfgar propiamente dicha era un vasto feudo,
y ellos habían estado cruzando sus
tierras toda la mañana. Pero ahora, estaban en el corazón de
la propiedad. Ellos hicieron en la pausa
en una loma. Debajo de ellos corría un río ancho, un estuario del mar, y cobijado en el terreno montañoso
estaba la aldea y el castillo.
Verdaderamente no era impresionante, pero a Yunho
no le importaba. La aldea se componía de una docena de cabañas, un molino, un
campo de cultivo, huertas, y jardines donde se cultivaban vegetales. Las ovejas estaban en las colinas.
La aldea estaba situada a un nivel
ligeramente más bajo que el castillo, que, comparado con una fortaleza
normando, no era nada más que una construcción de madera rectangular con
un tejado de madera, exhibiendo ventanas en el piso
superior, ahora abiertas para permitir el ingreso de la brisa de verano. No
había ninguna empalizada. Pero Yunho veía
más, mucho más.
Veía una fortaleza de piedra de tres pisos,
sobre lo alto de una loma, con un foso rodeándola. Muros altos, bien defendidos. Más allá, otra
línea de defensa, y en el medio las casas
donde sus hombres y sus esposas vivirían. Luego, más allá del segundo
muro, finalmente, la aldea.
Yunho sonrió. La construcción comenzaría inmediatamente.
Y con su ojo experto, él tomó decisiones
respecto a donde colocaría cada estructura, satisfecho con la disposición natural de las
tierras. Cuando hubiese acabado, Aelfgar
sería mucho más defendible.
Era el modo de los Normandos de invadir y
anular a los sajones, destruir sus casas, y erigir fortalezas al estilo normando, con
foso y muros. Cuando el tiempo lo permitía, las fortificaciones de
madera eran remplazadas por muros de
piedra. Yunho en persona había supervisado ese proceso una docena de
veces desde que había llegado cuatro años atrás; y estaba seguro que él vería eso una
docena de veces más antes de morir.
Yunho persuadió a su garañón a avanzar.
Terminando con su devaneo mental, giró para sonreírle a su prometido.
—Estamos en casa, — Yunho dijo alegremente.
—Esta nunca será tu casa, — Jaejoong respondió fríamente.
Su mirada
estaba cargada de advertencias. Yunho desvió su mirada. Ni siquiera el desafío de Jaejoong
podía malograr su placer y su determinación.
Ellos entraron en la aldea. Yunho frenó su
caballo, el grupo se detuvo. Los aldeanos
hicieron una pausa en sus trabajos en los campos y jardines, las criaturas,
curiosas, se acercaron al camino donde ellos estaban.
—Despierta a todos, Changmin, — Yunho dijo
con calma.
—No!— Jaejoong gritó, recordando que esas
habían sido sus palabras exactas el día anterior al arrasar a la villa.
Yunho no lo miró.
—No puedes. —
Jaejoong agarró su manga. —Por favor, mi lord! —
Los hombres volvieron de los campos, las
mujeres entraron a sus casas, arrastrando a las criaturas. Yunho estaba
complacido. Ellos estaban bien alimentados y saludables. Ignorando a Jaejoong,
él giró hacia Changmin.
—Quiero
un censo preciso para esta tarde.
Listado de personas por familia. Todos
los nombres hasta del bebé más pequeño.
—Sí, mi lord.
—Y posesiones, animales y cultivos. —
Changmin sacudió la cabeza.
— Así será
hecho.
—Bien. — Yunho sonrió, luego se paró sobre
sus estribos. —Ustedes, oigan, — él
dijo, levantando la voz. — En nombre del
rey Siwon, tienen delante de ustedes su nuevo lord, el lord de Aelfgar, Jung
Yunho.
Un gemido colectivo se oyó.
—No!— Jaejoong gritó. —No es verdad!
Yunho se dio vuelta lanzándole una mirada
dura.
—Mantén la boca cerrada, — él advirtió.
—Cómo
puede ser?— Jaejoong gritó histéricamente. —Ellos están muertos? Yoochun
y Hyun Joong están muertos?
—Tus hermanos están vivos, — Yunho dijo fríamente. —Aelfgar es mío,
de la misma manera que vos eres mío. Sus hermanos son traidores, enemigos de la
corona. Sus tierras han sido confiscadas, y ellos tendrán suerte si conservan
sus vidas.
Expropiados. Jaejoong pensó que podría
desmayarse. Yoochun y Hyun Joong habían sido
expropiados, y ese hombre, ese normando era el nuevo lord
de Aelfgar. Él quería llorar.
Quería matar.
—Soy tu lord y tu amo, Karam — Yunho dijo. — Y cuanto
más antes te acostumbres
a eso, mejor será.
—Vos nunca serás mi lord y mi amo, nunca!
—Estoy cansado de tus tonterías. — Él se
dirigió a la multitud nuevamente. —Como pueden ver, tengo a Karam conmigo
él es mi prometido. No hay nada que puedan
hacer para prevenir lo que ya fue hecho. La traición hacia su nuevo lord
será castigada con azotes, incluso con el ahorcamiento, no habrá clemencia. —
Yunho le hizo señas a sus hombres, y ellos
avanzaron.
Los aldeanos murmuraron abiertamente, conmocionados a pesar de todos
esos años en guerra.
—Karam?— Alguien dijo. — Es Jaejoong!—
Y su nombre fue repetido por otros aldeanos.
Yunho por supuesto lo oyó.
—Quién es ese Jaejoong del que ellos
están hablando?
La rabia de Jaejoong desapareció siendo
remplazada por pánico.
—No lo
sé!
Yunho lo miró fijamente.
Ellos llegaron a la fortaleza, cincuenta de
los hombres más feroces de Siwon, con caballos preparados para la guerra. Las
cotas de malla de los caballeros, sus escudos, y sus espadas brillaban cegando
los ojos de todos. Jaejoong estaba seguro que la media docena de soldados dejados por sus hermanos no resistirían el
impacto de las fuerzas normandas. Ellos fueron
saludados en la fortaleza por
Athelstan, el hombre dejado a cargo de
los seis soldados por Yoochun. Con él estaban los otros cinco.
Yunho colocó
su caballo al frente de la
columna, luego frenó el animal. Su capa negra, forrada en tela color roja, volaba sobre sus hombros anchos.
—Bajen sus
armas, sajones. Soy el Lord de
Aelfgar, Jung Yunho, su nuevo amo y señor. Pues levantar un arco y una flecha
contra mí sólo significará morir.
Especialmente porque tengo conmigo a mi
prometido, y ningún hombre levanta sus
armas contra Karam.
Jaejoong sintió náuseas.
— Lo sé, — Athelstan dijo severamente. — Yunho el
Implacable. Tu nombre está inscripto
en las alas del halcón de tu
estandarte. Pero si piensas
que puedes tomar el patrimonio de Lord Yoochun, estás
equivocado.
— El Tiempo lo dirá. Por el momento, sólo estoy tomando esto de ustedes.
—Ya
hemos nuestras armas. — Athelstan indicó el suelo a sus pies, donde estaban sus los arcos y los escudos. —Pero cuando Yoochun
y Hyun Joong vuelvan, deberemos levantar
usar nuestras nuevamente.
—Es
una advertencia honesta, — Yunho dijo y sonrió. —Creo que eres
un hombre honrado, y eso me gusta.
—Soy
honrado y honesto, entonces escúchame
con atención y con cuidado. Qué es esa
tontería? Karam? Ese no es Karam.
La
sonrisa de Yunho desapareció.
—No bromees.
— Eso
no es ningún misterio. Ese
ciertamente no es Karam.
Yunho giró su cabeza, furioso, con los ojos
ardientes.
—Entonces,
quién eres?— Yunho exigió.
Jaejoong apenas podía encontrar las palabras.
—No
soy tu prometido.
Sus miradas se encontraron, la suya fuerte y enfurecida, la de Jaejoong asustada.
Desde
atrás de Athelstan, un hombre menudo,
de cabello oscuro avanzó.
—Yo soy Karam.
Yunho miró
desconcertadamente a su prometido.
Yunho se recuperó.
—Eres el hijo del viejo Lord? El hermano de Yoochun?
Karam, delicado y esbelto, sacudió la cabeza
asintiendo, sus enormes ojos oscuros se mostraban cautelosos.
—Y vos eres nuestro nuevo Lord?
—Sí, — Yunho confirmó rígidamente, y Jaejoong realmente podía
sentir que su furia era asesina. —Quién, si
puedo preguntar, es este hombre?
Karam le sonrió.
—Oh, él? Nadie, mi lord, sólo uno de los hijos
de una criada.
Jaejoong se enrojeció.
—Papá amaba a Annie y sabes eso.
Karam se rió.
—Amor? Vamos, Jaejoong, ya hemos
discutido eso antes.
Fue a mi madre a quien él amaba, no esa prostituta que se
levantaba las faldas para todos hombres de la aldea!
Karam nunca
había hablado de ese modo antes, aunque en
privado él siempre había
insistido en que Annie era una
prostituta y que su madre , Jane había sido
el amor de su padre. Jaejoong estaba furioso.
—Cómo te atreves!
— Es
la verdad. — Karam giró hacia Yunho.
—Mi lord, debes estar cansado. Ven.
Déjame ofrecerte un baño.
Yunho se dio vuelta para
mirar a Jaejoong, hubo un espasmo en un músculo de su mandíbula.
—Entonces
eres el bastardo del viejo
Aelfgar?
Jaejoong levantó su mentón.
—Sí.
—Me ocuparé de vos más tarde, — Yunho le advirtió.
El
pecho de Jaejoong subía y caía
pesadamente y luchaba por contener
las lágrimas. Observó a Yunho desmontar, vio la sonrisa de Karam
y lo vio poner su mano blanca y delicada sobre
su brazo.
—No pierdas el tiempo con él, mi lord, — Karam dijo. —Cómo dijiste, él sólo es uno de los muchos
bastardos, nada de mucha importancia. Dime, es verdad? Vamos a
casarnos?— Su tono era alegre y ansioso.
—Sí.
Ellos entraron tomados del brazo, Jaejoong
incapaz de desviar la mirada, y perplejo con el entusiasmo de Karam. Cuando ellos
desaparecieron de su vista, Jaejoong oyó a su hermano reír encantadoramente,
seductoramente. Su mano encontró el cuello de la mula, y él comenzó a
palmearlo.
—Lo
siento mucho, Jaejoong, — Athelstan dijo.
—Ocúpate de
estos hombres, — Jaejoong dijo en
voz alta. —Ellos necesitan algo
fresco. Sus caballos necesitan ser alimentados, y el color pardo perdió una
herradura.
—Sí, amo.
Jaejoong se bajó de la mula y
sólo entonces las lágrimas
comenzaron a rodar por su rostro. Pero él no dejaría que nadie lo
viese. De la misma manera en que nunca había dejado
que nadie la viese su dolor y su decepción, no cuando los extraños lo
evitaban, ni cuando su padre había fracasado en encontrarle un marido.
Particularmente esa vez él se había escondido, pues no había a razón para mostrarse herido o decepcionado.
Me encantooo el capítulo ❤
ResponderEliminarKaram es un imbecil!
Ni volviendo a nacer sera tan inteligente y hermoso como jaejoong.
Me pregunto que hará yunho con jaejoong ?
Estare esperando el sgt capítulo ❤
que se ria y disfrute su momento a lo grande ese karam pues es todo lo que tendrá de Yunho lo dudo que se case con ese pues ya su corazón le pertenece a Jae y después de haberlo tenido por un tiempo y compartido con el no creo que lo pueda olvidar y quedarse con esa copia barata y ser feliz pues con ese solo encontrara infelicidad y Jae no sufras pues Yunho regresara a ti ya que entienda lo mucho que te necesita a su lado
ResponderEliminarGracias
Karam siempre tan maldito envidioso y celoso de Jae , pues nunca le llegará ni a lid talones por más que se esfuerce. Que le hará Yunho a Jae ahora que se vean.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞