Capítulo 6
17 DE AGOSTO, 2012.
—A quién madruga Dios
le ayuda…
Yunho abrió los ojos
al escuchar el conocido refrán y una sonrisa complacida se dibujó en sus
labios. Jaejoong había vuelto. Era él, estaba seguro aunque no podía verlo
debido a la oscuridad reinante. Era su voz. Y le gustaba escucharla. Aferró la
sábana con ambas manos, dispuesto a luchar por ella si Jaejoong intentaba
quitársela de nuevo, y se sentó en la cama con la espalda recostada contra el
cabecero. Un instante después la luz del sol se coló en el dormitorio y pudo
verlo por fin. Estaba asomada a la ventana, con el negro cabello rozándole sobre
sus hombros. Y por supuesto, estaba descalzo. Lo observó a placer mientras Jaejoong
parloteaba sobre el hermoso día que hacía y la mejor manera de disfrutarlo.
Apenas prestó atención a sus palabras hasta que vio que se giraba para
dirigirse hacia él. En ese momento obligó a sus labios a dejar de sonreír y
compuso su mejor cara de estoy-enfurruñado-porque-me-has-despertado.<!--more-- >
—¿Qué te parece el
plan? —le preguntó Jaejoong sentándose en el borde de la cama.
—¿Qué plan? —Lo miró
desorientado. ¿Tenían un plan? ¿Para hacer qué?
—No has escuchado nada
de lo que he dicho.
—Eso es porque no me
interesa nada de lo que puedas decirme.
—Es una lástima que un
hombre joven como tú sea tan vago…
—¡No soy un vago! —Y
solo para que quedara claro que no lo era le refirió orgulloso todo lo que
había hecho el día anterior—. Arreglé la persiana, ayudé a bisa a colocar su
armario, recogí mi habitación y le eché una mano a papá con el fregadero
atascado. No soy un vago.
—Vaya, sí que
trabajaste mucho —comentó Jaejoong con ironía—. Levántate de la cama y ponte en
marcha, no querrás que se te eche el tiempo encima.
—No tengo nada que
hacer —replicó Yunho desafiante.
—Seguro que sí.
—Seguro que no.
—¿Por qué no lo
averiguas? Pregúntale a tu madre o a Beom Soo si puedes ayudarles en algo.
—No pienso despertarlos
para preguntarles esa tontería —rechazó enfurruñado.
—Son las nueve de la
mañana —siseó Jaejoong cerniéndose sobre Yunho —. El único que no está todavía
despierto en esta casa eres tú… ¡Vago!
—¡No soy un vago! —gritó
herido en su amor propio»
Se levantó de un salto
sin preocuparse por sus cicatrices ya que la noche anterior, previendo —y
deseando— que Jaejoong apareciera por la mañana, se había puesto los pantalones
de la pijama para dormir. Abrió la puerta del dormitorio como una exhalación
esperando encontrarse la casa en silencio, y lo que se encontró fue a su madre
barriendo el comedor y a su bisabuelo fregando los platos sucios. Los observó
asombrado e inmóvil en mitad del pasillo. ¿Qué hacían despiertos a esas horas?
—Vamos, pregúntales si
puedes ayudarles en algo… vago —susurró Jaejoong en su oído.
Yunho apretó mucho los
labios para contener el exabrupto que estaba a punto de escapar de ellos y giró
la cabeza para asesinarlo con la mirada.
Jaejoong ya no estaba
allí. O sí, pero no podía verlo.
—Mamá, Bisa… —se
detuvo cuando ellos levantaron, la mirada de lo que estaban haciendo y le
observaron como si le hubieran salido tres cabezas.
«No te detengas ahora»
le instó Jaejoong.
—Hay… ¿Hay algo que
tenga que hacer hoy? Arreglar algo roto, por ejemplo.
—No cariño, ya
trabajaste mucho ayer —le alabó su madre.
Yunho sonrió ufano al
escucharla.
—Ves, no tengo nada
que hacer —susurró en voz muy baja, solo para Jaejoong.
—Podría hacer la
compra… —dijo Beom Soo en ese momento.
—Por supuesto que no
—rechazó la madre de Yunho con rotundidad, mirando a Beom Soo como si se
hubiera vuelto loco —. No sabe dónde tiene que comprar.
—Le daremos una lista
con la compra y los sitios donde hacerla — rebatió Beom Soo.
—Tendrá que andar
mucho, y además habrá de hacerlo cargado con el carrito. No está en condiciones
de darse esa paliza…
Y mientras discutían
sobre si podía o no podía, Yunho miraba pasmado a los dos. ¿Desde cuándo su
madre le consideraba un inútil?
«Pobrecito, no tienes
fuerzas para cargar con un carrito. Y eres tan tonto que no sabes dónde tienes
que ir a comprar… No solo eres un vago, también eres un inepto» escuchó la
burlona voz de Jaejoong junto a él.
—¡Basta! ¡Cállense los
tres! —gritó enfadado.
—¿Los tres? —inquirió su
madre mirando a su alrededor buscando al tercero en discordia.
—Hazme la puñetera
lista, mamá —exigió enfadado. La mujer hizo intención de decir algo, pero Yunho
se lo impidió—. Te aseguro que estoy lo suficientemente capacitado para ir de
compras… ¡Y para muchas cosas más! ¡No soy un vago, y tampoco un inútil!
Y dicho esto dio media
vuelta y se encerró en el cuarto de baño. Cuando salió, duchado y afeitado, una
enorme lista le estaba esperando sobre la mesa de la cocina. Desayunó sin ganas
mientras la leía una y otra vez, ¡era interminable! Tendría que pasar toda la
mañana andando de un lado a otro para hacer toda la compra… Y hacía más de un
año que no caminaba por la calle solo, siempre le acompañaba bisa Beom Soo.
Estaría solo en la calle, entre toda la gente que le miraría horrorizada la
cara… y se reiría de sus cicatrices.
—Si te esperas un
poco, me visto y te acompaño — murmuró su madre revolviéndole el pelo.
Yunho suspiró aliviado
a la vez que esbozaba una agradecida sonrisa.
«Pobre niño pequeño
que tiene que ir de la mano de mamá para no hacerse pipi de miedo» escuchó la
voz de Jaejoong.
—¡No necesito que
nadie me acompañe! —exclamó saltando de la silla —. Lo siento, mamá, no quería
gritarte. Es solo que… —Se detuvo al no saber cómo explicarle que estaba
enfadado con su novio onírico—. Me voy, regresaré pronto.
Abandonó la casa con
el carrito y la lista en la mano, decidido a realizar tan sencilla tarea. Era
perfectamente capaz de hacer la compra. Seguro.
Todos los días subía y
bajaba las escaleras de las nueve plantas tres veces para mantenerse en forma,
en comparación con eso darse un paseo no supondría ningún esfuerzo. Solo tenía
que ir a la calle, seguir las indicaciones de la puñetera lista y regresar a
casa. Nada más. Salió del portal y se quedó inmóvil en mitad de la acera. La
calle estaba llena de personas. Personas que caminaban hacia él, que le
esquivaban, que le miraban la cara intrigados por sus cicatrices… estaba
rodeado por ellas. Y bisa Beom Soo no estaba a su lado, entreteniéndole con su
charla, logrando que se olvidara de lo que le rodeaba.
Dio un paso atrás. A
su bisabuelo le encantaba pasear, seguro que si se lo proponía le acompañaría,
y si no les daba tiempo a comprar todo no pasaba nada, así tendrían algo que
hacer al día siguiente.
—¿Tienes miedo de
quemarte la nariz? —le preguntó Jaejoong en ese momento, tomándole de la mano—.
No te preocupes, le diré a Simba que afloje un poco los rayos de sol mientras
paseamos.
Yunho tragó saliva y
lo miró agradecido… y embelesado. Estaba ahí, a su lado, dándole la mano. Era
precioso. Y también desquiciante. Y le encantaba.
—¿Simba? —lo miró
entornando los ojos—. Ah, sí. Tu hermano pequeño, el que según bisa Beom Soo
maneja a su antojo los rayos de sol… Tienes una extraña familia.
—No lo sabes tú bien.
1 DE SEPTIEMBRE, 2012.
Abrió apenas los ojos
para averiguar la hora que marcaba el despertador. Las siete de la mañana, Jaejoong
no tardaría en hacer su aparición.
Se movió hasta quedar
tumbado de espaldas sobre la cama y sonrió entusiasmado mientras se peinaba el
pelo con los dedos. Tras pensárselo un segundo recolocó la sábana para que le
quedara a la altura de las caderas; la primera vez que Jaejoong había estado en
su habitación le había dicho que le gustaba mirarle, y las miradas que le dedicaba
cada mañana al despertarle, unidas a su afán por quitarle la sábana daban fe de
su sinceridad… Y pensaba aprovecharse vilmente. Una sonrisita diabólica iluminó
su semblante al imaginar la reacción de su amigo cuando viera la sorpresita que
tenía preparada esa mañana. Se iba a quedar mudo de la impresión. Por una vez
en su vida Jaejoong sería el sorprendido en lugar de él. Iba a ser algo digno
de ver.
Miró hacía la ventana
impaciente, ojalá no tardará mucho en llegar. Se removió inquieto mientras
pensaba en el radical giro que había dado su vida en menos un mes. No era solo
que Jaejoong le despertara cada día al rayar el alba, si no todas las demás
cosas que le había retado a hacer. Cosas que él no quería hacer y que había
hecho… o bueno, en realidad, cuando se acostumbró a volver a tener una vida
activa sí quería hacer esas cosas, pero era tan divertido discutir con Jaejoong
que no podía evitar negarse para que tuviera que convencerle con sus malas
artes. Una risita divertida escapó de sus labios. A veces, cuando discutían y le
azuzaba, deseaba estrangularlo… casi con la misma intensidad que quería besarlo.
¿A qué sabrán sus labios?
¿Sería su piel tan
suave como su cabello? Le gustaba revolver —y acariciar — su pelo cuando
bromeaban, casi tanto como tomada de la mano cuando paseaban. Y deseaba más
allá de toda razón besarlo…
Sintió más que escuchó
su presencia en la habitación y se apresuró a cerrar los ojos y hacerse el
dormido.
—Arriba holgazán
—susurró Jaejoong subiendo las persianas. Yunho abrió los ojos lentamente y,
conteniendo la sonrisa que pugnaba por abandonar sus labios, emitió un sonoro y
fingido gruñido.
—Aún es temprano,
déjame dormir—protestó tapándose la cara con el antebrazo.
—¿Ya estamos como
siempre? —bufó Jaejoong dando un tirón a la sábana—. Oh, vaya —exclamó cuando
la tela tocó el suelo mostrando a Yunho en todo su desnudo esplendor.
—Te he dicho mil veces
que no me quites la sábana —comentó Yunho divertido al comprobar que Jaejoong había
abierto los ojos como platos. Aunque al instante siguiente carraspeó incómodo
al ver que Jaejoong no apartaba la vista de su entrepierna—. Te advertí de que
podías llevarte una sorpresa desagradable… —argumentó, tentado de cubrirse con
las manos.
Le estaba poniendo
nervioso. Muy nervioso.
—Yo no diría que sea
una sorpresa desagradable —musitó Jaejoong sentándose en la cama—, sino una
revelación.
—¿Una revelación?
—jadeó Yunho atónito. Yunho sí que iba a revelar algo muy grueso y grande si
seguía mirándolo así…
—Sí. Siempre que te
veía bailar me preguntaba si el bulto que se te marcaba en la entrepierna era
debido a algún relleno del maillot o a tus atributos naturales… Ya veo que es
la segunda opción, y eso está muy bien. No me gustaba nada pensar que podías
poner calcetines en tus pantalones de ballet —explicó posando sus delicados
dedos sobre el muslo de Yunho, muy cerca de aquello que se estaba revelando
impresionante con inusitada rapidez.
—¡Jaejoong, por favor!
—gimió Yunho dándose media vuelta en la cama hasta quedar tumbado de lado,
ocultando así su erección en pleno apogeo.
—No seas perezoso y
levántate, hoy tenemos muchas cosas que hacer — le instó Jaejoong dándole un
suave pellizco en el trasero desnudo.
Yunho saltó de la cama
dispuesto a exigirle que dejara de pellizcarle el trasero a la menor
oportunidad, pero Jaejoong ya no estaba allí. Bufó indignado, en primer lugar
por el ataque de timidez que había sufrido, y en segundo lugar por dejarse
vencer por Jaejoong, ¡otra vez! Tomó la sábana del suelo y envuelto en ella
abandonó el cuarto en pos de una ducha reconfortante que le aclarara las ideas…
y que de paso le bajara la revelación.
Jaejoong volvió a
tomar forma sólida junto a la cama cuando Yunho abandonó enfurruñado el dormitorio. Se llevó
las manos al corazón, intentando sosegar un poco sus acelerados latidos. Nunca
hubiera imaginado que Yunho se atreviera a mostrarse ante él como su madre lo
había traído al mundo… De hecho, no tenía ni idea de dónde había sacado la
entereza para responderle como lo había hecho. Lo había dejado total y
completamente pasmado, además de, para qué negarlo, muy impresionado.
—Voy a matar a tu
prometido —susurró Antares en su oído.
Se giró en el acto,
encontrándose con las miradas furiosas de Antares y Merak y la curiosa de
Ailean.
—¡¿Cómo se le ocurre
presentarse desnudo ante ti?! —gruñó Merak dando muestras de una inusitada
fiereza en contraposición con su habitual indiferencia.
—¿Por qué se le ha
inflado el pene? No has llegado a tocarle… — inquirió pensativo Ailean. Merak y
Antares dedicaron una mirada asesina a su entrometido hermano menor—. ¿Qué?
Solo siento curiosidad… eso no es malo.
—La curiosidad mató al
gato —siseó Antares a la vez que negaba con la cabeza. ¡No tenía suficiente con
que su hermano estuviera prendado de un hombre, que también tenía que bregar
con la curiosidad insaciable de su hermano menor por los humanos!
—¡Fuera de aquí!
—gritó Jaejoong. Ailean se encogió de hombros y desapareció—. ¡Ustedes también!
—volvió a gritar a los dos hermanos restantes.
—Como tu prometido
vuelva a hacer algo improcedente haré temblar la tierra —le advirtió Merak.
—Bien, pero asegúrate
de lo que hace, porque hoy no ha hecho nada malo; he sido yo quien le ha
quitado la sábana…
—En eso tiene razón…
—lo apoyó Ailean apareciendo de nuevo.
—¿Pero tú de parte de
quién estás? —inquirió Merak molesto para luego mirar pensativo a su Antares—.
¿Fue Jaejoong quién le quitó la sábana? — Imposible. Su hermano pequeño no
hacía esas cosas… ¿O sí?
—Si estuvieras más
pendiente de tu hermano que de tus rocas fundidas, lo sabrías —masculló Antares
enfadado porque Jaejoong volvía a salirse con la suya. No podía castigar al
muchacho por las cosas que Jaejoong hacía—. Y tú, hermanito, no vuelvas a
desnudar a tu novio o me enfadaré.
—¡Pues enfádate!
—exclamó Jaejoong tirándole lo primero que encontró, que fue la lámpara de la
mesilla de noche.
—¿Quién está en tu
cuarto, Yunho? —escucharon la voz asustada de la madre de Yunho a través del
pasillo.
—Nadie… ¿Por qué?
—contestó Yunho saliendo a la carrera del cuarto de baño y entrando en el
dormitorio antes que su madre.
—He oído ruidos…
—Será el viento, no te
preocupes —explicó cerrando la puerta y observando la estancia. No había ni
rastro de Jaejoong.
Se encogió de hombros
y se vistió con rapidez seguro de que se encontraría con Jaejoong en la calle.
—¿Qué ha pasado antes?
—le preguntó nada más salir del portal. Tal y como había supuesto estaba
esperándole cerca del parque.
—Nada, cosas de
hermanos…
—Estupendo, diles que
me deben una lámpara.
—Se lo diré —replicó Jaejoong
aún furioso. Luego inspiró hondo y miró fijamente a Yunho. La tarea que se
había propuesto hoy iba a reportarle una discusión de las grandes—. Hoy vamos a
visitar todas las compañías de ballet que conozcas.
—¿Para qué? —exclamó Yunho
patidifuso. Lo último que quería era ver a gente bailando.
—Para buscar trabajo.
—No puedo bailar, Jaejoong
—siseó Yunho resentido por tener que recordárselo.
—Ya lo sé, pero puedes
hacer muchas otras cosas.
—¿Cómo qué?
—No sé, dar clases,
hacer coreografías, limpiar las salas… pero eso no es lo importante. Lo
importante es que empieces a moverte y a decirles a todos tus conocidos que
vuelves a estar en el mercado laboral, y que sí se enteran de algún trabajo, te
avisen. El boca a boca es la mejor manera de conseguir empleo hoy en día
—sentenció Jaejoong con seguridad.
—No voy a hacerlo. No
pienso arrastrarme por todas las compañías de danza de la ciudad pidiendo
trabajo para que todos se den cuenta de que no podré volver a bailar jamás
—masculló entre dientes a la vez que se daba la vuelta para regresar a su casa.
—Yunho, todos tus
amigos ya saben que no volverás a bailar. No es ningún secreto.
—¡Me da lo mismo! No
pienso pedirles trabajo.
—Y entonces, ¿qué
harás? ¿Seguirás esperando una carta milagrosa de la oficina de empleo en la
que te ofrezcan un trabajo maravilloso? Eso no va a ocurrir. Si quieres
trabajar en lo que te gusta, tienes que olvidarte de quién eras y aceptar ser
quien eres ahora.
—No lo haré y no hay
más que hablar —sentenció Yunho con rabia.
—Eres un vago.
—¡No lo soy! —gritó
alterado. Odiaba que le dijera eso—. Hago todo lo que puedo.
—Haces todo lo que
quieres, que es muy distinto —rebatió Jaejoong.
—Mentira. Me esfuerzo
por encontrar trabajo, pero tengo mis limitaciones, no puedo hacer lo único que
sé hacer bien, que es bailar, y contra eso no puedo luchar —arguyó desesperado.
—Entonces no eres un
vago, eres un inútil.
—¡No soy un inútil!
—No, tienes razón.
Eres un lisiado incapaz de hacer nada útil.
—¡No lo soy! ¡Puedo
hacer cualquier cosa mejor que tú!
—Pues demuéstralo.
Échale valor y acude al único sitio en el que puedes empezar a buscar un
trabajo a tu medida —le desafió Jaejoong.
—¡Eso es justo lo que
voy a hacer! Voy a visitar cada puñetera compañía y voy a encontrar un trabajo
cojonudo, a ver si así me dejas en paz de una maldita vez —gritó dándole la
espalda y comenzando a andar hacia ninguna parte.
Jaejoong se limpió con
disimulo una lágrima mientras Yunho se alejaba furioso.
No le gustaba hablarle
así, pero era tan terco y estaba tan convencido de que no podía hacer nada, que
la única manera de espolearle para que lo hiciera era retándole con lo que más
le dolía.
—Has hecho lo correcto
—musitó Antares apareciendo junto a Jaejoong en forma de brisa.
—Llévame lejos de
aquí…
Ay mi Jae...q sorpreson se llevo 😱 jajaja xq no tomo foto y la compartió x face???!!!!
ResponderEliminarAy cosonas m i JJ..sufre x tratar a Yunho así pero sabe q es la unica forma para q agarre el rollo
Ahora si Yunho esta agarrando cariño a Jae...lo desea...desea hacerle cositas...aunque solo diga q quiere un 💋 beso..aja..si..un beso jajajaja...
ohhhhh jaejoong se que duele ver a yunho asi, y mas que nada que tengas que hablarle de esa forma, pero es la unica manera que yunho va entender que tiene que salir adelante, animos jae tu lograras devolverle la sonrisa genuina a yunho.
ResponderEliminarojala pueds actualizar pronto este fanfic :D
Owww realmente adoro a Jae expira ternura y amor. Yunho ya esta reaccionando, volviendo a vivir y dejando su coraza de autocompasion. Amo esta historia, me parte el corazon y me hace sentir muy feliz.
ResponderEliminar¡gracias por darte el tiempo de adaptarla!
Que lindo es Jae, sacando a Yunho de su confort y retando lo a hacer las cosas. Me divierten sus hermanos por celosos entrometidos con lo que dicen y con cada pregunta que hacen, 😆😆🤪
ResponderEliminarGracias!!! ❤️💕💞
Amiga aquí releyendo... Cuando subiras la terminación de esta historia???
ResponderEliminarSigo esperando actualizaciones y nuevas historias por favor regresa...
Saludos y espero que estés bien con esta pandemia