Capítulo 12
El cuero largo y fino del látigo serpenteó furiosamente contra la
espalda del hombre, ya entrecruzada de marcas húmedas. La víctima gritaba a
todo pulmón a cada golpe y retorcía frenéticamente las manos, atadas a un poste
por cordones de cuero trenzado.
Won Bin miró a Yunho, quien hizo una seca señal afirmativa. No
tenía afecto a los castigos. Menos aún, respeto por los gritos afeminados del
prisionero.
– ¿Lo dejo?–Preguntó Won Bin.
Yunho miró hacia el castillo, al otro lado de un valle estrecho.
Había tardado dos semanas en encontrar a Min Woo. El astuto hombrecillo parecía
más interesado en jugar al gato y al ratón que en conseguir lo que deseaba.
Desde hacía una semana, Yunho estaba acampado ante las murallas, elaborando el
ataque. Desde los muros había lanzado sus desafíos contra los guardias
apostados ante el portón, pero nadie le prestaba atención. Empero, aun mientras
él vociferaba, cuatro de sus hombres excavaban silenciosamente bajo las
antiguas murallas. Pero los cimientos eran anchos y profundos. Tardarían mucho
tiempo en penetrar y Yunho temía que Min Woo se cansara de esperar su
rendición; en ese caso podía matar a Chae Young.
Como si no tuviera suficientes problemas, uno de sus hombres, esa
bestia gimoteante acurrucada a sus pies, había decidido que, puesto que era
caballero de un Jung, bien podía considerarse un poco Dios. Por lo tanto,
Humphrey Bohun había cabalgado durante la noche hasta la aldea más próxima para
violar a una muchacha de catorce años, hija de un comerciante; después de lo
cual volvió al campamento con aire triunfal. Lo desconcertó la ira de Lord Yunho,
enterado por el padre de la muchacha.
–No me importa lo que hagas con él, pero asegúrate de que yo no lo
vea durante un buen rato–Yunho tomó los gruesos guantes de cuero, que le
pendían del cinturón. –Envíame a Odo.
– ¿A Odo?–La cara de Won Bin tomó una expresión dura–. ¿No estará
mi señor pensando otra vez en viajar?
–Es preciso. Ya lo hemos discutido, Won Bin. No cuento con hombres
suficientes para declarar un ataque a fondo contra el castillo. ¡Míralo! Parece
que fuera a derrumbarse ante una buena ráfaga de viento, pero juro que los
normandos sabían construir fortalezas. Creo que está hecho de roca fundida.
Para entrar antes de fin de año necesito la ayuda de Han Sun.
–En ese caso, dejad que yo vaya por él.
– ¿Cuánto hace que no vas a Escocia? Yo tengo alguna idea de dónde
encontrar a mi hermano. Mañana por la mañana iré en su busca con cuatro
hombres.
–Necesitaréis más protección de la que pueden daros sólo cuatro
hombres.
–Cuantos menos seamos, más rápido viajaremos–dijo Yunho–. No puedo
dividir a mis hombres. He dejado ya la mitad con Jaejoong. Si me voy llevando a
la mitad del resto, tú quedarás demasiado desprotegido. Sólo cabe confiar en
que Min Woo no note mi ausencia.
Woo Bin reconoció que Lord Yunho tenía razón, pero no le gustaba
que su amo partiera sin una buena custodia. De cualquier modo, sabía muy bien
que de nada servía discutir con aquel hombre tan tozudo.
El hombre tendido a sus pies emitió un gruñido, llamando la
atención.
– ¡Quítalo de mi vista!–Ordenó Yunho.
Y marchó a grandes zancadas hacia sus hombres, que estaban
construyendo una catapulta.
Woo Bin, sin pensarlo, pasó un fuerte brazo bajo los hombros del
caballero y lo levantó.
– ¡Y todo por culpa de esa pequeña buscona!–Siseó el hombre,
espumeando por las comisuras de la boca.
– ¡Cállate!–Ordenó Woo Bin–. No tenías derecho a tratar a esa niña
como a una pagana. Yo te habría hecho ahorcar.
Llevó al hombre ensangrentado hasta el borde del campamento, medio
a rastras. Allí le propinó un empellón que dio con él en el suelo, medio
despatarrado.
–Ahora vete y no vuelvas.
Humphrey Bohun se quitó la hierba de la boca y siguió con la vista
a Woo Bin, que se alejaba.
–Volveré, oh, sí. Y la próxima vez seré yo quien sostenga el
látigo.
Los cuatro hombres se encaminaron hacia los caballos en completo
silencio. Yunho no había informado a nadie, salvo a Woo Bin, de su viaje para
ir en busca de Han Sun. Los tres hombres que lo acompañaban habían combatido a
su lado en Escocia y conocían esas tierras escarpadas y silvestres. Viajarían
sin pompa y llevando muy poco peso, sin heraldo que llevara ante ellos el
estandarte de los Jung. Todos vestían de pardo y verde, en un intento de pasar
tan inadvertidos como fuera posible.
Subieron en silencio a las monturas y se alejaron del campamento
dormido, marchando al paso. Apenas se habían alejado quince kilómetros cuando
los rodeó un grupo de veinticinco hombres, con los colores de Min Woo. Yunho desenvainó
la espada y se inclinó hacia Odo.
–Atacaré para abrir paso. Tú escapa y busca a Han Sun.
– ¡Pero os matarán, mi señor!
–Haz lo que te digo–ordenó Yunho.
Los hombres de Min Woo rodearon lentamente al pequeño grupo. Yunho
miró a su alrededor, buscando el punto más débil. Lo miraban con suficiencia,
sabiendo que la batalla ya estaba ganada. Entonces Yunho reconoció a Humphrey
Bohun, El violador sonrió de placer al ver arrinconado a su antiguo amo.
De inmediato Yunho supo cuál había sido su error, mencionar su
viaje a Escocia delante de aquella bazofia. Hizo una señal afirmativa a Odo,
desenvainó con ambas manos su larga y ancha espada de acero y se lanzó a la carga.
Los hombres de Min Woo quedaron desconcertados: tenían órdenes de tomar
prisionero a Lord Yunho y habían supuesto que, al verse superado en número por
más de seis a uno, se rendiría con docilidad.
Ese momento de titubeo costó la vida a Humphrey Bohun y permitió
que Odo escapara. Yunho se arrojó contra el traidor, que murió antes de haber
podido siquiera desenvainar. Otro y otro más cayeron bajo el acero de Yunho,
que lanzaba brillantes destellos bajo los rayos del amanecer. El caballo de
Odo, bien adiestrado, saltó sobre los cadáveres y los animales relinchantes,
para galopar hacia la protección de los bosques. Su jinete no tuvo tiempo de
ver si alguien lo seguía. Mantuvo la cabeza gacha y se ciñó a la silueta del
caballo.
Yunho había elegido bien a sus hombres. Los dos que lo acompañaban
hicieron que sus caballos retrocedieran, arracimándose; a los animales se les
había enseñado a obedecer las órdenes dadas con movimientos de rodillas. Los
tres combatieron con valor. Cuando uno de ellos cayó, Yunho sintió que caía una
parte de él mismo. Eran sus hombres; los unía una relación estrecha.
– ¡Parad!–Ordenó una voz por encima del choque de los aceros y los
gritos de angustia.
Los hombres se retiraron rápidamente. Al despejarse sus ojos
comenzaron a apreciar los daños. Quince de los atacantes, por lo menos, estaban
muertos o heridos, incapaces de sostenerse en las monturas.
Los caballos, todavía reunidos en el medio, se mantenían grupa
contra grupa en forma de rueda. A la izquierda de Yunho, su compañero tenía un
profundo tajo en el brazo.
Jung, jadeante por el esfuerzo, estaba cubierto de sangre, pero
muy poca de ella era suya.
Los restantes hombres de Min Woo contemplaron a aquellos
combatientes en silencioso tributo.
– ¡Apresadlos!–Ordenó el que parecía jefe–. Pero cuidad de que Jung
no sufra daño alguno. Se lo necesita con vida.
Yunho volvió a levantar la espada, pero de pronto sintió un
chasquido y sus manos quedaron inmovilizadas. Un fino látigo le sujetaba los
brazos a los costados.
–Atadlo.
Aún en el momento en que lo desmontaban a tirones, su pie golpeó a
uno de los atacantes en el cuello.
– ¿Le tenéis miedo?–Acusó el jefe–. De todos modos, moriréis si no
seguís mis órdenes. Atadlo a ese árbol.
Quiero que vea cómo tratamos a los cautivos.
y si por que Yunho dejo ir a ese violador ese tuvo tiempo de ir de chismoso y tenderles una trampa y así lograr atrapar a Yunho ahora que ara espero que se pueda librar de esos
ResponderEliminarGracias
Yunho tan gallardo, me gusta cuando no esta maltratando a Jae.
ResponderEliminar¡gracias!
Mugre traidor, ahora está apresado Yunho, yo creo que quien lo salvará será Jae.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞
Pensaba dentro de mi, porque habla YH de sus planes delante de ese violador recién castigado, seguro estaba lleno de ira. YH no fue muy inteligente que digamos. Y ahora que va a passar?
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