Capítulo 16
Los ojos de Yunho estaban inyectados de
sangre, y ellos reflejaban su
frustración. Estaba sentado solo en el salón, como había estado
durante toda la noche, después de haber
despachado a todos. Había dormitado. Pero sus
sueños habían sido pesadillas
del peor tipo. Jaejoong gritando, su
espalda desnuda y ensangrentada, mientras unos de sus hombres lo azotaba. Yunho gritaba que se
detuviera, pero el azote sanguinario
continuaba. Se dio cuenta cuando gritó nuevamente, que estaba abriendo
la boca, gritando con todas sus fuerzas
pero ningún sonido era emitido. Y entonces él se despertó, sudando y
tembloroso, para encontrarse sentando en
la mesa en el salón donde había pasó por toda la noche.
No podía hacer eso.
Pero tenía.
Yunho se frotó la
cara y los ojos. Él era el jefe. Su palabra era ley. Él controlaba a
sus hombres y los territorios
ocupados en base a la amenaza de un castigo por una traición al rey. Su puño
era de hierro; tenía que serlo. Rara vez mostraba clemencia. Sus hombres rara
vez desobedecían. Los traidores eran azotados, sea que fuesen niños o mujeres;
los adultos eran colgados. Los
castigos más severos se daban en los
territorios más difíciles, para prevenir
rebeliones más serias. En Kesop, la aldea había sido arrasada por los
aldeanos que habían dado refugio a una
docena de arqueros sajones. Era la política declarada. Si una política era
declarada, debía ser ley, sin
excepciones. O pronto, muy pronto, habría caos y anarquía.
—Mi lord?
Yunho no había oído a Changmin entrar. Él le
hizo señas para que se sentase.
—No puedo hacer eso.
Changmin, siempre había sido su hombre más
cercano y comprensivo.
—Él te encantó desde el principio, mi lord.
— Si, eso es verdad.
—Mi lord — Changmin urgentemente dijo, —No
hay un alma en la aldea que no
sepa lo que hizo.
—Lo sé.
—Todos esperan a ver qué harás. — Yunho sonrió.
—Debes castigarlo.
—Si él fuese mi esposo — Yunho dijo, — podría encerrarlo y arrojar la llave al río
y me objetaría.
—Él no es tu esposo, — Changmin dijo.
Yunho se rió. Pensó en su esposo, durmiendo en el piso
de arriba, a quien él no había
visto desde el día anterior a la mañana cuando la noticia de esa
traición había sido revelada.
—Créeme — él dijo ferozmente, — Sé muy bien quien es mi esposo y cual
no.
Él se
puso de pie.
—Tráela al patio al mediodía.
Changmin también se puso de pie.
—Sí, mi lord. — Había una pregunta en sus ojos.
—'Será hecho, — Yunho dijo severamente.
Jaejoong se enteró de la orden
inmediatamente. La aldea hervía con excitación y él debía ser llevado
al patio al mediodía para recibir el castigo
del lord. Jaejoong estaba enfermo
y descompuesto. Los rumores y la especulación abundaban. Él sería azotado, o colgado?
Tal vez el lord, quien miraba con lujuria
al brujo, no haría nada de eso, sino que lo dejaría en los calabozos por un día o dos. Eso era un
gran evento para Aelfgar, la primera instancia en que el nuevo lord ejercitaba
su poder en disciplina, y este
caso se trataba de ofensa más seria que existía, la traición. Todos estaban
ansiosos, preguntándose qué haría él. La mayoría pensaba que sería el peor castigo, pues el lord se
mostraba frío y duro. Jaejoong sabía que ellos tenían razón. Él estaba
perdiendo el poco control que le quedaba sobre
sus emociones.
Estaba temblando y a punto de llorar. Era un ser humano muerto de miedo.
Él lo había puesto a prueba
muchas veces y ahora lo colgaría. Jaejoong rezó. Le rezó a Jesús, le rezó a todos los
santos. Hasta le rezó a algunos antiguos dioses paganos a los que nunca les había
rezado antes. Rezó para tener la fuerza para aguantar su destino, para ser valiente y morir como un mártir, no como un
cobarde. Temía terriblemente el ponerse
a llorar y implorar por clemencia.
Faltaban muchas horas hasta el mediodía,
y el
tiempo era impiadoso, cruel, su
paso era lento y malicioso. Jaejoong observó
el sol no podía soportar verlo subir lenta e implacablemente. Y entonces una sombra cayó sobre la paja a sus
pies, y Jaejoong miró hacia arriba, sorprendido, pues nadie se había atrevido a venir en todo el día. Era Karam.
Karam sonrió vilmente.
—Él está
enfurecido, Jaejoong. Vos le costaste un
prisionero muy valioso, y no
mostrará clemencia.
Jaejoong cerró los ojos. Por Dios, no
necesitaba oír eso! No ahora!
Karam se agachó.
—Vas a morir. — Jaejoong abrió sus ojos, su
rostro estaba increíblemente sereno.
—Soportaré cualquier cosa que tenga que
soportar.
Karam se rió.
—Cómo si tuvieses otra alternativa!
Por suerte, Karam giró y partió. Una vez que
él salió, Jaejoong se inclinó, con ganas de vomitar. Entonces era verdad, iba a
ser colgado desde el principio, él se
había aferrado a la débil esperanza de que él le perdonaría la vida.
Y entonces algo milagroso comenzó a suceder.
Jaejoong pudo sentir su corazón asustado
comenzar a disminuir su velocidad. Las
terribles contracciones de su intestino se calmaron. Todo el mundo se serenó los balidos de las ovejas,
las risas de los aldeanos, el gemido de
la rueda de un carro que pasaba. Él ya no temblaba. Su cuerpo parecía pesado y
letárgico; se había relajado
completamente, como si le hubiesen dado una poción para disminuir sus sentidos.
Casi estaba en un estado de sosiego. El
sol ya no estaba caliente, sino
tibio. El suelo no estaba frío, sino fresco. El canto de los pájaros se suavizó,
los ladridos de los perros se amortiguaron. Sólo su vista permanecía aguda, de
hecho, el mundo se hizo más brillante, más focalizado. Ya no pensaba en lo que sucedería. Ninguna
imagen la acechaba. Por el contrario, estaba sentado nuevamente, su respiración a ritmo fijo, y
esperando que ellos viniesen. Y había paz.
Al mediodía Yunho salió de la fortaleza. No
quedó sorprendido de que toda la aldea
estuviese allí, esperaba eso. De
hecho, acababa de enviar a Beltain
y a Louis para traer a cualquiera que no hubiese venido. Todos Aelfgar
serían testigos del precio que se
pagaba por la traición.
Su boca estaba cerrada en una línea dura. Sus ojos estaban opacos y
no demostraban nada. Su rostro era
inexpresivo, excepto por la rigidez
extrema. Permaneció inmóvil en los escalones de la fortaleza. Intentó separarse
a sí mismo de cualquier emoción, una hazaña
que siempre había logrado con éxito. Hasta ahora, todo iba bien. No podía ignorar el temblor de su corazón, pero estaba en control
de sí mismo.
Karam estaba parado al lado de él, con la
cabeza en alto y su mano sobre su brazo.
Los aldeanos comenzaron a susurrar
excitadamente, alguien gritó:
—Aquí vienen ellos!
Su estomago se anudó. Yunho cerró con
más fuerza su mandíbula y observó a Changmin
y a Jaejoong aproximándose. Sus manos
todavía estaban atadas en su espalda. Su vestido estaba sucio y cubierto de
paja. Su trenza gruesa se desarmaba, muchas mechas escapándose, colgaban sobre un pecho. Su cabeza estaba alta, sus hombros,
erguidos. Su mentón en el aire. Como él se acercó, Yunho vio la máscara de su
expresión una de tranquila y de
dignidad. Su corazón se sacudió con una emoción tan fuerte que él no estaba
seguro si era orgullo o algo más.
Changmin lo trajo delante él. Él dirigió sus ojos oscuros a él, su
mentón no se bajó. Yunho vio la absoluta
tranquilidad en su mirada y confianza. Su propio corazón saltó dentro de su pecho, y sintió una gota de
transpiración comenzar a descender por
su sien. Changmin se detuvo con Jaejoong delante de él.
Yunho miró fijamente sus
ojos. Jaejoong estaba orgulloso
y sereno cuando estaba al borde del
desastre. No podía hallar miedo en su
mirada, sólo aceptación. Él era más valiente que la mayoría de los hombres, y él
lo admiró en ese momento. Él no decepcionaría a
su gente con llantos y ruegos; él
no demostraría debilidad.
—Jaejoong — él dijo en voz baja. Su tono era
severo y lleno de dolor, aunque íntimo. Él
no quería expresarse de esa manera.
Él sonrió
serenamente, y entonces él vio una capa muy delgada de lágrimas.
—Estoy listo — él dijo simplemente.
Yunho quería tomarlo en sus brazos y
protegerlo.
—Cometiste una traición — Yunho dijo con
calma. —Diez azotes.
Él parpadeó furiosamente. Diez azotes! Ese puto le había
mentido! No sería colgado, no moriría, y oh... era tan afortunado de poder sobrevivir a todo
eso!
Yunho vio su shock y su alivio estaba perplejo, sabiendo que él había estado listo para aceptar la muerte de un mártir, él había
pensado que su destino era la horca. Yunho
oyó el suspiro de alivio que recorrió
la multitud. A su lado, Karam jadeó. No le importó. No podía creer que Jaejoong
había sido tan valiente de la misma manera que no podía creer que él lo hubiera considerado tan vil como
para pensar lo condenaría a muerte. Yunho quería reírse. Y quería llorar por lo que estaba por venir, aunque él nunca en su vida había derramado una
lágrima.
—Diez azotes, — él repitió, su voz ronca
y severa. Como cualquiera que ya había
sufrido azotes, sabía
que diez azotes eran suficientes
como dañar la piel delicada. Por eso su
corazón ahora estaba latiendo frenéticamente. Debía usar toda su fuerza, toda
su autodisciplina, todas sus reservas,
o no pasaría por esa
odisea. Estaba a un segundo de revertir su decisión, y lo sabía. Yunho sacudió
la cabeza hacia Changmin.
Jaejoong fue
llevado a un poste y girado para enfrentarlo, su espalda estaba hacia
la gente. Changmin rasgó su vestido desde el hombro hasta la cintura.
Su espalda era larga y elegante. Yunho se
dio cuenta que había dejado de respirar.
—Louis, — él
gritó, haciendo que el hombre que sujetaba el látigo girase. —No rasgues
su piel, — Yunho ordenó severamente.
Louis empalideció.
Yunho estaba
sudando. Vio a Jaejoong estirarse
tensamente.
—Comienza — él dijo.
El látigo
serpenteó en el aire y cayó sobre la espalda de Jaejoong. Él luchó
y no gritó. Su piel no se rasgó, pero
una gruesa marca roja apareció. Yunho apretó sus puños. A su lado, Karam hizo un sonido, algo
que sonó como una risa de escarnio. Yunho le lanzó una mirada rápida y vio que él estaba sonriendo. Furioso, él
gruñó:
—Conten tu placer!
Nuevamente, Jaejoong se retorció bajo el
azote, y Yunho tembló
también. Nunca había temblado
ante un castigo físico antes. El látigo
cayó nuevamente. No fue hasta el sexto azote
que él emitió un sonido, un grito pequeño de angustia.
Yunho dio un paso en los escalones. El
séptimo y octavo azotes cayeron,
y una raya de sangre apareció. Jaejoong jadeó
y gimió, tirando con fuerza las sogas que la
sujetaban. Yunho se agarró a un poste cercano con todas sus fuerzas. No podía
quitar sus ojos de Jaejoong, aunque estaba consciente del goce
de su esposo al ver el dolor de su hermano. El azote finalmente descendió. Jaejoong cayó, temblando contra el
poste. Yunho se movió.
Estuvo a su lado, liberándolo de las
sogas antes que Louis enrollase su
látigo. Yunho ignoró el jadeo de la multitud. Los últimos tres azotes
habían abierto su piel delicada, haciéndolo sentir más enfermo de lo que ya
estaba. Había comido ese día y pronto estaría vomitando.
—Jaejoong — él logró decir, sosteniéndolo con
su brazo alrededor de su cintura.
—No me toques — él murmuró jadeando, pero no
se resistió.
Muy suavemente él lo levantó en sus brazos.
—Lo lamento — él susurró.
Él sollozó y se aferró firmemente, enterrado
su rostro en su cuello.
* * *
Yunho lo cargó dentro de la fortaleza y hacia
las escaleras. Su intención era llevarlo a su habitación, pero su razón retornó a tiempo, y él lo
llevó al cuarto y a la
cama que habían sido de Karam antes que él
se convirtiese en su esposo. Muy
suavemente, lo colocó sobre su estomago.
Karam los había seguido.
— Qué estás
haciendo?— él gritó. — él debería
ser puesto en los calabozos! Ya has
sido demasiado indulgente...
Yunho giró enfurecido.
— Tu conducta es poco educada.
Karam se quedó congelado.
— Ve a
nuestra habitación y piensa en cómo debes comportarte.
Los ojos de Karam se ensancharon.
—Me vas a encerrar en nuestra habitación?
—Ve ahora, — Yunho rugió. —hasta que yo
solicite tu presencia!
Respirando profundamente, Karam giró y salió
airadamente.
Yunho cerró los ojos brevemente, acechado por
la imagen de su esposo cuando Jaejoong se debatió con dolor. Karam había disfrutado el castigo de
su hermano, y ese recuerdo era horroroso.
Yunho se movió, hincándose sobre una rodilla. Sus manos ansiaban tocarlo,
pero Jaejoong levantó su cabeza para mirarlo,
había odio y dolor en su mirada.
—Aléjate de mí, — él dijo entre dientes.
Al menos, Yunho quería quitarle las
mechas sueltas lejos de su rostro. Su tono de odio, lo detuvo; sus brazos cayeron a los costados. Él se levantó.
—Serás atendido — él dijo, su tono fue ronco.
—Y te quedarás encerrada en este cuarto. — Él lo quería cerca y confortable, hasta que se curase. Y no se
cuestionaría sus propios motivos para hacer eso.
—Qué?— Jaejoong era sarcástico. —No
escuchaste a tu esposo, mi hermano? No me lanzas a los calabozos? Ahora, cuando
es demasiado tarde, muestras clemencia?— Para su horror, una lágrima gruesa
rodó lentamente por su mejilla.
Yunho se odiaba a sí
mismo, entonces podía entender como él se sentía. Observó el trayecto de la lágrima, deseando tener el
coraje de detenerlo y secarlo, nunca había carecido de coraje antes. Su mirada se movió
hacia su espalda, hinchada y
marcada, y las tres largas abrasiones
donde, finalmente, el látigo
había roto su piel. Se
cicatrizaría.
Su nombre estaba en sus labios y no
pudo prevenir que se escapase, urgente y
agónico.
—Jaejoong...
Él lo miró con desprecio y giró su rostro hacia la pared.
Yunho lo estudió. No había nada más que
hacer más que partir, pero se sentía contrario a hacerlo.
Sólo cuando cerró la puerta atrás de sí, Jaejoong
comenzó a llorar.
* * *
—Vamos, vamos — su abuela la calmó. — Sé que
duele, pero manténte quieto.
Jaejoong intentó hacer lo que él pedía, mientras su abuela limpiaba
las heridas para prevenir una infección. Con cada pequeño toque, su espalda ardía insoportablemente. Y más lágrimas caían de sus ojos, lágrimas de
dolor y de compasión por sí mismo.
—Eres un fuerte, muchacho — su abuela dijo en
un murmullo bajo. Él era tan vieja como las montañas, una mujer regordeta con los mismos ojos oscuros de Jaejoong y cabello
blanco. — Te curarás rápidamente.
—No vas a retarme?
— Te conozco, Jaejoong, hiciste lo que pensaste correcto. Un alma
justa no puede no hacer otra cosa.
—Debo ayudar mis hermanos.
—Shh, no te preocupes.
Jaejoong se acostó mientras la vieja colocaba
una pomada en sus heridas.
—Yo verdaderamente lo odio — él murmuró. —Él no tiene corazón.
—No?— su abuela preguntó.
—Es por eso que corrió hacia vos, te desató y te trajo acá cargándote en sus propios brazos, con toda la gente Aelfgar observándolo.
Jaejoong se enrojeció.
—Quizás fue por culpa, pero eso verdaderamente sería una sorpresa. —
Aunque él había podido ver sus ojos, cuando él observaba el azotamiento, ojos oscuros,
cansados, turbulentos. Y había podido oír su voz, ronca y demandante.
—El
cumplió con su deber, como vos
cumpliste el tuya, —su abuela dijo. —
Esto es un drama, con él casado con Karam pero con ojos sólo para vos. Y ahora esto.
—Él solamente siente lujuria, como un animal
— Jaejoong replicó. —Él se encanta con
cualquier muchacho que pase delante suyo y despierte su fantasía. Yo soy
quien más lo seduce ahora, pero como
yo soy el hermano de su esposo se comporta suficientemente decente y me deja en paz.
—Ahh,— reflexionó su abuela .—Fue por
lujuria que él te cargó a tu
lecho de enfermo.
Jaejoong estaba enojado y bufó. La puerta se abrió justo entonces. Jaejoong encontró su mirada fija
con ojos calientes.
—Cómo está
él? — Yunho preguntó, y caminó hacia el costado de la cama.
—Él estará bien, es su sangre campesina lo
que lo hace fuerte.
Yunho no sonrió. Jaejoong giró su cabeza pero
estaba consciente de Yunho mirando su
espalda desnuda. Su vestido rasgado le
había sido quitado. De las caderas hacia abajo él estaba cubierto con una
manta delgada, y se sentía muy
vulnerable revelando de esa manera su cuerpo.
—Va a quedar cicatriz?— Yunho preguntó.
—Sí, pero
no muy fea si la pomada es aplicada. Frecuentemente. Con el tiempo, quién
sabe, tal vez las marcas se debilitarán para ser apenas visibles.
—Con tiempo, — Yunho repitió mirándolo
fijamente.
—No hay nada más que yo pueda hacer, — la
abuela dijo.
Yunho le dio una última mirada a Jaejoong,
con su cabeza girada, luego caminó con la anciana hacia la puerta.
—Gracias — él le dijo.
La abuela lo miró con una sonrisa.
—No tiene por qué agradecerme, mi lord.
Yunho la
miró a ella.
—Gracias — él afirmó nuevamente y salió.
Karam lo oyó venir.
Él estaba caminando impacientemente como un
león enjaulado, descargando su ira con
cada paso largo, y en las líneas tensas de su rostro. Se quedó congelado ante el sonido de los pasos fuertes de Yunho en las escaleras,
luego luchó para poner una cara agradable. No era algo fácil de hacer.
Era tarde, mucho después de la cena. Él no lo
había llamado para la comida de la noche, sino que un siervo le
había traído la comida y él había permanecido encerrado en su
habitación. Todos en Aelfgar sabían, Karam estaba seguro, que él estaba siendo
castigado y que todo se debía a ese
brujo de Jaejoong.
La humillación y la furia competían dentro de él, pero lo más fuerte
de todo era el odio. Odiaba a su
marido, y odiaba a ese puto aún más.
Pero debía conseguir dominar sus emociones.
Él no lo había tocado desde la primera
mañana del matrimonio, cuando él había intentado fornicar con él. Ahora deseaba que él lo hubiese
hecho, que la consumación del matrimonio ya hubiese sucedido. Pero él no lo había tomado.
Pero esa noche no había ninguna
razón para que él no cumpliese
con sus deberes maritales.
Yunho entró, apenas le lanzó una mirada.
Karam ya se había cambiado para irse a
dormir. Hizo una pausa cerca de
la chimenea vestido con una bata,
sus ojos enormes lo miraron. Karam trató
de equilibrarse, esperando poder
controlar su humor y sus acciones. Él suspiró y comenzó a quitarse la túnica.
—Pareces cansado, mi lord. Por favor, déjame
ayudarte — Karam dijo, yendo hacia él.
Él sacudió la cabeza sin agradecerle, y permitió que él le quitase
la túnica, luego el resto de la ropa. Karam intentó no tocar su piel, pero
falló y se estremeció. Él no lo notó.
Yunho se inclinó para quitarse las medias, y Karam
corrió a hacer eso por él. Él lo dejó,
y mientras él se las quitaba, él aflojó
sus pantalones. Karam fingió ser muy cuidadoso al doblar sus prendas para no
tener que mirar su desnudez flagrante.
El hombre no tenía pudor ni vergüenza.
Karam recordó como había sentido su órgano,
tocándolo, y sintió la tensión subiendo.
Luchó consigo mismo y logró mantener algo semejante a la calma.
Él ya estaba en la cama, un brazo cubriendo
los ojos cerrados. Karam se acercó. Él no parecía un marido vigoroso, parecía
un hombre agotado a punto de dormirse. Karam se deslizó a su lado y, una
vez debajo de la manta, se quitó la bata. Él no se movió. Una realidad terrible
se impuso en su mente, él iba a dormirse! No iba a tocarlo!
Una parte de él se regocijó. Pero otra parte
más conocedora, ambiciosa y fría de su
persona sabía que eso no podía
pasar. Karam movió su cuerpo de forma que su rodilla tocó la suya. No hubo
respuesta.
Él no era un seductor como su hermano.
Cómo iba a conseguir su atención? Y por qué
él estaba comportando como un monje? Él sabía cuál era su deber! Karam
tocó su brazo.
—Mi lord?
Él no estaba dormido, pues sus ojos
se abrieron inmediatamente,
y lo miró lúcidamente.
La
boca de Karam tembló.
—Lo siento
tanto — él susurró, sus pestañas
temblaron, — no quería
desagradarte. Puedes perdonarme?
— Ya está olvidado — él dijo con un gruñido.
—Ahora, ve a dormir. — Él rodó de
costado, alejándose de él.
Karam quería tomar esa oportunidad y huir de
sus atenciones, pero no le convenía.
—Mi lord? Podría hablar con vos?
Yunho se dio vuelta y se sentó.
— Qué deseas, Karam?— Su tono era cortante y
rudo.
—No deseas consumar este matrimonio?
Sus ojos se
estrecharon.
—No, no quiero.
Él parpadeó, atónito, no habiendo esperado
esa respuesta. Por un momento Karam estuvo perplejo.
—No quieres consumar este matrimonio?— él repitió.
—No.
Karam se encogió atrás, contra la pared.
—No entiendo. Soy tu esposo.
Los ojos de Yunho eran llamas cargadas de
violencia, él salió de la cama, alejándose impacientemente de él. Cuando giró, él vio que él estaba muy
enojado. Pero era imposible que él alimentase
semejante ira hacia él!
—Entonces te lo explicaré, — Yunho dijo sombríamente. — Tu comportamiento de hoy me enferma. No
quiero tocarte. No siento deseo como puedes ver. — Él señaló rudamente su
propio cuerpo.
Karam empalideció, luego se enrojeció. Un
silencio largo prevaleció en el ambiente.
Finalmente Karam lo rompió.
—No deseabas estar casado conmigo?
—Eres mi esposo, — Yunho dijo. —Estamos casados.
—No verdaderamente. No ante los ojos de Dios.
Su mirada
era fría.
—Tal vez, cuando mi humor mejore,
rectificaré eso. Más no hoy. No esta noche.
Karam cubrió su pecho tembloroso con una
mano. No podía creer eso. Él podría consumar el matrimonio algún día, si su humor
mejorase. Y él qué debía hacer? Gritar
su humillación al mundo? No, él nunca
podría mantener la cabeza en alto nuevamente, si todos supiesen
que él no lo había tomado como era su deber, cuando todos sabían que él
deseaba abiertamente a su hermano. Yunho
debía saber que él nunca diría nada. Las lágrimas llenaron
sus ojos.
—No quieres tener hijos? Puedo darte muchos herederos, mi lord. Soy
joven y soy saludable.
Yunho sonrió.
— Ya tengo hijos una media docena dispersos desde Normandía
hasta Anjou. Tengo dos bastardos más en Sussex. Créeme, no necesito herederos.
—Entonces
este será un matrimonio solamente
en nombre, — Karam dijo amargamente y luego fue asaltado por otro pensamiento. Él odiaba
la mera idea de él tocándolo y sin
embargo quería ser su esposo, y, por obligación, quería la
consumación. Pero ahora él era su esposo,
y si
nadie supiese la verdad, él
podría seguir siendo su esposo sin tener que soportar su contacto...
—Cuando el feo recuerdo del placer enfermo que sentiste por el dolor de
tu hermano desaparezca, ciertamente ejerceré
mis derechos conyugales — Yunho estaba diciendo. —Pero no será esta noche,
entonces puedes descansar tranquilo, tu
virginidad todavía está intacta. Buenas noches, Karam — él concluyó firmemente, y
caminó de vuelta a la cama.
Cómo lo detestaba! Cuánta suerte tenía!
Tendría que asegurarse que todos Aelfgar
asumiesen que su matrimonio estaba verdaderamente consumado. Pero eso sería una
tarea simple, realmente simple.
Pobre jae 😢😢😢😢 pero yunho tenia que hacerlo :( , jaejoong tenia que hacerlo tambien :(
ResponderEliminarKaram bichhhhh como me cae mal :(
Muchas gracias por el cap ❤
esto si que me gusto Yunho siendo cariñoso con Jae aun que no me gusto nada que lo aya lastimado y ese disfrutado de su dolor pero que no lo toque por tiempo indefinido si que me alegra y mucho espero que no lo toque nunca jamas de los jamases
ResponderEliminarGracias
Yunho lo tocará, no lo tocará, lo tocará, no lo tocará 😀😀😀 pues ojala y no, pero es si no lo hace, afectará en algo su mandato ahí?,... Yunho por más que quiera, no puede dejar de preocuparse por Jae.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞