miércoles, 24 de mayo de 2017

El Conquistador: Capítulo 16

Capítulo 16

Los ojos de Yunho estaban inyectados de sangre, y  ellos reflejaban su frustración. Estaba sentado solo en el salón, como  había estado  durante toda la noche, después de haber  despachado a  todos.  Había dormitado. Pero  sus  sueños habían sido  pesadillas del  peor tipo. Jaejoong gritando, su espalda desnuda y ensangrentada, mientras unos de sus  hombres lo azotaba. Yunho gritaba que se detuviera, pero el azote sanguinario  continuaba. Se dio cuenta cuando gritó nuevamente, que estaba abriendo la boca, gritando  con todas sus fuerzas pero ningún sonido era emitido. Y entonces él se despertó, sudando y tembloroso, para encontrarse  sentando en la mesa en el salón donde había pasó por toda la noche.
No podía hacer eso.
Pero tenía.
Yunho se frotó  la  cara y  los  ojos. Él era el  jefe. Su palabra era ley. Él controlaba a sus  hombres y los territorios ocupados  en base a la amenaza de  un castigo por una traición al rey. Su puño era de hierro; tenía que serlo. Rara vez mostraba clemencia. Sus hombres rara vez desobedecían. Los traidores eran azotados, sea que fuesen niños o mujeres; los  adultos eran colgados. Los castigos  más severos se daban en los territorios más difíciles, para prevenir  rebeliones más serias. En Kesop, la aldea había sido arrasada por los aldeanos  que habían dado refugio a una docena de arqueros sajones. Era la política declarada. Si una política era declarada, debía ser ley, sin  excepciones. O pronto, muy pronto, habría caos y anarquía.
—Mi lord?
Yunho no había oído a Changmin entrar. Él le hizo señas para que se sentase.
—No puedo hacer eso.
Changmin, siempre había sido su hombre más cercano y comprensivo.
—Él te encantó desde el principio, mi lord.
— Si, eso es verdad.
—Mi lord — Changmin urgentemente dijo,  —No  hay  un alma en la aldea que no sepa lo que  hizo.
—Lo sé.
—Todos esperan a ver qué  harás. — Yunho sonrió.
—Debes castigarlo.
—Si él fuese mi esposo — Yunho dijo,  — podría encerrarlo y arrojar la llave al río y me  objetaría.
—Él no es tu esposo, — Changmin dijo.
Yunho se rió. Pensó en  su esposo, durmiendo  en el piso  de arriba, a quien él no había  visto desde el día anterior a la mañana cuando la noticia de esa traición había sido revelada.
—Créeme — él dijo ferozmente, — Sé  muy bien quien es mi esposo  y cual  no.
Él  se puso de pie.
—Tráela al patio al mediodía.
Changmin también se puso de pie.
—Sí, mi lord. —  Había una pregunta en sus ojos.
—'Será hecho, — Yunho dijo severamente.
Jaejoong se enteró de la orden inmediatamente. La aldea hervía con excitación y él debía  ser llevado  al  patio al mediodía  para recibir el  castigo  del  lord. Jaejoong estaba enfermo y descompuesto. Los rumores y la especulación abundaban. Él sería azotado, o colgado? Tal vez el lord, quien miraba con lujuria  al brujo, no haría nada de eso, sino que lo dejaría  en los calabozos por un día o dos. Eso era un gran evento para Aelfgar, la primera instancia en que el nuevo lord  ejercitaba  su poder en disciplina,  y este caso se trataba de  ofensa más seria  que existía, la traición. Todos estaban ansiosos, preguntándose qué haría él. La mayoría pensaba  que sería el peor castigo, pues el lord se mostraba frío y duro. Jaejoong sabía que ellos tenían razón. Él estaba perdiendo el poco control que le quedaba sobre  sus  emociones.
Estaba temblando  y a punto de llorar.  Era un ser humano muerto de  miedo.  Él lo había puesto a prueba  muchas veces y  ahora lo  colgaría. Jaejoong rezó.  Le rezó a Jesús, le rezó a todos los santos.  Hasta le  rezó a algunos antiguos  dioses paganos a los que nunca les había rezado  antes.  Rezó para tener la fuerza  para aguantar su destino,  para ser valiente  y morir como un mártir, no como un cobarde.  Temía terriblemente el ponerse a llorar y  implorar por clemencia.
Faltaban muchas horas hasta el mediodía, y  el  tiempo era  impiadoso, cruel, su paso era  lento y malicioso. Jaejoong observó el sol no podía soportar verlo subir lenta e implacablemente. Y  entonces una sombra cayó sobre la paja a sus pies, y Jaejoong miró hacia arriba, sorprendido, pues nadie se había  atrevido a venir en todo el día. Era Karam.
Karam sonrió vilmente.
—Él está  enfurecido, Jaejoong. Vos le costaste un  prisionero  muy valioso, y no mostrará   clemencia.
Jaejoong cerró los ojos. Por Dios, no necesitaba oír eso! No ahora!
Karam se agachó.
—Vas a morir. — Jaejoong abrió sus ojos, su rostro estaba increíblemente sereno.
—Soportaré cualquier cosa que tenga que soportar.
Karam se rió.
—Cómo si tuvieses otra alternativa!
Por suerte, Karam giró y partió. Una vez que él salió, Jaejoong se inclinó, con ganas de vomitar. Entonces era verdad, iba a ser colgado desde el  principio,  él  se había aferrado a la débil esperanza de que él le perdonaría la vida.
Y entonces algo milagroso comenzó a suceder.
Jaejoong pudo sentir su corazón asustado comenzar a disminuir su velocidad. Las  terribles contracciones de su intestino se calmaron. Todo el  mundo se serenó los balidos de las ovejas, las risas de los  aldeanos, el gemido de la rueda de un carro que pasaba. Él ya no temblaba. Su cuerpo parecía  pesado y  letárgico;  se había relajado completamente, como si le hubiesen dado una poción para disminuir sus sentidos. Casi estaba en un estado de sosiego. El  sol ya  no estaba caliente, sino tibio. El suelo no estaba frío, sino fresco. El canto de los pájaros se suavizó, los ladridos de los perros se amortiguaron. Sólo su vista permanecía aguda, de hecho, el  mundo se hizo  más brillante, más focalizado. Ya  no pensaba en lo que sucedería. Ninguna imagen la acechaba. Por el contrario, estaba sentado  nuevamente, su respiración a ritmo fijo, y esperando que ellos viniesen. Y había paz.
Al mediodía Yunho salió de la fortaleza. No quedó sorprendido de que toda la aldea  estuviese allí, esperaba eso.  De hecho,  acababa de enviar a  Beltain  y a Louis para traer a cualquiera que no hubiese venido. Todos Aelfgar serían testigos del  precio que se pagaba  por la traición.
Su boca estaba cerrada  en una línea dura. Sus ojos estaban opacos y no demostraban  nada. Su rostro era inexpresivo, excepto por la rigidez  extrema. Permaneció inmóvil en los escalones de la fortaleza. Intentó separarse a sí mismo de cualquier emoción, una hazaña  que siempre había logrado con éxito. Hasta ahora, todo iba  bien. No podía ignorar el  temblor de su corazón, pero estaba en control de sí  mismo.
Karam estaba parado al lado de él, con la cabeza en  alto y su mano sobre su brazo.
Los aldeanos comenzaron a susurrar excitadamente, alguien  gritó:
—Aquí vienen ellos!
Su estomago se anudó. Yunho cerró con más  fuerza su mandíbula y observó a Changmin y a Jaejoong aproximándose. Sus  manos todavía estaban atadas en su espalda. Su vestido estaba sucio y cubierto de paja. Su trenza gruesa se desarmaba, muchas mechas escapándose,  colgaban sobre  un pecho. Su cabeza estaba alta, sus hombros, erguidos. Su mentón en el aire. Como él se acercó, Yunho vio la máscara de su expresión una de tranquila y de  dignidad. Su corazón se sacudió con una emoción tan fuerte que él no estaba seguro si era orgullo o algo más.
Changmin lo trajo delante él.  Él dirigió sus ojos oscuros a  él,  su mentón no se bajó. Yunho vio la absoluta  tranquilidad  en su mirada  y confianza. Su propio corazón saltó  dentro de su pecho, y sintió una gota de transpiración comenzar a descender  por su sien. Changmin se detuvo con Jaejoong delante de él.
Yunho miró fijamente  sus  ojos.  Jaejoong estaba orgulloso y  sereno cuando estaba al borde del desastre. No podía hallar  miedo en su mirada, sólo aceptación. Él era más valiente que la mayoría de los hombres, y él lo admiró en ese momento. Él no decepcionaría a  su gente con  llantos y ruegos; él no demostraría debilidad.
—Jaejoong — él dijo en voz baja. Su tono era severo y lleno de dolor, aunque íntimo. Él  no quería expresarse de esa manera.
Él  sonrió serenamente, y entonces él vio una capa muy delgada de lágrimas.
—Estoy listo —  él dijo simplemente.
Yunho quería tomarlo en  sus brazos y  protegerlo.
—Cometiste una traición — Yunho dijo con calma. —Diez azotes.
Él parpadeó furiosamente.  Diez azotes! Ese  puto le había  mentido! No sería colgado, no moriría, y oh...  era tan afortunado de poder sobrevivir a todo eso!
Yunho vio su shock y su  alivio estaba perplejo, sabiendo que  él había estado listo para  aceptar la muerte de un mártir, él había pensado que  su destino era la horca. Yunho oyó el  suspiro de alivio que  recorrió  la multitud. A su lado, Karam jadeó. No le importó. No podía creer  que  Jaejoong había sido tan valiente de la misma manera que no podía creer   que él lo hubiera considerado tan vil como para pensar lo condenaría a muerte. Yunho quería reírse.  Y quería llorar por  lo que estaba por venir, aunque  él nunca en su vida había derramado una lágrima.
—Diez azotes, — él repitió, su voz ronca y  severa. Como cualquiera que ya había sufrido  azotes,  sabía  que  diez azotes eran suficientes como dañar la  piel delicada. Por eso su corazón ahora estaba latiendo frenéticamente. Debía usar toda su fuerza, toda su autodisciplina, todas sus  reservas, o  no pasaría  por esa  odisea. Estaba a un segundo de revertir su decisión, y lo sabía. Yunho sacudió la cabeza  hacia Changmin.
Jaejoong fue  llevado a un poste y girado para enfrentarlo, su espalda estaba hacia la  gente. Changmin rasgó  su vestido desde el hombro hasta la cintura. Su espalda era larga y  elegante. Yunho se dio cuenta  que había  dejado de respirar.
—Louis, — él  gritó, haciendo que el hombre que sujetaba el látigo girase. —No rasgues su piel, — Yunho ordenó severamente.
Louis empalideció.
Yunho estaba  sudando.  Vio a Jaejoong estirarse tensamente.
—Comienza — él dijo.
El látigo  serpenteó  en el aire  y cayó sobre la espalda de Jaejoong. Él luchó y no gritó. Su piel no se rasgó,  pero una gruesa marca roja apareció. Yunho apretó sus  puños. A su lado, Karam hizo un sonido, algo que sonó como una risa de escarnio. Yunho le lanzó una mirada rápida  y vio que él estaba sonriendo. Furioso, él gruñó:
—Conten tu placer!
Nuevamente, Jaejoong se retorció  bajo el  azote,   y  Yunho tembló  también. Nunca había   temblado ante un castigo físico antes. El látigo  cayó  nuevamente. No fue hasta el sexto  azote  que  él emitió  un sonido, un grito pequeño de angustia. Yunho dio un paso en los escalones. El  séptimo y octavo azotes  cayeron, y una raya de sangre apareció. Jaejoong jadeó  y  gimió,  tirando con fuerza las sogas que la sujetaban. Yunho se agarró a un poste cercano con todas sus fuerzas. No podía quitar sus ojos de Jaejoong, aunque estaba consciente del  goce  de su esposo al ver el dolor de su hermano.  El azote finalmente  descendió. Jaejoong cayó, temblando contra el poste. Yunho se movió.
Estuvo a su lado, liberándolo de las sogas  antes que Louis enrollase su látigo. Yunho ignoró el  jadeo  de la multitud. Los últimos tres azotes habían abierto su piel delicada, haciéndolo sentir más enfermo de lo que ya estaba. Había comido ese día y pronto estaría vomitando.
—Jaejoong — él logró decir, sosteniéndolo con su brazo alrededor de su cintura.
—No me toques — él murmuró jadeando, pero no se resistió.
Muy suavemente él lo levantó en sus brazos.
—Lo lamento — él susurró.
Él sollozó y se aferró firmemente, enterrado su rostro  en su cuello.
* * *
Yunho lo cargó dentro de la fortaleza y hacia las escaleras. Su intención era llevarlo a su habitación,  pero su razón retornó a tiempo, y él lo llevó  al cuarto  y a  la cama que habían  sido de Karam antes que él se convirtiese en  su esposo. Muy suavemente, lo colocó sobre  su estomago.
Karam los había seguido.
— Qué estás  haciendo?—  él gritó. — él debería ser puesto en los calabozos!  Ya has sido  demasiado indulgente...
Yunho giró enfurecido.
— Tu conducta es poco educada.
Karam se quedó congelado.
—  Ve a nuestra habitación y piensa en cómo debes comportarte.
Los ojos de Karam se ensancharon.
—Me vas a encerrar en nuestra habitación?
—Ve ahora, — Yunho rugió. —hasta que yo solicite tu presencia!
Respirando profundamente, Karam giró y salió airadamente.
Yunho cerró los ojos brevemente, acechado por la imagen de su esposo cuando Jaejoong se debatió  con dolor. Karam había disfrutado el castigo de su hermano, y ese recuerdo era horroroso.  Yunho se movió, hincándose sobre una rodilla. Sus manos ansiaban tocarlo, pero Jaejoong levantó su cabeza para mirarlo,  había odio y dolor en su mirada.
—Aléjate de mí, — él dijo entre dientes.
Al menos, Yunho quería quitarle las mechas  sueltas  lejos de su rostro. Su tono de odio,  lo detuvo; sus  brazos cayeron a los costados. Él  se levantó.
—Serás atendido — él dijo, su tono fue ronco. —Y te quedarás encerrada en este cuarto. — Él lo quería cerca  y confortable, hasta que se curase. Y no se cuestionaría sus propios motivos para hacer eso.
—Qué?— Jaejoong era sarcástico. —No escuchaste a tu esposo, mi hermano? No me lanzas a los calabozos? Ahora, cuando es demasiado tarde, muestras clemencia?— Para su horror, una lágrima gruesa rodó lentamente por su mejilla.
Yunho se odiaba  a  sí mismo,  entonces  podía entender como él se sentía. Observó el  trayecto de la lágrima, deseando tener el coraje de detenerlo y secarlo, nunca había carecido de  coraje antes. Su mirada  se movió  hacia  su espalda, hinchada y marcada, y las tres largas abrasiones  donde, finalmente, el látigo  había  roto su piel. Se cicatrizaría.
Su nombre estaba en sus labios  y  no pudo prevenir que se  escapase, urgente y agónico.
—Jaejoong...
Él lo miró con desprecio y  giró su rostro hacia la  pared.
Yunho lo estudió. No había  nada más que  hacer más que  partir,  pero se sentía contrario a hacerlo.
Sólo cuando cerró la puerta atrás de sí, Jaejoong comenzó a llorar.
* * *
—Vamos, vamos — su abuela la calmó. — Sé que duele, pero manténte quieto.
Jaejoong intentó hacer  lo que él pedía, mientras su abuela limpiaba las heridas para prevenir una infección. Con cada  pequeño toque,  su espalda ardía insoportablemente. Y  más lágrimas caían de sus ojos, lágrimas de dolor y de compasión por sí mismo.
—Eres un fuerte, muchacho — su abuela dijo en un murmullo bajo. Él era tan vieja como las montañas,  una mujer regordeta con los  mismos ojos oscuros de Jaejoong y cabello blanco. — Te curarás rápidamente.
—No vas a retarme?
— Te conozco, Jaejoong,  hiciste lo que pensaste correcto. Un alma justa no puede no hacer otra cosa.
—Debo ayudar mis hermanos.
—Shh, no te preocupes.
Jaejoong se acostó mientras la vieja colocaba una pomada en sus heridas.
—Yo verdaderamente lo odio —  él murmuró. —Él no tiene corazón.
—No?— su abuela  preguntó.  —Es por eso  que corrió  hacia vos, te desató y te trajo acá  cargándote en sus  propios brazos, con toda la gente  Aelfgar observándolo.
Jaejoong se enrojeció.
—Quizás fue por culpa,  pero eso verdaderamente sería una sorpresa. — Aunque él había podido ver sus ojos, cuando él observaba el azotamiento, ojos oscuros, cansados, turbulentos. Y había podido oír su voz, ronca y demandante.
 —El  cumplió  con su deber, como vos cumpliste el  tuya, —su abuela dijo. — Esto es un drama, con él casado con Karam pero con ojos sólo para vos. Y  ahora esto.
—Él solamente siente lujuria, como un animal — Jaejoong replicó. —Él se encanta con  cualquier muchacho que pase delante suyo y despierte su fantasía. Yo soy quien más lo seduce ahora,  pero como yo  soy el  hermano  de su esposo se comporta suficientemente  decente y me deja en paz.
—Ahh,— reflexionó su abuela .—Fue  por  lujuria  que él te cargó a tu lecho de enfermo.
Jaejoong estaba enojado y  bufó. La puerta se abrió justo  entonces. Jaejoong encontró su mirada fija con ojos calientes.
—Cómo está  él? — Yunho preguntó, y caminó hacia el costado de la cama.
—Él estará bien, es su sangre campesina lo que lo hace fuerte.
Yunho no sonrió. Jaejoong giró su cabeza pero estaba consciente de Yunho  mirando su espalda desnuda. Su vestido rasgado  le había sido quitado. De las caderas hacia abajo él estaba cubierto con una manta  delgada, y se sentía muy vulnerable revelando de esa manera su cuerpo.
—Va a quedar cicatriz?— Yunho preguntó.
—Sí, pero  no  muy  fea si la pomada es  aplicada. Frecuentemente. Con el tiempo, quién sabe, tal vez las marcas se debilitarán para ser apenas visibles.
—Con tiempo, — Yunho repitió mirándolo fijamente.
—No hay nada más que yo pueda hacer, — la abuela dijo.
Yunho le dio una última mirada a Jaejoong, con su cabeza girada, luego caminó con la anciana hacia la puerta.
—Gracias — él le dijo.
La abuela lo miró  con una sonrisa.
—No tiene por qué agradecerme, mi lord.
Yunho la  miró a ella. 
—Gracias — él afirmó nuevamente y salió.
Karam lo oyó venir.
Él estaba caminando impacientemente como un león enjaulado, descargando su  ira con cada paso largo, y en las líneas tensas de su rostro.  Se quedó congelado  ante el sonido de  los pasos fuertes de Yunho en las escaleras, luego luchó para poner una cara agradable. No era algo fácil de hacer.
Era tarde, mucho después de la cena. Él no lo había llamado para la comida de la noche, sino que un siervo  le  había traído  la comida  y él había permanecido encerrado en su habitación. Todos en Aelfgar sabían, Karam estaba seguro, que él estaba siendo castigado y que todo se debía a ese  brujo de Jaejoong.
La humillación y la  furia competían dentro de él, pero lo  más fuerte  de todo era el odio.  Odiaba a su marido, y odiaba a ese  puto aún más.
Pero debía conseguir dominar sus emociones. Él no lo había tocado desde la primera  mañana del matrimonio, cuando él había intentado fornicar con él.  Ahora deseaba que él  lo hubiese  hecho, que la consumación del matrimonio ya  hubiese sucedido. Pero él no lo había tomado. Pero esa noche  no  había ninguna  razón para  que él no cumpliese con sus  deberes maritales.
Yunho entró, apenas le lanzó una mirada. Karam ya se había cambiado para irse a  dormir.  Hizo una pausa cerca de la chimenea vestido con  una bata, sus  ojos enormes lo miraron. Karam trató de  equilibrarse, esperando poder controlar su humor y sus acciones. Él suspiró y comenzó a quitarse la túnica.
—Pareces cansado, mi lord. Por favor, déjame ayudarte — Karam dijo, yendo hacia él.
Él sacudió la cabeza  sin agradecerle, y permitió que él le quitase la túnica, luego el resto de la ropa. Karam intentó no tocar su piel, pero falló y se estremeció. Él no lo notó.
Yunho se inclinó para quitarse las medias, y Karam corrió a hacer eso por él.  Él lo dejó, y  mientras él se las quitaba, él aflojó sus pantalones. Karam fingió ser muy cuidadoso al doblar sus prendas para no tener que mirar  su desnudez flagrante. El hombre no tenía  pudor ni vergüenza. Karam recordó como había  sentido  su órgano,  tocándolo, y sintió la tensión subiendo.  Luchó consigo  mismo y  logró mantener algo semejante a la calma.
Él ya estaba en la cama, un brazo cubriendo los ojos cerrados. Karam se acercó. Él no parecía un marido vigoroso,  parecía  un hombre agotado a punto de dormirse. Karam se deslizó a su lado y, una vez debajo de la manta, se quitó la bata. Él no se movió. Una realidad terrible se impuso en su mente, él iba a dormirse! No iba a tocarlo!
Una parte de él se regocijó. Pero otra parte más conocedora, ambiciosa y fría de su  persona  sabía que eso no podía pasar. Karam movió su cuerpo de forma que su rodilla tocó la suya. No hubo respuesta.
Él no era un seductor como su  hermano.  Cómo  iba  a conseguir su atención?  Y por qué  él estaba comportando como un monje? Él sabía cuál era su deber! Karam tocó su brazo.
—Mi lord?
Él no estaba dormido, pues sus  ojos  se abrieron  inmediatamente, y  lo miró lúcidamente.
La  boca de Karam tembló.
—Lo siento  tanto —  él susurró, sus  pestañas  temblaron, —  no quería desagradarte.  Puedes perdonarme?
— Ya está olvidado — él dijo con un gruñido. —Ahora, ve a  dormir. — Él rodó de costado, alejándose de él.
Karam quería tomar esa oportunidad y huir de sus atenciones, pero no le convenía.
—Mi lord? Podría hablar con vos?
Yunho se dio vuelta  y se sentó.
— Qué deseas, Karam?— Su tono era cortante y rudo.
—No deseas consumar este matrimonio?
Sus ojos se  estrecharon.
—No, no quiero.
Él parpadeó, atónito, no habiendo esperado esa respuesta. Por un momento Karam estuvo perplejo.
—No quieres consumar este matrimonio?—  él repitió.
—No.
Karam se encogió atrás, contra la  pared. 
—No entiendo. Soy tu esposo.
Los ojos de Yunho eran llamas cargadas de violencia, él salió de la cama, alejándose impacientemente  de él. Cuando giró, él vio que él estaba muy enojado. Pero era imposible  que él alimentase semejante ira hacia él!
—Entonces te lo  explicaré, — Yunho dijo sombríamente.  — Tu comportamiento de hoy me enferma. No quiero tocarte. No siento deseo como puedes ver. — Él señaló rudamente su propio cuerpo.
Karam empalideció, luego se enrojeció. Un silencio largo prevaleció en el ambiente.  Finalmente Karam lo rompió.
—No deseabas estar casado conmigo?
—Eres mi esposo, — Yunho dijo.  —Estamos casados.
—No verdaderamente. No ante los ojos de Dios.
Su mirada  era  fría.
—Tal vez, cuando mi  humor mejore,  rectificaré eso. Más no hoy. No esta noche.
Karam cubrió su pecho tembloroso con una mano. No podía creer eso. Él podría consumar el matrimonio algún día, si su humor mejorase. Y él qué debía  hacer? Gritar su humillación al mundo? No,  él nunca podría mantener la cabeza en alto nuevamente, si todos  supiesen  que él no lo había tomado como era su deber, cuando todos sabían  que  él deseaba abiertamente a su hermano.  Yunho debía saber que él nunca diría nada. Las lágrimas  llenaron  sus  ojos.
—No quieres tener hijos?  Puedo darte muchos herederos, mi lord. Soy joven y soy saludable.
Yunho sonrió.
— Ya tengo hijos  una media docena dispersos desde Normandía hasta Anjou. Tengo dos bastardos más en Sussex. Créeme, no necesito herederos.
—Entonces  este será  un matrimonio solamente en nombre, — Karam dijo amargamente y luego fue asaltado  por otro pensamiento.  Él odiaba  la mera  idea de él tocándolo y sin embargo  quería ser su esposo,  y, por obligación, quería la consumación.  Pero ahora él era su esposo, y  si  nadie supiese  la verdad, él podría seguir siendo su esposo sin tener que soportar su contacto...
—Cuando el feo recuerdo del  placer enfermo que sentiste por el dolor de tu hermano  desaparezca, ciertamente ejerceré mis derechos conyugales — Yunho estaba diciendo. —Pero no será esta noche, entonces puedes descansar tranquilo, tu  virginidad  todavía está  intacta. Buenas  noches, Karam — él concluyó firmemente, y caminó de vuelta  a la cama.
Cómo lo detestaba! Cuánta suerte tenía!

Tendría que asegurarse que todos Aelfgar asumiesen que su matrimonio estaba verdaderamente consumado. Pero eso sería una tarea simple, realmente simple.

3 comentarios:

  1. Pobre jae 😢😢😢😢 pero yunho tenia que hacerlo :( , jaejoong tenia que hacerlo tambien :(
    Karam bichhhhh como me cae mal :(
    Muchas gracias por el cap ❤

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  2. esto si que me gusto Yunho siendo cariñoso con Jae aun que no me gusto nada que lo aya lastimado y ese disfrutado de su dolor pero que no lo toque por tiempo indefinido si que me alegra y mucho espero que no lo toque nunca jamas de los jamases
    Gracias

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  3. Yunho lo tocará, no lo tocará, lo tocará, no lo tocará 😀😀😀 pues ojala y no, pero es si no lo hace, afectará en algo su mandato ahí?,... Yunho por más que quiera, no puede dejar de preocuparse por Jae.

    Gracias!!! 💗💕💞

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