miércoles, 24 de mayo de 2017

El Conquistador: Capítulo 18

Capítulo 18

—Él morirá?— Karam preguntó.
La criada, Mary, estaba cerca de él en el cuarto mientras miraban a el empapado y  tembloroso cuerpo de Jaejoong en la cama.
— No lo sé — Mary susurró.
Karam apretó su cinto como si fuera un rosario. Él le había  negado a Jaejoong la presencia de su abuela después de todo,  él era un brujo, y Karam no iba a tolerar tener otra bruja en su casa. Disfrutando de su inmenso y recién descubierto poder, él también le había  negado cualquier otro cuidado adicional. Una semana había pasado. Nadie había tenido  permiso para entrar en  el cuarto excepto Karam, ni siquiera  Mary, quien podría esparcir rumores sobre lo que sucedía. Jaejoong había estado temblando de fiebre delante de Karam, debilitándose día a día. Había perdido su belleza seductora. Ahora era prácticamente un esqueleto.
—Piensas que morirá? —Karam preguntó nuevamente e impacientemente.
Mary se movió  nerviosamente.
— Creo que si —  ella tartamudeó.  Nunca había sido   preguntada por su ama para dar  su opinión sobre algo antes y tenía miedo de darla.
Karam había estado esperando que Jaejoong muriese. Al principio, una semana atrás, cuando él había aislado a Jaejoong con un mínimo de agua y nada más, había sentido una sensación de triunfo. El brujo aprendería cual era su lugar y sufriría. Cuando Karam se dio cuenta, un día más tarde,  que su hermano estaba enfermo, sólo había esperado que se muriese. Pero ahora no tenía una sensación de triunfo, sólo ansiedad.
Si Jaejoong muriese, él sería culpado?
Karam pensó en el normando e intentó imaginarse lo que él haría. Su ansiedad lo hizo querer vomitar.  No tenía dudas de que él lo encerraría en un algún lugar y lanzaría la llave para no verlo nunca más. Después de azotarlo, por su puesto. Karam se imaginó  claramente debajo del látigo, hasta podía sentir el dolor excruciante mientras su piel delicada se rasgaba. Se estremeció. Las lágrimas subieron a sus ojos. No era justo. Jaejoong moriría si  no era atendida, y era lo que él se merecía. Pero Karam pagaría un precio que  no podía pagar y temía enfrentar. Entonces tendría que intentar salvar a su miserable  hermana. Pero, y si él muriese de cualquier manera?
—Manda a buscar a esa vieja bruja, Mary, ahora mismo. No. —  Karam la agarró por el brazo. — Tráela vos misma, dile que  Jaejoong se está muriendo, haz  que traiga  todas sus  pociones. Rápido. Vete!—Karam la empujó hacia la puerta.
Karam avanzó para pararse al lado de su febril y temblorosa hermana. Deseó que el normando pudiese verlo ahora. No sentiría ninguna lujuria, sólo repulsión. Era una fantasía maravillosa, pero una cruda realidad perturbó su fantasía. Lord Yunho lo castigaría a él, Karam, si  viese a Jaejoong en ese momento, entonces Karam se dio cuenta que sería mejor  rezar para que Jaejoong se recuperase rápidamente antes que él retornase. Habían otros modos de librarse de su hermano  bastardo. Su marido no había dicho que  consideraría la idea de casarlo? Tal vez él lo casaría con un escocés para asegurarse las  fronteras del norte, y ese sería el fin de Jaejoong. Qué idea perfecta!
Karam decidió  ir a  la capilla. Toda la aldea  sabría que él estaba rezando por la salud de su hermano. Y él rezaría todo el día.
Jaejoong vio la muerte.
La muerte no era  hombre viejo grotesco. Ni era la personificación del diablo. Por el contrario,  la muerte  era dulce,  bella y  seductora, una  mujer encantadora que le ofrecía  paz. La mujer flotaba sobre él, alrededor de él,  su carne fantasmagórica dulce y fragante, sus cabellos, largos y de color  miel.  Era una mujer  muy  bonita.  Ella le sonrió, y con su dedo le hizo una seña.
 Si, Jaejoong pensó, iré.  Debo ir, no puedo quedarme otro minuto en este infierno.
Sentía dolor. Todo su cuerpo estaba en agonía, como si estuviese aplastado debajo de miles de piedras.  Estaba ardiendo. Latiendo. Necesitaba agua, pero no había. Una idea se le ocurrió tal vez ya había muerto tal vez ya estaba en el infierno. Entonces él oyó la voz de su hermano,  preguntando si él moriría, y Jaejoong supo que él todavía estaba vivo.
Pensó en el normando, y su rabia creció. La muerte continuaba haciéndole señas, sonriéndole serenamente.
—No — Jaejoong intentó gritar. —No puedo ir todavía. Vete!
Pero la muerte se acercó, aún sonriente, Jaejoong se preguntó si él sería un brujo.  Después él jadeó en shock. Se dio cuenta que la mujer haciéndole señas, flotando muy cerca, la Muerte, tenía su propio rostro.
Jaejoong extendió su mano para tocar a la mujer mientras ella sobrevolaba  muy cerca. Su otro yo, o la Muerte, o quien quiera que fuera, agarró su palma abierta, sus dedos extendidos. Con horror, Jaejoong percibió que muerte quería tocarlo, tomar su mano y sacarlo de la Tierra. Confundido, se preguntó si él estaría mirando su propia alma partiendo de esta vida.
—Ven —  la muerte susurró, su voz era dulce y suave. —Ven conmigo ahora.
Jaejoong estaba jadeando de miedo. Si su alma partiese, entonces verdaderamente estaría muerto. Una imagen del normando apareció  delante suyo, sus  ojos calientes y brillantes, su rostro duro e inflexible.
—No — él gritó, soltando su mano, ya no estaba tentada de tocar esa aparición fantasmagórica. —Vete, no me iré. No todavía. Es muy pronto.
La muerte se acercó.
Jaejoong se encogió en la cama. Pero no  había lugar a donde  ir, y la imagen de la mujer se aproximó. Jaejoong supo que estaba perdido, y lloró. Cuando muerte puso su rostro sobre el  suyo,  Jaejoong cerró los ojos. Nada sucedió. Cuando los  abrió, esa imagen se había ido.
Y su abuela le sonreía detrás de las lágrimas.
—No llores ahora, querido, estarás bien. Volviste, Jaejoong, volviste.
Jaejoong se apoyó contra las almohadas, exhausto.  Cerró sus ojos mas agarrando la mano  de su abuela, rehusándose a abandonarla. Había sido un sueño? O había visto su propia alma?
* * *
Cumpliendo su palabra, Yunho retornó a Aelfgar a una quincena después de su partida.
Las últimas dos semanas desde que había enfrentado la ira de Siwon, apenas lo habían serenado. No podía olvidar que por culpa de Jaejoong había perdido York, por culpa de   Jaejoong había mentido a su rey y lo había  traicionado. Eso duplicó su ira reprimida. No sucedería nuevamente. Aunque tuviese que ser mantenido bajo custodia permanente, quitándole recursos humanos, que tanto necesitaba para la construcción, sería hecho.
Estaba determinado a recuperar sus  pérdidas. Iba  a traerle a Siwon a Hyun Joong , vivo o  muerto. Y  haciendo eso, él borraría  su propia traición  a su lord. Rectificaría ese grande error que había cometido.
La imagen de su  feudo levantó su espíritu y le causó alegría. El trabajo continuaba en las nuevas fortificaciones. La torre estaba acabada, la aldea reconstruida, los muros apenas comenzados. En otras dos semanas sus fortificaciones estarían completadas y  la transición a las construcciones de piedra podrían ser empezadas. No quería perder un minuto.
Y si ese brujo sabía dónde estaban sus hermanos, él lo descubriría.
No podía evitarlo; pensaba  en él frecuentemente, muy frecuentemente. No le llevaba  mucho tiempo para hacer que su miembro se irguiese endurecido. Se decía a sí mismo que era porque no se había acostado con una mujer hacia un largo tiempo, desde que había estado con la campesina en Kesop. Eso  iba a cambiar también. Su falta de deseo por otras mujeres era  ridículo y  molesto; si tuviese que forzar ese cambio en sí mismo, lo haría.
Karam estaba esperando para saludarlo en el patio, empeorando su humor  rápidamente. Yunho desmontó, dirigiéndose hacia Changmin.
— Hubo algún problema?
—No, mi lord, y como puedes ver, todo anduvo  bien.
—Bien hecho, — Yunho dijo,  colocando su mano sobre hombro de Changmin. El  hombre más joven no pudo contener una sonrisa. Yunho giró hacia Karam. — estás bien?
Él hizo una reverencia.
—Sí, mi lord. Ya ordené un baño y vino. Estás cansado?— Su mirada buscó su rostro.
—No,  pero  necesito desesperadamente un baño. — Él se preguntó  dónde estaba el brujo.
Yunho siguió a Karam adentro, mirando a su alrededor. Ninguna señal de Jaejoong. Bien, sería mejor que él se quedase fuera de su vista. En su habitación Yunho se desnudó con la  ayuda de su esposo. Un golpe en la puerta no llamó su atención. Karam había ordenado a una criada que trajera queso, pan y vino.
Yunho miró a la criada. La había visto por ahí antes, por supuesto, y vagamente recordaba  que había fornicado con ella en Kesop, pero nunca realmente no le había prestado atención.  Ella era morena, regordeta, con grandes pechos, y bastante atractiva. Yunho observó  sus caderas  voluptuosas.  Ella le lanzó una mirada apreciativa. Yunho la ignoró. Entonces ella estaba dispuesta.
—Este pan está  viejo, — Karam dijo.  —Iré a buscar más. —  Él miró a Beth, quien estaba juntando la ropa inmunda de Yunho. —Lave esas cosas inmediatamente.
Beth murmuró una afirmación y Karam salió del cuarto. Yunho estaba consciente de su partida precipitada, preguntándose por qué él nuevamente sentía miedo de él. Podía percibir su incomodidad, y la excusa para partir era  muy pobre. La criada lentamente  juntaba sus cosas. Yunho observó sus nalgas cuando se inclinó a recoger su pantalón, grandes nalgas, carnosas y redondeadas.
—Ven aquí — él dijo.
Ella se enderezó y giró. Estaba sonriendo.
Yunho estaba recostado en la tina, esperando. No tuvo que pedírselo dos veces, se acercó  meneando sus caderas, todavía llevando su ropa. Yunho miró la ropa en sus brazos y  miró el  piso. Ella entendió y soltó  las prendas.  Él le  dio una esponja. Ella se arrodilló al lado de él, le lanzó una mirada breve, y comenzó a enjabonar sus hombros.
La mirada de Yunho carecía de expresión, pero contempló  sus  pechos generosos.
—Estás dando de mamar?
—Sí — ella  jadeó.
Casualmente él extendió la mano para tomar un pecho,  su carne dura y pesada con leche para su bebé.  Ella se quedó  quieta. Yunho se inclinó hacia adelante y tomó su pezón por sobre su túnica. Comenzó a chupar.
Beth jadeó.  Apretó  sus  hombros mojados, empujando sus pechos contra su cara. Yunho la lanzó ligeramente,  decepcionándola.  Estaba levemente excitado, su miembro a medio erguir,  incapaz de realizar una penetración  todavía. La mujer, él notó, olía a ácido, eso era  tan poco atractivo. Se rehusó a compararla con otra mujer que olía a violetas.
—Esta noche toma un  baño como yo  estoy haciendo. Encuéntrame  en el establo después de la cena.
Beth sonrió, su rostro  estaba enrojecido,  su vestido,  mojado, y sus  pezones erguidos.
—Sí, mi lord, con gusto —  ella murmuró. —debo terminar su baño?
Él la despachó.
* * *
Algo dentro de él se aceleró cuando bajó para cenar, pero Yunho se negó a prestarle  atención. Ciertamente no sentía  ansiedad  ni expectativa. Pero  sabía perfectamente bien  que él estaría en la  mesa, e hizo una pausa  en la entrada al salón, su mirada recorrió a cada uno de sus  ocupantes.
Jaejoong ya estaba acomodado en el extremo de la  mesa, donde normalmente cenaba. Estaba de espaldas a él.  Su carne respondió a la presencia de él, y Yunho se enojó con su respuesta.  De todas las respuestas tenía que ser una erección, la erección completa que no había tenido más temprano con la criada. Caminó  hacia  su lugar, con Karam siguiendolo, resuelto ignorarlo, y tomar asiento.
Todos comenzaron a comer al mismo tiempo. Yunho estaba hambriento, pero ahora   apenas podía  tragar la comida.  Descubrió que no podía controlarse a sí mismo;  miró al extremo de la mesa. Aún desde esa distancia, notó su palidez. De hecho, pensó le pareció que él estaba más menudo, indefenso y vulnerable que nuca.  Jaejoong no lo miró. Ni una vez.
Por supuesto,  Yunho pensó, sintiéndose despreciado, como un perro mordido. Antes lo odiaba  pues  él solamente era el enemigo normando,  ahora él lo odiaba  todavía  más por el castigo que él le había infligido. Yunho atacó su comida. Cuando estuvo satisfecho, Karam colocó una mano sobre su brazo.
Yunho le lanzó una mirada brusca  y Karam rápidamente  retiró su mano para deslizarla debajo de la  mesa.
—Lo siento mucho — él dijo.
— No sos vos, — él logró decir  secamente. Se juró a sí mismo que esa noche, de una vez por todas, sacaría a Jaejoong de su cuerpo, de su  mente y fuera de su vida.
—Mi lord?
Yunho gruñó, vaciando una copa de vino.
—Pensaste en el asunto que discutimos?
Él le lanzó un hueso a los  perros. 
—Qué asunto?
—Casar a  mi hermano, —Karam con una voz tentativa.
La idea empeoró su humor.
—No. — Él cerró el tema con un tono brusco. En verdad, no había pensado en eso, ni una vez. Pero ahora, ahora la idea lo provocaba. Era desagradable, repugnante. Era una solución.
No haría eso y punto. La decisión estaba tomada, se sintió mejor, más aliviado. Exorcizaría su lujuria del  modo habitual, acostándose  con la  criada, o con cualquier muchacha que le resultase atractiva. Pero no la casaría con otro. Además Jaejoong era peligroso, necesitaba  ser mantenido bajo control. Esa última idea le causó satisfacción.
Yunho se levantó abruptamente.
—Envíame a Jaejoong —  le dijo a Karam.
Sus ojos se agrandaron.
—Tienes algo que discutir con él?
Yunho pensó en sus hermanos  y  sonrió.
— Si. — Él caminó hacia la chimenea  y contempló fijamente las llamas.
Sintió que él se aproximaba. Su presencia era tangible. Dulce. Excitante. Yunho estaba sudando. Por el  calor del fuego,  se dijo a sí mismo, y  se rió.  Su miembro ya se erguía. Él giró para enfrentarlo.
Yunho jadeó.
Por un momento pensó que no era él,  sino alguna pariente más vieja. Y entonces se dio cuenta que era Jaejoong.
Él se ruborizó ante su mirada de horror. Sus manos, delgadas y casi translúcidas, apretaron los pliegues de su vestido.
Yunho se recobró.  Tocó  su mentón  suavemente, con miedo a que esa sombra de hombre pudiera evaporarse. Él había perdido unos diez kilos. Su rostro estaba sombríamente delgado, había enormes ojeras debajo de sus ojos.  Yunho examinó sus profundidades y se sintió conmovido, pues eran un cuadro vivo del dolor y el sufrimiento. Y todavía seguía siendo  muy  bonito.  Estaba más delgado, más pálido, hasta  su cabello  había perdido su brillo, pero Jaejoong todavía era bonito, y eso lo pasmó.
— Qué te sucedió ?— él logró decir. Su voz sonó cruda.
—Estuve enfermo.
Una culpa horrorosa, lo invadió. No tenía que preguntar, pero lo hizo .
—Por los azotes
Él lo miró, desafiante, orgulloso y seguro de sí mismo.
—Sí.
—Cómo estás  ahora?
—Bien.  Sé que no lo parezco, pero lo estoy. — Su mentón se elevó.  Lo desafió a que él dijese lo contrario. Pero Yunho podía ver que él estaba temblando.
—Tienes fiebre?
Él negó con  la cabeza.
—Estás temblando, — él dijo, tocando su hombro.
Jaejoong se alejó de su contacto, y él oyó el sonido de su respiración suspendida.
—Estoy bien.
Él le tenía miedo,  o,  por lo menos,  estaba tan cauteloso y  aprensivo como un cachorro que había sido pateado. Por qué debería ser  diferente? Yunho estaba horrorizado. Lleno de odio por sí mismo.
—Quiero que descanses. Quiero que comas. Quiero  que comas seis veces por día. Quiero  que recuperes el peso.
— Esa es una orden?— A pesar del sarcasmo, su voz tartamudeó.
—Sí. En dos  semanas  espero que parezcas el que era antes de que yo  partiera. Está claro?
—Quizás  es mejor que me quede como estoy  ahora, — Jaejoong dijo francamente. —Vos no me perseguirás, y yo no tendré que correr.
Yunho sonrió ligeramente.
— Quieres que pongamos a prueba esa teoría?
Jaejoong dobló sus  brazos sobre su pecho y retrocedió.
— Sientes lujuria por un hombre enfermo?
Su sonrisa era más amplia ahora.
—Vos dijiste que no estabas enfermo.
—Puedes ver con tus propios ojos que mentí.
—Entonces agregamos el titulo de mentiroso al de traidor?
—Por qué no? Los maridos también son adúlteros.
—Estás implicando algo?
—Yo?  Yo sólo digo la verdad.
—Cuando te conviene, dices la verdad; y cuando no, mientes. No eres constante, Jaejoong — Yunho ronroneó.
—Y cuando a vos te convienes, te acuestas con tu esposo, y cuando no, me persigues a mí!— Jaejoong replicó, sus mejillas se colorearon. Los ojos de él se agrandaron ante su audacia y su coraje.
Yunho cerró su mano sobre su brazo, pues su coraje lo conmocionaba. 
—Estás exhausta. Podrías enfermarte nuevamente.
—Te importa?— él replicó.
Su mandíbula se apretó. Por un momento largo Yunho no respondió. Entonces, dijo abruptamente.
—La salud y el  bienestar  de todos  los siervos de Aelfgar son  mi responsabilidad. Dónde estás durmiendo?
—Karam me dejó mudarme con mi abuela.
— Te quiero debajo de este techo.
—Para perseguirme mejor?
Su mirada  se clavó en él,  y  Jaejoong se encogió. 
— Es mejor vigilarte, Jaejoong. Eres un traidor, y eres  mi responsabilidad. No confío en vos, ni un poco. —  Y Yunho pensó en la pérdida de York y en su traición  al rey.
El salón estaba vacío, excepto por Changmin, como él había  ordenado. Por la puerta delantera abierta Yunho podía ver las idas y las venidas de sus hombres y de sus siervos. Era un día glorioso, cálido  y luminoso, el primero de julio. No había una nube en el cielo y una capa fina de sudor cubría su piel.
Yunho le informó a Changmin sobre  su reunión con  Siwon y el castigo que había recibido por la fuga de Hyun Joong .
—Es injusto — él gritó. — No tienes por qué  ser tratado como cualquier otro comandante.  Eres su padrino de bodas y él sabe eso!
—Siwon nunca ha sido de apegarse mucho a  sus  favoritos —Yunho dijo,  desviando su  vista de la puerta. Estaba esperando a Jaejoong, a quien había mandado a llamar.  La noche anterior, debido a su angustia,  había perdido  toda  intención de interrogarlo sobre el paradero de sus hermanos. Pero eso debía ser rectificado. — Lo quiero absolutamente   vigilado ahora que él está de pie — él dijo.
Changmin no necesitaba que le digan quien era.
—él… — Él vaciló.
—Di lo que piensas, — Yunho dijo.
—Mi lord, yo no confío en él. Tal vez debería ser mantenido confinado.
La idea era francamente desagradable.
—Él no me traicionará nuevamente, — él dijo con una confianza que no sentía.
—Además, yo lo preciso. — Él sonrió ante la confusión de Changmin. —Si alguien será el contato con los bastardos traidores de sus hermanos, ese será Jaejoong.
Los ojos de Changmin se iluminaron con comprensión.
Jaejoong apareció en la entrada, el sol estaba detrás de él,  creando un halo que oscurecía su figura. Yunho le hizo señas para que entrase, y él avanzó cautelosamente. Su pecho se apretó nuevamente ante la mera visión de él, y su respuesta física le recordó otra cosa como había fallado en exorcizar su lujuria la noche anterior. En su agitación se había  olvidado completamente de su cita con la criada. Ahora ella considerará que soy un marido fiel, él pensó no muy divertido.
Changmin se movió para  partir.
—Quédate — Yunho ordenó, y le sonrió  a Jaejoong. Sus  ojos se agrandaron. Él señaló la silla de Karam. —Siéntate.
Él avanzó, aprensivo ahora, y se sentó él  imponentemente estaba de pie. 
—Dónde están tus hermanos, Jaejoong?
Él parpadeó.
—No lo sé.
—No mientas. Soy tu lord, y estoy exigiendo esa información. Dónde están ellos?
—No lo sé — él dijo con los labios apretados.
Él extendió la mano y tocó su mejilla.
—Debido a tu deslealtad  he perdido York. Y vos me ayudarás a recuperarlo. Nada me detendrá para hallar a Hyun Joong  y entregarlo al rey. Entiendes?
Él estaba enojado, sus ojos eran negros.
—Si piensas que yo te ayudaré, estás equivocado!
—Estoy considerando un matrimonio para vos — Yunho dijo inexpresivamente.
Jaejoong jadeó.
Era una mentira, pero sabía que él apreciaba su independencia, y le iba a mentir para conseguir lo que él buscando.
—Si  me complaces, yo podría reconsiderar la idea. Si  no me complaces, escogeré un marido para vos en el día de hoy. Y  él no será contrario a golpear para obtener la verdad fuera de vos, como soy yo. Probable será un hombre común, ávido por complacer a su nuevo lord, y no dejará que su esposo lo desafíe. Entiendes?
—No lo harías.
—Oh, sí lo  haría — él dijo con calma.
Jaejoong miró  sus  manos apoyadas en  su regazo.
— Verdaderamente no sé a dónde ellos están,  salvo que  están escondidos en el bosque —  él dijo finalmente, mirando hacia arriba. Lágrimas brillaban en sus pestañas.
Yunho supo que él decía la verdad;  podía ver eso en sus  ojos. Sintió  remordimiento para su extorsión.
— Muy bien — él dijo.
Él no había dicho nada que él no supiese.
—Por favor mi lord — Jaejoong dijo.
Yunho esperó.
—No me  hagas casar.
—Lo pensaré — él dijo secamente. Dirigiendose a Changmin, él giró y salió del salón.


3 comentarios:

  1. Pobre JJ , todo por culpa de karammmm malditooo
    Yunho tiene tantos problemas y ese rey que lo estresa mas :(

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  2. pero claro que no lo ara casar si el Yunho antes muerto que sin Jae el solo lo quiere para el solito y jamas de los jamases lo entregaría a otro que no fuera el mismo
    Gracias

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  3. Maldito Karam, todo lo que le hizo a Jae, debería enterarse de alguna manera. Pobre Jae sufre por todo.

    Gracias!!! 💗💕💞

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