Capítulo Siete
—¿Qué está haciendo él aquí?
Jaejoong empezaba a bajar la escalera
cuando Yunho hizo pasar a Wong Jong y le llevó a través de la cocina. Después
de posponer la primera cita de Wong Jong hacía unos días, Yunho estaba deseoso
por comenzar. Mirando hacia arriba, divisó a Jaejoong y le dio a Wong Jong una
serie de instrucciones para que prosiguiera hasta el sótano.
—Hola, cariño, estás precioso. Ven
aquí. —Esperó mientras bajaba, y luego lo envolvió en sus brazos, besándolo
apasionadamente.
Jaejoong estaba vestido para ir
trabajar, con una chaqueta de sport hecha a medida, sin ningún adorno, una
camisa blanca sin mangas debajo y un pantalón rosa palo. Era la primera vez que
llevaba puesto este traje en particular, y al estudiarse en el espejo, había
esperado que Yunho lo aprobase. Obviamente así ocurría. Gimió por el gustazo de
recibir su ardiente asalto.
Yunho se echó hacia atrás y contempló
a su compañero.
—No sé cómo lo haces —observó—. Pero
siempre se te ve fresco, dulce e inocente, aunque debajo de todo eso haya una
pequeña arpía lasciva y sexualmente atractiva.
—No me gusta mostrar mi verdadera
personalidad —soltó él bromeando—. Tendría que repeler a los hombres con una
vara.
—Sí, probablemente sería así —lo miró
encolerizadamente—. Pero no tendrías que encargarte de ellos. No después de que
yo terminara con todos.
Los ojos de Jaejoong se pusieron en
blanco.
—Oye, solamente estaba bromeando,
¿vale? —Deslizó sus manos por su pelo, calmándole y acariciándole— Estoy
contigo, Yunho. No quiero a ningún otro.
Su
dulce caricia le calmó.
—Lo
siento, cielo —se disculpó—. Nunca me he sentido así. Te veo dirigirte a la
puerta, y solamente pienso en agarrarte y mantenerte seguro a mi lado. —Tironeó
de él hacia la cocina—. Creo que me siento algo posesivo. Simplemente dame algo
de tiempo si me pongo demasiado energúmeno —masculló.
—Eso
es tan romántico —pasó los brazos alrededor de su cuello y se apresuró a darle
un besito, dulce en los labios— que no te abofetearé. —Alzando una ceja, se
pegó a él—. No por eso. Pero te haré el amor esta noche —le dio otro beso, pero esta vez más prolongado—.
Simplemente para mostrarte cuánto te amo —otro beso, y le acarició dulcemente
con la lengua los labios—, y te probaré que eres el único hombre al que quiero
—otro beso—, el único hombre al que necesito.
Yunho
bebió de sus suaves besos, del cálido aliento que rociaba sus labios, de sus
palabras de amor. Lo tomó y lo apretó fuertemente contra él.
—Jaejoong.
—Oye,
Yunho, ¿Qué estás hacien… ? —Wong Jong había empezado a pasar por la puerta del
sótano, pero luego hizo una pausa al ver Yunho y Jaejoong uno en brazos del
otro— Lo siento —se disculpó tímido—. Volveré a lo que estaba haciendo
—declaró, retirándose y regresando al sótano.
—Estaré
abajo dentro de un momento, Wong Jong —grito Yunho después de que
desapareciera.
—¿Qué está haciendo aquí? —le preguntó Jaejoong,
desconcertado y frunciendo el ceño.
—Me
llamó desde su trabajo, pero olvidé mencionarte su visita del domingo, porque
en esos momentos estabas durmiendo. ¿Comerás antes de salir, cariño? —le
preguntó.
—Si,
una tostada y un vaso de leche —contestó—. Continúa.
Yunho
tomó el pan y lo colocó en la tostadora, mientras Jaejoong vertía la leche en
un vaso. Le comentó todo sobre la visita de Wong Jong y cómo había decidido
ayudarle.
—Así
que ya ves —continuó mientras untaba con mantequilla la tostada—, si Wong Jong
consigue dominar a Sung Hee, podrá mantenerla a raya y fuera de mi vista.
—¿Crees
de verdad que se siente atraída por él? —preguntó, mordiendo la rebanada que le
había pasado. Luego se la acercó a Yunho para que le diera un mordisco. Él tomó
un plátano de la cesta de la fruta que estaba en el mostrador, lo peló y se lo
dio a él, mirándolo suspicazmente. Su sonrisa maliciosa lo instó a dar un
mordisco agresivo.
Yunho
hizo una mueca.
—¡Oh,
me hieres cariño!
Jaejoong
se partía de risa mientras él tomaba otro mordisco.
Después
de masticar y tragar contestó a su pregunta.
—Sí,
creo que a ella le importa. Como le dije a Wong Jong, Sung Hee nunca se ha
quedado con un mismo hombre durante tanto tiempo. El hecho de que lo esté
haciendo y lleven ya cinco meses significa algo.
Jaejoong
asintió comprendiendo.
—Pues
muy bien, espero que le puedas ayudar. Parece una persona estupenda. Va a
necesitar de toda la ayuda, si tiene que tratar con ella.
—¿Parece
una persona estupenda, huh? —preguntó Yunho, mirándolo inquisidoramente.
—Vamos,
no comiences de nuevo con eso —le pidió. Enjuagó su vaso y, rodeándole, le
pellizcó una de sus tensas mejillas.
—¡Oye!
—soltó agudamente, luego entrecerró los ojos hacia él— ¿Estás jugando conmigo,
cariño?
Jaejoong
sostuvo en alto su mano acallándole.
—¡Detente!
Tengo que ir al trabajo. —Dirigiéndose hacia la puerta principal, de camino
cogió su bolso y las llaves de Yunho. Ya con la puerta abierta le hizo señas
con el dedo para que se acercara. Deslizando la mano sobre su firme y musculoso
pecho, se inclinó hacia delante para darle un sonoro beso—. Jugaremos cuando
vuelva a casa —le prometió en un cálido susurro—. Gracias por dejarme prestado
tu coche.
—Jovencito
—gruñó Yunho—, antes de que salgas, tengo algo para ti. Quise esperar hasta la
tarde, pero soy incapaz de esperar. Quiero que todo el mundo sepa que eres mío.
Metió
la mano en el bolsillo y sacó un anillo de compromiso. El oro blanco brilló,
mientras un gran diamante destellaba con la luz del sol. Jaejoong clavó los
ojos en el anillo con aprensión no disimulada, mientras la comida del estómago
se hacía más pesada. Su mirada se alzó hasta la cara de Yunho y algo murió un
poco dentro de él, cuando observó la alegría y la excitación derramarse por sus
ojos.
—No
puedo —soltó—. Yunho, yo te amo, pero… pero simplemente no puedo. Todo esto
está pasando demasiado rápido. Necesito tiempo para digerirlo, tiempo para
asimilarlo, para… para, no sé —tartamudeó impotente—, para habituarnos.
Yunho
inclinó la cabeza, su cara era una máscara de piedra, la apariencia de sus
ojos, tempestuosa.
—Entiendo,
Jaejoong. Más de lo que crees. Pero quiero que pienses acerca de lo que te voy
a decir. No soy como tu ex-marido, o como cualquier otro hombre débil de
carácter, que un día te hace una promesa y al siguiente se olvida. Soy un alfa
—declaró con altanería—. Tú eres mi compañero. Mío. Mi elección
no es negociable, ni equivocada.
Yunho
se dio media vuelta y se alejó.
Jaejoong,
boquiabierto, clavó los ojos en su espalda. Sus emociones eran una masa
turbulenta de disgusto y confusión. Por un lado, sentía que debía correr tras
él y disculparse, pero por otra parte, también se sentía ofendido por su
actitud arrogante.
Vencido
por su indecisión, cerró la puerta, caminó hacia el coche de Yunho y se acomodó
detrás del volante. Arrancando, se dirigió hacia el camino de acceso, mientras
hacia un profundo análisis de conciencia.
* * * * *
—¿Yunho te pidió que te casaras con
él, y no le aceptaste?
Jaejoong
se encogió sobresaltado ante el tono incrédulo en la voz de Junsu.
—No
me negué. Le dije que necesitaba tiempo para ajustarme a todos los cambios que
habían sucedido en mi vida.
Junsu
inclinó la cabeza pensativo.
—Sí,
puedo entender que quisieras tiempo para eso. —Dedicó una mirada penetrante a Jaejoong—.
Pero también puedo ver que tienes miedo.
Jaejoong
no dijo nada durante un momento, pero se mordió el labio preocupado. Odiaba
admitirlo, pero Junsu estaba en lo cierto. Y Yunho también lo sabía. Esa era la
razón por la que había sido tan vehemente al explicarle que no era como su ex.
Le hirió que no confiara en él.
Sintiéndose
culpable y avergonzado, soltó sin pensar.
—Después de lo que sucedió la
última vez que me case, ¿no tengo derecho a tenerlo?
—Sí,
lo tienes —lo alivió Junsu—. Pero recuerda que Yunho no es tu ex. En lo
referente a la honradez y la integridad, Yunho tiene a sacos. A diferencia de
alguien que ambos conocemos y despreciamos.
Jaejoong
sonrió ante el débil esfuerzo de Junsu para ponerle humor al asunto.
—¿Amas
a Yunho?
—Sí.
Muchísimo.
—Entonces
confía en ti mismo. Yunho es de confianza. Creo que en tu fuero interno lo
sabes.
—Aun
así, necesito algún tiempo antes de abandonarme al compromiso. Yunho va a tener
que entender que hay partes de mi pasado que pueden afectar mi presente.
Necesito tiempo para racionalizarlo, tiempo para enfrentarme a mis miedos.
—Yunho
es un hombre medianamente inteligente y razonable. Estoy seguro que, si se lo
explicas, lo entenderá.
Jaejoong
se rió.
—Estoy
seguro que se sentirá agradecido por esa descripción tan brillante de todos sus
magníficos atributos.
—Es
cierto, pero muchas veces no hace falta que sepan lo maravillosos que son.
Suelen volverse bastante engreídos.
—Hablando
de engreídos —dijo Jaejoong astutamente—. ¿Te dije que ya no necesito mi
vibrador?
Junsu
soltó un gritó de deleite hasta que las dos irrumpieron en risas maliciosas.
* * * * *
Jaejoong se acercó a la casa con el
estómago lleno de mariposas. Determinado a hacer que Yunho viera su punto de
vista sobre como le había afectado el asunto del compromiso, y bastante receloso
acerca del daño y la cólera con el que se habían expresado aquella mañana antes
de partir. ¿Qué ocurría si mostraba la misma determinación que él? ¿Adónde les
llevaría eso?
Las
lágrimas se agolparon en sus ojos y enfadado parpadeó para eliminarlas. «Estoy siendo ridículo», pensó para sus adentros mientras estacionaba
coche. «Podemos resolverlo». Afligido, sintió las piernas débiles
cuando se apeó del coche y caminó hacia la puerta.
Respiró
profundamente y entró en la casa cerrando la puerta a su espalda. Todo estaba
en silencio, y se estaba preguntando si Yunho estaba en casa, cuando escuchó su
voz llamándolo desde el despacho.
—Estoy
aquí dentro, Jaejoong.
Sintió
como se comprimía su pecho, su aliento salía en jadeos poco profundos debido a
la ansiedad que sentía. ¿Habrían sido imaginaciones suyas o había escuchado la
voz de Yunho algo alterada? Jaejoong entró en la habitación y encontró a Yunho
sentado en su escritorio. Luego se puso de pie cuando él entró y rodeó el
escritorio. Su expresión era neutral, exenta de su usual bienvenida.
Antes
de que lo pudiese alcanzar, dio un paso hacia atrás.
—Necesitamos
hablar —dijo él, sintiendo una punzada de malestar ante la tontería de
pronunciar esas palabras tan famosas y que a veces vaticinaban un final.
—Sí,
tenemos que hacerlo —estuvo de acuerdo Yunho. Caminó hacia el sofá invitándolo
a sentarse. Jaejoong así lo hizo y Yunho se sentó sobre la mesita del café que
había delante de él —. ¿Te gustaría empezar tú? —preguntó él
desapasionadamente.
—Sí
—dijo, tomando una profunda inspiración, se reclinó en el asiento y durante un
momento organizó sus pensamientos, sus dedos se retorcían nerviosos—. Me he
dado cuenta de que esta mañana te he lastimado y lo siento. Esa no era mi
intención, pero necesito hacerte ver simplemente cómo… de aterrador es todo
esto para mí. —Se mordió los labios y dejo las lágrimas a un lado, determinado
a mantener el control—. Amé a mi ex-marido, Yunho. Le di todo y él lo
despreció. Nunca supe que tal dolor pudiera existir.
Jaejoong
miró hacia arriba, su mirada quedó prendida en la de él.
—No
nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero lo que siento por ti es muchísimo. No puedo encontrar las palabras adecuadas como para
hacértelo entender. A veces no puedo ni creerme cuanto he podido cambiar. —Sus
ojos bajaron, retorciendo las manos, sus dedos estaban blancos con la presión
que estaba haciendo—. Si algo ocurriese… si tú cambiases de parecer, no podría…
Simplemente no podría.
Yunho
extendió la mano, posándola y cubriendo sus dedos agarrotados. Él sentía la
tensión en él, sentía el miedo desgarrándolo.
—Oh,
Jaejoong —murmuró, tomando su cuerpo tembloroso, lo colocó sobre el regazo,
para así poder rodearlo con los brazos.
Yunho
apoyó la barbilla sobre la parte superior de su cabeza mientras lo mecía.
Sencillamente no se había percatado de lo profundo que era el miedo que lo
poseía. Sintió su dolor y su cólera. Jaejoong no le estaba rechazando, estaba
luchando contra sus demonios. Se riñó silenciosamente por ponerse a sí mismo y
a sus necesidades egoístas por encima de su consuelo y seguridad.
—Lo
siento, cariño. No me di cuenta de lo duro que era todo esto para ti. Me parece
que al final no resulté ser una ganga después de todo —bromeó suavemente,
sorprendido de cómo los brazos de Jaejoong le abrazaron con fuerza.
—No
digas eso —pidió él—. Y menos aún lo pienses.
Yunho
sonrió abiertamente ante la fiera que de repente tenía en sus brazos.
—¿Dices
que podría tener alguna que otra cualidad que valga la pena?
Un
centelleo iluminó sus ojos y una pequeña sonrisa bailó curvando sus labios.
—Tal
vez algunas —le permitió.
Sus
ojos se empañaron invitadores, sus labios se separaron. Yunho se inclinó,
colocando sus labios suavemente sobre los de él. El beso fue largo, suave y
dulcemente sensual. Él sintió el temblor que recorrió su cuerpo mientras Jaejoong se movía nervioso en su regazo,
poniendo máximo empeño en acercarse a él. Yunho se apartó, sonriendo ante su
gemido de frustración.
—Simplemente
una cosa más —le dijo al tiempo que colocaba la mano sobre su pecho y
jugueteaba con el endurecido pezón que presionaba contra la camisa—. Después
nos encargaremos de esto. Antes de que salieras esta mañana, me pediste tiempo
para asimilar todo lo ocurrido. Estoy dispuesto a dártelo, dentro de lo
razonable —le avisó—, porque si tengo que esperar veinte años para poder
ponerte el anillo, no hay acuerdo.
Jaejoong
le abrazó ferozmente de nuevo.
—Gracias,
Yunho, gracias, gracias, gracias. —Puntualizó cada uno de estos agradecimientos
con un beso—. Ahora llévame arriba. Quiero mostrarte cuán agradecido estoy.
—Serás
mentirosillo —acusó—. Solamente me quieres para que me ocupe de tus
necesidades.
—Eso
es cierto —confesó con una sonrisa descarada—. En efecto, sería como «matar dos
pájaros de un tiro».
Yunho
se rió entre dientes, se levantó y llevó a su compañero escaleras arriba, donde
pondrían en peligro a toda una bandada de pájaros.
Su primera diferencia como pareja, pero razonable después de lo que vivió Jae, pero todo se resuelve hablándole y por supuesto haciendo el amor.
ResponderEliminarGracias!!!💗💕💞
Jajaja ponen en peligro a los pobres pajaritos... Y pues a pesar de los problemas el amor puede más y eso es hermoso.
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