Capítulo Nueve
Jaejoong observó a Yunho a través de la puerta
entreabierta de la cocina. Estaba sentado en un banco de piedra al lado del
estanque del koi, alimentando al pez. Una brisa suave movía su cabello,
haciendo que los destellos dorados que había en él relucieran y danzaran.
Bajo su camisa, los músculos de sus brazos se
contraían y movían. Una pequeña sonrisa jugueteó en sus labios —todavía le
asombraba que un hombre tan extraordinario pudiera ser suyo.
Todo parecía perfecto excepto por una nota
discordante, el compromiso. Fiel a su palabra, Yunho no había vuelto a
mencionar el asunto, pero Jaejoong tenía la sensación de que estaba muy a
menudo en su mente. Había veces en las que se quedaba en silencio. Cuando le
preguntaba si algo estaba molestándole, lo negaba inmediatamente. Aunque no lo
admitiría, Jaejoong sabía que todavía estaba preocupado por su renuencia,
especialmente ahora que seguramente había un pequeño en camino.
La mano de Jaejoong cubrió su abdomen todavía plano,
un gesto inconsciente de protección.
Su mirada acarició de nuevo a Yunho, con los ojos
llenos de amor y admiración. Con él encontraba paz y seguridad. Su vida se
sentía completa. El descubrimiento lo inundó con calidez y despejó sus
dudas, dejando detrás una tranquila determinación.
Salió lentamente de la casa y caminó a través del
césped. Se detuvo detrás de Yunho y colocó sus manos sobre los hombros de él,
con los dedos masajeando suavemente los músculos firmes.
—Hum, eso está bien, nene —ronroneó alzando su cabeza
para mirarlo.
Jaejoong sintió que su corazón se saltaba un latido
ante el amor por él que brillaba tan claramente en los ojos de él.
Se inclinó hacia abajo y sus labios encontraron suavemente
los de él. Yunho giró su cuerpo y Jaejoong se encontró en su regazo. El suave
beso terminó y Jaejoong se hundió en los ojos de Yunho, mientras su mano se
alzaba para apartar ligeramente el cabello de su adorada cara.
—Yunho —dijo suavemente—, ¿te casarás conmigo?
Los ojos de Yunho se abrieron de golpe, y luego se
arrugaron en los rabillos mientras una sonrisa curvaba lentamente sus labios.
—¿Estás seguro?
—Estoy seguro.
—¿Sabes que los lobos se emparejan de
por vida, verdad? —preguntó él con un destello en sus ojos.
—No lo querría de ninguna otra forma.
Jaejoong emitió un suave murmullo cuando los labios de
Yunho encontraron los de él en un beso dulce y tierno.
* * * * *
—¿Cómo fue? —Yunho se paró en la puerta del estudio y
estudió a Jaejoong con un poco de preocupación. Acababa de llamar a sus padres
para contarles la noticia de su compromiso.
Jaejoong sonrió un poco
lánguidamente.
—Más o menos como pensaba. Están felices pero
cautelosos.
Yunho entró sin prisa y se detuvo detrás del
escritorio donde Jaejoong estaba sentado. Empezó a masajear los músculos tensos
de sus hombros.
Jaejoong había predicho su reacción, cuando Yunho y él
decidieron llamar a sus respectivos padres y comenzar a extender la feliz
noticia de su compromiso. Sabía que se preocuparían después de todo lo que
había pasado con su primer marido. En cierta forma Jaejoong sentía que les
había fallado cuando su matrimonio se rompió.
Los padres de Yunho quedaron extasiados. El método
seguro e inequívoco por el que un hombre lobo elegía a su compañero, desde
luego, no les dejaba ninguna duda de que su hijo hubiera hecho la elección
correcta. Jaejoong tenía un poco de envidia de lo fácil que había sido para Yunho
el darle la noticia a sus padres.
—Hum —canturreó él con apreciación mientras sus manos
aflojaban firmemente sus tensos hombros—. Me dijeron que te comentara que
tienen muchas ganas de conocerte —le informó él.
Él alzó una cínica ceja.
—Estoy seguro.
—Las tienen —le aseguró—. O pronto las tendrán,
después de que reciban la llamada de Junsu.
—¿Qué tiene Junsu que ver con esto? —preguntó con un
ceño confuso.
—Mamá y papá adoran a Junsu. Confían
incondicionalmente en su juicio —explicó Jaejoong—. Cuando él les dé su
entusiasta recomendación sobre ti, sus mentes se tranquilizarán.
Yunho giro lentamente su silla para
encararlo. Metió un dedo bajo la barbilla de él y lo forzó a alzar los ojos
para que se encontraran con los suyos.
—Te duele que confíen en el juicio de Junsu y no en el
tuyo —pinchó suavemente.
Él asintió, se alzó de la silla y
caminó hacia la ventana.
—Sé que cometí un error, pero yo… —El tono triste de
su voz le hizo sufrir por él.
—Le amabas —declaró Yunho de manera franca, reconociendo
abiertamente el desagradable hecho. Lo siguió a la ventana y lo envolvió en sus
brazos, atrayéndolo contra su pecho—. He aceptado el hecho de que una vez
amaste a otro hombre. Y siento verdadera pena de que te dañara tanto ese asno.
De Jaejoong escapó un pequeño resoplido entrecortado.
—Pero nunca he estado más agradecido en mi vida, que
del hecho de que no te hiciera feliz. —Apretó sus brazos en torno a él—. Si lo
hubiera hecho, nunca nos hubiéramos conocido. O si nos hubiéramos conocido,
habría pasado el resto de mi vida sumido en la tristeza, sabiendo que mi
compañero pertenecía a otro hombre. Nadie elige amar, es el amor el que hace la
elección. Tus padres lo saben, Jaejoong. Creo que subestimas su comprensión. Te
quieren, y estoy seguro de que confían en ti tanto como lo han hecho siempre.
—Le dio un apretón admonitorio—. Déjalo ya, corazón, no te pongas triste sin
razón.
Él se giró en sus brazos y le apretó con una gratitud
tan feroz que él gruñó por la presión que él aplicaba.
—De buena gana habría sufrido un dolor diez veces mayor
si hubiera sabido que al final estarías esperándome. Te amo. —Lo último
fue dicho en un susurro, mientras luchaba contra las lágrimas que fluían de sus
ojos y contraían su garganta.
La frente de Yunho encontró la de él
con un suave golpe.
—Eso lo es todo para mí, Jaejoong, porque confío en tu
juicio. Sin reservas.
Su sonrisa llorosa tocó el corazón de Yunho y luego
sus labios dulcemente sensuales tocaron los suyos, otorgando un beso de una
belleza tan delicada que le comunicó sin palabras la profundidad de su amor por
él. Yunho sintió que las lágrimas le velaban los ojos cuando se unieron,
envueltos en el calor de sus cuerpos y el redoble armonioso de sus corazones.
—Por cierto —murmuró Jaejoong
suavemente—, ¿te dije que mi hermano está de camino?
Yunho gimió.
—Lo adorarás —prometió Jaejoong, con una sonrisa
bromista curvando sus labios, mientras una mirada de seductora inocencia
llenaba sus ojos—. Confía en mí.
* * * * *
Esa tarde Jaejoong y Yunho se retiraron al estudio,
donde Yunho encendió un fuego en la chimenea. Agosto estaba llegando a su fin y
daba paso a septiembre, y las noches se estaban volviendo más frías.
Holgazanearon cómodamente en el sofá,
abrazados, contemplando el fuego.
—Quítate la ropa —susurró Yunho en su oído.
—Lo haré si tú lo haces —replicó él con una sonrisa
sensual.
—Esta vez no, corazón —se negó Yunho—. Yo no soy el
que está a punto de convertirse en lobo.
El corazón de Jaejoong se aceleró
cuando se sentó bruscamente.
—¿Estás seguro de que deberíamos hacer eso? No estoy
seguro de estar preparado. —Su mano se movió protectoramente sobre su
estómago—. ¿No dañará al niño, verdad?
Yunho se puso en pie y tiró de él
para alzarlo.
—No hará daño al pequeño —le aseguró suavemente,
mientras empezaba a desabrocharle con firmeza la camisa—. Te encantará, Jaejoong.
Créeme, será fácil.
Confiando en su palabra comenzó a ayudarle, y pronto
estuvo de pie desnudo, con las sombras que arrojaba la luz del fuego
parpadeando sobre el ligero tinte de su piel. Jaejoong se quedó allí, en
apariencia relajada, bajo el creciente calor de los ojos de él. Sus ojos
dorados comenzaron a brillar y, si él hubiera visto su propio reflejo, habría
notado que los suyos también brillaban con un destello plateado.
Jaejoong notó con placer el bulto creciente en los
vaqueros de Yunho. Deslizó la lengua sobre su labio inferior con anticipación
sensual.
Yunho dio un paso hacia delante y,
con una muestra de gran contención, colocó sus manos sobre los hombros de él.
—Mírame a los ojos —lo instruyó.
Jaejoong se rió tontamente. Al ver su
ceño de desaprobación se serenó.
—Lo siento —se disculpó—. Es solo que sonabas como una
de esas viejas películas de vampiros de la sesión de madrugada.
—Sí, lo sé. Ahora concéntrate —dijo él con fingida
severidad, mientras sus labios se torcían con una sonrisa contenida.
Jaejoong eliminó su propia sonrisa y miró fijamente a
los ojos de Yunho. Se estableció una conexión inmediata y pudo ver, con los
ojos de la mente, a Yunho como un lobo, corriendo con alegre abandono por la
extensión fresca y frondosa de un bosque interminable. Necesitaba estar con él.
El deseo era tan fuerte y penetrante que ardía con él. El calor envolvió su
cuerpo y sintió un extraño cambio que fluía y que lo hizo sentir ligeramente
mareado.
Cuando el mundo se enderezó, se encontró mirando a las
rodillas de Yunho. Dio un paso hacia atrás, confundido, y descubrió que sus dos
piernas se habían convertido en cuatro. Funcionaban perfectamente, pero la
extrañeza de eso hizo que intentara comprobarlo, lo que causó que su cuerpo
comenzara a girar en círculos mientras daba saltos tratando de echar una mirada
a su nuevo equipo.
Sonó la risa de Yunho y Jaejoong se quedó rígido, con
su dignidad lobuna muy ofendida ante el espectáculo de la alegría de él por su
exhibición. Se sentó, la imagen perfecta de la majestad ofendida.
Él se agachó y le ofreció una disculpa muy sincera. Jaejoong
le examinó silenciosamente un momento y luego se movió hacia delante para lamer
su mejilla mostrando su aceptación. Con intención traviesa se alzó, colocó sus
patas delanteras en los hombros de él y lo tiró deliberadamente. Yunho rodó,
riéndose cuando él se elevó sobre él, haciéndole cosquillas mientras lamía su
rostro y su cuello.
Transformándose de nuevo con
facilidad, él se tiró sobre Yunho y rió.
—¡Eso fue divertido! —se entusiasmó.
Yunho se giró, atrapándolo bajo él
con una sonrisa.
—¿Divertido, eh? Déjame mostrarte algo verdaderamente
divertido.
Sin dudar su boca se cerró sobre la punta firme de su pecho
y comenzó a succionar con vigor. Jaejoong gimió y agarró su cabeza con ambas
manos mientras se arqueaba bajo él.
—¿Es esto divertido? —preguntó suavemente, lamiendo su
pezón hinchado.
—¡Oh, oh, sí! —Jadeó— Más divertido, Yunho —exigió.
Yunho se apartó cuidadosamente de él y se puso en pie,
quitándose la ropa con lenta deliberación. Sus ojos permanecieron en Jaejoong,
siguiendo las curvas de su delicioso cuerpo, parándose aquí y allá en las
partes más apetitosas. Se demoró en su pecho, en sus pezones rojos como rubíes
que brillaban con su saliva. Su mirada se dirigió como una flecha a su sexo,
visible entre sus torneados muslos separados.
Yunho tendió el brazo, ofreciéndole una mano. Jaejoong
la tomó y él tiró hasta ponerlo en pie, volviendo al sofá. Se sentó, tiró de él
hacia delante y —sin palabras— le indicó que debía ponerse a horcajadas en su
regazo. Jaejoong obedeció y él tomó su erección en la mano y lo atormentó con
ella.
Jaejoong jadeó y gimió cuando la hinchada y palpitante
cabeza del pene de Yunho se deslizó a través de los espesos jugos de su
excitación. Le frotó repetidamente, luego se deslizó a través de su hendidura
hasta la entrada que le esperaba, aplicando presión, entrando unos pocos
centímetros juguetones y retirándose para provocar de nuevo al necesitado brote.
Jaejoong se puso frenético por empalarse en su duro
pene, pero Yunho lo controló fácilmente mientras murmuraba palabras suaves y
emocionadas de estímulo. Satisfecho por que él estuviera cabalgando al borde
del orgasmo, Yunho entró de nuevo solo hasta el borde interior de su canal.
—Mírame, nene —ordenó—. Quiero ver como te corres.
Los ojos de Jaejoong se clavaron en los suyos mientras
él le permitía lentamente descender, tragándose la longitud dura y palpitante
de su verga. Su aliento salía con esfuerzo de unos pulmones afanosos, y
pequeños quejidos rasgaban su garganta mientras su cuerpo se tensaba, se
tensaba, se tensaba y luego explotaba. Lanzó su cabeza hacia atrás y lloró su
liberación, bombeando rápidamente sus caderas contra el miembro que tenía
enterrado hasta las bolas.
Yunho sostuvo su cuerpo estremecido y
tembloroso mientras se arqueaba hacia atrás, apretando los dientes y reteniendo
su propia liberación. Cuando Jaejoong volvió a la tierra lo atrajo cerca de él,
con la cabeza de él descansando sobre su hombro. Cuando su respiración se hubo
tranquilizado se echó hacia atrás y él alzó la cabeza, encontrando su mirada
tierna.
—¿Eso fue divertido? —preguntó él con una sonrisa
satisfecha y pagada de sí mismo.
—¡Oh, sí! —sonrió él.
—¿Listo para más? —preguntó mientras sus caderas
empujaban hacia arriba, introduciendo más profundamente su miembro,
impacientemente palpitante, en sus profundidades cálidas y deslizantes.
Jaejoong jadeó, luego le correspondió con un
movimiento que obtuvo un gemido de Yunho.
—Siempre —aseguró él con una sonrisa satisfecha.
Comenzaron a moverse en sintonía, con Jaejoong
ondulando contra él, cada movimiento frotaba hábilmente contra su eje
bombeante.
Las manos de Yunho estaban llenas con los firmes
globos de sus nalgas, mientras estimulaba su movimiento. Empujaba rítmicamente
dentro de su vaina ajustada. Su entrada se apretó alrededor de él. Su pene se
sentía enorme cuando se hinchó y endureció hasta un grado final, preparándose
para la eyaculación.
Al sentir el zumbido de la liberación inminente en la
base de su espina dorsal, liberó una de las mejillas redondeadas y metió la
mano entre sus muslos. Deslizándose en la humedad que lo rodeaba, lo masajearon
gentilmente.
—¡Oh, oh, oh Dios, Yunho! —gritó él, cuando el clímax
tomó de nuevo su deseoso cuerpo. Empujando a través del cierre, como un torno
de su carne caliente y resbaladiza, Yunho explotó, bañando sus paredes internas
con el calor cremoso de su semen. Gimió mientras su pene se sacudía con cada
chorro poderoso de semilla.
Completamente saciados, detuvieron sus movimientos
mientras se derretían juntos, en un enredo relajado y flácido de cuerpos y
miembros.
—Definitivamente divertido —murmuró Jaejoong.
Yunho dio un suave resoplido de risa. Con un gruñido
se levantó y puso a Jaejoong en pie.
Se quedaron juntos de pie, balanceándose
inestablemente.
—¿Te vas a vestir? —la preguntó.
—No —respondió sucintamente, inclinándose para recoger
las diversas piezas de ropa en sus brazos. Cuando se alejaba con un bamboleo
falto de coordinación, Jaejoong se paró y miró hacia atrás—. ¿Vas a venir?
—Todavía no —lo miró con lascivia, con sus ojos
enfocados en los deliciosos montículos de su trasero. —Pero sigue andando, nene.
Estaré listo de nuevo para cuando lleguemos arriba.
—Bestia —comentó él, dirigiéndole una mirada directa.
Se giró y continuó su salida de la habitación. Secretamente complacido por su
efecto en él, una sonrisa satisfecha curvó sus labios.
Yunho sonrió.
—Exactamente —murmuró él, con una mirada que seguía
los movimientos hipnóticos de su trasero. Lo siguió con impaciencia por las
escaleras.
* * * * *
Un par de días más tarde llegó el hermano de Jaejoong,
Minho. Tomó un avión e insistió en alquilar un coche y conducir el resto del
camino.
—Es muy independiente —le reveló Jaejoong a Yunho
cuando trató de explicarle la negativa de Minho a dejarles recogerlo en el
aeropuerto.
—Personalmente pienso que solo quiere tener un
vehículo a mano de forma que pueda escaparse rápidamente —teorizó Yunho con una
sonrisa.
Minho llegó a última hora de la tarde. Jaejoong salió
corriendo de la casa para encontrarse con él y ambos chillaron de alegría,
abrazándose el uno al otro con placer. No se habían visto desde la tradicional
reunión de Navidad en casa de sus padres hacía ocho meses, y tenían mucho de lo
que ponerse al día.
Yunho remoloneó en la entrada para darles privacidad,
estudiando al hermano de Jaejoong con curiosidad. El parecido era inequívoco.
Jaejoong miró alrededor en busca de Yunho y le hizo
señas para que se uniera a ellos. Por su parte Minho estudió a Yunho y encontró
que era todo lo que Jaejoong había descrito. Parecía que a su hermano realmente
le había tocado el gordo. Yunho era un monumento, pensó Minho con un ramalazo
de envidia. Se castigó mentalmente mientras miraba a Jaejoong. El rostro de su
hermano brillaba de felicidad mientras observaba acercarse a Yunho. Cualquiera
que pudiera sanar las heridas que el gilipollas, había infligido a su querido
hermano, era digno de su respeto y su afecto. Minho estaba decidido a no tener
celos de la buena fortuna de su hermano. Incluso aunque su propia relación
acabara de irse por el desagüe.
Jaejoong les presentó y ambos intercambiaron
educaros saludos.
—Jaejoong no exageró —empezó Minho después de
estrechar la mano de Yunho—, eres un hombre grande.
Yunho se quedó quieto, momentáneamente perdido,
inseguro de cómo responder a su comentario. El rostro de Minho enrojeció y Jaejoong
se echó a reír.
Sonriendo Minho se disculpó.
—Lo siento, Yunho, si eso no ha sonado bien. Mi boca
tiene tendencia a soltar las cosas antes de que mi cabeza pueda medir las
consecuencias y esto, atajarlas, por así decirlo. —él sacudió la cabeza ante su
confusa explicación, pero continuó bravamente—. Lo que quiero decir es que eres
alto, y cuando estrechaste mi mano noté lo grandes que son tus manos y… ¡Voy a
parar aquí mismo antes de que me meta en más problemas!
Yunho le devolvió la sonrisa.
—Lo entiendo perfectamente. —Puso su brazo alrededor
de Jaejoong y le dijo—: Tienes razón, me gusta.
Minho exhaló un sentido suspiro de
alivio.
—¡Guau!
Yunho rió.
—Vamos, mete tus cosas en la casa y ponte cómodo.
Oh! Mingo, que le presenten a Changmin. Porque en ningún momento han dicho que tenga pareja, 😁😁😁
ResponderEliminarCó será Jae como lobo? Seguramente igual de hermoso que siempre.
Gracias!!! 💗💕💞
Ya se convirtió en lobo.. Ahora quiero saber si sus antojos serán carne de conejo... Crudo jajajajajajaja ese Jae es tremendo... Y se ve que su hermano minho también. Creo que ambos les darán dolores de cabeza a sus parejas
ResponderEliminarThe best 15 casinos in Las Vegas | MapyRO
ResponderEliminarSee 2590 Las Vegas Strip Blvd South Las 서귀포 출장안마 Vegas, NV 89109 United 전라남도 출장안마 States Vegas 논산 출장마사지 Strip Casino Resort Casino's 15,000-square-foot 아산 출장마사지 gaming space features live dealer