lunes, 7 de octubre de 2019

Confiar en un Lobo: Capítulo 9


Capítulo Nueve

Jaejoong observó a Yunho a través de la puerta entreabierta de la cocina. Estaba sentado en un banco de piedra al lado del estanque del koi, alimentando al pez. Una brisa suave movía su cabello, haciendo que los destellos dorados que había en él relucieran y danzaran.
Bajo su camisa, los músculos de sus brazos se contraían y movían. Una pequeña sonrisa jugueteó en sus labios —todavía le asombraba que un hombre tan extraordinario pudiera ser suyo.
Todo parecía perfecto excepto por una nota discordante, el compromiso. Fiel a su palabra, Yunho no había vuelto a mencionar el asunto, pero Jaejoong tenía la sensación de que estaba muy a menudo en su mente. Había veces en las que se quedaba en silencio. Cuando le preguntaba si algo estaba molestándole, lo negaba inmediatamente. Aunque no lo admitiría, Jaejoong sabía que todavía estaba preocupado por su renuencia, especialmente ahora que seguramente había un pequeño en camino.
La mano de Jaejoong cubrió su abdomen todavía plano, un gesto inconsciente de protección.
Su mirada acarició de nuevo a Yunho, con los ojos llenos de amor y admiración. Con él encontraba paz y seguridad. Su vida se sentía completa. El descubrimiento lo inundó con calidez y despejó sus dudas, dejando detrás una tranquila determinación.
Salió lentamente de la casa y caminó a través del césped. Se detuvo detrás de Yunho y colocó sus manos sobre los hombros de él, con los dedos masajeando suavemente los músculos firmes.
—Hum, eso está bien, nene —ronroneó alzando su cabeza para mirarlo.
Jaejoong sintió que su corazón se saltaba un latido ante el amor por él que brillaba tan claramente en los ojos de él.
Se inclinó hacia abajo y sus labios encontraron suavemente los de él. Yunho giró su cuerpo y Jaejoong se encontró en su regazo. El suave beso terminó y Jaejoong se hundió en los ojos de Yunho, mientras su mano se alzaba para apartar ligeramente el cabello de su adorada cara.
—Yunho —dijo suavemente—, ¿te casarás conmigo?
Los ojos de Yunho se abrieron de golpe, y luego se arrugaron en los rabillos mientras una sonrisa curvaba lentamente sus labios.
—¿Estás seguro?
—Estoy seguro.
—¿Sabes que los lobos se emparejan de por vida, verdad? —preguntó él con un destello en sus ojos.
—No lo querría de ninguna otra forma.
Jaejoong emitió un suave murmullo cuando los labios de Yunho encontraron los de él en un beso dulce y tierno.
* * * * *
—¿Cómo fue? —Yunho se paró en la puerta del estudio y estudió a Jaejoong con un poco de preocupación. Acababa de llamar a sus padres para contarles la noticia de su compromiso.
Jaejoong sonrió un poco lánguidamente.
—Más o menos como pensaba. Están felices pero cautelosos.
Yunho entró sin prisa y se detuvo detrás del escritorio donde Jaejoong estaba sentado. Empezó a masajear los músculos tensos de sus hombros.
Jaejoong había predicho su reacción, cuando Yunho y él decidieron llamar a sus respectivos padres y comenzar a extender la feliz noticia de su compromiso. Sabía que se preocuparían después de todo lo que había pasado con su primer marido. En cierta forma Jaejoong sentía que les había fallado cuando su matrimonio se rompió.
Los padres de Yunho quedaron extasiados. El método seguro e inequívoco por el que un hombre lobo elegía a su compañero, desde luego, no les dejaba ninguna duda de que su hijo hubiera hecho la elección correcta. Jaejoong tenía un poco de envidia de lo fácil que había sido para Yunho el darle la noticia a sus padres.
—Hum —canturreó él con apreciación mientras sus manos aflojaban firmemente sus tensos hombros—. Me dijeron que te comentara que tienen muchas ganas de conocerte —le informó él.
Él alzó una cínica ceja.
—Estoy seguro.
—Las tienen —le aseguró—. O pronto las tendrán, después de que reciban la llamada de Junsu.
—¿Qué tiene Junsu que ver con esto? —preguntó con un ceño confuso.
—Mamá y papá adoran a Junsu. Confían incondicionalmente en su juicio —explicó Jaejoong—. Cuando él les dé su entusiasta recomendación sobre ti, sus mentes se tranquilizarán.
Yunho giro lentamente su silla para encararlo. Metió un dedo bajo la barbilla de él y lo forzó a alzar los ojos para que se encontraran con los suyos.
—Te duele que confíen en el juicio de Junsu y no en el tuyo —pinchó suavemente.
Él asintió, se alzó de la silla y caminó hacia la ventana.
—Sé que cometí un error, pero yo… —El tono triste de su voz le hizo sufrir por él.
—Le amabas —declaró Yunho de manera franca, reconociendo abiertamente el desagradable hecho. Lo siguió a la ventana y lo envolvió en sus brazos, atrayéndolo contra su pecho—. He aceptado el hecho de que una vez amaste a otro hombre. Y siento verdadera pena de que te dañara tanto ese asno.
De Jaejoong escapó un pequeño resoplido entrecortado.
—Pero nunca he estado más agradecido en mi vida, que del hecho de que no te hiciera feliz. —Apretó sus brazos en torno a él—. Si lo hubiera hecho, nunca nos hubiéramos conocido. O si nos hubiéramos conocido, habría pasado el resto de mi vida sumido en la tristeza, sabiendo que mi compañero pertenecía a otro hombre. Nadie elige amar, es el amor el que hace la elección. Tus padres lo saben, Jaejoong. Creo que subestimas su comprensión. Te quieren, y estoy seguro de que confían en ti tanto como lo han hecho siempre. —Le dio un apretón admonitorio—. Déjalo ya, corazón, no te pongas triste sin razón.
Él se giró en sus brazos y le apretó con una gratitud tan feroz que él gruñó por la presión que él aplicaba.
—De buena gana habría sufrido un dolor diez veces mayor si hubiera sabido que al final estarías esperándome. Te amo. —Lo último fue dicho en un susurro, mientras luchaba contra las lágrimas que fluían de sus ojos y contraían su garganta.
La frente de Yunho encontró la de él con un suave golpe.
—Eso lo es todo para mí, Jaejoong, porque confío en tu juicio. Sin reservas.
Su sonrisa llorosa tocó el corazón de Yunho y luego sus labios dulcemente sensuales tocaron los suyos, otorgando un beso de una belleza tan delicada que le comunicó sin palabras la profundidad de su amor por él. Yunho sintió que las lágrimas le velaban los ojos cuando se unieron, envueltos en el calor de sus cuerpos y el redoble armonioso de sus corazones.
—Por cierto —murmuró Jaejoong suavemente—, ¿te dije que mi hermano está de camino?
Yunho gimió.
—Lo adorarás —prometió Jaejoong, con una sonrisa bromista curvando sus labios, mientras una mirada de seductora inocencia llenaba sus ojos—. Confía en mí.
* * * * *
Esa tarde Jaejoong y Yunho se retiraron al estudio, donde Yunho encendió un fuego en la chimenea. Agosto estaba llegando a su fin y daba paso a septiembre, y las noches se estaban volviendo más frías.
Holgazanearon cómodamente en el sofá, abrazados, contemplando el fuego.
—Quítate la ropa —susurró Yunho en su oído.
—Lo haré si tú lo haces —replicó él con una sonrisa sensual.
—Esta vez no, corazón —se negó Yunho—. Yo no soy el que está a punto de convertirse en lobo.
El corazón de Jaejoong se aceleró cuando se sentó bruscamente.
—¿Estás seguro de que deberíamos hacer eso? No estoy seguro de estar preparado. —Su mano se movió protectoramente sobre su estómago—. ¿No dañará al niño, verdad?
Yunho se puso en pie y tiró de él para alzarlo.
—No hará daño al pequeño —le aseguró suavemente, mientras empezaba a desabrocharle con firmeza la camisa—. Te encantará, Jaejoong. Créeme, será fácil.
Confiando en su palabra comenzó a ayudarle, y pronto estuvo de pie desnudo, con las sombras que arrojaba la luz del fuego parpadeando sobre el ligero tinte de su piel. Jaejoong se quedó allí, en apariencia relajada, bajo el creciente calor de los ojos de él. Sus ojos dorados comenzaron a brillar y, si él hubiera visto su propio reflejo, habría notado que los suyos también brillaban con un destello plateado.
Jaejoong notó con placer el bulto creciente en los vaqueros de Yunho. Deslizó la lengua sobre su labio inferior con anticipación sensual.
Yunho dio un paso hacia delante y, con una muestra de gran contención, colocó sus manos sobre los hombros de él.
—Mírame a los ojos —lo instruyó.
Jaejoong se rió tontamente. Al ver su ceño de desaprobación se serenó.
—Lo siento —se disculpó—. Es solo que sonabas como una de esas viejas películas de vampiros de la sesión de madrugada.
—Sí, lo sé. Ahora concéntrate —dijo él con fingida severidad, mientras sus labios se torcían con una sonrisa contenida.
Jaejoong eliminó su propia sonrisa y miró fijamente a los ojos de Yunho. Se estableció una conexión inmediata y pudo ver, con los ojos de la mente, a Yunho como un lobo, corriendo con alegre abandono por la extensión fresca y frondosa de un bosque interminable. Necesitaba estar con él. El deseo era tan fuerte y penetrante que ardía con él. El calor envolvió su cuerpo y sintió un extraño cambio que fluía y que lo hizo sentir ligeramente mareado.
Cuando el mundo se enderezó, se encontró mirando a las rodillas de Yunho. Dio un paso hacia atrás, confundido, y descubrió que sus dos piernas se habían convertido en cuatro. Funcionaban perfectamente, pero la extrañeza de eso hizo que intentara comprobarlo, lo que causó que su cuerpo comenzara a girar en círculos mientras daba saltos tratando de echar una mirada a su nuevo equipo.
Sonó la risa de Yunho y Jaejoong se quedó rígido, con su dignidad lobuna muy ofendida ante el espectáculo de la alegría de él por su exhibición. Se sentó, la imagen perfecta de la majestad ofendida.
Él se agachó y le ofreció una disculpa muy sincera. Jaejoong le examinó silenciosamente un momento y luego se movió hacia delante para lamer su mejilla mostrando su aceptación. Con intención traviesa se alzó, colocó sus patas delanteras en los hombros de él y lo tiró deliberadamente. Yunho rodó, riéndose cuando él se elevó sobre él, haciéndole cosquillas mientras lamía su rostro y su cuello.
Transformándose de nuevo con facilidad, él se tiró sobre Yunho y rió.
—¡Eso fue divertido! —se entusiasmó.
Yunho se giró, atrapándolo bajo él con una sonrisa.
—¿Divertido, eh? Déjame mostrarte algo verdaderamente divertido.
Sin dudar su boca se cerró sobre la punta firme de su pecho y comenzó a succionar con vigor. Jaejoong gimió y agarró su cabeza con ambas manos mientras se arqueaba bajo él.
—¿Es esto divertido? —preguntó suavemente, lamiendo su pezón hinchado.
—¡Oh, oh, sí! —Jadeó— Más divertido, Yunho —exigió.
Yunho se apartó cuidadosamente de él y se puso en pie, quitándose la ropa con lenta deliberación. Sus ojos permanecieron en Jaejoong, siguiendo las curvas de su delicioso cuerpo, parándose aquí y allá en las partes más apetitosas. Se demoró en su pecho, en sus pezones rojos como rubíes que brillaban con su saliva. Su mirada se dirigió como una flecha a su sexo, visible entre sus torneados muslos separados.
Yunho tendió el brazo, ofreciéndole una mano. Jaejoong la tomó y él tiró hasta ponerlo en pie, volviendo al sofá. Se sentó, tiró de él hacia delante y —sin palabras— le indicó que debía ponerse a horcajadas en su regazo. Jaejoong obedeció y él tomó su erección en la mano y lo atormentó con ella.
Jaejoong jadeó y gimió cuando la hinchada y palpitante cabeza del pene de Yunho se deslizó a través de los espesos jugos de su excitación. Le frotó repetidamente, luego se deslizó a través de su hendidura hasta la entrada que le esperaba, aplicando presión, entrando unos pocos centímetros juguetones y retirándose para provocar de nuevo al necesitado brote.
Jaejoong se puso frenético por empalarse en su duro pene, pero Yunho lo controló fácilmente mientras murmuraba palabras suaves y emocionadas de estímulo. Satisfecho por que él estuviera cabalgando al borde del orgasmo, Yunho entró de nuevo solo hasta el borde interior de su canal.
—Mírame, nene —ordenó—. Quiero ver como te corres.
Los ojos de Jaejoong se clavaron en los suyos mientras él le permitía lentamente descender, tragándose la longitud dura y palpitante de su verga. Su aliento salía con esfuerzo de unos pulmones afanosos, y pequeños quejidos rasgaban su garganta mientras su cuerpo se tensaba, se tensaba, se tensaba y luego explotaba. Lanzó su cabeza hacia atrás y lloró su liberación, bombeando rápidamente sus caderas contra el miembro que tenía enterrado hasta las bolas.
Yunho sostuvo su cuerpo estremecido y tembloroso mientras se arqueaba hacia atrás, apretando los dientes y reteniendo su propia liberación. Cuando Jaejoong volvió a la tierra lo atrajo cerca de él, con la cabeza de él descansando sobre su hombro. Cuando su respiración se hubo tranquilizado se echó hacia atrás y él alzó la cabeza, encontrando su mirada tierna.
—¿Eso fue divertido? —preguntó él con una sonrisa satisfecha y pagada de sí mismo.
—¡Oh, sí! —sonrió él.
—¿Listo para más? —preguntó mientras sus caderas empujaban hacia arriba, introduciendo más profundamente su miembro, impacientemente palpitante, en sus profundidades cálidas y deslizantes.
Jaejoong jadeó, luego le correspondió con un movimiento que obtuvo un gemido de Yunho.
—Siempre —aseguró él con una sonrisa satisfecha.
Comenzaron a moverse en sintonía, con Jaejoong ondulando contra él, cada movimiento frotaba hábilmente contra su eje bombeante.
Las manos de Yunho estaban llenas con los firmes globos de sus nalgas, mientras estimulaba su movimiento. Empujaba rítmicamente dentro de su vaina ajustada. Su entrada se apretó alrededor de él. Su pene se sentía enorme cuando se hinchó y endureció hasta un grado final, preparándose para la eyaculación.
Al sentir el zumbido de la liberación inminente en la base de su espina dorsal, liberó una de las mejillas redondeadas y metió la mano entre sus muslos. Deslizándose en la humedad que lo rodeaba, lo masajearon gentilmente.
—¡Oh, oh, oh Dios, Yunho! —gritó él, cuando el clímax tomó de nuevo su deseoso cuerpo. Empujando a través del cierre, como un torno de su carne caliente y resbaladiza, Yunho explotó, bañando sus paredes internas con el calor cremoso de su semen. Gimió mientras su pene se sacudía con cada chorro poderoso de semilla.
Completamente saciados, detuvieron sus movimientos mientras se derretían juntos, en un enredo relajado y flácido de cuerpos y miembros.
—Definitivamente divertido —murmuró Jaejoong.
Yunho dio un suave resoplido de risa. Con un gruñido se levantó y puso a Jaejoong en pie.
Se quedaron juntos de pie, balanceándose inestablemente.
—¿Te vas a vestir? —la preguntó.
—No —respondió sucintamente, inclinándose para recoger las diversas piezas de ropa en sus brazos. Cuando se alejaba con un bamboleo falto de coordinación, Jaejoong se paró y miró hacia atrás—. ¿Vas a venir?
—Todavía no —lo miró con lascivia, con sus ojos enfocados en los deliciosos montículos de su trasero. —Pero sigue andando, nene. Estaré listo de nuevo para cuando lleguemos arriba.
—Bestia —comentó él, dirigiéndole una mirada directa. Se giró y continuó su salida de la habitación. Secretamente complacido por su efecto en él, una sonrisa satisfecha curvó sus labios.
Yunho sonrió.
—Exactamente —murmuró él, con una mirada que seguía los movimientos hipnóticos de su trasero. Lo siguió con impaciencia por las escaleras.
* * * * *
Un par de días más tarde llegó el hermano de Jaejoong, Minho. Tomó un avión e insistió en alquilar un coche y conducir el resto del camino.
—Es muy independiente —le reveló Jaejoong a Yunho cuando trató de explicarle la negativa de Minho a dejarles recogerlo en el aeropuerto.
—Personalmente pienso que solo quiere tener un vehículo a mano de forma que pueda escaparse rápidamente —teorizó Yunho con una sonrisa.
Minho llegó a última hora de la tarde. Jaejoong salió corriendo de la casa para encontrarse con él y ambos chillaron de alegría, abrazándose el uno al otro con placer. No se habían visto desde la tradicional reunión de Navidad en casa de sus padres hacía ocho meses, y tenían mucho de lo que ponerse al día.
Yunho remoloneó en la entrada para darles privacidad, estudiando al hermano de Jaejoong con curiosidad. El parecido era inequívoco.
Jaejoong miró alrededor en busca de Yunho y le hizo señas para que se uniera a ellos. Por su parte Minho estudió a Yunho y encontró que era todo lo que Jaejoong había descrito. Parecía que a su hermano realmente le había tocado el gordo. Yunho era un monumento, pensó Minho con un ramalazo de envidia. Se castigó mentalmente mientras miraba a Jaejoong. El rostro de su hermano brillaba de felicidad mientras observaba acercarse a Yunho. Cualquiera que pudiera sanar las heridas que el gilipollas, había infligido a su querido hermano, era digno de su respeto y su afecto. Minho estaba decidido a no tener celos de la buena fortuna de su hermano. Incluso aunque su propia relación acabara de irse por el desagüe.
Jaejoong les presentó y ambos intercambiaron educaros saludos.
—Jaejoong no exageró —empezó Minho después de estrechar la mano de Yunho—, eres un hombre grande.
Yunho se quedó quieto, momentáneamente perdido, inseguro de cómo responder a su comentario. El rostro de Minho enrojeció y Jaejoong se echó a reír.
Sonriendo Minho se disculpó.
—Lo siento, Yunho, si eso no ha sonado bien. Mi boca tiene tendencia a soltar las cosas antes de que mi cabeza pueda medir las consecuencias y esto, atajarlas, por así decirlo. —él sacudió la cabeza ante su confusa explicación, pero continuó bravamente—. Lo que quiero decir es que eres alto, y cuando estrechaste mi mano noté lo grandes que son tus manos y… ¡Voy a parar aquí mismo antes de que me meta en más problemas!
Yunho le devolvió la sonrisa.
—Lo entiendo perfectamente. —Puso su brazo alrededor de Jaejoong y le dijo—: Tienes razón, me gusta.
Minho exhaló un sentido suspiro de alivio.
—¡Guau!
Yunho rió.
—Vamos, mete tus cosas en la casa y ponte cómodo.

3 comentarios:

  1. Oh! Mingo, que le presenten a Changmin. Porque en ningún momento han dicho que tenga pareja, 😁😁😁

    Có será Jae como lobo? Seguramente igual de hermoso que siempre.

    Gracias!!! 💗💕💞

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  2. Ya se convirtió en lobo.. Ahora quiero saber si sus antojos serán carne de conejo... Crudo jajajajajajaja ese Jae es tremendo... Y se ve que su hermano minho también. Creo que ambos les darán dolores de cabeza a sus parejas

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