jueves, 3 de octubre de 2019

La cama equivocada: Capítulo 10


Capítulo Diez

A Yunho le dolía mucho la cabeza. En realidad, le dolía todo el cuerpo. Estaba solo, exactamente como siempre había creído que quería estar. Cuánto se había equivocado.
Seguro que podía llamar a alguien. Tenía un montón de nombres en su agenda, nombres de supuestos amigos, pero, ¿qué harían? Irían y se sentarían a su lado y hablarían del tiempo o de política o de deportes... ninguno de ellos lo conocía de verdad y él tampoco los conocía a ellos. Siempre había mantenido la distancia y se daba cuenta ahora de lo solo que estaba en realidad.
Se daba cuenta porque había una persona que había sabido hacer que aquella distancia desapareciera, una persona a la que se moría por ver, a la que quería a su lado, aquella persona con la que llevaba tres días intentando ponerse en contacto.
Jaejoong no contestaba a las llamadas. Lo había llamado cincuenta veces y siempre le saltaba el contestador automático. Incluso había llamado desde una línea fija para que no reconociera su número, pero tampoco había contestado.
Yunho comprendió que, aunque el accidente no hubiera tenido lugar, habría mandado el mensaje de texto y el resultado habría sido el mismo. Una vida solitaria en la que Jaejoong no habría contestado a sus llamadas.
Se encontraba en el hospital, con varias costillas rotas, por lo que no podía huir.
* * *
Jaejoong se había comprado un teléfono nuevo y estaba decidiendo qué tono de llamada le gustaba más cuando el aparato sonó de repente. No identificó el número, pero contestó de todas maneras.
–¿Sí?
–¿Vas a seguir castigándome mucho más tiempo?
Jaejoong dio un respingo.
–He estado muy ocupado –contestó.
–¿Por qué me tratas así si soy tu amigo? ¿Por qué no has contestado a mis llamadas?
–Porque he perdido mi teléfono –mintió Jaejoong. En realidad, lo había tirado al puerto en un arranque de rabia.
Aquello lo llevó a preguntarse cómo habría conseguido Yunho su nuevo número.
–¿No me vas a gritar ni nada? ¿No estás enfadado conmigo?
–No, Yunho, no estoy enfadado –le aseguró sentándose en el suelo porque las piernas no lo sostenían–. Estoy bien.
–¿De verdad?
–De verdad –contestó orgulloso–. No pasa nada, no me voy a morir por que no vinieras. La verdad es que me lo pasé muy bien. Fue una fiesta maravillosa.
–Sí, he visto las fotos en tu página de Facebook.
–Ya...
Silencio.
–Yunho, ¿te acuerdas de nuestro pacto de ser solo amigos? –le preguntó Jaejoong.
–Sí, ¿qué pasa?
–Bueno, a mí no me está funcionando –confesó Jaejoong.
–¿Y eso?
Jaejoong cerró los ojos y decidió que lo mejor era ser completamente sincero.
–La verdad es que me impide conocer a otros hombres –declaró.
–¿Quieres conocer a otro hombre?
–Sí, creo que sería lo mejor para mí –contestó apretando los puños y sintiendo náuseas.
Definitivamente, era lo mejor. Estaba claro que Yunho solo lo quería para la cama. Tenía que pensar en sí mismo y en lo que era mejor para él.
–¿Ni siquiera me lo vas a decir en persona?
–No, te lo estoy diciendo por teléfono. Y tienes suerte de que no te lo haya dicho por escrito en un mensaje de texto porque he estado a punto de hacerlo –declaró Jaejoong.
–¿Es porque no fui a la entrega?
–Vaya, qué sagaz –le espetó Jaejoong.
–Jaejoong...
–No hace falta que me des explicaciones ni que me pongas excusas. Lo entiendo perfectamente. No te importo.
–Mira, la amistad no es una cosa unilateral –le espetó Yunho también enfadado–. No has sido el mejor amigo del mundo conmigo, ¿sabes?
–No creo que nunca fuéramos amigos de verdad, Yunho. La verdad es que no creo en la amistad cuando existe atracción, así que creo que lo mejor es que la nuestra se termine hoy mismo, ¿de acuerdo? –le soltó cortando la llamada, furioso.
En aquel momento, alguien llamó a la puerta con fuerza. Jaejoong bajó las escaleras a toda velocidad.
–¿Qué haces aquí?
–Es mucho mejor hablar cara a cara –contestó Yunho.
–¿Por qué demonios no viniste? –quiso saber Jaejoong.
–Tuve un accidente de coche.
Jaejoong sintió que el aire no le llegaba a los pulmones.
–No me lo creo.
–Sí, de camino al aeropuerto.
–¿Y por qué no me llamaste? –siguió gritando Jaejoong porque estaba asustado.
–Lo intente al día siguiente, cuando recuperé la consciencia, pero me saltaba todo el rato tu contestador.
Jaejoong se sintió fatal. Yunho había pasado por aquello solo y seguro que se había sentido abandonado de nuevo. Jaejoong sintió que se le rompía el corazón.
Yunho había decidido de camino hacia allá que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para recuperar a aquel hombre, lo que fuera necesario.
–Se supone que los amigos están para cuidar el uno del otro –le espetó–. ¿Por qué no me llamaste tú para ver qué me había pasado?
–Te mandé un mensaje de texto –se defendió Jaejoong.
–Un mensaje de texto –repitió Yunho en tono dolido–. Y nada más. No me llamaste ni esa noche ni al día siguiente. Menos mal que éramos amigos –le recriminó.
–¿Me estás diciendo que es culpa mía?
Sí, efectivamente, todo era culpa de Jaejoong.
–No te importo lo suficiente como para que te preguntaras dónde estaba y en qué estado.
Jaejoong palideció.
–Nunca se me pasó por la cabeza que te pudiera haber ocurrido algo.
–Claro que no. Era más fácil dar por hecho que te iba a fallar –contestó Yunho–. Y así fue. Eso fue exactamente lo que iba a hacer.
Dicho eso, vio que Jaejoong lo miraba horrorizado.
–Antes de tener el accidente, había decidido no venir –le explicó decidiendo ser sincero.
–¿Qué quiere decir eso? –le preguntó Jaejoong distanciándose de él y apoyándose en la pared.
–Había tomado la decisión de poner fin a nuestra amistad. Te estaba mandando un mensaje de texto para decirte que no iba a venir cuando ocurrió el accidente.
Jaejoong se quedó mirándolo fijamente y Yunho sintió el dolor que le estaba causando como si fuera el suyo propio porque su corazón le pertenecía.
–¿Por qué me estás contando todo esto? –quiso saber Jaejoong.
–Porque quiero ser sincero contigo, quiero que las cosas queden claras. No quiero ser tu amigo, Jaejoong. Lo que quiero es ser tu pareja –declaró–. No puedo dejar de pensar en ti.
–A lo mejor lo consigues si lo intentas un poco más –contestó Jaejoong muy enfadado.
–Jaejoong, no puedo vivir sin ti –murmuró Yunho.
–Querrás decir que no puedes vivir sin acostarte conmigo.
–No, no es eso –le aseguró Yunho–. Llevo semanas sin acostarme contigo –añadió sintiendo que la costilla le molestaba al elevar la voz–. Al principio, el sexo era muy importante, pero luego te descubrí a ti como persona.
Jaejoong no pensaba creérselo.
–Solo me llamabas porque era un desafío para ti y, en cuanto me conseguiste en la cabaña de la montaña, dejé de interesarte.
–Eso no es cierto.
–¿Qué es lo que quieres de mí?
–Jaejoong –dijo Yunho apoyándose en la puerta a causa del dolor en el pecho–. No puedo dormir, apenas como, no me puedo concentrar en nada, ni siquiera en el trabajo, no quiero seguir obsesionado. He intentado sobreponerme, pero no puedo seguir luchando. Lo único que quiero es estar contigo, pero nunca he sabido estar con nadie y no quiero hacerte sufrir porque tú no te lo mereces, tú te mereces mucho más de lo que yo puedo darte.
Jaejoong se quedó mirándolo fijamente, sorprendido.
–¿Por qué crees que merezco mucho más de lo que tú puedes darme?
–Porque nunca he sido capaz de darle nada bueno a nadie. La verdad es que no me gusta nada sentirme tan descontrolado como me siento ahora –confesó yendo hacia el sofá–. Mis padres no pudieron realizarse como personas porque su relación los limitó a los dos. Sé que fueron felices, pero me parece frustrante. Nos vinimos a vivir aquí cuando yo tenía seis años, yo tenía acento y un padre muy viejo al que adoraba y al que se le ocurrió comprar una propiedad en ruinas y decidir que lo iba a convertir en un château –recordó Yunho intentando reírse–. Lo planeó todo, muy bonito, pero hasta ahí llegó, no pudo hacer nada más.
–Pero tú lo hiciste por él –recapacitó Jaejoong–. ¿Crees que el amor que sentía por tu madre lo limitó y no le dejó cumplir con sus deseos?
–No solo a él, a los dos. Nadie puede tenerlo todo y, si quieres hacer algo, es mejor ser libre para hacerlo.
–Bueno, a lo mejor ninguno de los dos quería realmente hacer nada. A lo mejor, tu padre estaba encantado de ser el marido de tu madre y tu padre. A lo mejor, prefería pasar tiempo contigo soñando con su château que robártelo construyéndolo de verdad. Seguro que estaría muy orgulloso de ti por todo lo que has alcanzado profesionalmente, pero no sé si estaría tan contento de ver lo solo que te has quedado.
Yunho permaneció en silencio.
–Mi ex me solía echar en cara que estaba todo el día trabajando –comentó de repente–. Tuve que elegir entre él y un proyecto y elegí el trabajo. No quiero hacerte daño y no quiero perderte, pero no sé cómo hacerlo.
–Yo no soy tu ex. Yo quiero apoyarte, no limitarte –le aseguró Jaejoong–. Y quiero que tú me apoyes a mí. ¿Por qué no vamos a poder conseguir cada uno nuestros sueños estando juntos?
–Jaejoong, eres el primer hombre que me importa más que el trabajo, eres el único hombre que quiero a mi lado y voy a seguir insistiendo mientras sea necesario.
A Jaejoong se le llenaron los ojos de lágrimas.
–Jaejoong, lo eres todo para mí –insistió Yunho poniéndose delante de él–. Te quiero tal y como eres, no hace falta que seas de otra manera, eres perfecto para mí –añadió acercándose un poco más–. Te necesito en mi vida, lo he comprendido ahora que he intentado vivir sin ti.
–¿Estás insistiendo? –sonrió Jaejoong mientras gruesas lágrimas le resbalaban por las mejillas.
–Estoy siendo sincero. No quería hacerte daño y te lo he hecho y no te puedes ni imaginar cuánto lo siento, pero lo cierto era que yo tampoco quería sufrir y me pareció que lo mejor para los dos era huir, pero me equivoqué –concluyó tomando aire–. Lo cierto es que soy exactamente igual que mis padres, amo tan profundamente como ellos y te amo a ti. No puedo soportar estar separado de ti, quiero estar contigo todo el rato, no quiero huir, no quiero irme, no quiero separarme de ti –confesó negando con la cabeza–. No puedo dejar de pensar en ti, te echo de menos como un loco, tanto que me duele.
Jaejoong lo comprendía perfectamente porque a él le pasaba lo mismo.
–Nunca he sentido por nadie lo que siento por ti. He intentado sobreponerme a ello, controlarlo, pero no he podido. Quiero estar contigo –insistió Yunho tomándolo de las manos–. No quiero separarme de ti, quiero permanecer a tu lado –añadió mirándolo intensamente a los ojos–. Eres lo más importante que hay en mi vida.
Jaejoong asintió y tragó saliva.
–Eso es lo más bonito que nadie me ha dicho nunca –confesó con un nudo en la garganta.
–Por favor, déjame que te ame –le pidió–. Estoy dispuesto a hacer lo que haga falta.
–Lo único que tienes que hacer es amarme –contestó Jaejoong–. No quiero que dejes nada por mí, nada que sea importante para ti. Tu proyecto, por ejemplo.
–Ya encontrarán a otro. Mi objetivo no es dominar el mercado global, me conformo con el nacional.
–¿De verdad?
–Tengo muchas cosas que hacer por aquí... profesional y personalmente, contigo.
Jaejoong sonrió.
–Yo, también. Por ejemplo, ser el mejor guía del país.
–Claro que sí –asintió Yunho–. Podría ir a verte de vez en cuando al trabajo. Incluso hacer alguna visita contigo y tus grupos –improvisó–. Se me ocurre que podría aprenderme los diálogos de alguna película y que me dieras un súper premio.
Jaejoong se rio.
–No sé si podría contigo en el autobús.
–Prometo solemnemente que nunca intentaría meterle mano durante el trabajo, solo por las noches en el hotel.
–Ya, lo que pasa es que no sé si yo podría evitar abalanzarme sobre ti –contestó Jaejoong–. A lo mejor yo también podría acompañarte en tus viajes.
–Por supuesto. Aunque no creo que vaya a viajar tanto como hasta ahora. Me quiero quedar más tiempo aquí, en la ciudad, contigo.
–¿Te vas a venir a vivir conmigo? –le preguntó Jaejoong enarcando las cejas.
–Si me aceptas... –contestó Yunho.
–¿Crees que sería suficiente para ti?
¿Y si se cansaba? ¿Y si se aburría y sentía que él lo estaba limitando?
–Jaejoong, lo que te estoy proponiendo es un compromiso a largo plazo, un compromiso de por vida. Literalmente. Quiero formar una familia contigo.
–¿Quieres tener hijos conmigo? –se sorprendió Jaejoong.
Yunho asintió.
–Quiero ocuparme de ellos, no quiero que tengan que andar inventándose de todo para que les preste atención, no quiero hacerles eso, quiero que sepan desde el principio lo importantes que son.
Jaejoong lo abrazó. Yunho había comprendido lo importante que aquello era para él.
–A lo mejor basta con decírselo...
–No, las palabras no son suficientes –declaró Yunho–. Hay que demostrarlo. Las palabras no significan nada si no van acompañadas de acciones. Quiero demostrarles que son importantes y también quiero demostrártelo a ti.
–Ya lo has hecho.
–No he hecho más que empezar. Te quiero, Jaejoong. Déjame que te lo demuestre el resto de nuestras vidas.
Jaejoong había soñado a menudo con un final de Hollywood, pero aquel estaba siendo mucho mejor. Veía completa sinceridad en los ojos de su amante y sentía una dicha absoluta en todo su ser. Reía y lloraba a la vez. Cerró los ojos con fuerza y se abrazó a Yunho, aferrándose a él.
Sí, la pasión estaba allí, pero basada en una llama eterna, en un calor seguro que se llamaba amor. Jamás se había sentido tan valorado, tan querido, tan especial. Yunho era su compañero de vida, su igual, e iban a trabajar juntos.
–Te quiero –declaró.
–Te deseo –gimió Yunho tomándolo en brazos.
–No sé si esto es muy buena idea. Estás herido –le recordó Jaejoong.
–Estoy bien –protestó Yunho.
–Eso no es verdad.
–Por favor, no me entretengas, que estoy haciendo lo que puedo –bromeó Yunho.
Jaejoong le acarició la mejilla y sonrió obnubilado, permitiendo que lo condujera en brazos a su dormitorio. Una vez allí, intentó ocultar su sorpresa al ver los moretones que le recorrían el cuerpo.
–No es para tanto –le aseguro Yunho.
–Mentiroso –contestó él besándolo en las costillas amoratadas.
–Te quiero.
* * *
–Nunca habíamos practicado sexo de forma tan sencilla.
–Esto no está siendo sencillo y no estamos practicando sexo –jadeó Yunho mientras Jaejoong lo besaba por todo el cuerpo–. Esto es hacer el amor. Estamos haciendo el amor.
–Claro que sí –contestó Yunho mientras lo penetraba.
–Y lo vamos a hacer muy despacio.
–Muy bien –declaró Jaejoong.
Sus miradas se encontraron y ambos sonrieron.
–Soy el hombre más afortunado del mundo –declaró Yunho abrazándolo con cariño un rato después.
–Y yo, el hombre más feliz del mundo –se rio Jaejoong.
–Eso no te lo voy a discutir.
–Ya lo sé –contestó él muy feliz.

2 comentarios:

  1. Pobre Yunho, por lo menos no fue algo muy grave, y Jae berrinches, lo bueno es que ya reconocieron y aceptaron sus sentimientos y desean formar una familia feliz y darle todo su amor y atención a los hijos que tengan.

    Gracias!!! 💗💕💞

    ResponderEliminar
  2. Sabía... Las cosas pasan x algo y ese accidente hizo comprender a Yunho que no quería estar sólo.. Abrió los ojos y x fin reconoció que amaba a Jae.. Ufff estuvo muy bonito el discurso de yunho sobre cómo quería estar con Jae, muy emotivo.

    Ahora a ver el epílogo para ver que sorpresa nos trae

    ResponderEliminar