Epílogo
Minho estaba agitado. Se había ido a la cama y se
había derrumbado durante un par de horas, luego se había despertado
bruscamente, de repente completamente despierto. El problema era que era un ave
nocturna, y no estaba acostumbrado a irse a la cama tan temprano. Eso, aparte
de encontrarse en una cama que no era familiar, había causado que se
despertara.
Fue por el libro que había guardado en una de sus
bolsas, decidiendo que un poco de romance e intriga sería justo lo que
necesitaba. Cuando cruzaba el suelo una tabla crujió bajo sus pies. Hizo una
pausa y oyó un ruido de rasguños y una risa sorda que avanzaba por el pasillo.
Aparentemente Jaejoong y Yunho estaban yéndose justamente a la cama.
Minho recogió el libro, contemplándolo distraídamente
mientras su mente consideraba a Jaejoong y a Yunho. Su sonrisa era algo triste
mientras pensaba en su propia falta de vida amorosa. ¿Por qué no podía
encontrar nunca al tipo correcto? Se concentró en el libro y decidió que no
funcionaría. Se vistió silenciosamente y caminó suavemente por el pasillo,
descendió las escaleras y avanzó a través de la casa a oscuras, con la ayuda de
la pequeña linterna que siempre llevaba en su llavero. La cocina estaba justo
delante y, si recordaba correctamente, había una puerta que conducía al patio
trasero.
Cuando salió exhaló un suspiro de alivio y alegría. El
aire de la noche era frío y tranquilo, y sintió que su espíritu se elevaba
mientras se apartaba de la casa y se adentraba en los bosques circundantes. La
luna, a pocos días de ser llena, cabalgaba alta en el cielo, facilitándola el
ver el camino que serpenteaba entre los árboles.
Minho caminaba lentamente, sin ningún destino en
mente. Siempre había tenido un buen sentido de la dirección y se sentía a gusto
con la naturaleza. Mientras seguía el camino oyó el chapoteo suave del agua en
la distancia.
Al descubrir el destello reflejado de la luz de la
luna, siguió hacia delante, hasta que entró en un claro donde un riachuelo de
cauce suave alimentaba una charca poco profunda. Una sonrisa iluminó su rostro
mientras caminaba al borde del estanque. Se arrodilló y deslizó los dedos por
el agua clara. Estaba caliente.
Le dirigió al agua una mirada especulativa y luego
comprobó el área circundante. Tras decidir arriesgarse, comenzó rápidamente a
despojarse de su ropa y, desnudo, entró en el agua acogedora.
No vio el par de ojos que brillaban con una
incandescencia mientras lo observaban hundirse en el estanque.
El agua era lo suficientemente profunda como para que
pudiera nadar, lo que así hizo, dando unas pocas vueltas a su circunferencia.
Cansado de ese ejercicio se tumbó sobre la espalda y flotó, admirando el claro
cielo nocturno con su luna y sus innumerables estrellas que brillaban tan
alegremente. Su cuerpo estaba tan relajado que sofocó un bostezo mientras se encontraba
echando de menos la cama que había abandonado no hacía mucho. Con un suspiro
avanzó dando patadas hasta el borde del estanque y se puso en pie, saliendo del
agua.
Minho era ajeno a la imagen que presentaba cuando el
agua se deslizaba de su cuerpo, y lo dejaba pálido y brillante bajo la luz de
la luna. Su cabello, echado hacia atrás, revelaba los rasgos puros y
encantadores de su rostro. Alta y ágil, sus curvas eran plenas y firmes. El pecho
estaba coronado por pezones rosados que se habían endurecido por el frío aire
de la noche. Una cintura esbelta y la curva impecable de sus firmes nalgas. Sus
piernas eran largas y curvilíneas, desde lo alto de sus muslos proporcionados a
sus pies delgados y arqueados.
Con intención de recoger su ropa, se dobló para
recuperar su camisa y comenzó a secarse. El sonido de un leve crujido captó su
atención y buscó en la oscuridad hasta que sus ojos encontraron al lobo.
Estaba parado con un aire tranquilo y majestuoso a no
más de seis metros. Minho se quedó helado por la sorpresa. Un ligero escalofrío
de miedo contrajo su vientre hasta que recordó todas las cosas que había leído
sobre los lobos. Una investigadora en particular había dicho que los lobos
normalmente no atacaban a la gente, y que mientras los estaba estudiando, los
lobos, especialmente los machos, habían sentido curiosidad por ella y a menudo
habían pasado horas en sus cercanías, aparentemente estudiándola mientras ella
les estudiaba a ellos.
Minho se esforzó en relajar sus músculos contraídos
mientras admiraba al lobo. Su piel era espesa y lustrosa, principalmente negra,
aclarándose hacia el pecho, el bajo vientre y las patas. Parecía enorme, aunque
no tenía nada con que compararlo al no haber visto nunca antes un lobo. Y sus
ojos… ¿Estaban brillando? Seguramente era un reflejo de la luz de la luna en el
agua, reflexionó él. Como no estaba seguro de qué color tenían normalmente los
ojos los lobos, encontró el verde y azul completamente notable.
Un jirón de aire nocturno sopló en su piel, haciéndolo
temblar.
—Espero que no te importe —le dijo al lobo
suavemente—, pero tengo que moverme. Yo no tengo pelo, ¿sabes?, y hace un poco
de frío aquí sin ropa.
Como respuesta el lobo ladeó la cabeza y luego se
sentó, contemplándolo expectante.
—Supongo que eso significa que está bien —refunfuñó Minho
mientras se vestía cuidadosamente, con movimientos tranquilos y pausados.
Todo el tiempo el lobo lo miraba con interés.
Tras ponerse los zapatos se puso de frente al lobo.
—Bueno, fue un placer conocerte —expresó él—. Pero
tengo que irme. Espero que hayas disfrutado del espectáculo.
Como respuesta la boca del lobo se abrió y su lengua
quedó colgando en una gran sonrisa canina.
Un ceño suspicaz cruzó el rostro de Minho.
—¿Te ha dicho alguien alguna vez que eras extraño?
—preguntó él, y luego admitió—: Pero muy hermoso. Gracias por hacerme compañía.
Tal vez nos encontremos alguna vez.
Él retrocedió unos pocos pasos, solo para ver si había
alguna objeción. Cuando el lobo no hizo ningún movimiento, se volvió y siguió
el rastro de vuelta a la casa. Tras deslizarse silenciosamente en la cocina, cerró
con llave y se arrastró escaleras arriba a su habitación, se cambió rápidamente
y se deslizó de vuelta a la cama.
Seguro, cálido y agradablemente soñoliento, Minho
comenzó a dejarse llevar hasta que el aullido evocador de un lobo perforó la
quietud de la noche. Escuchó el sonido con temor mientras por la espina dorsal
le bajaba un escalofrío.
Justo al final del pasillo, tanto Yunho como Jaejoong
escucharon el aullido.
—Changmin —identificó Yunho.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Jaejoong con un bostezo
somnoliento.
Yunho lo abrazó.
—Probablemente solo salió a correr.
—Mmm —murmuró Jaejoong mientras se acurrucaba contra
él y se dormía.
Yunho permaneció despierto y escuchó un segundo
aullido agitado. Antes había oído regresar a Minho de su paseo a la luz de la
luna. Se quedó tumbado silenciosamente, especulando sobre las posibilidades…
Que emoción, ya se conocieron Mingo y Changmin, ojala hagas un segundo epílogo. Esta hermosa está historia.
ResponderEliminarGracias por compartirla y por haber actualizado tu blog, tiene hermosas historias, voy a continuar con otra, gracias nuevamente!!! 💗💕💞
Habrá continuación de la historia??
ResponderEliminarIgual me quedé con ganas de ver a un Jae embarazado y con antojos, convirtiéndose en lobo gordito!!!
Gracias x la historia y x regresar al blog
Me encantó la historia. Creo que Changmin acaba de ser flechado 🤣🤣. Que emoción YH y JJ van a crear su propio pack, van a estar bien ocupados.
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