lunes, 7 de octubre de 2019

Confiar en un Lobo: Epílogo


Epílogo

Minho estaba agitado. Se había ido a la cama y se había derrumbado durante un par de horas, luego se había despertado bruscamente, de repente completamente despierto. El problema era que era un ave nocturna, y no estaba acostumbrado a irse a la cama tan temprano. Eso, aparte de encontrarse en una cama que no era familiar, había causado que se despertara.
Fue por el libro que había guardado en una de sus bolsas, decidiendo que un poco de romance e intriga sería justo lo que necesitaba. Cuando cruzaba el suelo una tabla crujió bajo sus pies. Hizo una pausa y oyó un ruido de rasguños y una risa sorda que avanzaba por el pasillo. Aparentemente Jaejoong y Yunho estaban yéndose justamente a la cama.
Minho recogió el libro, contemplándolo distraídamente mientras su mente consideraba a Jaejoong y a Yunho. Su sonrisa era algo triste mientras pensaba en su propia falta de vida amorosa. ¿Por qué no podía encontrar nunca al tipo correcto? Se concentró en el libro y decidió que no funcionaría. Se vistió silenciosamente y caminó suavemente por el pasillo, descendió las escaleras y avanzó a través de la casa a oscuras, con la ayuda de la pequeña linterna que siempre llevaba en su llavero. La cocina estaba justo delante y, si recordaba correctamente, había una puerta que conducía al patio trasero.
Cuando salió exhaló un suspiro de alivio y alegría. El aire de la noche era frío y tranquilo, y sintió que su espíritu se elevaba mientras se apartaba de la casa y se adentraba en los bosques circundantes. La luna, a pocos días de ser llena, cabalgaba alta en el cielo, facilitándola el ver el camino que serpenteaba entre los árboles.
Minho caminaba lentamente, sin ningún destino en mente. Siempre había tenido un buen sentido de la dirección y se sentía a gusto con la naturaleza. Mientras seguía el camino oyó el chapoteo suave del agua en la distancia.
Al descubrir el destello reflejado de la luz de la luna, siguió hacia delante, hasta que entró en un claro donde un riachuelo de cauce suave alimentaba una charca poco profunda. Una sonrisa iluminó su rostro mientras caminaba al borde del estanque. Se arrodilló y deslizó los dedos por el agua clara. Estaba caliente.
Le dirigió al agua una mirada especulativa y luego comprobó el área circundante. Tras decidir arriesgarse, comenzó rápidamente a despojarse de su ropa y, desnudo, entró en el agua acogedora.
No vio el par de ojos que brillaban con una incandescencia mientras lo observaban hundirse en el estanque.
El agua era lo suficientemente profunda como para que pudiera nadar, lo que así hizo, dando unas pocas vueltas a su circunferencia. Cansado de ese ejercicio se tumbó sobre la espalda y flotó, admirando el claro cielo nocturno con su luna y sus innumerables estrellas que brillaban tan alegremente. Su cuerpo estaba tan relajado que sofocó un bostezo mientras se encontraba echando de menos la cama que había abandonado no hacía mucho. Con un suspiro avanzó dando patadas hasta el borde del estanque y se puso en pie, saliendo del agua.
Minho era ajeno a la imagen que presentaba cuando el agua se deslizaba de su cuerpo, y lo dejaba pálido y brillante bajo la luz de la luna. Su cabello, echado hacia atrás, revelaba los rasgos puros y encantadores de su rostro. Alta y ágil, sus curvas eran plenas y firmes. El pecho estaba coronado por pezones rosados que se habían endurecido por el frío aire de la noche. Una cintura esbelta y la curva impecable de sus firmes nalgas. Sus piernas eran largas y curvilíneas, desde lo alto de sus muslos proporcionados a sus pies delgados y arqueados.
Con intención de recoger su ropa, se dobló para recuperar su camisa y comenzó a secarse. El sonido de un leve crujido captó su atención y buscó en la oscuridad hasta que sus ojos encontraron al lobo.
Estaba parado con un aire tranquilo y majestuoso a no más de seis metros. Minho se quedó helado por la sorpresa. Un ligero escalofrío de miedo contrajo su vientre hasta que recordó todas las cosas que había leído sobre los lobos. Una investigadora en particular había dicho que los lobos normalmente no atacaban a la gente, y que mientras los estaba estudiando, los lobos, especialmente los machos, habían sentido curiosidad por ella y a menudo habían pasado horas en sus cercanías, aparentemente estudiándola mientras ella les estudiaba a ellos.
Minho se esforzó en relajar sus músculos contraídos mientras admiraba al lobo. Su piel era espesa y lustrosa, principalmente negra, aclarándose hacia el pecho, el bajo vientre y las patas. Parecía enorme, aunque no tenía nada con que compararlo al no haber visto nunca antes un lobo. Y sus ojos… ¿Estaban brillando? Seguramente era un reflejo de la luz de la luna en el agua, reflexionó él. Como no estaba seguro de qué color tenían normalmente los ojos los lobos, encontró el verde y azul completamente notable.
Un jirón de aire nocturno sopló en su piel, haciéndolo temblar.
—Espero que no te importe —le dijo al lobo suavemente—, pero tengo que moverme. Yo no tengo pelo, ¿sabes?, y hace un poco de frío aquí sin ropa.
Como respuesta el lobo ladeó la cabeza y luego se sentó, contemplándolo expectante.
—Supongo que eso significa que está bien —refunfuñó Minho mientras se vestía cuidadosamente, con movimientos tranquilos y pausados.
Todo el tiempo el lobo lo miraba con interés.
Tras ponerse los zapatos se puso de frente al lobo.
—Bueno, fue un placer conocerte —expresó él—. Pero tengo que irme. Espero que hayas disfrutado del espectáculo.
Como respuesta la boca del lobo se abrió y su lengua quedó colgando en una gran sonrisa canina.
Un ceño suspicaz cruzó el rostro de Minho.
—¿Te ha dicho alguien alguna vez que eras extraño? —preguntó él, y luego admitió—: Pero muy hermoso. Gracias por hacerme compañía. Tal vez nos encontremos alguna vez.
Él retrocedió unos pocos pasos, solo para ver si había alguna objeción. Cuando el lobo no hizo ningún movimiento, se volvió y siguió el rastro de vuelta a la casa. Tras deslizarse silenciosamente en la cocina, cerró con llave y se arrastró escaleras arriba a su habitación, se cambió rápidamente y se deslizó de vuelta a la cama.
Seguro, cálido y agradablemente soñoliento, Minho comenzó a dejarse llevar hasta que el aullido evocador de un lobo perforó la quietud de la noche. Escuchó el sonido con temor mientras por la espina dorsal le bajaba un escalofrío.
Justo al final del pasillo, tanto Yunho como Jaejoong escucharon el aullido.
—Changmin —identificó Yunho.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Jaejoong con un bostezo somnoliento.
Yunho lo abrazó.
—Probablemente solo salió a correr.
—Mmm —murmuró Jaejoong mientras se acurrucaba contra él y se dormía.
Yunho permaneció despierto y escuchó un segundo aullido agitado. Antes había oído regresar a Minho de su paseo a la luz de la luna. Se quedó tumbado silenciosamente, especulando sobre las posibilidades…

3 comentarios:

  1. Que emoción, ya se conocieron Mingo y Changmin, ojala hagas un segundo epílogo. Esta hermosa está historia.

    Gracias por compartirla y por haber actualizado tu blog, tiene hermosas historias, voy a continuar con otra, gracias nuevamente!!! 💗💕💞

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  2. Habrá continuación de la historia??

    Igual me quedé con ganas de ver a un Jae embarazado y con antojos, convirtiéndose en lobo gordito!!!

    Gracias x la historia y x regresar al blog

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  3. Me encantó la historia. Creo que Changmin acaba de ser flechado 🤣🤣. Que emoción YH y JJ van a crear su propio pack, van a estar bien ocupados.

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