jueves, 3 de octubre de 2019

La cama equivocada: Capítulo 9


Capítulo Nueve

Yunho estaba en mejor forma que él, era evidente, porque se había recuperado mucho más rápido, pero tuvo la delicadeza de dejar que permaneciera tumbado un rato.
–¿Te apetece algo? –le preguntó de repente.
–¿No lo dirás en serio? –se sorprendió Jaejoong.
Yunho se rio.
–Me refiero a comer algo.
–Ah, eso sí.
Yunho se dirigió a la planta de abajo y volvió con unas barritas de cereales y miel, chocolate y bebidas isotónicas. Jaejoong sonrió encantado.
–Tómate esto y ya verás. Ya sé que no es comida gourmet, pero da un montón de energía, que es exactamente lo que vas a necesitar para las próximas diez horas.
A Jaejoong le encantó aquella sugerencia.
–¿No vamos a dormir ni un poquito? –le preguntó.
–Ni un poquito –le aseguró Yunho.
Dos horas después, Jaejoong se dijo que seguro que Yunho querría dormir un poco, pero, para su sorpresa, y aunque fuera una locura, se dio cuenta de que, a pesar de estar físicamente exhausto, él no quería dormir.
–¿Podemos apagar la linterna? –propuso.
–No –contestó Yunho.
–¿Y si te prometo repetir tu nombre continuamente para que te quede claro que sé perfectamente con quién estoy?
Yunho chasqueó la lengua como si lo estuviera pensando.
–¿Por qué quieres apagar la luz si sabes que no vamos a dormir en toda la noche?
–Para ver las estrellas –contestó Jaejoong.
–Está bien –accedió Yunho.
–Lo de decir tu nombre lo decía en serio, ¿eh? –comentó Jaejoong.
Yunho apagó la luz. La luna no estaba especialmente grande, pero la masa de estrellas que se veía era increíble. Jaejoong se deslizó hasta el borde de la cama que estaba más cerca de la ventana y se quedó mirando el cielo.
–Yunho, este lugar es impresionante.
–Me alegro de que te guste.
–No me gusta, me encanta. Yunho, estar aquí es como estar en el cielo.
Sí, a él le parecía lo mismo.
–Yunho, ¿sabes dónde está Lepus?
Yunho supuso que se trataba de una constelación.
–No, yo solo sé localizar la Osa Mayor.
–Mira, Yunho, ¿ves esa constelación grande de ahí? Bueno, pues justo debajo hay tres estrellas que forman una liebre. ¿La ves, Yunho?
–Creo que sí –contestó Yunho tumbándose a su lado y riéndose–. ¿Tu padre te enseñó a localizar las estrellas?
–No, Yunho, a él le gustaba más la montaña y vivía única y exclusivamente para conquistarla. Aprendí yo solo. Solía tumbarme por las noches después de la escalada y era como un premio por haber sobrevivido a otro día.
–Vaya, qué horror.
–No era para tanto, Yunho. Por lo menos, a él lo tenía un ratito para mí de vez en cuando. Mi madre, por el contrario, se pasaba el día entero al teléfono.
Pobre Jaejoong. Yunho decidió que lo mejor que podía hacer por él era prestarle toda su atención... aquella noche, así que permaneció tumbado a su lado mientras se reía cada vez que decía su nombre. La conversación fue haciéndose cada vez más personal.
Jaejoong en un momento dado, le preguntó a Yunho por la muerte de su padre y la marcha de su madre a Francia. Yunho intentó alejarse del tema porque aquella época de su vida había sido muy desagradable, pero Jaejoong lo envolvió con su cuerpo y no se lo permitió.
–No me gusta hablar de ello –admitió.
Jaejoong lo abrazó y susurró su nombre. Yunho nunca había hablado de aquello con nadie, no le había contado a nadie lo duro que había sido cuidar de su padre cuando estaba en estado terminal y su madre había tirado la toalla. Nunca había compartido aquella carga tan pesada con nadie, jamás había hablado de su terrible pérdida, de la impotencia, de la soledad, de aquel dolor que no quería volver a sentir jamás.
–Yunho –murmuró Jaejoong con cariño, acariciándolo con su voz con mucha dulzura.
A Yunho le pareció que lo entendía y que, de alguna manera, absorbía aquel dolor profundo que llevaba dentro y, por primera vez en su vida, se relajó en un abrazo. Jaejoong lo sostuvo entre sus brazos y él se lo permitió hasta que el repentino momento de melancolía hubo pasado y ya no quiso su consuelo sino otra cosa.
–¿Qué haces? –le preguntó Jaejoong al ver que se movía.
–Voy a encender la luz –contestó Yunho.
–¿Por qué?
–Porque, para cuando haya terminado contigo, no te vas a acordar de mi nombre ni del tuyo –contestó Yunho agarrándolo de las piernas y tirando de él hacia él.
–Qué bien suena eso –contestó Jaejoong riéndose.
Jaejoong se despertó unas horas después.
–Madre mía, qué niebla –comentó mirando por la ventana.
–Sí, no vamos a poder despegar con este tiempo.
–Pero no podemos quedarnos aquí otra noche –se escandalizó Jaejoong.
–No nos va a quedar más remedio, volar en estas condiciones climatológicas sería muy arriesgado.
Jaejoong había conseguido aguantar una noche, pero no sabía si iba a ser capaz de aguantar otra, porque se estaba jugando el corazón.
–Pero...
–Tranquilo, tampoco vamos a poder hacer nada porque nos hemos quedado sin preservativos.
–¿Lo dices en serio?
–Sí, solo tenía tres.
¿Cómo no se le había ocurrido a él comprar también? ¡Tendría que haberse llevado una tonelada! ¿Y solo lo habían hecho tres veces? Le parecía que habían sido muchas más. Debía de ser porque, por supuesto, había habido otro tipo de orgasmos.
–Posiblemente, será lo mejor –recapacitó cerrando los ojos–. Con lo de anoche ha sido suficiente –añadió rezando para que la niebla se despejara pronto y pudieran irse cuanto antes.
–Tienes razón –comentó Yunho.
–¿Cómo? –se rio Jaejoong para ocultar su sorpresa–. ¿Puedes volver a decirlo, por favor?
–Tienes razón –repitió Yunho.
–Un poco más alto.
Yunho agarró la almohada que tenía bajo la cabeza y se la lanzó.
–Vaya, un hombre que puede admitir que otra persona, tiene razón –bromeó Jaejoong para ocultar la decepción que le producía no poder volver a acostarse con él y que para Yunho una sola noche hubiera sido de verdad suficiente–. ¿Cómo es que te han dejado escapar? Deberían estar todos corriendo detrás de ti.
–Será porque me convierto en hombre lobo cuando hay luna llena –bromeó Yunho recordando aquella broma de la primera vez.
–Todavía con más razón –contestó Jaejoong–. A los hombres nos encantan los hombres con un toque animal, ya lo sabes.
–A ti, desde luego que te gusta –contestó Yunho enarcando las cejas.
Jaejoong se mojó los labios, echó la cabeza hacia atrás y aulló. Aunque apenas habían dormido un par de horas, parecía que ninguno de los dos tenía sueño, así que en un tácito y mutuo acuerdo se vistieron, bajaron y se sentaron en la alfombra frente a la chimenea.
–Solo quedan barritas de muesli –anunció Yunho–. Siento mucho no tener nada más.
–Me encantan las barritas de muesli –le aseguró Jaejoong.
–Ni siquiera tengo una baraja de cartas aquí –se lamentó Yunho.
–Mejor, porque solo sé jugar al póquer –contestó Jaejoong decidiendo, al ver la mirada pícara de Yunho, que había llegado el momento de cambiar de tema–. ¿Te he dicho que me han nominado para un premio? –le preguntó sonriente.
–No –contestó Yunho muy satisfecho de sí mismo al saberse el responsable de aquella sonrisa.
–¡Bueno, es un premio que no es muy importante, pero yo estoy muy ilusionado porque solo llevo dos meses trabajando y ya se han fijado en mí! –exclamó Jaejoong sentándose sobre sus galones.
¿Entonces esa era la razón de su sonrisa? ¿No era por que hubiera pasado una noche de sexo maravillosa con él? Yunho se sintió estúpido.
–Me alegro mucho por ti –le dijo–. ¿Cuándo te lo han comunicado?
–Hace unos días –contestó Jaejoong.
¿Hacía unos días? Pero si hablaban por teléfono todas las noches.
–¿Y por qué no me lo habías dicho? –quiso saber, algo molesto.
–Te lo quería contar en persona porque quería ver tu reacción –contestó Jaejoong.
–Ah –contestó Yunho sintiéndose algo mejor–. Bueno, pues es fantástico. Me alegro por ti.
–Por fin sé lo que quiero hacer en la vida, tengo el mejor trabajo del mundo –comentó Jaejoong mordiendo la barrita de muesli.
A Yunho le encantaría estar a su lado cuando ganara el premio porque seguro que lo ganaba. Le encantaría abrazarlo en aquel momento O, bueno, para ser sinceros, darle algo más que un abrazo.
–¿Y cuándo se anuncia al ganador?
–El fin de semana que viene. Habrá un acto con cena y entrega de premios.
–¿Puedes ir con acompañante?
–No lo sé...
–Si puedes, ¿me llevas contigo?
–¿Quieres venir? –le preguntó encantado.
–Por supuesto, ¿para qué están los amigos? –dijo Yunho recordándose que eso era lo que eran a partir de entonces.
–Amigos –repitió Jaejoong.
–Seguimos siendo amigos, ¿no?
–Por supuesto –contestó Jaejoong intentando sonreír.
Yunho se alegró cuando la niebla se disipó y comenzó a brillar el sol con fuerza porque necesitaba tiempo a solas para dilucidar qué había ocurrido.
Volaron hasta el aeropuerto, desde donde Jaejoong viajó solo porque Yunho se iba a quedar un par de días más en su propiedad. Se despidieron en la puerta de embarque con un beso apasionado que no eran muy propio de unos amigos.
Aquello hizo que Yunho se planteara que, quizás, pudieran mantener la amistad por teléfono y la pasión cuando se vieran. No estaría mal. A lo mejor, verse así sería lo mejor para que su relación durara mucho.
Tres días después, Jaejoong se paseaba por su despacho. Se suponía que tenía que estar cerrando ya la próxima visita, pero no se podía concentrar. Menos mal que su jefa creyó que era porque la entrega de premios estaba cerca y no por Yunho.
Lo iba a ver al día siguiente y sabía que venía en plan de amigos, pero no podía evitar estar nervioso porque, a lo mejor, pasaba algo...
Definitivamente, quería algo más que una amistad con él. Jamás se había sentido tan cerca de nadie como se había sentido de él en aquella cabaña. Jamás se había sentido tan cerca del cielo.
Yunho estaba consultando su calendario y planeando viajes para ver a Jaejoong cuando sonó el teléfono.
Anthony MacKenzie, dueño de una cadena de grandes almacenes de Australia, estaba en el país. con su hermana.
–Nos encantaría tener una reunión con usted. Nos han contado que se le da muy bien el lujo discreto.
–¿Quieren ustedes alojarse en una de mis propiedades?
–Lo que queremos es que venga con nosotros y nos construya unas cuantas.
Yunho se quedó paralizado por la emoción. No había pensado en expandir tanto su negocio, pero supo aprovechar la oportunidad.
–¿Cuándo les viene bien que nos veamos?
Anthony le propuso al día siguiente, lo que hizo que Yunho frunciera el ceño, pero la reunión sería por la tarde y el evento de recogida de premios con Jaejoong era por la noche. Seguro que le daba tiempo de tomar el último vuelo y, si no lo conseguía, siempre podría volar en su helicóptero.
En cuanto hubo colgado a Anthony, llamó a Jaejoong para compartir con él su alegría.
–¿Estás nervioso? –le preguntó.
–No, me da igual ganar o perder, lo que quiero es pasármelo bien –le aseguró.
Yunho sonrió. No lo creía en absoluto. Sabía que Jaejoong quería ganar.
–Tengo una reunión mañana por la tarde y...
–Ah, y no vas a venir–lo interrumpió Jaejoong con voz apenada–. No pasa nada. Ya sé que estás muy ocupado. Si no puedes venir, no pasa nada.
Yunho se quedó petrificado al comprender que Jaejoong esperaba en lo más profundo de sí mismo que fuera. Eso era lo que debía de estar acostumbrado a vivir con los demás. Y estaba intentando disimular por todos los medios el dolor que le producía. Se notaba que tenía mucha práctica en ello, pero a Yunho no le gustó la poca confianza que tenía en él.
–Por supuesto que voy a ir –le aseguró–. Tengo la reunión por la tarde y, luego, voy para allá. Es un vuelo corto, así que llegaré a tiempo.
–No tienes por qué...
–Quiero hacerlo, Jaejoong –suspiró–. Confía en mí.
Jaejoong permaneció en silencio.
–Muy bien.
Después de aquello, ya no estaba tan contento como en el momento de iniciar la llamada, pero, aun así, le contó lo de la propuesta.
–Qué buenas noticias –contestó Jaejoong–. ¿Y luego?
–¿Eh?
–¿Y cuando hayas triunfado? ¿Seguirás expandiendo el negocio por el mundo entero?
–No sé... –contestó Yunho algo contrariado–. Tal vez, Indonesia o Fiyi...
–¿Será suficiente? ¿Por qué no seguir un poco más? –le espetó Jaejoong.
Yunho no comprendió su ataque y le estaba molestando, pero no quería discutir con él, así que cambió de tema.
–¿Qué te vas a poner? –le preguntó para intentar levantarle el ánimo.
–Pareces ese amigo homosexual con muy buen gusto que toda mujer quiere tener –comentó Jaejoong.
Yunho se obligó a reírse, pero el comentario no le había hecho ninguna gracia.
–¿No era eso lo que tú querías, que fuéramos amigos?
* * *
Yunho se entrevistó con Anthony y Annabel MacKenzie al día siguiente. Resultaron ser dos hermanos de carácter fuerte que sabían muy bien lo que querían.
–Llevamos un tiempo observándote, tenemos amigos en común que nos han hablado muy bien de ti y lo que hemos visto hasta el momento nos ha encantado porque se nota que te gusta trabajar, que te entregas a lo que haces y que lo haces muy bien –comentó Annabel, una mujer menuda y decidida.
Yunho sonrió satisfecho.
–Necesitaría poder tener control completo a la hora de tomar decisiones –comentó.
–Así sería –le aseguró Anthony.
Mientras conversaban, Yunho se dio cuenta de que Annabel era una mujer acostumbrada a conseguir lo que quería. En eso, se parecía mucho a él. Los dos eran ambiciosos y estaban dispuestos a hacer sacrificios para conseguir sus sueños.
Le estaba interesando mucho lo que le estaban proponiendo, pero, por alguna extraña razón, le estaba costando concentrarse, algo que nunca le había sucedido. Hasta aquel momento, su trabajo era lo único importante en su vida. Durante mucho tiempo, había sido lo único que había tenido. Ni familia ni amigos, solo el trabajo. Se había esforzado mucho y había obtenido muy buenos resultados.
Sin embargo, la crítica de Jaejoong le rondaba la cabeza. No podía permitirse el lujo de que las opiniones de Jaejoong le importaran. No quería tener que contar con su aprobación porque, entonces, dejaría de ser él, pero lo cierto era que las dudas de Jaejoong le habían minado la moral.
Se despidió de los hermanos australianos prometiéndoles pensar en su propuesta y llamarlos con una contestación cuanto antes.
Tomó un taxi al aeropuerto y se sintió tremendamente solo. Al instante, supo por qué se sentía así y se recriminó a sí mismo estar constantemente pensando en Jaejoong. Tenía que dejar de pensar en él y ponerse a pensar en los negocios.
Decidió que lo suyo tenía que terminar, que Jaejoong tenía que salir de su vida para que pudiera concentrarse en lo que era más importante para él. Decidió decírselo aquella misma noche, después de la entrega de premios.
Apretó los puños. Estaba nervioso por volver a verlo. Y todavía más nervioso porque le iba a decir que lo suyo se había terminado.
No le había servido de nada pasar una noche de pasión con él, seguía queriendo más. Seguir viéndolo no haría sino empeorar las cosas. Lo mejor que podía hacer era marcharse cuanto antes.
Además, Jaejoong ya tenía otros amigos y, en cualquier caso, estaba seguro de que le iba a fallar. Había quedado claro cuando había creído que no iba a ir a la entrega. Contaba con que lo dejara tirada.
Jaejoong tenía un trabajo que le encantaba y que resultaba completamente incompatible con el suyo. Lo que menos necesitaba en aquellos momentos era un hombre a su lado que lo distrajera. Estaba en un buen momento profesional, en el mejor, haciendo lo que le gustaba, convirtiéndose en un adicto al trabajo exactamente igual que él.
Frunció el ceño. Jaejoong estaba cansado porque cada vez trabajaba más. Necesitaba un descanso. Yunho soñó con llevárselo de nuevo a la cabaña y meterlo en la cama para que durmiera todo lo que quisiera. Tuvo que ser sincero consigo mismo. Meterlo en la cama, sí, pero no para dormir, precisamente.
–He cambiado de opinión –le indicó al conductor–. Volvemos a la ciudad, por favor –añadió dispuesto a quedarse un par de días en un hotel estudiando la propuesta.
No quería hablar con Jaejoong, así que decidió desconectar el teléfono móvil, pero antes de hacerlo le mandaría un mensaje de texto. Se quedó mirando la pantalla sin saber qué escribir. Estaba tan concentrado en dilucidar cómo acabar con aquello de la mejor manera que no vio el cruce, no vio el coche que se saltó el semáforo y tampoco oyó el choque porque en aquel momento lo único que veía eran los ojos de Jaejoong, aquellos ojos grandes y brillantes.
* * *
Jaejoong se había comprado uno nuevo en tono azul marino, de seda. Se sentía de maravilla con él. Se peinó.
Estaba muy emocionado porque iba a volver a ver a Yunho.
–Estás fantástico –le dijo Junsu cuando la vio aparecer.
Habían quedado en un bar cerca del lugar en el que iba a tener lugar la entrega de premios. Yunho le había dicho que aparecería allí directamente. Mientras se tomaba una copa, miró dos o tres veces el móvil por si le había mandado algún mensaje. Nada. Se dijo que el vuelo iría con retraso. Veinte minutos después, le mandó un mensaje porque se tenía que ir ya.
Se sentó en su mesa muy nervioso. Sentía las manos frías y sudorosas y el corazón latiéndole aceleradamente. Lo que también se aceleró fue el tiempo y, en un abrir y cerrar de ojos, estaban anunciando a los nominados. Junsu estaba a su derecha y a su izquierda había una silla vacía, pero no pasaba nada, claro que no... intentó convencerse de que los canapés, el vino y los compañeros de trabajo eran suficiente.
Volvió a consultar su teléfono móvil. Junsu le preguntó por la tardanza de Yunho y Jaejoong le contestó que el vuelo llegaba con retraso, pero no era cierto. Había consultado la página del aeropuerto diez minutos antes y había visto que todos los vuelos habían llegado bien.
Jaejoong disimuló magistralmente la desazón. Era evidente que Yunho no quería estar allí con él.
Era evidente que, para él, lo primero era el trabajo y Jaejoong tenía claro que no quería ser el segundo plato de nadie. Qué ingenuo había sido. A Yunho solo le interesaba una cosa de él: sexo.
Cuando llegó el momento de las nominaciones, dijeron su nombre, pero el premio se lo llevó otra persona. Jaejoong sonrió y aplaudió, se comió otro canapé y bebió más vino, conversó con entusiasmo con los compañeros que había a su alrededor y se dijo que, desde luego, tendría que haber sido actor porque se le daba muy bien disimular la tristeza.
Luego, se dijo que lo mejor que podía hacer era salir con sus amigos después de la entrega, pasárselo bien y disfrutar de su compañía. Sí, salir con sus amigos de verdad. Yunho no era uno de ellos.

2 comentarios:

  1. Par de tontos, negar el amor cuando es lo que más florece en ellos. Pero ahora a ver que sucedió a Yunho, ojala no se haya hecho daño con el choque.

    Gracias!!! 💗💕💞

    ResponderEliminar
  2. Ahh me dejo toda apenada y compungida este capitulo.. Yunho queriendo terminar xq sabe que Jae ya es muy importante para él... Y luego esta accidente, las cosas pasan x algo. Y Jaejoong... Ay mi pobre Jae, siendo un estupendo actor para no mostrar su desilusión.. Y xq no, su corazón roto.

    Gracias

    ResponderEliminar