Capítulo Nueve
Yunho estaba
en mejor forma que él, era evidente, porque se había recuperado mucho más
rápido, pero tuvo la delicadeza de dejar que permaneciera tumbado un rato.
–¿Te apetece
algo? –le preguntó de repente.
–¿No lo
dirás en serio? –se sorprendió Jaejoong.
Yunho se
rio.
–Me refiero
a comer algo.
–Ah, eso sí.
Yunho se
dirigió a la planta de abajo y volvió con unas barritas de cereales y miel,
chocolate y bebidas isotónicas. Jaejoong sonrió encantado.
–Tómate esto
y ya verás. Ya sé que no es comida gourmet, pero da un montón de energía, que
es exactamente lo que vas a necesitar para las próximas diez horas.
A Jaejoong
le encantó aquella sugerencia.
–¿No vamos a
dormir ni un poquito? –le preguntó.
–Ni un
poquito –le aseguró Yunho.
Dos horas
después, Jaejoong se dijo que seguro que Yunho querría dormir un poco, pero,
para su sorpresa, y aunque fuera una locura, se dio cuenta de que, a pesar de
estar físicamente exhausto, él no quería dormir.
–¿Podemos
apagar la linterna? –propuso.
–No
–contestó Yunho.
–¿Y si te
prometo repetir tu nombre continuamente para que te quede claro que sé
perfectamente con quién estoy?
Yunho
chasqueó la lengua como si lo estuviera pensando.
–¿Por qué
quieres apagar la luz si sabes que no vamos a dormir en toda la noche?
–Para ver
las estrellas –contestó Jaejoong.
–Está bien
–accedió Yunho.
–Lo de decir
tu nombre lo decía en serio, ¿eh? –comentó Jaejoong.
Yunho apagó
la luz. La luna no estaba especialmente grande, pero la masa de estrellas que
se veía era increíble. Jaejoong se deslizó hasta el borde de la cama que estaba
más cerca de la ventana y se quedó mirando el cielo.
–Yunho, este
lugar es impresionante.
–Me alegro de que te guste.
–No me
gusta, me encanta. Yunho, estar aquí es como estar en el cielo.
Sí, a él le
parecía lo mismo.
–Yunho,
¿sabes dónde está Lepus?
Yunho supuso
que se trataba de una constelación.
–No, yo solo
sé localizar la Osa Mayor.
–Mira, Yunho,
¿ves esa constelación grande de ahí? Bueno, pues justo debajo hay tres
estrellas que forman una liebre. ¿La ves, Yunho?
–Creo que sí
–contestó Yunho tumbándose a su lado y riéndose–. ¿Tu padre te enseñó a localizar
las estrellas?
–No, Yunho,
a él le gustaba más la montaña y vivía única y exclusivamente para
conquistarla. Aprendí yo solo. Solía tumbarme por las noches después de la
escalada y era como un premio por haber sobrevivido a otro día.
–Vaya, qué
horror.
–No era para
tanto, Yunho. Por lo menos, a él lo tenía un ratito para mí de vez en cuando.
Mi madre, por el contrario, se pasaba el día entero al teléfono.
Pobre Jaejoong.
Yunho decidió que lo mejor que podía hacer por él era prestarle toda su atención...
aquella noche, así que permaneció tumbado a su lado mientras se reía cada vez
que decía su nombre. La conversación fue haciéndose cada vez más personal.
Jaejoong en
un momento dado, le preguntó a Yunho por la muerte de su padre y la marcha de
su madre a Francia. Yunho intentó alejarse del tema porque aquella época de su
vida había sido muy desagradable, pero Jaejoong lo envolvió con su cuerpo y no
se lo permitió.
–No me gusta
hablar de ello –admitió.
Jaejoong lo
abrazó y susurró su nombre. Yunho nunca había hablado de aquello con nadie, no
le había contado a nadie lo duro que había sido cuidar de su padre cuando
estaba en estado terminal y su madre había tirado la toalla. Nunca había
compartido aquella carga tan pesada con nadie, jamás había hablado de su
terrible pérdida, de la impotencia, de la soledad, de aquel dolor que no quería
volver a sentir jamás.
–Yunho
–murmuró Jaejoong con cariño, acariciándolo con su voz con mucha dulzura.
A Yunho le
pareció que lo entendía y que, de alguna manera, absorbía aquel dolor profundo
que llevaba dentro y, por primera vez en su vida, se relajó en un abrazo. Jaejoong
lo sostuvo entre sus brazos y él se lo permitió hasta que el repentino momento
de melancolía hubo pasado y ya no quiso su consuelo sino otra cosa.
–¿Qué haces?
–le preguntó Jaejoong al ver que se movía.
–Voy a
encender la luz –contestó Yunho.
–¿Por qué?
–Porque,
para cuando haya terminado contigo, no te vas a acordar de mi nombre ni del
tuyo –contestó Yunho agarrándolo de las piernas y tirando de él hacia él.
–Qué bien
suena eso –contestó Jaejoong riéndose.
Jaejoong se
despertó unas horas después.
–Madre mía,
qué niebla –comentó mirando por la ventana.
–Sí, no
vamos a poder despegar con este tiempo.
–Pero no
podemos quedarnos aquí otra noche –se escandalizó Jaejoong.
–No nos va a
quedar más remedio, volar en estas condiciones climatológicas sería muy
arriesgado.
Jaejoong
había conseguido aguantar una noche, pero no sabía si iba a ser capaz de aguantar
otra, porque se estaba jugando el corazón.
–Pero...
–Tranquilo,
tampoco vamos a poder hacer nada porque nos hemos quedado sin preservativos.
–¿Lo dices
en serio?
–Sí, solo
tenía tres.
¿Cómo no se
le había ocurrido a él comprar también? ¡Tendría que haberse llevado una
tonelada! ¿Y solo lo habían hecho tres veces? Le parecía que habían sido muchas
más. Debía de ser porque, por supuesto, había habido otro tipo de orgasmos.
–Posiblemente,
será lo mejor –recapacitó cerrando los ojos–. Con lo de anoche ha sido
suficiente –añadió rezando para que la niebla se despejara pronto y pudieran
irse cuanto antes.
–Tienes
razón –comentó Yunho.
–¿Cómo? –se
rio Jaejoong para ocultar su sorpresa–. ¿Puedes volver a decirlo, por favor?
–Tienes
razón –repitió Yunho.
–Un poco más
alto.
Yunho agarró
la almohada que tenía bajo la cabeza y se la lanzó.
–Vaya, un
hombre que puede admitir que otra persona, tiene razón –bromeó Jaejoong para
ocultar la decepción que le producía no poder volver a acostarse con él y que
para Yunho una sola noche hubiera sido de verdad suficiente–. ¿Cómo es que te
han dejado escapar? Deberían estar todos corriendo detrás de ti.
–Será porque
me convierto en hombre lobo cuando hay luna llena –bromeó Yunho recordando
aquella broma de la primera vez.
–Todavía con
más razón –contestó Jaejoong–. A los hombres nos encantan los hombres con un
toque animal, ya lo sabes.
–A ti, desde
luego que te gusta –contestó Yunho enarcando las cejas.
Jaejoong se
mojó los labios, echó la cabeza hacia atrás y aulló. Aunque apenas habían
dormido un par de horas, parecía que ninguno de los dos tenía sueño, así que en
un tácito y mutuo acuerdo se vistieron, bajaron y se sentaron en la alfombra
frente a la chimenea.
–Solo quedan
barritas de muesli –anunció Yunho–. Siento mucho no tener nada más.
–Me encantan
las barritas de muesli –le aseguró Jaejoong.
–Ni siquiera
tengo una baraja de cartas aquí –se lamentó Yunho.
–Mejor,
porque solo sé jugar al póquer –contestó Jaejoong decidiendo, al ver la mirada
pícara de Yunho, que había llegado el momento de cambiar de tema–. ¿Te he dicho
que me han nominado para un premio? –le preguntó sonriente.
–No
–contestó Yunho muy satisfecho de sí mismo al saberse el responsable de aquella
sonrisa.
–¡Bueno, es
un premio que no es muy importante, pero yo estoy muy ilusionado porque solo
llevo dos meses trabajando y ya se han fijado en mí! –exclamó Jaejoong
sentándose sobre sus galones.
¿Entonces
esa era la razón de su sonrisa? ¿No era por que hubiera pasado una noche de
sexo maravillosa con él? Yunho se sintió estúpido.
–Me alegro
mucho por ti –le dijo–. ¿Cuándo te lo han comunicado?
–Hace unos
días –contestó Jaejoong.
¿Hacía unos
días? Pero si hablaban por teléfono todas las noches.
–¿Y por qué
no me lo habías dicho? –quiso saber, algo molesto.
–Te lo
quería contar en persona porque quería ver tu reacción –contestó Jaejoong.
–Ah
–contestó Yunho sintiéndose algo mejor–. Bueno, pues es fantástico. Me alegro
por ti.
–Por fin sé
lo que quiero hacer en la vida, tengo el mejor trabajo del mundo –comentó Jaejoong
mordiendo la barrita de muesli.
A Yunho le
encantaría estar a su lado cuando ganara el premio porque seguro que lo ganaba.
Le encantaría abrazarlo en aquel momento O, bueno, para ser sinceros, darle
algo más que un abrazo.
–¿Y cuándo
se anuncia al ganador?
–El fin de semana
que viene. Habrá un acto con cena y entrega de premios.
–¿Puedes ir
con acompañante?
–No lo sé...
–Si puedes,
¿me llevas contigo?
–¿Quieres
venir? –le preguntó encantado.
–Por
supuesto, ¿para qué están los amigos? –dijo Yunho recordándose que eso era lo
que eran a partir de entonces.
–Amigos
–repitió Jaejoong.
–Seguimos
siendo amigos, ¿no?
–Por
supuesto –contestó Jaejoong intentando sonreír.
Yunho se
alegró cuando la niebla se disipó y comenzó a brillar el sol con fuerza porque
necesitaba tiempo a solas para dilucidar qué había ocurrido.
Volaron
hasta el aeropuerto, desde donde Jaejoong viajó solo porque Yunho se iba a
quedar un par de días más en su propiedad. Se despidieron en la puerta de
embarque con un beso apasionado que no eran muy propio de unos amigos.
Aquello hizo
que Yunho se planteara que, quizás, pudieran mantener la amistad por teléfono y
la pasión cuando se vieran. No estaría mal. A lo mejor, verse así sería lo
mejor para que su relación durara mucho.
Tres días
después, Jaejoong se paseaba por su despacho. Se suponía que tenía que estar
cerrando ya la próxima visita, pero no se podía concentrar. Menos mal que su
jefa creyó que era porque la entrega de premios estaba cerca y no por Yunho.
Lo iba a ver
al día siguiente y sabía que venía en plan de amigos, pero no podía evitar
estar nervioso porque, a lo mejor, pasaba algo...
Definitivamente,
quería algo más que una amistad con él. Jamás se había sentido tan cerca de
nadie como se había sentido de él en aquella cabaña. Jamás se había sentido tan
cerca del cielo.
Yunho estaba
consultando su calendario y planeando viajes para ver a Jaejoong cuando sonó el
teléfono.
Anthony
MacKenzie, dueño de una cadena de grandes almacenes de Australia, estaba en el
país. con su hermana.
–Nos encantaría
tener una reunión con usted. Nos han contado que se le da muy bien el lujo
discreto.
–¿Quieren
ustedes alojarse en una de mis propiedades?
–Lo que
queremos es que venga con nosotros y nos construya unas cuantas.
Yunho se
quedó paralizado por la emoción. No había pensado en expandir tanto su negocio,
pero supo aprovechar la oportunidad.
–¿Cuándo les
viene bien que nos veamos?
Anthony le
propuso al día siguiente, lo que hizo que Yunho frunciera el ceño, pero la
reunión sería por la tarde y el evento de recogida de premios con Jaejoong era
por la noche. Seguro que le daba tiempo de tomar el último vuelo y, si no lo
conseguía, siempre podría volar en su helicóptero.
En cuanto
hubo colgado a Anthony, llamó a Jaejoong para compartir con él su alegría.
–¿Estás
nervioso? –le preguntó.
–No, me da
igual ganar o perder, lo que quiero es pasármelo bien –le aseguró.
Yunho
sonrió. No lo creía en absoluto. Sabía que Jaejoong quería ganar.
–Tengo una
reunión mañana por la tarde y...
–Ah, y no
vas a venir–lo interrumpió Jaejoong con voz apenada–. No pasa nada. Ya sé que
estás muy ocupado. Si no puedes venir, no pasa nada.
Yunho se
quedó petrificado al comprender que Jaejoong esperaba en lo más profundo de sí
mismo que fuera. Eso era lo que debía de estar acostumbrado a vivir con los
demás. Y estaba intentando disimular por todos los medios el dolor que le
producía. Se notaba que tenía mucha práctica en ello, pero a Yunho no le gustó
la poca confianza que tenía en él.
–Por
supuesto que voy a ir –le aseguró–. Tengo la reunión por la tarde y, luego, voy
para allá. Es un vuelo corto, así que llegaré a tiempo.
–No tienes
por qué...
–Quiero
hacerlo, Jaejoong –suspiró–. Confía en mí.
Jaejoong
permaneció en silencio.
–Muy bien.
Después de
aquello, ya no estaba tan contento como en el momento de iniciar la llamada,
pero, aun así, le contó lo de la propuesta.
–Qué buenas
noticias –contestó Jaejoong–. ¿Y luego?
–¿Eh?
–¿Y cuando
hayas triunfado? ¿Seguirás expandiendo el negocio por el mundo entero?
–No sé... –contestó
Yunho algo contrariado–. Tal vez, Indonesia o Fiyi...
–¿Será
suficiente? ¿Por qué no seguir un poco más? –le espetó Jaejoong.
Yunho no
comprendió su ataque y le estaba molestando, pero no quería discutir con él,
así que cambió de tema.
–¿Qué te vas
a poner? –le preguntó para intentar levantarle el ánimo.
–Pareces ese
amigo homosexual con muy buen gusto que toda mujer quiere tener –comentó Jaejoong.
Yunho se
obligó a reírse, pero el comentario no le había hecho ninguna gracia.
–¿No era eso
lo que tú querías, que fuéramos amigos?
* * *
Yunho se
entrevistó con Anthony y Annabel MacKenzie al día siguiente. Resultaron ser dos
hermanos de carácter fuerte que sabían muy bien lo que querían.
–Llevamos un
tiempo observándote, tenemos amigos en común que nos han hablado muy bien de ti
y lo que hemos visto hasta el momento nos ha encantado porque se nota que te
gusta trabajar, que te entregas a lo que haces y que lo haces muy bien –comentó
Annabel, una mujer menuda y decidida.
Yunho sonrió
satisfecho.
–Necesitaría
poder tener control completo a la hora de tomar decisiones –comentó.
–Así sería
–le aseguró Anthony.
Mientras
conversaban, Yunho se dio cuenta de que Annabel era una mujer acostumbrada a
conseguir lo que quería. En eso, se parecía mucho a él. Los dos eran ambiciosos
y estaban dispuestos a hacer sacrificios para conseguir sus sueños.
Le estaba
interesando mucho lo que le estaban proponiendo, pero, por alguna extraña
razón, le estaba costando concentrarse, algo que nunca le había sucedido. Hasta
aquel momento, su trabajo era lo único importante en su vida. Durante mucho
tiempo, había sido lo único que había tenido. Ni familia ni amigos, solo el
trabajo. Se había esforzado mucho y había obtenido muy buenos resultados.
Sin embargo,
la crítica de Jaejoong le rondaba la cabeza. No podía permitirse el lujo de que
las opiniones de Jaejoong le importaran. No quería tener que contar con su
aprobación porque, entonces, dejaría de ser él, pero lo cierto era que las
dudas de Jaejoong le habían minado la moral.
Se despidió
de los hermanos australianos prometiéndoles pensar en su propuesta y llamarlos
con una contestación cuanto antes.
Tomó un taxi
al aeropuerto y se sintió tremendamente solo. Al instante, supo por qué se
sentía así y se recriminó a sí mismo estar constantemente pensando en Jaejoong.
Tenía que dejar de pensar en él y ponerse a pensar en los negocios.
Decidió que
lo suyo tenía que terminar, que Jaejoong tenía que salir de su vida para que
pudiera concentrarse en lo que era más importante para él. Decidió decírselo
aquella misma noche, después de la entrega de premios.
Apretó los
puños. Estaba nervioso por volver a verlo. Y todavía más nervioso porque le iba
a decir que lo suyo se había terminado.
No le había
servido de nada pasar una noche de pasión con él, seguía queriendo más. Seguir
viéndolo no haría sino empeorar las cosas. Lo mejor que podía hacer era
marcharse cuanto antes.
Además, Jaejoong
ya tenía otros amigos y, en cualquier caso, estaba seguro de que le iba a
fallar. Había quedado claro cuando había creído que no iba a ir a la entrega.
Contaba con que lo dejara tirada.
Jaejoong
tenía un trabajo que le encantaba y que resultaba completamente incompatible
con el suyo. Lo que menos necesitaba en aquellos momentos era un hombre a su
lado que lo distrajera. Estaba en un buen momento profesional, en el mejor,
haciendo lo que le gustaba, convirtiéndose en un adicto al trabajo exactamente
igual que él.
Frunció el
ceño. Jaejoong estaba cansado porque cada vez trabajaba más. Necesitaba un
descanso. Yunho soñó con llevárselo de nuevo a la cabaña y meterlo en la cama
para que durmiera todo lo que quisiera. Tuvo que ser sincero consigo mismo.
Meterlo en la cama, sí, pero no para dormir, precisamente.
–He cambiado
de opinión –le indicó al conductor–. Volvemos a la ciudad, por favor –añadió
dispuesto a quedarse un par de días en un hotel estudiando la propuesta.
No quería
hablar con Jaejoong, así que decidió desconectar el teléfono móvil, pero antes
de hacerlo le mandaría un mensaje de texto. Se quedó mirando la pantalla sin
saber qué escribir. Estaba tan concentrado en dilucidar cómo acabar con aquello
de la mejor manera que no vio el cruce, no vio el coche que se saltó el
semáforo y tampoco oyó el choque porque en aquel momento lo único que veía eran
los ojos de Jaejoong, aquellos ojos grandes y brillantes.
* * *
Jaejoong se
había comprado uno nuevo en tono azul marino, de seda. Se sentía de maravilla
con él. Se peinó.
Estaba muy
emocionado porque iba a volver a ver a Yunho.
–Estás
fantástico –le dijo Junsu cuando la vio aparecer.
Habían
quedado en un bar cerca del lugar en el que iba a tener lugar la entrega de
premios. Yunho le había dicho que aparecería allí directamente. Mientras se
tomaba una copa, miró dos o tres veces el móvil por si le había mandado algún
mensaje. Nada. Se dijo que el vuelo iría con retraso. Veinte minutos después,
le mandó un mensaje porque se tenía que ir ya.
Se sentó en
su mesa muy nervioso. Sentía las manos frías y sudorosas y el corazón
latiéndole aceleradamente. Lo que también se aceleró fue el tiempo y, en un
abrir y cerrar de ojos, estaban anunciando a los nominados. Junsu estaba a su
derecha y a su izquierda había una silla vacía, pero no pasaba nada, claro que
no... intentó convencerse de que los canapés, el vino y los compañeros de
trabajo eran suficiente.
Volvió a
consultar su teléfono móvil. Junsu le preguntó por la tardanza de Yunho y Jaejoong
le contestó que el vuelo llegaba con retraso, pero no era cierto. Había
consultado la página del aeropuerto diez minutos antes y había visto que todos
los vuelos habían llegado bien.
Jaejoong disimuló
magistralmente la desazón. Era evidente que Yunho no quería estar allí con él.
Era evidente
que, para él, lo primero era el trabajo y Jaejoong tenía claro que no quería
ser el segundo plato de nadie. Qué ingenuo había sido. A Yunho solo le interesaba
una cosa de él: sexo.
Cuando llegó
el momento de las nominaciones, dijeron su nombre, pero el premio se lo llevó
otra persona. Jaejoong sonrió y aplaudió, se comió otro canapé y bebió más
vino, conversó con entusiasmo con los compañeros que había a su alrededor y se
dijo que, desde luego, tendría que haber sido actor porque se le daba muy bien
disimular la tristeza.
Luego, se
dijo que lo mejor que podía hacer era salir con sus amigos después de la
entrega, pasárselo bien y disfrutar de su compañía. Sí, salir con sus amigos de
verdad. Yunho no era uno de ellos.
Par de tontos, negar el amor cuando es lo que más florece en ellos. Pero ahora a ver que sucedió a Yunho, ojala no se haya hecho daño con el choque.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞
Ahh me dejo toda apenada y compungida este capitulo.. Yunho queriendo terminar xq sabe que Jae ya es muy importante para él... Y luego esta accidente, las cosas pasan x algo. Y Jaejoong... Ay mi pobre Jae, siendo un estupendo actor para no mostrar su desilusión.. Y xq no, su corazón roto.
ResponderEliminarGracias