Capítulo 9
Jaejoong hizo una pausa, sintiéndose mareado y débil. La cocina estaba muy oscura por la
cantidad de humo. Él agarró la fuente las de batatas peladas, tomando una
respiración profunda, luchando contra el deseo de desmayarse.
—Apúrate, — Tildie gritó. —No hay tiempo para
la holgazanería ahora, muchacho, el lord
ya está llegando de la aldea!
—Imbécil !— Tildie gritó. —Eres un estúpido! Ahora qué pondremos en la tarta?
El
mundo se clarificó nuevamente y Jaejoong
enfocó en Tildie al mismo que la mujer
le daba una fuerte bofetada en su mejilla. Atónito, Jaejoong retrocedió. Aún más
perplejo, Tildie dándose cuenta de lo que había, jadeó, su mano cubrió su boca,
sus ojos se ensancharon con horror. Los
dos se miraron fijamente a través del
humo. El vientre abultado de Tildie, en su quinto mes de embarazo, tembló.
— Está bien. — Jaejoong habló primero. La
cara le dolía ahora. — Sé que no quisiste hacer eso.
Tildie dio un paso atrás, y las lágrimas
inundaron sus ojos.
—No quise!— ella comenzó a llorar. —Oh, Jaejoong,
cómo pudiste tirar la comida? Y ahora qué haremos! Tal vez él nos azotará a
todos, y yo... con el bebé!
Jaejoong puso su brazo alrededor de los
hombros de la mujer llorando.
—Shh, Tildie, él no te dañará. Te lo prometo.
Jaejoong estaba muy consciente que los sentimientos de Tildie no eran extraños. En
los últimos días, desde que había estado trabajando en las cocinas, había
notado muy rápidamente que los siervos le temían al nuevo amo. Él nunca sonreía. Sus ojos eran
tan fríos. Ellos habían oído todas las historias sobre Yunho el Implacable. Él
era el jefe principal de Siwon. Él era inhumano. En Hastings sus hombres habían sacrificado cien arqueros sajones antes de pudiesen tomar el
bosque. Él había sido premiado en Bramber, en Sussex. Una rebelión había sido sofocada antes de que comenzara,
sus líderes habían sido colgados
públicamente. Recientemente él
había prendido fuego York, cada cabaña, cada tienda, cada árbol, y todos
los campos, y después de ellos finalmente habían derrotado a los rebeldes
sajones. Y en camino hacia Aelfgar había
arrasado la aldea de Kesop. Este era su
nuevo amo y señor.
—Haremos mas pan y la comida alcanzará, — Jaejoong
afirmó. —Silencio, ahora, Tildie. Ve e sentarte
afuera. Y haré el pan.
Yunho estaba
sonriendo ampliamente. El foso
había sido completado, la tierra sacada y acumulada ahora era una pequeña
colina en el centro del terreno, serían la base para la nueva fortaleza. Ya la
mitad de la empalizada había sido levantada, los muros gruesos hechos de madera eran dos veces la altura de Yunho
y él era muy alto. En un instante el nuevo gran salón de Aelfgar sería acabado
y el muro de piedra sería comenzado.
Yunho sólo vestía su túnica y sus pantalones.
La túnica era de la lana más delgada, y estaba empapada con sudor, moldeando
cada músculo que contenía. Su cabello castaño
estaba pegado al casco de su cabeza. Secándose la transpiración que goteaba
sobre sus ojos, y maldiciendo ese día de
calor infrecuente, él montó y cabalgó de vuelta a la fortaleza,
aproximándose por la parte trasera
porque ese era el lado donde había estado trabajando.
Delante de él
estaban las cocinas y las despensas.
El humo salía incesantemente de allí. Él
podía oler el aroma del guiso de cordero, y su estomago gruñó. Una criada
estaba llevando manteca de la despensa, y
otras bandejas de la cocina, ambos a la fortaleza. Un muchacho extraía
agua del pozo, luego él desapareció. El área quedó momentáneamente desierta, y Yunho
estaba para montar pasando el jardín. Entonces otro siervo salió de las
cocinas, dirigiéndose hacia la cervecería.
El corazón de Yunho alteró su ritmo.
Inconscientemente él detuvo su caballo.
Apenas entendiendo de quien se trataba. Era Jaejoong.
No lo había visto en días. Este no
significaba que no hubiese pensado en él
frecuentemente. Había intentó
seriamente e malogradamente no pensar en el muchacho, pero era imposible. Cada vez que alguien
entraba en su campo visual, a él le parecía verlo a él. Pero Nunca era él.
Su humor esos últimos días habían sido
cambiante e incluso podrido. Él había sido rápido para echarle la culpa a sus
hombres e igualmente rápido para exigirles más
esfuerzo. Changmin había comentado abiertamente esa actitud. Pero Yunho no
había contestado nada. Changmin, intentando no reírse, había sugerido que el
alivie su tensión nerviosa con Lettie, una
campesina a la que sus hombres eran muy aficionados. Yunho lo ignoró,
aunque había considerado la sugerencia. Él normalmente descargaba su lujuria a
voluntad. Pero en este caso su lujuria no surgía de la visión de las mujeres que había visto aldea en los últimos
días, consecuentemente no se tomó el
trabajo de darse un revolcón. Pero ahora oh, ahora no tendría problema!
Él no lo vio. Yunho no podía respirar, estaba
tan estrangulado con la necesidad despertada por la imagen de él.
Jaejoong estaba prácticamente desnudo. Su
camisa mojada se pegaba a su pecho y a su lujurioso trasero, dejando poco
liberado a su imaginación. La camisa era blanca. Y sólo podía ver una
sugerencia del color de su piel de un infrecuente. Yunho olvidó todas sus promesas y espoleó su caballo hacia adelante.
Jaejoong de repente hizo una pausa en el
centro del jardín y tuvo un ataque de tos, se curvó hasta doblarse en dos. Yunho
saltó del garañón y lo sostuvo hasta el espasmo pasó. Él estaba temblando, inclinándose fuertemente
contra él. Su lujuria desapareció, en su lugar había miedo.
—Estoy bien, — él dijo roncamente, permitiéndole que él lo
sostuviese. Él miró hacia arriba. Sus ojos se ensancharon. Y lo mismo hizo él.
Su rostro estaba enrojecido y brillando por la transpiración. Había una
contusión en su mandíbula. Él podía ver los círculos de las ojeras de fatiga
debajo de sus bellos ojos. Su cabello estaba mojado. Él se alejó como si él le causara repulsa. Él
lo dejó ir. Jaejoong empalideció y dio un paso precariamente.
Él lo agarró.
—Estás enfermo!
—Déjame
ir. — Él jadeó. —Estoy bien. — Él
estaba jadeando por el esfuerzo de intentar
liberarse de su asimiento. Él era tan débil, como un gatito recién
nacido. Él mantuvo su brazo alrededor de él.
—Déjame ayudarte, Jaejoong. Debes sentarte.
Su mentón se elevó.
— Sólo es el
humo.
—El
humo?
—De adentro.
Yunho no le creía. Estaba intimidado por su
condición, pero seguro que él podía mantenerse en pie, él lo dejó en el jardín
y entró en la cocina. Había cuatro siervos adentro, inclusive un muchacho
desnudo revolviendo una olla. El ambiente era muy caluroso. El calor era
insoportable, el humo era tan espeso era un milagro que alguien pudiese
respirar. Él retornó con Jaejoong.
— Es
insoportable allí dentro.
Él encogió los hombros.
— Es
como es, y como siempre ha sido. Dónde hay fuego hay humo, cualquier
idiota sabe eso. — él se quitó
los cabellos húmedo lejos de su rostro.
Yunho nunca había entrado en una cocina
antes, y se preguntó si las cocinas en las propiedades poseía en Sussex estaban tan mal ventiladas como esa.
—El
humo puede ser disminuido.
Jaejoong lo observó cautelosamente.
—Con ventanas y un techo especial.
—No hay ventanas en las cocinas.
—Ahora las habrá. — su mirada lo recorrió. Él
notó la harina en su nariz, las manchas en su vestido. Y esa contusión oscura
en su rostro. — Qué te sucedió en el mentón?
— Fue un accidente.
—Pareces un criado de las cocinas.
— Y qué esperabas? Soy un criado de la
cocina. Trabajo en las cocinas, después
de todo, esa fue tu orden.
Yunho lo miró fijamente, su rabia aumentó.
—No eres quien supervisa las cocinas?
—Supervisar?—
Él se rió. —Parezco alguien que está supervisando?— Él señaló su cuerpo
empapado. Su mano tembló ligeramente.
—Estás agotado.
Él le lanzó una mirada despreciativa.
—No estoy cansado, y no puedo perder el tiempo aquí con vos. Todavía tengo mucho que hacer. — Él le dio la espalda abruptamente y comenzó
a alejarse.
Eso era típico de él, dejarlo antes que él se
lo ordenase, y esa actitud con un lord era increíble. Pero era mucho menos significante que el tema de su
bienestar y su salud. Él tomó su muñeca, obligándolo a pararse.
—No entrarás allí. Y soy yo quien ordena cuál
es tu lugar aquí!
—Mi castigo, mi lord.
—Yo no ordné una cosa así, — Yunho dijo furiosamente. —Pero te
ordeno esto. Debes descansar el día de
hoy y nunca vas a trabajar en las cocinas nuevamente. Entiendes?
Jaejoong lo
miró fijamente.
—Veo que entiendes, — Yunho dijo. —entonces entiende esto también. No me
vuelvas a dar la espalda, Jaejoong. No eres un noble como para tener ese
derecho.
Él se mordió el labio. Su rubor aumentó.
Yunho vio el desafío en sus ojos, y una puntada
aprensión antes que él bajase la cabeza. Jaejoong murmuró un afirmativo.
—Sí.
Yunho lo miró fijamente. Su rabia era
excitante él era excitante. Él lo resistiría sin importar su miedo y él sabía que él lo temía. Yunho sintió
crecer rápidamente algún tipo de emoción
como respeto, pero no podía ser, por supuesto, pues él sólo era un hombre.
También identificó otra emoción, enojo.
No le gustaba la idea que él le temiese. Tocó su mentón, levantándolo con el
dedo índice. Vio sorpresa en sus ojos y
sintió el shock de su contacto de la misma manera que, él sabía, él lo había
sentido.
—Mi lord, — él le recordó con calma.
Su pecho se movía agitadamente. Él estaba paralizado,
incapaz de desviar su mirada.
— No puedes vencerme, Jaejoong, — Yunho le
advirtió suavemente. Un desafío ardió en él.
—Sí, mi lord.
Él sonrió satisfecho, pero no sacó su mano.
Su dedo acarició su mandíbula.
— Fue tan difícil?
Él estremeció y se alejó.
Yunho maldijo furioso consigo mismo por
ceder a sus instintos, y por haberse
olvidado de la contusión en su mentón.
—Ve con tu abuela, — él dijo severamente. —
haz que ella te haga una cataplasma antes de que se te hinche más.
Él se fue antes que él terminase de hablar,
levantando el borde de su falda y alejándose
corriendo de él.
* * *
—Quiero tener una palabra con vos.
Karam se paró entre las dos sillas en la
cabecera de la mesa dentro del gran salón, esperando que Yunho tomase asiento.
Sus hombres ya habían entrado, estaban sentados y estaban
comiendo hambrientamente. Él miró a su alrededor para ver quien había oído ese tono de voz. Su
hombre, Shim Changmin, estaba observando atentamente cada bocado que comía,
pero el viejo Athelstan era lento e
insolente en desviar su vista.
Karam hervía de rabia, pero la escondió detrás de una bonita sonrisa.
—No puede esperar, mi lord? La comida está
caliente.
—No. — Él tomó su codo rudamente y lo empujó
hacia las escaleras.
Karam iba a mostrar su rabia en ser tratado
de ese modo como si él fuese un campesino.
Él mantuvo sus ojos afectadamente bajos. Y se refrenó ante el miedo que
él le inspiraba.
—Cómo es eso, — Yunho gruñó, — que me dijiste que Jaejoong supervisaba las
cocinas, cuando en verdad él está reducido a las tareas de un siervo?
Las pestañas de Karam volaron hacia arriba.
— Pero él es un siervo!
—Él es tu hermano.
—Mi medio hermano el hijo bastardo de
una sierva.
—Él también es el hijo del lord, mi lady, y eso lo eleva por encima del lugar que vos
quieres darle. Él no trabajará como un siervo en las cocinas.
—Sí, mi lord. — Karam esperaba un golpe, hasta que él se relajó ligeramente.
—Mi lord?—, él tocó su manga.
—Qué pasa ahora?— , él preguntó
impacientemente.
—Que tareas él debería hacer, entonces? Él es una boca mas para ser
alimentada. Todo siervo de Aelfgar trabaja por su comida, eso lo sabes.
—Le encontré otros deberes. Basta con este
tema. — Él comenzó a bajar las escaleras.
Karam le habló.
—Mi lord?
Yunho no hizo ningún esfuerzo por esconder su
enojo.
— Qué pasa ahora?
—Vos no me dijiste... — él tomó una
respiración —cuando nos casaremos.
Yunho frunció el ceño.
—No lo dije? Pensé que si. En una quincena,
si te viene bien.
El alivio trajo una sonrisa feliz a la cara
de Karam.
—Oh, sí, — él casi gritó. —Me viene bien!
* * *
Jaejoong no apareció para la comida del
mediodía, pero Yunho asumió que él estaba descansando, y se sintió satisfecho.
Pero en la cena no hubo ninguna señal de él, y él comenzó a
preocuparse. Él sabía que él no estaba bien. La rabia creció en él nuevamente
ante el pensamiento de la treta hecha por su novia, pues él estaba seguro que él
había abusado su poder sobre su hermano
por celos. Se preguntó si siempre había sido de esa manera, Karam ordenándole a Jaejoong tareas
desagradables, sólo porque el muchacho era bastardo y no tenía ninguna opción más que obedecer. Parecía ser el orden
natural de las cosas que él obedeciera, pero eso le molestaba a Yunho y él nunca en la vida se había cuestionado el orden natural de las cosas, ni simpatizaba
con la causa de los siervos.
No había sido consciente del hecho que él era
un siervo hasta que Karam lo había mencionado. Ahora se sentía complacido con
la idea de que él le pertenecía. Antes, cuando erróneamente había asumido que él
sólo era otro miembro de la familia y del castillo, él también tendría que haber
obedecido su autoridad, pero esta situación era completamente diferente. Él no podía viajar sin su permiso, ni
siquiera poner un pie fuera de su
tierra. Pues hacer eso considerado una
seria infracción a la ley. Él no podía dejar Aelfgar sin su permiso, ni residir
en otro lugar. Él no podía casarse sin
su permiso, y él le debía una cierta cantidad de servicios al año. Servicios
que él todavía no había determinado. Él estaba bajo su
completa responsabilidad. Legalmente él le pertenecía.
Tal vez la razón por la cual él no venía a
comer con ellos era porque estaba enfermo, quizás tenía fiebre. Yunho había
perdido el apetito. Sabía que debería enviar a alguien para verificar como
estaba él, pero decidió hacerlo por sí
mismo. Dejó a su prometido tocando el arpa y a sus hombres jugando a los dados.
Sabía que él frecuentemente pasaba mucho
tiempo con su abuela, quien vivía en la aldea, y creyó que Jaejoong probablemente
estaba allí. Pero primero le preguntaría
a los criados.
Por segunda vez en su vida, Yunho entró en
las cocinas, ahora iluminadas con lámparas de aceite. No se habría sentido más
conmocionado si hubiese visto a un fantasma. Para él estaba allí, trabajando. Jaejoong sintió su presencia, y
desde donde estaba limpiando, giró a medias.
Yunho estaba tan perplejo con su abierto
desafío que sólo abrió la boca.
Jaejoong, ya enrojecido, se ruborizó
violentamente.
Él encontró su voz.
— Te atreviste, — él logró decir, lívido, —
Te atreviste a desafiarme nuevamente.
Él apretó las manos sobre la mesa.
— Puedo explicar...
—Mis hombres no me desafían.
—Verdaderamente, hay una razón.
—Mis hombres temen ser castigados.
— Él realmente estaba conmocionado.
—Mi lord...
— Pero vos no me temes?— él avanzó.
Jaejoong dio un paso atrás, levantando sus
manos en alto como para repelerlo. Estaba muy agotado como para tener una
pelea, y había esperado que él no descubriese que él continuaba en las cocinas.
—Mi lord! Tildie comenzó su trabajo de parto.
Hacía falta más manos aquí, vine a
ayudar!
La rabia fue remplazada por confusión.
—Vos trabajarías hasta morir para remplazar a
otro?
—Él está por tener un bebé, mi lord, — Jaejoong
dijo con calma. — Ella es mi amiga.
Él sacudió la cabeza.
—Suficiente! No puedes desobedecer mis
órdenes, Jaejoong. No puedo permitir eso.
—Me golpearás?
Yunho apretó su mandíbula.
—Me gustaría mucho hacerlo! Esta vez, Jaejoong,
sólo esta vez, escaparás al castigo.
Pero escúchame bien. La próxima vez que
me desobedezcas. El precio que pagarás será más severo.
Su boca tembló, y él enderezó su espalda.
— Basta. Has acabado tu trabajo aquí. Si alguna vez algo como esto vuelve a
suceder, vendrás a mí, no asumirás que puedes decidir, especialmente si se trata
de algo que desafía mis órdenes. Ahora te acompañaré a tu...
Él sintió alivio y estaba enojado por sentir
eso.
— A mi... o adentro de mi...?
—Estás sugiriendo esto último?— Su tono
era burlón.
—No.
—Sólo tienes
que invitarme. Sabes que estoy
dispuesto. — Su tono era seductor ahora.
—Bien, yo no!
Yunho casi sonrió, y su mirada acarició
su pecho.
—Tu mente tal vez, pero su cuerpo está más
que dispuesto.
Jaejoong dobló sus brazos sobre su pecho.
—No es verdad.
—No pienses que puedes luchar conmigo y ganarme, — Yunho dijo con
calma. — Lo que vos comiences, yo
siempre lo voy a terminar.
—Te odio, — él dijo. —Normando!
— Es
lo que soy. Dónde duermes?
—En el salón, — Jaejoong dijo,
evitando la oferta de su mano
extendida. Cuando, en verdad, no habría
querido otra cosa que inclinarse sobre su cuerpo sólido y poderoso. Ellos salieron
a la noche iluminada por las estrellas y
una luna creciente. Jaejoong levantó su rostro y respiró profundamente. Yunho no
podía quitar sus ojos de su perfil. Él
estaba fascinado. Él lo vio mirándolo fijamente, y se ruborizó.
—Ven, — él dijo secamente, tomándolo por su
codo. Él tembló, pero lo siguió.
* * *
Jaejoong estaba en ese extraño estado de
agotamiento que hacía que fuese difícil que el
sueño llegase. Finalmente había conseguido neutralizar las voces altas cuando
unas manos extrañas lo despertaron.
—Jaejoong, Jaejoong, despiértate! Debes
despertarte!
Jaejoong parpadeó y vio a Athelstan y a otro hombre, un siervo,
inclinándose sobre él.
— Qué pasa?
Uno de los perros de caza comenzó a ladrar.
Los hombres comenzaron a moverse en sus mantas. Alguien gritó furiosamente
pidiendo silencio, y otro perro gruñó.
— Es mi
esposa, — el siervo dijo, y Jaejoong lo
reconoció. —Ella está mal, Jaejoong! El
bebé no viene! Es su quinto hijo
y todos los otros vinieron muy fácilmente, pero
este no quiere nacer! Por favor,
ayúdala!
Jaejoong estaba poniéndose de pie, su capa ya
estaba alrededor de sus hombros.
—Claro que iré, John, — él dijo tiernamente.
Pero su mente estaba funcionando frenéticamente. Él indudablemente iba a
necesitar las hierbas.
— Qué significa todo este escándalo?
Jaejoong giró su cabeza ante el sonido de esa
voz. Yunho estaba parado en el medio camino de las escaleras, sólo vestido con
su pantalón de lana, pero sujetaba una
espada. Athelstan respondió.
— Es su esposa, Tildie. Ella está pariendo un
bebé y no está yendo bien.
Jaejoong ya se estaba abriendo camino
entre los hombres para confrontar al
normando. Yunho dijo:
—Envía a otra persona. El muchacho está
exhausto.
Jaejoong sintió un ataque de rabia, e hizo
una pausa delante de las escaleras para
enfrentarlo.
—No hay nadie más, mi lord, — él dijo muy
firmemente. —Necesito mi bolsita de hierbas.
Yunho lo
miró fijamente, luego gritó una
orden a Athelstan. Los sajones
corrieron arriba para ir a buscar las hierbas mientras Jaejoong
esperaba, encontrando su mirada inflexiblemente. Si él le ordenase permanecer
acostado y no atender a Tildie, él desobedecería, pero
él no dijo nada sólo lo miró
fijamente. Athelstan retornó y le entregó
la bolsa. Jaejoong la agarró y salió rápidamente.
Ellos estaban en la cabaña cinco minutos más
tarde, los gemidos de Tildie llegaban
hasta afuera. Sus cuatro hijos, de entre tres y diez años, estaban sentados en el único cuarto, el de cinco años lloraba.
—Silencio, cariño, — Jaejoong dijo, colocando una mano sobre la cabeza del niño.
—Tu mamá estará bien. Silencio ahora.
Él miró a John.
—Confórtalos.
Tildie estaba empapada en sudor. La bolsa de aguas ya se había roto. Ella
se movía y gemía, sus contracciones eran
muy seguidas, pero el bebé no salía. Jaejoong vio inmediatamente cual era
el problema. El bebé estaba de cola.
—Tendré que girar al bebé, — él le dijo a John, sin mirarlo.
—Has hecho eso antes?— Yunho preguntó.
Jaejoong jadeó, perplejo porque el normando
los había seguido. Él estaba parado en medio
de la pequeña cabaña, mientras estudiaba cada centímetro del espacio. Él se había puesto su siniestra capa
negra sobre su torso desnudo. Ahora Jaejoong entendía por qué la cabaña se había silenciado tan repentinamente. Los
niños estaban boquiabiertos. Incluso John estaba perplejo e inmóvil.
—Una vez, —
él respondió, volviéndose hacia
Tildie, él acarició su frente. —Si vas a
estar aquí, ve a buscarme agua fresca, trapos limpios y jabón. — Tildie se desmayó.
—Yo los traeré, —John dijo, claramente
aliviado de poder huir.
—Cómo está ella? — Yunho preguntó, no
moviéndose de donde estaba parado.
—Ella se desmayó. Es lo mejor para la
situación. Ahora él puede descansar un poco antes de que el trabajo real
comience. — Jaejoong se mantuvo acariciando su frente.
El niño comenzó a llorar nuevamente, llamando—mamá, mamá.
Jaejoong, se arrodilló al lado de manta,
tratando calmar al pequeño. Él se detuvo
pasmado al ver la enorme mano de Yunho acariciar los rulos del niño. Él nunca lo había visto
comportarse gentilmente antes.
—Todo estará
bien, pequeño, — él dijo, su voz baja y reconfortante. —Sabes quién soy?
El niño o parpadeó, mirándolo fijamente.
—No... no.
—Es nuestro lord, — dijo la mayor, una niña
de diez años.
Yunho compensó a la muchacha con una sonrisa,
luego levantó al niño en sus brazos.
—Ella estará
bien, soy tu lord, Jung Yunho.
Sabes dónde queda Warenne? El pequeño
sacudió la cabeza negando, lo miraba
aterrorizado.
—Está
lejos, del otro lado del mar. Te gustaría saber cómo llegué aquí, como crucé el mar
en un gran barco con todos mis hombres?
Él asintió con la cabeza.
Aliviado, y
todavía pasmado, Jaejoong volvió
con Tildie, escuchando a Yunho mientras
él comenzaba la historia, y gracias a Dios, omitiendo todos los detalles
políticos. Su voz baja y rica era sedante. John entró y trajo los artículos que
él había solicitado. Jaejoong se lavó las manos y comenzó a secar la frente de
Tildie. La mujer comenzaba a reaccionar.
—Tildie?— Jaejoong se inclinó hacia adelante.
— Soy Jaejoong. Voy a intentar girar el
bebé. Él está mal colocado, y debo hacerlo.
Tildie abrió sus ojos.
Jaejoong sonrió. Él acarició su sien
nuevamente. Tildie gritó y se alejó. Jaejoong se paralizó. Yunho se detuvo, y
John y los niños lo miraron.
—No!
—Tildie...
—No! No me toques! Por favor, no lo hagas!— ella comenzó a llorar.
Jaejoong vaciló sólo una fracción de segundo.
—Ella está exhausta. Le daré una poción.
—No! No tomaré bebida preparada por un brujo!
Jaejoong sintió como si él hubiese sido pateado
en el estomago. Él se recuperó con esfuerzo.
—Tildie, soy yo. Soy Jaejoong. Tu amigo. Yo...
— Esto es todo tu culpa, — Tildie gritó. —Vos le echaste una maldición al bebé porque
te abofeteé, aléjate! Saca a este brujo!
Yunho le entregó el niño a John y se paró al
lado de Jaejoong.
—Escúchame, Tildie. Soy tu lord.
Tildie lo miró con lágrimas rodando por su
rostro.
—él no es un
brujo. Él va a ayudarte con una
poción, luego va a girar al bebé. Esa es mi orden.
Tildie comenzó a llorar.
—Lo siento mucho. — él sollozó. —Disculpa. Sólo es que tengo tanto miedo...
—Dale la poción, — Yunho dijo secamente, su
mirada fija en el rostro de Jaejoong. Su expresión perpleja y de disgusto. Él
hubiese deseado poder azotar a esa
muchacha por hacerle eso a Jaejoong,
cuando él sólo buscaba ayudarla.
Jaejoong se recuperó y murmurando palabras de consuelo, logró darle la
poción. Tildie pronto estaba en un
estado de letargo. Yunho admiró su eficiencia, a pesar de que Jaejoong estaba claramente ofuscado. Valientemente
metió la mano en el cuerpo de la mujer,
sus movimientos eran suaves.
Tildie jadeó de dolor. Jaejoong comenzó a girar el bebé, una capa de transpiración cubrió su frente. Yunho lo admiró en ese momento por su
inmenso coraje. Él estiró la mano para secar una gota de sudor en su frente
antes que cayese sobre sus ojos.
—Ahí
está, — Jaejoong gritó aliviado.
—El bebé está girado, no debería tardar
mucho en nacer ahora.
—Bien hecho, — Yunho dijo con calma.
Él le lanzó una mirada. La mirada de él
era tierna. Jaejoong se enrojeció
y se concentró en la tarea por delante. Las contracciones de Tildie ahora eran
lo suficientemente fuertes como para
empujar al bebé afuera fácilmente. Jaejoong agarró a la criatura y supo
inmediatamente que estaba muerto.
Estrangulado
en el útero materno, el cordón umbilical estaba enrollado alrededor de
su cuello.
Jaejoong parpadeó para contener las lágrimas y acunó al bebé. Yunho se acercó y
lo tomó
de él.
—Yo lo enterraré, —John dijo resignado. Se
consideraba afortunado para tener cuatro criaturas sanas.
Tildie abrió los ojos.
—Mi bebé?
Jaejoong vaciló. Yunho se acercó.
—El bebé no pudo sobrevivir. Él murió dentro
del útero.
—No!
—Lo siento mucho, pero eres joven y fuerte.
Dios te ha premiado con cuatro niños saludables, y si es su voluntad, él te dará
más hijos.
—No!
Los hombros duros de Yunho tocaron a Jaejoong.
—Es
hora de irnos. No hay nada más que puedas hacer. Ella debe llorar a
solas.
—Le daré una poción para dormir.
—No!— Tildie
gritó, de alguna manera logró
levantarse para sentarse. —No! Quiero mi bebé! Dame a mi bebé!
Jaejoong tomó las manos de Tildie mientras
lloraba.
—Lo siento mucho. Oh, Tildie, lo intenté...—
él se detuvo bruscamente, incapaz de continuar, pensando que si él hubiese venido más temprano tal vez habría
podido salvado al bebé. Su corazón se
condolía por su amiga.
—Oh, mi bebé,— Tildie gimió.
John se acercó a su esposa y Jaejoong se puso
de pie, seccándose las lagrimas.
Realmente no podía ver, todo estaba nublado. Oh Dios! Lo había intentado... Si
sólo hubiese revisado a Tildie esa tarde, si hubiese venido más temprano. Él se escapó de la oscuridad de la cabaña húmeda y tomó el aire de la noche fresca. Se dio cuenta que
estaba corriendo. Pero no le importó.
Pobre jae el siempre quiere ayudar y todos lo toman a mal :(
ResponderEliminarEspero que yunho lo ayude a tener mas confianza en si mismo :)
Muchas gracias por el capitulo ❤
me da tristeza con Jae siempre quiere ayudar a todos y siempre termina lastimado por estos insensibles que no ben las cosas buenas que hace por ayudar espero que Yunho valla tras de el y le haga sentir querido
ResponderEliminarGracias
Tanto veneno inyectado a los aldeanos de que Jae es brujo, que no dudan en culparlo de lo que les pasa
ResponderEliminarYo creo que Yunho ayudará a que cambien de opinión
Gracias!!! 💗💕💞