lunes, 17 de abril de 2017

El Conquistador: Capítulo 9

Capítulo 9

 Hacía mucho calor.

Jaejoong hizo una pausa, sintiéndose mareado  y débil. La cocina estaba muy oscura por la cantidad de humo. Él agarró la fuente las de batatas peladas, tomando una respiración profunda, luchando contra el deseo de desmayarse.

—Apúrate, — Tildie gritó. —No hay tiempo para la holgazanería ahora, muchacho, el  lord ya está llegando de la aldea!

La fuente se resbaló  de su mano, la fuente se  rompió, las batatas volaron  cayendo al piso sucio.

—Imbécil !— Tildie gritó. —Eres un  estúpido! Ahora qué pondremos en la tarta?

El  mundo se clarificó  nuevamente y Jaejoong enfocó en Tildie al mismo que la  mujer le daba una fuerte bofetada en su mejilla. Atónito, Jaejoong retrocedió. Aún más perplejo, Tildie dándose cuenta de lo que había, jadeó, su mano cubrió su boca, sus ojos se ensancharon con  horror. Los dos se miraron  fijamente a través del humo. El vientre abultado de Tildie, en su quinto mes de embarazo, tembló.

— Está bien. — Jaejoong habló primero. La cara le dolía ahora. — Sé que no quisiste hacer eso.

Tildie dio un paso atrás, y las lágrimas inundaron sus ojos.

—No quise!— ella comenzó a llorar. —Oh, Jaejoong, cómo pudiste tirar la comida? Y ahora qué haremos! Tal vez él nos azotará a todos, y yo... con el  bebé!

Jaejoong puso su brazo alrededor de los hombros de la  mujer llorando.

—Shh, Tildie, él no te dañará. Te lo prometo.

Jaejoong estaba  muy consciente que los  sentimientos de Tildie no eran extraños. En los últimos días, desde que había estado trabajando en las cocinas, había notado muy   rápidamente  que los siervos le temían al  nuevo amo. Él nunca sonreía. Sus ojos eran tan fríos. Ellos habían oído todas las historias sobre Yunho el Implacable. Él era el jefe principal de Siwon. Él era inhumano. En Hastings sus  hombres habían sacrificado cien  arqueros sajones antes de pudiesen tomar el bosque. Él había sido premiado en Bramber, en Sussex. Una rebelión  había sido sofocada antes de que comenzara, sus líderes habían sido colgados  públicamente. Recientemente él  había prendido fuego York, cada cabaña, cada tienda, cada árbol, y todos los campos, y después de ellos finalmente habían derrotado a los rebeldes sajones. Y en  camino hacia Aelfgar había arrasado la aldea de  Kesop. Este era su nuevo amo y señor.

—Haremos mas pan y la comida alcanzará, — Jaejoong afirmó.  —Silencio, ahora, Tildie. Ve e sentarte afuera. Y haré el pan.

Yunho estaba  sonriendo ampliamente. El  foso había sido completado, la tierra sacada y acumulada ahora era una pequeña colina en el centro del terreno, serían la base para la nueva fortaleza. Ya la mitad de la empalizada había sido levantada, los muros gruesos  hechos de madera eran dos veces la altura de Yunho y él era muy alto. En un instante el nuevo gran salón de Aelfgar sería acabado y el  muro de piedra sería comenzado.

Yunho sólo vestía su túnica y sus pantalones. La túnica era de la lana más delgada, y estaba empapada con sudor, moldeando cada músculo  que contenía. Su cabello castaño estaba pegado al casco de su cabeza. Secándose la transpiración que goteaba sobre sus  ojos, y maldiciendo ese día de calor infrecuente, él montó y cabalgó de vuelta a la  fortaleza,  aproximándose por la parte trasera  porque ese era el  lado donde  había estado trabajando.

Delante de él  estaban  las cocinas y las despensas. El  humo salía incesantemente de allí. Él podía oler el aroma del guiso de cordero, y su estomago gruñó. Una criada estaba llevando manteca de la despensa, y  otras bandejas de la cocina, ambos a la fortaleza. Un muchacho extraía agua del pozo, luego él desapareció. El área quedó momentáneamente desierta, y Yunho estaba para montar pasando el jardín. Entonces otro siervo salió de las cocinas, dirigiéndose hacia la cervecería.

El corazón de Yunho alteró su ritmo.

Inconscientemente él detuvo su caballo. Apenas entendiendo de quien se trataba. Era Jaejoong.

No lo había visto en días. Este no significaba que no hubiese pensado en él  frecuentemente. Había intentó  seriamente e malogradamente no pensar en el muchacho,  pero era imposible. Cada vez que alguien entraba en su campo visual, a él le parecía verlo  a él. Pero Nunca era él.

Su humor esos últimos días habían sido cambiante e incluso podrido. Él había sido rápido para echarle la culpa a sus hombres e igualmente rápido para exigirles más  esfuerzo. Changmin había comentado abiertamente esa actitud. Pero Yunho no había contestado nada. Changmin, intentando no reírse, había sugerido que el alivie su tensión nerviosa con Lettie, una  campesina a la que sus hombres eran muy aficionados. Yunho lo ignoró, aunque había considerado la sugerencia. Él normalmente descargaba su lujuria a voluntad. Pero en este caso su lujuria no surgía de la visión de las  mujeres que había visto aldea en los últimos días, consecuentemente  no se tomó el trabajo de darse un revolcón. Pero ahora oh, ahora no tendría problema!

Él no lo vio. Yunho no podía respirar, estaba tan estrangulado con la necesidad despertada por la imagen de él.

Jaejoong estaba prácticamente desnudo. Su camisa mojada se pegaba a su pecho y a su lujurioso trasero, dejando poco liberado a su imaginación. La camisa era blanca. Y sólo podía ver una sugerencia del color de su piel de un infrecuente. Yunho olvidó todas sus  promesas y espoleó su caballo hacia adelante.

Jaejoong de repente hizo una pausa en el centro del jardín y tuvo un ataque de tos, se curvó hasta doblarse en dos. Yunho saltó del garañón y lo sostuvo hasta el espasmo pasó.  Él estaba temblando, inclinándose fuertemente contra él. Su lujuria desapareció, en su lugar había miedo.

—Estoy bien, —  él dijo roncamente, permitiéndole que él lo sostuviese. Él miró hacia arriba. Sus ojos se ensancharon. Y lo mismo hizo él.

Su rostro estaba enrojecido y  brillando por la transpiración. Había una contusión en su mandíbula. Él podía ver los círculos de las ojeras de fatiga debajo de sus bellos ojos. Su cabello estaba mojado.  Él se alejó como si él le causara repulsa. Él lo dejó ir. Jaejoong empalideció y dio un paso precariamente.

Él lo agarró.

—Estás enfermo!

—Déjame  ir. —  Él jadeó. —Estoy bien. — Él estaba jadeando por el esfuerzo de intentar  liberarse de su asimiento. Él era tan débil, como un gatito recién nacido. Él mantuvo su brazo alrededor de él.

—Déjame ayudarte, Jaejoong. Debes sentarte.

Su mentón se elevó.

— Sólo es el  humo.

—El  humo?

—De adentro.

Yunho no le creía. Estaba intimidado por su condición, pero seguro que él podía mantenerse en pie, él lo dejó en el jardín y entró en la cocina. Había cuatro siervos adentro, inclusive un muchacho desnudo revolviendo una olla. El ambiente era muy caluroso. El calor era insoportable, el humo era tan espeso era un milagro que alguien pudiese respirar. Él retornó con Jaejoong.

— Es  insoportable allí dentro.

Él encogió los hombros.

— Es  como es, y como  siempre ha  sido. Dónde hay fuego hay humo, cualquier idiota  sabe eso. —  él se quitó  los cabellos húmedo lejos de su rostro.

Yunho nunca había entrado en una cocina antes, y se preguntó si las cocinas en las propiedades poseía  en Sussex estaban tan  mal ventiladas como esa.

—El  humo puede ser disminuido.

Jaejoong lo observó cautelosamente.

—Con ventanas y un techo especial.

—No hay ventanas en las cocinas.

—Ahora las habrá. — su mirada lo recorrió. Él notó la harina en su nariz, las manchas en su vestido. Y esa contusión oscura en su rostro. — Qué te sucedió en el mentón?

— Fue un accidente.

—Pareces un criado de las cocinas.

— Y qué esperabas? Soy un criado de la cocina.  Trabajo en las cocinas, después de todo,  esa fue tu orden.

Yunho lo miró fijamente, su rabia aumentó.

—No eres quien supervisa las cocinas?

—Supervisar?—  Él se rió.  —Parezco alguien  que está supervisando?— Él señaló su cuerpo empapado. Su mano tembló ligeramente.

—Estás agotado.

Él le lanzó una mirada despreciativa.

—No estoy cansado, y no puedo perder  el tiempo aquí con vos. Todavía tengo mucho que  hacer. — Él le dio la espalda abruptamente y comenzó a alejarse.

Eso era típico de él, dejarlo antes que él se lo ordenase, y esa actitud con un lord era increíble. Pero era  mucho menos significante que el tema de su bienestar y su salud. Él tomó su muñeca, obligándolo a pararse.

—No entrarás allí. Y soy yo quien ordena cuál es tu lugar aquí!

—Mi castigo, mi lord.

—Yo no ordné una  cosa así, — Yunho dijo furiosamente. —Pero te ordeno esto. Debes  descansar el día de hoy y nunca vas a trabajar en las cocinas nuevamente. Entiendes?

Jaejoong lo  miró fijamente.

—Veo que entiendes, — Yunho dijo.  —entonces entiende esto también. No me vuelvas a dar la espalda, Jaejoong. No eres un noble como para tener ese derecho.

Él se mordió el labio. Su rubor aumentó. Yunho vio el desafío en sus ojos, y una puntada  aprensión antes que él bajase la cabeza. Jaejoong murmuró un afirmativo.

—Sí.

Yunho lo miró fijamente. Su rabia era excitante él era excitante. Él lo resistiría sin importar   su miedo y él sabía que él lo temía. Yunho sintió crecer rápidamente algún tipo de  emoción como respeto, pero no podía ser, por supuesto, pues él sólo era un hombre. También identificó otra emoción,  enojo. No le gustaba la idea que él le temiese. Tocó su mentón, levantándolo con el dedo índice. Vio  sorpresa en sus ojos y sintió el shock de su contacto de la misma manera que, él sabía, él lo había sentido.

—Mi lord, — él le recordó con calma.

Su pecho se movía agitadamente. Él estaba paralizado, incapaz de desviar su mirada.

— No puedes vencerme, Jaejoong, — Yunho le advirtió suavemente. Un desafío ardió en él.

—Sí, mi lord.

Él sonrió satisfecho, pero no sacó su mano. Su dedo acarició su mandíbula.

— Fue tan difícil?

Él estremeció y se alejó.

Yunho maldijo furioso consigo mismo por ceder  a sus instintos, y por haberse olvidado  de la contusión en su mentón.

—Ve con tu abuela, — él dijo severamente. — haz que ella te haga una cataplasma antes de que se te hinche más.

Él se fue antes que él terminase de hablar, levantando el borde de su falda y alejándose  corriendo de él.

* * *

—Quiero tener una palabra con vos.

Karam se paró entre las dos sillas en la cabecera de la mesa dentro del gran salón, esperando que Yunho tomase asiento. Sus  hombres ya habían  entrado, estaban sentados  y estaban  comiendo hambrientamente. Él miró a su alrededor  para ver quien había oído ese tono de voz. Su hombre, Shim Changmin, estaba observando atentamente cada bocado que comía, pero el viejo Athelstan era lento e  insolente  en desviar su vista. Karam hervía de rabia, pero la escondió detrás de una bonita sonrisa.

—No puede esperar, mi lord? La comida está caliente.

—No. — Él tomó su codo rudamente y lo empujó hacia las escaleras.

Karam iba a mostrar su rabia en ser tratado de ese modo como si él fuese un campesino.  Él mantuvo sus ojos afectadamente bajos. Y se refrenó ante el miedo que él le inspiraba.

—Cómo es eso, — Yunho gruñó, —  que me dijiste que Jaejoong supervisaba las cocinas, cuando en verdad él está reducido a las tareas de un siervo?

Las pestañas de Karam volaron hacia arriba.

— Pero él es un siervo!

—Él es tu hermano.

—Mi medio hermano el hijo bastardo de una  sierva.

—Él también es el hijo del  lord, mi lady,  y eso lo eleva por encima del lugar que vos quieres darle. Él no trabajará como un siervo en las cocinas.

—Sí, mi lord. — Karam esperaba  un golpe, hasta que él se relajó ligeramente. —Mi lord?—, él tocó su manga.

—Qué pasa ahora?— , él preguntó impacientemente.

—Que tareas él debería hacer,  entonces? Él es una boca mas para ser alimentada. Todo siervo de Aelfgar trabaja por su comida, eso lo  sabes.

—Le encontré otros deberes. Basta con este tema. — Él comenzó a bajar las escaleras.

Karam le habló.

—Mi lord?

Yunho no hizo ningún esfuerzo por esconder su enojo.

— Qué pasa ahora?

—Vos no me dijiste... — él tomó una respiración —cuando nos casaremos.

Yunho frunció el ceño.

—No lo dije? Pensé que si. En una quincena, si te viene bien.

El alivio trajo una sonrisa feliz a la cara de Karam.

—Oh, sí, — él casi gritó. —Me viene bien!

* * *

Jaejoong no apareció para la comida del mediodía, pero Yunho asumió que él estaba descansando, y se sintió satisfecho. Pero  en la cena no  hubo ninguna señal de él, y él comenzó a preocuparse. Él sabía que él no estaba bien. La rabia creció en él nuevamente ante el pensamiento de la treta hecha por su novia, pues él estaba seguro que él había  abusado su poder sobre su hermano por celos. Se preguntó si siempre había sido de esa  manera, Karam ordenándole a Jaejoong tareas desagradables, sólo porque el muchacho era bastardo y  no tenía ninguna opción  más que obedecer. Parecía ser el orden natural de las cosas que él obedeciera, pero eso le molestaba a Yunho y él  nunca en la vida se había cuestionado  el orden natural de las cosas, ni simpatizaba con la causa de los siervos.

No había sido consciente del hecho que él era un siervo hasta que Karam lo había mencionado. Ahora se sentía complacido con la idea de que él le pertenecía. Antes, cuando erróneamente había asumido que él sólo era otro miembro de la familia y del castillo, él también tendría que haber obedecido su autoridad, pero esta situación era completamente diferente.  Él no podía viajar sin su permiso, ni siquiera poner  un pie fuera de su tierra.  Pues hacer eso considerado una seria infracción a la ley. Él no podía dejar Aelfgar sin su permiso, ni residir en otro lugar.  Él no podía casarse sin su permiso, y él le debía una cierta cantidad de servicios al año. Servicios que  él todavía  no había determinado. Él estaba bajo su completa responsabilidad. Legalmente él le pertenecía.

Tal vez la razón por la cual él no venía a comer con ellos era porque estaba enfermo, quizás tenía fiebre. Yunho había perdido el apetito. Sabía que debería enviar a alguien para verificar como estaba él,  pero decidió hacerlo por sí mismo. Dejó a su prometido tocando el arpa y a sus hombres jugando a los dados. Sabía que él frecuentemente pasaba mucho   tiempo con su abuela, quien vivía en la aldea, y creyó que Jaejoong probablemente estaba  allí. Pero primero le preguntaría a los criados.

Por segunda vez en su vida, Yunho entró en las cocinas, ahora iluminadas con lámparas de aceite. No se habría sentido más conmocionado si hubiese visto a un fantasma. Para él estaba allí,  trabajando. Jaejoong sintió su presencia, y desde donde estaba limpiando, giró a medias.

Yunho estaba tan perplejo con su abierto desafío que sólo abrió la boca.

Jaejoong, ya enrojecido, se ruborizó violentamente.

Él encontró su voz.

— Te atreviste, — él logró decir, lívido, — Te atreviste a desafiarme nuevamente.

Él apretó las manos sobre la mesa.

— Puedo explicar...

—Mis hombres no me desafían.

—Verdaderamente, hay una razón.

—Mis hombres temen ser castigados.

— Él realmente estaba conmocionado.

—Mi lord...

— Pero vos no me temes?— él avanzó.

Jaejoong dio un paso atrás, levantando sus manos en alto como para repelerlo. Estaba muy agotado como para tener una pelea, y había esperado que él no descubriese que él continuaba  en las cocinas.

—Mi lord! Tildie comenzó su trabajo de parto. Hacía falta más manos aquí, vine a  ayudar!

La rabia fue remplazada por confusión.

—Vos trabajarías hasta morir para remplazar a otro?

—Él está por tener un bebé, mi lord, — Jaejoong dijo con calma. — Ella es mi amiga.

Él sacudió la cabeza.

—Suficiente! No puedes desobedecer mis órdenes, Jaejoong. No puedo permitir eso.

—Me golpearás?

Yunho apretó su mandíbula.

—Me gustaría mucho hacerlo! Esta vez, Jaejoong, sólo esta vez,  escaparás al castigo. Pero escúchame bien. La próxima vez que  me desobedezcas. El precio que pagarás será más severo.

Su boca tembló, y él enderezó su espalda.

— Basta. Has acabado  tu trabajo aquí.  Si alguna vez algo como esto vuelve a suceder, vendrás a mí, no asumirás que puedes decidir, especialmente si se trata de algo que  desafía  mis órdenes. Ahora te acompañaré a tu...

Él sintió alivio y estaba enojado por sentir eso.

— A mi... o adentro de mi...?

—Estás sugiriendo esto último?— Su tono era  burlón.

—No.

—Sólo tienes  que invitarme. Sabes  que estoy dispuesto. — Su tono era seductor ahora.

—Bien, yo no!

Yunho casi sonrió, y su mirada  acarició  su  pecho.

—Tu mente tal vez, pero su cuerpo está más que dispuesto.

Jaejoong dobló sus brazos sobre su pecho.

—No es verdad.

—No pienses que puedes  luchar conmigo y ganarme, — Yunho dijo con calma. — Lo que vos  comiences, yo siempre lo voy a terminar.

—Te odio, — él dijo. —Normando!

— Es  lo que soy. Dónde duermes?

—En el salón, —  Jaejoong dijo,  evitando la  oferta de su mano extendida. Cuando, en verdad,  no habría querido otra cosa que inclinarse sobre su cuerpo sólido y poderoso. Ellos salieron a la  noche iluminada por las estrellas y una luna creciente. Jaejoong levantó su rostro y respiró profundamente. Yunho no podía quitar sus ojos  de su perfil. Él estaba fascinado. Él lo vio mirándolo fijamente, y se ruborizó.

—Ven, — él dijo secamente, tomándolo por su codo. Él tembló, pero lo siguió.

* * *

Jaejoong estaba en ese extraño estado de agotamiento que hacía que fuese difícil que el  sueño llegase. Finalmente había conseguido neutralizar las voces altas cuando unas  manos extrañas lo despertaron.

—Jaejoong, Jaejoong, despiértate! Debes despertarte!

Jaejoong parpadeó  y vio a Athelstan y a otro hombre, un siervo, inclinándose sobre él.

— Qué pasa?

Uno de los perros de caza comenzó a ladrar. Los hombres comenzaron a moverse en sus mantas. Alguien gritó furiosamente pidiendo silencio, y otro perro gruñó.

— Es  mi esposa, — el  siervo dijo, y Jaejoong lo reconoció. —Ella está mal, Jaejoong! El  bebé no viene! Es su quinto  hijo y  todos los  otros vinieron muy fácilmente,  pero  este  no quiere nacer! Por favor, ayúdala!

Jaejoong estaba poniéndose de pie, su capa ya estaba alrededor de  sus  hombros.

—Claro que iré, John, — él dijo tiernamente. Pero su mente estaba funcionando frenéticamente. Él indudablemente iba a necesitar las hierbas.

— Qué significa todo este escándalo?

Jaejoong giró su cabeza ante el sonido de esa voz. Yunho estaba parado en el medio camino de las escaleras, sólo vestido con su  pantalón de lana, pero sujetaba una espada. Athelstan respondió.

— Es su esposa, Tildie. Ella está pariendo un bebé y no está yendo bien.

Jaejoong ya se estaba abriendo camino entre  los hombres para confrontar al normando. Yunho dijo:

—Envía a otra persona. El muchacho está exhausto.

Jaejoong sintió un ataque de rabia, e hizo una pausa delante de las escaleras para  enfrentarlo.

—No hay nadie más, mi lord, — él dijo muy firmemente. —Necesito mi bolsita de hierbas.

Yunho lo  miró fijamente, luego  gritó una orden  a Athelstan. Los sajones corrieron  arriba  para ir a buscar las hierbas mientras Jaejoong esperaba, encontrando su mirada inflexiblemente. Si él le ordenase permanecer acostado y no atender a Tildie, él desobedecería,  pero  él no dijo nada sólo lo  miró fijamente. Athelstan retornó y le entregó  la bolsa. Jaejoong la agarró y salió rápidamente.

Ellos estaban en la cabaña cinco minutos más tarde,  los gemidos de Tildie llegaban hasta  afuera. Sus cuatro  hijos, de entre  tres y diez años, estaban sentados  en el único cuarto, el  de cinco años lloraba.

—Silencio, cariño, — Jaejoong dijo,  colocando una mano sobre la cabeza del niño. —Tu mamá estará bien. Silencio ahora.

Él miró a John.

—Confórtalos.

Tildie estaba empapada en  sudor. La bolsa de aguas ya se había roto. Ella se movía y  gemía, sus contracciones eran muy seguidas, pero el bebé no salía. Jaejoong vio inmediatamente cual era el  problema. El bebé estaba de cola.

—Tendré que girar al bebé, —  él le dijo a John, sin mirarlo.

—Has hecho eso antes?— Yunho preguntó.

Jaejoong jadeó, perplejo porque el normando los había seguido. Él estaba parado en medio  de la pequeña cabaña, mientras estudiaba cada centímetro del  espacio. Él se había puesto su siniestra capa negra sobre su torso desnudo. Ahora Jaejoong entendía por qué la cabaña  se había silenciado tan repentinamente. Los niños estaban boquiabiertos. Incluso John estaba perplejo e inmóvil.

—Una vez, —  él respondió, volviéndose hacia  Tildie, él acarició su frente. —Si vas a  estar aquí, ve a buscarme agua fresca, trapos limpios y  jabón. — Tildie se desmayó.

—Yo los traeré, —John dijo, claramente aliviado de poder huir.

—Cómo está ella? — Yunho preguntó, no moviéndose de donde estaba parado.

—Ella se desmayó. Es lo mejor para la situación. Ahora él puede descansar un poco antes de que el trabajo real comience. — Jaejoong se mantuvo acariciando su frente.

El niño comenzó a llorar nuevamente, llamando—mamá,  mamá.

Jaejoong, se arrodilló al lado de manta, tratando calmar al  pequeño. Él se detuvo pasmado al ver la enorme mano de Yunho acariciar los rulos del  niño. Él nunca lo había visto comportarse  gentilmente  antes.

—Todo estará  bien, pequeño, — él dijo, su voz baja y reconfortante. —Sabes quién soy?

El niño o parpadeó, mirándolo fijamente.

—No... no.

—Es nuestro lord, — dijo la mayor, una niña de diez años.

Yunho compensó a la muchacha con una sonrisa, luego levantó  al niño en sus brazos.

—Ella estará  bien, soy tu  lord, Jung Yunho. Sabes dónde queda Warenne? El pequeño  sacudió la cabeza negando, lo miraba  aterrorizado.

—Está  lejos, del otro lado del mar. Te gustaría saber cómo llegué aquí, como crucé  el  mar en un gran barco con todos mis hombres?

Él asintió con la cabeza.

Aliviado, y  todavía  pasmado, Jaejoong volvió con Tildie, escuchando a Yunho mientras  él comenzaba la historia, y gracias a Dios, omitiendo todos los detalles políticos. Su voz baja y rica era sedante. John entró y trajo los artículos que él había solicitado. Jaejoong se lavó las manos y comenzó a secar la frente de Tildie. La mujer comenzaba a reaccionar.

—Tildie?— Jaejoong se inclinó hacia adelante. — Soy Jaejoong. Voy a intentar girar el  bebé. Él está mal colocado, y debo hacerlo.

Tildie abrió sus ojos.

Jaejoong sonrió. Él acarició su sien nuevamente. Tildie gritó y se alejó. Jaejoong se paralizó. Yunho se detuvo, y John y los niños lo miraron.

—No!

—Tildie...

—No! No me toques! Por favor, no lo hagas!—  ella comenzó a llorar.

Jaejoong vaciló sólo una fracción de segundo.

—Ella está exhausta. Le daré una poción.

—No! No tomaré bebida preparada por un brujo!

Jaejoong sintió como si él hubiese sido pateado en el estomago. Él se recuperó con esfuerzo.

—Tildie, soy yo. Soy Jaejoong. Tu amigo. Yo...

— Esto es todo tu culpa, — Tildie gritó.  —Vos le echaste una maldición al bebé porque te abofeteé, aléjate! Saca a este brujo!

Yunho le entregó el niño a John y se paró al lado de Jaejoong.

—Escúchame, Tildie. Soy tu lord.

Tildie lo miró con lágrimas rodando por su rostro.

—él no es un  brujo.  Él va a ayudarte con una poción, luego va a girar al bebé. Esa es mi orden.

Tildie comenzó a llorar.

—Lo siento mucho. —  él sollozó. —Disculpa. Sólo es que tengo tanto  miedo...

—Dale la poción, — Yunho dijo secamente, su mirada fija en el rostro de Jaejoong. Su expresión perpleja y de disgusto. Él hubiese deseado poder azotar a esa  muchacha por  hacerle eso a Jaejoong, cuando él sólo buscaba ayudarla.

Jaejoong se recuperó y  murmurando palabras de consuelo, logró darle la poción. Tildie  pronto estaba en un estado de letargo. Yunho admiró su eficiencia, a pesar de que  Jaejoong estaba claramente ofuscado. Valientemente metió la mano en el cuerpo de la mujer,  sus  movimientos eran suaves. Tildie jadeó de dolor. Jaejoong comenzó a girar el  bebé, una capa de transpiración cubrió su  frente. Yunho lo admiró en ese momento por su inmenso coraje. Él estiró la mano para secar una gota de sudor en su frente antes que cayese sobre sus ojos.

—Ahí  está, — Jaejoong gritó  aliviado. —El  bebé está girado, no debería tardar mucho en nacer ahora.

—Bien hecho, — Yunho dijo con calma.

Él le lanzó una mirada. La  mirada de él  era tierna.  Jaejoong se enrojeció y se concentró en la tarea por delante. Las contracciones de Tildie ahora eran lo suficientemente fuertes  como para empujar al bebé afuera fácilmente. Jaejoong agarró a la criatura y supo inmediatamente que estaba muerto.

Estrangulado  en el  útero materno, el  cordón umbilical  estaba enrollado  alrededor de  su cuello.

Jaejoong parpadeó  para contener las  lágrimas y acunó al bebé. Yunho se acercó y lo  tomó  de él.

—Yo lo enterraré, —John dijo resignado. Se consideraba afortunado para tener cuatro criaturas sanas.

Tildie abrió los  ojos.

—Mi bebé?

Jaejoong vaciló. Yunho se acercó.

—El bebé no pudo sobrevivir. Él murió dentro del útero.

—No!

—Lo siento mucho, pero eres joven y fuerte. Dios te ha premiado con cuatro niños  saludables, y si es su voluntad, él te dará más hijos.

—No!

Los hombros duros de Yunho tocaron a Jaejoong.

—Es  hora de irnos. No hay nada más que puedas hacer. Ella debe llorar a solas.

—Le daré una poción para dormir.

—No!— Tildie  gritó,  de alguna manera  logró  levantarse para sentarse. —No! Quiero mi bebé! Dame a mi bebé!

Jaejoong tomó las manos de Tildie mientras lloraba.

—Lo siento mucho. Oh, Tildie, lo intenté...— él se detuvo bruscamente, incapaz de continuar, pensando que si él  hubiese venido más temprano tal vez habría podido   salvado al bebé. Su corazón se condolía  por su amiga.

—Oh, mi bebé,— Tildie gimió.

John se acercó a su esposa y Jaejoong se puso de pie, seccándose  las lagrimas. Realmente no podía ver, todo estaba nublado. Oh Dios! Lo había intentado... Si sólo hubiese revisado a Tildie esa tarde, si hubiese venido más temprano.  Él se escapó de la oscuridad de la  cabaña húmeda y tomó  el aire de la noche fresca. Se dio cuenta que estaba corriendo.  Pero no le importó.

3 comentarios:

  1. Pobre jae el siempre quiere ayudar y todos lo toman a mal :(
    Espero que yunho lo ayude a tener mas confianza en si mismo :)
    Muchas gracias por el capitulo ❤

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  2. me da tristeza con Jae siempre quiere ayudar a todos y siempre termina lastimado por estos insensibles que no ben las cosas buenas que hace por ayudar espero que Yunho valla tras de el y le haga sentir querido
    Gracias

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  3. Tanto veneno inyectado a los aldeanos de que Jae es brujo, que no dudan en culparlo de lo que les pasa
    Yo creo que Yunho ayudará a que cambien de opinión

    Gracias!!! 💗💕💞

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