lunes, 17 de abril de 2017

El Conquistador: Capítulo 8


Capítulo 8

 El  rostro de Karam era una máscara de ira.  Rabioso,  él se sentía  tenso y  feo, más viejo  de la edad que tenía.  Él escuchó al lord y a  sus  hombres  mientras cabalgaban de noche iluminados por  la luz de una antorcha, los cascos sus  caballos sonaron como un trueno. Y todo para encontrar a Jaejoong.

Era imposible, pero la verdad era que su prometido quería a  su hermano. Jaejoong lo había embrujado, él estaba seguro. Por qué otra razón él la miraría del  modo que lo hacía  cuando ningún otro  hombre mortal se atrevía a hacerlo? O él también era un ser satánico, tal vez no era carne y hueso, sino la creación de Satán? Karam se estremeció.
No, él era hombre  de carne y hueso. Él había  visto  su cuerpo, dura  musculoso, con feas cicatrices de batallas. Por alguna  razón él no le tenía miedo a Jaejoong, y de ese modo se sentía subyugado por su belleza antinatural.

Karam odiaba tanto  a  su hermana  que sentía  como si  se estuviese sofocando.

Karam nunca había tenido miedo de su hermana, su  odio siempre había sido más fuerte. Y con el transcurso del tiempo,  se había vuelto más valiente, pues Jaejoong nunca le había hecho un hechizo. Karam estaba seguro que era porque ellos eran hermanos y  porque eso habría enfurecido a su padre. O tal vez  Jaejoong no tenía ningún  poder. Ese pensamiento complació mucho a Karam.

Ahora Yunho estaba cabalgando de noche buscándolo.

Karam deseó poder  matar a Jaejoong. Yunho, como su padre, no tenía miedo de él y  además  estaba fascinado por su  infrecuente color de cabello, con su belleza y con su cuerpo. Pensar en su padre le hacía mal a Karam. El modo en que él había adorado a  Jaejoong, había amado abiertamente a esa puta de Annie, mientras que para su propia madre o para    mismo sólo había  una  tímida sonrisa. Sus  hermanos siempre habían consentido y querido a Jaejoong, sin asustarse, encantados sus sonrisas y  sus risas. Todos  aquellos que eran significativos en la vida de Karam siempre habían preferido a su hermano sobre él. Jaejoong era querido sólo por aquellos que no eran importantes para Karam, como por ejemplo el joven lleno de granos, Bill, su prometido.

Karam deseaba, aunque sólo fuese  una vez, poder ver a Yunho retroceder horrorizado por la imagen de su hermano. Él sabía cuánto el rechazo de la gente hería a Jaejoong.

Jaejoong no iba a arruinar lo que era seguramente su última oportunidad de un matrimonio, Karam se juró a sí mismo.

Y un plan comenzó a formarse en su mente.

Una hora había pasado y la luna estaba alta, llena  y amarilla, iluminando la  noche. Yunho frenó su caballo, escuchando el silencio. No había ningún sonido, ni siquiera de grillos o búhos, ni del viento. Él se paró sobre los estribos. Sobre una loma adyacente podía ver las  luces de las antorchas que sus hombres llevaban mientras rastrillaban el campo. Su cuerpo estaba tan tenso como la cuerda  de arco. Él nunca más vagaría solo por los campos!

—Jaejoong! Jaejoong!

No  hubo respuesta. Ahora  estaba verdaderamente preocupado, seguro que algo terrible le había sucedido lobos, asaltantes, patrullas de mercenarios. Entonces oyó un ruido y  giró la cabeza para mirar a su alrededor. Supo de su error inmediatamente, cuando vio una  luz aproximándose, era uno de sus hombres.  Su corazón se sobresaltó cuando oyó,

—Mi lord! Lo tengo, lo he encontrado!

Su expresión cambió, su preocupación se evaporó, y su  boca se cerró  en  una línea dura y severa. Espoleó su caballo hacia adelante para encontrar a Beltain.

—Bien hecho, — él dijo en voz baja.

—Bájame, idiota, — Jaejoong dijo con los dientes apretados, un  bulto se torcía en el regazo de Beltain.

—Mi lord?— Beltain preguntó.

Los dedos de Yunho ardieron con el impulso  de azotarle el trasero hasta que él no pudiese sentarse.

—Bájalo.

Beltain lo soltó, y  él deslizó hacia el suelo, jadeando.

— Qué quiere decir todo esto!

Yunho se agachó y lo alzó.

—No me pongas a prueba, — él le advirtió, Jaejoong dejó de protestar.

Él estaba muy quieto, sentado en la montura entre sus muslos duros.

— Hazle señas a los otros, — Yunho dijo.   Y  espoleó en  caballo  en dirección  a Aelfgar.

Jaejoong apretó su cesta, su rabia se desvaneció con su presencia poderosa. Con la  tensión que se había creado, su corazón comenzó a latir ferozmente. Él estaba enojado, muy enojado lo que no tenía sentido. Y por qué  todos sus hombres lo estaban buscando? Lo que él hacía, no era asunto de ellos. No entendía,  eso. No le gustaba de ser tratado como algo de su propiedad lo que realmente sucedería si lo aceptase como el  nuevo lord.

Yunho no dijo ni una palabra y el trayecto fue corto. En la fortaleza él desmontó, arrastrándolo bastante rudamente fuera de la montura. Le  entregó su enorme caballo a uno de los pajes, su asimiento en su codo lo lastimaba. Él lo arrastró hasta el salón.

Karam miró por encima de su bordado. Estaba sentado con su criada, una mujer regordeta llamada Mary. Algunos de los hombres ya habían  retornado  y estaban bebiendo cerveza  y jugando a los dados. Karam los observaba continuamente pero no decía nada.

—Todos, salgan del salón, —Yunho dijo,  soltando a  Jaejoong.

Jaejoong dio un paso.

—No, vos no, — Yunho dijo.

Él se congeló.

—Vos te quedas aquí.

Él giró para  mirarlo. Yunho lo miró seriamente, su mirada  era peligrosa. Todos partieron.

Jaejoong luchó por controlar el ritmo de  su respiración. Ningún hombre lo había hecho sentir un cobarde antes, y él,  ese enemigo normando, el  usurpador de Aelfgar, no iba a ser el primero. Era una batalla peligrosa que él ganó  valientemente cuando logró decir:

—Tienes otro  castigo para mí, mi lord?—  él abrió sus  manos. —Tal vez aquí mismo, en el piso? Después de todo estamos a solas, como vos pediste.

Las  fosas nasales de Yunho se hincharon.

—No pongas a prueba mi buen humor.

—Buen humor?

—Tienes  prohibido el derecho de abandonar la aldea o la  fortaleza, — él dijo brevemente,  sus ojos lo perforaban.

Jaejoong jadeó.

— Me entiendes?

—No puedes!

— Si que puedo, y lo hago. Yo soy el lord aquí, esta es mi ley. Vos puedes pedirme  permiso, y  yo  podría,  generosamente, concedértelo. Pero no habrá más paseos por el  campo de noche!

—Todavía estás enojado, — Jaejoong gritó desesperado, —porque yo te engañé con mi identidad!

—Oh, sí, — él dijo con calma.  —todavía estoy muy enojado. Tienes suerte de haber escapado a  mi ira tan fácilmente, Jaejoong. —  Era la primera vez que él lo trataba por su nombre, y la palabra en su lengua goteó como miel espesa.

Pero a él no le gustó  el tono de su voz.

— Fácilmente?—  él casi se sofocó. —No creo que esta persecución sea algo fácil.

—Persecución. — su tono era pesado.—Yo  no te persigo, Jaejoong.

—No? Entonces tienes un nombre mejor para tus  acciones?

—Cómo tu lord puedo castigarte.

— Si  vos no me hubieses robado mis hierbas, yo no habría tenido que salir de noche!

 —Si vos no hubieses  envenenado a mi hombre, yo no habría tenido que retener tus hierbas.

—Si yo no hubiera sido tu prisionero, no le habría dado a Changmin esa hierbas!

— Si vos te hubieses comportado como un buen hombresito, no  habría habido  necesidad de que  Changmin te vigile.

Jaejoong tembló, seguro de que él se refería a  sus orígenes.

—Me estás insultando llamándome bastardo o brujo?— él amargamente preguntó.

—Ninguna de las dos cosas, — él dijo,  moviéndose rápidamente. Él lo sacudió. — No soy un hombre que tenga necesidad de insultar. Entendiste mal a lo que me refería, hablo de tu naturaleza que no es sumisa, sino tan  volátil  e imposible de predecir como una batalla. Y tan excitante.

Sus palabras lo conmovieron y Jaejoong no pudo moverse. Volátil... imposible de predecir... excitante. Él lo soltó, y  él extrañó  su contacto.  Yunho miró  su boca,  le dio una  mirada prolongada y hambrienta. Entonces él giró muy abruptamente y caminó hacia las escaleras, dejándolo solo y confundido. Y sintiendo el desesperante deseo de llorar.

* * *

 

—Despierta.

Jaejoong se había dormido antes que pudiese escaparse furtivamente para hablar con  Karam sobre  su matrimonio inminente. Había sido un sueño pesado, pero sin imágenes,  el alivio que él tanto necesitaba.

—Despierta!

Jaejoong fue rudamente despertado mientras Karam le tiraba  impiadosamente del cabello.  Jaejoong jadeó, incorporándose sobre un codo. Él había dormido en un manta en el piso  del salón con todos los otros.

—Qué pasa, Karam, qué pasa?

—Levántate, — Karam ordenó. —Vamos a conversar, vos y yo.

Era la mitad de la noche. Los ronquidos  de los  hombres del normando y los de Aelfgar las rodeaban. Jaejoong se puso de pie, agarrando la manta para cubrir su camisa larga.

—No podías haber esperado?

Karam tomó su mano y lo arrastró, hasta que ellos estuvieron fuera del salón y cerca de las cocinas. La luz de la luna apenas  era  suficiente para verse, pero Jaejoong notó que Karam estaba enojado.

—Te lo estoy advirtiendo, Jaejoong, yo me voy a  casar con él y  nada que puedas hacer me va a detener—Jaejoong lo miró fijamente.

—Manténte  lejos  de él con tus trucos de  prostituta, — Karam susurró. — Me entiendes?

— No puedes querer casarte con él!

—Si quiero! Él es mío! Él puede  jugar con vos como nuestro padre hacía con tu madre  pero nunca te hará su verdadero esposo!

Le dolió. No debería haberle dolido, pero era verdad, y  por eso el  dolor era  abrumador.

—Yo lo odio, — Jaejoong dijo. —Él es un asesino, el enemigo normando. Él  le está robando a nuestros hermanos sus tierras. Yo no me casaría con él si  fuese vos,  ni  aunque él me quisiese.

—Bien.

—Karam, estás  loco? Cómo puedes pensar en casarte con él el enemigo y usurpador del  patrimonio de Yoochun?

—Siwon ahora es el  rey, — Karam dijo.  — Y no me importa. Ni  me importa si Yoochun es el lord o no.  Es  mejor de este  modo,  un  lord normando en  Aelfgar y  yo su esposo. —  él sonrió  triunfante.

—Yo te ayudaría, — Jaejoong se ofreció. —Para escapar. Podríamos irnos  juntas, encontrar a Yoochun. Y él nos protegería de ese normando!

—No! No me  oíste? Me voy a casar con él,  de propia voluntad! Pero vos, manténte lejos de él. Vos ostentas tu belleza profana de su bruja delante  de Yunho y él anda detrás tuyo como un perro en celo. No aceptaré que te lo lleves a tu cama. No te aceptaré como su amante, como hizo tu madre con nuestro padre. Estás advertido, Jaejoong!

—Yo nunca sería su amante, — Jaejoong replicó. 

—Bien. — Karam continuó. —Ahora, el  próximo asunto. Tu lugar aquí.

—Qué?

—Soy el señor Kim. Estoy cansado de tus modales y tu conducta. Con nuestro padre  muerto y nuestros hermanos lejos, aquí va a haber cambios.

—De qué estás hablando?

—Desde mañana estarás en las cocinas, — Karam ordenó. —Trabajarás como ayudante del cocinero  remplazando a Jess. Y, Jaejoong, tomarás tus  comidas con el  resto de los siervos.

Jaejoong lo  miró fijamente. Karam era el  dueño y lo había sido desde que su madre Jane se había vuelto a casar el año pasado.  Él nunca le había dado órdenes de ese modo. En el pasado él no se habría atrevido Yoochun no lo habría permitido. Pero él tenía la autoridad para hacerlo.

—Seguramente estás bromeando.

—No. El normando está de acuerdo, no puede haber gente que se dedique a la vagancia en esta fortaleza.

Un shock lo asaltó.

—Él concuerda con esto?

—Si, por supuesto. Eres su siervo, Jaejoong, como cualquier otro siervo.

— Yo soy un hombre libre, — Jaejoong dijo,  —y  sabes  eso. Sabes  padre nos dio a mí y a  mi madre nuestra libertad.

Karam sonrió.

—Puedes probarlo?

—Todos lo saben.

—Tienes los documentos?

— Nunca hubo documentos.

—Entonces  no puedes  probarlo.

Él no podía creer en la mala intención de Karam.

—Todos lo saben!

— Y  Quién va a  jurar eso  ante la  Biblia o  en  tribunal del condado? Vos? La bruja de tu abuela? O los  aldeanos? Athelstan?  Eres un bastardo, Jaejoong, nada más que eso. Y la palabra de quién aceptará, el lord, la tuya  o la  mía?

—Nuestros hermanos saben la verdad!

—Si? Pero, Jaejoong ellos no están aquí!

— Qué estás intentando hacer?

—No  importa. Vos vives en esta casa, y el lord de Aelfgar es tu amo, seas  siervo o no. Si  te escapas, te  haré perseguir  como un  siervo fugitivo. Si  te quedas, harás lo que yo te ordene. Está claro?

Karam sabía que él nunca dejaría esa casa, estaba en su sangre. Karam había convencido  al normando que él era su siervo?

Jaejoong estaba perplejo.

—Eres  muy claro, Karam.

—Bien. — Karam sonrió.

* * *

Mientras un grupo cortaba madera para la nueva empalizada, otro grupo había recibido  la tarea de cavar el enorme foso que rodearía la fortaleza. Había una depresión natural  que Yunho aprovecharía construir el foso, y él se sentía muy satisfecho. Desgraciadamente, la aldea tendría que ser arrasada para dar espacio para el muro, pero una vez reconstruida, estaría  mucho mejor defendida. Yunho, una vez que estuvo seguro que todas las tareas estaban siendo correctamente ejecutadas, se quitó la túnica y  se unió a los hombres que estaban cavando el foso.  Disfrutaba  usar sus  músculos poderosos y sentir el  sudor fluyendo  por su cuerpo.

Los aldeanos habían sido reclutados para el trabajo de construcción, y sus tareas  habituales en los campos quedaron aplazadas hasta después que la fortaleza fuese  levantado. Al mediodía todos paraban para hacer una comida, los aldeanos se alimentaban con pan, queso, y  cerveza  en el mismo  lugar de la construcción, y Yunho y  sus  hombres  volvían  al salón para comer. Él se lavaba rápidamente afuera y  luego  tomaba su lugar al lado de Karam. Inmediatamente que él se encontraba buscando a Jaejoong, pero él no estaba a la vista. Eso lo enojaba.

—Por qué su hermano no se une a nosotros?

Karam sonrió dulcemente.

—Él asumió la tarea de supervisión de las cocinas, mi lord. Y como puedes ver, la comida  ha mejorado mucho.

Yunho no lo había notado, pero estaba satisfecho con que el hecho él no desafiase su orden de la noche anterior, y comenzó a comer la comida.

Por precaución por posibles incendios, las cocinas estaban afuera en un edificio separado detrás de la fortaleza. Los enormes hornos de piedra,  suficientemente grandes como para que Jaejoong entrase en ellos, emitían mucho calor, porque ellos estaban constantemente encendidos,  de día y de  noche. Aquí todo tipo de carnes eran asadas, eran giradas a mano por un joven siervo que prácticamente estaba desnudo y sudando. Al lado de los hornos de las reses estaban los hornos para cocinar pan, bollos y aves más pequeñas. En un compartimento anexo a las cocinas, estaban las despensas, donde la manteca era batida, donde se fabricaba y almacenaba la cerveza. Allí no  había ventanas, sólo una puerta de  entrada. Y el humo salí por un agujero no techo.

Todos trabajaban con ropas livianas, y con el cabello atado debido al calor. Jaejoong no era una excepción. Mientras metía otra hogaza de pan en un horno, el calor abrasador le enrojecía el  rostro haciéndolo brillar con transpiración. Deseó  poder estar desnudo como Teddy, quien era tan joven que a nadie le importaba su desnudez. Su camisa, hecha de la más delgada lana se le pegaba desde los  hombros hasta los tobillos como una segunda piel. Además del calor estaba el problema del  humo, que circulaba dentro de la cocina en enormes nubes densas.

Por milésima vez aquella mañana, Jaejoong fue asaltado por un ataque de tos.

Si al menos lloviese...

Él fantaseó con un aguacero repentino. Él correría afuera y se dejaría empapar. Eso sería la gloria.

Ya no estaba enojado con Karam. Había decidido que no podía culpar a su hermano. Karam se sentía  amenazado, y Jaejoong lo comprendía. Era verdad que el normando andaba detrás de él con intenciones libidinosas. Jaejoong todavía consideraba eso increíble, y se estremeció,  con una mezcla de miedo y alguna otra cosa no identificable.   Jaejoong sintió el embate de una emoción poderosa que se negaba a comprender. Pero Karam debería haberse quedado muy tranquilo cuando Jaejoong le había dicho que no deseaba  al normando y no que no haría nada por seducirlo. Y aunque Jaejoong estuviese enojado porque Karam intentaba tratarlo como un siervo, Karam era su hermano. Y Jaejoong lo había perdonado.

El normando era otro asunto.

Jaejoong no podía  borrar su imagen dorada fuera de su mente. Él lo angustiaba, lo hacía enojar. El que él la hubiese confinado a la fortaleza y la aldea lo enfurecía. Pero él no obedecería. Ciertamente no le pediría permiso pues, en verdad, él era  una persona libre y podía ir y hacer lo que quisiese! Y si  él escogiese azotarlo, él aguantaría eso sin ninguna lágrima, sin ningún grito. Él no era su amo, y nunca lo sería. Da misma manera que él nunca sería el lord de Aelfgar.

Jaejoong sabía,  por supuesto, que el hecho que él hubiese acordado con su nueva posición en la cocina era el castigo por el engaño respecto a su identidad. Este  era su castigo, y él estaba dispuesto a trabajar duro en las cocinas junto con Tildie, Teddy y los otros. Esa era la razón más fuerte que él tenía para trabajar duro, sin reclamos ni protestas, con la cabeza en alto. Y de hecho trabajaba más duro que el resto. Después de todo, él no era mejor que cualquiera de ellos. De hecho, Teddy era su primo. Y su madre había trabajado allí después que Jaejoong había nacido y hasta que que ella se enfermó. No importaba que él tuviese la capacidad de ser el supervisor de las cocinas.

No, él trabajaría más duro que nadie. Si  él pensaba que podría hacerle implorar perdón, implorar clemencia,  estaba muy equivocado. Él se moriría antes de implorar. Él le demostraría al normando que él era tan Implacable como él.  Su enemigo más  Implacable.

3 comentarios:

  1. Karam desgraciado!!!! Espero que Yunho ayude a jae :(
    Jae no deberia ser tratado como un sirviente: (
    Muchas gracias por el capítulo ❤

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  2. hace bien Karam en tener miedo de que Jae se pueda quedar con Yunho por que así sera aun que el haga hasta lo imposible el no se quedara con Yunho el Yunho ya le pertenece a Jae aun no de cuerpo pero si de alma y ante eso el no podrá hacer nada
    Gracias

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  3. En verdad que Karam es una arpia, y Yunho cuando se de cuenta de lo que le hizo a Jae haber como reacciona. Lo malo es que Jae a aceptado su situación como un castigo.

    Gracias!!! 💗💕💞

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