Capítulo 9
– ¿Por qué me atacaste
la noche en que nos conocimos?
– Tenía hambre.
– Ahórrate las
mentiras. Yoochun me contó lo de las clínicas de sangre.
Jaejoong ladeó la
cabeza para evitar su mirada. No quería decirle la verdadera razón de su
visita.
– Bien. Espero que
estés cómodo porque te dejaré ahí el tiempo que sea necesario. Creo que me iré
de copas.
– ¿No serás capaz?
– Procura no gritar
mucho, no quiero tener problemas con los vecinos. – Repuso Yunho mientras
agarraba la ropa y se disponía a abandonar el dormitorio.
– ¡Está bien te lo
diré! Pero eso no impedirá que te destroce en cuanto me libere.
Yunho tiró la ropa
encima de una mesita y se tumbó junto a él.
– ¡Dispara! – Le
ordenó.
– Eso quisiera yo. – Respondió
Jaejoong.
Yunho le guiñó un ojo,
mientras le incitaba a hablar con las manos.
– Antes de ser
convertido, vivía con Straush en una casa en el campo. Mi hermano y yo,
llevábamos una vida tranquila aunque bastante humilde. Todos los días mi
hermano cuidaba la pequeña huerta y los animales, pues eran nuestro único sustento.
Yo por mi parte realizaba las tareas de la casa y una vez o dos recogía agua de
un riachuelo cercano. No teníamos las comodidades de hoy en día, pero no
recuerdo haber sido nunca tan feliz en ningún otro momento de mi vida. Una
tarde, bajaba por el minúsculo camino que conducía al riachuelo cuando me topé
con dos soldados. Estaban sucios y hambrientos, debían proceder de algún
destacamento que acampara cerca de allí. Era muy típico de aquellos tiempos,
mandar varios soldados para obligar a los campesinos a proporcionarles
provisiones. Para mi desgracia no sólo tenían hambre de alimentos o sed de
vino. Nada más verme, se miraron y no tardaron en agarrarme y sacarme del
camino. Rasgaron mis vestiduras, hasta dejarme desnudo. Los maldije, les rogué,
pero nada les importaba, no podía hacer nada salvo esperar lo inevitable. Un
hombre de pelo rubio y aspecto sofisticado, se les acercó y los invitó a marcharse.
Sus ropas eran lujosas y portaba una espada con empuñadura de oro. Los soldados
no sólo se rieron de él, sino que además le pidieron que les entregara la
espada. Pude ver como sus ojos se transformaron, era como si fueran de fuego.
Mostró unos colmillos como los de un vampiro. Los soldados le dispararon
primero con sus mosquetes, luego usaron sus pistolas, pero aquel extraño hombre
no se inmutó, ni siquiera cuando las balas perforaron su carne. Cuando los
soldados desenvainaron sus espadas, el hizo lo propio. De un sólo revés, les
cortó la cabeza a los dos. Limpió la hoja de su espada y la envainó. Luego se
quitó la chaqueta y me la ofreció para cubrirme. Pasó su mano por mi cara,
acarició mi pelo y me tomó de la mano. Me acompañó hasta casa y desapareció,
nunca más volví a verlo. Cuando Straush me convirtió, le conté la historia. Su
cara reflejó una gran preocupación, me dijo que los vampiros no tenían los ojos
de fuego que debí haberlo visto mal a causa del nerviosismo. Pero yo estoy
seguro de lo que vi.
– Una historia muy
buena. Drama, sexo y un héroe.
Jaejoong lo miró lleno
de rabia.
– ¿Y qué tiene que ver
esa historia con que intentaras matarme?
– Porque aquel hombre
era exactamente igual que tú. – Respondió Jaejoong.
– No creerás que yo...
– ¡Claro que no
estúpido! Pero sentía curiosidad por conocerte. Te seguí durante meses, hasta
que comprobé que no eras como él. Tú sólo te dedicas a salir con mujeres y
hombres superficiales y darte una vida de lujo.
Yunho lo miró, por
primera vez le dolió que le dijeran la verdad a la cara. Se acarició el cabello
y tragó saliva, no podía creer que a estas alturas fuera tan sensibilón.
– ¿En serio no puedes
moverte? La cadena sólo está apoyada en tu cuerpo, no te he atado.
– Su contacto me
inmoviliza. – Respondió frustrado Jaejoong.
Yunho se acercó a él
hasta que sus cuerpos se tocaron, pasó su mano por el cuello de su camisa y
acercó sus labios a los de él.
Jaejoong tembló,
estaba indefenso y a su merced.
– Puesto que como
dices no tengo la moral de tu héroe, podría aprovecharme de ti en este mismo
momento.
Jaejoong lo miró, una
parte de él deseaba matarlo por su osadía, pero otra deseaba que lo besara. No
sabía si sentía algo por él o era sólo deseo, pero a cada día que pasaba cerca
de él, aquel sentimiento se hacía más fuerte.
Yunho abrochó los
botones superiores de su camisa que se habían desabrochado durante el forcejeo.
– Tienes razón, no me
parezco en nada a ese tipo y soy un auténtico bastardo. Lo cierto es que
ninguna mujer u hombre con sentido común querría salir conmigo. Pero puedes
estar tranquilo, nunca abusaría de ti. Dijo Yunho mientras agarraba las cadenas
y las arrojaba al otro lado de la cama. Se sentó en la cama dándole la espalda
a Jaejoong. Él se levantó, se ajustó la ropa y camino hacia él. Cogió su mano y
le pidió que se levantara. Quedó el uno frente al otro, mirándose a los ojos,
con una mirada cargada de deseo.
– No soy un hombre con
mucho sentido común. – Dijo Jaejoong mientras se abrazaba a su cuello y lo
besaba, apasionadamente. Yunho no podía creerlo, se estaban besando de verdad,
no eran besos robados, eran besos llenos de deseo.
Jaejoong se apartó
dispuesta a marcharse.
– ¡Quédate! – Le rogó Yunho.
– ¡No puedo! Straush
me necesita. – Lo besó de nuevo, acarició su mejilla y le sonrió. Fue la
sonrisa más luminosa y bella, que jamás Yunho pudo llegar a soñar poder ver.
Jaejoong saltó a la
ventana, le lanzó un beso con la mano y saltó a la azotea de enfrente.
En la mansión Straush
golpeó furioso su escritorio. Se giró y arrancó una estantería de libros y la
arrojó contra la pared de enfrente. Karsacry se limitó a bajar la cabeza y
callar.
– ¡Jamás pensé que los
oscuros regresarían! – Gritó Straush. Ahora cientos de ellos recorren las
calles, matando humanos. Infectándolos.
– Puedo hablar con Changmin
y organizar una batida. En una noche eliminaríamos a más de la mitad. – Repuso
Karsacry.
Straush lo señaló con
el dedo.
– No los subestimes.
Son más débiles que nosotros, pero actúan en manada y no conocen la piedad.
– No pienso tener
piedad con ellos. – Dijo Karsacry.
– Está bien. Avisa a
Láyonel, que organice a los clanes para que estén listos para actuar.
Karsacry inclinó la
cabeza y abandonó la sala. Caminó por la galería hasta un balcón, desde el que
saltó al patio exterior. Por unos instantes miró la luna y luego saltó el muro
del jardín y se alejó corriendo calle abajo.
Yunho se echó en el
sofá del salón, encendió la tele y cambió una y otra vez de canal. Encontró una
reposición de una serie de ciencia ficción, de esas de naves espaciales y
marcianos. Aunque era bastante mediocre, se quedó mirándola. Necesitaba
distraer su mente para no pensar en lo sucedido esa noche.
Lejos de allí un
vagabundo arrastraba un carrito de supermercado lleno de trastos, recuerdos de
una vida pasada, quizás más feliz. Llevaba puesto un chaquetón que le llegaba
hasta los pies y un gorro de lana en la cabeza. Agarró una botella de vino que
tenía en el carro y le dio un trago. Toda su ropa estaba cubierta de mugre, su
barba descuidada y con restos de comida pegados. A sus cincuenta años
aparentaba más edad, su hediondo olor espantaba a todos los que se cruzaba en
su camino, algunos incluso cambiaban de acera ya fuera por miedo a que fuera un
delincuente o por asco.
El vagabundo se
internó en un callejón donde había varios contenedores de basura. Dejó el
carrito y abrió la tapadera de un cubo de basura que pertenecía a un restaurante.
Rebuscó en su interior algo de comer, pero todo estaba tan enfangado de restos
de tomate y mayonesa, que le causaba nauseas. Encontró un brick de vino medio
lleno, esbozó una sonrisa.
– ¡Hoy debe de ser mi
día de suerte!
Cuatro sombras se precipitaron
contra él. Un vampiro le mordió en la garganta, lo que le impidió gritar. Cayó
al suelo mientras otro vampiro clavaba sus dientes en su brazo, dos más
acudieron para unirse al festín.
Como animales salvajes
se abalanzaron contra su presa, uno de ellos mordió su estómago el otro abrió
sus fauces y desgarró el muslo derecho del vagabundo. La sangre brotaba del
cuerpo de aquel pobre desgraciado.
Aquellos vampiros eran
diferentes, no tenían orejas, apenas un agujero en su lugar, su nariz era
minúscula y sus mandíbulas se abrían de una forma completamente anti natural.
Los cuatro vampiros se
alzaron a la vez, como perros adiestrados que escucharan la llamada de su amo.
Saltaron al tejado de uno de los edificios y se alejaron desapareciendo bajo el
abrigo de la noche. En el callejón, el vagabundo destrozado y desangrado,
empezó a sufrir convulsiones hasta que finalmente murió.
Ay q miedo 😨...q son esas cosas..se me asemeja a harry potter...al q no podian nombrar...asi me afiguro q son...q miedo y mira q estaba feliz x el Yunjae parece q estaban superando sus problemas y llegan estos feos...
ResponderEliminarProblemas? Enemigos? Noooo :( parecía que todo iba bien pero bueno jae y yunho superaran todo juntos ❤
ResponderEliminarmientras que Yunho permanece en su nube rosa y no quiere salir de ahí están esos monstruos atacando a la gente espero que pronto acaben con ellos y no los lastimen pues se ven feos y montoneros peor
ResponderEliminarGracias
Oh! Vampiros parecidos a Voldemor, que miedo. Ojala terminando ellos pronto. Que emoción Jae ya beso a Yunho sin pretextos, ni chantaje
ResponderEliminarGracias!!!💗💕💞