Capítulo 8
Era imposible, pero la verdad era que su
prometido quería a su hermano. Jaejoong
lo había embrujado, él estaba seguro. Por qué otra razón él la miraría del modo que lo hacía cuando ningún otro hombre mortal se atrevía a hacerlo? O él
también era un ser satánico, tal vez no era carne y hueso, sino la creación de
Satán? Karam se estremeció.
No, él era hombre de carne y hueso. Él había visto su cuerpo, dura musculoso, con feas cicatrices de batallas. Por alguna razón él no le tenía miedo a Jaejoong, y de ese modo se sentía subyugado por su belleza antinatural.
No, él era hombre de carne y hueso. Él había visto su cuerpo, dura musculoso, con feas cicatrices de batallas. Por alguna razón él no le tenía miedo a Jaejoong, y de ese modo se sentía subyugado por su belleza antinatural.
Karam odiaba tanto a su
hermana que sentía como si
se estuviese sofocando.
Karam nunca había tenido miedo de su hermana,
su odio siempre había sido más fuerte. Y
con el transcurso del tiempo, se había
vuelto más valiente, pues Jaejoong nunca le había hecho un hechizo. Karam
estaba seguro que era porque ellos eran hermanos y porque eso habría enfurecido a su padre. O
tal vez Jaejoong no tenía ningún poder. Ese pensamiento complació mucho a Karam.
Ahora Yunho estaba cabalgando de noche
buscándolo.
Karam deseó poder matar a Jaejoong. Yunho, como su padre, no
tenía miedo de él y además estaba fascinado por su infrecuente color de cabello, con su belleza
y con su cuerpo. Pensar en su padre le hacía mal a Karam. El modo en que él
había adorado a Jaejoong, había amado
abiertamente a esa puta de Annie, mientras que para su propia madre o para sí
mismo sólo había una tímida sonrisa. Sus hermanos siempre habían consentido y querido
a Jaejoong, sin asustarse, encantados sus sonrisas y sus risas. Todos aquellos que eran significativos en la vida
de Karam siempre habían preferido a su hermano sobre él. Jaejoong era querido
sólo por aquellos que no eran importantes para Karam, como por ejemplo el joven
lleno de granos, Bill, su prometido.
Karam deseaba, aunque sólo fuese una vez, poder ver a Yunho retroceder
horrorizado por la imagen de su hermano. Él sabía cuánto el rechazo de la gente
hería a Jaejoong.
Jaejoong no iba a arruinar lo que era
seguramente su última oportunidad de un matrimonio, Karam se juró a sí mismo.
Y un plan comenzó a formarse en su mente.
Una hora había pasado y la luna estaba alta,
llena y amarilla, iluminando la noche. Yunho frenó su caballo, escuchando el silencio.
No había ningún sonido, ni siquiera de grillos o búhos, ni del viento. Él se
paró sobre los estribos. Sobre una loma adyacente podía ver las luces de las antorchas que sus hombres llevaban
mientras rastrillaban el campo. Su cuerpo estaba tan tenso como la cuerda de arco. Él nunca más vagaría solo por los
campos!
—Jaejoong! Jaejoong!
No
hubo respuesta. Ahora estaba
verdaderamente preocupado, seguro que algo terrible le había sucedido lobos,
asaltantes, patrullas de mercenarios. Entonces oyó un ruido y giró la cabeza para mirar a su alrededor.
Supo de su error inmediatamente, cuando vio una
luz aproximándose, era uno de sus hombres. Su corazón se sobresaltó cuando oyó,
—Mi lord! Lo tengo, lo he encontrado!
Su expresión cambió, su preocupación se
evaporó, y su boca se cerró en una
línea dura y severa. Espoleó su caballo hacia adelante para encontrar a Beltain.
—Bien hecho, — él dijo en voz baja.
—Bájame, idiota, — Jaejoong dijo con los
dientes apretados, un bulto se torcía en
el regazo de Beltain.
—Mi lord?— Beltain preguntó.
Los dedos de Yunho ardieron con el
impulso de azotarle el trasero hasta que
él no pudiese sentarse.
—Bájalo.
Beltain lo soltó, y él deslizó hacia el suelo, jadeando.
— Qué quiere decir todo esto!
Yunho se agachó y lo alzó.
—No me pongas a prueba, — él le advirtió, Jaejoong
dejó de protestar.
Él estaba muy quieto, sentado en la montura
entre sus muslos duros.
— Hazle señas a los otros, — Yunho dijo. Y
espoleó en caballo en dirección
a Aelfgar.
Jaejoong apretó su cesta, su rabia se
desvaneció con su presencia poderosa. Con la
tensión que se había creado, su corazón comenzó a latir ferozmente. Él
estaba enojado, muy enojado lo que no tenía sentido. Y por qué todos sus hombres lo estaban buscando? Lo que
él hacía, no era asunto de ellos. No entendía,
eso. No le gustaba de ser tratado como algo de su propiedad lo que
realmente sucedería si lo aceptase como el
nuevo lord.
Yunho no dijo ni una palabra y el trayecto
fue corto. En la fortaleza él desmontó, arrastrándolo bastante rudamente fuera
de la montura. Le entregó su enorme
caballo a uno de los pajes, su asimiento en su codo lo lastimaba. Él lo
arrastró hasta el salón.
Karam miró por encima de su bordado. Estaba
sentado con su criada, una mujer regordeta llamada Mary. Algunos de los hombres
ya habían retornado y estaban bebiendo cerveza y jugando a los dados. Karam los observaba
continuamente pero no decía nada.
—Todos, salgan del salón, —Yunho dijo, soltando a
Jaejoong.
Jaejoong dio un paso.
—No, vos no, — Yunho dijo.
Él se congeló.
—Vos te quedas aquí.
Él giró para
mirarlo. Yunho lo miró seriamente, su mirada era peligrosa. Todos partieron.
Jaejoong luchó por controlar el ritmo de su respiración. Ningún hombre lo había hecho
sentir un cobarde antes, y él, ese
enemigo normando, el usurpador de
Aelfgar, no iba a ser el primero. Era una batalla peligrosa que él ganó valientemente cuando logró decir:
—Tienes otro
castigo para mí, mi lord?— él
abrió sus manos. —Tal vez aquí mismo, en
el piso? Después de todo estamos a solas, como vos pediste.
Las
fosas nasales de Yunho se hincharon.
—No pongas a prueba mi buen humor.
—Buen humor?
—Tienes
prohibido el derecho de abandonar la aldea o la fortaleza, — él dijo brevemente, sus ojos lo perforaban.
Jaejoong jadeó.
— Me entiendes?
—No puedes!
— Si que puedo, y lo hago. Yo soy el lord
aquí, esta es mi ley. Vos puedes pedirme
permiso, y yo podría,
generosamente, concedértelo. Pero no habrá más paseos por el campo de noche!
—Todavía estás enojado, — Jaejoong gritó desesperado,
—porque yo te engañé con mi identidad!
—Oh, sí, — él dijo con calma. —todavía estoy muy enojado. Tienes suerte de
haber escapado a mi ira tan fácilmente, Jaejoong.
— Era la primera vez que él lo trataba por
su nombre, y la palabra en su lengua goteó como miel espesa.
Pero a él no le gustó el tono de su voz.
— Fácilmente?— él casi se sofocó. —No creo que esta
persecución sea algo fácil.
—Persecución. — su tono era pesado.—Yo no te persigo, Jaejoong.
—No? Entonces tienes un nombre mejor para
tus acciones?
—Cómo tu lord puedo castigarte.
— Si
vos no me hubieses robado mis hierbas, yo no habría tenido que salir de
noche!
—Si
vos no hubieses envenenado a mi hombre, yo
no habría tenido que retener tus hierbas.
—Si yo no hubiera sido tu prisionero, no le
habría dado a Changmin esa hierbas!
— Si vos te hubieses comportado como un buen
hombresito, no habría habido necesidad de que Changmin te vigile.
Jaejoong tembló, seguro de que él se refería
a sus orígenes.
—Me estás insultando llamándome bastardo o
brujo?— él amargamente preguntó.
—Ninguna de las dos cosas, — él dijo, moviéndose rápidamente. Él lo sacudió. — No
soy un hombre que tenga necesidad de insultar. Entendiste mal a lo que me
refería, hablo de tu naturaleza que no es sumisa, sino tan volátil
e imposible de predecir como una batalla. Y tan excitante.
Sus palabras lo conmovieron y Jaejoong no
pudo moverse. Volátil... imposible de predecir... excitante. Él lo soltó,
y él extrañó su contacto.
Yunho miró su boca, le dio una
mirada prolongada y hambrienta. Entonces él giró muy abruptamente y
caminó hacia las escaleras, dejándolo solo y confundido. Y sintiendo el desesperante
deseo de llorar.
* * *
—Despierta.
Jaejoong se había dormido antes que pudiese
escaparse furtivamente para hablar con Karam
sobre su matrimonio inminente. Había
sido un sueño pesado, pero sin imágenes,
el alivio que él tanto necesitaba.
—Despierta!
Jaejoong fue rudamente despertado mientras Karam
le tiraba impiadosamente del
cabello. Jaejoong jadeó, incorporándose
sobre un codo. Él había dormido en un manta en el piso del salón con todos los otros.
—Qué pasa, Karam, qué pasa?
—Levántate, — Karam ordenó. —Vamos a conversar,
vos y yo.
Era la mitad de la noche. Los ronquidos de los hombres del normando y los de Aelfgar las
rodeaban. Jaejoong se puso de pie, agarrando la manta para cubrir su camisa
larga.
—No podías haber esperado?
Karam tomó su mano y lo arrastró, hasta que
ellos estuvieron fuera del salón y cerca de las cocinas. La luz de la luna
apenas era suficiente para verse, pero Jaejoong notó que
Karam estaba enojado.
—Te lo estoy advirtiendo, Jaejoong, yo me voy
a casar con él y nada que puedas hacer me va a detener—Jaejoong
lo miró fijamente.
—Manténte
lejos de él con tus trucos
de prostituta, — Karam susurró. — Me
entiendes?
— No puedes querer casarte con él!
—Si quiero! Él es mío! Él puede jugar con vos como nuestro padre hacía con tu
madre pero nunca te hará su verdadero
esposo!
Le dolió. No debería haberle dolido, pero era
verdad, y por eso el dolor era
abrumador.
—Yo lo odio, — Jaejoong dijo. —Él es un
asesino, el enemigo normando. Él le está
robando a nuestros hermanos sus tierras. Yo no me casaría con él si fuese vos,
ni aunque él me quisiese.
—Bien.
—Karam, estás
loco? Cómo puedes pensar en casarte con él el enemigo y usurpador
del patrimonio de Yoochun?
—Siwon ahora es el rey, — Karam dijo. — Y no me importa. Ni me importa si Yoochun es el lord o no. Es
mejor de este modo, un
lord normando en Aelfgar y yo su esposo. — él sonrió
triunfante.
—Yo te ayudaría, — Jaejoong se ofreció. —Para
escapar. Podríamos irnos juntas,
encontrar a Yoochun. Y él nos protegería de ese normando!
—No! No me
oíste? Me voy a casar con él, de
propia voluntad! Pero vos, manténte lejos de él. Vos ostentas tu belleza
profana de su bruja delante de Yunho y
él anda detrás tuyo como un perro en celo. No aceptaré que te lo lleves a tu
cama. No te aceptaré como su amante, como hizo tu madre con nuestro padre. Estás
advertido, Jaejoong!
—Yo nunca sería su amante, — Jaejoong replicó.
—Bien. — Karam continuó. —Ahora, el próximo asunto. Tu lugar aquí.
—Qué?
—Soy el señor Kim. Estoy cansado de tus modales
y tu conducta. Con nuestro padre muerto
y nuestros hermanos lejos, aquí va a haber cambios.
—De qué estás hablando?
—Desde mañana estarás en las cocinas, — Karam
ordenó. —Trabajarás como ayudante del cocinero
remplazando a Jess. Y, Jaejoong, tomarás tus comidas con el resto de los siervos.
Jaejoong lo
miró fijamente. Karam era el
dueño y lo había sido desde que su madre Jane se había vuelto a casar el
año pasado. Él nunca le había dado
órdenes de ese modo. En el pasado él no se habría atrevido Yoochun no lo habría
permitido. Pero él tenía la autoridad para hacerlo.
—Seguramente estás bromeando.
—No. El normando está de acuerdo, no puede
haber gente que se dedique a la vagancia en esta fortaleza.
Un shock lo asaltó.
—Él concuerda con esto?
—Si, por supuesto. Eres su siervo, Jaejoong,
como cualquier otro siervo.
— Yo soy un hombre libre, — Jaejoong dijo, —y
sabes eso. Sabes padre nos dio a mí y a mi madre nuestra libertad.
Karam sonrió.
—Puedes probarlo?
—Todos lo saben.
—Tienes los documentos?
— Nunca hubo documentos.
—Entonces
no puedes probarlo.
Él no podía creer en la mala intención de Karam.
—Todos lo saben!
— Y
Quién va a jurar eso ante la
Biblia o en tribunal del condado? Vos? La bruja de tu
abuela? O los aldeanos? Athelstan? Eres un bastardo, Jaejoong, nada más que eso.
Y la palabra de quién aceptará, el lord, la tuya o la
mía?
—Nuestros hermanos saben la verdad!
—Si? Pero, Jaejoong ellos no están aquí!
— Qué estás intentando hacer?
—No
importa. Vos vives en esta casa, y el lord de Aelfgar es tu amo, seas siervo o no. Si te escapas, te haré perseguir como un
siervo fugitivo. Si te quedas,
harás lo que yo te ordene. Está claro?
Karam sabía que él nunca dejaría esa casa,
estaba en su sangre. Karam había convencido
al normando que él era su siervo?
Jaejoong estaba perplejo.
—Eres
muy claro, Karam.
—Bien. — Karam sonrió.
* * *
Mientras un grupo cortaba madera para la
nueva empalizada, otro grupo había recibido
la tarea de cavar el enorme foso que rodearía la fortaleza. Había una
depresión natural que Yunho aprovecharía
construir el foso, y él se sentía muy satisfecho. Desgraciadamente, la aldea
tendría que ser arrasada para dar espacio para el muro, pero una vez
reconstruida, estaría mucho mejor
defendida. Yunho, una vez que estuvo seguro que todas las tareas estaban siendo
correctamente ejecutadas, se quitó la túnica y
se unió a los hombres que estaban cavando el foso. Disfrutaba
usar sus músculos poderosos y
sentir el sudor fluyendo por su cuerpo.
Los aldeanos habían sido reclutados para el
trabajo de construcción, y sus tareas
habituales en los campos quedaron aplazadas hasta después que la
fortaleza fuese levantado. Al mediodía
todos paraban para hacer una comida, los aldeanos se alimentaban con pan,
queso, y cerveza en el mismo
lugar de la construcción, y Yunho y
sus hombres volvían
al salón para comer. Él se lavaba rápidamente afuera y luego
tomaba su lugar al lado de Karam. Inmediatamente que él se encontraba
buscando a Jaejoong, pero él no estaba a la vista. Eso lo enojaba.
—Por qué su hermano no se une a nosotros?
Karam sonrió dulcemente.
—Él asumió la tarea de supervisión de las
cocinas, mi lord. Y como puedes ver, la comida
ha mejorado mucho.
Yunho no lo había notado, pero estaba
satisfecho con que el hecho él no desafiase su orden de la noche anterior, y
comenzó a comer la comida.
Por precaución por posibles incendios, las
cocinas estaban afuera en un edificio separado detrás de la fortaleza. Los
enormes hornos de piedra,
suficientemente grandes como para que Jaejoong entrase en ellos, emitían
mucho calor, porque ellos estaban constantemente encendidos, de día y de
noche. Aquí todo tipo de carnes eran asadas, eran giradas a mano por un
joven siervo que prácticamente estaba desnudo y sudando. Al lado de los hornos
de las reses estaban los hornos para cocinar pan, bollos y aves más pequeñas.
En un compartimento anexo a las cocinas, estaban las despensas, donde la
manteca era batida, donde se fabricaba y almacenaba la cerveza. Allí no había ventanas, sólo una puerta de entrada. Y el humo salí por un agujero no
techo.
Todos trabajaban con ropas livianas, y con el
cabello atado debido al calor. Jaejoong no era una excepción. Mientras metía
otra hogaza de pan en un horno, el calor abrasador le enrojecía el rostro haciéndolo brillar con transpiración. Deseó poder estar desnudo como Teddy, quien era tan
joven que a nadie le importaba su desnudez. Su camisa, hecha de la más delgada
lana se le pegaba desde los hombros
hasta los tobillos como una segunda piel. Además del calor estaba el problema
del humo, que circulaba dentro de la
cocina en enormes nubes densas.
Por milésima vez aquella mañana, Jaejoong fue
asaltado por un ataque de tos.
Si al menos lloviese...
Él fantaseó con un aguacero repentino. Él correría
afuera y se dejaría empapar. Eso sería la gloria.
Ya no estaba enojado con Karam. Había
decidido que no podía culpar a su hermano. Karam se sentía amenazado, y Jaejoong lo comprendía. Era
verdad que el normando andaba detrás de él con intenciones libidinosas. Jaejoong
todavía consideraba eso increíble, y se estremeció, con una mezcla de miedo y alguna otra cosa no
identificable. Jaejoong sintió el
embate de una emoción poderosa que se negaba a comprender. Pero Karam debería
haberse quedado muy tranquilo cuando Jaejoong le había dicho que no
deseaba al normando y no que no haría
nada por seducirlo. Y aunque Jaejoong estuviese enojado porque Karam intentaba
tratarlo como un siervo, Karam era su hermano. Y Jaejoong lo había perdonado.
El normando era otro asunto.
Jaejoong no podía borrar su imagen dorada fuera de su mente. Él
lo angustiaba, lo hacía enojar. El que él la hubiese confinado a la fortaleza y
la aldea lo enfurecía. Pero él no obedecería. Ciertamente no le pediría permiso
pues, en verdad, él era una persona
libre y podía ir y hacer lo que quisiese! Y si
él escogiese azotarlo, él aguantaría eso sin ninguna lágrima, sin ningún
grito. Él no era su amo, y nunca lo sería. Da misma manera que él nunca sería
el lord de Aelfgar.
Jaejoong sabía, por supuesto, que el hecho que él hubiese
acordado con su nueva posición en la cocina era el castigo por el engaño
respecto a su identidad. Este era su
castigo, y él estaba dispuesto a trabajar duro en las cocinas junto con Tildie,
Teddy y los otros. Esa era la razón más fuerte que él tenía para trabajar duro,
sin reclamos ni protestas, con la cabeza en alto. Y de hecho trabajaba más duro
que el resto. Después de todo, él no era mejor que cualquiera de ellos. De
hecho, Teddy era su primo. Y su madre había trabajado allí después que Jaejoong
había nacido y hasta que que ella se enfermó. No importaba que él tuviese la
capacidad de ser el supervisor de las cocinas.
No, él trabajaría más duro que nadie. Si él pensaba que podría hacerle implorar
perdón, implorar clemencia, estaba muy
equivocado. Él se moriría antes de implorar. Él le demostraría al normando que él
era tan Implacable como él. Su enemigo más Implacable.
Karam desgraciado!!!! Espero que Yunho ayude a jae :(
ResponderEliminarJae no deberia ser tratado como un sirviente: (
Muchas gracias por el capítulo ❤
hace bien Karam en tener miedo de que Jae se pueda quedar con Yunho por que así sera aun que el haga hasta lo imposible el no se quedara con Yunho el Yunho ya le pertenece a Jae aun no de cuerpo pero si de alma y ante eso el no podrá hacer nada
ResponderEliminarGracias
En verdad que Karam es una arpia, y Yunho cuando se de cuenta de lo que le hizo a Jae haber como reacciona. Lo malo es que Jae a aceptado su situación como un castigo.
ResponderEliminarGracias!!! 💗💕💞