lunes, 3 de abril de 2017

Un extraño en mi ventana: Capítulo 15

Capítulo 15

Yunho despertó en algo que parecía una mazmorra, apenas si entraba luz y debía proceder de alguna bombilla porque era una luz parpadeante y débil. Estaba tumbado sobre un catre que apestaba a moho y que desde luego había vivido tiempos mejores. A unos metros de él, había una puerta de madera que habían dejado abierta, al fondo del pasillo pudo ver como Changmin hablaba con Jaejoong.
– Te digo que algo le pasa, pero estoy seguro de que lo superará. – Dijo Jaejoong.
– ¿Has visto cómo se ha quedado, con los ojos en blanco y sin sentido? ¡Imagínate qué pasaría si se perdiera el conocimiento en mitad de un combate! Nos pondría en peligro a todos.
– Es un riesgo que estoy dispuesto a asumir. – Replicó Jaejoong.
Changmin lo agarró del cuello.
– ¡Estúpido! Es un humano, antepondrías su bienestar al nuestro.
– Sí. – Contestó Jaejoong.
Changmin sintió de repente una gran presión en el cuello, Yunho estaba tras él.
– ¡Suéltalo o te arranco la cabeza!
Changmin soltó a Jaejoong que corrió al lado de Yunho.
– Vosotros mismos. Vuestro amor será vuestra sentencia de muerte.
– Mejor morir teniendo alguien a quien amar, que siendo un puto imbécil sin sentimientos como tú. – Dijo Yunho.
Changmin abandonó el pasillo de aquella cárcel subterránea, abrió una pesada puerta de metal oxidado y desapareció escaleras arriba.
Jaejoong besó a Yunho y acarició su mejilla. Aún seguía sin acostumbrarse a verlo con esa actitud cariñosa, tenía la sensación de que en cualquier momento le rompería un brazo o le soltaría una bordería. Pero eso no llegó a pasar.
-No le hagas caso, es un estirado pero en el fondo es buena gente. – Dijo Jaejoong.
– Tal vez, pero si vuelve a ponerte una mano encima, lo convertiré en cenizas.
– Has vuelto a quedarte otra vez sin sentido. Cada vez que te desmayas tardas más tiempo en despertar. Estoy muy preocupado.
– Tranquilo, iré a ver a mi médico. Él sabrá que hacer.
Juntos abandonaron aquel inmundo lugar, subieron las escaleras hasta llegar a lo que parecía ser un patio de armas. Se encontraban en el interior de un castillo de estilo medieval, no muy bien conservado. Todo estaba cubierto de enredaderas y arbustos. Cientos de vampiros se entrenaban allí con el manejo de la espada y el hacha. Karsacry parecía ser su instructor.
Al verlos corrió hacia ellos, llevaba un hacha enorme, hasta para él.
– Jaejoong dentro de una hora Straush se reunirá con los bastiones en la sala del trono, quiere que todos estemos presentes. –  Informó Karsacry.
– Está bien. Allí estaré. – Respondió Jaejoong.
– Eso también te incluye a ti. – Dijo Karsacry señalando a Yunho, mientras se giraba y echaba a correr en dirección a los vampiros que seguían entrenando.
Yunho y Jaejoong subieron por una escalera ruinosa que recorría la pared de la muralla hasta llegar a una de las torres de vigía. Allí un vampiro oteaba el horizonte, atento ante cualquier señal que presagiara la llegada de los oscuros.
– ¿Dónde estamos? –  Preguntó Yunho.
–  En la fortaleza de la muerte. Una de las posesiones de nuestro clan. – Respondió Jaejoong.
– Pues no estaría de más que le hicierais algunos arreglitos y tampoco os moriríais por limpiar un poquito. – Repuso Yunho.
Jaejoong se rió ante aquella ocurrencia, lo cogió de la mano y juntos caminaron por la muralla, hasta que llegó la hora de reunirse con Straush.
Karsacry fue el último en entrar en la sala del trono, agarró su hacha con fuerza y se sentó junto a Yoochun y Junsu. Jaejoong estaba sentado junto a Yunho unos metros más lejos. Changmin estaba de pie cerca de Straush.
La estancia era enorme, junto a una gran vidriera había una mesa en forma de uve. Todos los bastiones estaban sentados allí. Straush ocupaba la parte central. La mayoría de los bastiones aparentaban diferentes edades, más o menos jóvenes excepto uno que parecía más anciano. Llevaban unas túnicas azules, salvo Straush que portaba una túnica negra.
El resto de la sala estaba llena de bancos como los de las iglesias. Todos los vampiros que no estaban de guardia se sentaron en ellos y esperaron  pacientemente el comienzo de la reunión.
Durante varias horas los bastiones informaron de la situación, de los ataques que habían sufrido a manos de los oscuros y las acciones que se debían acometer para acabar con ellos. A Yunho no le parecieron muy creíbles, más bien eran un intento de dar una imagen de serenidad y control ante el resto de la comunidad vampira.
Media hora después se declaró clausurada la reunión y todos los vampiros abandonaron la sala.
Yunho miró a Straush y ladeó la cabeza negativamente, mientras se disponía a abandonar la sala.
– ¿No pareces muy convencido Yunho? – Exclamó Straush.
– Son cosas de vampiros y no quiero meterme. – Repuso Yunho.
Straush ordenó a Jaejoong que saliera y pidió a Yunho que se quedara.
Los bastiones miraban con curiosidad al humano que parecía dudar de sus palabras.
– Habla sin temor. – Pidió Straush.
– ¿La situación está controlada? ¿Pronto comenzaremos a exterminarlos? En el club, en la calle, en la mansión fueron ellos los que dominaron en todo momento la situación. Pude ver como masacraban a sus amigos vampiros sin la menor dificultad y cada vez aumenta más su número. Siguen un plan. Atacan objetivos claros.
– ¡Eso es imposible! Los oscuros no piensan como nosotros tienen un cerebro mucho más primitivo. ¡Son bestias! – Gritó uno de los bastiones.
– Bestias o no siguen una estrategia. Si ellos no pueden trazar planes, alguien los guía. – Dijo Yunho.
– Sólo un bastión oscuro puede guiarles y el único que ha existido fue decapitado. – Dijo otro bastión de pelo largo y ojos oscuros.
– Es cierto Yunho los oscuros sólo obedecen a alguien que tenga su misma naturaleza. El bastión oscuro, era el único que poseía la capacidad de razonar a un nivel similar al nuestro. Yo mismo le corté la cabeza. Lo vi convertirse en cenizas. – Informó Straush.
– ¿Pero? ¿Si alguien portara un pedazo de su cuerpo, un dedo, una mano? ¿Podría usarlo para que los oscuros lo obedecieran? – Preguntó Yunho.
Los bastiones se miraron entre sí, ninguno había contemplado aquella posibilidad.
– Sería posible. Pero las cenizas de su bastión no bastarían para dominar a los oscuros. – Respondió el bastión de aspecto más anciano.
– Si te cortara un dedo ¿te volvería a crecer? – Preguntó Yunho a Straush.
– Así es. – Contestó Straush.
– Pero el dedo que te hubiera cortado seguiría en mi poder, quiero decir, no se convertiría en cenizas.
Straush sintió como un sudor frío recorría su frente. Lo que Yunho decía podría constituir una posibilidad muy real y factible. Si alguien durante la lucha le hubiera cortado una mano al bastión oscuro, podía haberla guardado y posteriormente usarla para dominar a los oscuros que sobrevivieron a la guerra.
– Gracias Yunho. Tendremos en cuenta tu teoría, ahora déjanos solos por favor.
Yunho se inclinó ante Straush y abandonó la sala.
El bastión anciano miró a Straush, se levantó y golpeó la mesa.
– ¿Cómo hemos podido estar tan ciegos? Un humano ha visto lo que nosotros ni siquiera habíamos considerado. Los años nos han vuelto arrogantes, hemos perdido el control de la razón, nos hemos dejado arrastrar por la soberbia.
– ¡Dalariel! – Gritó Straush. ¡Cálmate! Consideraremos todas las opciones y actuaremos en consecuencia. Ahora dejadme solo, debo pensar. – Ordenó Straush.
Los bastiones se levantaron, pasaron junto a Straush y uno a uno se inclinaron ante él. Straush los ignoró, tenía la mente en otra parte.
Intentaba recordar el combate final con el bastión oscuro, pero era inútil la memoria le fallaba.
Cuando escuchó cerrarse la enorme puerta de madera de roble de la sala, sacó su daga y se hizo un corte en la palma de la mano. Una de las razones por las que Straush impuso el uso de las clínicas de donación sanguínea fue, porque al morder a un humano el vampiro absorbía sus recuerdos y emociones. Esto creaba un enorme dolor en los vampiros más sensibles, mientras que a los de naturaleza más salvaje les producía ataques de ira fruto del éxtasis que les infundía la sangre humana. Bebió su sangre en un intento desesperado de recordar.
Los recuerdos inundaron su mente, desbordándola. Se centró en el día en que murió el bastión oscuro. Pudo ver cómo le cortaba la mano con la que sostenía la espada y acto seguido dos vampiros clavaron sus espadas en los hombros del oscuro para mantenerlo aprisionado contra la pared. Straush aprovechó la ocasión y lo decapitó. Su cuerpo se hizo cenizas y las hordas oscuras, libres del control de su bastión dejaron de combatir de forma organizada, lo que provocó que fueran fáciles de diezmar. En aquella visión Straush pudo desdoblarse de sí mismo para observar la escena con detenimiento. Los vampiros que combatieron a su lado eran Gricarius un joven vampiro de la casa Roma y Laramel bastión de la casa Asmantia.
Pudo ver como todos abandonaban la sala. Laramel fue el primero en salir, luego el mismo. Gricarius se quedó allí parado, esperando a que se alejaran. Se inclinó, cogió la mano cercenada del bastión oscuro y la relió en un pañuelo. Luego la guardó bajo su capa.

– ¡Gricarius! – Gritó Straush mientras sus ojos grises tomaban el color de la sangre.

3 comentarios:

  1. Practicamente estan en guerra :(
    Espero que llegue la paz para que asi yunho y jae vivan felices plenamente ❤

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  2. ahora les sera mas fácil pues ya tiene identificado a el supuesto cerebro de la lucha en contra de ellos espero que pronto lo puedan parar y terminar de una buena ves con esos oscuros de miedo
    Gracias

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  3. Ojala lo agarren pronto, antes que maten más gente y vampiros. Y ahora que sabe quien es el que los manda sea más fácil.

    Gracias!!! 💗💕💞

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