Un extraño en mi ventana: Capítulo 29 Final

Capítulo 29

A Jaejoong le resultaba increíble no poder seguir el ritmo de Yunho, su humano lo había superado y se había convertido en un semi dios. Verlo saltar de un tejado a otro, con aquella elegancia y rapidez, le hacía sentir no sólo orgulloso sino también seguro.

Recordó cuando se interpuso entre Gricarius y él, impidiendo su muerte.

Estaba en su lecho de muerte y decidió sacrificarse para pasar sus últimos instantes de vida junto a él, protegiéndolo.

Verlo ahora tan vivo, tan feliz, saltando de un lado a otro sin dejar de mirarlo y sonreírle, le daba la vida.

De repente Yunho se paró en seco, parecía tenso y preocupado. Jaejoong saltó al tejado de madera donde estaba él.

– ¿Qué te ocurre te veo preocupado?

– Tengo hambre. – Dijo Yunho.

– No te preocupes, te llevaré a una de las clínicas donde nos darán unas cuantas bolsas de sangre.

– ¡No lo entiendes! ¡Tengo hambre! Me comería ahora mismo una hamburguesa enorme, con dos o tres raciones de patatas chips.

Jaejoong lo miró confundido, los vampiros no comían alimentos humanos sólo bebían sangre.

– ¿Qué soy Jaejoong? Parezco un vampiro, pero mis poderes no son como los vuestros y sigue pareciéndome repugnante la idea de beber sangre.

– Tranquilo, tenemos todo el tiempo del mundo para descubrir que eres.

– ¿Seguro? ¿Y si no soy inmortal como tú? ¿Y si sólo me quedaran unos meses o unos años de vida?

Jaejoong lo abrazó y le besó en la mejilla.

– Pues disfrutemos el tiempo que estemos juntos, en lugar de pasarlo preocupados por el futuro.

– Tienes razón, perdona siento mi cuerpo en revolución. Mi mente ya no es mi mente, tengo recuerdos de otras vidas, de otros tiempos y sin embargo no los identifico como míos. Sé de lo que soy capaz y como dominar mis poderes, pero sigo sin saber quién soy. Tengo claro que mi nombre no es Yunho, pero poco más.

Yunho se quedo pensativo durante unos minutos.

– Jaejoong, volvamos a mi apartamento, donde nos conocimos. – Dijo Yunho tomando a Jaejoong de la mano. Jaejoong asintió y juntos emprendieron el camino.

Cruzaron las azoteas de varios rascacielos y cuando llegaron al que estaba más próximo al edificio, Yunho lo cogió en brazos y saltó hasta la cornisa del salón.

Abrió la ventana rompiendo el cierre y ambos entraron dentro. Todo estaba tal y como lo dejó, aunque claro está, su empleada de hogar había limpiado sus destrozos. Jaejoong lo giró y le besó apasionadamente, ya había esperado demasiado.

Le arrancó la ropa con movimientos rápidos y precisos, cosa que excitó sobre manera a Yunho.

– Muy bien precioso ahora me toca a mí.

Jaejoong sólo percibió un destello, cuando bajo la mirada estaba desnudo. Le dedicó una sonrisa viciosa mientras caminaba hacia el dormitorio.

Yunho contempló cómo se alejaba, era un espectáculo digno de ver y teniendo en cuenta que estuvo a punto de morir, se permitió deleitarse con las vistas.

Jaejoong se echó sobre la puerta del dormitorio, indicándole con el dedo índice que se acercara. Yunho no lo dudó caminó hacia él y lo llevó a la cama.

Era fantástico verlo allí tumbado con aquellos preciosos ojos llenos de deseo, mostrando aquella recién descubierta debilidad. Se tumbó a su lado, pasó la mano por su pierna de tacto sedoso, adoraba hasta su color blanquecino. Jaejoong se giró y su pecho quedo en contacto directo contra el cuerpo de Yunho que tuvo que contenerse para no hacerle el amor en ese mismo instante. Sus besos ganaron en intensidad, mientras Yunho acariciaba su espalda. Sus bocas llenas de deseo deseaban ser exploradas por sus lenguas y poco a poco el deseo fue ya incontenible. Yunho se echó sobre Jaejoong que abrió sus piernas, mientras lo atraía hacia él. Se unieron en lo más íntimo. A cada roce de sus cuerpos ambos perdían un poco el control. Los ojos de Jaejoong se volvieron rojos, mientras los de Yunho se convirtieron en fuego. Ya no harían nunca más el amor como los humanos, ahora podían dar rienda suelta a su deseo sin miedo a dañar al otro. Jaejoong lo miraba mientras lo sentía dentro de él, jamás había sentido nada igual, sus movimientos eran ahora poderosos y llenos de energía, pero sus cuerpos así lo exigían. Cerca del clímax del acto Yunho lo besó con toda su pasión, hasta que juntos sintieron una emoción que casi les hace llorar.

Yunho no tenía ni idea de que sería de ellos, pero lo que tenía claro es que quería estar junto a él, pasara lo que pasara. Fue entonces cuando tuvo una visión. En el campo de la provenza francesa, vio los dos soldados a Jaejoong cuando era apenas un adolescente. Y algo más...

Yunho se apartó de Jaejoong lo besó y le acarició el pelo.

– Acabo de recordar algo...

– ¿Qué?

– He visto a los dos soldados que te atacaron. –  Yunho se levantó y caminó hacia el armario. Abrió la puerta de la derecha y rebuscó en el altillo, hasta que sonrió, había encontrado lo que buscaba. Sacó una caja alargada de unos ocho centímetros de ancho y se la entregó a Jaejoong, que no entendía nada.

Abrió la caja retirando la cubierta superior y quedó boquiabierto. Ante él estaba la espada con empuñadura de oro que portaba el vampiro de ojos de fuego que lo salvó. Miró a Yunho aún sorprendido.

– Fui yo... quien acabó con esos soldados y no es lo único que recuerdo. A partir de ese momento, empecé a espiarte a escondidas, velando por ti. Te vi crecer y convertirte en un bello hombre. Recuerdo tu último cumpleaños, todos celebraban alegremente aquel día, el sonido del piano, las copas de champán, la gente bailando. Tu sonrisa, ese día me enamoré de ti.

– ¿Y por qué no me lo dijiste? – Protestó Jaejoong.

– Eras humano, no podía condenarte a una vida eterna.

– Pero pudiste presentarte como un humano, pudimos conocernos, yo deseaba conocerte.

– Lo siento pero temía hacerte daño. Cuando mi amor pudo más que mi razón regresé. Vi la mansión en ruinas, te busqué con desesperación pero nadie supo darme una explicación, todos afirmaron que tanto tú como tu familia murieron en ese incendió. Fue tal el dolor que sentía, la culpa por no haber estado allí para salvarte que ni los años ni los siglos mitigaron mi dolor, hasta que finalmente renuncié a mi inmortalidad y renací como humano. Sin poderes ni recuerdos. Ahora entiendo porque dentro de mí todo iba mal y tenía esos deseos de morir.

– Straush quemó la casa y lanzó el rumor de que habíamos muerto el día en que finalmente nos convirtió en vampiros. Nosotros supimos que él era un vampiro desde el primer momento, pero él insistió en que viviéramos una vida humana hasta tener una edad más adecuada para la inmortalidad.

– No sabes lo que significa para mí tener estos recuerdos y verte vivo junto a mí.

Jaejoong lo abrazó, mientras lo besaba con dulzura.

– Lo importante es que ahora estamos juntos y nadie podrá ya separarnos.

– Te amo Jaejoong y siempre te amaré.

Yunho lo besó con todo su amor y Jaejoong le correspondió lleno de pasión.

Ahora su vida era completa y por primera vez en siglos ambos podrían ser felices, tal vez para siempre.

¿FIN?